“Nosotras podemos crear nuestras propias leyes, pensadas y creadas por y para nosotras, las indígenas”

En el marco del “Campamento Climático: Pueblos Contra el Terricidio” conversamos con Noelia, compañera y docente perteneciente a la Nación Qom. Actualmente ella reside en la Zona Oeste de la ciudad de Rosario, en un barrio donde habita la comunidad qom. Desde el concepto de “terricidio” acuñado por el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, hablamos de su militancia con la juventud y les niñes de la comunidad, del pedido de justicia por el asesinato de Ismael Ramírez, de la campaña contra el chineo y de su participación en el Movimiento.



“Nosotras podemos crear nuestras propias leyes, pensadas y creadas por y para nosotras, las indígenas”

*Especial para Contrahegemonía
 

En el marco del “Campamento Climático: Pueblos Contra el Terricidio” conversamos con Noelia, compañera y docente perteneciente a la Nación Qom. Actualmente ella reside en la Zona Oeste de la ciudad de Rosario, en un barrio donde habita la comunidad qom. Desde el concepto de “terricidio” acuñado por el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, hablamos de su militancia con la juventud y les niñes de la comunidad, del pedido de justicia por el asesinato de Ismael Ramírez, de la campaña contra el chineo y de su participación en el Movimiento.

 

¿Qué manifestaciones del terricidio hay en tu territorio y cómo se organizan para enfrentarlo?

Para empezar me parece importante decir que hasta ahora en las formas de organización dentro de la comunidad es difícil que esté una mujer. Lamentablemente muchas veces están los referentes o caciques, en donde como mujer y joven indígena soy una de las primeras en deconstruir esa imagen del hombre opresor, parte del Estado, el negociador desde la comunidad. En nuestro territorio tratamos de trabajar con otras hermanas que no pudieron venir, pero están. No les están permitiendo participar dentro de esta movida desde el Movimiento, porque también son parte de organizaciones políticas en donde están atadas de manos y pies, por no tener un trabajo o no llevar un plato de comida. Rosario es grande, y hay gente que se muere de hambre, que no tiene cómo comer o tener un plato de comida en su hogar y termina siendo raptada por un movimiento u organización política. Así padecen las mujeres muchas veces y no pueden salir.

Yo soy una de las referentes jóvenes de la comunidad porque soy reconocida y aceptada desde los jóvenes y los ancianos, por el acompañamiento que me dan y el respaldo que tengo dentro de mi comunidad. En la ciudad, muchas veces se cree que no hay terricidio, que el terricidio solamente existe en las zonas donde hay territorio de la naturaleza, donde cae un río, donde hay un campo. Pero en la ciudad no, porque supuestamente es ciudad. Y ahí yo les digo que muchos de los hermanos de las comunidades terminan en la ciudad porque son despojados de su territorio. Y al ser despojados, eso es un terricidio ya. Ser urbanizado es un terricidio, porque no son respetados, no tienen derecho lingüístico, derecho a la libre expresión, a sentirse cómodos. Son oprimidos, obligados a sentarse a aprender de los otros y no ellos aprender de la comunidad.

Así que una de las cuestiones que llevé desde el Movimiento es el terricidio y fue difícil hablar con ellos para hacerles entender qué era, porque es una palabra nueva que empezamos a gestar en el Movimiento de Mujeres Indígenas. Además, dentro de nuestra comunidad lo que se necesitan es tener espacios que no nos están dando porque los que están al frente son hombres, los referentes. No les dan espacio ni voz ni a los jóvenes ni a las mujeres, y ellos son los que negocian con el Estado para que les den un pedazo de terreno; contados con los dedos, porque no se les da a todos. Las comunidades quedan en la nada, porque siguen estando oprimidas por el Estado y el gobierno desde ahí. Se les niega un pedazo de tierra, dejándolas en situaciones contaminantes, cerca de un basurero y lejos de la ciudad, en lugares donde tenés una hora y media para llegar al centro de Rosario. Estás muy lejos, en la periferia, donde no podés ocupar tierra para hacer una huerta comunitaria porque no es tu propiedad. Hay muchas cosas que te hacen ser el violento, porque vos querés ocupar la tierra y por eso sos usurpadora y merecés ser reprimida, cuando ellos fueron los que te despojaron primero. Eso es terricidio.

 

¿Cómo es la situación de les niñes de las comunidades en relación con el sistema educativo, con la lengua?

Bueno, yo trabajo con jóvenes en espacios mixtos hace tres o cuatro años. El primer espacio que motoricé en el barrio fue un curso de fotografía, donde una institución me dio la posibilidad de llegar a unas chicas en situación de adicción, porque veían que no podían llegar ellos como institución. Les enseñaba la fotografía como curso de oficio; la idea era que hagan un curso pero ahí charlar las cuestiones que atravesaba cada una y cómo poder ayudarlas. Ése fue mi primer espacio en el 2015, y así fui haciendo otros espacios con las mismas pibas, creando un curso de peluquería y después otro de panificación. Fueron estos tres espacios primero durante un año, que iba monitoreando, visitando, preguntando cómo estaban; todo desde la comunidad. Cada cosa que les pasaba o que necesitaban saber iban a mi casa porque sabían que yo me quedaba cuando los trabajadores y la institución no estaban.

De a poco fui haciéndome más referente de los jóvenes, donde traté de cargarme con muchas cosas tremendas siendo todavía adolescente. Me hizo pensar que podía ayudar de esa forma, estar ahí y empezar a generar otras cuestiones. A mi corta edad pudimos lograr que muchas de esas niñas que estaban atravesadas por las adicciones sean madres, o chicas que están trabajando en un estudio de fotografía, y que niñas que en su momento fueron abusadas por parte de sus padres o hermanos sean las líderes de sus espacios hoy en día, de la misma institución y dentro del barrio. Y así también con los pibes.

El segundo año seguí quedándome en esa institución, que es un Centro de Convivencia Barrial Municipal. Yo era parte del equipo que planificaba todo lo del mes y cómo se trabajaba con el Estado; no era trabajadora del Estado pero ellos quisieron que sea parte de su equipo porque sabían que dentro de la comunidad pasaban muchas cosas pero no había nadie que pueda llevarlo diciendo “sí, está pasando esto”. Todas las veces que se acercaban estos referentes, sabían que algo siempre se tapaba. Así empecé ahí; la que me pagaba era una mujer, que también era una contratada y que me enseñó muchísimo. Ella trabaja dentro de otro barrio donde no hay comunidad, pero le importaba lo que pasaba con las niñas. Así que fue una de las personas que me ayudó muchísimo a crecer dentro del barrio y a sentirme segura y no sola.

 

¿Cómo conociste a Ismael Ramírez?

Porque después me aboqué a los niños. Está mucho la idea de que las problemáticas de los adolescentes empiezan desde los 16 años en adelante. Nos equivocamos porque de los 7 a 14 el niño transita otras cosas que nosotros muchas veces dejamos escapar. También podemos ayudar y empezar a enseñarles. Siempre llegamos tarde, yo veo eso, y recién comenzamos a acompañar a un joven a los 18 o 19, donde deberíamos estar presentes desde la niñez. Y no sólo en la casa tendría que ser acompañado, sino desde la escuela, los vecinos. Por eso empecé a pensar en los niños; veía que había muchos chicos en las calles de noche, a las 12 o la 1 de la madrugada y pensaba “qué le pasa a la gente de la comunidad”.

Ahí me planteé qué podía hacer y surgió mi primer espacio, que se llamó Sentite cómodo. Yo pasaba un ritmo y trabajábamos qué pensaban del ritmo, qué sentían, o qué veían. Era como sentarnos, cerrar los ojos, reírnos, gritar. Y desde ahí hacía el trabajo de sacar desde los niños mismos la situación que vivían. A partir de ahí les decíamos a los niños: “Hay cuento que nuestras abuelas contaban en qom…”. Y sacábamos ya ahí la cosmovisión indígena, para introducirla desde pequeños. Cuando empecé a hacer todo ese trabajo, llegué también a las madres, a acompañarlos a sus casas, a generar nuevos espacios. Sin la ayuda de ninguna organización, sin una ayuda ningún referente y ningún político, agarraba masitas, chocolatada y se las dábamos a les niñes en la plaza, en una esquina. Así fui encontrándome con otros compañeros en otro barrio y terminé en el barrio que actualmente es Travesía, que anteriormente era barrio Zapata, donde fue trasladada en los años 80’ la primera comunidad qom traída del Chaco en los vagones de los trenes.

Terminé estando en un espacio porque conocí a una compañera también de la nación qom, María Pleita, que es una referenta muy grande dentro de la ciudad de Rosario. Ella hizo mucho trabajo con jóvenes de la comunidad, desde albañilería con grupos mixtos, acompañamientos, entre otras cosas. Un día me invitó a ir a su lugar donde tiene un espacio de niños que sigue sosteniendo hasta hoy en día. Sostiene la cosmovisión indígena, los cuentos, las leyendas, música, imágenes, frases, y los niños pintan, dibujan. Lo hace ‘ad honorem’, como yo. Recibe ayuda muchas veces de otras personas que ni siquiera son instituciones del Estado, son amigues que vienen y nos aportan un paquetito de azúcar, un paquetito de té, un juguete, un cuaderno. Todo a pulmón, y creo que es lo que vamos a seguir sosteniendo porque funciona, y es por eso que todavía no tenemos una personería jurídica como el Estado quiere.

Ahí conocí a Coqui, Ismael, chiquitito que iba a ese espacio antes de que con su familia se mudaran a Chaco. Era el más alborotado de todos, era el líder del grupito, el niño travieso y vivo a la vez, el que le metía muchas ganas a todos y él no hacía nada, y el que avivaba muchísimo a sus compañeros. Nosotros en ese espacio le enseñamos a hablar la lengua indígena, la lengua de la Nación qom, y le decíamos cómo se decía buen día, hola, que están haciendo. Así de a poquito él y todos fueron empezando a transmitirlo en sus casas.

Cuando pasó lo de Ismael, estaba destrozada. No podía creerlo. Lo único que pensé fue que espero que su madre pueda entender que el Estado es responsable. Porque Alejandra, como ella misma dice, siempre vivió para trabajar, llevar su comida a su casa, confiar en la escuela y dejar a sus hijos, y al otro día hacer la misma rutina. Le arrebataron a su hijo, porque el asesino es un policía que sigue suelto en la ciudad de Roque Sáenz Peña, en Chaco. Las audiencias que tiene ni siquiera son confiables, ni siquiera tiene respuesta. No sabés si la Justicia está actuando o es una broma. En la ciudad de Sáez Peña pueden hablar muchísimos referentes, pero ella sigue estando sola. Cuando nosotros nos enteramos lo de Ismael en Rosario decidimos marchar, decidimos hacer una bandera que le regalamos como profesores, como amigos de Ismael. Porque él disfrutó su infancia con nosotros, nos brindó su sonrisa, toda su alegría que hoy también lo sigue sosteniendo Gonzalo, que es su hermanito. Y también tiene otros hermanos que perdieron a un niño, y que era el único que los hacía reír a todos en la casa. Más allá de que todo era negativo, él a todo le ponía vida. Así que hablamos con María para hacer la movida de la bandera, organizar una marcha en frente de los Tribunales de Rosario, con la consigna de que el poder judicial se haga cargo del asesinato de Ismael y de todas esas cosas que les pasan a los niños qom, no solamente a él.

 

Fue una parte de mi vida donde aprendí mucho y también cargué con muchas cosas. Muchas veces te cargás con mucho y te olvidás que tenés una vida. Yo me olvidé de que tenía una adolescencia y me aboqué a eso hasta hoy en día. Y no me arrepiento, porque creo que si lo sigo haciendo es porque realmente mis ancestros me dejaron esa lideresa, para que yo pueda transitar estos caminos y ser parte de un movimiento, ser parte de una comunidad que muchas veces no acompaña por muchas situaciones, por no querer acompañar. Las hermanas se arriesgan en acompañarte, y hace falta que ellas estén acá.

Pero eso es algo que se va a romper, lo sé, que en el próximo encuentro no voy a estar yo sola, sino que van a haber más hermanas conmigo, contándoles qué es el movimiento, y se van a ir acercando. Eso me pone muy feliz. Porque no es fácil dentro de una comunidad, urbanizada o no urbanizada, ser mujer e indígena. Hay que vivirlo y pasarlo, hacerte fuerte desde ahí. Sino seguís siendo una mujer indígena alejada, destrozada, muchas veces siendo cómplice de muchas cosas y estás ahí sin poder decir nada por miedo.

 

¿Cómo empezaron a vincularse con el Movimiento de Mujeres Indígenas?

Yo empecé a estar en el Movimiento casi teniendo 17. Conocí a Moira en la Comunidad de María Pleita. Ella fue a visitar la comunidad, se tomó el tiempo y mucho más. Visitó el territorio y a las mujeres. Terminó en Rosario y yo estaba visitando a una familia. Ahí entendí que no existen las casualidades y que el destino por algo siempre te manda a un lugar. Fui a visitar a mi familia y ahí me dijeron que los referentes se iban a juntar con una mujer que no sabían de dónde venía. Me llamó la atención que sea una reunión cerrada, porque dentro de las comunidades existen asambleas. Antes se les llamaban consenso o decisión complementaria, en donde se tomaba una decisión en conjunto. Hoy en día estamos aplicando eso, queremos que se vuelva a tener la decisión complementaria dentro de la comunidad, que no esté el cacique. Deconstruir la imagen de un cacique es lo fundamental, y es algo que estoy haciendo en mi comunidad y por eso estoy ahí en la mira. Entonces era raro que una mujer se junte con todos los hombres. Ahí dije “quiero ir” y me contestaron “no, no podés ir”, “quiero ir” y la respuesta era no. “Qué hago” dije yo. Espero en la puerta, en la ventana, espío. Era una piba, obviamente terrible. Me voy a espiar. Me siento al lado de la ventana y la escucho a Moira diciendo “cómo no pueden estar las mujeres, porque las mujeres somos las defensoras de la vida” y me quedó el “defensoras de la vida”. Ella había convocado a una reunión con mujeres donde terminaron siendo todos varones. Y bueno, se fue. Cuando ella sale yo la llamo, le pregunto quién era, qué estaba haciendo y qué estaba diciendo, porque me importaba. Esto fue en el 2013, más o menos, hace bastante. Me pregunta cómo me llamaba y yo le dije que era de la comunidad y que me llamo Noelia, que no vivo ahí sino que vivo en la otra comunidad. Ella no sabía que había otra comunidad, así que me pregunta cómo se llegaba. La llevaron al otro día y nos reunimos con dos hermanas, y las dos hermanas que me acompañaron eran referentes de la comunidad, pero ellas estaban bajo mando de los referentes, de hombres. Entonces dijimos bueno, nos vamos a juntar, pero no les avisen que vamos a hacerlo. Nos reunimos y ahí Moira empezó a hablar de la responsabilidad nuestra como mujeres dentro de una comunidad, la participación de una mujer dentro de los espacios. Y me empezó a hacer el clic de que nunca hubo mujeres dentro de una participación de una comunidad, que siempre teníamos a un hombre decidiendo por nosotras, por los niños, por los ancianos. Y dije “bueno, lo voy a pensar”. Pasó un año y como toda niña o adolescente lo dejé ahí, en la nada, y empecé a ir a la escuela, en donde reconocí y transité qué era una discriminación, cuándo empezaba, cómo era. Ahora se habla del bullying, pero no es bullying; era racismo y sigue siendo racismo. Pude mirar, transitarlo y decir “esto está mal”. Ser negra…Yo no voy a cambiar mi cara. Porque me decían “tenés que cambiar tu cara”. Mi cara es mi cara, profesora, lo lamento, te guste o no te guste va a ser siempre mi cara. Ahí fue donde empecé a tener noción del ser negra. La vida negra, la vida de aquellas que viven en el asentamiento, de aquella, la villera que es negra. Y no es negra, no es villera, es de la comunidad, es de una Nación, tiene un idioma propio, tiene derechos propios que supuestamente el Estado le está brindando pero que no los está cumpliendo ni aplicando.

Ahí pensé en Moira y dije “tenía razón esta mujer”. No sé de dónde es, pero tenía razón. Va a haber algún momento en el que me voy a cruzar con ella y le voy a decir que gracias a ella, yo voy a hacer esto. Y le planteé a la directora de la escuela porqué siempre teníamos que ser nosotras las que le pedíamos disculpas a las pibas que no eran negras, porqué ellas no nos piden disculpas a nosotras por decirnos negras, por decirnos “esas peloduro, pelos largos”. A empezar a que ellas se den cuenta que la negritud y que “la negra esa que está ahí” es una indígena. Que se tenía que respetar y lamentablemente, donde ellas estaban era la escuela de “las negras”. Y si les gustaba bien, y si no les gustaba se podían ir a otra escuela. Se quedó mirándome y me dijo “mañana no venís más”. Así me expulsaron. Yo tenía 15.

Ahí empecé a cuestionarme yo, a cuestionar. Porqué, para qué, qué sirve, qué no sirve, qué estoy haciendo, qué estamos haciendo. Primero empecé conmigo misma, no busqué orígenes porque desde que nací siempre fui indígena de la nación qom, siempre me reconocí, nunca traté de cuestionar mi identidad porque la identidad ya la tengo asumida. Obviamente Argentina nos pusieron cuando fue el genocidio indígena y se creó este Estado, a través de la sangre indígena, ahí recibimos un apellido y quedamos con ese apellido que ni siquiera es el nuestro. Cuando crecí, fueron mis abuelos, mis padres quienes me enseñaron qué era la cosmovisión, el respeto, la escucha. Pero también me enseñaron que va a haber un afuera que yo nunca tuve en cuenta, que es el Estado, el sistema, la educación. Aprendí también que había otro disfrutar, que antes no había juguetes, no había nada. El disfrutar era estar adentro del monte, y los niños cazaban, buscaban, olían, ayudaban a los abuelos, aprendían de su sabiduría, escuchaban.

Dos meses después la encontré a Moira y empecé a estar dentro del Movimiento. Fue en una asamblea en la que estaba presente, donde me enteré así de casualidad escuchando a los referentes mayores –porque nunca te van a dar una noticia ni una novedad ni una invitación. Escuché que se iban a reunir y que iban a hacer una marcha donde ella iba a acompañar, que era una de las personas importantes porque estaba peleando por su territorio y que para ellos, los hombres, ella iba a ser una de las mujeres que iba a tener mucha presa y que les iba a servir a ellos. Me fui a la marcha y ahí la volví a ver. Quedamos en contacto y nos empezamos a reunir, y así terminé en el Movimiento, siendo parte. Me caminé muchísimo con ellas; desde el territorio, el andar y en las actividades. Desde mi comunidad mostrarles que estoy dentro de un movimiento que no es un partido político ni una ONG ni la Iglesia, les cuesta porque saben que interpelamos, que cuestionamos, que no estoy sola, que no pueden llegar a hacerme algo porque tengo mujeres acompañándome, acompañándonos todas. Y en la ciudad de Rosario recién se está sabiendo que hay una joven indígena referente de un movimiento de mujeres, en donde hay mujeres referentes. Y así terminé estando en las asambleas del 8M, de la marcha contra el gatillo fácil. Fui estando en esos espacios y llevando cuestiones indígenas. Y me gané en todos los espacios el lugar, lo trabajé con mi familia, mis vecinos, en los espacios de jóvenes. Y así hasta hoy en día, y obviamente nunca terminé de estudiar. Recién este año voy a terminar la secundaria, me capacité, sí soy profesora de peluquería. Hace un año ya estoy ejerciendo ser profesora de peluquería, trabajo con un grupo de jóvenes, que somos hombres, mujeres, chicos trans dentro de la comunidad, llevando el trabajo de la integración y la participación de todos. A fin de mes vamos a inaugurar un espacio donde queremos ofrecerle la ayuda a los jóvenes y a los niños, donde hasta ahora estamos tratando de que nos donen cosas y hacer un merendero para llamar la atención. Después ya sería llegar a las familias, los niños, los pibes y las pibas, hacer laburar las cuestiones que queremos laburar, como el proyecto de vida joven, una niñez libre en expresión, libre de ser escuchada, libre de querer, gritar, llorar. Así que quizás no podamos resolver vidas pero podemos ayudar; es una de las cosas que nos propusimos con los jóvenes y vamos a hacerlo todos juntos. Hace tres años creé un grupo de jóvenes, este va a ser el cuarto y vamos a tener el espacio físico y vamos a iniciar esto. Lo estoy haciendo con mi madre, haciéndole el espacio a ella para que empiece a tener su lugar y a poder intercambiar con otras madres, y también a mi abuela para trabajar con ancianos. Entonces vamos a tener diferentes espacios: ancianos, madres, niñes, jóvenes.

 

 

¿Cómo es dentro de la comunidad la cuestión del reconocimiento de la propia identidad?

En la comunidad, con la urbanización lamentablemente muchas veces es difícil reconocerse o asumir. Capaz que lo asumen adentro de sus familias y afuera no lo muestran, por el temor de no ser parte del sistema. En mi familia, por ejemplo, si viene alguien de afuera y no entienden qom, le vamos a enseñar para que no quede fuera de la ronda de energía que queremos transmitir, tanto en risas, llanto y conversación. Me pasa muchas veces con compañeros y compañeras que vienen a traerme donaciones en casa y les decimos que se sienten a tomar mates con nosotros y está mi abuela anciana. Ella habla en qom, no habla en castellano. A veces les decimos qué está diciendo y quedan sorprendidos. Nosotros siempre les decimos “venite otro día y te vamos a enseñar más”, los invitamos a que anoten cómo se pronuncia. La identidad está; te quieras operar, te quieras hacer todo, tu sangre es indígena. Quieras cambiar de color, tu sangre es indígena. Y si te querés conocer o no es una cuestión personal de uno, no es fácil porque tenés que atravesar muchísimas cosas. Y muchos prefieren no atravesarlas y no se reconocen. Pero saben que vienen de una comunidad, terminan estando dentro de la comunidad porque es donde viven. Mis padres son qom, no hablan en qom pero entienden. Algunos dicen “mis padres hablan, mis tíos también; yo no hablo pero entiendo”. Algunos hablan, pero sus padres no. Pero se mantiene. El tema de la comida muchas veces es difícil porque ya la comida de la Nación qom no está existiendo, no se está ejerciendo en ningún lado y lamentablemente terminamos alimentándonos con químicos. Una de las cuestiones que queremos laburar dentro de la comunidad este año es esa. La identidad de uno ya está puesta; ahora, hacerte vos responsable de tu identidad contempla muchísimas cosas, sobre todo como jóvenes.

 

¿Influyó en algo el cambio de gobierno en la relación que tiene la Nación qom con el Estado?

Yo pienso que los cambios de gobierno, tanto el anterior como el que asumió hace poco, van a tener la misma lógica, porque siempre se piensa en el capital de uno y no en el ser humano de afuera. Lamentablemente, la política que lleva el Estado y el gobierno actual es la misma que el anterior, porque todavía hasta ahora las novedades son darte un plan, donde realmente no estás favorecido, no está bien eso. Porque no le das un pedazo de tierra a una comunidad y no le das oportunidad de crear su alimento y no hacerle comprar y entrar en la red de consumo, darle de vuelta a esa empresa que te está vendiendo, esa rueda que sigue girando, que entra dentro del capital, del Estado y sigue dañando a las tierras indígenas y que son parte del terricidio que tanto hablamos. Creo que este gobierno que está ahora actualmente, Fernández, debería sentarse y repensar un poco sobre las Naciones indígenas porque así como se reveló Chile, dentro de la Argentina también se podría hacer. Y eso lo dice el cambio climático, lo dicen el viento, el sol, y muchas veces no escuchamos. No escuchamos a la naturaleza, no escuchamos el viento, el sol, no escuchamos la luna. Y de tanto no escuchar cometemos errores, porque vivimos dentro de cuatro paredes atrás de una computadora, atrás de una agenda, atrás de un asesor. No tienen noción que a cientos de kilómetros de Chaco hay una comunidad que no tiene agua, que por no tener agua esa comunidad sufre y la espiritualidad sufre, y la espiritualidad te devuelve, responde con estos cambios climáticos. No te hunde a vos, pero hunde una ciudad entera en otro lugar. Porque así va cobrando vidas la naturaleza, es como una venganza rotunda dentro del planeta mismo. Es como una pelea entre la naturaleza y el ser humano. Este gobierno lo primero que hizo fue firmar un convenio con estas empresas extractivistas donde no se contempló ni siquiera lo que está escrito en la Constitución Nacional, de pedirle permiso y consenso a las comunidades que habitan en esos territorios. Ése fue uno de los primeros ejes del gobierno actual, en el que cometió un error. Dentro de la nación qom, este año las mujeres vamos a ser las que vamos a liderar todos los espacios que tengan que charlarse, o llegar a un acuerdo con el gobierno. Primero porque los hombres referentes firmaron cualquier cosa, siguen firmando cualquier cosa sin tener la decisión de la comunidad, sin una decisión complementaria como la que se venía sosteniendo ancestralmente. Esta vez, como mujer, creo que vamos a ser nosotras las que vamos a estar al frente. Y ya lo veo, somos nosotras las que vamos a estar ahí, porque tenemos otra cosmovisión y otra visión, no es que hablamos nosotras por hablar, hablamos con la naturaleza. Hablamos con la conciencia de que no solamente pensamos en nosotras, sino en otros que no son parte de la nación indígena, pero pensamos en otros. Tal vez pueda cambiar un poco cuando nos reunamos con este gobierno. Quizás nos escuche, quizás no. También hay posibilidad de que nos escuche y diga “sí, sí” y se olvide.

Pero sí existen las otras formas de resistir y de luchar que se pueden llegar a proponer dentro de esta lideresas indígenas mujeres. Existen las formas de actuar, de accionar, haciendo campañas, convocando. No sé si ocupación porque ya lo hicimos, pero se podría llegar también a una multiocupación. Así como denunciamos al Estado y también hacemos que el gobierno se haga cargo, somos pensadoras, tenemos ya suficiente fuerza para decir “nosotras podemos crear nuestras propias leyes, pensadas y creadas por y para nosotras, las indígenas”. No que alguien del Estado venga y cree una ley para nosotras sin ser pensada. Porque ellos te hacen ley, tratado, convenio, consenso, todo lo que quieras. Pero están hechas pensadas para nosotras, no están hechas pensadas por nosotras, esa es la diferencia. Si este año puede llegar a haber ese espacio que tanto se pide con el gobierno, nosotras podríamos darles nuestras propuestas, podemos llegar a decirle “mire, señor gobernador, como mujeres indígenas somos defensoras de la vida y necesitamos esto”. Quizás no lo cumplan ahora, o lo piensen. Pero que sepan que ese río que ellos quieren asesinar es un río en donde todos los turistas porteños, de las provincias, de Santa Fe o de Rosario van a visitar. Se sacan una foto, pero detrás de esa foto existe una comunidad que está luchando por ese río, que vos te estás llevando un recuerdito y que no sos consciente que todo lo que vos estás tirando lo está dañando. Decirles también eso, porque ser consciente y empezar a entender que la naturaleza no se debe dañar con plásticos y de muchas otras formas, ya es algo. Ya es una acción que estamos tomando.

Pienso que la política que va a dar el gobierno se tiene que pensar el doble de lo que creen. Porque política pública hay para indígenas, pero nunca fueron consultadas o creadas por nosotros. Y esas políticas las hacen los hombres, y no nos dan espacio ni siquiera para consultar. Esos hombres negocian, hacen lo que quieren. Y ahí te puedo decir que ellos también son cómplices de todo lo que dañan dentro de las comunidades.

Pero creo que se puede llegar a llevar algo. No le doy mucha fe porque creo que todos los gobiernos siempre piensan en su capital y no en los seres humanos ni en los animales, pero voy a apostar que la Pacha y el universo y mis ancestros me den esas ganas de decir “podés confiar”.

 

Sabemos que el chineo es una de las principales denuncias del Movimiento de Mujeres Indígenas, ¿qué es y cómo se vive dentro de los territorios?

Sí. El chineo existe desde hace muchas décadas, pero nunca se dijo nada. En un libro que sacó una hermana indígena de la nación qom de Chaco hay un caso de una niña joven que fue abusada en manada por personas, hijos de un terrateniente, de un capataz, del almacenero, del farmacéutico, del médico del hospital. Es como un arreglo dentro de una comuna, donde dicen “Bueno, vamos a buscar a tal piba o tal niña”. Tratan de venderte que por ser niña tiene que aprender a ser mujer, que a tal edad tienen que pasar a tener relaciones con tal persona para que ya sea una chica grande. Lamentablemente dentro de las comunidades muchas veces las madres confían en las escuelas, porque quieren que su hijo aprenda, que vayan a una escuela como ellos no lo pudieron hacer. Dentro de la ciudad de Formosa está el chineo hace bastante, pero el gobierno de ahí lo tapa. Nosotros tenemos una hermana dentro del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir que es de la ciudad de Formosa, de la comunidad de ahí. Ella denuncia el chineo, nos cuenta cómo es, ya varias hermanas sabían que pasa en los territorios. En Formosa fue más fuerte, porque la hermana estaba en la ocupación del Ministerio del Interior en ese momento, y a la que se llevaron fue a su hija. Como decía, se ponen de acuerdo dos o tres hombres, el hijo de la secretaría de no sé qué, el sobrino del dueño del hospital, o el sobrino del hombre que tiene el mercadito, y van, entran a las escuelas. Como son todos parientes, los que son dueños tienen todo arreglado, todo pactado, van a las escuelas, miran a las niñas y se las llevan desde adentro de la escuela. Se las llevan, las violan y después las devuelven a la maestra o a la directora, y ellas las llevan a la casa. Como son todos conocidos y parientes, las familias tratan de hacer la denuncia, quizás llegan a hacerla, pero esos papeles ni siquiera son registrados. Porque el que está tomando la denuncia es sobrino o tío del que cometió eso. Las directoras y las maestras son amenazadas, por eso no dicen nada. Ese día que pasó lo de la hija de la hermana, que no quisiera dar su nombre, ella se fue volando del Ministerio. Cuando recibió la noticia no podíamos creerlo y le dijimos que se quede tranquila, que lo íbamos a denunciar, nos vamos a poner en campaña sobre esto, que no iba a quedar impune. Gracias a un portero, que vio y está en contra del chineo, pudo salvar a la nena. Ella llegó y fue amedrentada por los policías, amenazada por la Gendarmería de ahí, por el gobierno de ahí. Y no pudo hacer la denuncia ahí, no le creían, le dijeron que estaba loca, que era una mujer desquiciada, que era una mujer indígena que quería el poder de referencia de los hombres, que quería sacar la referencia de los hombres, que era violenta. Le dijimos que desde el Movimiento de Mujeres Indígenas la íbamos a acompañar y que esto iba a salir a la luz, que iba a dejar de pasar en la ciudad de Formosa y en otras localidades donde haya chineo. Porque dentro de las comunas, dentro del norte de Chaco existe el chineo, porque ahí no llega ni la señal, no hay celular, no se reciben llamadas, no se recibe internet, no se puede mandar mails. Allá es en el corazón del Norte donde estás. Si llegás, llegaste y si no quedaste en el camino por la tierra, por el sol. Es muy difícil llegar dentro de los territorios donde hay Comunas, porque se crean Comunas chicas y los que manejan son dos o tres personas. Y el Estado, el gobierno de la provincia de Chaco es el cómplice, porque es el que le da el aval para que sean comunas, denunciás y te boicotean la denuncia.

En Rosario no hay chineo, pero hay mucho atropello policial dentro de las comunidades. Hoy en día, mi comunidad está vista como que la ruta de los narcotraficantes y en realidad no es así. Piensan que por estar dentro de la comunidad algunas personas ya se convierte en una zona peligrosa, porque eso es lo que venden los medios y el Estado. Piensan que el lugar es peligroso y así es conocido. En menos de un año sufrimos por lo menos cinco atropellos policiales, es muy alarmante e hicimos marchas y todo eso. Por suerte ahora no está pasando tanto, porque hay mucha atención dentro de nosotres. Creamos un aviso entre jóvenes si está pasando algo y así nos cuidamos entre nosotros, y cuidamos a los niños y niñas de la comunidad. Y obviamente siempre avisando a los adultos. A mitad año ya paró un poco, después de que hicimos marchas y nos organizamos.