Cambiemos nuestro destino

Seguiremos apostando por el mercado y el Estado cómplice del primero, o haremos un giro radical hacia la vida en comunidad, vida solidaria entre seres humanos, solidaria con las otras especies animales y respetuosa y agradecida con la naturaleza?
A pesar de la propaganda del poder, la decisión está en la sociedad global situada en territorios físicos, culturales y emocionales. Podemos girar la historia y construir un destino distinto que nos haga merecedores de este hospedaje natural.



Cambiemos nuestro destino

Ecuador Today
 

La crisis mundial de la salud pública,  provocada por el aparecimiento del Covid-19, esperemos deje abiertas muchas preguntas a la humanidad, preguntas que deberían mover profundamente la consciencia social.

Antes de plantear algunas de las más importantes preguntas que esta crisis abre, es necesario dejar sentado cierta precisión.

No creo que sea el virus (Covid-19) el que haya provocado la crisis sanitaria, sino la dirección que la modernidad capitalista ha dado a la vida humana. La naturaleza que habitamos y nos habita no es hostil al ser humano. Todo lo contrario, nos ha otorgado un rincón en el universo para albergarnos; nos provee del alimento, del calor, del agua y del aire que necesitamos para sobrevivir; nos brinda su belleza inigualable; nos regala su calidez con todas las especie animales que nos acompañan en este peregrinaje por el cosmos. Quienes no han comprendido esta gracia hemos sido los seres humanos, fundamentalmente, los humanos que han creado este patrón civilizatorio fundado en el sujeto patriarcal, que coloniza y explota todo lo que piensa que es suyo, es decir la totalidad de este planeta azul.

Es esta civilización la que no ha sido recíproca con la hospitalidad natural. Ha sido su proyecto económico el que ha profanado el hábitat terrestre, poniendo en riesgo a todas las especies que habitamos el planeta. Ha sido su avaricia la que ha depredado el medio ambiente, generando inestabilidad eco-biológica y con ello amenazando la salud de todas las especies naturales, incluidos los humanos. No es la naturaleza, ni los animales, ni lo virus los responsables de las catástrofes humanas, es la forma de vida social desarrollada por el capitalismo colonial y patriarcal, la única responsable del destino catastrófico que ya se empieza a vivir.

Ni las crisis sociales por absoluta inequidad económica, ni las guerras por mercados, ni las intervenciones militares por recursos, ni siquiera la evidente crisis ecológica movieron un milímetro la consciencia de los que dirigen el curso de esta civilización; pues de hecho ellos las provocan. Gran parte de la población mundial, sobre todo aquella que se encuentra en los “nortes globales” y sus alrededores se han ensordecido ante las advertencias socio ecológicas de la crisis. Incluso gran parte de la población de los “sures globales”, atrapada en las cárceles ideológicas del poder dominante no han dado importancia a las señales. La indiferencia a las advertencias se da en unos casos porque el peligro se encuentra muy lejos de mi sitio de privilegio y confort; en otros, porque la crisis se impone como absoluta y natural y nos hace cómplices de nuestra propia tragedia; y en la mayoría porque la realidad es tan cruel que asfixia la esperanza de los más oprimidos.

De repente en esa indiferencia cómoda para algunos, vivible para otros  y angustiante para la mayoría, se abre una enorme grieta que la eclipsa y hace aparecer el inminente peligro para la humanidad. Un pequeño virus pone en jaque a toda la población del planeta, a pesar de que su tasa de mortalidad es menor a la causada por la miseria de gran parte de la población mundial, por el daño ambiental, por las intervenciones militares, por la precariedad de la salud pública, etc. Claro, el problema no es su nivel de letalidad, el problema es que el pequeño virus viaja por los nortes y los sures, no necesita visa para entrar en ningún país, no hay muro fronterizo que lo detenga y sobre todo ataca también a los ricos.  Entonces, se encienden las alertas, no de los que dirigen este sistema -esos no se alertan por nada-, sino de la sociedad mundial. El planeta entero se frena de golpe y sin aviso. La globalización venia en su carrera de crecimiento desenfrenado arrasando con el planeta entero y de repente frena o está obligada a frenar? algún momento lo sabremos.

Lo cierto es que estamos paralizados y es el momento perfecto para hacerse las preguntas necesarias y urgentes.

Después de esto:

¿Queremos volveremos a la carrera desenfrenada de crecimiento económico que devasta la naturaleza y la sociedad?

¿Seguiremos invadiendo y colonizando el hábitat de las otras especies animales que cohabitan con nosotros en este planeta?

¿Seguiremos apoyando la acumulación y el consumo desenfrenado  en desmedro del planeta y la socialización humana?

¿Seguiremos indiferentes ante la privatización de los servicios públicos como por ejemplo el de la salud, o exigiremos la gratuidad y universalidad en el acceso a la misma y a todo lo que hace nuestra vida digan, no la de unos pocos, sino la de todos y todas?

¿Dejaremos que se siga imponiendo el libre mercado y destruya los bienes comunes de la sociedad en beneficio de la privatización de la vida?

¿Seguiremos pensando que la realización humana se basa en el crecimiento irracional de la producción y el consumo?

¿Dejaremos que el Estado siga siendo un aparato de control de la población en beneficio del capital?

¿Seguiremos pensando que el bienestar es una cuestión individual que depende de cuánto dinero se tiene y de cuán competitivos y  egoísta somos?

Seguiremos apostando por el mercado y el Estado cómplice del primero, o haremos un giro radical hacia la vida en comunidad, vida solidaria entre seres humanos, solidaria con  las otras especies animales y respetuosa y agradecida con la naturaleza?

A pesar de la propaganda del poder, la decisión está en la sociedad global situada en territorios físicos, culturales y emocionales. Podemos girar la historia y construir un destino distinto que nos haga merecedores de este hospedaje natural.