¿Puede el coronavirus salvar al planeta?
La crisis de la corona significa una civilización que está muriendo. Pero también muestra un ‘pluriverso’ de otros mundos surgiendo.
COVID-19 nos está afectando a todos, especialmente a aquellos que son menos capaces de retirarse a sus hogares hasta que lo peor haya pasado.
Pero, más allá de las medidas sanitarias y humanitarias que se necesitan con urgencia para los afectados, también ofrece la oportunidad de corregir errores históricos: el abuso de nuestro hogar terrenal y de las sociedades marginadas, las mismas personas que sufrirán más esta pandemia. Este brote viral es una señal de que al ir demasiado lejos en la explotación del resto de la naturaleza, la cultura globalizadora dominante ha deshecho la capacidad del planeta para mantener la vida y los medios de subsistencia. La liberación de microorganismos de sus animales anfitriones significa que deben aferrarse a otros cuerpos para su propia supervivencia. Los humanos son parte de la naturaleza, y todo está conectado con todo lo demás.
La pandemia actual es solo un aspecto de la crisis planetaria provocada por el hombre, conocida como el Antropoceno; el cambio climático fuera de control y la pérdida de biodiversidad son otros, y todos están conectados. COVID-19 nos confronta con una crisis de civilización tan inmediata y tan severa, que la única estrategia real será la que pueda alcanzar y sanar la red de la vida.
El filósofo nigeriano Bayo Akomolafe comenta que la complejidad de nuestra situación humana actual casi desafía la capacidad de pensar y el encuadre. Esta crisis despoja de toda confianza delirante en las nociones del mundo moderno de historia, progreso, humanidad, conocimiento, tiempo, secularismo y nuestra tendencia a dar por sentada la vida misma. También debería advertirnos sobre las respuestas que eliminan los derechos democráticos y humanos, como está sucediendo en nombre del control del virus en muchos países, ya que tales respuestas solo reducen aún más la capacidad de los ciudadanos para enfrentar tales crisis.
La crisis de la corona significa una civilización que está muriendo, pero también, muestra un pluriverso de ‘otros mundos’ surgiendo. Cada crisis es una oportunidad. La pregunta clave es cómo rehacer nuestra economía y política de una manera que respete los límites ecológicos y funcione para toda la humanidad. La respuesta debe ir más allá de las soluciones administrativas y tecnológicas superficiales a las transformaciones sistémicas profundas que pueden sacudir las injusticias estructurales, la insostenibilidad y el futuro. Necesitamos un cambio dramático hacia una democracia genuina; uno que confía en el genio probado por el tiempo de las comunidades y colectivos locales.
Desafiamos el antiguo modo de existencia eurocéntrico basado en la separación de los humanos de otras entidades naturales: nosotros contra ellos, mente contra cuerpo, secular contra espiritual. Al negar la interdependencia esencial de todo en la Tierra, esta forma dualista de pensar y ser simplemente sirvió para afianzar el dominio del poder masculino sobre el cuidado femenino que afirma la vida. Allanó el camino para la economía más objetiva y perjudicial que la humanidad haya visto, hoy consagrada en un (des) orden capitalista neoliberal global fuertemente militarizado.
La pandemia está trayendo a casa nuevas lecciones. La globalización económica no ha traído prosperidad universal sino devastación ecológica, disrupción social y desigualdad. Así que ahora, en todos los continentes, vemos pensadores y activistas que se proponen reemplazar el régimen capitalista con la re-comunalización, luchando por la autosuficiencia, incluso acogiendo a refugiados y otros necesitados, como ha sucedido en Grecia en algunos casos. Contra los términos dictados por la OMC y las corporaciones multinacionales, este movimiento hacia la producción a escala humana permite a las personas diseñar sus propios medios de vida de manera que protejan el hábitat.
La relocalización puede incluso revertir el flujo desesperado de la migración rural a las ciudades, donde la densidad de población propaga enfermedades como Corona tan fácilmente. ¿Es esto solo un sueño imposible? No. Mirando alrededor del mundo, vemos miles de iniciativas culturalmente diversas para alimentos, energía, agua y otras formas de soberanía comunitaria. Tales soluciones localizadas devuelven significado, identidad, dignidad y suficiencia a las personas que han sido enajenadas por un siglo de supuestos avances, bajo el poder centralizado corporativo y estatal.
La revolución de base marca un cambio desde la precaria economía de los derivados y los mercados de acciones, hacia una economía real de hacer los bienes necesarios, dar y compartir ’servicios’. Habla de una visión de regiones bioculturales autónomas, definidas por relaciones sociales y ecológicas tangibles, y hace tangible el argumento de que la ayuda mutua y la protección del ecosistema local son más efectivas para enfrentar crisis e incluso pandemias que las medidas estatistas centralizadas. En contra de la privatización neoliberal, aquí se honra la tierra y el agua, las ideas y el conocimiento como bienes comunes. Este futuro implica decrecimiento, respeto por los límites, reducción y redistribución justa de materiales y energía en el planeta.
Hoy en todo el mundo hay un renacimiento de la democracia radical, a menudo dirigida por mujeres o por jóvenes, cuyas energías “para la vida” se combinan con movimientos sociales para la liberación de especies, géneros, castas y grupos de clases oprimidos. Nuestro libro Pluriverse: A Post-development Dictionary recoge una multitud de alternativas transformadoras. Hay reafirmaciones indígenas de armonía con la Tierra en buen vivir y ubuntu ; surgen nuevas nociones de contextos industriales rotos como el ecofeminismo y el decrecimiento; redes prácticas para agroecología y software libre; y docenas de otros.
El libro establece un fuerte contraste entre cambios estructurales tan profundos y ’soluciones reformistas’ que asumen Un mundo globalizado precodificado por valores occidentales y movilizado por la lógica inútil del crecimiento. Lo que emerge es un lenguaje vivo para la riqueza y diversidad de los conocimientos y prácticas de las personas en sintonía con el bienestar planetario. Este léxico está construyendo un Tapiz Global de Alternativas ; ofrece un espacio de colaboración para activistas que tejen iniciativas transformadoras en todo el mundo; se convierte en un nuevo horizonte para ser y hacer.
La pandemia de Corona termina con un universo de falsas promesas. El pluriverso anuncia una nueva esperanza para la democracia radical que incluye toda la vida: “un mundo donde encajan muchos mundos”.
Ashish Kothari Arturo Escobar Ariel Salleh Federico Demaria Alberto Acosta
https://www.opendemocracy.net/en/oureconomy/can-coronavirus-save-planet/