De la caída del Muro de Berlín hacia la era del distanciamiento social
Por Silvio Amodei
Los últimos treinta años, más precisamente desde la caída de muro de Berlín a fines de los ochenta (1989) nos dan una pauta de la rapidez con el cual el capitalismo se ha regenerado y aplicado las nuevas tecnologías al servicio del capital. La caída del muro es coincidente en el tiempo a la llegada de internet y sus derivaciones tecnológicas a nivel de masas. Ambas coinciden en cierta medida con ese periodo histórico. Vayamos por partes, tomemos solamente algunos hechos que pueden reflejar esta afirmación
Silvio Amodei, 5 de mayo 2020
Han pasado tan solo 31 años de la caída del Muro de Berlín, digamos pues que toda una generación ha nacido bajo el desplome de la URSS y sus aliados del bloque socialista conjuntamente con Yugoslavia y Albania.
Si bien Internet aparece en los años setenta, su lanzamiento de masas es a partir de la aparición de Yahoo (1994) y Google en 1998. Comienza la escalada mundial de las corporaciones multinacionales que harán que sus negocios utilicen la tecnología, a través de la telefonía, internet, comercio electrónico, bancarización etc.
Por otra parte, en América Latina a partir de los 80 y hasta fines de los 90 caerán las dictaduras militares, y se abrirá un periodo democrático en el cual un rol central lo tendrán años después los llamados gobiernos progresistas, dentro siempre, del marco de la gestión de nuevas formas de actuación del capitalismo.
La caída del Muro de Berlín, cambia no solamente el mapa geopolítico de Europa. Trasciende indudablemente el viejo continente. Casi todos los países del ex campo socialista pasaran a ser miembros de la OTAN y aplicaran políticas neoliberales en sus respectivos programas económicos.
Fue invadido el Medio Oriente, por parte de USA y Europa, destruidos, ocupados y balcanizados varios países europeos al igual que parte de los estados del Nord África. Varias son las consecuencias económicas que deberán soportar los pueblos en África, Medio Oriente y Europa del Este, emigraciones bíblicas, reducciones de salarios y precarizaciones laborales en todo el continente europeo.
También en América Latina continuaremos la aplicación de políticas neoliberales las cuales ya habían sido impuestas a finales de los años setenta por las dictaduras militares (aumento de la inversión extranjera bancarización, tercerizaciones y precariedad laboral, etc.). No debemos olvidar, además de todo esto el nuevo rol imperial que China asume en el frente asiático y su enorme desarrollo en las nuevas tecnologías.
En ciertos aspectos será superior al desarrollo mostrado en EEUU. La actual crisis del sistema acentúa el rol que tiende a tener el capitalismo de las multinacionales sobre todo en el campo digital para desarrollar el libre comercio, la venta de la mercadería de la información a través de la red, la explotación de una nueva clase trabajadora y sus alianzas con el sector militar y financiero mundial. Mucho más se podría decir sobre estos temas y otros que deberíamos profundizar, a mi juicio desde una perspectiva de clase.
Ante el avance del capitalismo imperial, este se transforma asumiendo un rol hegemónico desde el punto de vista económico, como también en lo social, político, cultural y militar. Rebeliones de multitudes se han producido, en los últimos años en los diversos continentes, todas más o menos espontaneas, justas y solidarias, pero convengan conmigo, que aun ellas, no han podido dar un salto tanto en un programa común como en las nuevas formas de organización de la rebelión.
Acá estamos, hoy, todos involucrados frente al “Coronavirus”. No me detendré en el cómo, ni en el porqué de su llegada. Lo real y cierto es que ha producido muertes e infectados a nivel mundial, un drama para centenares y quizás millones de familias. También es un hecho incuestionable que ha permitido un ensayo global general de dominación a escala planetaria sobre las personas más allá de su condición social.
La “cuarentena sanitaria” ampliada por una campaña terrorista de marketing sobre el miedo a la pandemia posibilitó la aplicación de drásticas medidas liberticidas aplicadas por los gobiernos bajo las recomendaciones de la OMS a escala mundial, aceptadas y consensuadas por la inmensa mayoría de los ciudadanos a nivel mundial.
Sanciones penales y económicas, son aplicadas sobre todo aquel que no respeta las reglas emanadas a partir de las políticas diseñadas por los tecnócratas de turno. Este hecho casi inédito a escala mundial nos debería poner en alerta en el futuro sobre las diferentes políticas represivas globales que seguramente volverán bajo nuevas formas en otras circunstancias.
Me centrare en los anuncios y medidas que ya se vislumbran en el próximo futuro inmediato.
Los diferentes gobiernos presionados por diferentes actores económicos deben reactivar la economía, con la condición de continuar por un cierto periodo de tiempo con el confinamiento y distanciamiento social. El uso de la mascarilla es condición esencial en ese sentido y será apoyado de forma casi incondicional por las personas ante el miedo que ha generado el contagio del virus. Se han generado una series de modificaciones de tendencias en el estilo de vida a raíz de esta crisis aparentemente “sanitaria” (¿?). Surgen nuevos comportamientos sociales dando lugar a su posible instalación en las sociedades.
Desde el teletrabajo, a la enseñanza a distancia, a posibles actividades culturales las cuales podrían adelantar plataformas tipo Netflix para acceder (abonando una cierta suma, claro está) desde tu hogar al cine, teatro, museos y conciertos
La medicina a distancia y actividades de salud y bienestar seguramente tendrá un aumento en estas nuevas modalidades de comunicación. El sector turismo, diversión y sus servicios han de encontrar nuevas formas de comportamientos digitales para comercializar el tiempo libre. Algunos servicios ya llevan años de instalados, si bien hoy deberán profundizar aún más el modelo de negocios que ya tienen incorporado. Me refiero entre otros a la bancarización y la utilización de la herramienta digital.
En este periodo las cifras han indicado un aumento de la facturación en el intercambio de comercio electrónico (e-commerce). Todos estos cambios se producen también en nuestro imaginario, es decir, estamos experimentando en este periodo una nueva forma en las relaciones sociales y de trabajo, y por ende en nuestra conciencia y deseos.
Las sociedades capitalistas a partir de los comienzos del siglo pasado tenían fábricas y su funcionamiento tenía como eje central el trabajo manual y por ende se desarrolló la clase obrera. La proletarización del trabajador es ni más ni menos que el avance y desarrollo del trabajo colectivo y la conciencia de clase que el obrero adquiere a través de la lucha organizada.
Quizás, hoy una parte de los trabajadores actuaran a través del trabajo a distancia, solos en sus casas, apartados, segregados al ámbito individual.
Así, por muchas horas de su día interactuara con muchos de sus pares a través del uso y abuso de las redes sociales y del instrumento PC, tablet o celular. Es lógico suponer que su comportamiento social será determinado por su quehacer social, pero también por el lugar físico donde desarrolla su trabajo (en su hogar, en oficinas, etc.)
El aumento del teletrabajo conlleva tendencialmente al ámbito del trabajo individual, y por ende a un menor tiempo disponible hacia las relaciones colectivas. Lógicamente nada es absoluto ni total, la aceptación al teletrabajo nos llevara a un mayor distanciamiento social. El aislamiento social es un quiebre importante, consecuente a la era digital global, es en los hechos un cambio integral en los comportamientos de las multitudes, con consecuencias que aún no logramos imaginar.
Podemos formular la hipótesis que frente al carácter de imposición del poder hegemónico del capitalismo global (a través de formas pacíficas o violentas) se produce una pérdida mayor de pertenencia en los trabajadores hacia su clase. Por lo tanto, digámoslo, el sentirse y actuar como un ser cada vez más individual está condicionado por el nivel del poder totalizante impuesto.
Estamos, en un pasaje de la era de la fábrica a la era del digital. Se podría decir, que más se refuerza la era digital mayor será la distancia social. Esto no implica el fin de la fábrica y de la producción de bienes (1)
Si esta es la tendencia general, bien podríamos concluir que también las organizaciones de trabajadores, ya sean políticas, sindicales o sociales se apoyaran en plataformas digitales para organizarse (2)
Probablemente muchas de estas plataformas tendrán propietarios privados, mientras que la participación política de los militantes se ejercerá bajo una nueva forma de “democracia participativa”. Sin sedes, comités, diarios o cuadernos de estudios
¡El todo bajo la “democrática” internet!, con sus informes e informaciones muchas veces manipulados.
Algunos plataformas hace años que operan, habiendo ya generado movimientos y partidos políticos, un ejemplo de ello es el Movimiento 5 Stelle actualmente en el gobierno en Italia.
Quizás haya llegado el momento de empezar a repensar, sin prejuicios, sin slogans y esquematismos en formas nuevas de organización y luchas combinadas. ¿Será la hora de preguntarnos desde lo social, sindical o político?, ¿Qué está sucediendo?
¿Es el COVID la causa de la actual crisis mundial, o hay algo más profundo, es el capitalismo que se reacomoda cíclicamente? ¿Cómo y porque sucede? si el capitalismo global cambia su forma de posicionarse y actuar, ¿no habrá llegado la hora que los de abajo cambiemos la certeza política actual por la “incerteza” del pensar en forma colectiva?
Podríamos concluir que frente a esta “crisis global” el capitalismo adopta nuevas formas de dominación, mientras que parece ser necesario que la nueva clase de trabajadores, deberá no solo repensarse, sino además hacer el esfuerzo de comprender los nuevos fenómenos políticos –ideológicos que hoy por hoy saltan a la vista.
De acuerdo a informaciones de prensa, António Guterres, Secretario general de la ONU, sostiene entre otras cosas, con un mensaje que podría ser muy “pegadizo” si no fuera tan erróneo, por decirlo de alguna manera, que: “todos estamos juntos en esto”, refiriéndose a la emergencia de la salud pública mundial y al impacto que esto lleva en nuestras vidas y en los medios de vida de las personas. Omite, por supuesto, decir que no todos nos encontramos afectados por igual, y como en todo conflicto económico, social, político o cultural, es justo pensar una vez más aquello de que , “hay pocos que mucho ganan y muchos que tanto pierden”
Sin embargo, ya será difícil negar que la lucha entre el capital y el trabajo es no solamente constante y permanente, sino que es sin duda la contradicción fundamental en todo proceso histórico.
Marx en su libro “Salario Precio y Ganancia”, con suma sencillez nos dice y nos convoca: “Indudablemente, la voluntad del capitalista es embolsarse lo más que pueda. Y lo que hay que hacer no es discurrir acerca de lo que quiere, sino investigar lo que puede, los límites de este poder y el carácter de estos límites”.
Por lo tanto es lógico pensar que a mayor producción de bienes, el capital está obligado para aumentar sus ganancias a vender en el menor tiempo posible una mayor cantidad de productos.
Notas:
(1) Resulta innegable, que, en términos generales la fábrica ha sufrido una profunda transformación con la llegada de la robotización y la utilización de la informática. Mayor producción de bienes en menor tiempo y con una disminución de la mano de obra empleada. Otros sectores de producción de bienes, no necesariamente fabriles, también se han adecuado a la utilización de nuevas tecnologías, permitiendo un aumento de la producción y de la competencia en el mercado.
(2) En el Uruguay están programadas asambleas sindicales que usaran plataformas digitales para su realización. Desde la utilización de Zoom, reuniones por WhatsApp, etc.