Chile: Estrategias para enfrentar la represión: la unidad del pueblo
Jaime Yovanovic (Profesor J)
En medio del coronavirus, la cuarentena y el aumento de la verticalidad y autoritarismo de los estados, parece infantil seguir con la vieja estrategia de yo soy el bueno y el otro es el malo. En realidad no hay ni buenos ni malos, sino camisetas de los clubes que disputan la copa del trono del poder estatal y que nos regalan para dividir a los vecinos y transformarlos entre sí en enemigos.
Así es. Muchos compas nos dicen que no pueden trabajar con los vecinos porque son momios, en tanto otros señalan que sus vecinos son rojos. La cuarentena y el virus le han dado el pretexto al estado y a los partidos políticos que comparten o disputan los cargos, para tenernos a todos encerrados como en una gran prisión.
Esa prisión nadie la aguanta, especialmente quienes viven al día con los pocos pesos que obtienen del dinero circulante, que en todos los países ya están comenzando a salir a las calles.
Mientras los grupos organizados detrás de la toma del poder nos llaman al combate, les conviene esta división entre vecinos momios y rojos, pues así atraen a los rojos a sus filas de pelea con odio y sangre en el ojo, lo que es justamente lo que necesitan los pacos y los milicos para soltar tanquetas y balazos contra todos, como en el golpe militar, que calmaban a algunos con el hecho de que golpeaban a los partidos que querían asaltar el gobierno, y esos algunos, los momios, hacían de base de sustentación del aparato militar.
O sea que la división que nos meten los partidos finalmente resulta una gran ventaja para los aparatos armados del poder. Entran a las poblaciones y agarran solamente a algunos. Y los que están con ellos, los que apoyan a los milicos y a los pacos, se quedan quietos e invitan al resto de la población a permanecer tranquilos, ayudando así a aislar aún más a los combatientes.
LA PRIMERA TAREA ES LA UNIDAD DEL PUEBLO
Pero la unidad del pueblo no se va a conseguir con esta división entre momios y rojos, entre derechistas e izquierdistas, aunque es evidente que en los barrios populares, pobres y marginados, los necesitados son mayoría, pero eso no ocurre en los barrios medios, donde predomina el individualismo, y los luchadores se cuentan con los dedos de una mano. Y para qué vamos a hablar de los barrios altos, donde la aplastante mayoría apoya y necesita el disciplinamiento militar.
Los milicos se apoyan en esos sectores y pueden atacar tranquilamente los barrios populares que ya están penetrados por los grupos armados de los narcos que suministran la pasta y otras cositas a los barrios medios y altos.
Los narcos, los milicos de tropa y los barrios medios, pueden ser neutralizados y atraídos por el pueblo unido si conseguimos acabar con las diferencias y distancias entre momios y rojos, entre izquierda y derecha de nuestros barrios y poblaciones.
Los partidos evidentemente nos dicen que la “unidad” del pueblo se da cuando “ellos” se unen por arriba, por ejemplo se juntan los comunistas con el frente amplio por un lado, los miristas con los frentistas y trotskistas por el otro, los socialistas con los ppedos y los radicales por el otro, los comunistas con la dc cuando les conviene, los sociolistos con los nacionales cuando hay “algo más” de por medio, en fin. Todos ellos se unifican y se separan entre sí asegurando “avances” hacia la toma del poder.
No es en esa falsa unidad de partidos ni de los sindicatos o “movimientos sociales” o asambleas también dirigidos por partidos, que vamos a encontrar o realizar la unidad del pueblo, sino en el barrio, la calle, la población, el pasaje, el edificio, el cerro, el poblado. Eso quiere decir que si es por arriba, no vale, no tiene sentido y sólo favorece a la eterna batalla entre rivales del poder.
La unidad del pueblo por abajo significa que independientemente del color ideológico o del conocimiento o simpatía que yo tenga del vecino, es ahí, es él, el sujeto de la unidad. No sirve la unidad entre afines ideológicos, eso se llama acentuación del divisionismo. Si no comienzo con el vecino inmediato y avanza hacia otro, es porque hay algo que me falla, es en mí que está el problema, tal vez para procurar la amistad o la relación haga falta que yo me saque primero la camiseta divisionista. Es decir si soy de izquierda, eso ya no sirve y debo aprender a pensar y sentir como una persona sin ideología, así llegaré a comprender a los demás y adecuarme a su discurso e intereses para avanzar en la relación y con otros, así descubrimos los intereses comunes y no andamos de rebeldes como jovenctos de la película.
Eso se llama pensar, sentir e imaginar el sujeto Nosotros, el sujeto vecinal, el sujeto barrial, que no es un yo con otro yo y otro yo, sino que aprendiendo yo a pensar y sentir como Nosotros, los demás podrán tener un referente práctico para hacerlo también.
Si a eso acompañamos la lucha antipatriarcal de la democratización de las relaciones internas en casa, estamos avanzando seriamente hacia el sujeto comunitario, y si al mismo tiempo, pensamos que somos parte de la madre tierra, entendemos nuestro barrio como nuestro nicho ecológico.
La unidad del pueblo requiere que este sujeto vecinal autónomo se asuma plenamente como sujeto transformador, no más ese sujeto pasivo que espera instrucciones del estado o del partido, sino que hoy debe preocuparse de la alimentación utilizando terrenos baldíos para huertas vecinales y explorando los alrededores de la ciudad para agrandar los territorios liberados y construir nuevas poblaciones con criterio sanitario, ecológico y autosustentable.
Esa unidad del pueblo, que se note, que se manifieste construyendo un nuevo modo de vivir, va a influir en las estrategias del poder, que verá que es inútil buscar amigos y enemigos en el seno del pueblo, los soldados de tropa, marinos, aviadores y carabineros verán que se trata de sus familias y vecinos, verán que no son “enemigos de la patria” y verán que los oficiales les han mentido siempre, les engañan y más encima se roban el dinero que viene del cobre a los aparatos de fuerza del estado.