La expedición Atlantis y la cultura Olmeca

El 22 de Mayo de 1984 se iniciaba una de las grandes proezas del género humano, ese día desde el puerto de Tenerife, 5 Argentinos iniciaban la “Expedición Atlantis”. El objetivo principal de la misión era demostrar que los habitantes de África de hace 3.500 años podían llegar a América con el solo motor de los vientos y las corrientes, y así explicar de manera definitiva el origen de las “Cabezas Olmecas” de Centroamérica con evidentes rasgos de los habitantes de África.



 

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El 22 de Mayo de 1984 se iniciaba una de las grandes proezas del género humano, ese día desde el puerto de Tenerife, 5 Argentinos iniciaban la “Expedición Atlantis”. El objetivo principal de la misión era demostrar que los habitantes de África de hace 3.500 años podían llegar a América con el solo motor de los vientos y las corrientes, y así explicar de manera definitiva el origen de las “Cabezas Olmecas” de Centroamérica con evidentes rasgos de los habitantes de África. El ideólogo de esta aventura era el abogado Argentino “Alfredo Barragán”, quién de chico leyó “Kon-Tiki”, un relato de “Thor Heyerdahl” que trataba de un viaje entre la Polinesia y Perú. Este relato lo persiguió toda su vida, hasta que la teoría de viajes a América 2.000 años antes de Colón, le dio el pretexto para planear la hazaña. La balsa debía ser realizada con los materiales y la tecnología de hace 3.500 años en África, el resultado fue una balsa de 9 troncos de “balsa hembra” atados con ligaduras vegetales, una choza de bambú sobre ella y una precaria vela. La tripulación la componían los abogados Alfredo Barragán y Jorge Manuel lriberri, el comerciante Oscar Horacio Giaccaglia, el camarógrafo Félix Arrieta y el ingeniero agrónomo Daniel Sánchez Magariños. Su plan era partir desde Tenerife hasta Venezuela utilizando solo el empuje del viento y de las corrientes marinas de “Las Canarias”, “Nordecuatorial” y “Ecuatorial”. Como no poseían timón ni manera de monitorearlos, por si surgía alguna emergencia, informaban su posición a radioaficionados. Partieron el 22 de Mayo de 1984, en el trayecto tuvieron algunos problemas, el primero fue la sobre exposición al sol que les produjo quemaduras y 2 gigantescas tormentas, una a los 15 días de haber partido, con olas de 7 mts de altura, la segunda poco antes de llegar, esta casi hace fracasar la misión, se rompió un puño de la vela que afortunadamente pudieron arreglar. Cuando la guardia le tocaba a Felix Arrieta, este se amarraba a la balsa, ya que no sabía nadar. Luego de recorrer 5.500 Km durante 52 días llegaron al puerto Venezolano de La Guaira, a pesar de no contar con ningún elemento de guía y ninguna posibilidad de modificar el trayecto no se desviaron mas de 20 millas de la ruta. Los científicos e historiadores de todo el mundo se basaron en esta muestra de coraje para modificar y adaptar teorías y derribar prejuicios. Barragán dio por concluido el viaje con esta frase “La oceanografía nos volvió a demostrar que cualquier cosa que flote y caiga al agua en las Canarias, es arrastrada hacia las Antillas, a la entrada del Caribe, esta deriva tarda entre cuatro o cinco meses, con una vela, este tiempo se acorta”. La balsa fue transportada a la Argentina y fue exhibida frente al obelisco de Buenos Aires donde el público pudo subir y ver en las condiciones en que estos 5 valientes Argentinos reescribieron una parte de la historia.

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Wiki

Expedición Atlantis1​ es el nombre dado al cruce del océano Atlántico efectuado por cinco argentinos2​ en 1984, partiendo desde el puerto de Tenerife en las islas Canarias y llegando 52 días después a La Guaira en Venezuela.

El objetivo fue probar que 3500 años antes que Cristobal Colón, navegantes africanos pudieron haber llegado por accidente a las costas de América conducidos por específicas corrientes marinas.

Inspirado en la historia de la Kon-tiki, una balsa que en 1947 cruzó el Océano Pacífico, liderada por el noruego Thor Heyerdahl demostrando que los americanos pudieron haber llevado su influencia a la Polinesia, el abogado argentino Alfredo Barragán, natural de Dolores (provincia de Buenos Aires) estudió el tema y observó que había un tipo de balsas hechas con un número impar de troncos de madera muy liviana, unidos con cuerdas vegetales, que navegaban en Australia, en la costa occidental de América, y en África. Eso unido a sus lecturas sobre las cabezas colosales olmecas, unas esculturas de 20 toneladas y de casi 3 metros de altura hechas por la cultura olmeca le hicieron madurar la idea de demostrar la posibilidad de que navegantes africanos pudieron haber llegado a América. 3

Así surgió la idea de construir una embarcación artesanal y llegar a América desde África. La embarcación diseñada fue una balsa de 13.6 metros de largo por 5.8 metros de ancho construida con troncos, sin timón y con solo una vela. La Fragata Libertad donó parte de sus viejas velas, el barco de regatas de la Armada Fortuna les cedió una radio VHF, y el presidente de “La Balsera Ecuatoriana”, la empresa de Ecuador que tenía los árboles que necesitaban, les regaló los troncos. Al no tener timón, la balsa no podía virar ni volver sobre su rumbo; por ello no había chance de rescatar a quien cayera al agua. Tampoco nadie podría tirarse a rescatar al supuesto náufrago. “Es preferible perder a un hombre y no a dos” era la regla a bordo. De caer, solo existía la chance de aferrarse a un cabo de 70 metros que arrastraba la popa de la embarcación.

La balsa llevaba 60 bidones de agua, 27 barriles de comida, un botiquín médico y equipo cinematográfico para filmar el viaje, que quedaría inmortalizado en una película que finalmente llegó a los cines en 1988 y se convirtió en un gran éxito. El material fue recolectado y preparado en Argentina, llegando a Canarias en un barco de la extinta Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA)

La fecha de salida fue el 22 de mayo de 1984. La tripulación estaba compuesta Alfredo Barragán, quien fue el capitán al mando; Jorge lriberri, quien se desempeñó como el segundo capitán; Daniel Sánchez Magariños, quien se ocupó de la navegación astronómica; Oscar Giaccaglia, quien se desempeñó como sobrecargo y cocinero; y Félix Arrieta, camarógrafo de ATC que registró todo el viaje, material con el que luego editarían la película “Expedición Atlantis” en 1988. La expedición concluyó 52 días más tarde, el 12 de julio de 1984. La distancia recorrida fue de aproximadamente unas 3200 millas náuticas (unos 5000 kilómetros). Cabe señalar que, por aquella época, no se disponía de sistemas avanzados como el GPS, y las comunicaciones satelitales estaban restringidas a los buques de porte, por lo que la navegación tuvo que realizarse forzosamente con métodos tradicionales de navegación astronómica y utilizando equipos de radioaficionados para comunicarse.4

Llegando al puerto de La Guaira, todos los buques en las cercanías hicieron sonar sus sirenas para homenajearlos. Allí, en una entrevista radial, el capitán Barragán expresó la frase que lo inmortalizó “Que el hombre sepa que el hombre, puede”, frase que figura al pie del monumento erigido en honor a la expedición, sito en la ciudad de Mar del Plata. Un monumento similar se erigió en la ruta provincial 63 a la entrada de la ciudad de Dolores.

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La cultura olmeca, todo lo que debes saber de ella

https://www.mexicodesconocido.com.mx/cultura-olmeca.html
11-09-2018, 10:43:59 AM





La cultura olmeca fue la primera en Mesoamérica que fundó las sociedades y centro urbanos. Los olmecas comenzaron con las prácticas culturales y religiosas que después se integrarían a los grupos mesoamericanos que les precedieron.


La cultura olmeca, ubicación

Durante el Periodo Preclásico Mesoamericano (2500 a.C – 200 d.C), los olmecas (“habitantes de la región del hule”) habitaron fundamentalmente en lo que hoy es parte del sureste del estado de Veracruz y el oeste de Tabasco.

Esta fue propiamente el área nuclear de la cultura más antigua de Mesoamérica, aunque hay que decir que posteriores evidencias arqueológicas hablan de presencia olmeca, es decir, de marcados rasgos culturales, en otras zonas como Chiapas, en los valles centrales de Oaxaca y en la Depresión del Balsas en Guerrero.

Lo cierto es que las redes comerciales mesoamericanas hicieron que con el tiempo muchos de estos rasgos culturales olmecas se extendieran más allá de sus metrópolis originales, cuestiones como por ejemplo el culto a la Serpiente Emplumada que adoptaron muchas de las culturas posteriores; de hecho, Coatzacoalcos, zona eminentemente olmeca, quiere decir: “Lugar donde se esconde la serpiente”, que fue por donde cuenta la leyenda que Quetzalcóatl huyó hacia Centroamérica.
Es pues, un hecho incontrovertible, que la cultura olmeca tuvo una influencia cultural y religiosa determinante en todo Mesoamérica, por lo menos hasta el final del Periodo Preclásico.

El Golfo de México, lugar de desarrollo de la cultura olmeca

Los indicios arqueológicos más antiguos que se han encontrado de la cultura olmeca datan del 1200 a.C, y los más recientes del 400 d.C. y con base en los hallazgos de sus asentamientos más importantes, Tres Zapotes, La Venta y San Lorenzo, se concluye que la Cultura Madre se estableció principalmente en lo que hoy es el Golfo de México, específicamente en la llanura costera que se extiende entre el río Papaloapan y el río Grijalva; es decir, como se dijo antes, en los estados de Tabasco y Veracruz.

Esta región olmeca de clima muy cálido y húmedo, y siempre irrigada, estuvo cubierta desde entonces por una densa selva tropical, con suelos cíclicamente inundados ricos en humus y petróleo que se encuentra aquí a flor del suelo entre la vegetación.

En estos sedimentos del pasado geológico que se muestran en yacimientos enterrados por millones de años se han descubierto, por ejemplo, en la desembocadura del río Coatzacoalcos, canoas calafateadas con chapopote del Preclásico, cuestión que confirma no solo la condición de navegantes de los olmecas, sino la existencia de un puerto y que estos ya trabajaban con el petróleo desde hace más de tres mil años. Con el chapopote también manufacturaban varios objetos de ornamentación, pegamento para sellar acueductos de basalto, material de construcción y para recubrimiento de techos, muros y pisos, etcétera.

Las cabezas colosales de la cultura olmeca

La escritura olmeca es considerada la más antigua de América. Fueron ellos entonces los más antiguos epígrafes del continente, y también ellos crearon los primeros glifos y calendarios.

Los olmecas eran politeístas y le rendían culto al jaguar, y su panteón lo engrosaban sapos, reptiles y caimanes entre otros animales sagrados. Sus gobernantes tenían poderes sobrenaturales y eran descendientes directos de las divinidades, y fueron como hemos visto los primeros “petroleros” del orbe, y crearon rutas comerciales que llegaban hasta el Valle de México, y lo que hoy es Oaxaca, Guatemala y en general al Mundo Maya, donde comerciaban e intercambiaban jade, cristal de roca, obsidiana, magnetita y otras materias primas de gran valor.

 

Sin embargo, son sus representaciones artísticas, es decir su maestría en la talla de la piedra, por lo que la mayoría los reconoce y admira, y si no basta decir que los olmecas fueron los creadores de las fantásticas y enigmáticas cabezas colosales, sin duda la expresión artística y cultural que más los representa, y quizá lo más extraordinario del asunto es que los yacimientos pétreos más cercanos a sus asentamientos principales que fue donde fueron halladas estas, se encuentra a más de 100 kilómetros de distancia.

Estas piezas colosales de decenas de toneladas de peso y de hasta cuatro metros de altura tuvieron que ser traídas desde la región de Los Tuxtlas, es decir desde la cantera del cerro de Santa Martha, y también sus obsidianas y sus jades que fueron muy utilizados en sus objetos rituales y de uso doméstico.

En este cerro, los olmecas se proveían de basalto y de otras enormes rocas volcánicas para la construcción de sus templos, sus icónicas cabezas olmecas, y en general para sus esculturas. Resulta difícil imaginar cómo pudieron transportar estos enormes monolitos sin animales de carga y sobre suelos fangosos y anegados por más de cien kilómetros, para lo cual sin duda se necesitaron cientos de hombres y un nivel de organización ejemplar.

En total han sido 17 las cabezas colosales halladas hasta el momento en los principales asentamientos olmecas, esculturas que van desde las seis toneladas hasta la 40 toneladas de peso aproximadamente. Se trata de representaciones de gobernantes y guerreros, y todas ostenta tocados y características estéticas distintas.

 

Las cabezas colosales fueron encontradas en La Venta, Tres Zapotes, San Lorenzo, y en Laguna de los Cerros de reciente excavación. Para observar estas magníficas tallas monolíticas el mejor lugar es el Museo de Antropología de Xalapa donde se encuentran la mayoría de ellas, en este recinto el visitante también puede descubrir altares, tronos y esculturas de figuras humanas de gran factura. Del mismo modo, en el Parque Museo La Venta se encuentran algunas otras cabezas colosales que tampoco tienen desperdicio. En La Venta se encuentra, de hecho, la pirámide más antigua de Mesoamérica.

San Lorenzo Tenochtitlán, La Venta y Tres Zapotes

Son tres los asentamientos más importantes de la cultura olmeca que están abiertos al público:

San Lorenzo Tenochtitlán es el más antiguo y se encuentra en el municipio de Texistepec en la cuenca del río Coatzacoalcos en Veracruz. Aunque en la zona se pueden observar varios montículos y basamentos originales de las pirámides de lo que fuera una ciudad importante con varios miles de habitantes, sus cabezas colosales y sus decenas de esculturas fueron trasladadas al Museo de Antropología de Xalapa.

 

La Venta es la zona arqueológica olmeca más interesante para visitar; está en el municipio de Huimanguillo en el estado de Tabasco y fue el centro ceremonial y poblacional más importante de la cultura olmeca. Se encuentra justo en los límites de los estados de Veracruz y Tabasco, en la zona pantanosa del río Tonalá.

En el lugar se pueden descubrir cuatro cabezas colosales, varios edificios alineados, ocho portentosos altares que eran en realidad tronos utilizados por los altos dignatarios, el Mosaico del Dios Jaguar que es excepcional, zonas residenciales, plazas, avenidas, existe todavía una pirámide principal de más de 30 metros de altura, la acrópolis de Stirling, así como seis lápidas labradas en bajorrelieves y más de 30 montículos.

 

Pero lo más interesante es sin duda el Museo del Sitio que cuenta con una magnífica sala introductoria y varias salas de exhibición con más de 200 piezas originales, esculturas monumentales, cerámicas, etcétera.

Tres Zapotes, en la llanura del Papaloapan, en el municipio de Santiago Tuxtla en el estado de Veracruz, es otro de los centros urbanos más desarrollados de la cultura olmeca, donde se encontraron dos cabezas colosales que han sido reubicadas.

Una en el poblado de Santiago Tuxtla que se exhibe en su plaza principal, y la otra, en el Museo de Antropología de Xalapa. En la zona se pueden ver todavía a lo largo del arroyo Hueyapan terrazas artificiales, montículos, avenidas y plataformas residenciales distribuidas en dos zonas: el Grupo Ranchito y Montículos Quemados. El Museo del Sitio es interesante; existe alguna estela grabada, esculturas y cerámicas.

En fin, la cultura olmeca fue la primera en Mesoamérica que fundó las sociedades y centro urbanos iniciales, con ella dieron inicio las primeras prácticas culturales y religiosas que después se fueron integrando paulatinamente a las culturas mesoamericanas que les precedieron, sociedades teocráticas y con los mismos patrones urbanos de asentamiento, de comercio y de intercambio. De ahí pues que se le considere la Cultura Madre de nuestro país