DESCOLONIZAR LA MEMORIA DESCOLONIZAR LOS FEMINISMOS
Adriana Guzmán Arroyo
Feminismo Comunitario Antipatriarcal
Qullasuyo Marka, Bolivia
Redición, Llojeta, La Paz, julio 2019
Descolonizar la Memoria, Descolonizar los Feminismos Adriana Guzmán Arroyo Segunda edición 2019, La Paz – Bolivia. Editorial: Tarpuna Muya Feminismo Comunitario Antipatriarcal, Qullasuyu Marka, Bolivia fcomunitarioantipatriarcal@gmail.com
Feminismo Comunitario Antipatriarcal +591 67002781
La primera edición fue publicada el 2014, como parte del libro el Tejido de la Rebeldía, que dejamos de circular frente a las denuncias de violencia contra Julieta Paredes, co autora de ese texto.
AUTONOMIA, DESCOLONIZACION SON NUESTROS CUERPOS SON NUESTROS PUEBLOS ES NUESTRA DECISION
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DESCOLONIZAR LA MEMORIA DESCOLONIZAR LOS FEMINISMOS
Antes, comparticiones importantes 1 Maya (1): No hay historia universal, tampoco en el feminismo 6 Paya (2): Descolonizar la temporalidad 12 Kimsa (3): Las adjetivaciones de los feminismos 18 Pusi (4): Ni igualdad, ni diferencia: comunidad 24 Phisqa (5): ¿Otro/otros feminismos? 27 Suxta (6): Feminismo en América Latina y El Caribe 32 Paqallqu (7): Feminismos sistémicos y feminismos antisistémicos 43 Comunicado ¡nada justifica la violencia! 49 Comunicado 2/ Violencia de Julieta Paredes 54
Recuperamos los números en aymara para nombrar cada apartado de este libro, luchamos por una recuperación política de nuestro idioma, no gramática, lo asumimos como un acto de descolonización.
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Antes, comparticiones importantes
Antes de empezar a caminar por el territorio de las palabras, territorio de lucha y disputa de sentidos, sentires y significados para nosotras como feministas comunitarias hoy antipatriarcales, compartimos con ustedes la memoria de esta necesidad urgente de descolonizar el feminismo. No venimos del feminismo, sino de la lucha en la calle contra el patriarcado, nos organizamos en la masacre del gas el año 2003 en El Alto y La Paz frente a las balas de militares, francotiradores y marines comandados por el entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, presidente gringo genocida que nos mandó a matar a las indias, indios, empobrecidos, porque para ellos nuestra vidas no valen. Frente a las balas militares entendimos el patriarcado capitalista racista colonialista explotador, y lejos de las balas militares, en las casas frente a nuestros compañeros que nos violentan y también nos matan, entendimos lo estructural de la violencia; el patriarcado disciplinador, ahí seguramente el feminismo eurocéntrico, heredero de la revolución francesa no alcanzaba. El feminismo no se estudia, se hace. Nos definimos feministas para enfrentar el patriarcado de las calles, los gobiernos y las casas, decidimos llamarnos así porque entendimos que la lucha no es biológica sino política, no todas las mujeres quieren acabar con el patriarcado, y las feministas asumen la responsabilidad de hacerlo, después nos enteramos que no todos los feminismos luchan contra el patriarcado, pero eso fue después. La lucha se hace desde el cuerpo, no desde los libros ni la teoría, eso puede aportar pero no moviliza, las opresiones sí, la rabia digna como decía la hermana Betty Cariño sí, así que fuimos construyendo un feminismo que nos sirviera, desde estos nuestros cuerpos, desde estos territorios del Abya Yala, un feminismo útil para nuestras luchas, un feminismo que plantea la comunidad como forma de vida de la humanidad como parte de la naturaleza, la comunidad como autorganización y autodeterminación. El feminismo europeo seguro que sirve para Europa, pero en Abya Yala no alcanza el feminismo eurocéntrico y reproduce complicidades racistas y coloniales con el sistema, finalmente las luchas de las feministas en Europa y Estado Unidas respondían a sus cuerpos y opresiones que obviamente, entendiendo el hecho colonial de 1492, la invasión, genocidio y violación sistemática de nuestras abuelas, entendiendo el entronque patriarcal, no son las mismas opresiones que viven nuestros cuerpos. No es una competencia, no se trata de deslegitimar los aportes que han hecho, se trata de reconocer que responden a otros cuerpos, a otras realidades y a otras memorias, si en su memoria está Simón de Beauvoir, en la nuestra está Bartolina Sisa, no queremos que nos impongan una memoria feminista, cada cual tiene sus abuelas, venimos de las luchas de los pueblos no de la academia, eso no más es. Descolonizar el feminismo o los feminismos es comprender, nombrar y caracterizar el patriarcado que vivimos en estos territorios las mujeres originarias, negras, empobrecidas, desobedientes con la imposición heterosexual, comprenderlo para acabarlo. Las luchas no son propiedad privada, las palabras tampoco, el feminismo no nació en Francia, nació y nacerá en todo territorio donde enfrentemos el sistema patriarcal de muerte, las palabras no se privatizan, los sentidos se construyen y se disputan, eso también es autonomía, eso es descolonizar nuestros cuerpos y nuestros pensamientos, por eso nombramos y ponemos en palabras escritas esta lucha.
Adriana
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DESCOLONIZAR LA MEMORIA DESCOLONIZAR EL FEMINISMO
No se trata de hablar de la descolonización, se trata de descolonizar
Lo que presentamos en este texto, no es un manual de cómo descolonizar la memoria, no se trata de decir cómo se descoloniza, sino de hacerlo, de descolonizar el feminismo, sus planteamientos teóricos y la legitimación de sólo una parte de sus luchas y de sus luchadoras. Esta es una necesidad ineludible del feminismocomunitario como ejercicio de su autonomía epistemológica e histórica, recuperar la memoria descolonizándola, denunciando sus lecturas y clasificaciones arbitrarias, que plantean un feminismo de primera y otro de segunda, relación en la que ellas tienen que enseñar y nosotras tenemos que aprender, y “evolucionar”. A esto, nos negamos y presentamos nuestra propia lectura, que por supuesto no las invisibiliza, pero sí las cuestiona.
Presentamos entonces una suerte de recuento de las historias de las luchas de las mujeres y los feminismos, para descolonizar la memoria, sin intención de hacer una cronología y más bien denunciando las clasificaciones existentes como las olas del feminismo o las que giran en torno a la modernidad eurocéntrica y egocéntrica, presentamos un posicionamiento político reafirmando que no hay historia universal tampoco del feminismo, que hay que descolonizar la temporalidad, que no somos hijas de la ilustración, no queremos un feminismo con apellido o adjetivado sino con
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propuesta, no planteamos igualdad, ni diferencia, sino la comunidad, recogiendo nuestra memoria de América Latina y el Caribe y principalmente la memoria de comunidad Mujeres Creando comunidad, que nos permite construir la propuesta del feminismocomunitario y reconocer que ha habido y hay feminismos sistémicos y feminismos anti sistémicos es decir feminismos que buscan un lugar en el sistema de opresiones y otros que luchan contra éste.
Maya: No hay historia universal, tampoco en el feminismo
¿Qué es pues lo universal? Para los filósofos griegos lo universal era lo opuesto a lo individual o particular, pero no sólo se opone a lo particular o a lo diferente sino que lo anula y pretende superarlo, planteando así un conocimiento, unas teorías universales, que supuestamente se deben cumplir y acatar, unos valores y una ética universal, una especie de absolutismo, de un todo, que refleja también el triunfo de la razón sobre la naturaleza. Lo universal se propone como una estrategia de dominación y colonización de los cuerpos y las mentes, pues está hecho a medida de quienes detentan el poder, los valores universales de “libertad, igualdad y fraternidad” de la Revolución Francesa, la ciudadanía y los derechos por ejemplo son a medida del hombre blanco y burgués y por tanto no aplicables a las mujeres, ni siquiera a las blancas y burguesas como ellos, y menos aún a las indias e indios de AbyaYala que ni siquiera eran considerados humanos y ni por si acaso ciudadanos. Lo universal entonces es uno y no es neutro es una estrategia de colonización.
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Qué mejor ejemplo que la escuela, donde hemos aprendido año tras año la historia universal, que es la historia de Europa y Estados Unidos, y que nos ha hecho pensar que somos un pueblo sin historia o con una menos importante, así se crea la idea de desarrollo republicano, la idea de modernización, que hasta hoy persiste en algunos sectores que quieren ser a la imagen de los países autodenominados “del primer mundo”, de las y los académicos que creen que hay que validarse en el norte, porque el sur será siempre el sur. No hay pues una historia universal, lo que hay es una imposición de datos y significados desde una hegemonía del pensamiento, hay que pensar entonces en clave pluriversal ¿no?
Las clasificaciones “oficiales” del feminismo han sido hechas sobre todo por académicas y hay que reconocer que una cosa es estudiar el feminismo y otra es ser feminista. Esta organización de la información, que aparentemente puede tener un fin pedagógico o didáctico es en sí un ejercicio de poder, acaso no es una arbitrariedad colonial y colonizadora del feminismo eurooccidental reclamarse, dueñas de la raíz del feminismo, dueñas de los orígenes, decir que es el hijo – ni siquiera la hija- de la ilustración y la Revolución Francesa e ir ordenando desde ahí las luchas de las mujeres, que calzan en su parámetro, esa es una pretensión universalista.
Una de estas clasificaciones es la que hace Amelia Valcárcel (Valcárcel, 2004) de las tres etapas u olas del feminismo como filosofía política y como práctica, la primera ola corresponde al feminismo Ilustrado, abarca
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desde sus orígenes en la ilustración hasta la Revolución Francesa, siglo XVIII y parte del XIX para la cronología Europea, la segunda ola denominada del feminismo liberal-sufragista que va desde el manifiesto de Seneca Falls (1848) hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, y la tercera ola que comienza con las manifestaciones principalmente estudiantiles en Francia (1968), y que según Valcárcel seguimos viviendo ahora en el siglo XXI.
Las temáticas o principales exigencias que caracterizaron cada ola, Valcárcel las resume así:
Ira. Ola F. Ilustrado
Reconocimiento de la igualdad de la inteligencia Reivindicación de la educación
2da. Ola F. Liberalsufragista
Acceso a todos los niveles de educación, las profesiones y el voto
3ra. Ola F. Contemporáne o
Derechos civiles, derechos reproductivos, paridad política, papel de las mujeres en la globalización Fuente: VALCÁRCEL Amelia ¿Qué es y qué retos plantea el feminismo? 2004: pág. 4.
En cada una de estas olas, clasificación que ha sido asumida por varias feministas, se van identificando hitos, declaraciones, planteamientos que visibilizan a feministas europeas, francesas, inglesas, italianas, alemanas, como si el feminismo o la lucha contra el
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patriarcado sólo se hubiera dado en ese lado del mundo. El movimiento sufragista en América Latina -también blanco y burgués por supuesto- las feministas en el movimiento obrero o en la lucha contra las dictaduras, son “datos” que no entran en las olas, menos aún van a entrar las luchas anticoloniales de nuestras abuelas indígenas originarias hechas desde nuestros pueblos y la comunidad.
Y a esas luchas queremos referirnos, para reafirmar que no hay historia universal, que nadie dice cuándo y dónde comienza la historia sino que hay historias, y vamos a recuperar este tiempo que para algunas académicas es parte de un feminismo incipiente, intuitivo, tal vez elemental, feminismo clase B, que no las refleja porque no cabe en los parámetros del “verdadero” feminismo. Por último como gracias al capitalismo transnacional extractivista el territorio hoy llamado Bolivia no tiene mar, nuestro feminismo no tiene olas, nos construimos desde la tierra que nos sostiene y nos alimenta.
● De la persecución de las herejías a la caza de brujas
Hacia mediados del 1200s Guillermine de Bohemia, decía que la redención de Cristo no había alcanzado a la mujer, y que Eva aún no había sido salvada. Creó una iglesia de mujeres a la que asistían mujeres tanto del pueblo como burguesas o aristócratas. La secta fue denunciada por la Inquisición a comienzos del siglo XIV. Contrariamente a lo que las mujeres esperaban de la Reforma Protestante como posibilidad de cambio,
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ésta terminó reforzando la autoridad de los patriarcas, sin embargo, existieron grupos radicales como los cuáqueros, en Inglaterra y Pennsylvania (EEUU) donde las mujeres eran Predicadoras, interpretaban la palabra y Dios se expresaba a través de ellas, este fue uno de los detonantes para que fueran perseguidas por la Inquisición. Se acusó a las mujeres de pactar con el demonio y se hizo de la demonología una ciencia que construía la imagen del demonio sobre el cuerpo de la mujer, y se transitó rápidamente de la persecución de la herejía a la caza de brujas, y la mujer se convirtió en la figura de lo hereje. La acumulación primitiva requirió “la transformación del cuerpo en una máquina de trabajo y el sometimiento de las mujeres para la reproducción de la fuerza de trabajo. Fundamentalmente, requirió la destrucción del poder de las mujeres que, tanto en Europa como en América, se logró por medio del exterminio de las «brujas»” (Federici, 2010: pag.90)
Está claro que esta lucha y resistencia de las mujeres ante un sistema social, político y económico que las oprimía y sancionaba sus conocimientos, cuestionamientos y saberes con la muerte, en la propia Europa, no está incluida en las ola del feminismo, y no son consideradas feministas, seguramente porque no escribieron sus reivindicaciones frente a los hombres, porque el hombre no era el modelo universal a igualar, pero fundamentalmente porque el hombre no era el enemigo principal.
● Extirpación de idolatrías y resistencia de nuestras abuelas
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La caza de brujas llegó también a AbyaYala, con el nombre de “extirpación de idolatrías” (Silverblatt, 1990: 146-155) planteada para profundizar el saqueo y la colonización, se acusaba a hombres y mujeres, pero las mujeres eran perseguidas no sólo por practicar la brujería, sino por ser las líderes principales en la realización de prácticas ancestrales de sus pueblos, denominadas ritos de adoración idolátrica. En ese mismo tiempo de cacería emergió el movimiento TaquiOncoy, integrado principalmente por mujeres que iniciaban un proceso de resistencia cultural y política, principalmente en los territorios de Bolivia y Perú, ante la colonización materializada, no sólo en los tributos que debían pagar, el trabajo forzado en las minas y los campos de cultivo, sino también en la imposición del cristianismo y de un dios castigador.
Desde una lectura occidental y machista se asume al TaquiOncoy traducido como la “enfermedad del baile” (Mesa, 2012: 116) como un movimiento de carácter religioso desde el cual los indios convocaban a realizar una nueva alianza con sus dioses locales, las wacas, para que éstos, revividos, le den la vuelta al mundo y destruyan a los españoles enviándoles enfermedades e inundaciones a sus ciudades. Así interpretan a un movimiento en el que se articulaba un posicionamiento político, que convocaba a la resistencia reafirmando su relación con las wacas, mal llamadas “deidades aborígenes”, que son los cerros, las montañas, el sol, la luna, los animales, es decir son materialidades, simbologías y no espíritus, con las que, existe una
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relación de respeto y agradecimiento de los pueblos, porque es de ahí que proviene la vida y es allí también donde la vida va. Las mujeres, llamadas sacerdotisas por la historia universal, yatiris o sabedoras para nosotras, eran quienes reafirmaban las prácticas ancestrales como forma de resistencia, el agradecimiento a la Pachamama, dar de comer a las wacas, prácticas que realizaban en lugares casi inaccesibles, cerca de las montañas o apachetas. Estas “actividades idolátricas, subversivas”(Silverblatt, 1990: 149) hicieron que mujeres como Catalina Guacayllano o Francisca Guacaquillay fueran perseguidas por los extirpadores de idolatrías, siendo el castigo el exilio en los obrajes, que eran centros de producción de telas, tejidos y otros productos. En un intento desesperado por mantener la cultura que las ligaba con otra forma de vida, nuestras abuelas se refugiaron en las alturas conformando comunidades autónomas de mujeres, o como relatan los cronistas, sociedades sólo de mujeres que resistían a la colonia, pastaban sus rebaños y se defendían entre sí ante las autoridades, algunos cronistas mencionan suicidios de mujeres indígenas como forma de resistencia e infanticidios, mataban a sus hijos varones, probablemente para que no crecieran en ese mundo o para que no fueran enviados al trabajo en las minas de donde no volverían. Para evitar una lectura romántica de la resistencia de nuestra ancestras, vale la pena preguntarnos por qué las mujeres fueron protagonistas de lo que Irene Silverblatt denomina el sub mundo de las idolatrías (Silverblatt, 1990: 149). Si bien hay cronistas que relatan que las mujeres realizaban los rituales antes de la invasión
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española, fue también el pacto desigual entre hombres, hombres españoles los invasores y hombres indígenas invadidos que las llevó a este sub mundo, pues los hombres autoridades indígenas, como los curacas ocuparon un lugar en la estructura del poder colonial, un espacio en lo público, del cual las mujeres fueron relegadas para quedar en la clandestinidad de los “ritos”, este pacto desigual es parte del entronque patriarcal, categoría planteada por el feminismo comunitario, que abordamos más adelante. Estas resistencias, tampoco son nombradas por la historia universal del feminismo, que hemos venido cuestionando, y no se trata por supuesto de incluirlas según parámetros europeos, sino de descolonizar la memoria de las luchas de las mujeres. Las luchas y resistencias de nuestras abuelas fueron anti sistémicas, anticoloniales, hechas desde sus saberes y desde la comunidad, no desde el individualismo burgués liberal. Entonces la raíz ilustrada del feminismo, que reclaman las clasificaciones históricas “oficiales”, simplemente no es la nuestra, porque nosotras partimos de la comunidad. Paya: Descolonizar la temporalidad
Sin warmi kuty no hay pacha kuty FCA
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Cuando hablamos de descolonizar la temporalidad estamos denunciando que existe una temporalidad colonial, una concepción “única” y lineal del tiempo, que se impone como un hecho colonizador recurrente que nos arrebata la memoria y nos fija en el futuro. Esta mirada lineal de tiempo incorpora en sí la idea de evolución y del progreso, de pasar de peor a mejor, de involucionados a evolucionados, de incivilizados a civilizados, de sub desarrollados a desarrollados, una carrera por la “evolución” o más bien por la dominación.
● Mirar con ojos de otro tiempo
Esta misma concepción lineal se refleja en la historia “de la humanidad”, donde no caben los pueblos indígenas, linealidad que tiene un paradigma: la modernidad, y se plantea lo pre moderno como primitivo o arcaico y lo moderno como superador, desde esta mirada colonial se lee la historia de Europa y Estados Unidos como única, asumiendo por ejemplo que la historia de nuestros pueblos en AbyaYala comienza en 1492, como si realmente nos hubieran “descubierto” y antes de eso no hubiéramos existido. Tampoco hay historias paralelas, no existíamos en paralelo, los pueblos de AbyaYala no construimos nuestra historia en referencia a la eurooccidental, aunque a partir del hecho colonial de 1492 nos hayan impuesto como modelo deseable. Hablamos de temporalidades en sí, tiempos y luchas que se hacen en su propio contexto histórico y desde su propia concepción del tiempo.
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Para nuestros pueblos, principalmente aymara y quechua, el tiempo es circular, Timpuxajutirisariwa: el tiempo siempre viene y va, es constante, así como el círculo que no tiene punto de partida ni meta, no hay principio ni fin, todo es energía en movimiento. Por eso nuestras abuelas y abuelos nos dicen que hay que caminar mirando al pasado porque el pasado está adelante, lo puedes ver, y el futuro está detrás, no lo conoces no lo puedes ver. Esta otra concepción del tiempo es asumida como una lógica mítica e incivilizada ligada a la naturaleza de los pueblos primitivos, que después es superada con la razón, la ilustración y el reloj. Nosotras, desde el feminismocomunitario creemos que hay que descolonizar la temporalidad, hablamos de mirar con ojos que miran también en otro tiempo, que recuperan el tiempo de nuestras abuelas y sus luchas en comunidad, un tiempo que no se ha ido que circula, para construir nuestro tiempo de esperanza, de vivir bien en comunidad.
● No somos hijas de la ilustración
En el feminismo occidental también se tiene esta lectura lineal, evolucionista, donde el discurso de las unas supera/ evoluciona al de las otras, esto se refleja en las clasificaciones que se han hecho de su historia, ya hablamos de las tres olas. Otro ejemplo es la clasificación de Ana de Miguel (De Miguel, 2002: 217), que toma como eje la modernidad, es decir la modernidad como momento superador, algo así como la mayoría de edad del feminismo, donde triunfa la lógica de la razón y la ilustración, pero no olvidemos que
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también “triunfan” la industrialización y el capitalismo. Así, ella habla de un feminismo pre moderno donde sitúa las obras de Chiristine de Pisan como “La ciudad de las damas” (Francia, 1405), en las que Pisan denuncia la violación y la misoginia. Un feminismo moderno, hijo de la ilustración donde el debate central es la igualdad de los sexos y un feminismo contemporáneo o neofeminismo. Pero queremos detenernos en esos principios ilustrados del feminismo para tomar posición.
Las raíces ilustradas del feminismo hacen referencia fundamentalmente a la Revolución Francesa, donde las mujeres redactaron los cuadernos de quejas (Varela, 2005: 31) planteando su derecho a la educación, al trabajo, al voto, a la protección de sus intereses personales y económicos dentro del matrimonio, plantean que sea abolida la prostitución y los malos tratos dentro del matrimonio, sin embargo, estos planteamientos no son considerados y en agosto de 1789 la Asamblea Nacional proclama la Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano, dejando fuera no sólo literalmente sino materialmente a las mujeres. Frente a esto, dos años más tarde Olimpia de Gouges publica la Declaración de los derechos de la Mujer y ciudadanía, estableciendo que la mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos, habla de la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión como derechos naturales e imprescriptibles. Un año después Mary Wollstonecraft publica la Vindicación de los derechos de la Mujer donde menciona que la humanidad, hombres y mujeres, debieran educarse siguiendo el mismo modelo para que las mujeres se conviertan en ciudadanas ilustradas,
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libres y capaces de ganar su propia subsistencia e independientes de los hombres.
En estos textos encontramos coincidencias recurrentes, propias del contexto, de la clase desde la cual las mujeres hablaban, pero más bien propias del pensamiento ilustrado individualista burgués, subyacen en algunos feminismos hasta hoy: ciudadanía, derechos y propiedad privada, planteadas como reivindicaciones o más bien concesiones para ser incluidas en una revolución hecha a medida de los hombres blancos y burgueses, donde se proclama a la razón y la humanidad sobre la naturaleza, ese es el origen ilustrado y liberal del feminismo que nosotras, desde el proceso de cambio revolucionario en Bolivia y el feminismocomunitario negamos. Por eso, desde nuestra temporalidad, recuperamos las luchas de nuestras abuelas, Manuela Condori, Isabel Wallpa, Tomasina Silvestre, Isidora Katari, Bartolina Sisa, Gregoria Apaza y muchas otras que encabezaron los levantamientos indígenas anticoloniales en 1781, ocho años antes de la Revolución Francesa, ellas lucharon como mujeres y como comunarias, no por la razón ni la igualación con los hombres, sino por el respeto a la vida, lo que paradójicamente les costó la muerte; torturadas, colgadas y descuartizadas. Lucharon contra el feudalismo colonial y contra el despojo, desmantelamiento de su vida cotidiana y su tiempo. Recogiendo esa memoria, mirando con los ojos de los tiempos de nuestras abuelas, como feministascomunitarias reafirmamos: no somos ilustradas, ni modernas, ni ciudadanas, no queremos el llamado progreso, ni el desarrollo, queremos
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acabar con el patriarcado capitalista, neoliberal y colonial ¡Queremos la comunidad! ● Nadie nos regaló el voto: sufragismo y feminismo
Esta descolonización de la memoria, no pretende descalificar las luchas de las mujeres occidentales, sino visibilizar desde qué concepciones y desde qué clase se hicieron. El movimiento sufragista buscaba reformas liberales, no era una lucha contra el capitalismo ni contra el patriarcado, buscaba la igualación entre “iguales” o sea hombres burgueses y mujeres burguesas, pero creemos importante mencionarlas, porque la historia ha invisibilizado estas luchas, para hacernos creer después, que el voto es una concesión de los hombres que han monopolizado este juego de la democracia. No ha habido ninguna concesión, nadie nos ha regalado el voto a las mujeres, fue una conquista en la que se ha puesto el cuerpo y la vida. El movimiento sufragista en Estados Unidos estuvo vinculado al movimiento abolicionista, y en esta articulación fueron importantes los aportes de Sojourner Truth, activista afroamericana contra la esclavitud y por los derechos de la mujer, los de Lucretia Mott y Elizabeth Candy Stanton que convocaron a la Convención de los derechos de la Mujer en julio de 1848 donde se redactó la Declaración de Seneca Falls o Declaración de Sentimientos en la que hablan sobre el derecho al voto, igualdad entre hombres y mujeres dada por el creador y sobre la importancia de derribar el monopolio de los púlpitos, para que la mujer participe equitativamente en los diferentes oficios, profesiones y negocios (Miyares, 1999: 135). En 1866
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se otorgaba el derecho a voto a los hombres esclavos liberados y se negaba este derecho a las mujeres que recién pudieron votar en 1920. En Europa, el movimiento sufragista inglés fue una especie de vanguardia, en 1866 se creó la Unión Social y Política de las Mujeres e intentaron obtener su derecho a voto a través de proyectos de ley que fueron negados, frente a esto se dividieron en una corriente que optaba por la ruta de las leyes y otra radical que pasó a la acción directa, rompiendo ventanales, incendiando iglesias y comercios, mujeres como Emmeline Pankhurst fueron encarceladas e hicieron prolongadas huelgas de hambre. En 1917 se aprobó el voto para mujeres mayores de 30 años, y recién en 1928 para mujeres mayores de 21 igual que los hombres. En América Latina y el Caribe la lucha de las mujeres por el voto comenzó a mediados del 1800, liderado por mujeres burguesas y de clase media, y por militantes socialistas. El movimiento sufragista latinoamericano, tenía articulaciones tanto regionales como con sufragistas, europeas y norteamericanas. Las acciones en cada país fueron distintas, a través de proyectos de ley, manifestaciones y denuncias. En Chile, un grupo de mujeres votó “de facto” en las elecciones de 1874 y 1876, y después el Movimiento pro Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH) exigió la autonomía frente a los partidos. En Argentina fue importante la conformación del Partido Feminista Nacional, No me siento ni como un soldado ni como un prisionero y, sin embargo, soy ambas cosas… Emmeline Pankhurst, 1913 Movimiento Sufragista Británico
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integrado por Alfonsina Storni y Julieta Lanteri, en México el segundo Congreso Feminista de Yucatán realizado en 1916 plateó la lucha por el voto y la ciudadanía, en Colombia, las mujeres participaron en las elecciones de 1957 pudiendo elegir y ser elegidas bajo la consigna: “No vote por su marido, vote a conciencia”. La aprobación del voto para las mujeres fue lenta, en algunos países se tuvo que sostener la lucha por más de cincuenta años. El primer país en aprobar el derecho de las mujeres a votar y ser elegidas fue Ecuador en 1924, antes que en Francia y poco después que Inglaterra, y el último fue Paraguay en 1961. El movimiento sufragista tanto en América Latina y el Caribe como en Europa y Estados Unidos significó definiciones para las feministas, pues este movimiento era reformista y no anticapitalista o anticolonial. En Bolivia la Federación Obrera Femenina conformada en 1927 con una posición anarquista se mantuvo al margen de las luchas por el voto, en México la feminista radical Ana Belén Gutiérrez y la comunista Concha Michel publicaron en 1936 “La república femenina” señalando que era una equivocación reivindicar el voto y la igualdad con los hombres. En Europa las socialistas denuncian al sufragismo como una reivindicación de burguesas. Sin embargo, las acciones para conseguir este derecho, propiciaron indirectamente espacios de debate y disidencia que aportaron al discurso y prácticas feministas, se discutió sobre la reglamentación del trabajo en el hogar, la patria potestad, el derecho al aborto. Stella Browne, comunista inglesa, planteó las diferenciaciones entre placer sexual y procreación con una consigna histórica: “los cuerpos nos pertenecen” (Vitale, 2008: 43).
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Kimsa: Las adjetivaciones de los feminismos
Desde que me acerqué al feminismo y desde mis intuiciones sentí que algo andaba mal en el mundo, en mi barrio, en mi familia; que las niñas trabajábamos mientras los niños jugaban, que siendo jóvenes pensábamos en casarnos y tener hijos mientras nuestros compañeros hablaban de ir a la universidad, desde esas resistencias que tenía mi cuerpo a someterse a lo que debía hacer como “mujercita”, busqué en el feminismo una explicación y una salida posible, la rebeldía y la insubordinación a eso que después me enteré que se llamaba patriarcado. Siendo parte de la construcción del feminismocomunitario que propone como proyecto político, como forma de vida, La comunidad, empezamos con una ruptura epistémica con el feminismo eurooccidental del que hemos venido hablando, en la búsqueda por nombrarnos desde nuestros propios cuerpos de mujeres aymaras, indígenas, lesbianas, empobrecidas, sin renunciar al feminismo como forma de lucha y como construcción de pensamiento anti patriarcal, eso nos llevó a redefinir el feminismo y el patriarcado. En ese camino una pregunta recurrente, una pregunta que siempre volvía era: ¿por qué feminismo viene siempre con apellido o adjetivo? Feminismo socialista, feminismo anarquista, feminismo marxista. Intentando respondernos surgieron estas reflexiones sobre las adjetivaciones de los feminismos que planteamos, cuestionando pero rescatando a la vez, los aportes que hicieron las feministas desde ese lugar que escogieron para tomar la palabra.
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● Un adjetivo de izquierda
No hay nada más parecido a un machista de derecha que un machista de izquierda
El adjetivo es una palabra que califica al nombre, que le da una cualidad, entonces si hablamos de feminismo socialista o marxista, estamos hablando de un feminismo adjetivado, como un feminismo con apellido, lo grave es que el apellido que llevamos es el del padre, el dueño de los hijos y las hijas, o el del marido, es una filiación patriarcal, entonces la pregunta es ¿por qué los feminismos deciden ponerse un adjetivo o un apellido? Nos referimos en particular a los que han tomado un apellido de izquierda, a los que han decidido inscribir su lucha contra la opresión a las mujeres en un proyecto político, o en un campo teórico construido fundamentalmente por hombres y sobre esquemas patriarcales, y podemos encontrar varias explicaciones. Primero que lo hacen para legitimar sus propuestas, porque en el contexto del movimiento obrero de principios del 1900 y aún hoy, el socialismo o el marxismo son “incuestionables” y como el feminismo “sí es cuestionable,” porque viene de las mujeres. Las feministas al ponerse un apellido de izquierda se hacían más pasables. También porque “pertenecer” a la izquierda era el deber revolucionario y cuestionar la izquierda o sus propuestas desde fuera, podía ser considerado contra-revolucionario, peor si venía de las mujeres.
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Tal vez la explicación más cercana sea, que realmente la lucha de clases era o es lo más importante para estos feminismos y las opresiones que vivimos las mujeres son sólo una consecuencia de las principales y por tanto no son prioritarias. Aunque cuestionaban esta misma posición en sus compañeros de movimiento o de partido, finalmente también parecen coincidir con ellos, entonces parten de la lucha de clases para entender la subordinación de las mujeres, y no desde sus cuerpos para entender la lucha de clases. Inscribirse dentro de las ideologías de izquierda significó para el feminismo convertirse en un proyecto subsidiario del socialismo, del anarquismo o del liberalismo. Convertirse en accesorio, un asunto secundario de la revolución. Adjetivarse desde la izquierda, fue tomar un apellido “reconocido” pero que no deja de ser el apellido del padre o del marido, por eso se habla de noviazgos, matrimonios y divorcios del feminismo con ideologías que aunque sean de izquierda, son patriarcales igualmente. Con todo y todo, en esa su opción hay feministas que han ido construyendo categorías, conceptos y prácticas que han nutrido la comprensión sobre la dominación patriarcal.
En el feminismo socialista, como parte del socialismo utópico, encontramos a Flora Tristán que en su obra Unión Obrera (1843) denuncia el estado de esclavitud en que vive la mitad de la humanidad (las mujeres) logrado con la complicidad de la ley, la ciencia, la religión y la sociedad, que han contribuido a hacer de la mujer una raza inferior, ignorante y oprimida (Tristán, 1977: 117), años después cuando el socialismo toma una orientación marxista, Alejandra Kollontai propone la necesidad de un código de la moral sexual (Ruiz,
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2011: 15), hecho en la lucha de la clase obrera para generar nuevas relaciones entre los sexos, más perfectas y felices. Para sus compañeros, la “cuestión femenina” no era lo más importante, y decían que acabando con la propiedad privada se acabaría con la opresión a la mujer automáticamente, creían además que el feminismo era burgués y las distraía de la lucha de clases, muchos se oponían al aborto o a que las mujeres trabajen. Las feministas socialistas denunciaron la “doble jornada de trabajo” de las mujeres, la explotación laboral y el trabajo no remunerado llamado doméstico, de reproducción y cuidado de los hijos, pero también vivían una “doble jornada revolucionaria” desde el partido contra el capitalismo y dentro el partido contra sus compañeros machistas que no pretendían cuestionar los privilegios que les daba el patriarcado. En la misma época feministas anarquistas como Emma Goldman , señalaban desde el anarquismo -desde la libertad como principio- que las mujeres no eran mercancía sexual, que debían insubordinarse ante el estado, la familia y la iglesia, que tenían que vencer la ideología tradicional en su interior, ella fue la primera en enseñar el uso de los anticonceptivos en público (1915), igualmente Nelly Roussel reafirmaba que las mujeres son dueñas de su cuerpos, proponía la maternidad consciente y la huelga de vientres (1920). El feminismo marxista, se profundizó desde 1970 dentro del mismo socialismo pero cuestionando la Ni el sindicalismo ni el socialismo nos salvarán de nuestros sufrimientos. Es necesario continuar el combate feminista al lado y al margen de ellos…
Héléne Brion, Feminista socialista (1882-1962)
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explicación mecánica que había dado inicialmente sobre la subordinación de las mujeres. Recupera las categorías y herramientas del marxismo para enriquecer su análisis frente a las lecturas dogmáticas de Marx o Engels comienzan a ver cómo se relacionaban las opresiones de raza, clase y género. Sheila Rowbotham dice en su libro “Mujeres, resistencia y revolución” (1972) que es necesario tener en cuenta tanto las relaciones sociales de producción como las de reproducción en cualquier teoría revolucionaria, Zillah Eunsenstein considera que una comprensión separada del capitalismo y del patriarcado no puede abarcar el problema de la opresión de las mujeres (1980). El feminismo materialista utiliza el método del materialismo histórico y dialéctico para su análisis, y señala que las mujeres son una clase social antagónica a la clase de los varones. Las feministas materialistas francesas dicen que no sólo el género no es natural, sino que también el sexo es una construcción social e histórica con la cual el patriarcado cosifica y se apropia de las mujeres, entre ellas está Mónica Witting que analiza también la heterosexualidad como herramienta del patriarcado y sostiene que “las lesbianas –es decir, las mujeres que, al igual que las esclav@scimarron@s, huyen de las relaciones de apropiación que las atan a sus am@s, no son mujeres” (Curiel, Falquet, 2012: 19), porque han escapado de la dominación de su clase. Desde estas ideas se plantea un universal mujer que no existe, hay mujeres negras, indígenas, racializadas, Para que la mujer llegue a su verdadera emancipación debe dejar de lado las ridículas nociones de que ser amada, estar comprometida y ser madre, es sinónimo de estar esclavizada o subordinada… Emma Goldman (1869-1940) Feminista anarquista
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discriminadas y explotadas por mujeres blancas, burguesas, entonces no podríamos ser, ni somos todas parte de una misma clase ¿no? También se han hecho otras adjetivaciones al feminismo, no sólo desde o hacia la izquierda, como el feminismo liberal y el feminismo radical. El feminismo liberal define la situación de las mujeres como una desigualdad, no habla de explotación ni de opresión porque no cuestiona el sistema capitalista o patriarcal, propone más bien reformarlo con leyes y mayor participación de las mujeres en lo público a través de la democracia. Betty Friedan en su libro Mística de la Feminidad dice: “lo asfixiante que es ser ama de casa”, leyendo esto desde la clase media claro, lo cual convocó a muchas mujeres, pero era insuficiente para explicar su subordinación en profundidad. El feminismo radical surge en los años 70s, cuestionando el feminismo liberal y siendo parte de una nueva izquierda, tendencia con la que después rompe, para proponer la autonomía de las mujeres como estrategia de lucha. Desde el feminismo radical norteamericano, Kate Millet y Shulamit Firestone, aportaron conceptos como género, casta sexual y patriarcado, analizaron las relaciones de poder en la familia y sexualidad, y, afirman “lo personal es político”, iniciaron grupos de autoconciencia, marchas multitudinarias, centros de ayuda y autoayuda, experiencias de salud y ginecología no patriarcales, planteaban la no jerarquía en sus organizaciones. Utilizaron herramientas del marxismo, el psicoanálisis y el anticolonialismo para construir una propuesta teórica y práctica del feminismo, partiendo de la autonomía. Aunque fueron cuestionadas como
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naturalistas o esencialistas, iniciaron un debate desde la sexualidad que reposicionó los debates feministas, fue por supuesto una adjetivación diferente. ● Una teoría incompleta
Por el uso de adjetivos o apellidos, parece que el feminismo se asume como una teoría o una propuesta que tiene que completar a otras más amplias o más abarcadoras o que tiene que completarse con ellas. Ambos caminos son tramposos porque atentan contra la autonomía del feminismo como teoría y proyecto político, y contra la autonomía de las mujeres y de las feministas en su organización y liberación ¿Acaso el feminismo no puede explicar por sí solo las opresiones? no sólo de las mujeres, sino las de los hombres, las wawas y la naturaleza, ¿por qué tiene que apelar a otras teorías? Una de las razones para pensar que el feminismo occidental, es una teoría incompleta es que lo hayan reducido a la lucha de las mujeres contra las opresiones que ejercen los hombres sobre ellas, es decir pensar el feminismo para acabar con las relaciones de género, que a la vez reduce el patriarcado también al género, pero las mujeres no sólo vivimos esta opresión, sino también la de raza, sexo, clase y otras.
Frente a estos reduccionismos y adjetivaciones, claramente desde otros cuerpos, colores de piel, memoria, y como profundo acto de descolonización, en el feminismocomunitario hemos re conceptualizado el feminismo y la categoría de patriarcado construyendo una teoría social que no necesita ser complementada ni es complemento de otra, es una teoría en sí que explica el sistema de opresiones que vive la humanidad y la
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naturaleza, y formula una propuesta: la comunidad, como proyecto político, como horizonte de posibilidades, como utopía que se construye, y por eso su enunciación es desde la propuesta, feminismocomunitario, una sola palabra porque la comunidad no es una teoría o una ideología, la comunidad simple o complejamente “es”.
Pusi: Ni igualdad, ni diferencia: comunidad
En los años 80 las corrientes feministas que hemos mencionado parecen concretar de forma más clara dos claves de la ilustración: lo individual y lo dicotómico; la razón frente a la naturaleza, el bien frente al mal. Formas del pensar, propio del pensamiento europeo y norteamericano, tan enraizado en el binarismo, en la idea del cielo frente al infierno. Así surgen extrañas y casi indigestas combinaciones entre el feminismo socialista, liberal y radical para afianzarse en dos tendencias, la bipolaridad de la igualdad y la diferencia, en medio de la aparición de teorías post estructuralistas y postmodernas. Un tiempo de debates y confrontaciones entre feministas en la típica lógica masculina del planteamiento superador, cateos y pulsetas entre teóricas, más que lucha contra el sistema, tampoco luchas desde el cuerpo, en las casas y en las calles, como en alguna medida había sucedido en los años anteriores. Se priorizó la academia y las conferencias mundiales sobre la mujer, realizadas por los organismos internacionales, es decir por los organismos del sistema, como espacios legítimos para el debate, esto era una clara penetración del
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neoliberalismo en el feminismo eurooccidental y en el feminismo de América Latina y el Caribe, imposible de entender si no caemos en cuenta que, las feministas seguían siendo blancas, burguesas, “letradas” que habían decidido abrogarse la autoridad para hablar y representar a las mujeres del mundo, tomando la palabra de las indígenas, negras y blancas empobrecidas “sub desarrolladas”, “tercermundistas”, para interlocutar con las instituciones del poder patriarcal, neoliberal, capitalista y colonial, sin destruirlo, suplantando y asumiendo la representación de todas las mujeres, o sea hablando en vez de nosotras.
El feminismo de la igualdad posiciona a la individua mujer como igual frente al individuo hombre, en un esquema liberal de derechos monopolizado por los hombres, critican ese sistema de poder patriarcal en el que quieren ser incluidas, sistema que tiene al hombre como imagen y medida de humanidad. Feministas de la igualdad como Amelia Valcárcel, española, plantean el “derecho al mal” (Valcárcel, 1991: 164), ocupar cargos políticos, públicos, ser presidentas, enseñar en la universidad o poder manejar un taxi son los indicadores de “la emancipación de la mujer”. En el feminismo de la diferencia se incluye una gama de posiciones, que rescatan la auto identificación, la confianza entre mujeres, las relaciones lésbicas fuera de la norma heterosexual. Carla Lonzi, italiana, con su texto Escupamos sobre Hegel, afirma que la igualdad es solo
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un principio jurídico por el cual, el colonizador sigue condicionando al colonizado (Lonzi, 1977: 8-11), que la opresión femenina es algo que el capitalismo ha heredado no creado. Victoria Sendón (Sendón, 2000) española, sostiene que no existe “la mujer” como un universal sino “las mujeres” como sujeto diferencial. Las feministas de la librería de Milán el año 1996 anunciaron el final del patriarcado, pues el desarrollo, el progreso económico y de la ciencia, según ellas, han contribuido a que las existencias femeninas dejen de ser un destino, las mujeres deciden sobre sus estudios, responsabilidades y fertilidad, se construye una feminidad no materna, y las oposiciones políticas de izquierda y derecha han sido superadas porque “la política es la política de las mujeres”. Aunque parece un juego de palabras, el centro del debate fue, con sus matices, iguales o diferentes a los hombres, y esto se asumió como una matriz clasificatoria de los feminismos, entonces: eres del feminismo de la igualdad o del de la diferencia, no hay otra posibilidad. Para otras, como las de la librería de Milán ni siquiera vale la pena ser ya feminista porque el patriarcado ha muerto y no hay contra qué luchar, idea que sólo podían plantear mujeres burguesas y blancas, que no ven cómo se articulan las opresiones de raza y clase y no sólo la de género, pues no las viven en sus cuerpos. Desde el feminismo comunitario cuestionamos la visión individualista de estos feminismos y principalmente el juego que le han hecho al sistema, contribuyendo a lo que se llamó después la tecnocracia de género o la equidad de género, que ha despolitizado no sólo el concepto denuncia de género sino el feminismo, institucionalizándolo, convirtiéndolo en políticas públicas (de estados patriarcales) o en
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“estudios feministas” (de academias patriarcales y coloniales).
Recuperando la sabiduría de nuestro pueblo, de nuestras ancestras que han luchado por otro mundo, sin explotación, sin violencia, desde el feminismocomunitario no queremos pensarnos las mujeres frente a los hombres sino pensarnos mujeres y hombres con relación a la comunidad, denunciando y luchando contra el machismo y el patriarcado. Una comunidad donde se reconozcan las diferencias y no se disfrace con éstas los privilegios, una comunidad que no parte de los derechos, sino del respeto y responsabilidad con la vida.
Phisqa: ¿Otro/otros feminismos?
Vale la pena hacerse la pregunta ¿hay otro/otros feminismos? ¿Desde dónde se nombran? Evidentemente las corrientes de las que hablaremos se alejan del feminismo ilustrado, eurooccidental, anglosajón pero mientras más se alejan parece que más se acercan y se dan la mano porque son “reconocidos” e incorporados en sus academias y en sus instituciones, a pesar de cuestionar el pensamiento dicotómico caen en lo mismo, pareciera no ser posible una ruptura epistémica y ante esto se sumergen en un lenguaje poco accesible, la literatura, el arte, el pensamiento pos, la no identidad, Sólo se vive una vez -que yo sepa, de momento- y nada interesa tanto como hacer de esta vida (tal como están las cosas) un acto de rebeldía inteligente… Victoria Sendón: 2000 Feminista de la diferencia
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el cortocircuito, teorizaciones en las que se repite su tan curiosa necesidad de adjetivar al feminismo, de inscribirse en otras teorías o paradigmas, de hacer del feminismo un complemento. Posicionarse desde la subalternidad es aceptar una jerarquía, es aceptar ser subalternas y hablar desde ahí. Como feministascomunitarias hacemos práctica de la autonomía epistémica, y desde ahí planteamos el feminismocomunitario como teoría social que explica la articulación de las opresiones pero que fundamentalmente tiene una propuesta, un proyecto, nos saca de la desesperanza en la que nos metió el neoliberalismo y nos permite construir nuestro sueño de comunidad, donde las identidades son categorías políticas y metodológicas de articulación y no de descripción, esencialismo y aceptación de la subordinación, porque sabemos que los planteamientos teóricos y las resistencias sin un proyecto, sin plantear otra forma de vida y de relaciones, se hacen funcionales al sistema.
● Adscripciones desde la subalternidad
El feminismo negro cuestiona al feminismo liberal, burgués, blanco y heterosexual, que habla de “la mujer” como un sujeto universal del feminismo sin mirar las diferencias entre mujeres, esta corriente habla de la nomujer, la que no es vista, la negada, la mujer negra. Su análisis desde la subalternidad incluye los ejes de raza y género y afirma la propia experiencia como punto de partida para nombrarse y construir su historia escapando a los conceptos impuestos por la academia y el poder blanco, todo esto hace que se comience a hablar del “otro” feminismo. El feminismo negro encuentra en
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la conciencia o autoconciencia de las mujeres negras, en su auto identificación, un mecanismo de lucha contra la dominación sexista pero también contra el racismo que comparten con sus hermanos negros. Frente al monopolio de las luchas del feminismo blanco recuperan las luchas de sus hermanas como la OguUmuniwanyi («Guerra de las Mujeres») del pueblo igbo en Nigeria dada en 1929 contra el colonialismo británico. Proponen el “sisterhood” como una categoría de hermandad entre mujeres. En 1975, el Colectivo del Río Combahee formado por feministas negras y lesbianas publicó su Declaración de combate contra la opresión que viven las mujeres de color, afirmando que la política más profunda y potencialmente la más radical surge directamente de la propia identidad. Audre Lorde, poeta feminista negra y lesbiana, en los años 80s convocaba a las mujeres y hombres negros a la autodefinición como parte de la liberación “si no nos definimos a nosotros mismos, otros nos definirán en beneficio suyo y en detrimento nuestro”(Lorde, 1986: 15), también Patricia Hill Collins dice que hay que salir de las lógicas del discurso de la dominación (Jabardo, 2012: 99), que es central la autoidentificación de las mujeres negras, su punto de vista sobre su opresión, habla de una matriz de dominación y de la interseccionalidad como un espacio donde su cruzan varios ejes o formas de opresión: raza, género, sexo, clase. El feminismo negro se posicionó desde diferentes lugares y lenguajes, las teóricas que parecían haberse encerrado en la academia y el pensamiento de las mujeres negras trabajadoras que se difundían a través del blues, expresión musical de resistencia que desafía al patriarcado negándose a ser mujeres víctimas y convocando a la libertad y la exploración de la
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sexualidad, como lo hacía Peetie Wheststraw en sus canciones. También se habla de una segunda ola del feminismo negro, que critica el esencialismo y la centralidad del racismo en este pensamiento, definiéndose desde las teorías de la Diáspora y los estudios culturales donde aportan las feministas negras de Inglaterra que se acercan a las teorías postcoloniales, que hacen referencia a relaciones coloniales de dominación tanto en los países colonizados como en los países colonizadores sobre las poblaciones migrantes.
En 1981 la Asociación Nacional de Estudios sobre las mujeres (NWSA) convocó a la Tercera Conferencia Anual “Las Mujeres responden al racismo” (Connecticut, EEUU), donde se impulsó un “feminismo tercermundista” desde el antagonismo con el feminismo blanco, evidenciando las múltiples opresiones que viven las mujeres de color, negras, migrantes, chicanas, asiáticas, se habla también del feminismo de color, feminismo de las fronteras y feminismo postcolonial. Se trata de acabar con la identidad única, proponen las diferentes diferencias, y tienen como ejes de análisis: racismo, colonialismo, género y postcolonialismo, convirtiéndose en corrientes de elaboración teórica, literaria y artística sobre los
Las herramientas del amo, nunca desmontan la casa del amo… Audre Lorde, Feminista negra, 1986
Cuando vives en la frontera la gente camina a través tuyo, el viento roba tu voz, eres una burra, buey, un chivo expiatorio, anunciadora de una nueva raza, mitad y mitad –tanto mujer como hombre, ninguno– un nuevo género; Gloria Anzaldúa, feminista chicana: 1987
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feminismos, lejos de la acción cotidiana, las grandes movilizaciones o la acción directa que en el pasado hicieron del feminismo un movimiento social. Otra vez la academia y la seducción del poder se apoderaba de feministas que antagónicas al feminismo blanco parecían meterse en una proceso de blanqueamiento, una casi rebeldía funcional y despolitizante, porque se rompe con las identidades como posibilidad de articulación, los conceptos y uso del lenguaje es difícil de entender para las mujeres empobrecidas, migrantes (también de color) pero que tenían que resolver en lo cotidiano su convivencia con el machismo, racismo y explotación, sin más elucubraciones. En medio de estos debates: sobre el “otro”, sobre las identidades múltiples o sobre el fin de las identidades, se hace visible el feminismo chicano, que es parte del movimiento chicano, hijas e hijos de gente mexicana nacidos en EEUU e inferiorizados por la cultura dominante, ya sea por su color, idioma o espiritualidad. El feminismo chicano enuncia sus opresiones afirmándose en el color de su piel: eres prieta como nosotras o güera como las otras. Gloria Anzaldúa, lesbiana chicana, propone una nueva cultura mestiza donde se cruzan las fronteras de las tres culturas de las que procede: la blanca, la mexicana y la india, un construirse fuera de los dogmas como acto de liberación, y Chela Sandoval, habla de la conciencia positiva y el uso de la tecnología para generar resistencia desde las oprimidas en un orden global transnacional (Hooks, Brah: 2004).
● Despolitizaciones pos
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En medio de las “adjetivaciones pos” del feminismo, poscolonial, posestructuralista, posmoderno, el debate se inclina por acabar con el cuerpo de las mujeres como territorio de lucha, pues dicen que el sujeto del feminismo, las mujeres, es una ilusión más o menos como que las mujeres ya no existimos. Las identidades se asumen descriptivas más que políticas proponiendo las no identidades, la articulación de un movimiento antipatriarcal ya no sería posible y para alguna ya no es importante. En estas pretensiones teóricas aparece la teoría queer, una de sus pensadoras Judith Butler propone transgredir el género a través de la opción sexual1, producir cuerpos no coherentes, un cuerpo hembra con género masculino, un cuerpo macho con género femenino, estas transgresiones y la multiplicidad de géneros que se creen supuestamente harán un cortocircuito en la sociedad y la transformarán, como si una lesbiana al masculinizarse dejara de vivir las opresiones por ser mujer y así se acabaría con el patriarcado, siendo que es el cuerpo de las mujeres el territorio donde opera el patriarcado para la opresión de las humanidad y la naturaleza.
● El riesgo de repetir la historia
El ecofeminismo o feminismo ambientalista, es considerado dentro de las clasificaciones “oficiales” euroccidentales como una de las corrientes “más modernas”, desde una mirada colonialista las mujeres del llamado tercer mundo que luchan en defensa de sus territorios y recursos contra los capitales 1 Gender Trouble, New York, Routledge, 1990.
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transnacionales, son denominadas ecofeministas, pero ellas son pues las que tienen que autodefinirse y no desde las academias. Françoise d´Eaubonne, propuso el término Ecofeminismo en 1974 refiriéndose a las mujeres como protagonistas de la revolución ecológica que cambiaría las relaciones de género, y la relación de la humanidad con la naturaleza (automáticamente). Vadana Shiva, impulsó el movimiento Chipko (abrazar) en el que las mujeres resistían a la deforestación abrazadas a los árboles, plantea que la proximidad de las mujeres a la naturaleza, su relación armoniosa, se debe a que existe un “principio femenino”, ya que ambas comparten características: tiene el mismo género (femeninas), pueden crear y sostener la vida, y viven la misma subordinación en manos del hombre bajo las ideologías del capitalismo y del patriarcado occidental2. Aunque hay varias corrientes dentro del ecofeminismo -radical, cultural, social, socialista-, todas coinciden en que existe una relación entre la dominación y explotación hacia las mujeres y hacia la naturaleza, sin embargo, en esta diversidad el ecologismo es el paradigma central, el feminismo lo complementa, se gesta la idea de la mujer como salvadora del planeta, y pareciera que la historia se repite, asumiendo que si se acaba con el desarrollismo capitalista que no es lo mismo que acabar con el capitalismo o con el patriarcado, se acabará con las opresiones de las mujeres que quedan en un segundo plano.
Suxta: Feminismo en América Latina y El Caribe
2 Visiones de mujer y desarrollo
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● La política del encuentro
El feminismo latinoamericano y del Caribe tiene una característica central, El encuentro, la necesidad de encontrarse, con todos los desencuentros que esto implica, los que también permitieron profundizar posiciones, propuestas teóricas y estrategias de lucha que dieron forma a los feminismos en estos territorios. Encontrarse estaba también profundamente ligado a la autonomía.
A diferencia del feminismo euroccidental hecho desde el individualismo de “pensadoras” y seguidoras, el Feminismo Latinoamericano y del Caribe tiene la memoria de luchas colectivas contra el colonialismo, las dictaduras y contra el neoliberalismo después; así se iniciaron Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe EFLACs. El Primer encuentro fue en Bogotá (Colombia, 1981) donde participaron 189 feministas de 19 países se organizaron cuatro comisiones de trabajo, talleres y foros, y así se iniciaba la primera década de los encuentros, marcada por los intentos de construir “la identidad” del feminismo latinoamericano y caribeño. En esta década se habló sobre sexualidad, lesbianismo, patriarcado, socialismo, imperialismo, cultura, saber y poder, violencia, aborto, desarrollo, con recurrentes preguntas ¿Qué busca el feminismo? ¿Cómo fortalecer la organización y participación de mujeres de sectores populares? Si bien era permanente la pregunta de la identidad, no se concretaba una identidad pero habían claras intenciones de hacer del feminismo una vanguardia en la lucha de las mujeres para “mostrarles el camino”. Con el IV EFLAC hecho en San Bernardo (Argentina, 1990) se iniciaba una segunda década de
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definiciones para el feminismo, en medio del neoliberalismo, que era la nueva cara del patriarcado. La IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, Beijing1995 fue el detonante de las discusiones, el camino a Beijing era un camino hecho para las ONGs, con una agenda y una representación impuesta por la ONU, se hablaba ya de dos tendencias en el feminismo “las utópicas” que apostaban a la transformación y las “de lo posible” que optaban por las reformas y habían decidido pactar con el neoliberalismo, a nombre de todas las mujeres, feministas institucionales y feministas autónomas eran antagónicas. En el VII EFLAC hecho en Cartagena (Chile, 1996) se llamó a las cosas por su nombre, se denunció la oenegeización del movimiento, el activismo se había convertido –para algunas- en una pega y la “lucha” se hacía dentro de las reglas de las financieras, en Chile se denunció al feminismo blanco, heterosexual racista y lesbofóbico; indígenas y afrodescendientes tomaban la palabra y se enunciaba un feminismo “disidente”.
Paradójicamente y a pesar de las críticas que las feministas autónomas hacían a las jerarquías y la representación, la lógica de la caudilla, la teórica, la única transgresora, se hizo igualmente presente en feministas autónomas e institucionales, y surgían así desde nuestra visión, tanto de un lado y del otro, las institucionalizadoras, las que marcaban el camino políticamente correcto, la jefa, la elegida y su séquito.
La idea de un movimiento feminista o un movimiento feminista autónomo quedaba en la intención. La tercera década de los encuentros partió en Playa Tambor (Costa Rica, 2002) años llamados de crisis del movimiento (no
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existente), de despolitización o más bien de neoliberalización, en los encuentros se habló de globalización, ambientalismo, maquilas, democracia, jóvenes, el discurso de lo plural, lo multicultural y de la diversidad, enmascaraban los privilegios y las opresiones, el feminismo pasaba a segundo plano, y en consonancia con la moda eurooccidental de acabar con las identidades se atentaba contra el cuerpo de las mujeres como construcción social histórica y como espacio de luchas, los encuentros se abrirían a hombres trans.
En el XI EFLAC (México 2009) se desató el debate sobre los cuerpos trans y su lugar en el feminismo, con manipulaciones desde las financieras y sus imposiciones coloniales, hay diferentes posiciones sobre ese momento. Las autónomas que cuestionaron y resistieron fueron acusadas de fundamentalistas y transfóbicas. La década terminaba, otra vez postergando la construcción de un proyecto feminista.
El XII EFLAC (Colombia, 2011), el último hasta la fecha y a treinta años del primero inauguró la cuarta década, muchas no asistieron porque el hotel lujoso al que se convocaba era de militares y el encuentro estaría militarizado “por seguridad”, allá se habló de feminismos y postfeminismos, cuerpo político, sexualidad, derechos, igualdad de oportunidades y se exhortó a recuperar el espíritu democrático ¿cuál espíritu y cuál democracia? Al encuentro le faltaba feminismo y terminó institucionalizado pero no
Crearse un espacio propio, un espacio no sólo físico, sino histórico, social, psicológico… Grupo feminista La Revuelta, México: 1983.
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impunemente porque colectivos de feministas autónomas estuvieron presentes para recordar que la lucha es “por un feminismo anticapitalista, antimilitarista, antirracista, laico, no excluyente, participativo, popular, sin escarapelas y sin tarimas”3.
● ¿Feminismo? Institucional
Es muy difícil llamarle feminismo a lo que se hace desde finales de los 80s hasta hoy desde las ONGs llamadas feministas. Los 90s mientras las mujeres vivían las consecuencias desgarradoras del neoliberalismo, que tuvieron como consecuencia, mayor empobrecimiento, migraciones, explotación laboral, dobles y triples jornadas, más violencia, trata y tráfico transnacional de mujeres, las tecnócratas convertían las luchas en algo técnico y no político y nos contaban el cuento de la equidad de género, tratando de convencernos con porcentajes de participación políticas de ellas, que no nos representaban a las mujeres empobrecidas, indígenas, campesinas, trabajadoras. Muchas organizaciones de mujeres se convencieron y aceptaron la intermediación de las “expertas” que se dedicaron al lobby -algo así como definir en charlitas con sus cuates neoliberales- las políticas públicas neoliberales y la llamada incidencia, todo esto porque estaban financiadas para eso, para hacer incidencia, no transformación y así desmovilizar a las mujeres que era el mandato de los organismos internacionales, vamos a cambiar algo para no cambiar nada. La institucionalización no se dio solamente en las ONGs, también en las academias, en el campo jurídico, las
3Apuntes críticos sobre el EFLAC. Por un feminismo sin escarapelas ni tarimas, ver http://heroinadeloperiferico.blogspot.com
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organizaciones sociales, en las instancias del Estado: ministerios y direcciones de la mujer, su estrategia fue espantosa, hacía de las mujeres un sector, un tema más a tratar por los Estados y casi nos creemos el cuento. La tecnocracia de género en complicidad con las financieras y la cooperación internacional, hicieron del feminismo una mercancía, iniciaron un proceso de despolitización, sectorialización y neocolonización que continúa y dependiendo de la moda pasean a mujeres indígenas, jóvenes, lesbianas, trans género por foros y seminarios como trofeos de sus logros de la equidad y la inclusión. Hoy en pleno proceso de cambio en Bolivia las ONGs de género se han vuelto a llamar feministas para estar “a tono” con el proceso, pero su relación contractual con el neoliberalismo no ha cambiado, siguen siendo serviles y funcionales pero con otras estrategias, dividir a los movimientos sociales, cooptar representantes y dirigentas, y hacer leyes para las mujeres como si nosotras no pudiéramos hacerlas, quieren hacernos creer el mito de la imposibilidad, de los proyectos mínimos y reformistas, y quieren montarse en el proceso de despatriarcalización para ponerle color de equidad, porque ni siquiera saben qué es el patriarcado. Pero esta vez no nos creemos el cuento, como planteamos en el feminismocomunitario las mujeres somos la mitad de cada pueblo y el proceso es del pueblo y de sus organizaciones, y sabemos que las ONGs no hacen cambios ni revoluciones, que si hay más mujeres en la política formal, en los municipios y las organizaciones, es una conquista de las mujeres y no un regalo de las ONGs ni una concesión del Estado. Las organizaciones de mujeres no sólo hemos pedido que las ONGs rindan cuentas sino que la plata del Estado y
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de la “cooperación”, llegue directamente a las organizaciones. En Bolivia acabar con las ONGs es parte de la descolonización y tendrán que buscarse otra pega.
● Feminismo autónomo: en búsqueda de un movimiento que no llega
La autonomía se fue construyendo en el feminismo
latinoamericano y caribeño, así nacieron como hemos dicho los EFLACs en los 80s, autonomía para tener un espacio propio político e histórico de feministas aunque pronto se hizo presente la institucionalización- la autonomía se profundizó dentro de los encuentros, se planteó también como espacio para nombrarse frente a un feminismo racista y lesbofóbico, se iba perfilando la autonomía del cuerpo que no pasaba solamente por el aborto sino por acabar con un sistema heteropatriarcal. Los aportes teóricos, creativos, los llamados artísticos de las autónomas fueron centrales para dar vida al feminismo latinoamericano y caribeño y para posicionarse frente a la institucionalización, a la intromisión de las financieras, los partidos y la iglesia, y para luchar contra el neoliberalismo que se comía los sueños y vomitaba desesperanzas.
La primera Declaración del Feminismo Autónomo se hizo en 1996 dentro del VII EFLAC, reafirma la “Permanencia voluntaria en la utopía” y su opción por
Autonomía, descolonización Son nuestros pueblos, son nuestros cuerpos es nuestra decisión Feminismo Comunitario Antipatriarcal Bolivia: 2014
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la construcción de un movimiento que impugne todas las formas del poder patriarcal en lo público y en lo privado, y se acordó iniciar con los encuentros autónomos, así en 1998 el grupo feminista anarquista autónomo Mujeres Creando de Bolivia organizó el primer Encuentro Feminista Autónomo Latinoamericano y del Caribe realizado en Sorata, proponiendo tres ejes del movimiento: autonomía, movimiento feminista y las propuestas, en este encuentro se hicieron presentes las diferencias/heterogeneidades entre autónomas y los caudillismos se hicieron cómplices de un primer intento fallido por hacer movimiento. 2000 Santa Lucía del Este.
El 2009 se organizó un encuentro autónomo días antes de la XI EFLAC en México y se conoció una segunda Declaración: “El desafío de hacer comunidad en la casa de las diferencias” donde se definen como una propuesta ética, política y de transformación del mundo todo desde las mujeres, para nosotras mismas y para toda la humanidad, la Asamblea Feminista participó y mostraba que la propuesta de feminismo comunitario y la comunidad como utopía podía ser articuladora del tejido de un movimiento feminista. El 2012 se realizó otro encuentro autónomo en Porto Alegre, Brasil.
El feminismo autónomo ha sido vital para el feminismo latinoamericano y caribeño, pero definirse con relación a la institucionalidad y concentrar sus energías en esto, no ha dejado espacio para la construcción de proyectos propios, no podemos hablar de un movimiento, hay grupos o colectivos, no hay articulación ni propuesta, posiblemente porque como hemos visto en Bolivia la
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autonomía como resistencia no es suficiente para responder a los procesos históricos de cambio y revolución, de desmantelamiento del sistema patriarcal, capitalista, colonialista y neoliberal que encaran nuestros pueblos.
¡El puño de la lesbiana atenta contra el sistema, el coño de la lesbiana atenta contra el sistema!
La experiencia de organización autónoma de las lesbianas latinoamericanas se dio a finales de los 70s, las lesbianas han sido la interpelación permanente al heterocentrismo de la acción colectiva y de la agenda del feminismo. El ´87 se iniciaron los Encuentros Lésbico Feministas Latinoamericanos y del Caribe ELFLACs, aunque el intervencionismo de las financieras hizo que el debate sobre las relaciones de poder clasistas, racistas, generacionales, androcéntricas y heterocéntricas se dejara de lado a cambio de las demandas por derechos, y en consecuencia en el VIII ELFLAC se dio una discusión muy importante respecto a que los encuentros lésbicos seguirían siendo de lesbianas.
El 2012 se realizó el encuentro lesbitrans en Paraguay y el IX ELFLAC en Copacabana (Bolivia), organizado por la Asamblea de Feminismo Comunitario, los ejes trabajados en Copacabana: memoria, cuerpo, proyecto político y alianzas, más la participación de hermanas de organizaciones sociales, deudoras, comerciantes, afrobolivianas, con quienes terminamos en una gran marcha por el centro de la ciudad, permitieron denunciar al heteropatriarcado en el proceso de cambio
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y afirmarnos en la autonomía y descolonización del cuerpo y la sexualidad de las mujeres
● Mujeres Creando
Mujeres Creando es parte de la historia del feminismo autónomo en Bolivia. El año ´90 nació la Comunidad Creando en el barrio Las Delicias (La Paz, Bolivia). En marzo del ´92 se conformó Mujeres Creando, meses después publicaban el libro ¿Y si fuéramos una espejo de la otra? Por un feminismo no racista, proponían como metodología la mujer como ser autobiográfico que recupera y escribe su propia historia. El ´93 comenzaron las grafiteadas -una mezcla de grafiti y pintadas-, tomaron las paredes con mucha poesía.
Los grafitis provocaban a una sociedad conservadora que no aceptaba que lo privado también es político, cuántas veces nuestra madre, la tía o la vecina se quedaron perplejas porque a ellas les pasaba lo que decían las paredes, de tanta explotación en su casa no tenían ganas y menos fuerza para hacer el amor, las mujeres se cuestionaban y encontraban en las paredes la complicidad para decir lo que no se debía:
Así como tú me quieres yo no quiere ser de ti… Mujeres Creando, Bolivia: 1999
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El gobierno neoliberal, la iglesia, la familia, las instituciones patriarcales reaccionaban feroces, amedrentaban y creaban mitos sobre “las creando”.
En 1994 en su documento Dignidad y Autonomía, denuncian a las ONGs que con sus proyectos de desarrollo nos convertían a las mujeres en beneficiarias sumisas y nos robaban nuestra palabra diciendo que nos representaban frente al Estado y a nivel internacional, “la dignidad era para luchar contra el neoliberalismo ¡Tendremos dignidad, no entreguemos nuestros cuerpos al capital!”. Sus acciones se concentraron en el performance y el arte.
El ´99 las invitaron a exponer en el Museo Reina Sofía de España ¡Eran famosas! El 2002 tuvieron una ruptura por ejercicio de violencia a interior del colectivo.
Por los grafitis y por su intervención en los medios fuimos conociendo la palabra feminismo, dotándole de contenido desde nuestros cuerpos, es decir hicimos camino en un feminismo distinto al de mujeres creando, no del performance individualista sino del intento terco y sistemático de hacer un feminismo en comunidad.
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● Asamblea de mujeres: cuerpo y patriarcado
Las mujeres de distintas organizaciones y barrios estuvimos luchando en la masacre de octubre de 2003, mal llamada guerra del gas, junto a los compañeros y a las wawas, en El Alto y en La Paz, cansadas del neoliberalismo y del gringo Sánchez de Lozada genocida y ladrón -que entregó los recursos de Bolivia a las transaccionales- y hoy vive cómodamente bajo la protección del gobierno de los EEUU. Estuvimos en la calle, en el paro de más de 31 días, resistiendo, debatiendo, cocinando, con rabia pero soñando, mientras la clase media se ponía en huelga de hambre en las iglesias pidiendo solución al conflicto o tal vez protegiéndose del “retorno de las indias y los indios”, que llegaban de las comunidades para sostener las movilizaciones.
Se fue el gringo, lo echamos, en medio del dolor de nuestros muertos. Poquito después de haber escapado de gases y francotiradores que habían sobre los edificios, las mujeres nos juntamos para pensar y reflexionar ¿Qué venía después? Y en esa reflexión estábamos, pero nuestros “compañeros” se adelantaron en dar medidas apresuradas. Se anunciaba la sucesión constitucional. Como pueblo, no sabíamos lo que queríamos, pero estábamos seguras de lo que NO queríamos, no queríamos más de lo mismo, más democracia neoliberal y la misma gente en el gobierno, como mujeres no queríamos más saqueo del territorio, no más violencia. La indignación nos reunión en lo que fue una Asamblea de Mujeres el 2003: vendedoras,
Las mujeres, somos la mitad de cada pueblo… Bolivia: 2009
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estudiantes, dirigentas, compañeras del movimiento sin tierra, indígenas, feministas, queríamos construir nuestra propia propuesta, queríamos cambiarlo todo para que el sol vuelva a calentar.
● Asamblea Feminista, hacia el feminismo comunitario
No fue posible continuar como Asamblea de Mujeres, no coincidíamos, algunas querían hacer un partido para las elecciones y otras seguíamos optando por cambiarlo todo, por hacer la revolución. Nuestras asambleas eran a la vez un espacio de autoformación en el feminismo, un feminismo nuestro, ahí se hizo la Asamblea Feminista que nació con esperanza: la posibilidad del cambio se veía cerquita y ahí queríamos estar. En la Asamblea Feminista, la idea de comunidad como espacio desde el que hablábamos, fue tomando forma hasta enunciarla como categoría política, haciendo de la Comunidad de comunidades nuestra propuesta, político-económica-organizativa; estábamos gestando el feminismocomunitario. El 2007 participamos en el proceso de Asamblea Constituyente en Bolivia y logramos, junto con muchas otras organizaciones, incluir el Art. 338: “El Estado reconoce el valor económico del trabajo del hogar como fuente de riqueza y deberá cuantificarse en las cuentas públicas”. La creatividad de la Asamblea fluía para profundizar el proceso de cambio, el 2009 participamos en la Cumbre de los pueblos sobre el cambio climático (Cochabamba-Bolivia) y denunciamos la lógica patriarcal desde la que nuestro hermano y compañero Evo Morales hablaba de la “Madre” tierra y proponía una lista de derechos, en
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analogía con las mujeres que son vistas como el útero reproductor del mundo que debe producir mano de obra, calladitas y sin quejarse, tampoco organizarse, todo esto a cambio de derechos que serán ejercidos por las que tengan condiciones para hacerlo.
De estos debates, cuestionamientos existenciales, asambleas, discusiones, diálogos con el proceso, con las organizaciones de mujeres, mixtas o de hombres, de este caminar en/con los movimientos, de las exigencias y críticas al gobierno que han tenido eco, se fue gestando el feminismocomunitario que casi diez años después enfrentó sus propias contradicciones pues el patriarcado también atraviesa las organizaciones y denunciando prácticas jerárquicas y violentas se dio una ruptura conformándose el Feminismo Comunitario Antipatriarcal partiendo idea de que la violencia es estructural y que nada la justifica venga de quien venga.
Paqallqu: Feminismos sistémicos y feminismos antisistémicos
Hemos desandado los caminos de aquellos feminismos que pertenecen a territorios eurooccidentales, como un ejercicio de descolonización y de posicionamiento político ante los poderes que éstos, desde sus discursos y prácticas han ido construyendo, prácticas colonizadoras que han reproducido las lógicas masculinas de querer invisibilizar, anular o superar el pensamiento de unas y otras, plateando clasificaciones arbitrarias, haciendo una historia “universal”, diciendo que hay un feminismo de primera y otro de segunda,
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tratando de ocultar, so pretexto de diferencia, los privilegios.
Hemos hecho en el feminismocomunitario un largo recorrido desde hace años, trayendo la memoria de nuestras abuelas, aprendiendo de la lucha de nuestros pueblos, pariendo y haciendo nuestra propuesta feminista en el proceso de cambio para AbyaYala, por eso era imprescindible una ruptura epistémica, hacer nuestras re conceptualizaciones y crear nuestra metodología, desde ahí nos reconocemos feministas, descolonizando el feminismo desde ese lugar es que hablamos y decimos que hay feminismos sistémicos y anti sistémicos. Con esto queremos decir que hay dos claves que hoy nos parecen principales, para que un feminismo u otra lucha pueda ser antisistémica, estas claves son movimiento y propuesta de sociedad, si no hay movimiento ni propuesta, la lucha puede quedarse en la resistencia, en la explicación, en la denuncia, en el esfuerzo aislado, localizado, que rápidamente es tragado, cooptado por el sistema, refuncionalizado, y no llega a ser una lucha antisistémica, no le llega a hacer cosquillas al sistema ni a sus instituciones.
● Remendar o tejer: el movimiento El feminismo eurocéntrico es un feminismo de figuras, de “pensadoras”, una juntucha de esfuerzos individuales, es como si un grupo de feministas hubieran hecho un trabajo con hilo y aguja para coser, remendando los agujeros teóricos, políticos y organizativos ya sea en la izquierda o en la derecha. Han hecho del feminismo un parche, un pedacito de tela que le han cosido a las teorías o proyectos políticos de los hombres para completarlos, de ahí que las mujeres
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hemos aparecido como un sector y no como parte constitutiva del entramado político. Este pensar y actuar desde el individualismo, desde un grupito selecto, ha hecho que concentren sus energías en las explicaciones varias de las opresiones que viven las mujeres, sin llegar a construir una propuesta de sociedad, ni articular un movimiento social, ambas claves dependientes entre sí, porque la propuesta no se construye tampoco desde el ombligo de una, sino desde los cuerpos de todas y eso a la vez hace el movimiento. El feminismo latinoamericano y caribeño ha tenido una historia parecida pero distinta, se ha hecho en el encuentro y eso le da un sentido de movimiento pero no han llegado a construir un proyecto político. Qué podemos decir de las autónomas, pues que no son institucionales, y de las institucionales, que son reformistas neoliberales, pero no podemos enunciarlas desde su proyecto de sociedad, se quedaron en la confrontación entre ellas autónomas versus institucionales. Carecer de ambas cosas nos lleva a la conclusión o por lo menos a la sospecha, de que los feminismos de los que hemos hablado, terminaron siendo fundamentalmente teóricos, descriptivos, redujeron el patriarcado al género, sin propuesta ni movimiento, sus resistencias convertidas en íconos, sus teorías encerradas en la academia y su fuerza creativa congelada en los museos y exposiciones artísticas, alejándose de la lucha de sus pueblos, jerarquizándose, potenciando los caudillismos, los séquitos, reconociéndose mestizas, negras pero optando por diluir las identidades, por negarse, atentando contra las mujeres como categoría política de articulación, son atrapadas, como dicen subsumidas, absorbidas por el sistema. Sin reconocerlo se constituyen en feminismos
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sistémicos que tributan al patriarcado con su colonialismo, heterocentrismo y su despolitización. Se trata de hacer un tejido de rebeldías, pero un tejido comunitario, no somos remendonas de los proyectos masculinos y patriarcales izquierdistas, derechistas o indigenistas, el tejido se hace con las manos, con la memoria, los símbolos, las presentaciones y representaciones, los hilos, la materialidad histórica de nuestros cuerpos, nuestras condiciones concretas, haciendo de la creatividad un instrumento de construcción y de lucha. El tejer nuestras rebeldías para que sean revoluciones crea un movimiento, que se hace permanentemente, que teje figuras y crea símbolos, donde los hilos diferentes se cruzan, el movimiento es movimiento no se paraliza, no se estatiza, no se para, no se vuelve norma, no se institucionaliza, no da paso a los caudillismo, a la corrupción ni a las reformas, porque no es desde el individualismo que se teje, sino desde todas y todos en comunidad. El movimiento no es un número, no es la masificación del feminismo ojalá fuera así, pero eso es muy difícil. El movimiento también podemos decir que es una metodología que nos permite desde nuestra propuesta de comunidad, articularnos con hermanas y hermanos de otras organizaciones, no para que se “afilien” al feminismocomunitario, o para que nosotras “nos sumemos” a las otras, sino para transitar juntas y juntos, sabiendo que la liberación es en comunidad, que una se libera a sí misma, pero que tiene responsabilidad también, en la liberación de las otras, de los otros y de la naturaleza. La liberación es en comunidad para construir la comunidad, comunidad de la que no hay un modelo, esa comunidad que hay que inventar.
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Movimiento que teje ideas y cuerpos, un transitar, caminar juntas y juntos, ser responsables con la vida en liberación y en libertad, encontrarse, desencontrarse e inventar, todo eso y más es el tejido, el movimiento de la comunidad.
● Es frente al patriarcado que definiremos nuestras luchas: la propuesta
La segunda clave que dijimos que es necesaria para hacer una lucha y un feminismo antisistémico es la propuesta de sociedad que está ligada a manera de círculo con el movimiento. La propuesta, el proyecto político se enuncia y se construye en movimiento y el movimiento se mueve mientras se inventa y se construye la propuesta y el proyecto político, que para que sea o no sea anti sistémica depende de su concepción y posición frente al patriarcado, si se asume que el patriarcado, no es un sistema más sino “el sistema” de todas las opresiones y que opera articulando estas opresiones sobre el cuerpo de las mujeres, y, desde estos cuerpos las reproduce en la humanidad y la naturaleza, justificando las guerras, la violencia y la depredación de la naturaleza. Si no se asume esta complejidad del sistema patriarcal, las luchas y en este caso los feminismos no serán anti sistémicos.
Es más fácil la resistencia, la rebeldía, la performance, la bronca, la protesta, que asumir la responsabilidad de acabar con el sistema y hacerlo cada día desde la memoria larga de nuestros pueblos y desde la memoria larga de nuestros cuerpos.
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33° Encuentro Plurinacional de mujeres originarias, negras, migrantes, lesbianas, trans, travestis y bisexuales Trelew, territorio mapuche, en territorio llamado hoy Argentina, 2018
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RUPTURA DEL FEMINISMO COMUNITARIO COMUNICADO ¡NADA JUSTIFICA LA VIOLENCIA!
El sistema patriarcal ha desarrollado muchas formas de accionar en nuestras organizaciones, el Feminismo Comunitario no ha sido la excepción, pues ha encontrado compañeras que se hacen cómplices del sistema encubriendo acciones violentas desarrolladas a la interna del Tejido Bolivia en contra de sus integrantes. Tras un largo camino de búsqueda de reflexión sobre los hechos acontecidos en nuestro territorio, sin encontrar respuesta ni posicionamiento interno, en responsabilidad, en comunidad y en consecuencia con nuestras luchas, hacemos este comunicado público de ruptura con la Orgánica del feminismo comunitario, seguras de que el silencio solo alimenta la impunidad y con la esperanza de que el feminismo sea un territorio donde construir en confianza y libres de violencia, hacemos públicas las razones de nuestra ruptura, buscando aportar a la reflexión dentro de los feminismos, lesbofeminismos, organizaciones de mujeres y organizaciones sociales en general. -Rompemos denunciando la violencia física, psicológica y política que Julieta Paredes ejerció sobre dos integrantes del Feminismo Comunitario en La Paz Bolivia.
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-Denunciamos la violencia política, económica, sexual y feminicida que ejerció contra la compañera Adriana Guzmán (Vocera Ejecutiva Nacional del Feminismo Comunitario en Bolivia 2015-2016). -Hicimos conocer estas denuncias a la Orgánica Internacional, en la cual Julieta Paredes reconoció su accionar justificándolo con argumentos que promueven la misoginia, la propiedad privada sobre los cuerpos y el control sexual, enalteciendo las actitudes machistas, despolitizando las relaciones desde el amiguismo y la victimización. Planteamos hacer la denuncia legal y la orgánica nos pidió que dejemos de llamarnos feministas comunitarias por querer acudir a la justicia patriarcal, nos mandaron a callar. Como parte de la lucha que hacemos desde el feminismo, asumiendo que la violencia hacia las mujeres es estructural, decidimos no callar, no dar más espacio a la impunidad. Los o las violentas deben enfrentar la justicia.
-Denunciamos la violencia desde un posicionamiento político consecuente con la lucha feminista, con la propuesta de la comunidad y del vivir bien que planteamos. Buscamos reflexión, autocrítica y transformación. A cambio recibimos acoso y represión. Julieta Paredes cerró el programa ¡Despatriarcalización Ya! hecho por más de dos años por todas en una creación comunitaria construida lejos de la propiedad privada. Cerrar arbitrariamente el programa es traicionar las luchas
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de las mujeres en nuestro territorio y arrebatarnos una herramienta de profundización del proceso.
-Nuestra decisión de no callar y no defender “el buen nombre” del feminismo comunitario sobre nuestros cuerpos, tiene como consecuencia acoso político sistemático, difamación, calumnias y campañas de desprestigio hacia nosotras y hacia todas quienes han decidido posicionarse, en Bolivia y otros países. Nos encontramos ante una combinación de violencia e impunidad encubierta de la cual las feministas, en ética, no deberían hacerse cómplices.
-En Bolivia como mecanismo de presión para evitar la denuncia legal se llevan adelante acciones que entendemos como contra revolucionarias, porque tratan de convencer a nuestros compañeros y compañeras que sí existen razones para justificar la violencia. Esto atenta contra las luchas que hemos hecho para tener una Ley que garantice a las mujeres una vida libre de violencia, reconociendo que es estructural, que es parte del sistema patriarcal, que es un hecho público y no privado, que es político y no personal, que no son reacciones sino conductas, que no se pueden justificar los feminicidios por emoción violenta o los crímenes pasionales.
-Reconocemos en autocrítica que dentro del feminismo comunitario no profundizamos nuestras reflexiones sobre la violencia y esto nos dejó con
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pocas herramientas para enfrentarla, más aun viniendo de una “compañera”.
-A pesar del acoso, difamación y la sanción que pretenden hacernos en una clara muestra de complicidad machista y misógina, no dejaremos de nombrarnos feministas comunitarias pues hemos construido y alimentado la propuesta con nuestros cuerpos, con nuestros dolores y con nuestros sueños, desde la fuerza de un pueblo decidido a vivir con dignidad. Creemos que el territorio de lucha contra el patriarcado es el feminismo y reafirmamos desde la memoria larga de nuestras abuelas que la propuesta política de mundo que abrazamos es la comunidad. Sin embargo estamos convencidas que hoy existen feministas comunitarias contrarrevolucionarias que despolitizan las luchas que han costado parir, es por esto que a partir de ahora nos nombramos como feministas comunitarias antipatriarcales, pues no entendemos la lucha contra el patriarcado si no se lucha contra la violencia estructural hacia las mujeres, por ser esta su herramienta de legitimación e imposición del poder patriarcal, capitalista y colonial sustentado especialmente en nuestros cuerpos.
-Asumimos esta denuncia pública como un desafío para el feminismo, como una convocatoria a profundizar la reflexión sobre las violencias que se reproducen en nuestras prácticas, como una necesidad urgente de ser consecuentes con nuestros discursos, no se puede callar ni encubrir a nadie
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aunque se trate de una de las llamadas “vacas sagradas”.
-Creemos que el sistema opera robándonos la esperanza de que otro mundo es posible, robándonos la fuerza de la construcción popular, colectiva y comunitaria, dejándonos como única opción la organización con lógicas caudillistas y casi sectarias, teóricas y dogmáticas. Eso enfrentó el feminismo comunitario y eso enfrentan hoy los procesos de transformación en Abya Yala, procesos que tienen que reposicionarse frente al patriarcado para ser realmente revolucionarios.
-Convocamos a las compañeras y compañeros de lucha, a las organizaciones sociales del proceso de cambio en Bolivia, con el cual reafirmamos nuestro compromiso, a las feministas, a las organizaciones de pueblos hermanos, a asumir una posición política no respecto de las personas, sino frente a las relaciones de poder y a la violencia contra las mujeres que no importa de quién venga será siempre patriarcal. Es urgente que al interno de nuestras organizaciones no se encubra, no se reproduzcan lógicas familistas, moralistas que nos piden callar para cuidar la imagen. Al interno se necesita responsabilidad política, decisión y no complicidad. Denunciar y poner en el debate público las miserias que existen en nuestras organizaciones, es un acto honesto para seguir haciendo camino.
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Nosotras mujeres indígenas, aymaras, quechuas, creadoras y criadoras de vida, lesbianas, migrantes, feministas comunitarias hoy antipatriarcales reafirmamos nuestra posición ¡NADA JUSTIFICA LA VIOLENCIA! Por un feminismo útil para la lucha de nuestros pueblos
Por un feminismo capaz de cuestionarse
Adriana Guzmán, Jimena Tejerina, Diana Vargas, Julia Castillo
Escrito y comunicado interna y personalmente desde febrero, hecho público la madrugada del 24 de marzo de 2017, después de mucha reflexión.
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¡NADA JUSTIFICA LA VIOLENCIA!
Comunicado 2/ Violencia de Julieta Paredes
En marzo del 2017 hicimos pública la ruptura del feminismo comunitario en Bolivia denunciando la violencia política, económica, sexual y feminicida que ejerció Julieta Paredes contra la vocera de la organización con quien habían sido pareja, y la violencia psicológica, física y económica ejercida hacia las integrantes de la organización que decidieron posicionarse contra estas prácticas, sin importar la edad ni vulnerabilidad. Denunciamos desde un posicionamiento político consecuente con la lucha feminista, con la comunidad y con el vivir bien. Denunciamos desde la indignación porque Julieta Paredes además es experta en la Organización de Estados Americanos OEA para el Convenio Belem Do Para de lucha contra la violencia.
El Comunicado1 de ruptura fue una convocatoria a la autocrítica sobre las violencias que se reproducen en nuestras prácticas, organizaciones, estructuras y no estructuras. A un año de éste hemos conocido pronunciamientos públicos en diferentes territorios que reafirman ¡Nada Justifica la violencia! venga de quien venga. También hay quienes desde el caudillismo y el machismo justifican las acciones violentas y quienes optan por el silencio. Por eso el Comunicado2 es una convocatoria a profundizar las reflexiones, a enfrentar los moralismos y familismos dentro de los feminismos
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y a tomar posición desde la vida frente a la violencia como herramienta indispensable de nuestras luchas.
Después de haber buscado mecanismos internos, mediaciones y autocrítica que frenaran la violencia, optamos por la denuncia penal. Las pruebas presentadas permitieron la Imputación formal. A la fecha el juicio es dilatado sistemáticamente y manipulado con tráfico de influencias. Julieta Paredes sostiene que la Ley 348 que garantiza a las mujeres una vida libre de violencia en Bolivia no es aplicable a lesbianas, que la violencia familiar solo es delito en familias heterosexuales, que la ley es para juzgar a hombres y ella es mujer. Todos argumentos falsos. En cartas y en sus declaraciones admite haber ejercido violencia y justifica sus actos con los mismos elementos que agresores y feminicidas. Aún evade la orden de alejamiento y mantiene su acoso, calumnia, desprestigio y amedrentamientos contra quienes la denunciamos. Como parte de la investigación otras compañeras de Bolivia y de otros países que también han vivido violencias de Julieta Paredes se han presentado como testigos, acto de consecuencia que admiramos y abrazamos. A un año de la denuncia, desde el Feminismo Comunitario, hoy Antipatriarcal, exigimos a las organizaciones sociales, al movimiento feminista y a los medios de comunicación del Estado en Bolivia, menos silencios, menos complicidades y más posicionamiento frente a la violencia. ¡Agradeceremos la difusión del comunicado2 como parte del acuerdo de vivir!
Desde la indignación, marzo 2018, La Paz Bolivia.
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