Frente a los caciques y su autonomía: ¡El Sur de Castilla en rebeldía!
Hoy, 31 de mayo, las instituciones autonómicas conmemoran la constitución de las “Cortes de Castilla – La Mancha”, que tuvo lugar un día como hoy del año 1984. Desde Yesca creemos que no hay mucho que celebrar este día, no porque los castellanos del sur (manchegos o no) no lo merezcamos, sino porque creemos que esta Comunidad Autónoma, al igual que las otras 4 en las que está fragmentada la nación castellana, surgió precisamente para tratar de borrar nuestra identidad como pueblo, para saquear nuestra tierra y despoblarla, y para empobrecer a la clase trabajadora, en pos del proyecto de las élites españolistas y franquistas convertidas en “demócratas” durante la falsa transición. Además, nos parece una falta de respeto a las propias gentes de Castilla-La Mancha tener una festividad artificial como esta, mientras ignoran y olvidan fechas tan importantes de nuestra historia como puede ser el 2 de febrero, con la caída del Toledo comunero a manos de Carlos I.
Las instituciones autonómicas, así como sus medios de comunicación y en los propios planes de estudio, se han encargado de ocultar nuestra historia, especialmente a las generaciones más jóvenes, y de sembrar la confusión identitaria entre las gentes de estas tierras. Por un lado, acostumbran a llamar manchego a todo el territorio, siendo la Mancha, aunque extensa, una de las muchas comarcas históricas por las que están formadas nuestras 5 provincias. A la vez, desde las instituciones no se estudia ni se hace pedagogía sobre los límites exactos de la mancha o del resto de comarcas, por lo que, de forma tramposa, se utiliza una parte del territorio para invisibilizar al resto, sin un mínimo respeto ni a unos ni a otros. El objetivo es la uniformidad artificial, para borrar cualquier rastro de identidad con arraigo popular que pueda amenazar la hegemonía españolista y servir de combustible para el cambio social. Más de una y más de uno nos hemos preguntado en el colegio, cuando nos enseñan la división territorial del Estado, por qué el nombre de esta comunidad tiene un guion en medio, que es más propio de un bufete de abogados que de un territorio. ¿Qué es Castilla? ¿Qué es la Mancha? ¿Son dos cosas diferentes que se escriben juntas o es la misma cosa? Todas estas preguntas nos habrán rondado la cabeza en algún momento de la infancia, tristemente sin ninguna respuesta.
Nos parece irónico que para la celebración de este año el gobierno regional haya elegido el lema “somos comunidad”, cuando se ha negado y se niega a rescatar y conmemorar uno de los hitos más importantes de nuestra tierra como fue la Guerra de las Comunidades o Revuelta de los Comuneros (1520-1522) que ahora cumple 500 años, donde muchas ciudades y pueblos del sur de Castilla jugaron un papel crucial. Volvemos a lo mismo, nos quieren ignorantes de nuestra propia historia y desprovistos de una identidad nacional que nos permita ser sujeto político y defender nuestra tierra y nuestros derechos.
Al margen de cuestiones identitarias, la autonomía ha servido para que caciques, terratenientes y señoritos en general, que llevan siglos viviendo de las rentas y perpetuando el subdesarrollo, mantengan y extiendan sus negocios a través de todo tipo de contratos públicos, a costa de nuestro trabajo, nuestros servicios públicos y de la salud de nuestro medio rural.
Tras décadas de gobiernos autonómicos, nos encontramos con que la “Junta de Comunidades” no ha tenido en ningún momento un proyecto serio para esta tierra más allá del centralismo españolista y la madrileñización de Castilla, convirtiéndonos en una tierra de paso en los ejes Madrid-Levante y Madrid-Andalucía. Nos encontramos con una comunidad autónoma desindustrializada y subdesarrollada económicamente, con una vertebración irregular e insuficiente de su territorio. Es más fácil ir a Madrid en transporte público desde cualquier punto de las cinco provincias que a pueblos colindantes de la misma comarca, separados por unos pocos kilómetros. Esto ha provocado la paulatina despoblación de vastas zonas del territorio, carentes de servicios e incomunicados, con la juventud viéndose obligada a emigrar.
¿Y qué han hecho para revertir esta situación los sucesivos gobiernos que supuestamente representan a esta tierra? Pues nada, más bien al contrario. En la última década, sobre todo, hemos visto un recorte brutal en nuestros servicios públicos: transporte, educación, sanidad y servicios sociales, llevados a cabo especialmente por el gobierno de Cospedal pero mantenidos y no revertidos por el gobierno de García-Page. Despidos masivos de trabajadores y trabajadoras públicas, hospitales que se caen a cachos, aulas masificadas o personas mayores que mueren sin obtener una plaza en residencia o sin cobrar la ayuda a la dependencia son solo algunos de los miles ejemplos. De cara a la defensa de nuestros recursos, como es el caso del río Tajo, la defensa del medio rural frente al Fracking, los cementerios nucleares o las macrogranjas, no hemos visto más que el abandono y el servilismo total de las instituciones autonómicas a los gobiernos españoles desde hace 40 años, poniendo de manifiesto, como comentábamos antes, que no tienen otro proyecto para nuestra tierra más que el de un desierto, una tierra de paso, un vertedero.
En los últimos meses hemos visto muy claro cómo, mientras nuestros hospitales se desbordaban a causa del COVID19 y de las políticas de recortes y privatizaciones que veníamos sufriendo, el infame presidente Emiliano García-Page ha salido en rueda de prensa a decir que todo estaba bien, a tachar de vagos a los trabajadores y trabajadoras de la educación y a verter insultos contra el independentismo catalán, todo como cortina de humo para ocultar su pésima y nula gestión de la crisis. Nos parece un ejemplo muy ilustrativo de lo que han representado la comunidad autónoma y sus presidentes a lo largo de la historia: utilizar su cargo para atacar a otros pueblos y territorios del Estado mientras abandonaban y maltrataban al suyo propio. Desde luego no necesitamos ni queremos a este tipo de “representantes”.
Pero frente al abandono y las constantes humillaciones por parte de la institución, aquí siempre ha habido un pueblo digno que no se ha callado ni dejado pisar, que ha defendido y reclamado lo que es suyo con uñas y dientes. Recordamos a los mineros de Almadén encerrándose en los pozos allá por 1979 contra el cierre de estos sin alternativa económica y laboral para la comarca. Almadén, pueblo combativo, ha llenado también sus calles en los últimos años contra el cierre de la Escuela de Minas en 2010 o por una sanidad digna en su comarca hace menos de un año.
Recordamos también las movilizaciones en Alcázar de San Juan contra el desmantelamiento de la industria ferroviaria a principios de los 90. La lucha por la defensa del ferrocarril ha sido una constante en las provincias que componen Castilla-La Mancha. Esta se ha recrudecido en los últimos años, especialmente en Cuenca, donde la llegada del AVE ha supuesto cierre de estaciones y líneas de tren convencional, que sumado al nulo mantenimiento de las líneas férreas, no ha hecho sino agravar la situación de despoblación que vivimos desde hace décadas, especialmente grave en las provincias de Cuenca y Guadalajara, y que sindicatos y plataformas ciudadanas llevan años denunciando.
Con la llegada de los 2000, en los grandes municipios de la Mancha como Tomelloso o Villarrobledo, se agudica la lucha social reclamando hospitales propios, que les dieran servicio a ellos y a los pueblos de sus comarcas, hospitales que llevaban prometiéndose dos décadas pero que nunca llegaban. Finalmente, gracias al empuje del movimiento popular, se consiguió la construcción de dichos hospitales, aunque la lucha no acabó ahí, porque prácticamente desde su construcción hubo que seguir empujando para dotarlos de la infraestructura necesaria y contra la incipiente privatización y cierre de plantas.
También recordamos como, en los años más duros de los recortes en educación, los y las jóvenes llenaron las calles de los nuestros pueblos y ciudades en defensa de una educación pública y de calidad.
Pero, sin duda, algunas de las cuestiones que más han puesto en pie de guerra los castellanos y castellanas del sur son las que atañen a la defensa del medio rural. El criminal enfoque del trasvase Tajo-Segura lleva ya muchas décadas arruinando a los pueblos de la cabecera del Tajo y a su medio natural. Una vez más han sido diferentes plataformas del movimiento popular las que han tenido que defender a capa y espada nuestro río, mientras desde la comunidad autónoma ha habido mucho ruido y pocas nueces para frenar el expolio de nuestra agua. Otra cuestión importante son los proyectos para perforaciones subterráneas por Fracking, la construcción de macrogranjas, macro vertederos y cementerios nucleares, que han puesto en pie de guerra a las vecinas de muchos pueblos estos últimos años en las cinco provincias.
Estos son solo unos pocos ejemplos de todas las luchas que se han dado en nuestras cinco provincias a lo largo de estas décadas en defensa del trabajo, de los servicios públicos, contra la despoblación y el expolio de nuestros recursos naturales.
Aprovechamos también para mandar un abrazo antifascista y solidario a la enfermera de Ciudad Real que hizo frente a la extrema derecha la semana pasada, y que ha tenido que soportar todo tipo de acoso por las redes sociales.
Por todo esto, creemos que aunque la creación de la autonomía no sea un motivo de celebración, era importante aprovechar la fecha para recordar que si en esta tierra se ha conseguido avanzar en algo, o al menos no retroceder, ha sido por las luchas que el movimiento popular ha llevado a cabo, nunca gracias a unas instituciones autonómicas lacayas del gobierno español, que jamás han tenido un proyecto real más allá de enriquecerse a costa de regalar nuestros recursos naturales y servicios públicos al mejor postor.
Desde Yesca creemos que, para enfrentar todos los problemas comentados, poder cumplir con las reclamas populares y dar un futuro a nuestra tierra, no hay otro camino que de recuperar la soberanía. Es decir, que la solución a los problemas de lo que hoy es Castilla–La Mancha pasa por recuperar nuestra historia y nuestros lazos con el resto de la nación castellana, para volver a ser un pueblo unido que pueda reclamar lo que es suyo. No podemos esperar que el mismo Estado español que nos ha dividido y saqueado vaya a solucionar nuestros problemas, ni manteniendo esta autonomía ni subdividiéndola en dos o tres. No es cuestión de crear más chiringuitos políticos, es simple y llanamente que, a más España, menos Castilla. Tenemos el deber de salir del secuestro en el que el españolismo trata de mantenernos, utilizándonos como punta de lanza contra los procesos soberanistas de otros pueblos mientras deja morir a nuestra tierra. No se trata de que otros pueblos tengan que perder derechos, se trata de que nosotros y nosotras empecemos a luchar para conquistar los nuestros.
Apostemos por una Castilla soberana que garantice los derechos de la clase trabajadora y de las mujeres, así como la vida de los recursos naturales, medio rural y particularidades culturales de provincias y comarcas. Desde el Movimiento Popular Castellano no buscamos una unificación ni una uniformidad forzosa propia del proyecto españolista, sino que proponemos un nuevo modelo de construcción nacional plural, respetuoso con nuestra historia, en el que todos y todas quepamos, seamos manchegas, alcarreñas o serranas.
Evidentemente existen diferentes visiones de cómo articular la división del territorio, o la duda de si puede ser igual en el sur de Castilla que en el norte. Esto es la mejor prueba de que el proyecto autonómico es un total fracaso y que no hay salida dentro de este marco. No hay otra solución que la reconstrucción de la nación castellana, de forma democrática y participativa, y así ir encontrando respuestas colectivas a los interrogantes y problemáticas que actualmente tenemos. Construyamos un nuevo país, de verdad soberano, que nos de herramientas para solucionar nuestros problemas reales y cotidianos, que nos permita tener un futuro en nuestra tierra sin necesidad de emigrar lejos de ella.
Yesca, la Juventud Castellana y Revolucionaria