Carta del Subcomandante Marcos

Carta escrita por el Subcomandante Insurgente Marcos a mis hijos, cuando convivíamos en la Comisión Legislativa (COCOPA) para el establecimiento de la paz en Chiapas en Octubre de 1996. Fue escrita el 18 de Octubre de ese año, en las montañas del Sureste Mexicano, Chiapas.



Carta del Subcomandante Marcos

El Siglo de Durango
sáb 6 jun 2020

 
Despacio que voy de prisa

Mi agradecimiento a la Dirección de El Siglo en Durango, por abrirme éste espacio editorial, que me dará la oportunidad de expresar con libertad mi visión y experiencia en mis años en el servicio público.

Quiero iniciar con esta carta escrita por el Subcomandante Insurgente Marcos a mis hijos, cuando convivíamos en la Comisión Legislativa (COCOPA) para el establecimiento de la paz en Chiapas en Octubre de 1996. Fue escrita el 18 de Octubre de ese año, en las montañas del Sureste Mexicano, Chiapas

 

“Aarón y Rodolfo: Imagino que les sorprenderá que les escriba. Resulta que yo conozco a su papá. Las circunstancias en que las conocí no fueron las ideales, pero creo que hubieran podido ser peores. Durante el tiempo que nos hemos visto, hemos aprendido a conocernos.

 

Por mi parte, y me atrevería a decir que por parte de todos los delegados del EZLN, Don Rodolfo se ha ganado el respeto que todo hombre cabal merece. No coincidimos con las posiciones políticas de él y de su organización política, algunas de esas posiciones son diametralmente opuestas a las nuestras, pero la honestidad de Don Rodolfo está, para nosotros, fuera de duda.

 

Es bueno saber que, en campos opuestos del quehacer político, hay hombres y mujeres consecuentes con sus ideas. Don Rodolfo es uno de esos hombres que, cuando creen algo, se empeñan por conseguirlo. Maestro involuntario, Don Rodolfo, nos ha enseñado que aún en lados opuestos a nuestra idea política hay seres humanos sensibles e inteligentes. Y créanme que ambas cosas, sensibilidad e inteligencia, no son muy comunes entre los políticos mexicanos. En fin, creo inútil hablarles más sobre Don Rodolfo. Ustedes lo conocen desde hace más tiempo y lo que yo les escribo solo confirmará lo que ustedes ya saben.

 

Nuestra lucha, nuestra causa, los ideales que nos animan en este atropellado paso público que llevamos (y que abunda en resbalones y caídas), son los de dignidad y las condiciones para que ésta pueda ser vivida por nosotros. ¿Quién podría regatearle a un ser humano su derecho a vivir dignamente? Bueno, si hay quien: el Gobierno que padecemos, el sistema político que corrompe y denigra, el mundo que nos vende y nos compra.

 

No quisiera aburrirlos con una larga perorata (que, además, me imagino que ya habrán escuchado o leído antes) sobre lo que se ha dado en llamar el neo-zapatismo. Es preferible, creo, que confirmen de un modo más agradable lo que ya saben a través de ese caballero andante que es Don Durito de La Lacandona. Él ha escrito un abecedario para escarabajos donde explica, con imágenes fragmentadas, la lucha zapatista. Espero que el texto les sirva de algo y, al menos, les arranque una sonrisa.

 

Tener ideales es común a todos los seres humanos, pero vivir conforme a ellos no es tan ordinario. Sólo algunos y algunas, hombres y mujeres, tienen la entereza suficiente para, a lo largo de toda una vida, mantener arriba, como alta bandera, las ideas que les animan el paso y el corazón.

 

Contra lo que pudiera pensarse, esta consecuencia con los ideales no es patrimonio de una corriente política o de un ala de la complicada geometría que parcela en derecha, centro e izquierda (más las subdivisiones que se quieran). A este sostener los ideales (muchas veces contra todo y contra todos) supera la esfera política y más bien parece ubicarse en la esfera propiamente humana. Y el hombre es, antes que político, un ser humano.

 

No conozco a ninguno de ustedes dos, pero conozco a parte de la sangre que llevan dentro. Estoy seguro que esa sensibilidad y esa inteligencia que aprendimos a reconocer, también encontrará en su paso de ustedes el ritmo y la cadencia que sus propios ideales les inspiren. Vale. Salud y que el abecedario del futuro la “M” sea de “mañana”".

 

Y terminó la carta firmada por el Subcomandante Insurgente Marcos, desde las montañas del Sureste Mexicano