Por la vida, la asamblea indígena en homicidio de Caloto, ejerció acciones contra los actores materiales y sus instrumentos de guerra.
Pueblos indígenas del Cauca, en el marco del artículo 246 y 330 de la Constitución Nacional, aplicó remedios a siete integrantes de la de la estructura Dagoberto Ramos, quienes desarmonizaron el territorio dejando como víctima a Jesús Antonio Rivera de 32 años de edad, comunero de la vereda de Huellas, municipio de Caloto, al norte del Cauca.
En la asamblea, la comunidad estableció que los dos responsables de accionar el arma que dejó sin vida al comunero, serán armonizados en patio prestado, donde estarán en centros penitenciarios por 25 años, a ellos también se les sacudió la enfermedad o el sucio, con nueve latigazos.
Desde la jurisdicción especial también se determinó cinco años de patio prestado y nueve sacudidas a dos reincidentes que ya habían sido enjuiciados por desarmonías en sus territorios y los otros tres, quienes realizaron la centinela, la asamblea determinó darles tres años de trabajo comunitario y les aplicaron 41 sacudidas.
Los instrumentos que usaron los responsables de la muerte del comunero, las armas y demás elementos, quedaron en manos del episcopado Colombiano como un mecanismo para activar un diálogo territorial humanitario.
En presencia del arzobispo de la ciudad de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve, las autoridades indicaron que además del remedio se entrega en custodia las armas a la iglesia católica, con el fin de que desde ahí se convoque a un dialogo abierto y sincero a los actores armados que están desarmonizando los territorios .
Encontrar la posibilidad de defender el territorio, salvaguardar la autonomía y avanzar sobre el propósito de respetar la vida como elemento fundamental de la existencia humana, es el propósito de mantener las armas en custodia, un instrumento de guerra y muerte con el que se espera construir un puente que conduzca al diálogo, la reconciliación y la paz.
Por comunicaciones – CRIC