Los tres ejércitos del estado son subordinados al capital

Nos referimos al ejército militar, al ejército de la salud y al ejército del trabajo, que son regulados constitucionalmente bajo el mando del poder y del salario asegurándose que no puedan tener medios de acceso a los alimentos y la energía a no ser por medio de una paga regular con la cual podrán acceder a la satisfacción de sus necesidades únicamente ingresando al mercado, es decir a la circulación mercantil controlada por los grandes propietarios de los medios de producción



Los tres ejércitos del estado son subordinados al capital

Jaime Yovanovic (Profesor J), abogado constitucionalista

Nos referimos al ejército militar, al ejército de la salud y al ejército del trabajo, que son regulados constitucionalmente bajo el mando del poder y del salario asegurándose que no puedan tener medios de acceso a los alimentos y la energía a no ser por medio de una paga regular con la cual podrán acceder a la satisfacción de sus necesidades únicamente ingresando al mercado, es decir a la circulación mercantil controlada por los grandes propietarios de los medios de producción, gestión y distribución, que a su vez controlan y subordinan sectores de empresarios y comerciantes medios y pequeños, y a los estados, que se convierten en sus socios y agentes para la mantención y reproducción de las ganancias globales de las cuales se saca una parte que va a las llamadas finanzas públicas con las que financian los tres ejércitos del estado-capital o del capital-estado.

EL EJÉRCITO MILITAR

Es un ejército profesional que los estados aseguran su lealtad mediante beneficios a su sector de mando, la oficialidad, como el ejército chileno que recibe parte de los ingresos de la exportación del cobre (hoy en discusión) y el ejército venezolano que ha formado su propia empresa minera para incorporarse al programa extractivista del Arco Minero del Orinoco junto a otras empresas, la mayoría de capital internacional, entre otros empresas chinas, rusas y norteamericanas.

 

El ejército chileno dio un golpe militar el año 1973 derribando el gobierno constitucional y asesinando, torturando, expulsando y desapareciendo miles de ciudadanos para imponer la política económica neoliberal, que significa menos estado y más libertad de comercio, que es el modelo que han seguido hasta hoy todo los gobiernos electos de derecha y de izquierda y hoy día con la pandemia ahora todos quieren un estado centralizado, vigilante y autoritario, misión que los oficiales de las fuerzas armadas sabrán cumplir con gusto arrastrando tras de sí a los suboficiales y tropas mediante la obediencia debida y, obviamente, el salario, que llevan a casa para mantener a la familia.

 

Karl Mark, el principal teórico de las izquierdas sostenía que había que ocupar el estado y tener un ejército profesional para avanzar al comunismo, lo que fue del agrado de los partidos burocráticos llamados marxistas o comunistas, pero finalmente Marx se declara no-marxista y sostiene en un cambio y desarrollo de sus ideas que ya no se necesita el estado para avanzar a la sociedad sin clases, sino que la comuna lo sustituye dejando sólo algunas tareas para un trabajo centralizado, además dice que no se necesita un ejército profesional, bastando el pueblo en armas, lo que llevó a las burocracias a decir que aquel Marx al que tanto habían aprendido y seguido, ahora no hay que seguirlo y “hay que interpretarlo”. (Ver la Introducción de Engels al libro de Marx “La guerra civil en Francia” y el capítulo 3 de dicho libro donde Marx analiza la experiencia de la Comuna de París).

 

Si el ejército militar es parte del estado y además es transitorio, podemos analizarlo en sus partes: Ya sabemos que la oficialidad está directamente ligada a las grandes familias y a las empresas del capital, como sabemos que los suboficiales y tropas están muy lejos de esas grandes familias y empresas, por lo que podemos verlos como parte de las familias y vecinos de nuestros barrios, por lo tanto no podrán dejar de ver que las familias, barrios y poblaciones del pueblo estamos cambiando, que después del estallido social se formaron asambleas vecinales por todo el país, que en la pandemia se han formado y se siguen formando huertas, ollas comunes y brigadas “sólo el pueblo salva al pueblo”, y que estamos aprendiendo a que ya no debemos estar atrapados por las redes mercantiles para el alimento y la energía. Cuando ellos vean que hay otro modo de las familias resolver las necesidades y esos otros modos no son propuestas ni promesas sino que poco a poco se van transformando en patrimonio del pueblo y se masifica la autogestión, las huertas, la agricultura urbana, las brigadas de apoyo, las brigadas de salud, etc, esos suboficiales y tropas junto a sus familias y vecinos ya no nos verán como enemigos.

 

EL EJÉRCITO DE LA SALUD

Los funcionarios de la salud pública o privada dependen del ministerio de salud, aunque algunos están subordinados a la empresa privada, otros a las municipalidades y otros al ministerio. Todos ellos dependen del salario y con eso vienen las luchas políticas y sindicales donde quienes obtienen mejores beneficios son elegidos como dirigentes, en tanto los que quieren hacerse cargo del estado y/o del municipio, ofrecen el cambio social o la revolución y agrupan adeptos con esa promesa.

 

Iván Illich, que no tiene nada que ver con Marx ni era anarquista como algunos lo dicen, era un cura que estudió el sistema de salud y escribió el libro “Némesis Médica” que explica que el ministerio de salud no tiene por objetivo la salud de la población sino la cohesión del estado, es decir traer gente a depender y apoyarse en el estado como benefactor.

 

De esa manera, los trabajadores de salud, a diferencia de la obediencia debida militar, no se preparan para herir, perseguir, torturar y matar personas, sino que creen sinceramente la mayoría de ellos que nos están ayudando a cuidarnos y se la juegan aún a riesgo de sus vidas, por lo que merecen todo nuestro apoyo y aprecio, perol deben entender que las políticas estatales finalmente nos están matando y que el manejo de la pandemia no se está haciendo para salvar vidas, sino para cambiar la actitud de la población, subordinarse más al estado y al mercado y aceptar finalmente los cambios en la economía y el trabajo en un estado ultra vigilado por sofisticadas redes cibernéticas, chips y cámaras por todas partes.

 

Sólo el desarrollo de nuestra propia medicina y salud por barrios demostrará a estos funcionarios que el estado los está utilizando para adormecernos y descuidarnos confiando que entregados como esclavos salvaremos nuestras vidas.

 

No sólo hay que hablar con ellos, pues no basta la explicación ni el argumento, hay que incorporar tareas de salud en las brigadas de apoyo, hay que establecer campañas barriales de tomar la fiebre y consumir medicinas tradicionales del huerto que hagamos y divulguemos, hay que preguntar si se han tomado la fiebre en la casa donde entreguemos apoyo o hagamos las compras, en fin que no basta con predicar buenas intenciones en internet, hay que hacerlo casa a casa. Una vez que ellos vean, escuchen, lean y sientan que la población se une para cuidarse entre todos, recién allí ellos pensarán en pasarnos algunas ideas o contribuir con alguna sugerencia. Tienen que ver con sus propios ojos que su familia y las familias vecinas se rascan con sus propias manos y somos sujeto protagonista de la vida y la salud sin recurrir al mercado, sólo así podremos comenzar a emanciparnos de la dependencia del estado y del mercado y ellos verán la alternativa junto al pueblo unido de desarrollo de su vocación.

 

EL EJÉRCITO DEL TRABAJO

 

Empresas, fábricas y oficinas emplean trabajadores para cumplir sus objetivos de nutrir o de nutrirse de la circulación mercantil y monetaria que se nos aparece como forma de vivir y de obtener lo necesario para vivir, así trabajamos para obtener dinero, aunque estudiemos una profesión y digamos que es nuestra vocación, nos preparamos para ser un engranaje de una máquina: la máquina del capital que tiene sus estados que elaboran sus constituciones donde se coloca de reina a la propiedad, porque tener es el principio. Tengo luego existo. Eso es más importante que respirar, caminar, tomar agua, comer una fruta, pues si es propiedad de otro te cae encima el peso del estado y su ley. La propiedad se camufla dividiéndola en diversos tipos de propiedad, como de la casa o del automóvil, y así debemos respetar el derecho de propiedad de los medios de producción que explotan la mano de obra y destruyen la naturaleza, como las forestales, mineras, pesqueras y tantas más. Conseguir una casa cuesta mucho y el estado con el mercado deben hacerlo muy difícil para que se valore dicha casa y la tierra en que ha parcelado la madre tierra que no es propiedad de nadie y de uso de todos.

 

Así el salario y el dinero nos mantienen presos y disciplinados respetando la propiedad de los otros para que nos respeten la nuestra. Me ha costado conseguirlo y lo defiendo. La defensa del salario es la defensa de la propiedad y del trabajo, así el ejército del trabajo con sus altos mandos sindicalistas y partidos, son defensores del status quo, del orden establecido y de la ley que lo vigila. Por eso los partidos políticos de derecha y de izquierda luchan por acceder a los altos puestos del estado para establecer y cuidar las normas jurídicas que regulan la propiedad. La derecha ve al estado como el centro que ayuda a coordinar las empresas y la izquierda lo ve como una empresa más y como propietario de las otras, que espera apropiarse de todas para crear la nueva burguesía, como Cornelius Castoriadis llama nueva clase burguesa a la burocracia soviética y como la gente llama boliburguesía o burguesía bolivariana a la burocracia que gobierna con Maduro en Venezuela.

 

Así la maraña económica de la propiedad y del dinero se mezcla con la maraña política del reparto de los puestos estatales y los tres ejércitos, militar, de la salud y del trabajo se crean para defender al estado, y la propiedad de las empresas que extraen la leche de los trabajadores y destruyen la naturaleza.

 

Nuestra relación con la naturaleza está interferida por estas marañas y por eso nos cuesta entender que todo es de todos, pero podemos abolir el estado, el trabajo y el dinero, que hoy están abolidos para las grandes mayorías, y avanzar hacia la autogestión generalizada basada en la administración vecinal de barrios y poblaciones en la federación de los municipios autónomos con las formas de vida de los pueblos originarios, o sea extraer y usar directamente los alimentos y energías que tiene la madre tierra a condición de seguir sus ritmos y necesidades.

 

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