Chile: Desplegar la potencia popular constituyente y autogobernante como hicimos en la explosión social y hoy hacemos con cientos de ollas comunes

La fuerza del pueblo deriva de su potencia, que queda anulada cuando se usa solamente como aparato de fuerza, pues la potencia es capacidad y energía, con lo que se pueden además imaginar, crear y ejecutar muchas cosas, incluyendo un mundo nuevo, y para el desarrollo y despliegue de la potencia social hace falta el protagonismo social, es decir, que el pueblo se asuma como sujeto histórico transformador, no como masa seguidora de un líder o un profeta.



Desplegar la potencia popular constituyente y autogobernante como hicimos en la explosión social y hoy hacemos con cientos de ollas comunes

Jaime Yovanovic (Profesor J)

 

Cuatro tendencias disputan en el pueblo para avanzar hacia el cambio civilizatorio que significa el fin del estado y la vuelta a la estrecha relación con la madre tierra: Tres de ellas tienen al pueblo solamente como masa y ellos quieren ser los que dirijan “en nombre del pueblo”, una es la derecha, otra es la izquierda de la nueva mayoría y del frente amplio, y la tercera es la izquierda no tradicional, llamada a veces revolucionaria o armada. La diferencia entre estas dos izquierdas es solamente que unos quieren ganar por las elecciones clásicas y fuerzas armadas incluidas, en cambio los otros quieren derrotar a las fuerzas armadas y hacer otras fuerzas armadas profesionales para gobernar el mismo estado. Todas esas tres tendencias tienen sus partidos legales o clandestinos que tienen que ponerse a la cabeza de las empresas, de los sindicatos, de las juntas de vecinos y de las municipalidades para desde esas estructuras ganar adeptos que apoyen y hagan propaganda a su estrategia de alcanzar el gobierno.

 

La cuarta tendencia, que tiene un ritmo de crecimiento extraordinario y que muy pronto pasará a ser mayoritaria, es la que no viene con receta para llegar al gobierno, como si un gobierno pudiera cerrar el paso a las grandes empresas que destruyen la naturaleza y a las comunidades que la defienden, es decir, son todos los demás que no se quedan en la fuerza del pueblo, con la cual estos gallos quieren utilizarnos como soldaditos de plomo y carne de cañón, que vayamos a su guerra por el poder y les saquemos las castañas del fuego. La fuerza del pueblo deriva de su potencia, que queda anulada cuando se usa solamente como aparato de fuerza, pues la potencia es capacidad y energía, con lo que se pueden además imaginar, crear y ejecutar muchas cosas, incluyendo un mundo nuevo, y para el desarrollo y despliegue de la potencia social hace falta el protagonismo social, es decir, que el pueblo su asuma como sujeto histórico transformador, no como masa seguidora de un líder o un profeta.

 

La fuerza  se pierde si se usa “contra algo o alguien”, en cambio la potencia se amplía tremendamente si se usa a favor de algo o alguien. De allí que la potencia de la explosión social se expandió a los barrios y allí las tendencias fueron dividiendo al pueblo cada una con sus cabildos o asambleas, unos para aprobar una nueva constitución (partidos de la nueva mayoría y del frente amplio), otros para proponer una constituyente propia (el resto de los interesados en el poder). Esa división de estrategias, que jugaba en contra del pueblo unido aún se mantiene a la espera de “volver a la normalidad” y los partidos se encuentran agazapados esperando como el gato que espera al ratón.

 

La tendencia popular no ha congelado su potencia y se despliega por todos lados, comenzaron los cabros de la Primera Línea limpiando las barras de los metros y formando brigadas sanitarias y de apoyo ayudando a hacer las compras y otras múltiples tareas que ha obligado la pandemia, la cuarentena, el mal manejo del gobierno y las peleas internas del Colegio Médico, que está más preocupado de una probable candidatura presidencial que de la salud, con lo que sus dirigentes han caído en las tendencias burocráticas.

 

Muy luego se fue ampliando la participación y surgen por todas partes los comités y brigadas “Sólo el pueblo ayuda o cuida al pueblo”, para culminar en otra explosión social, la de las ollas comunes, que están creciendo como callampas tras la lluvia en muchísimos barrios y poblaciones, la mayoría como en Valparaíso el destacado ejemplo del grupo de jóvenes del cerro Cordillera que empezaron a cantar en los techos y luego siguieron conectándose con otras dinámicas como la olla común, el pan y la huerta, sin receta ni guía para la acción, a puro ñeque y corazón palpitante, que como muchos otros en muchos lugares muestran lo que afirmamos de que el despliegue de la potencia se va ampliando en la construcción de lo nuevo, sin contar con el diseño previo de las nuevas formas de vivir, pero haciendo el trazado mientras caminan cantando y dialogando con vecinos.

 

Es claro que los agazapados se están acercando de diversos lados y frentes con la sana intención de envolverlos en sus marañas y telas de arañas, pero a esta altura del campeonato ya eso es secundario, pues el protagonismo social autónomo y autogobernante está surgiendo hasta debajo de las piedras, lo que ha asustado al poder y ahora intentan establecer normas jurídicas que regulen y ordenen –disciplinan- esta nueva ola social, lo que representa una expresión de contradicciones internas de la ciencia jurídica y de las técnicas del derecho:

 

No somos legales, pues la legalidad está para servir al estado y las empresas extractivistas, pero tampoco somos ilegales, que es la otra cara de la misma moneda, somos alegales, que significa sin ley, pero tampoco en contra de las leyes, de modo que estamos creando nuevas leyes desde abajo y las que vengan de arriba intentarán contener la expansión y enmarcar a sus participantes para tenerlos en la mira. Más claro echarle agua, como decía el caballero de La Mancha: “No te preocupes, Sancho, si los perros ladran es señal de que cabalgamos”.

 

Así que sigamos ampliando y vamos a preparar tierras retirando el cemento de donde sea posible para multiplicar las huertas y así contar con nuestros propios alimentos sin tener que recurrir al mercado. Así estamos preparándonos para administrar los barrios entre vecinos. De esa capacidad expresada en el despliegue de la potencia del protagonismo social autónomo están saliendo ideas para una nueva forma de organizarnos desde abajo de los municipios autónomos federados horizontalmente con las formas de vida de la comunidades y pueblos originarios, lo que podemos escribir en una nueva constitución o pacto social sin estado y sin fuerzas armadas profesionales.

 

Eso quiere decir que aún falta camino por recorrer y las cosas pueden ir cambiando, de allí la importancia de fortalecer localmente y multiplicar las experiencias, aún antes de coordinarse entre ellas, pues siempre va a estar presente el peligro de las burocracias que aprovecharán las debilidades de un pueblo insuficientemente preparado en  sus formas de autogobierno local autónomo, para instalar gobiernos represivos como las dictaduras de Ortega en Nicaragua y de Maduro en Venezuela, ambos definidos como “izquierdistas”, pero que mantienen una estrecha relación con las grandes empresas de China, Rusia, Irán, Turquía y aún de Estados Unidos.

 

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