Chile y la forja de la unidad del pueblo: la unión se realiza entre vecinos del barrio y la población, y no entre las cúpulas de los partidos y sindicatos.
Jaime Yovanovic (Profesor J), abogado constitucionalista
Durante el gobierno popular de Salvador Allende los militares, empresarios y los partidos de derecha tendieron un cerco legal, material y económico a las tareas de gobierno, lo que llevó a los partidos de la Unidad Popular a disminuir enormemente el programa de reforma agraria y de estatización de industrias, dividiendo así al pueblo que salía por todas partes a realizar el programa sin permitir que los propietarios y los milicos definieran los límites a donde se podía llegar.
El gobierno con sus partidos, además de disminuir el programa para tranquilizar a la derecha y las fuerzas armadas, reprimió fuertemente al movimiento campesino revolucionario y a los consejos comunales campesinos que llevaban alimentos a las ciudades para los almacenes populares autogestionados que nutrían de alimentación a los campamentos de pobladores sin casa, a los cordones industriales y a los comandos comunales de trabajadores, todas ellas organizaciones propias del pueblo con las cuales mediante su protagonismo aprendía a administrar los barrios y localidades desde abajo expandiendo su accionar mutiplicadoramente y consiguiendo que dirigentes y sectores importantes del bloque de la UP se incorporaran también a las tareas del pueblo. Solamente el partido comunista se negó a participar en las nuevas instancias del protagonismo social, lo que les llevó también a la división tras el golpe cuando su encargado militarTellier, reúne a los críticos, los organiza en al frente patriótico manuel rodríguez y los lanza a la hoguera a meter toda la carne en el asador en una modalidad de aventurerismo sumamente descolocada que permitió a ese partido limpiarse de los sectores más avanzados.
Todos los otros partidos, anótese bien, todos ellos, tuvieron una gran cantidad de dirigentes, cuadros y masivos sectores sociales que sumaron sus dinámicas a las formas de autoorganización popular, tanto es así que algunos de ellos salieron del país a incorporarse a la guerrilla del Che en Bolivia que fue traicionada por el partido comunista de ese país.
Los sectores sobrevivientes se unieron a los golpistas de la democracia cristiana para formar la Concertación a la cual se incorpora posteriormente el partido comunista cambiando el nombre a nueva mayoría, mientras los sectores de todos los partidos que habían trabajado junto al protagonismo social fueron masacrados así como todos los que apoyaron a Allende.
Así, la burocracia que se negó a sumarse a la unidad del pueblo en sus formas propias de organizarse y resolver sus problemas, quedó aislada de la creciente dinámica popular que empujaba desde abajo sin quedarse esperando que las vanguardias se pusieran de acuerdo de si había que salir a la calle o no.
Los milicos aprovecharon bien esa brecha y todos recordamos como se dejó caer la fuerza militar contra las poblaciones de La Legua, La Victoria y otras. Esas poblaciones no han perdido el fuego y como otros barrios hoy día nos indican el camino de la unidad desde abajo.
Mientras las burocracias de los partidos y sindicatos discuten y negocian sus formas de insertarse en el estado y en la institucionalidad, el pueblo se mueve por su cuenta y se han multiplicado por todas partes las ollas comunes, las huertas y las brigadas “Sólo el pueblo ayuda al pueblo”, que no sólo son formas de resistir la crisis económica, la pandemia y la cuarentena, sino que son formas del nuevo tipo de vida que queremos: una vida más compartida que no requiere ni del estado ni del mercado para realizarse, bastando volver a la madre tierra y obtener de ella y con ella todo lo que necesitamos para sobrevivir.
Por eso es allí, entre vecinos, donde se forja la unidad del pueblo y se descubre que las vanguardias burocráticas solamente se ponen a la cabeza para llegar a dirigir las instituciones del poder allá arriba, sin entender que en vez del poder, nos basta con la democracia directa y el despliegue de la potencia creadora y transformadora de la unidad del pueblo en cada barrio.
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