El ser humano. Apuntes de Antropología Filosófica

Somos la naturaleza misma pensando y hablando. Aunque en la realidad todo comunica, no en vano la información es uno de los componentes del universo, hasta donde sabemos, solo el ser humano sabe que piensa, solo el ser humano tiene capacidad para “hablar sobre el hablar”. Esto independientemente de la conciencia e inteligencia que estaría en todas las manifestaciones de la vida, más allá que se tenga lenguaje o no.



Lo más recomendable sería reconocer el carácter integral del ser humano descrito como ente (tecno)-bio-psico-social-ambiental para caracterizar la complejidad relacional a la que pertenece.

El ser humano. Apuntes de Antropología Filosófica

Rodrigo Arce

Servindi

19 de julio, 2020.-

En esta época del cuidado hemos tenido la oportunidad de reflexionar sobre la relación con nosotros mismos, con el otro humano (presente y futuro) y con el otro no humano. El reconocimiento del carácter humano nunca será acabado y apenas intentamos acercarnos a la gran complejidad humana. Este esfuerzo generalmente viene desde la filosofía, la antropología, la psicología, la biología, pero en la práctica todas las disciplinas de alguna u otra manera están tratando de entender al “barro pensativo” del poeta universal César Vallejo.

El coronavirus, aun en medio del temor que genera, ha tenido la virtud de hacernos pensar sobre nuestra realidad y la forma cómo nos relacionamos con ella aun cuando somos parte de ella. En otras palabras, como parte de la naturaleza tenemos que reconocer que somos la naturaleza misma pensando y hablando. Aunque en la realidad todo comunica, no en vano la información es uno de los componentes del universo, hasta donde sabemos, solo el ser humano sabe que piensa (Vallejo, 2006), solo el ser humano tiene capacidad para “hablar sobre el hablar” (Salgado, 2003, p. 56). Esto independientemente de la conciencia e inteligencia que estaría en todas las manifestaciones de la vida, más allá que se tenga lenguaje o no. Como está el debate actual el tema no sería si existe conciencia o no si no los grados de conciencia.

En términos de la clasificación biológica nosotros somos animales. Pero realizada la afirmación inmediatamente se genera la controversia y se desprenden las siguientes aseveraciones:

i) Efectivamente, somos animales,

ii) Somos animales pero racionales por lo tanto superiores,

iii) Somos humanos diferentes a los animales, porque a través de la cultura hemos transcendido a la naturaleza.

Otra forma de clasificación es hablar de animales humanos y animales no humanos, incluso de personas y personas no humanas.

En estas reflexiones también se encuentran discusiones respecto al reconocimiento de la (co)ciudadanía al menos de los animales domésticos. Aunque nos pueda parecer extraño, para algunos ilógico, sin sentido e incluso una estupidez, estas discusiones se están dando precisamente para cuestionar la arrogancia antropocéntrica que ha provocado de un lado el especismo (exclusión de las especies animales por no pertenecer a la especie humana) y el bienestar animal (reconocimiento de diversos grados de sintiencia (dolor y gozo) en los animales y por lo tanto la elaboración de normas que eviten sufrimiento de los animales y se den condiciones básicas del desarrollo de la vida de los animales). En esta línea también se encuentra el movimiento de liberación animal que exige que el mejor de los lugares de los animales es el medio silvestre y no en ambientes artificiales que hemos creado generalmente para satisfacer necesidades humanas.

Las opiniones se enmarcan en dos ontologías contrapuestas: i) La ontología disyuntiva que separa el ser humano de la naturaleza y ii) La ontología de la continuidad que reconoce que formamos parte de la misma trama de la realidad compleja por lo tanto interconectada.

Esta discusión no es vana porque de ello depende cómo nos relacionamos con la naturaleza

Esta discusión no es vana porque de ello depende cómo nos relacionamos con la naturaleza. Si estamos adscritos a la ontología disyuntiva entonces ponemos la naturaleza a nuestro servicio. En tal perspectiva podemos aprovechar o explotar la naturaleza para satisfacer nuestras infinitas necesidades. Incluso se podría hablar de manejar la naturaleza o conservarla, pero siempre en la lógica utilitaria, presente o futura. Es la lógica de la dominación y lo delatan los términos que empleamos. Esta es la versión predominante de occidente. Es por eso que se podría reconocer como una visión antropocéntrica reconociendo que hay grados de antropocentrismo desde la más fuerte hasta la más débil. Entiéndase como antropocentrismo débil aquel que privilegia la dignidad humana, pero reconoce la necesidad del manejo sostenible o de la conservación de la naturaleza.

De otro lado, si estamos adscritos (es un decir porque nadie habla en términos de reconocer en qué ontología me encuentro) a la ontología de la continuidad entonces tenemos una relación más respetuosa con la naturaleza porque simplemente nos consideramos parte de ella. Si consideramos entonces que hay una única realidad entonces se podría hablar del “mito de la cultura” o el “mito de la naturaleza” porque se reconoce que son categorías socialmente construidas. Esta perspectiva la encontramos todavía (aunque hay procesos acelerados de transformación) en muchos pueblos indígenas del mundo. Bajo esta perspectiva entonces podemos encontrar casos en los que la naturaleza, sea como especies o sea como ecosistemas aparecen como personas (humanizadas o no) o como divinidades. Por tanto, las interacciones entre personas humanas y personas (humanizadas o no) se dan en un marco de respeto y de ahí las expresiones de crianza mutua, de comunicación, de solidaridad y de reciprocidad. Lo interesante es que no siempre la naturaleza aparece como fuerza regeneradora porque también se podría presentar como fuerza transformadora. En otras palabras, se la venera, pero también se la teme.

Para muchos, en una mirada evolutiva del desarrollo, la ontología de la continuidad es propia de pueblos de conciencia arcaica donde tienen cabida el animismo, el totemismo. Pero, si apreciamos la emergente conciencia biofílica y las posiciones biocéntricas entonces podemos reconocer que, sea a partir de la ciencia o sea a partir de la expansión de la conciencia, cada vez hay más personas en el mundo tratando de reencontrarse con su propia esencia humana y con la naturaleza. Aunque otros consideran que no hay tal reencuentro porque nunca estuvimos separados, sino que simplemente creíamos que estábamos separados. Reconózcase aquí una mirada circular o espiralada de los niveles o manifestaciones de la conciencia.

La especie humana es catalogada como Homo sapiens sapiens precisamente para destacar su carácter pensante. Atendiendo a sus múltiples manifestaciones diversos autores han propuesto otros atributos que permiten caracterizarlo, con la pretensión de darle un sello distintivo. Como propuestas alternativas al carácter sapiens se han generado las siguientes tipificaciones que resaltan rasgos de lo humano: Homo bioculturalis sapiens (Biocultural, sabiduría) (Zavala, 2010); Homo ciber-informaticus (Cibernética, Informática) (Méndez, 2000); Homo complexus (Complejidad) (Juárez y Comboni, 2012); Homo consumens (Consumismo) (Rodríguez, 2012); Homo creencial (Cognición) (Leriche y Caloca, 2007); Homo demens (Locura) (Albizures, 2013); Homo deus (Harari, 2017); Homo economicus (Economía) (Leriche y Caloca, 2007); Homo faber (Herramienta) (Albizures, 2013);  Homo ludens (Juego) (Monsalve, 2002); Homo mitologicus (Mitología) (Albizures, 2013); Homo naturans (Natural) (Zavala, 2010); Homo poeticus (Poesía) (Albizures, 2013);  Homo politicus (Política) (Osorio, 2009); Homo prosaicus (Prosaico) (Albizures, 2013); Homo sacer (Sagrado) (Holzapfel, 2014); Homo stupidus (Falto de entendimiento) (Zavala, 2010); Homo twitter (Twitt) (Cansino, 2017); Homo viator (Viaje) (Holzapfel, 2014); Homo videns (Televisión, video) (Cansino, 2017).

La lista, incompleta, por cierto, es muy ilustrativa cómo se está viendo al ser humano en cuanto a sus actitudes, tendencias, preferencias. El énfasis destaca atributos que se consideran exclusivamente humanos. Una revisión más profunda permite encontrar que muchos atributos que se pensaban eran exclusivamente humanos no lo son tanto porque también se pueden encontrar en animales, aunque en diversos grados, por cierto. Se destaca el caso de la cultura y política en chimpancés. Las manifestaciones de conciencia se encuentran en mamíferos, algunas aves, cefalópodos, entre otros.

Posiblemente no sea posible lograr tipificaciones contundentes del carácter del Homo y lo más probable es que se presenten de manera conjunta esas diversas manifestaciones en mayor o menor medida. Solo por citar algunos casos analicemos los impactos sociales y ambientales que ha tenido privilegiar el Homo economicus. O juntemos el carácter Sapiens con Demens, como nos sugiere Edgar Morin, y tendremos un humano que a fuerza de sus pasiones y pulsiones es capaz de una creación excelsa (genios, poetas e inventores lo saben; hombres y mujeres) o de realización de actos atroces. Consecuentemente, lo más recomendable sería reconocer el carácter integral del ser humano descrito como ente (tecno)-bio-psico-social-ambiental para caracterizar la complejidad relacional a la que pertenece.

Referencias bibliográficas:

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*Rodrigo Arce Rojas es Doctor en Pensamiento complejo por la Multiversidad Mundo Real Edgar Morin. Correo electrónico: rarcerojas@yahoo.es