Venezuela: Salarios en la empresa privada y en la administración pública

En revolución y bajo asedio del imperialismo (disculpen la redundancia) no es la clase obrera la que debe ajustarse el cinturón mientras el burgués se lo afloja cada vez más.



Salarios en la empresa privada y en la administración pública (Primera y segunda parte)

El poder adquisitivo de la clase obrera en Venezuela, también conocido como salario real, ha caído 97% desde agosto de 2018. La causa determinante de tal desplome la hemos comentado en varias ocasiones: ha sido el aumento veloz y desproporcionado de los precios de todas las mercancías a nivel nacional, incremento que se enmarca en la guerra económica y criminal contra el pueblo venezolano por parte del imperialismo estadounidense y que ha estado siendo inducido mediante la manipulación del tipo de cambio del bolívar con respecto al dólar.

Desde agosto 2018 hasta mayo 2020 el tipo de cambio fue manipulado 326.237%, pasó de 60 BsF/US$ a 19.580.000.000 BsF/US$, o sea 195.800 de los bolívares soberanos si le sustraemos los 5 ceros de la derecha, ocasionando un aumento de 716.308% de los precios (inflación) según datos del BCV. Mientras tanto, los salarios nominales han aumentado pero, muy lento y en menor proporción: tan solo 22.122% durante el mismo período, pasando de 1.800 BsS en agosto 2018 a 400.000 BsS en mayo 2020.

 

En la empresa privada. Si bien el gobierno bolivariano, como respuesta a la guerra económica ha buscado proteger al pueblo venezolano, en particular a la clase asalariada, a través de bonos de la plataforma Patria; sistemas de salud y educación universales y gratuitos y subsidio de alimentos a través de las bolsas de comida CLAP, la brecha entre los salarios y los precios no solo se hace cada vez más grande manifestándose en un deterioro del poder adquisitivo, sino que al mismo tiempo y en la medida en que el salario real se hace cada vez menor la ganancia de la burguesía, o sea el grado de explotación, aumenta en la misma proporción.

Es un asunto de la cada vez más desigual distribución de la riqueza consecuencia de la hiperinflación inducida. La secuencia es la siguiente: el imperialismo ataca la moneda, inducen la depreciación del bolívar, el precio de todas las mercancías, excepto el de la fuerza de trabajo, aumenta y por lo tanto también los ingresos de la burguesía, al permanecer estancados los salarios, ese dinero adicional que le ingresa al dueño del negocio debido al aumento de los precios va a parar a sus bolsillos bajo la figura de ganancia. Entre 2016 y 2017 la explotación del trabajador aumentó 42%.

Urge aumentar el salario. En agosto de 2018, a pesar de que el incremento fue histórico, 3.710%, también fue relativamente bajo por el rezago que arrastraba: medio petro equivalente a 1.800 BsS y a 30 US$ ni siquiera cubría la lista de 27 rubros de alimentos “acordada” con la burguesía para aquel entonces.

No obstante y siguiendo ese mismo parámetro del salario mínimo mensual de medio petro, éste debería ser hoy equivalente a BsS 6.309.533 y no 400.000 BsS. (el petro se cotiza en BsS 12.619.066,35).

 

Alegan algunos economistas de la derecha y también de “izquierda” que no pueden incrementarse los salarios porque no hay recursos suficientes en la economía, argumento que se cae por su propio peso. En el caso del sector privado, insistimos, el dinero sí está pero desigualmente repartido. Está en los bolsillos de la burguesía cuyas ganancias han incrementado en hiperinflación en la medida en que, mientras han aumentado los precios y obtienen mayores ingresos, han pagado menores salarios en términos relativos: según el BCV, en 2016 por cada bolívar destinado a la remuneración del salario iban a parar 21 a la cuenta del capitalista, lo que ya era una grosería, en 2017 esa razón pasó a ser 1 por 30. Estamos esperando que el BCV publique las cuentas consolidadas de 2018 y 2019 para actualizar estos números. Nuestra hipótesis es que son más desiguales dada la mayor hiperinflación.

Es muy probable que en el momento en que se decrete un aumento de salarios, el imperialismo arremeta con el ataque al bolívar induciendo un incremento de precios y viéndose nuevamente deteriorado el poder adquisitivo. Así ocurrió en agosto de 2018, así ha ocurrido siempre. Nos preguntamos: ¿no ajustamos entonces el salario aunque sea la clase obrera la que se vea afectada? Haya o no aumento de salarios intensificarán el ataque al bolívar cuando a ellos mejor les parezca y, siguiendo su patrón de comportamiento, en vísperas de elecciones, muy probablemente lo harán.

Urge 1) revisar el salario mínimo establecido en medio petro de manera que cubra las necesidades del trabajador y de su prole; 2) ajustar su equivalente en bolívares cada vez que, su unidad de cuenta, el petro, varíe; 3) aumentar el porcentaje de las utilidades distribuidas al trabajador, mecanismo previsto en el artículo 131 de la Ley Orgánica del Trabajo. Los tres meses de utilidades contemplados en la ley es una cifra marginal con respecto al valor de la fuerza de trabajo que el burgués no retribuye al asalariado.

 

El objetivo de este último punto, además de disminuir la explotación del trabajador y con ella la injusticia en la distribución de la riqueza, es garantizar que cada vez que aumenten los precios de las mercancías (mecanismo de explotación por excelencia conjuntamente con el aumento de la productividad) ese dinero adicional que ingresa por concepto de ventas no vaya a parar exclusivamente a las cuentas bancarias del burgués sino que se distribuya al obrero manteniendo, incluso disminuyendo, la proporción entre la ganancia y el salario.

Estas propuestas pueden lucir, para algunos, simples reivindicaciones laborales. No obstante, mientras no superemos el modo de producción basado en la propiedad privada y concentrada de los medios, pero además, mientras no acabemos con el arma más poderosa de esta guerra económica, el ataque al bolívar, es necesario garantizar a la clase obrera y a su prole las condiciones para seguir dando la pelea.

Decía Marx en 1865: “¿…la clase obrera debe renunciar a defenderse contra las usurpaciones del capital y cejar en sus esfuerzos para aprovechar todas las posibilidades que se le ofrezcan para mejorar temporalmente su situación? Si lo hiciese, veríase degradada en una masa uniforme de hombres desgraciados y quebrantados, sin salvación posible. Creo haber demostrado que las luchas de la clase obrera por el nivel de los salarios son episodios inseparables de todo el sistema del trabajo asalariado, que en el 99 por 100 de los casos sus esfuerzos por elevar los salarios no son más que esfuerzos dirigidos a mantener en pie el valor dado del trabajo, y que la necesidad de forcejear con el capitalista acerca de su precio va unida a la situación del obrero, que le obliga a venderse a sí mismo como una mercancía. Si en sus conflictos diarios con el capital cediesen cobardemente, se descalificarían sin duda para emprender movimientos de mayor envergadura.”

 

Los salarios: en la empresa privada y en la administración pública (II)

Todos los que trabajamos en la administración pública también hemos visto desplomarse nuestro salario en 97% desde agosto de 2018 como consecuencia de la hiperinflación inducida. Somos profesores universitarios, médicos, administradores, bionalistas, personal de mantenimiento, choferes, jueces, soldados, policías, electricistas, etc. Somos 3.555.155 de personas además de los 4.988.882 de abuelitas y abuelitos que reciben su pensión y/o jubilación. Somos un gentío.

Desde la Esquina de Carmelitas, entrampados en el dogma monetarista, dicen que es improcedente aumentar los salarios en la administración pública. Alegan que no hay recursos suficientes en el presupuesto. Son los mismos que están empeñados en “equilibrar” las cuentas fiscales superponiendo lo económico sobre lo social. Sugieren para ello recortar la inversión y el gasto públicos. Por supuesto que en su paradigma ortodoxo ni siquiera se pasean por la idea de incrementar los ingresos de la administración pública en lugar de recortar el gasto.

Aquí en Venezuela, como en cualquier país del mundo, los recursos financieros de la administración pública provienen en teoría y principalmente de los impuestos. Es el caso que la burguesía en este país no paga tributos a pesar de las exageradas ganancias que ha registrado y sigue registrando incluso en tiempos de guerra económica. Recordemos que según datos del BCV, en 2013 de todo lo que se produjo en la economía el 40% fue a parar a las cuentas del capitalista y en 2017 este porcentaje aumentó a 50%, o sea, la burguesía, por la vía de la ganancia, se está apropiando de por lo menos la mitad de la producción nacional, en detrimento de la caída de los salarios que pasaron de 32% al 18% del PIB durante el mismo periodo.

El impuesto que se recauda en nuestro país ha sido históricamente bajo. Desde 1970 hasta 1991 no superó, en promedio, el 5% del PIB. A partir de 1991 comenzó a aumentar y no precisamente porque la burguesía comenzó a pagar más, sino porque ese año fue aprobado el IVA, impuesto que en su gran mayoría pagamos la clase asalariada cada vez que compramos algo. Los impuestos llegaron a registrar su nivel más alto en 2014, 13% del PIB. Hoy, según el SENIAT, no superan el 9%. En América Latina es mayor al 20% y en los países miembros de la OCED, los que llaman desarrollados, ronda el 40%.

Lo peor es que, además de la baja presión tributaria, ese 9% lo pagamos la clase obrera de este país cada vez que compramos y pagamos el IVA. Los obreros somos la mayoría, somos el 95% de la población ocupada. De ese 9% de impuestos, 7 puntos porcentuales son IVA, solo 2 puntos son impuestos sobre la renta que para rematar también pagamos principalmente los asalariados como “persona natural”. Sumémosle la evasión y la elusión de impuestos por parte de algunos burgueses con el agravante actual de las transacciones en divisas que han sido la excusa para no facturar y por lo tanto no contabilizar los ingresos y mucho menos sus ganancias.

La burguesía de este país, según datos del BCV, ha aumentado 247% el grado de explotación al trabajador en plena guerra económica. En 2014 por cada bolívar que el capitalista pagaba de salario él ganaba 9, en 2017 esa relación de 1 a 9 pasó a ser de 1 a 30, claro está en detrimento de los salarios. No conforme con ello han pagado menos impuestos de los que históricamente pagaban y se la pasan chantajeando al Estado para que les siga dando divisas. Mientras tanto es la clase obrera la que, luego de habérsele enajenado en mayor grado el valor de su fuerza de trabajo y haber visto deteriorarse su poder adquisitivo por una hiperinflación criminal e inducida, ha sido la que ha financiado al Estado cada vez que compra y paga IVA.

Para colmo de males, desde el 2018 y sobre todo ahora en pandemia, tienen el tupé de pedir subsidios al Estado para pagar los salarios. Mayor desfachatez imposible. Preguntémonos, de dónde se supone que salen los recursos para financiar esos subsidios sino del bolsillo del propio asalariado cuando pagamos el IVA. O sea, no solo hemos visto deteriorarse nuestro salario por una hiperinflación inducida que ha beneficiado al burgués, sino que además una buena parte de ese salario se la damos al Estado como IVA para que éste a su vez se la dé a los empresarios para que nos pague el salario, mientras tanto él se embolsilla una tajada cada vez mayor de la riqueza que, dicho sea de paso producimos los trabajadores.

¿Se entiende ahora por qué no hay recursos suficientes en el presupuesto público para, no solo aumentar los salarios de nosotros los trabajadores de ese sector a niveles dignos, sino además para financiar la salud, educación, transporte, electricidad, agua y garantizarnos a la clase asalariada una mejor prestación de esos servicios?

No es un asunto de falta de recursos, el problema es que está mal distribuido. De lo contrario cómo se explican las intensas actividades y fructíferas ganancias de la Bolsa de Valores de Caracas.

¿Será que desde la Esquina de Carmelitas pudiesen revisar este asunto de los impuestos, los subsidios a la burguesía y los salarios de los servidores públicos? ¿Será que se pudiesen plantear aumentar los ingresos del Estado por la vía de los impuestos sobre la renta, activos y patrimonios a la burguesía hasta alcanzar una presión tributaria de 40%, en lugar de contener la inversión y el gasto públicos y de esa manera “equilibran” las cuentas fiscales que tanto les preocupa? Margen de maniobra hay suficiente, por lo menos unos 38 puntos porcentuales. ¿Será que resuelven el problema de la evasión y la elusión fiscal?

Proponemos: 1) revisar y ajustar el salario mínimo de la administración pública que se fijó en medio petro: 30 US$ no cubren la canasta básica; 2) dada la hiperinflación inducida es necesario actualizar el salario en bolívares cada vez que se actualice el petro como unidad de cuenta; 3) revisar las tablas salariales de la administración pública y revertir su achatamiento; 4) poner a pagar impuestos a la burguesía para financiar no solo los salarios de los trabajadores públicos sino la prestación de los servicios del Estado; 4) revisar la política de subsidio a los empresarios; 5) ajustar siempre las pensiones al salario mínimo; 6) reformar el artículo 131 de la LOTTT de manera de garantizar que, por la vía de la repartición de las utilidades, le sea devuelto al trabajador lo que se le enajenó en el proceso social del trabajo: 3 meses de utilidades es irrisorio para los niveles de ganancia registrados por los dueños del capital de este país. En el artículo, donde dice 25% debe decir por lo menos 85%.

En revolución y bajo asedio del imperialismo (disculpen la redundancia) no es la clase obrera la que debe ajustarse el cinturón mientras el burgués se lo afloja cada vez más.