La insurgencia no necesita del aparato del estado ni un ejército profesional.

Zabalza, un viejo Tupamaro sumamente lúcido y activo colaborador de formas de autoorganización social, evade con elegancia y buen tono las preguntas del grupo chileno que pretende arrogarse la representación de la Primera Línea denominándose “Editorial Primera Línea Revolucionaria” adoptando (¿?) las banderas del plataformismo y del comunismo libertario, homenajeando a uno de los principales causantes de la división del MIR chileno (no por casualidad, obviamente) y divulgados internacionalmente por el grupo estalinista de “Resumen Latinoamericano” (Tampoco es casualidad que se encuentren y trabajen juntos los defensores del estado y de las dictaduras de Nicaragua y Venezuela). Publicamos aquí las conclusiones del libro y forma de acceder para verlo completo. Abrimos la discusión y nos ponemos a disposición para el intercambio franco de ideas y posturas, entendiendo que no nos interesa que una postura derrote intelectualmente a la otra, sino las prácticas reales de construcción del cambio civilizatorio. Y toda nuestra admiración y cariño a Zabalza, que no conserva la memoria y el calor de los recuerdos para usufructuar de ellos, sino para seguir combatiendo de acuerdo a los tiempos. Un Maestro.



 

LA SALIDA INSURGENTE

Con una protesta por el aumento arbitrario e injusto de impuestos, comenzó la rebelión de Túpac Amaru y Micaela Bastidas. Poco más tarde, por un motivo similar, se levantaron Túpac Katari y Bartolina Sisa. Decenas de miles de quechuas y aimaras continuaron la lucha de los mapuches y Lautaro, levantados en armas 250 años antes, a poco de la invasión europea. El 18 de octubre de 2019, en Santiago, estudiantes de secundarias eludieron el control de los molinetes del metro. Tal vez no lo sospecharan, pero sus manos levantaban los estandartes de las luchas de los ’70 y las de los pueblos originarios.Las tradiciones se transmiten subterráneamente de generación en generación, gambeteando hegemonías se cuelan en la consciencia. Son rasgos de la subjetividad, etéreos e inasibles, nacidos de remotas experiencias y que, en la actualidad, son el apoyo más sólido para la intención revolucionaria. La efectividad de la hegemonía burguesa es indiscutible, pero, en ciertas circunstancias, cuando los mecanismos de amortiguación dejan de funcionar, desde el inconsciente más profundo, afloran esas antiquísimas tradiciones de la rebeldía. Aún en los años más oscuros, los pueblos supieron mantener encendidas las brasas de la resistencia. El espíritu de la rebelión ya está codificado en la genética de los pueblos. A una semana de la protesta inicial, un millón y medio de manifestantes hicieron temblar la Alameda. La marcha más grande de la historia, acompañada por manifestaciones similares en otras ciudades de Chile. La declaración de guerra de Sebastián Piñera no amilanó al pueblo chileno, sino que, por el contrario, obró de estimulante, al punto que la protesta adquirió ribetes de rechazo al orden y la paz impuestos por la clase dominante.60INSURGENCIASPrimera Linea Revolucionaria

Surgieron espacios auto-organizados que postulaban cambios radicales en el Estado y en la forma de organizar la sociedad, una Constituyente representativa de la lucha callejera, ajena a la partidocracia y las instituciones. El levantamiento cobró diversas formas políticas: asociaciones territoriales, cabildos abiertos, comunidades. Las pequeñas mujeres y los hombres pequeños parecían “saber” desde siempre lo que debían hacer… ¿de dónde les venía ese “saber”? ¿No habían sido manipulados hasta el cansancio por la demagogia y por los medios? ¿No o estaban sujetos al control de las nuevas tecnologías? ¿No vivíanpendientes del celular y laptop?Atemorizados y amansados durante décadas, de pronto, sin que nadie lo haya previsto, quebraron el orden legal del “oasis” del neoliberalismo, el que los oprimía y ahondaba la desigualdad mientras favorecía el crecimiento de la economía de los ricos. En general, marcharon pacíficamente, más bien a tientas, pero con el sur bien claro. No pudo

detenerlos el atropello de Carabineros que, con su lógica de guerra, definieron las movilizaciones pacíficas como el “enemigo” y las reprimió severamente. Omitieron la atención médica a los heridos, desnudaron mujeres como método vejatorio, dispararon al cuerpo y a la cara los gases lacrimógenos y los balines de goma, usaron armas de fuego contra la gente y ocasionaron pérdidas de ojos y muertes12. Otra vez bestialidad. En el levantamiento confluyeron pobladores, sindicatos, estudiantes de secundaria y universitarios, el feminismo, las organizaciones de derechos humanos y las de defensa del medio ambiente. Las banderas mapuches enarboladas por todas las manos, todas. Definición ideológica de hecho. Quedaba bien claro quién era el enemigo. Se demostró la capacidad de tender puentes en el pueblo, como sostenía Raúl Sendic Antonaccio en los ’90. Solamente así, entrelazando lo diferente, pudo 12Denuncia de las abogadas feministas de Chile (ABUFEM).62INSURGENCIASPrimera Linea Revolucionaria

ser la persistente masividad de la movilización popular, el peso social necesario para detener la acometida represiva. A mayor masividad, mayor es la sensación de ser una fuerza poderosa y el sentimiento de solidaridad, de ser independientes y autónomos. Y más profunda es la ruptura con el sistema. La masividad es consecuencia de haber avanzado en comprensión y, a la vez, sirve de trampolín a los próximos saltos en calidad.63INSURGENCIASPrimera Linea Revolucionaria

 

AUTODEFENSA DE MASAS

Ingresan predispuestos a obedecer sin pensar. Luego, el entrenamiento convierte su predisposición en automatismo, en simple acto reflejo. El soldado ideal es un robot que no precisa usar el cerebro, con la columna vertebral le basta. Luego, al escalar hasta suboficial, siguen siendo robots, pero con mando. La misión es funcionar, o sea, reprimir con eficacia. No interesa que aprendan a pensar, alcanza con la obediencia debida. Mandar y obedecer es la ley primera en los ejércitos regulares. Incluye el derecho del mando a castigar la desobediencia. Son focos de no democracia, de autoritarismo, siembran los sentimientos donde crece la mano dura, esa ideología que siempre cuenta con mucho consentimiento electoral, demasiado para el gusto de uno.64INSURGENCIASPrimera Linea Revolucionaria

Sin embargo, los Ejércitos Rojos fueron una necesidad en las revoluciones: ¿cómo enfrentar a las fuerzas armadas que atacaron la Revolución Rusa apenas salida del vientre?, ¿cómo defenderse del alud nazi en Stalingrado?, ¿cómo derrotar en Vietnam el monstruo tecnológico? ¿Cómo triunfar en Playa Girón? La amenaza que significaron los poderosos ejércitos reaccionarios e imperialistas justificaron de sobra la existencia de Ejércitos Populares. A la fuerza militar hubo que responderle con otra fuerza militar. Después de haber asumido los fines políticos del uso de las armas, la juventud de la Rusia de 1917 y de la Cuba de 1959 se enrolaba en las fuerzas armadas y adoptaba la disciplina férrea como forma de conducta. Se tomaba partido y luego se decidía participar activamente en la defensa del socialismo, un esfuerzo intelectual que requería estudiar, analizar y discutir, hacer funcionar el cerebro. Eran hechos de consciencia. 65INSURGENCIASPrimera Linea Revolucionaria

Sean instrumento de la reacción o de la revolución, todos los ejércitos son el corazón del Estado, el eje entorno al cual se organizan y funcionan las demás instituciones. Es más, la razón de ser del Estado es el ejercicio de la violencia, en diversos grados y tipos es cierto, pero siempre es violencia13. De ahí que la Constitución y las leyes reserven los ejércitos-Estados el monopolio en la administración y uso de las armas. Sin monopolizar la violencia y las armas, no existiría el Estado y reinaría la anarquía, razona Max Weber, uno de los fundadores de la sociología burguesa. La amenaza que supone la existencia de la institución armada es el principal auxilio del modo pacífico de dominación, el complemento necesario de la amortiguación política. Como bastiones del poder y de la no democracia, los cuarteles y comisarías intimidan y coaccionan la población, su sola presencia induce las clases oprimidas a consentir por las buenas el orden que las oprime, porque pueden venir las malas. La hegemonía convence amenazando. Por otra parte, no cabe olvidar que el imaginario de una sociedad sin clases incluye la extinción del Estado. En teoría, el proceso revolucionario iría avanzando en la medida que el pueblo vaya organizando su poder y sustituyendo con organismos de poder popular las instituciones del Estado burgués, incluyendo sus fuerzas armadas. Los esfuerzos que fortalecen la institución armada contradicen el precepto teórico e internan el proceso revolucionario en un laberinto sin salida. Es un contrasentido apuntalar los cimientos del Estado, mientras se sostiene que se lo quiere demoler. 13Ver Max Weber “El político y el científico”. Alianza Editorial. Madrid. 196766INSURGENCIASPrimera Linea Revolucionaria

En Chile, los últimos días del 2019 y los primeros del 2020 quedaron signados por la apropiación de los espacios públicos, a veces ganados en batalla a brazo partido con los Carabineros. Así se conquistó la Plaza Baquedano, bautizada luego como Plaza de la Dignidad. Las agresiones armadas generan el derecho a la defensa propia, a emplear la contra violencia para defenderse de los violentos por naturaleza. Existe el derecho a responder con piedras y baldosas si te atacan con chorros de agua y a defenderte con cócteles molotov y balas cuando te agreden con armas de guerra. La autodefensa de las masas agredidas es uno de sus derechos naturales, el que esgrimían los burgueses que hicieron las revoluciones inglesa, francesa y yanqui. ¿No es ése el derecho del pueblo palestino? ¿No será que un momento “a la chilena” está esperando en el mundo, a la vuelta de la esquina de la miseria y hambre post pandemia? 67INSURGENCIASPrimera Linea Revolucionaria

Si las agresiones exigen defenderse, pues hay que armarse para luchar, pero ¿la única forma de organizar la contra violencia popular es con otro ejército?, ¿no son posibles milicias de autodefensa popular que no tengan el propósito de convertirse en ejército regular? En última instancia, la clave de una salida insurgente estriba en aniquilar el ejércitoburgués sin construir y fortalecer otro ejército. Requiere abandonar viejas canaletas ideológicas que preceptuaban el desarrollo del foco guerrillero hasta convertirse en ejército. Por muy popular y socialista que sean sus definiciones, por mucho que haya surgido de las necesidades de hacer la revolución, ese ejército regular estará contribuyendo a consolidar el Estado. Un Estado que no será el burgués, pero, que de todas maneras no deja de ser un Estado, caldo de cultivo de grupos burocráticos, de estalinismos de varios tipos y de restauraciones capitalistas.Las formas revolucionarias de la autodefensa deberían estar íntimamente vinculadas con las ideas del poder popular. ¿Por qué el empleo de las armas tiene que separarse del poder que constituye el pueblo, un poder destinado a desarticular el Estado? ¿Los organismos de base no pueden organizar el uso de las armas? Libres e iguales, todas y todos milicianos que trabajan, estudian y usan armas, ¿no es la forma de democracia más profunda en la historia? Todo parece indicar que el capitalismo encontrará la manera de volcar hacia abajo la crisis de la pandemia, la que provocó con su propia voracidad. Hasta los liberales más recalcitrantes auguran el crecimiento exacerbado de las desigualdades sociales, el hambre y la miseria. Si alguna condición faltaba para que los amortiguadores se atascaran, el COVID-19 las creó, demostró lo insuficiente y clasista de las soluciones a la pandemia. En consecuencia, millones de mujeres y hombres engrosarán las filas de la bronca infinita y los deseos de sepultar el sistema. Para mantenerlos a raya, el Estado recurrirá a la violencia que monopoliza. Una vez más, parece que reinará la barbarie. Parece muy posible que algunos perciban condiciones para hacer la revolución y otros pretendan frenarla. Posiblemente, entonces, continuará la pugna ideológica. Ya viejo -y para peor, de alto riesgo- espero que esta entrevista aporte puntos de vista que tiendan a buscar una salida insurgente a la mayor crisis social de la historia humana.

Jorge Zabalza

 

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