Pensar el conavirus, el biopoder y la complejidad

Estamos frente a una situación no cognocible, y esto es lo propio de la complejidad porque lo que caracterizaba a la modernidad era el profundo y tesonero deseo de ‘actuar conscientemente’, saber por qué hago lo que hago con todo detalle…La complejidad demanda una humildad, un coraje mucho mayor, porque en este marco debemos actuar teniendo en cuenta las variables no conocibles, u ocultas, o que no existen.
Tenemos, entonces, la posibilidad de afrontar esta realidad -esta, la de la pandemia, o la próxima por venir- exigiendo un saber absoluto o actuar aceptando la dinámica compleja, lo que no sabemos.



PENSAR EL CORONAVIRUS, EL BIOPODER Y LA COMPLEJIDAD

Escribe Miguel Benasayag

http://www.purochamuyo.com/pensar-el-coronavirus-el-biopoder-y-la-complejidad/

La teoría y la práctica de la complejidad no puede ser un asunto tratado solamente en el ámbito académico. Cuando estamos en el medio de una situación compleja como la actual epidemia, ¿cómo pensar y actuar en la complejidad?

Esta época no es la de la modernidad; la expansión del miedo y hasta del pánico con personas corriendo y comprando en los supermercados como si se acabara el mundo, me lleva a pensar en Crimen y castigo de Fedor Dostoievsky. En la obra hay alguien que cometió un crimen y que no puede con su conciencia. Aquí es similar, aunque no solo con la epidemia actual, porque la epidemia actual forma parte de algo más amplio. Quienes vienen cometiendo el ecocidio tienen la conciencia negra y culpable, y tienen miedo. Temen porque saben que esto va a suceder. Saben que va a ocurrir la pandemia, porque en sus modelos de análisis lo han previsto. Sin embargo, a pesar de este pánico que vacía las góndolas de los supermercados y se arremolina en las farmacias, yo creo que el verdadero desastre definitivo de los ecocidas no es el actual, no es esta vez. Quiero decir: ellos saben lo que están haciendo, y esperan el castigo.

¿Cómo entra el pensamiento de la complejidad en esto? Estamos frente a una situación no cognocible, y esto es lo propio de la complejidad porque lo que caracterizaba a la modernidad era el profundo y tesonero deseo de ‘actuar conscientemente’, saber por qué hago lo que hago con todo detalle…La complejidad demanda una humildad, un coraje mucho mayor, porque en este marco debemos actuar teniendo en cuenta las variables no conocibles, u ocultas, o que no existen.

Tenemos, entonces, la posibilidad de afrontar esta realidad -esta, la de la pandemia, o la próxima por venir- exigiendo un saber absoluto o actuar aceptando la dinámica compleja, lo que no sabemos. ¿Qué quiero decir? Que pretender saber como cuando las decisiones dependían estrictamente del pensamiento y la acción humana es no comprender que en esta post-modernidad atravesada por la lógica computacional de los algoritmos, cualquier reacción inmediata es funcional a la opresión; la reacción de la opresión: se induce a que todo deba ser inmediato, todo es urgente, no hay tiempo de pensar. Y no sólo con esta epidemia. Y entonces estamos ante un escenario muy importante. Es el momento de decirles ‘no, ustedes no pueden decir que es el tiempo de obedecer, no de pensar’. No. Ese es el sueño del tirano.

Una epidemia es el máximo sueño de un tirano, porque todos se vuelven obedientes por voluntad propia.

Esta inmediatez es la que se opone a la libertad. Así funciona el torturador: haciendo creer que todo se juega en ese minuto, en ese instante que opera salvajemente sobre tu cuerpo. Que más allá de ese minuto de dolor no existe más nada. La inmediatez se opone al pensamiento, a la libertad. Debemos decir ‘esperen, esperen un minuto, nosotros precisamos pensar’. ¿Acaso no conocemos lo que dicen los policías en cualquier parte del mundo ‘circulen, circulen, no hay nada para ver’? Somos nosotros quienes debemos decir: ‘no, no circulo. Esto, precisamente esto, debo verlo porque esto me involucra’.

Cómo actúa el biopoder…Esto que se juega hoy se juega en cada cuerpo. Son los cuerpos los que están controlados, los que provocan la desconfianza, tenemos miedo del cuerpo. Y es ahí donde se juega el biopoder, porque soy yo el que acepto meter el cuerpo en el armario. Entonces la resistencia debe partir de mi cuerpo. Pero ocurre que la gente en Italia, en Francia, y tal vez en otros lugares, se siente cansadísima. Deprimida. Ese es el efecto del biopoder. Porque el biopoder es el control del poder sobre los cuerpos, ¡sobre la vida y sobre los circuitos biológicos!

Lo primero que ocurre con esto es que uno siente que no puede actuar, que está débil. Reitero: el escenario donde ocurre este drama, el campo de batalla, es en nuestro cuerpo. Digo también desde el punto de vista médico, que estar deprimido ayuda mucho al virus.

La novedad que presenta esta epidemia con respecto a otras tiene que ver con los algoritmos. Se ha delegado la decisión en variables, en la modelización, porque como ya sabemos, el cuerpo molesta, pareciera que lo vivo no tiene nada para decir, tiene que ‘dejarse hacer’ por las máquinas que con la virtualización van a decidir lo mejor para mí, para el cuerpo.

Al haber delegado la racionalidad de la Modernidad en la máquina algorítmica, el cuerpo no puede ni debe pensar.

Ocurre que el cuerpo resiste y se opone a esa racionalidad ‘infalible’. Sin embargo, ¿qué vemos una vez más y ahora con en esta situación? Que las modelizaciones han fracasado absolutamente: las modelizaciones han producido 5 crisis descomunales en 30 años. Fracasan con la epidemiología, con la demografía, etc. La ‘big data’, ese mecanismo de trazar variables y proyecciones a partir de datos es lo que a ellos les permite decir ‘gobernar es prevenir’. ¡Pero no han previsto nada! Delegaron todo en la máquina, pero digámoslo una vez más para que se entienda: la máquina puede ayudar pero no puede decidir. Y eso no es lo que la ‘gobernanza’ hizo y hace. Decidió dejar que la máquina decida. Están fascinados frente a la sabiduría de la máquina partiendo del supuesto de que los seres humanos, los cuerpos, son falibles, por no decir estúpidos. Y ahí estamos, con decisiones racionales, pero irracionales, tomadas por la modelización maquínica.

¿Qué vemos? Que la modelización de las computadoras sostuvo: la epidemia va a desarrollarse de tal y cual modo. Error. La epidemia va a viajar de tal y cual modo. Error. Naturalmente que esto tiene que ver con el ecocidio actual porque rompe y hace desaparecer segmentos completos de regulación del ecosistema -que faltan, que ya no están más-, para no hablar de los virus y bacterias que viajan en avión… y esto ha producido que en el último medio siglo hayan aparecido y peor, reaparecido, las más diversas enfermedades.

La modelización del mundo vía los algoritmos ha reemplazado el territorio por un mapa, la realidad de la vida por su representación, y esto no es lo que yo creo sino lo que está ocurriendo en todas partes.

Es un axioma central: todo es información, todo es algoritmo. Un fracaso de punta a punta.

La tiranía de los algoritmos es un libro que publiqué recientemente, porque creo que existe tal cosa.

Deleuze decía “el tirano precisa de hombres y mujeres tristes para legitimar su tiranía”, pero los hombres y mujeres tristes precisan del tirano para justificar su sumisión. Esta es la relación enferma, oscura, que tiene que ver con el biopoder. El biopoder no se instala desde afuera, desde arriba, sino que se instala desde adentro. Estamos siempre con este deseo de que frente a ese ‘futuro amenazante’, a la pérdida de confianza en poder actuar y modificar las cosas, emerge el goce de la obediencia.

Desde esa perspectiva, en la ética filosófica de la complejidad, el coraje es central. Sin una dosis de coraje es imposible incluso vivir ya no la vida social y comunitaria y los proyectos colectivos, sino la propia vida. No me estoy refiriendo a ser fuerte o débil, no es ese el sentido de coraje. Al contrario: significa asumir la fragilidad de la vida, y para eso, justamente para eso, hace falta coraje. Porque este coraje no nos remite al individualismo, a aislarnos sino al contrario, nos impulsa a juntarnos.

Con esta epidemia escaló el neoliberalismo: cada uno piensa en sí mismo, aislado. Y por cierto, lo comprobamos en la mirada sobre el extranjero y el virus. Hay un millón de refugiados sirios en la frontera, y los gobernantes turcos utilizan a estos hombres, estas mujeres y niños como una amenaza económica contra occidente. Y el mensaje de los irresponsables que dirigen el mundo es ¿les gusta el confort que tienen? Bien, en ese caso déjennos a nosotros masacrar ‘allá’ en la frontera, ustedes miren para otro lado. Y eso es lo que pasa: no queremos ver, los dejamos hacer. Mirar, dentro de la teoría de la complejidad no implica tener una solución, porque la resistencia comienza en esto: miro porque eso refiere a mí, miro porque eso me mira. Por cierto, también están los ataques xenófobos contra los asiáticos, sin importar si son chinos ni de donde vienen…todo el mismo paquete que encanta a la gobernanza mundial del miedo.

Frente al virus la consigna es no transformar la inquietud en miedo.

Hay quienes trazaron un análisis en torno a que esto es un complot, que fue preparado, etc. Aún si fuera así, tampoco el complot maligno va en el sentido que lo pensaron. Es como con las guerras: ninguna terminó como quienes las iniciaron habían imaginado. El poder puede hacer todo lo que quiere. Pero desde la teoría y la práctica de la complejidad el poder forma parte de lo im-pensable.

Y una parte de la resistencia es no saber lo que hacen estos irresponsables. Hoy como siempre, resistir es crear, es pensar todas las posibilidades de lo colectivo que escapen al control de la irracional previsibilidad del algoritmo.<>

<><>

EL CORONAVIRUS EN IRÁN

En mayo de 2018, y luego en noviembre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impuso un abanico de sanciones comerciales y financieras a Irán, con el objetivo de obligar a ese país a frenar su programa de desarrollo nuclear. En 2015, Europa y Barack Obama habían firmado un Acuerdo con Teherán que condujo a una distensión, y al levantamiento de sanciones unilaterales de EE.UU. A poco de asumir, Trump consideró que Irán no estaba cumpliendo con el acuerdo a pesar de las inspecciones de la Organización Internacional de Energía Atómica, y escaló el conflicto, que tuvo su punto más alto el primer viernes de enero de 2020 con el asesinato con un misil guiado por dron del comandante Qasem Soleimani.

Las sanciones nunca se explican detalladamente. Las agencias de noticias internacionales y sus bobas repetidoras televisivas que usan como herramienta los títulos catástrofe en la base de la pantalla, simplemente ponen ‘sanciones de tal país a tal país’; pero en líneas generales los bloqueos nunca afectan a las jerarquías y a las altas burocracias, sino que debilitan o destruyen ante todo la vida de la población más desprotegida. Y eso es precisamente lo que ocurre con la guerra comercial contra Irán, que ahora revierte en un inédito número de infectados y muertos por el virus Covid-19.

El vocero del ministerio de Relaciones Exteriores iraní, Abbas Mousavi sostuvo el 11 de marzo de 2020 que “Las sanciones opresivas e ilegales montadas bajo el esquema de ‘máxima presión’ norteamericana han afectado la salud pública en Irán, a pesar de que los medicamentos y los insumos médicos deberían estar exentos de sanciones por razones humanitarias”. Dicho desde Teherán, podría ser una visión parcializada. Pero los antecedentes indican que los funcionarios iraníes en ese aspecto no mienten, y que de 2018 a hoy el sistema sanitario se fragilizó, y ante la epidemia las cosas van muy mal.

¿Cómo evaluar que las cosas van mal?

Por ejemplo por la decisión del ministerio de Justicia de liberar a 70.000 presos de las cárceles “en la medida en que no creen inseguridad en la sociedad”. Así lo afirmó su titular Ebrahim Raisi, quien no aclaró si al finalizar la crisis de la epidemia los reclusos deberán volver a prisión. ¿Qué país libera a 70 mil presos de las cárceles si no es porque el desastre ya ha ocurrido o es inminente? El relator de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Irán, Javaid Rehman, por su parte, informó que aquellos liberados son los que tienen sentencias de 5 años o menos, pero los presos políticos, en particular los que participaron en las marchas del último trimestre de 2019 previas a las elecciones, no están entre los liberados. En tanto, casi como un preámbulo de lo que está sucediendo hoy día, en febrero de este año el Relator de la ONU había descrito la sobrepoblación en las cárceles iraníes, las paupérrimas condiciones de higiene y la consecuente expansión de enfermedades infecciosas como tuberculosis y hepatitis C.

¿Como fue el mecanismo de las sanciones a Irán? En noviembre de 2018 el Treasury’s Office of Foreign Assets Control de EE.UU., su sigla OFAC, y en castellano Oficina del Tesoro para el Control de Inversiones Extranjeras, puso en su lista negra a varios bancos iraníes que según su criterio, tenían vínculos con el terrorismo o con la proliferación de armas de destrucción masiva. El Parsian Bank, de capital privado, fue uno de ellos.

Según el diario The Washington Post, ese banco centraba sus operaciones en comerciar con firmas europeas y gozaba de óptima reputación porque no estaba vinculado al lavado de dinero. Pero al incluirlo en la lista negra, automáticamente las empresas dejaron de aceptar sus pagos para evitar castigos de Estados Unidos.

En ese momento, el canciller iraní Mohammad Javd Zarif denunció que, por las sanciones, cuatro consorcios farmacéuticos europeos dejaron de comerciar con los laboratorios iraníes, que aunque tienen un razonable nivel de desarrollo, precisan de insumos para producir.

La germana Bayer AG que tenía una filial en Irán redujo de inmediato sus actividades y despidió a parte de su personal por no poder importar monodrogas, y por la dificultad de transferir dinero a Europa.

Hoy, la cifra de contagiados supera los 9 mil. El parlamento permanece cerrado porque 23 diputados se contagiaron, 1 millón de funcionarios trabajan desde sus hogares, y las calles están semivacías. Las cifras oficiales hablan de 3 mil personas que se recuperaron y de 354 muertos confirmados, pero los datos podrían ser opacos: cinco de los muertos son miembros del cuerpo de elite de la Guardia Revolucionaria -aquella de la que era comandante Soleimani-, que tiene más de 125 mil miembros habitualmente concentrados, y que fueron asignados a la primera línea de combate contra el coronavirus. No puede saberse si entre ellos hay contagiados, ni cuántos.

Hossein Salami, jefe de los Guardias Revolucionarios iraníes, declaró que Irán está en medio de una guerra biológica. “Esto podría ser un ataque de armas biológicas de EE.UU., pero ganaremos también esta vez, incluso en la lucha contra el virus. Washington debe saber que si han propagado el virus, este volverá a ellos”. Cuando pase la epidemia, más allá de los muertos que deje en el camino, el bloqueo para compra de insumos médicos y medicinas seguirá en pie, y continuará afectando a los más necesitados en Irán.

El ministro de Salud iraní, Saeed Namaki afirmó el 10 de marzo ante el Consejo Supremo de Seguridad Nacional que el país está lejos de alcanzar el pico de contagios, sugiriendo que la tasa de mortalidad podría acelerarse hasta mediados de abril.<>

<><>

EL CASO PALESTINO E ISRAELÍ

En Medio Oriente hay casi 10 mil casos, la mayoría son los mencionados en Irán, y hay además algunos casos mortales en Irak, Egipto y El Líbano.

El gobierno de Israel ordenó que cualquier persona llegada del extranjero deberá permanecer en cuarentena por dos semanas, y la epidemia parece avanzar muy lentamente. Los casos registrados son importados. 97 en total, de los cuales más de 30 son en territorios palestinos.

La gobernadora del distrito de Ramallah, Leila Ghannam ordenó el 10 de marzo el cierre de todo tipo de negocio, gimnasios, actividades masivas bajo techo o callejeras.

En una entrevista al portal Al-Monitor, Gidon Bromberg, director de la ONG israelí EcoPeace recalcó: “Construir muros y barreras le hace creer al público que mágicamente uno puede desentenderse y estar separado de los otros, pero la ecología y la biología nos recuerdan que todos compartimos el entorno, y el coronavirus puede traspasar los muros de un lado y del otro”.

Algo similar declaró el brigadier general Ghassan Alian, encargado de los asuntos civiles palestinos. “No hay ‘ellos’ y ‘nosotros’…La gente de Judea y de Samaria viven juntos y las bacterias y los virus no miran si hay muros: pasan sin pedir permiso”.

Sin embargo, el ministro de Defensa israelí, Naftali Bennett, jefe de la alianza derechista Yamina, decidió cerrar el paso de la Franja Oeste en Bethlehem apenas se conocieron el 5 de marzo los primeros casos diagnosticados entre la población de la ciudad palestina.

Hasta el 11 de marzo había 3700 palestinos en aislamiento domiciliario: 3000 en Bethlehem, 500 en Hebron y el resto en Ramallah, Nablus, Tulkarm y Kalkilya.

¿Cómo afrontaría una epidemia, cualquiera, una población que ya carece de servicios médicos y agua potable?

Escribe Ramzy Baroud, autor y editor de Palestine Chronicle

¿Qué pasaría si el coronavirus impactara en la sitiada Franja de Gaza?. La situación para los palestinos que viven bajo la ocupación israelí representa una gran urgencia y es un tema de particular preocupación.

Si países desarrollados como Italia o Surcorea deben batallar para contener la expansión del virus, no puede esperarse un escenario positivo para los territorios palestinos ocupados.

Los informes oficiales de Palestina afirman que el Covid19 ya está allí, tras la visita de una delegación de Corea del Sur que visitó las ciudades de Jerusalem, Nablus, Jericó, Hebron y Bethlehem entre el 8 y el 15 de febrero pasado.

La confianza en las autoridades y en lo que puedan hacer es mínima.

El Primer Ministro de la Autoridad Palestina, Mohammad Shtayyeh pidió a los ‘dueños de los comercios’ que actúen ‘responsablemente’ y cierren sus negocios al público.

A ello siguió la declaración del ‘Estado de Emergencia’ por parte del Ministro de Salud de la AP para todos los hospitales bajo su jurisdicción en la Franja Occidental, y la designación de un centro de cuarentena cerca de Jericó para quienes lleguen de China o de zonas donde tuvo impacto el coronavirus.

Pero en la práctica, con el cerco en el que viven los palestinos, detrás de muros de cemento, debiendo atravesar check-points militares…¿cómo harían las autoridades palestinas para acudir en ayuda de decenas de miles de la llamada ‘Área C’ que está totalmente bajo control militar israelí?

La Organización Mundial de la Salud ya se ha expresado sobre las ‘inequidades sanitarias’ entre los palestinos, y entre los palestinos y los colonos judíos instalados en asentamientos ilegales en tierras palestinas.

Lo cierto es que muchas comunidades palestinas ya están en cuarentena por decisión política del gobierno israelí, no por razones médicas.

Y en ese marco de encierro, con servicios de salud reducidos al mínimo, el coronavirus sería una catástrofe absoluta.

Aún así, la peor parte se la llevaría Gaza, que vive literalmente entre muros desde hace 12 años, con una población de 1 millón 990 mil personas, 44% de desempleo, y a la cual la ONU ya declaró como ‘inhabitable’.

El grupo de derechos humanos israelí B’Tselem y el coordinador Humanitario de la ONU para el Territorio Palestino, Jamie McGoldrick relataron que los hospitales de Gaza luchan desesperadamente para poder brindar servicios con muy escasos medios, carencia de insumos y medicamentos.

Esto es parte de un problema que tiene muchas aristas: se expanden el sarampión y otras enfermedades infecciosas de alto contagio. En tanto, también hay patologías asociadas al agua envasada: el 97% del agua que dispone Gaza no es apta para consumo humano, según la Organización Mundial de la Salud.

Entonces, una vez más cabe la pregunta: ¿cómo podría afrontar la Franja de Gaza una epidemia de coronavirus si ni siquiera hay agua limpia y potable en el hospital más grande de Gaza, el Al-Shifa, y los médicos y las enfermeras no pueden lavarse y esterilizar sus manos?