La democracia la hacen los pueblos unidos

Hasta ahora los movimientos en nuestro continente de izquierda y los que se dicen de izquierda de abajo, han practicado la penetración en los pueblos originarios para subordinarlos a sus luchas por el poder estatal como en Chile y Argentina, o los han combatido incluso con armas, secuestros y asesinatos como en Colombia. Sólo en México hemos visto una gran cantidad de partidos y movimientos que apoyen sin afanes hegemónicos al Congreso Nacional Indígena y al EZLN, antigua guerrilla que se disolvió para ponerse bajo el mando de las autoridades tradicionales de las comunidades mayas de Chiapas. Hoy día somos testigos de esta declaración de cuatro organizaciones que apoyan decididamente el proceso de construcción , deliberación y propuestas del Parlamento Plurinacional de los Pueblos, Organizaciones y Colectivos Sociales de Ecuador, cuyo eje ha sido la Conaie.



La democracia la hacen los pueblos unidos

 
 

Octubre nos enseñó que la fuerza política de los movimientos sociales y de la izquierda está en las calles y plazas, que la estrategia es enfrentar el programa neoliberal y que es posible juntar las fuerzas en la diversidad, las luchas contra el capitalismo, con los trabajadores/as, las luchas contra el patriarcalismo, con las mujeres, las luchas anticapitalistas, anticoloniales y contra el racismo, con los pueblos indígenas. Nos une la defensa de la vida.

La pandemia del COVID19 nos ha enseñado que la salida no podemos esperarla desde arriba; el mercado capitalista, el Estado en su conjunto, y el pensamiento occidental colonial, han fracasado; el sistema-mundo capitalista está en decadencia y asume sus formas más extremas de explotación y dominación.

Como parte de ese fracaso, en nuestro país, la incapacidad del Gobierno de Lenin Moreno y de la Asamblea, para responder a las necesidades fundamentales de salud, alimentación y cuidado, trabajo y educación de nuestros pueblos, es el signo de una crisis más profunda, una crisis del sistema de democracia representativa liberal. Los electos no nos representan, se apropian de la nominación para sus intereses particulares y de grupo. Las elecciones se han convertido en un negocio, vaciado de propuestas programáticas, vaciado de la presencia de los ciudadanos y ciudadanas.

Tanto en Octubre como en esta pandemia, hemos visto también el surgimiento de semillas anti-sistémicas, desde abajo y desde afuera, la importancia del cuidado y el maternaje en los hogares, la creación de redes de intercambio y trueque para la alimentación y de articulación campo-ciudad, la defensa de la madre-tierra y del agua ante los ataques extractivistas, la práctica de formas alternativas de saber para enfrentar la enfermedad, la solidaridad bajo diferentes formas, como camino de vida en medio de las amenazas de la muerte. Nuevas formas de democracia directa y comunitaria, más allá del mercado, del Estado y de los paradigmas dominantes.

Como Colectivos de las Izquierdas, estamos conscientes que nuestra tarea principal está en consolidar estas semillas de democracia directa, construir el poder autónomo de nuestros pueblos. Por la correlación de fuerzas, debemos disputar también aquellos espacios de la formalidad política donde se toman las decisiones inmediatas.

En el tiempo electoral, nuestra tarea es, en primer lugar, preservar la unidad y la autonomía de las organizaciones y movimientos sociales ante las propuestas de la derecha oligárquica o del progresismo neoliberal, para no entrar en relaciones clientelares-populistas o en posiciones oportunistas, sobre todo de los dirigentes. Es una oportunidad para denunciar el carácter excluyente de la democracia electoral y rechazar a los candidatos involucrados en la corrupción, así no tengan sentencia en firme. Podemos actuar desde abajo y desde la movilización social para posicionar temas del programa del Parlamento de los Pueblos y de las agendas de los movimientos sociales; un mecanismo posible es el impulso de consultas populares locales o nacional como un proceso paralelo.

Las izquierdas y los movimientos sociales debemos apostar por un programa de cambios estratégicos para nuestra sociedad, que nos permita conectarnos – pero sin hipotecarnos – con las próximas elecciones.

Reconocemos que, como catalizador de los movimientos sociales, el movimiento indígena, a través de sus organizaciones, la CONAIE y el Movimiento Pachakutik, tiene la capacidad y la responsabilidad de proponer al resto de fuerzas democráticas un candidato para terciar por la Presidencia de la República. Consideramos que los trabajadores, el FUT, deben ser partícipes de estas decisiones. Ese candidato, y aquellos que tercien por una curul en la Asamblea Nacional, deben reflejar no solo la unidad y el consenso del movimiento indígena, sino la amplitud de múltiples acuerdos y alianzas para    la conformación de una corriente social y popular que pueda disputarle a la derecha oligárquica y a la derecha populista del correísmo – morenismo, las decisiones sobre los grandes temas nacionales.

Hoy, el país ha recibido una propuesta nacida de las luchas de Octubre y del esfuerzo de cientos de organizaciones aglutinadas en el Parlamento Plurinacional de los Pueblos, Organizaciones y Colectivos Sociales, que agrupa a más de 180 organizaciones sociales. Es una hoja de ruta coherente y ambiciosa para los próximos años. En ella constan los objetivos centrales de lo que sería un programa de gobierno para salir de la crisis, sin enajenar nuestro patrimonio nacional, defendiendo y ampliando los derechos y aspiraciones de la mayoría de los ecuatorianos y ecuatorianas. Cualquier candidatura que surja desde esos espacios deberá comprometerse  con  las  líneas  fundamentales de dicho programa.

El objetivo central es orientar el discurso electoral hacia la reorganización de la economía en torno a la producción para atender las necesidades básicas de nuestros pueblos, la salud, la alimentación y el cuidado, el trabajo, la educación y la seguridad social; y hacia la resistencia al proyecto colonial del neoliberalismo.

Como Colectivos de organizaciones de las izquierdas, conscientes de que la unidad surge de la acción conjunta, respaldamos todas las iniciativas que vayan en esa dirección. El consenso y la unidad de los movimientos sociales, organizaciones y grupos de izquierda, colectivos de mujeres y jóvenes, centrales sindicales,     organizaciones     campesinas,     asociaciones     de  productores, son principios insustituibles en este momento crucial  para  el  país. Solo uniéndonos podremos afrontar los difíciles días que se vienen.