¿Qué significaría una administración de Biden para Turquía, Siria y los kurdos?
Recientemente, ha aparecido en las redes sociales un videoclip del candidato presidencial demócrata de Estados Unidos, Joe Biden, que expresa su apoyo a la oposición en Turquía y critica la retirada de tropas estadounidenses de la frontera turco-siria, ordenada por el actual mandatario Donald Trump en octubre de 2019.
Los funcionarios turcos han condenado los comentarios, alegando que prueban que Estados Unidos estuvo involucrado en el fallido intento de golpe de Estado de julio de 2016. Los analistas y observadores estadounidenses han argumentado que los comentarios muestran cómo Biden sería un presidente pro-kurdo.
En realidad, es probable que las políticas de una posible administración de Biden sobre Turquía dependan más del Congreso y de los nombramientos políticos de las agencias gubernamentales, que del historial y las opiniones personales de Biden.
A lo largo de su carrera política de varias décadas, Biden ha adoptado casi todas las posiciones posibles sobre el conflicto entre el Estado turco y el pueblo kurdo.
En la década de 1990, como miembro del influyente Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, patrocinó resoluciones en las que pedía a Turquía que se retirara del Kurdistán iraquí, y demandaba una solución negociada al conflicto entre Turquía y el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).
Como vicepresidente, declaró que Turquía había apoyado al Estado Islámico (ISIS). Sin embargo, más tarde se disculpó con Turquía y cambió a su posición, afirmando -en comentarios hechos a los funcionarios turcos- que el PKK era equivalente a ISIS. También pidió a las YPG (Unidades de Protección del Pueblo) que se retiren de Manbij después de liberar la ciudad del grupo terrorista, en 2016.
La administración Obama-Biden tuvo un historial mixto sobre las cuestiones kurdas en Siria. Si bien decidieron brindar apoyo aéreo a las YPG en Kobane, en 2014, su administración también fue responsable de armar a muchos de los grupos yihadistas que han aterrorizado a los kurdos en Afrin, Serekaniye y Tel Abyad.
En Turquía, el historial de la administración fue decididamente peor. Estados Unidos hizo poco para apoyar las conversaciones de paz en Turquía, que tuvieron lugar entre 2013 y 2015, y no respondió a la brutal represión desatada por Erdogan cuando las negociaciones fracasaron.
La elección de Biden de la senadora de California Kamala Harris como su vicepresidenta dice poco sobre la política exterior en general. Elegida para el Senado en 2016, aún no ha cumplido un mandato completo. Durante ese tiempo, no patrocinó ni copatrocinó ningún proyecto de ley relacionado con cuestiones kurdas en Turquía o en Siria. Sin embargo, criticó la retirada de Trump de Siria en debates televisados y ha apoyado el reconocimiento del Genocidio Armenio.
Si Biden es elegido, sus propias ideas probablemente importarán menos que las preferencias políticas de las personas que designe para puestos clave de política exterior y seguridad nacional. La administración Trump ha demostrado cómo las opiniones de tales personas designadas, como los sentimientos del embajador James Jeffrey que podrían considerarse pro-turcos, pueden tener un impacto en la política.
Muchos observadores han sugerido que es relativamente probable que Biden delegue los detalles de política exterior a sus subordinados, creando una dinámica similar a la que se ve ahora. Si gana, se debe prestar especial atención a las elecciones de las personas designadas y a sus antecedentes en Turquía, Siria y en los asuntos kurdos.
La posición del poder legislativo también será relevante. Ahora existe una desconfianza bipartidista hacia Turquía, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, y los miembros ejercen su autoridad para bloquear los acuerdos de armas, y proponen una legislación que critica las acciones de Turquía en Siria y el Mediterráneo Oriental. Trump ha tratado de reprimir estos esfuerzos de una manera que probablemente no haría una administración de Biden. El Congreso también responde mucho más a la presión pública que la Casa Blanca y, como lo demostró el clamor contra las atrocidades turcas en octubre del año pasado, los estadounidenses tienen poca simpatía por la agresión de Turquía.
Será difícil para cualquier administración apoyar más a los elementos más militaristas y nacionalistas del Estado turco que Trump y muchos de sus asesores. En este sentido, una victoria demócrata en las elecciones de noviembre podría ser positiva para los kurdos en Turquía y en Siria por igual. Sin embargo, las administraciones demócratas, y el propio Biden, históricamente también le han dado a Turquía un cheque en blanco para cometer crímenes de guerra en Kurdistán. Los observadores internacionales deben ser cautelosamente optimistas y prestar atención a quiénes toman las decisiones y a las voces influyentes fuera de la Casa Blanca.
FUENTE: Meghan Bodette / North Press Agency / Traducción y edición: Kurdistán América Latina