Más respuestas de las Jornadas ¡La Comuna Vive!

Sin extendernos más lejos que México, encontramos la profunda experiencia de los Zapatistas, comunidad que ahora se ha fortalecida durante más de cuarto de siglo, alcanzando algo del orden de medio millón de personas viviendo en un vasto territorio con una diversidad biocultural que sigue inspirando pueblos alrededor del mundo; sus logros son evidentes en las esferas de la gobernanza, del abastecimiento local, y de la preparación de sus bases para una plena participación en la vida colectiva.



¡La Comuna Vive!

David Barkin

 

1)El régimen dominante heredado

El lugar común de un mundo bipolar es la formulación de una dinámica en la cual el “capital” (como relación social y como fuerza económica) limita nuestras opciones para enfrentar la destrucción que estaba sembrando. Su estela devastadora está obligando a millones de salir desus comunidades, regiones y países, enfrentando grupos sociales dentro de cada rincón del planeta, y desviando los recursos en cada país a consolidar el poderío de una muy reducida élite y la satisfacción de sus más absurdas “necesidades”.Sin embargo, había otra realidad consolidándose desde abajo. El control de los medios y de los canales de ‘socialización’ opaca su visibilidad, pero el peso de los números de las participantes, la diversidad de sus formas de organización, y la eficacia de sus estrategias se imponen; la evidencia de que sus alternativas ofrecen respuestas a los anhelos de sus adherentes es cada vez más contundente. Frente al embate del capital, centenares de miles decomunidades con millones de miembros están construyendo “un nuevo mundo en el cual quepan muchos mundos.”

 

2)El impacto del Covid-19 y las movilizaciones del 2020

Nuestro encierre es un nuevo fenómeno personal, social y político. En cierta manera, un privilegio para los que tenemos las posibilidades de trabajar e interactuar desde los espacios que hemos construido; permite una nueva comunicación con colegas/camaradas local- e internacionalmente, abre canales de interacción con viejos amigos y nuevos conspiradores. Pero, también ha permitido emerger, sobresalir y florecer una conciencia del profundo conocimiento que se ha venido robusteciendo sobre nuestra (las sociedades, los individuos) intricada relación con el mundo natural de que todos dependemos. Aunque gran parte era conocida, los detalles son sorprendentes; darnos cuenta, de nuevo, de las múltiples formas en que el “capital” está (ha estado) distorsionado esta relación a su antojo en perjuicio de las poblaciones que atropella y de los ecosistemas que transforma o destruye.Sin embargo, quizás los cambios más trascendentes en el corto lapso de medio año en que hemos vivido este azote infeccioso han ocurrido en las masivas movilizaciones populares ylas múltiples formas de solidaridad que están enfrentando el poder, el régimen dominante. La ascendencia de un autoritarismo militante con sus diversas formas de exclusión, de forjar sistemas de privilegio, y de movilizar masas de seguidores está confrontando nuevas alianzas de grupos sociales exigiendo respeto por derechos ganados en el pasado y el retorno a (o la construcción de) un régimen institucionalizado e incluyente. Esta transformación social no es de poco importe. Acarrea una fuerte confrontación con intereses incrustados en estructuras cuidadosamente construidas durante décadas de ejercicio y abuso del poder político y económico. Pero, también implica un enfrentamiento entre visiones de la sociedad y de las posibilidades que permitiría el planeta. ¿Quiénes serán los beneficiarios de las decisiones que toman en torno a la reconformación de la sociedad y de sus estructuras políticas, económicas, e infraestructurales? ¿Cómo se desplegarán las fuerzas sociales que demandan – y tienen derechos reconocidos – un nuevo contrato social, empotrado en la diversidad que caracteriza el mundo en que vivimos? De muchas formas, estos retos están presentes y más visibles que nunca en casi todas las naciones. Reflejan una nueva militancia de grupos menos dispuestos a dejar que las instituciones heredadas tratan de confrontar y solucionar las contradicciones que resultaron infranqueables en el pasado. Hoy en día, hay una nueva conciencia que las consecuencias de no enfrentarlas serían catastróficas, para las sociedades y para nuestra supervivencia en el planeta.

 

3)La relevancia de la Comuna de 1871

Lo que sorprende es el reconocimiento de la posibilidad de una gobernanza desde abajo y la capacidad de los grupos sociales de forjar alianzas para que se puede realizar una administración social, política, y ambiental capaz de atender las necesidades sociales y planetarias de manera responsable. La emergencia de organizaciones sociales a escala mundial como es La Vía Campesina (con más de 200 millones de miembros en 81 países) y los esfuerzospara tejer el Tejido Global de Alternativas complementan la consolidación de los Territorios de Vida (“Territorios y Áreas Conservados por Pueblos Indígenas y Comunidades Locales”); refleja el reconocimiento de la importancia numérica, social y productiva de las poblaciones rurales entodas partes del mundo. En los países más urbanizados e industrializados se han consolidado importantes núcleos de colectivos para manejar mercados solidarios, cooperativas de producción de bienes y servicios, y organizaciones que están forjando economías solidarias. La disposición y capacidad de trabajadores de tomar control de sus centros de trabajo, cuando la estructura capitalista falla, también está demostrando las posibilidades gerenciales de los cuadros que son despreciados en la institucionalidad dominante; son tantos casos que actualmente existen organizaciones que permiten que estas unidades se refuerzan unas a las demás en asociaciones internacionales. La Comuna, entonces, no es solamente un referente histórico. La posibilidad y la necesidad de superar los esfuerzos individualistas para enfrentar de manera colectiva y creativa está demostrando sus frutos de muchas maneras en la época actual.

 

4)¿QUÉ HACER?

Es claro que hoy en día es primordial participar en la organización social y productiva de manera descentralizada pero coordinada. Son muchas las formas de realizar esta labor, pero quizás la prioridad debe descansar en identificar algunos principios que podrían guiar estos esfuerzos. Para este propósito ofrezco cinco que emergen de las experiencias de organizaciones de base de muchas partes:

A)Autonomía

B)Solidaridad

C)Autosuficiencia

D)Diversificación productiva

E)Manejo sustentable de patrimonio natural

 

Son muchas los ejemplos de los pueblos que están construyendo sus propias bases, sus‘comunas’. Ofrecen ejemplos importantes e inspiradores parecidos a las discusiones desatadas por los valientes defensores de las barricadas de París hace 250 años. Sin extendernos más lejos que México, encontramos la profunda experiencia de los Zapatistas, comunidad que ahora se ha fortalecida durante más de cuarto de siglo, alcanzando algo del orden de medio millón de personas viviendo en un vasto territorio con una diversidad biocultural que sigue inspirando pueblos alrededor del mundo; sus logros son evidentes en las esferas de la gobernanza, del abastecimiento local, y de la preparación de sus bases para una plena participación en la vida colectiva. En otras partes del país, hay decenas de etnias que están practicando sus propias formas de “Comunalidad”, con cosmovisiones propias y organizaciones que apoyan sus demandas de autonomía y esfuerzos para gestionar sus territorios. Los pasos que han adoptado para implementar sus propuestas de auto-gestión están manifestándose en diversas formas de implementar los sistemas de “usos y costumbres” y de aliarse con otros para reclamar control sobre sus patrimonios y tratar de impedir los modelos capitalistas de “aprovechar la riqueza natural”. Al igual que los ejemplos mexicanos, hay innumerables casos de grupos campesinos e indígenas en todos partes del mundo que están organizados u organizándose colectivamente para la gestión de sus territorios y su propia gobernanza. Uno de las estrategias más importantes y generalizadas que está implementando es la profundización y ampliación de la agricultura tradicional, “enriquecida” con las diversas lecciones del paradigma de la “agroecología del sur”; pongo está diferenciación en el enfoque porque muchas practicantes y promotores están señalando las importantes diferencias de la versión latinoamericana de sus formas norteñas. Este énfasis en una producción agrícola más saludable para el productor, el ecosistema, y el consumidor está acompañado, a menudo, con la organización de circuitos locales y regionales de intercambio que facilitan el intercambio entre productores y con otras poblaciones que ofrecen sus propios productos en los encuentros. De esta manera, las estrategias de fortalecimiento comunitaria se extienden para impulsar relaciones urbano-rurales que reducen su dependencia en los mercados globalizados que erosionan el tejido social.En América Latina, se encuentran otras experiencias notables con este enfoque productivo y colectivista en muchas partes de la región. Quizás la más extendida es la consolidación del grupo “Movimiento Sin Tierra” que se formó en Brasil desde los años 90. Sus propias hazañas son ampliamente documentadas y fueron fortalecidas con su interacción comogrupo protagonista en La Vías Campesina. Por supuesto, la experiencia cubana de sobrevivir sus seis decenios contra viento y marea fue enriquecida con la adopción sui generis de un modelo de agricultura ecológica urbana y agroecología que ha sido tema de grandes elogios enlos pasillos de las organizaciones internacionales especializadas; además, se están evidenciando los frutos de su concentración en la creación de una población educada y preparada para enfrentar los retos de un mundo en perpetua transformación de manera especial en este momento particular de pandemia. También, está el caso de Venezuela que está resistiendo una nueva forma de guerra no tan fría con una población abnegada, pero con importantes contingentes empeñados en fortalecer y ampliar el alcance de sus comunas como centros de producción agropecuaria y otras primeras necesidades a lo largo y ancho del país.Los múltiples ejemplos de comunidades, de cooperativas, de fábricas recuperadas, construyendo sus mundos post-capitalistas son los nuevos sujetos revolucionarios. Entre este grupo de pensadores no es necesario ampliar los detalles de otras comunas, de otros pueblos en lucha, como son: los Kurdos que se fortalecen en medio de una guerra que parece no terminar; los Mapuches resistiendo frente a los ataques del Estado Chileno; los pueblos amazónicos, herederos de miles de años de experiencia forjando comunidades; las cooperativas de Mondragón que se consolidan desde la base de la visión colectivista del Padre Arizmendiarrieta que implantó en un mundo empobrecido por la herencia de la Guerra Civil Española. Hoy las nuevas generaciones de los pueblos originarios de Norteamérica y de las etnias andinas, por sólo mencionar aquellos con que tengo algún contacto, están repudiando las viejas instituciones coloniales para reclamar sus tradiciones y sus territorios y forjar sus nuevas comunas. Quizás habrá tiempo en el futuro para una “gran transformación” internacional o los cambios nacionales en otros lares, pero para ahora considero que nuestra mejor apuesta es colaborar con los millones encaminados a forjar una diversidad de sus propias alternativas.-