Soy piel, somos cuerpo, quiero tocar
Somos cuerpo, me repito estos días. Somos cuerpo. Lo he escrito en otras ocasiones. Somos cuerpo. No entraré en disquisiciones de moda, no se trata de eso. Cuerpo soy.
Soy mis manos. Soy las manos que han acariciado a mi hijo y a mi hija, las mismas que lavaron el cuepo de mi abuela ya anciana en la bañera de la casa familiar, las manos que le cortaron el pelo. Mis manos incorporaron el cuerpo de mi abuelo en el Hospital militar, le ayudaron a sobrellevar algún duro momento, supe usarlas. Mis manos tomaron los cuerpos recién paridos de mis criaturas, retiraron en un impulso animal la extraña crema que los crubría. Mis manos se ocuparon de su higiene, de recorrer sus carnecitas tiernas en busca de dolores, de que su temperatura fuera la adecuada, de peinarles.
Con tanta prisa por los datos, con esta urgencia de mascarillas y supuestas vacunas, de alejamientos, nos estamos olvidando de plantearnos el futuro. El futuro y nuestra capacidad para diseñarlo. El nuestro. El de nuestros hijos e hijas.