Aprendiendo de la rebelión de la Comuna de París

¿Qué era novedoso en el elenco político de la Comuna? Lo más importante: “La Constitución comunal habría restablecido en el cuerpo social todas las fuerzas hasta ahora absorbidas por el parásito estatal que se alimenta de la sociedad y obstruye su libre circulación”. Los parásitos estatales incluyen el ejército permanente, los políticos profesionales, los burócratas, etcétera. Su existencia se supone en las concepciones convencionales (principalmente estatistas) de la vida política.



Comuna 2020

Richard Gunn

Comunizar

Un lector de los discursos y escritos de Marx de alrededor de 1870 no tiene dudas sobre la importancia de los temas en juego. Dos especies políticas opuestas se enfrentan entre sí y hay vidas en juego que dependen de ese contraste. Por un lado, existe el moribundo pero aún asesino sistema de astucia estatal [statecraft] y militar por el cual las naciones de Europa habían sido gobernadas. No es la característica menos problemática de este sistema la circunstancia de que la victoria de un estado solo puede ser efímera: después de un breve respiro, el estado en cuestión «debe prepararse nuevamente para otra “guerra defensiva”1. Por otro lado, existe la política del proletariado revolucionario que tiene, como “tarea común”, la emancipación del trabajo (ibid. p. 37). Como la historia nos ha enseñado, la política sucia pero asesina del gobierno [statecraft] estatal ganó. La Comuna, que intentó un nuevo comienzo, se ahogó en sangre. En el siglo XX, el resultado de esta victoria fue la primera y la segunda guerra mundial, y la Guerra Fría, cuyo primer paso en 1945 fue el bombardeo de Hiroshima en el que, parafraseando a Donald Trump, Estados Unidos estuvo “genial”2.

Mis comentarios centran la atención en los temas de vida o muerte en los que se estaba enfocando Marx en La Guerra Civil en Francia. Los comentaristas e historiadores hubieran preferido que el texto preguntara “¿Quiénes eran los comuneros?”3 o “¿Fue la comuna una instancia auténtica de la dictadura del proletariado?”4. La principal preocupación de Marx era alejar la política europea de una mentalidad que, como sabemos, condujo a la guerra mundial.

¿Qué era novedoso en el elenco político de la Comuna? Lo más importante: “La Constitución comunal habría restablecido en el cuerpo social todas las fuerzas hasta ahora absorbidas por el parásito estatal que se alimenta de la sociedad y obstruye su libre circulación”5. Los parásitos estatales incluyen el ejército permanente, los políticos profesionales, los burócratas, etcétera. Su existencia se supone en las concepciones convencionales (principalmente estatistas) de la vida política. El pasaje de La Guerra Civil en Francia regresa al lector a los primeros textos de Marx en los que las formas de la vida social que han devenido separadas se presentan como abstracciones o alienaciones6. Para Marx, en el momento en que la vida social se separa o aliena, es cuando existe un riesgo de guerra. La Comuna de París mantiene abierta la posibilidad de una existencia desmilitarizada que los negocios políticos y económicos, como de costumbre, niegan [denies].

Es en este contexto de creciente alienación que tienen que ser visto los asuntos sociales de la Comuna. Los célebres panaderos nocturnos, un notorio ejemplo de horas antisociales, recibieron una compensación. Marx continúa: el “servicio público” en el momento de la Comuna “tenía que hacerse a sueldo de los trabajadores” (La Guerra Civil en Francia, pág. 63). Los servidores públicos “debían ser electos, responsables y revocables” (ibid.). La Comuna “encaminada a la expropiación de los expropiadores” (ibid. P. 67). El objetivo general era sanar las relaciones sociales y evitar arrastrar las fisuras de una división del trabajo en el cuerpo de la sociedad. La dificultad que enfrentó la Comuna fue que, en el contexto de la Guerra Franco-Prusiana, los enemigos de París estaban a las puertas de la ciudad. Es sorprendente que Marx, en general alérgico al optimismo fácil, se sintiera capaz de terminar su relato con una nota destacada: “El París de los trabajadores”, concluye, “con su Comuna, será celebrado para siempre como el glorioso precursor de una nueva sociedad”7. Quizás este pasaje es lo más cercano que Marx llega a imaginar la organización revolucionaria de una manera prefigurativa o anticipatoria.

Arriba, me referí a Manuel Castells como un comentarista para quien “¿Quiénes eran los comuneros?” es una cuestión viva. Su respuesta a la pregunta es que “si bien es cierto que la gran mayoría de los comuneros eran trabajadores, la mayoría de ellos no eran proletarios industriales, sino artesanos tradicionales y trabajadores de la construcción relacionados con el proceso de crecimiento urbano”8. Su observación es interesante porque, en los últimos años, el sitio de la acción revolucionaria no ha sido la fábrica industrial exclusivamente. En cambio, ha sido la ciudad o la comunidad urbana en su conjunto. Estoy pensando en el movimiento Occupy de 2011-13 y, quizás especialmente, en la protesta o sentada que tuvo lugar en el Parque Gezi, Estambul. El trabajo de Castells en ciudades como París resuena con el ciclo actual de luchas. Mi propia contribución en Comunizar titulado “¿Qué es el proletariado?” sugiere que el foco de Marx está en si un individuo debe vender el uso de su fuerza de trabajo y no en si posee un trabajo en una fábrica. Silvia Federici ha llamado la atención sobre “la formación de un proletariado ex-lege [según la ley] compuesto por trabajadores inmigrantes indocumentados, estudiantes que no devuelven sus préstamos, productores o vendedores de bienes ilícitos, trabajadores sexuales”9. Con una intención polémica similar, Reni Eddo-Lodge ha escrito: “Deberíamos repensar la imagen que evocamos cuando pensamos en una persona de clase trabajadora. En lugar de un hombre blanco con una gorra plana, es una mujer negra empujando un cochecito de bebé”10. ¿Es necesario que modelemos de nuevo la concepción de Marx del proletariado? No abordo la pregunta aquí. Termino señalando que el enfoque de toda la ciudad de La Guerra Civil en Francia se interconecta llamativamente con las preocupaciones sociales y políticas de los últimos años. Marx le habla directamente al activismo que han visto las primeras décadas del siglo XXI.

Junio de 2020.

Enviado por el autor. Original en inglés. Traducción al castellano: Rodrigo Pascual

Notas:

K. Marx The Civil War in France (Moscow: Foreign Languages Publishing House, sin datos) p. 34.

2 La justificación de mis comentarios sobre Hiroshima y la Guerra Fra se pueden encontrar en: G. Alperovitz The Declaration to Use the Atomic Bomb (London: Fontana Press 1996).

3 Véase, por ejemplo, M. Castells The City and the Grassroots at http://abahlali.org/files/Castells_Paris_Commune.pdf   pp. 16-19. Abajo vuelvo sobre Castells.

4 Véase V.I. Lenin The State and Revolution (London: Central Books 1972) capítulo 3.

5 The Civil War in France p. 65.

6 See, for example, K. Marx and F. Engels Collected Works Vol. 3 (London: Lawrence and Wishart 1975) p. 168. Not the least importance of the passage on ‘state parasites’ just quoted is that it illustrates the unity and continuity of Marx’s thought.

7 Civil War p. 91.

8 M. Castells The City and the Grassroots (véase el link de la nota al pie número 3, arriba) p. 17.

9 S. Federici Revolution at Point Zero (Oakland: PM Press 2012) p. 105.

10 R. Eddo-Lodge Why I’m No Longer Talking to White People About Race (London: Bloomsbury Publishing 2018) p. 201.