Escritores en la Comuna de París: Villers de L’Isle-Adam
Michélle Audin
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1
Es la historia de un aristócrata. Se llama Jean Marie Mathias Philippe Auguste de Villiers de L’Isle-Adam y como la cantidad de sus nombres nos lo indica (a nosotros, gente de a pie) es un “verdadero” conde. Es también un poeta, bajo el nombre de Auguste (y todos sus apellidos). Hizo muchos amigos republicanos durante los últimos años del Imperio. Estaba muy ligado, por ejemplo, con Victor Noir, y jugó un rol importante en la manifestación en la que se transformó el entierro del joven periodista en enero de 1870.
Villiers fue atacado en Le Figaro, con una pequeña frase insultante, insidiosa y delatora el 10 de octubre de 1871:
Por un uniforme y algunos francos por día, hombres nobles ensuciaron para siempre sus nombres sirviendo a la Comuna. Se dice que hubo en esta cantidad de gente un verdadero conde de Villiers de L’Isle-Adam
Ustedes verán que los delatores de Je suise parttout, setenta años más tarde no tienen nada para inventar… Entre otras cosas el mencionado conde, que no había dejado París respondió:
París 10 de octubre de 1871
Al señor redactor en jefe de Le Figaro
Señor redactor en jefe
Leí en Le Figaro de ayer [sic]
[Y acá hay dos frases que yo no reproduzco]
El verdadero conde de Villiers de la Isla de Adam soy yo y no fui durante la insurrección quién portó ningún uniforme ni recibí ninguna paga.
Le pido por favor publicar esta rectificación.
Agrego, señor, mi distinguida consideración.
Villiers de L’Isle-Adam.
Le Figaro publica esta carta sin comentarios en su edición del 12 de octubre. Villiers no negó haber “servido a la Comuna”. Lo que fue noble de su parte. Y seguramente también valiente. La represión no había terminado y, por ejemplo, entre los poetas se encontraban Paul Verlaine y Louis-Xavier de Ricard que habían preferido alejarse de París.
Pero entonces ¿qué había hecho Villiers?
Había escrito bajo el seudónimo “Marius” y bajo el título de “Pintura de París” una novela cuyos cinco episodios aparecieron en Le Tribun du peuple de Lissagaray y Lepelletier.
Aquí las fechas (el periódico está fechado el día siguiente) y los títulos (cuando los tiene) de estos episodios:
I (sin título, en el cual el tema está entre otras pinturas de París los conciertos de las Tuileries) – 17 de mayo,
II Los Clubes – 19 de mayo (el número de 18 de mayo se había deslizado en el lugar del comentario, la “Nueva oda a la columna”, ustedes saben cómo utilizarlo, etcétera),
III Los Bajo relieves de la columna Vendôme – 20 de mayo,
IV Los Cafés cantantes – 21 de mayo,
V La Caza a los incorregibles – 22 de mayo (este número apareció el domingo 21 después del mediodía en el momento en que los versalleses entraban en París.
Los cinco “episodios”, cinco artículos más bien, fueron escritos más o menos en el momento de su publicación.
-Un autor, entonces, que apoyaba la Comuna en el mes de mayo.
-El secreto del seudónimo fue bien guardado.
-¿Cómo se sabe que Marius es Villiers?
2
Villiers estaba presente en París a fines del año 1870. Comandaba los vigías del batallón de la Guardia Nacional (un batallón del barrio 19, si no me equivoco, en algún momento un barrio popular).
Estaba presente en París durante la Comuna lo mismo que sus amigos Catulle Mendès, Paul Verlaine, Louis-Xavier de Ricard y Edmond Lepelletier. Entre esos amigos estaba también Léon Cladel. Es Coppée quién lo dice (aunque evita cuidadosamente citar a Verlaine y Ricard).
Es todo un pequeño mundo.
Comencé a establecer algunas relaciones:
-Ricard y Mendès habitaban el mismo inmueble en la calle de Douai.
-En esa misma calle el pintor Édouard Manet había tenido su atelier unos años antes.
-Es muy posible que Lissagaray haya habitado allí también (y él vivió en 1870 y vivió allí también después de la amnistía de los comuneros, pero durante la Comuna no tengo seguridad).
¿Por qué involucrar a Lissagaray en esta historia? Porque fue el redactor en jefe de «La tribuna del pueblo» del 17 al 24 de mayo de 1871 y Edmond Lepelletier era en ese momento el co-gerente.
-Edmond Lepelletier, amigo de Lissagaray y también amigo de Verlaine.
-Verlaine, del cual Louis-Xavier de Ricard había sido el primero en publicar un poema llamado “Monsieur Prudhomme” en su jornal de la Revista del Progreso en 1873.
Ya que estamos en el periódico…
-Verlaine durante la Comuna va todos los días al Hotel de Ville a sentarse sobre su asiento de cuero. Era el jefe de la oficina de prensa del Hotel de Ville. No sé qué es lo que hacía en esa oficina ni que es lo que hacía Verlaine (la única cosa segura es que bebía ajenjo).
-Pero Louis-Xavier de Ricard (que era un verdadero marqués) escribió un artículo sobre “La Revolución Popular” que Charles Longuet publicó en el periódico oficial del 7 de abril.
-Fue una justa devolución de las cosas ya que Longuet había también colaborado en la Revista del progreso.
Podría continuar esta “polka de los poetas” para encontrar aún más digresiones de otras historias de amistad.
-Por ejemplo la de Vermersch (sí, el Vermersch del Père Duchene) y de Verlaine,
-Aquella que llevó a Louise Michel a asistir al casamiento de Verlaine, porque la esposa, Mathilde Mauté, era una de sus viejas alumnas. ¿Cómo se sabe que ella estaba allí? No lo sé, es algo que se dice.
-Hablando de casamiento, está también la presencia de Verlaine en el casamiento de su cuñado Charles de Sivry con una artista dramática, Emma Comiot. No solamente Verlaine. Antoine Cros estaba allí también, Antoine, el hermano de Charles, como ustedes saben bien, es el del arenque ahumado y el del fonógrafo. ¿Cómo se sabe que estaban allí? ¡Eran los hombres que eran los testigos del casamiento y encima firmaron el acta! Era el 6 de mayo de 1871, sí, en la intendencia de…
Aquí podría continuar con este cuñado, Charles de Sivry, un músico que encontró durante su detención en Satory, en el verano de 1871 a un guardia nacional, también prisionero, que buscaba un profesor de piano para su hijo de nueve años, de manera que Antoinette Mauté quien ya era:
-una alumna de Chopin,
-la madre de Charles de Sivry
-y la suegra de Verlaine
Que se transformó en el profesor que preparó al pequeño Claude Debussy en el Conservatorio de música, antes que nada.
Están también los salones, como el de la señora Marquesa de Ricard (madre) que esos hombres frecuentaban y también, por ejemplo, Raoul Rigault (del cual se puede decir que tenía cero de cultura) y también el salón de Nina de Villard, donde iban todos, incluso Camille Pelletan, y Flourens, y también Rimbaud, quien compuso allí, con un grupo de poetas, los poemas zuticos después de la publicación de las Vieilleries Coppéiennes. Nina de Villard que Manet inmortaliza dos años después de la Comuna es la “Dama de los abanicos”.
Uf… Un pequeño mundo ese París de poetas.
¡Ah!, sí. ¿Y cómo se sabía que Marius era Villiers?
3
Simplemente porque Lepelletier lo dice en una frase de su Historia de la Comuna. Es un tema en cuestión en el pasaje de la gran ceremonia del entierro de los federados después de la “salida torrencial” a comienzos de abril.
En las cuatro esquinas oscuras volaban banderas escarlatas “banderas color de venganza” escribió Auguste Villiers de la Isla de Adam en su pintura de París publicada en Le Tribun du peuple.
Claramente Lepelletier cita de memoria un artículo que seguramente él pidió para ese periódico cuarenta años antes.
“Marius” describe París en mayo y habla de los entierros de los federados en general (que eran muy corrientes desde hacía un mes). Escribió:
En las esquinas los entierros negros se cruzaban con las fanfarrias, los oscuros golpes de los tambores y grandes estandartes color de venganza.
¿Fin de la historia? ¡No, nada que ver! He aquí que en los años 1950 una polémica estalla (en el pequeño mundo de los especialistas de Villiers). Se presiente que algunos de esos señores se asombraron: ¡un poeta! ¡favorable a la Comuna! ¡Imposible! No crean que en 1950 todo se había serenado. Todos los biógrafos ponían y algunos ponen todavía un punto de honor en el tema de “saltar” la Comuna. Con Vallès y Courbet no había nada que hacer, pero vean a Manet, por ejemplo. Su amigo Duret dijo que volvió a entrar en París (que había dejado después del sitio) antes de que termine la Comuna. Existen, por otro lado, dos litografías que confirman lo que vio durante la Semana Sangrienta. Eso no impide a los biógrafos modernos decir que no volvió a París más que en junio.
Volvamos a Villiers. Uno de esos hombres emplea la expresión “en una hoja comunal” lo que es más bien despreciativo, sobre todo si uno sabe quién es el redactor en jefe y el gerente de la página en cuestión (Lissagaray, Lepelletier, como nosotros lo sabemos). Expresión despreciativa puede ser, pero que todos van a retomar hasta nuestros días. Los unos y los otros emplean argumentos sorprendentes. Para la “defensa” de Villiers, vamos a citar una carta que el mismo habría dirigido a un policía –¿sería más noble ser un agente versalles que un simpatizante de la Comuna?-. Pero dado que son literatos, ellos inventan una teoría literaria: “Marius” sería Catulle Mendès. Porque este último ha escrito en setenta y tres periódicos “banderas color de venganza”. La frase entera es:
Alrededor de un montón de facinerosos donde debía estar la estatua habían plantados banderas color de venganza.
El tema es la caída de la Columna Vendôme y la venganza parece menos indicada que en el caso de los catafalcos.
¿Entonces? ¿Una bella expresión discutida con un amigo es vuelta a emplear? ¿O era un plagio puro y simple?
¡Ah! ¡Pero hay un tercer hombre! Acá les dejo un pequeño descubrimiento. Se podría preguntar por qué nunca se cita a este tercer hombre en el hecho. ¿Porque los especialistas de Villiers no lo leen?
¿El tercer hombre? Es Lissagaray, quien también, desde 1871 y en las ocho jornadas de mayo detrás de las barricadas, en su embrionario libro Historia de la Comuna cuando escribió:
Salvo cuatro o cinco de la calle Honoré o de la calle Rivoli, la barricada de mayo se hizo con un montón de adoquines, apenas de la altura de un hombre. Detrás, algunas veces un cañón o una ametralladora. En el medio encajada entre dos adoquines, la bandera roja, color de venganza.
Emplea también la expresión en su Historia de la Comuna, pero lo hace mucho más tarde y por lo tanto, es menos convincente. A las preguntas formuladas yo respondería:
-Recuerda, Lissagaray, una expresión publicada en su jornal, probablemente discutida con Marius,
-y plagiada por Mendès.
Parece, en efecto, que Mendès, quien publicó su libro muchas semanas después de los artículos de “Marius”, los haya copiado. Pura y simplemente. Una “acusación” que amerita su argumentación.
Aquí un concierto en la Tuileries descrito por Marius y por Mendès –concierto del 6 o del 11 de mayo-; Agar allí lee los versos de los Castigos, y Rosa Bordas canta La Canaille. Para aclarar la lectura, cito a Marius y a Mendès.
Marius:
Por intervalos los aplausos estridentes y lejanos de las ametralladoras venían, por la ventana abierta, y llevados por la brisa de la primavera, a mezclarse con los aplausos que saludaban entusiastas, en la sala de los mariscales del imperio los versos de los Castigos.
Mendès:
Cuando el dúo del Maestro de capilla había terminado, me di vuelta hacia la sala: el aplauso ronco y lejano de las ametralladoras de Neuilly, traídos por la brisa de esa noche de primavera por la ventana que permanecía abierta, vino a mezclarse con los aplausos del “público”.
El aplauso ronco de las ametralladoras es inimitable… Si ustedes creen que estas dos citas prueban que los dos textos son del mismo autor noten las referencias elegidas:
-primero uno habla de los Castigos.
-el otro habla del Maestro de la capilla
y remarquen las comillas que Mendès pone al “público”. Si todavía no están convencidos lean los parágrafos cercanos a éstos, en ambos textos. Mendès escribe (inmediatamente después de los aplausos):
¡Ah! ¡Este público! Las fisonomías en general eran verdaderamente patibularias; algunos no eran más que repugnantes; todas reflejaban la sorpresa, el placer y el miedo a la Igualdad. El carpintero Pindy, un soplón, gobernador militar del Hotel de Ville, contaba esto a una señorita en de Philippe, miembro del Comité Central. La ex sopolona Clémence se esforzaba por sobornar por la espalda a una anciana egocéntrica que sonreía ingenuamente tímida y como asustada. El zapatero Dereure miraba sus zapatos con un aire concentrado. El ex cochero Bilier, comandante del estado mayor, silbaba a los cantantes creyendo así darles coraje, como hacía en sus costumbres hípicas.
[…]
Fiesta dada por los sirvientes en la casa desierta.
Y Marius escribe (justo después de los aplausos):
Había una grandeza al ver, finalmente, a las mujeres en ropas modestas y los hombres con los ojos francos pasar sobre las mismas bóvedas donde el adulterio, la hipocresía, la muerte, la exacción y la tortura se habían paseado desde hacía tantos siglos, la diadema en la frente y el respeto por el universo en los pies. Habían instituido ese espectáculo, con el fusil en la mano, ¡era su mayor placer! Y, desde lejos, las viudas y las viejas madres y los niños podían mirar esta vez los jardines y las ventanas iluminadas de las Tullerías sin maldecir la fiesta, ya que ese fuego era para darles su pan.
Dos descripciones del mismo público y del mismo concierto. ¿Quién puede creer que estos dos textos tuvieron el mismo autor, no después de años, sino después de algunas semanas de intervalo? No, Mendès no es Marius, pero sí: Mendès ha copiado a Marius.
Me preguntarán por qué él había sido menos chocante que Marius o sea, Mendès que Villiers. Esto nos llevaría más lejos. Sería más interesante preguntarse si los dos amigos fueron juntos a ese concierto.
¿Y por qué entonces Lepelletier, que estaba tan bien ubicado para saberlo y que ha realizado una obra precisa y honesta, habría inventado que Marius era Villiers?
Es indiscutible que en su gran mayoría los escritores estuvieron en contra de la Comuna. ¿Para qué entonces sumarles a Villiers?
*
Lo más asombroso de esta historia es que nadie parece interrogarse sobre la elección del seudónimo. ¿Marius? ¿Marius Pontmercy de Los Miserables? Sin duda no el Barón del Imperio pero… ¿quizás el autorretrato del joven Victor Hugo? ¿O el nieto revolucionario del monárquico Monsieur Gillenormand?
Obras citadas:
Lepelletier (Edmond), Histoire de la Commune (en trois tomes), Paris, Mercure de France (1911).
Villiers de l’Isle Adam (Auguste), Tableau de Paris, Œuvres complètes volume II, Bibliothèque de la Pléiade, Gallimard (1986), — Tableau de Paris sous la Commune, Sao Maï (2009).
Duret (Théodore), Histoire de Édouard Manet et de son œuvre, Fasquelle (1906).
Mendès (Catulle), Les 73 jours de la Commune (du 18 mars au 29 mai 1871), Lachaud (1871).
Lissagaray (Prosper-Olivier), Les huit journées de mai derrière les barricades, Bureau du Petit Journal, Bruxelles (1871).
Hugo (Victor), Les Misérables, Bouquins (1995).