SEMBRAR LA SEMILLA DE LA ESPERANZA EN UN MUNDO NUEVO – Relatoría 10.junio.2020
Relatoría 10 de junio 2020 – Halconazo 1971
Este periodo de confinamiento nos ha recordado que en nuestras manos está reformular la vida toda como un espacio de aprendizajes.
Durante el conversatorio retomamos la situación en Guadalajara, que se enmarca en las protestas en contra de la violencia policiaca. Se impone un estado de excepción bajo el argumento sanitario, eso derivó en una cantidad de atropellos en contra de las personas, en donde la expresión más atroz fue el asesinato de Giovanni. Es muy riesgoso estar en manos de la policía.
El tema de la pandemia afloró muchos temas presentes, que no queríamos ver: el alza de la violencia machista en los hogares, el colapso en nuestro sistema de salud, el tema de la alimentación deficiente. En las últimas semanas han sido muy evidentes las distintas formas de violencia que vivimos. México sigue manteniéndose a la cabeza de los países más violentos en el mundo. En el asesinato de Floyd se exponen todas las violencias estructurales, sistémicas, incluso históricas, porque no sólo son violencias de hoy, han sido violencias de ayer y de hace 500 años. Por otra parte la institucionalización de la violencia a través de los aparatos represivos del Estado, como la violencia policial que vimos en Guadalajara, en la Ciudad de México, por otra parte también la violencia simbólica que implica la imposición del tren maya.
Todas estas expresiones de violencia nos atraviesan, estamos en un momento que podría ser el fin y el colapso, pero también el inicio de algo nuevo, no desde una cuestión superficialmente optimista, sino desde el desmontaje de la estructura de violencia y dominación, comenzando a crear otras formas y otros cotidianos. Romper con estructuras que nos han impuesto qué comemos, qué es seguridad, quién nos cuida. Una de las preguntas con las que terminábamos la relatoría anterior era ¿cómo superar la individualidad, cómo superar la idea de que “el cambio está en uno mismo”? Y que no sea una falacia sino una construcción organizativa y colectiva.
El narco-Estado está dispuesto a amedrentar cualquier situación que no les plazca y al mismo tiempo son quienes dominan las conversaciones. Los rechazos a la violencia se han vuelto cíclicos, cuando desaparecen los chavos en el bar Heaven, cuando desaparecen los 43, cuando han habido matanzas en los centros de rehabilitación de Chihuahua… es caer de nuevo en provocaciones donde la narrativa la domina el Estado y los medios, y cualquier opositor de estas narrativas, de la noche a la mañana, es criminalizado por la autoridad o por la propia sociedad. La autoridad criminaliza a los chavos que levantaron y también la sociedad criminaliza a la policía diciendo que son unos cerdos y que merecen ser quemados. Es la polarización la que causa mucha incertidumbre y va de la mano con el tren maya, con la ultraviolencia que se está demostrando. En el discurso de Andrés Manuel del 6 de junio, básicamente sus narrativas fueron: llevar el desarrollo al sureste y un plan para homogeneizar al país. Realmente ya llega a un nivel de cinismo en cuanto a los planes de desarrollo. Esto es un preámbulo de la extrema violencia que va a venir al sureste o se va a revivir, disfrazada de estos proyectos de desarrollo, así como secuestraron a los chavos que protestaban, van a secuestrar y desaparecer a quien protesta contra el desarrollo.
No queda más que tener mucha compasión, cuando el EZLN capturó a Absalón Castellanos lo liberó tiempo después, como un acto de bondad, para demostrar que no son como ellos. ¿Hasta dónde llegará nuestra bondad? ¿hasta dónde tendremos bondad con nosotros mismo? Si se lega a dar ese enfrentamiento, no sólo en el sureste con los planes de desarrollo, sino en la vida diaria, con el crimen, el narco-Estado, con el narco empresariado, porque al final del día no les vamos a ganar a balazos y tampoco a billetazos, lo único que nos queda es la bondad y compasión.
No es cuestión de una visión del mundo sino una posición en el mundo, qué tanto estamos conscientes de nuestra participación para cambiar esto. El EZLN, que no es un ejercito pacifista, es un ejército no violento, que no ha tirado una bala después del 12 de enero. De pronto hay frustración en tanto no se responde con la misma forma violenta, pero se puede responder de otras formas, incluso más radicales, sin tener que dañar lo vivo. Decían los zapatistas que lo que más cuenta no es la organización sino el compromiso para cambiar las cosas, hasta dónde estamos dispuestos a cambiar y soltar.
¿Cómo sanar la violencia?
En un día normal y cotidiano, de pronto se escuchan balazos. Niños de 3, 4, 7, y 13 años escondidos bajo la cama, media hora en el suelo, en espera de saber qué pasaba. Una balacera por cuestiones del narco, que perseguían a un chavo, y él iba huyendo intentando resguardarse en alguna casa. El narco entra a esas casas, persiguiéndolo, invadiendo el hogar con pistolas, amenazando para poder encontrarlo. ¿Cómo sanar eso en lo colectivo? A nivel familiar, sanar esas formas violentas que literalmente irrumpen en casa. Sanar las emociones, el susto, el miedo… ¿Cómo ir encontrando esos caminos de sanación?
Todas las situaciones que nos atraviesan son heridas o sentimientos que nos marcan muchísimo, emociones que emanan de nuestro corazón. Más que respuestas es también una construcción y reconstrucción colectiva, de a pocos, desde el nosotros, desde la cercanía, nos planteamos cómo le vamos a hacer, cómo salir adelante, en un sistema que procura la muerte y no la vida. ¿Cómo nos procuramos para una vida con dignidad? Para nosotros y para quienes vienen atrás, la crianza es una trinchera donde también se puede sembrar esta semilla, la de la esperanza de un mundo nuevo.
Hay también distintos sentimientos por sanar, como el miedo, la incertidumbre e impotencia, sanar más allá del episodio y de la violencia directa. Recuperar las formas de sanación de las abuelas, las abuelas curaban las enfermedades del ser o del alma, el susto o la tirisia.
¿Qué hacemos, qué vamos a hacer para salir de esta situación?
Algunas mujeres hemos buscado y encontrado formas de sanación, desde la familia, desde la amistad, desde lo colectivo, sanando con otras y a otras. Algunas desde el canto, desde espacios reflexivos o de confianza.
Retomar las formas de sanación y de bondad, que ya se apuntaban, quizás no se realizará un cambio escalando las formas de violencia, sino a través de la sanación y compasión, que no implicaría dejarse someter por otros, sino salir adelante con dignidad. La dignidad que son actos, no convertirse en lo que te hicieron, esa también es dignidad.
Anteriormente se pensaba que las formas de violencia directa eran exclusivas para ciertos sectores de la población, pero que si eras un ciudadano ejemplar no te iba a pasar. Actualmente sabemos que esa violencia no es exclusiva de ningún sector.
Esta es la otra pandemia, la de la violencia diaria. Jacobo Dayan habla de cómo es tan incompresible que de pronto nos quedamos sin palabras y no podemos nombrarlo, nos despalabramos, entonces lo sensible nos puede ayudar a encontrar otros caminos hacia la compasión, hacia sentir algo con el otro o por el otro. Ese trabajo desde el arte, desde la escritura, desde la poesía para contarnos entre nosotros qué está pasando, desde lo sensible. Sentir con el otrx.
Se habló también sobre la “violencia buena” y “violencia mala”. Se piensa que la violencia buena es la que, a los ojos de la sociedad, ejerce el estado mexicano y las policías en turno sobre manifestantes y ciudadanos de a pie, hay una serie de casos y de los más atroces, como los que hemos hablado, no hablamos de derechos humanos, porque halar de ellos en abstracto es hablar de algo vacío, en un país donde aceptamos esa violencia “buena” que ejerce el ejército sobre nuestros cuerpos. Toda esa violencia está justificada en las leyes y tiene un aparato del Estado para ejercerla. Por otra parte, la sociedad califica como “violencia mala” a los compas de Nurio, que están controlando sus territorios para que no entre el narco, eso les parece violento, pero no les parece violento que haya un retén de narcos y al lado de soldados que los revise.
Se habló también de la violencia castigadora y la violencia protectora. Por otra parte, consideramos también que llamar “violencia” a distintas expresiones no hace posible distinguir cuando hay una violencia ejercida explícitamente y cuando estoy protegiéndome o defendiéndome, habría que diferenciar también entre agresividad y violencia. Parece que que hay confusión social por lo que entendemos por violencia.
Otro de los ejemplos concretos que abordamos fue el de una familia de Acteal, que perdonó a la familia del pueblo vecino. Dijeron que si ellos, los que habían sufrido la masacre, se morían, se iban a llevar a la tumba todo el dolor y rabia que sentían, iba a heredar el conflicto por generaciones. Dijeron que lo más importante que podían dejar como legado de esa experiencia era haber restablecido la armonía entre esos pueblos, porque la armonía es una condición de supervivencia. Es un acto y una reacción que implica exactamente lo contrario de la venganza y el castigo. La tradición de nuestros pueblos no es una tradición de venganza o castigo a quien comete una falta, sino básicamente consuelo y compensación a la víctima. A quien comete una falta se le pide primero que recobre el sentido de sí mismo, que recobre serenidad, son los viejos que lo consuelan para que vuelva a ser él mismo, se da por supuesto que perdió la cabeza para cometer esa falta. Se le deja en libertad para que pueda reparar y compensar lo que hizo.
Frente a un problema tan pavoroso, mundial y muy fuerte en México, como la violencia, la solución estaría en un cambio de mirada, ocuparnos de lo que podemos hacer en nuestro espacio inmediato, que es lo que está pasando en el mundo, personas llegando a esa conclusión. La increíble reacción ante el asesinato de Floyd requiere una gran reflexión ¿cómo es posible que tantos millones reaccionaran de esta manera? Lo que ocurre en Minneapolis es que el consejo de gobierno presenta la conclusión de que hay que desaparecer a la policía y que la única forma apropiada de seguridad es la seguridad comunitaria, la propia gente encargándose de la seguridad. Eso ocurre en los Estados Unidos, no por parte de una secta anarquista sino por consejo de gobierno de Estados Unidos. El camino hacia una vida tranquila es el camino comunitario el propio cuidado que no podemos dar los vecinos de un lugar. Ya hay reacciones en contra, se dice que se puede corregir la policía si se hacen algunas leyes para ello, pero es importante que cuando muchos miles de personas salieron a la calle, ya se hizo la propuesta concreta del camino a seguir, desaparecer a la policía y ocuparse del cuidado comunitario.
Esto que pareciera una utopía es posible, vivir en un sitio sin policías y sin su represión. Sanar y actuar no desde la abstracción o idea general de violencia, que nos lleva a una inmensa impotencia, sino desde la realidad inmediata, desde eso que sí podemos hacer y en donde sí podemos actuar.