Territorios despojados, cuerpos en disputa
Colectivo Huellas de la Memoria
Desinformémonos
9 octubre 2020
La desaparición es una táctica de terror gestada en los años cuarenta del siglo pasado y aunque sus orígenes son claros, pareciera lo contrario ya que esta práctica creeríamos que ocurre en el límite de lo visible, de lo pensable, de lo vivible. Todos lo sabemos, los cuerpos no desaparecen así como si nada, como por actos de magia que niegan la física, es imposible y los creadores del Decreto Noche y Niebla en la Alemania de Hitler, lo tenían claro; sus objetivos específicos: cortar el contacto de los detenidos con el mundo exterior. Cerrarles el mundo, encapsular a las personas desaparecidas para suprimir todo intercambio de información. La incertidumbre nace como tortura y la sufre no sólo la persona que es detenida-desaparecida, sino también su familia, sus amigos, su comunidad. Un deterioro social que resquebraja a toda la comunidad mientras no haya justicia, mientras no aparezcan los miles que no se desvanecieron en el aire, sino que fueron sometidxs, tomadxs, arrebatadxs, desaparecidxs. Hay dolores heredados que atraviesa épocas, que se aloja en la raiz de una sociedad y no permiten que ésta salde su deuda para con lxs desaparecidxs y las familias de estxs. La memoria entonces se vuelve espacio en disputa, objeto de curación. Por eso es necesario recordar que el primer detenido-desaparecido del que se tiene registro por las denuncias y la lucha de su familia, es el profesor Epifanio Avilés Rojas, detenido y desaparecido en 1969 en el Estado de Guerrero.
A los países de Latinoamérica no sólo nos une el territorio, nos une también la creciente exigencia de justicia, así como la demanda de encontrar el paradero de las miles de personas que fueron desaparecidas durante las dictaduras militares que se vivieron en el cono sur, y los periodos de terrorismo de estado que se vivieron en Centroamérica y en México durante la mal llamada “guerra sucia”. No es un secreto que el nacimiento del orden neoliberal se gestó con las viejas tácticas guerra, que pronto fueron retomadas por su perversa eficacia para el mantenimiento del orden impuesto y el control de los territorios mediante la represión de los grupos disidentes, guerrilleros y estudiantiles. 2 de Octubre no se olvida, tampoco el Halconazo, ni Aguas Blancas, ni Tlatlaya, ni Ayotzinapa, difícilmente podemos olvidar también los cuerpos apilados en camiones refrigerantes en Jalisco.
Hoy más que nunca es necesario desvelar el uso de esta estrategia de terror como funcional al Estado, al crimen organizado y a los poderes económicos. Hemos observado cómo las narrativas oficiales continúan cambiando para dar legitimidad a la respuesta del Estado en su actuar contra el crimen organizado y a la par observamos la transformación del panorama del crimen organizado en México. En su libro Ni vivos, ni muertos, el periodista italiano Federico Mastrogiovanni traza la estrecha relación entre crimen organizado y territorios en disputa durante el sexenio del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa, en donde comprueba la presencia del cartel de Los Zetas en el mismo territorio donde se distribuyen los yacimientos de gas lutita o shale. Como mecanismo de terror la presencia de Los Zetas debilitó el tejido social e hizo de los estados por donde cruzaban las distintas cuencas (De Burgos, de Sabinas, de Tampico y de Vercruz) zonas disputadas por el crimen organizado en contubernio con los gobiernos en turno. Se preparó el territorio para ser explotado con algo que en ese entonces se imaginaba imposible, el fracking. Cómo olvidar el Veracruz de Duarte o la ola de violencia en los estados del Norte de México durante la guerra contra el narcotráfico. La actual reconfiguración de la violencia disemina los diferentes grupos criminales, los cuales continúan creciendo en un clima de impunidad y de nula acción del Estado, como se puede observar en el incremento de la violencia en estados como Guanajuato o su aguidización en estados como Jalisco, Oaxaca, Chiapas. Han pasado décadas desde que salimos de la “guerra sucia” sin embargo ahora nos encontramos sumergidos en una guerra de baja intensidad, permanente y que se lleva la vida de la gente a cuentagotas. La constante sigue siendo la misma desde las dictaduras de los 60’s, los territorios, desde México a Argentina, son territorios en disputa, lo que sobra son los cuerpos de quienes los habitamos.
Colectivo Huellas de la Memoria
Colectivo que registra las historias de personas desaparecidas y los procesos de búsqueda de sus familiares en México y América Latina. La propuesta es grabar mensajes de lucha y esperanza en las suelas de los zapatos, usados por los familiares durante la búsqueda y denuncia de las desapariciones, y convertirlos en objetos de memoria viva.