Una montaña (zapatista) en alta mar

Frente a neoliberales y neoconservadores, el EZLN representa la conciencia crítica del país, invisibilizada por unos y otros. Sin embargo, su mensaje de resistencia, rebeldía y vida encontrará, sin duda, oídos receptivos, en ese mundo nuevo que se construirá desde abajo



Una montaña (zapatista) en alta mar
 
Gilberto López y Rivas
La Jornada
 
El comunicado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), intitulado Una montaña en alta mar, dado a conocer por su vocero, el subcomandante Moisés, el 5 de octubre pasado, contiene reflexiones de largo aliento sobre la realidad nacional y mundial, así como el anuncio de una próxima salida de delegaciones zapatistas por los cinco continentes, empezando por Europa, y planeando llegar a Madrid, la capital española, el 13 de agosto de 2021, 500 años después de la supuesta conquista de lo que hoy es México. (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2020/ 10/05/sexta-parte-una-montana-en-alta-mar/.) En ese mundo que los mayas zapatistas observan enfermo y fragmentado en millones de personas, empeñadas en su supervivencia individual, pero unidas bajo la opresión de un sistema que va en contra de la existencia del planeta Tierra, con la naturaleza herida de muerte, y que, en su agonía, advierte a la humanidad que lo peor está todavía por venir, sus delegaciones irán a encontrar, sostienen, lo que los hace iguales.

Quieren, específicamente, hablar con el pueblo español: “no para amenazar, reprochar, insultar o exigir. No para demandarle que nos pida perdón. No para servirles ni para servirnos. Iremos a decirle al pueblo de España dos cosas sencillas: uno, que no nos conquistaron, que seguimos en resistencia y rebeldía, y dos, que no tienen por qué pedir que les perdonemos nada. Ya basta de jugar con el pasado lejano para justificar, con demagogia e hipocresía, los crímenes actuales y en curso, como el caso del hermano Samir Flores Soberanes; los genocidios escondidos detrás de megaproyectos, concebidos y realizados para contento del poderoso –el mismo que flagela todos los rincones del planeta; el aliento monetario y de impunidad para los paramilitares; la compra de conciencias y dignidades por 30 monedas”. Ante los manipuleos de la historia desde el poder presidencial, se externan las críticas severas del zapatismo a lo que considera nacionalismo trasnochado, que “quiere sembrar el rencor racial (…) con el supuesto esplendor de un imperio, el azteca, que creció a costa de la sangre de sus semejantes, y que nos quiere convencer de que, con la caída de ese imperio, los pueblos originarios de estas tierras fuimos derrotados. Ni el Estado español ni la Iglesia católica tienen que pedirnos perdón de nada. No nos haremos eco de los farsantes que se montan sobre nuestra sangre y así esconden que tienen las manos manchadas de ella”.

Señalan que los poderosos se esconden y repliegan en los llamados estados nacionales y sus muros, y, en ese imposible salto hacia atrás, reviven nacionalismos fascistas, chovinismos ridículos y un palabrerío ensordecedor y, en este punto, advierten de guerras por llegar, las que se alimentan de historias falsas, huecas, mentirosas y que traducen nacionalidades y razas en supremacías que se im-pondrán por la vía de la muerte y destrucción. Y en esa oscuridad y confusión que precede a esas guerras, el zapatismo denuncia el ataque, cerco y persecución de cualquier atisbo de creatividad, inteligencia y racionalidad. Frente al pensamiento crítico, los poderosos demandan, exigen e imponen sus fanatismos.

Esta audaz iniciativa de viaje planetario se corresponde con su persistente voluntad política de romper los cercos que el Estado mexicano ha impuesto al EZLN en los múltiples frentes de la guerra contrainsurgente –militar, paramilitar, mediático, redes sociales, programas clientelares, campañas difamatorias delirantes–, ya sea con la histórica multiplicación de cinco a 12 Juntas de Buen Gobierno, que tuvo lugar en 2019; las reuniones internacionales de miles de mujeres de más de 40 países en sus territorios, en 2018 y 2019; el seminario sobre el pensamiento crítico frente a la hidra capitalista, en el que se convocó a la formación del intelectual colectivo que requiere la lucha de los pueblos, en 2015; los cursos de la Escuelita, en 2013, en la que compartieron su proceso autonómico; las marchas multitudinarias por las cabeceras municipales, en 2012, con motivo del fin del mundo, y sus recorridos, ya memorables, por el país, como las de los mil 111, en 1997, o la Marcha del color de la tierra, de 2001, el Encuentro intergaláctico, de 1996, la primera reunión contra el neoliberalismo en el ámbito mundial, después de la implosión de la URSS y el supuesto fin de la historia. Ese infundio de un movimiento aislado, esencialista, corporativo, propalado por los servicios de inteligencia del Estado mexicano y sus voceros en los medios de comunicación de paga, y que ahora retoman los defensores a ultranza de la 4T, no tiene ningún viso de credibilidad o sustento.

Frente a neoliberales y neoconservadores, el EZLN representa la conciencia crítica del país, invisibilizada por unos y otros. Sin embargo, su mensaje de resistencia, rebeldía y vida encontrará, sin duda, oídos receptivos, en ese mundo nuevo que se construirá desde abajo.