La estrategia de autoconfinamiento del Estado y la economía

El establecimiento del encierro de la población me parece una respuesta económica -o más bien un intento de respuesta económica-para enfrentar la bancarrota de los mercados y su incapacidad para abordar la problemática planteada por la emergencia de la “crisis sanitaria” del coronavirus.



La estrategia de autoconfinamiento del Estado y la economía

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El establecimiento del encierro de la población me parece una respuesta económica -o más bien un intento de respuesta económica-para enfrentar la bancarrota de los mercados y su incapacidad para abordar la problemática planteada por la emergencia de la “crisis sanitaria” del coronavirus.Me parece que todas las soluciones alternativas para oponerse al confinamiento son soluciones que, en última instancia, dependen de los mecanismos del mercado y de sus capacidades industriales para manejar la crisis. Todas las respuestas alternativas (máscaras, geles, pruebas, medicamentos, vacunas, etcétera) suponen la continuidad funcional de la máquina económica, cuando está, precisamente, en default.El encierro es un intento por parte del Estado de responder a la imperiosidad de la economía frente a la crisis de «salud». No tengo ninguna duda de que si el Estado hubiera podido organizar e implementar una solución técnica del tipo de generalización de máscaras, pruebas, distribución masiva de medicamentos, etcétera, no habría dudado un segundo en hacerlo.Pero el hecho de que la técnica de aislamiento sea implementada con autoridad por el Estado no significa que el confinamiento no sea un método racional y

20razonable. Para mí, cualquier alternativa al confinamiento es, de hecho, esperar una solución, o depender de una solución, completamente al azar de las fuerzas del mercado. No tengo confianza en los mercados: no confinar y dar máscaras a todos para que nada se detenga, no confinar llevando a las personas como cobayas a la industria farmacéutica para que nada se detenga, no te encierres, con el pretexto de que la mortalidad/letalidad sería limitada y que, por lo tanto, habría una serie de muertes aceptables (“morimos por muchas otras cosas…”). En última instancia esto equivale a quitarle al mundo de la economía toda su responsabilidad en lo que sucede. De todos modos, estas soluciones no son operativas actualmente. Por el contrario, elconfinamiento no equivale a una relegitimación del Estado.El encierro, y su relativa tolerancia social, de ninguna manera implica sumisión a la lógica del Estado. Por el contrario: el encierro es la demostración práctica de su fracaso político. Es el cuestionamiento de su legitimidad para garantizar la seguridad del cuerpo social, en contradicción con lo que fundamenta su legitimidad fantaseada. Es la admisión de su falta de anticipación estatal y resalta los errores estratégicos en la opciones políticas y sociales implementadas.El confinamiento es, en los hechos, un acelerador extraordinario de la desorganización social, política y económica. Si elconfinamiento le da al Estado un respiro temporal, éste solo puede ser a muy corto plazo, lo que el Estado sabe perfectamente, ya que esta es la única explicación plausible del hecho de que tire por la borda años y años de ortodoxia ideológica (incluso silo hace tímidamente). Por lo tanto, podría decirse que estamos tratando con un confinamiento de la responsabilidad conjunta del Estado y los mercados como la puesta en escena inversa del confinamiento de la población.Los discursos militares del poder y las referencias incesantes a la guerra, no ocultan el empeoramiento de la desorganización del Estado, su incapacidad para manejar la confusión y los requerimientos contradictorios que surgen y se desarrollan frente a su obsesión por preservar a toda costa las capacidades de recuperación económica. Pero cuanto más dure el encierro, más nos aventuraremos en un territorio desconocido, en todos los sentidos imaginables. Además, esas referencias militares continuas son, en sí mismas, signos de su incomprensión delas cosas, una manera de expresar su impotencia con respecto a una exterioridad fantasmal.La pandemia de Covid-19 no es, por supuesto, la primera que ha sucedido en el mundo: gripe asiática de 1957, gripe de Hong Kong en 1968, gripe rusa de 1977, SARS de 2003, gripe aviar de 2009, MERS en 2012, sin olvidar a otras enfermedades emergentes como la enfermedad de Lyme, la legionelosis, el ébola, el VIH, el zika, el dengue y sin olvidar tampoco otras enfermedades más conocidas como el cólera, la malaria, la peste o la fiebre tifoidea, etcétera. Esto muestra que es evidente que los riesgos de una pandemia se han previsto durante años y por eso lo que está sucediendo ahora es muy interesante.Es significativo que el supuesto aumento en las capacidades técnicas y operativas de la economía en realidad conduzcan al debilitamiento de la situación planetaria

21global: estamos presenciando el comienzo de un proceso de implosión de la economía planetaria, por un impresionante “efecto dominó”, cuyo resultado nadie puede imaginar en este momento.El confinamiento puede parecer desproporcionado, pero ¿cuáles son los criterios actuales para juzgarlo? Tendería a decir que todos se reducen a la cuestión del costo económico y a la relevancia económica de la contención, en comparación con sus consecuencias potencialmente exorbitantes sobre la viabilidad del sistema mismo. El punto de partida de mi análisis es que la situación actual se explica, en gran medida, por la ausencia de una solución económica operativa inmediata, ausencia de solución que explica el increíble grado de improvisación de las alternativas estatales.Creo que es un error entrar en el debate, necesariamente sesgado, sobre cuál sería la mejor solución económica y/o política para enfrentar la crisis de «salud», puesto que nadie tiene, en mi opinión, una respuesta verdaderamente relevante. Más bien, es esta ausencia de una solución relevante lo que me atrae, y las reacciones de cada uno frente a lo desconocido, frente a lo inesperado, frente a la sacudida histórica,ante la falta de una visión clara de lo que sucede.LouisColmar 20 de marzo de 2020Versión en castellano paraComunizar: Catrina Jaramillo.Fuente original en francés:en finir avec ce monde.