Los patriotas han muerto, pero de aburrimiento

“El grito no es el patria o muerte del che guevara. El grito es deseo, nuestra venganza es ser felices”



Feminismos
“El grito no es el patria o muerte del che guevara. El grito es deseo, nuestra venganza es ser felices”

@alfanhuisa
El Salto

22 oct 2020 10:59

 

María Galindo (La Paz, Bolivia, 1964) es una activista anarcofeminista, cofundadora del colectivo Mujeres Creando y codirectora de Radio Deseo. En esta entrevista hablamos con ella, entre otras cosas, de los desafíos políticos abiertos por la pandemia, de los retos actuales de los feminismos y de la alegría como forma de subversión.


La pandemia mundial ha desnudado (más si cabe) las vergüenzas del neoliberalismo: las desigualdades Norte/Sur, las consecuencias del desmantelamiento de lo público, la mercantilización de nuestros recursos de vida y la naturaleza cada vez más fundamentalmente represiva del Estado. ¿Cuál es la situación de las personas más afectadas por el patriarcado, en estos tiempos de pandemia, en Bolivia?

Yo hablo de 5 pandemias que se están dando simultáneamente: el coronavirus, la fascistización, la pobreza, la corrupción y la pandemia de la violencia machista. Si pensamos en esos términos la Pandemia ha agudizado o despertado otras problemáticas sociales. Sin embargo, al mismo tiempo hay un despertar de sensibilidades, de búsquedas y de respuestas muy radicales. En Bolivia empezamos con una militarización cerrada de las ciudades más importantes y con una inflamación muy fuerte de miedo. Luego poco a poco la gente fue logrando reaccionar y producir formas de respuesta y revuelta muy importantes, al punto que en el mes de agosto hemos tenido un importante bloqueo generalizado de caminos y no hay día en que las luchas sociales no estén activándose.

Bolivia ha sido uno de los países con la tasa de mortalidad más alta de la región, sin seguro universal de salud, con una infraestructura hospitalaria de hace casi 60 años, sin industria farmacéutica y sin investigación. Se ha pretendido de forma colonial aplicar los protocolos europeos que han consistido en militarización, confinamiento, mascarilla y miedo. Se ha llegado a prohibir el uso de la medicina tradicional que está muy extendida y es con la rebeldía y la desobediencia, que no han sido un lujo sino una herramienta extendida, como estamos reaccionando poco a poco.

5 pandemias se están dando simultáneamente: el coronavirus, la fascistización, la pobreza, la corrupción y la violencia machista

En España durante los tres últimos años “el feminismo” se ha vuelto mainstream. Esta fuerza tiene unas potencialidades tremendas pero está siendo asfixiada por los intereses de un feminismo blanco y de clase media que, bajo las banderas de la igualdad hombres-mujeres y la lucha contra la violencia de género, solo pone el foco en los intereses de las mujeres de clases pudientes. En otras palabras, las feministas únicamente preocupadas por el techo de cristal están haciendo la vida imposible a las putas, a las trans y a las personas racializadas.

¿Qué nos tocaría hacer para desbancar al feminismo civilizatorio y de clase media, por un movimiento de feminismos antirracistas y anticapitalistas?

Yo lo veo de forma distinta, creo que no hay un feminismo sino muchos. Creo que lo que está instalado en los gobiernos, partidos políticos y organismos internacionales a partir del uso confuso y neoliberal de la categoría de género es lo que he llamado una “tecnocracia de género” que se revuelca en un discurso de igualdad de derechos caduco.

Por supuesto que esa tecnocracia de género, que produce además la inflación de másters en género y programas de igualdad sin profundidad, invade todo desde universidades hasta gobiernos municipales y que está protagonizado por mujeres profesionales de clase media.

Sin embargo, con todas las críticas que tengo a esas tecnocracias de género y a las confusiones políticas que implican, creo que es un desgaste acabarse en esa polémica que sin duda ninguna no tiene proyección histórica.

Creo que el trabajo fundamental no esta ahí, sino en la construcción y discusión de las cuestiones del feminismo hacia la sociedad, hacia los sujetos sociales de forma directa. El desafío está en construir horizontes que se conviertan en lo que llamo “horizontes de sentido”. Por ponerte un ejemplo: el horizonte de sentido de la despatriarcalización y de la descolonización como un proceso unido intrínsecamente al de la despatriarcalización es un horizonte de sentido que hemos instalado contruido y debatido nosotras, las Mujeres Creando, en la sociedad boliviana y que desde ahí ha saltado al conjunto del movimiento a escala latinoamericana y más. Creo que ese trabajo es más interesante que gastarse en la polémica con las tecnócratas que solo quieren cuidar su pequeñísimo espacio de privilegio y de ficción de poder. No creo que la lucha más interesante sea por destituir a una tecnocracia de género, sino por abrir horizontes de sentido, construir utopías y prácticas políticas que empujen esas cuestiones.

Nada por nosotras sin nosotras: una tesis política válida para todo

Aterrizando en un ejemplo concreto lo que andamos conversando y referido a las putas, qué opinión te merece este tuit de la ministra actual de Igualdad, Irene Montero?

Sobre el twit de Irene Montero pienso que no tiene ni idea de lo que está diciendo, que la delata como una mujer ignorante del tema. El universo del trabajo sexual es complejísimo y no sólo hay que conocerlo sino que la única posible salida política a la persecución política que sufren las compañeras es buscar cualquier intervención con ellas, desde ellas y en diálogo profundo con el sujeto protagonista. Nada por nosotras sin nosotras, que es una tesis política válida para todo.

Todas las persecuciones contra “los proxenetas” han derivado en formas de persecución de las trabajadoras sexuales, y por otro lado no se puede entender el universo del trabajo de las mujeres sin la comprensión del trabajo sexual como ficha imprescindible de esclarecimiento.

La continuidad entre matrimonio y trabajo sexual es también muy importante de comprender. Podría decirte a lo suave que Irene montero está extraviada y probablemente valga la pena que ella misma se problematice sobre sí misma y las condiciones que la atraviesan como mujer heterosexual, madre parlamentaria y pareja del jefe de su partido. Creo que estas compañeras deben convertirse en su propio problema, es decir, pensarse a sí mismas es lo mínimo que les exigimos.

En la XVI Escuela Feminista Rosario Acuña celebrada en Gijón en julio del 2019, en una mesa titulada “El borrado de las mujeres y la apropiación lésbica”, las ponentes soltaron perlas como estas: “las activistas transgénero son tíos y digo tíos porque son tíos”, o “hay muchos problemas con esto del género que se sustentan con conocimiento de la moda”. ¿De dónde viene ese miedo a la disidencia de género? ¿Remar a favor de la reproducción del binarismo sexual no es hacerle el trabajo al patriarcado?

Considero que hay una concatenación antropológica e histórica que estudiar con nitidez sobre la relación entre diferencia sexual y binarismo de género y pluralismo de género o sistema sexogenérico complejo. En las sociedades andinas el binarismo de género ha sido instituido como parte del proyecto colonial y como parte de la extirpación de idolatrías; y la diferencia sexual como modelo de relacionamiento hombre/mujer ha descansado de forma posterior sobre esa primera “erradicación”, castigo y persecución. Por eso el estudio de la transfobia es el estudio de la memoria larga solo posible desde la descolonización y la despatriarcalización.

Las compañeras que quieren trabarse en el estudio de la diferencia sexual como única estructura histórica que cuestionar van a tener un accionar de menor profundidad. Una no es excluyente y hay que comprenderlas como estructuras concatenadas. El problema de la escuela feminista a la que haces mención es la limitación filosófica del encuadre de su trabajo: entienden el feminismo desde una visión eurocéntrica como parte del proyecto de la modernidad. Esa comprensión ya no alcanza y sospecho que nunca alcanzó. Y esa frase de que son tíos, me da risa: en Bolivia yo también he sido expulsada del universo de las mujeres y soy denunciada como ¡hombre! Está claro: ser mujer es una cuestión política y no biológica.

Preciado es imprescindible no como necesariamente corriente político filosófica, sino como eslabón conceptual: el cuerpo es una construcción política histórica.

Así como es impensable la acumulación originaria del capitalismo sin el colonialismo, es impensable la construcción de la unidad productiva más eficiente de subvención del capitalismo y de contención emocional como es la familia sin la institucionalización del heteropatriarcado como régimen que construye un cuerpo que cumpla con tales fines. Ahí es precisamente donde se implanta la diferencia sexual como estructura dominante.

No creo que la lucha más interesante sea por destituir una tecnocracia de género, sino por abrir horizontes de sentido, construir utopías y prácticas políticas que las empujen

Algunas de estos posicionamientos, que se reclaman feministas, se comparten con discursos de la extrema derecha: en especial, la adhesión fanática al binarismo de género o la instrumentalización de los derechos de las mujeres a favor de políticas neoliberales (favoreciendo así, por ejemplo, la “liberación” de las mujeres de origen no occidental a través de su introducción en los trabajos precarizados del “sector de los cuidados”). ¿Por qué crees que se da esta confluencia?

Hay un resurgimiento del puritanismo, que no viene de pureza, sino de la ideología cristiana puritana sobre el cuerpo, el sexo y el placer. Esa ideología que está a la base de la familia tradicional blanca occidental.

Esa estructura está en una crisis terminal, sin embargo, la reemergencia de fuerzas conservadoras y fascistas que la defienden es parte de un fenómeno muy frecuente que es el coletazo final. Es decir, perciben su fin y quieren morir matando, lo que no se dan cuenta es que sus hijos e hijas son quienes están huyendo de esas estructuras opresivas.

Me preocupa que el cuestionamiento del acoso sexual y de todas las formas de violencia machista sea aprovechada por una ola “puritana” dentro del propio feminismo que condene la circulación del placer erótico, la libre exploración de su sexualidad por parte de la gente joven, etc. Me preocupa que el discurso de cuestionamiento de la cosificación de las mujeres se articule con formas de censura como, por ejemplo, está sucediendo con la película de la francesa de origen senegalés Maïmouna Doucouré.


 



Cambiando de tercio, en una entrevista de marzo de 2020, le dices a Carolina Meloni: “A mí las definiciones de izquierda y derecha no me sirven, no por neutralidad sino por caducidad y porque nos inducen a una lógica binaria simplista”, Esta frase se popularizó en el Estado español durante la revuelta del 15M del 2011, apuntando, también, al agotamiento de la democracia liberal parlamentaria. O eso creímos algunas. Sin embargo, apenas una década después, seguimos atrapados en la lógica de los partidos, de la política como demanda a las instituciones y el apego al Estado. ¿A qué desafíos nos enfrentamos hoy quienes aún creemos en que la política pasa, como diría Raquel Gutiérrez, “por producir común más allá de las políticas estado-céntricas”?

No creo de ninguna manera que sigamos ahí. Como dice Preciado la pandemia ha acelerado la crisis epistémica, las respuestas desde los estados neoliberales a la pandemia ha sido ridícula. Sus contradicciones son evidentes, trabajar es bioseguro pero bailar es peligroso. Darse un beso es peligroso pero es sano deshechar a l@s muert@s como si fueran basura en bolsas plásticas de forma higiénica e invisible en los países del norte y en el sur como fosas comunes de la más grande dictadura del siglo XXI, la dictadura del ecocidio y la concentración del capital, y las decisiones en poderes supraestatales como las grandes corporaciones.

Claro que estamos con las piernas abiertas saltando en medio de un abismo que nos exige la invención de nuevas utopías. Es un momento terminal e inaugural, trágico y eufórico, desgarrador y alucinante.

Los Estados/nacionales o Plurinacionales son administradores secundarios de un orden colonial mundial basado en el ecocidio, el colonialismo, el patriarcalismo y la muerte.

Y lo que más nos habita en el cuerpo son las ganas de vivir, de enamorarnos y bailar. Empecemos entonces por ahí. Recuperemos la felicidad como estrategia, el ocio como forma de vivir el tiempo y el placer y el deseo como lo que no estamos dispuestas a perder: el grito no es el patria o muerte del che guevara. El grito es deseo, nuestra venganza es ser felices.

Los patriotas han muerto, pero de aburrimiento.

Y hablando de subversiones… Buena parte de las feministas y mujeres luchadoras que, a mi juicio, están aportando hoy muy fertilmente al pensamiento y la acción tanto despatriarcalizadora como emancipadora del mundo, son mujeres (feministas anticapitalistas y antirracistas) por encima de los 50 años. Mujeres mayores, esto es, esas que nos volvemos invisibles por obra y gracia del heteropatriarcado, y más precarizadas aún, si cabe, economía capitalista mediante. A tu juicio, ¿la madurez en las mujeres puede ser una herramienta más para la subversión?

Yo no me aferro a ninguna condición: ni la de lesbiana, ni la de gorda, ni la de boliviana, ni la de vieja, aunque todas esas junto a muchas más son condiciones que han ido marcando de muchas maneras mi lugar político y debería sumarle el de loca, bastarda, histérica, marimacho.

De ya he repensado el enfoque de la interseccionalidad de CLASE, RACIALIZACIÓN Y GÉNERO como un enfoque que constituyó una herramienta importante de los 70’s, pero que actualmente hay que complejizar por todos los ángulos para abrir un auténtico caleidoscopio de intersecciones identitarias que configuran la identidad como fragmento siempre incompleto, como fragmento entre muchos fragmentos, que no admite maniqueísmo ni menos aún superficie lisa.

En ese contexto las edades se presentan como algo maravilloso y complejo. Yo sí creo que las chicas jóvenes están protagonizando rupturas que contemplo con éxtasis y no renunciaría jamás a ese lugar de menopáusica que me inventé hace algunos años y a ese lugar de vieja loca al que estoy acercándome poco a poco. En Mujeres Creando, y esto no es propaganda, la mujer más grande tiene alrededor de 80 años y la más joven debe estar en los 20 como mucho; a los encuentros que organizamos invitamos de 14 a 99 años pero siempre estamos rodeadas de niñas porque en Bolivia las mujeres cargan sus wawas con ellas siempre. Los conflictos existenciales de las edades me fascinan y no hallo privilegio en alguno, otra cosa es la gerontocracia que no permite la relectura radical de las nuevas generaciones de todo.

Uno de mis vicios es hacer retratos y tengo un retrato dedicado a la menopáusica en el que reivindico esa edad como una edad en la que dejas de soportar. Yo he soportado callada muchísimas humillaciones y me ha tomado mucho tiempo dejar de soportarlas. Eso me ha hecho más radical, más intransigente (como dicen las trans, porque en Mujeres Creando las mujeres trans se han autobautizado como intransigentes) y eso me gusta mucho. Aquí, para cerrar, te comparto un pedazo de ese retrato:

”Aparece en ese contexto la menopausia, anunciada como una catástrofe en la condición más importante de la “feminidad”, inclusive parece anunciar la expulsión del mundo erótico. Se la presenta como un decaimiento, como el principio del final; aparece representada como un desequilibro hormonal y como una pérdida de sensualidad, cuando podría representar justamente todo lo contrario.

Estamos frente a un juego de interpretaciones, donde el criterio parece que lo impone la sociedad patriarcal, con un libro de ciencia en la mano, escrito por hombres y para privilegio de ellos.

Lo que juega a favor de la menopáusica es que ella ya ha vomitado, superado y atravesado por todos y cada uno de los mitos con los que somos domesticadas las mujeres. Ya sabe que todas las culpas y amenazas no valieron ni las lágrimas, ni mucho menos el esfuerzo: sabe que todo es mentira”