¿Todavía hay debates? II

Presentación del libro: Pueblos indígenas en tiempos de la Cuarta Transformación, de Gilberto López y Rivas
Universidad Intercultural del Estado de Puebla, (México) 20 de octubre de 2020



¿Todavia hay debates? (II)

 

¿Todavía hay debates? (II)Presentación del libro: Pueblos indígenas en tiempos de la Cuarta Transformación, de Gilberto López y Rivas

Universidad Intercultural del Estado de Puebla, (México)  20 de octubre de 2020

 


 

Notas de John Holloway

 

Muchas gracias por la invitación. Especialmente a Edith.

Un placer y un honor estar con ustedes en la Universidad Intercultural. Y con Gilberto.

Me gustó el libro. Un libro muy serio, muy bien escrito, con mucha información y argumentos muy claros. Aprendí mucho.

Dos cosas, un acuerdo y un desacuerdo.

1. El acuerdo. El argumento principal es que el gobierno actual, el gobierno de AMLO, como cualquier gobierno de un Estado capitalista, está destruyendo la tierra y especialmente está destruyendo las tradiciones y las comunidades y las condiciones de vida de los pueblos indígenas. Con sus proyectos como el Tren Maya, el canal seco interoceánico, el Proyecto Integral Morelos, la Guardia Nacional, INPI… el Estado de la 4T está destruyendo la vida indígena y la vida en general de las regiones afectadas. Muchos de los proyectos son simplemente continuaciones de proyectos que se propusieron gobiernos anteriores pero que no pudieron realizar por la fuerza de la oposición social. Lo que hace diferente el gobierno actual no es realmente su orientación política o ideológica, sino que por el hecho de perfilarse como un gobierno de cambio radical (la 4T) (y por la militarización) es en realidad un Estado más fuerte que el Estado en los tiempos de Peña Nieto y Calderón. La resistencia contra los proyectos de muerte es más importante que nunca.
Este es el argumento principal del libro y estoy totalmente de acuerdo. Es algo que hay que decir muy claramente porque esta es la situación en la cual nos encontramos y porque nuestra capacidad de parar estos proyectos va a afectar mucho el país en los próximos años. Al mismo tiempo estoy muy consciente del hecho de que estoy diciendo esto en una institución favorecida por las políticas de este gobierno. Para ustedes, profesores y estudiantes, me imagino que puede ser difícil criticar el gobierno de esta manera. Ni modo, los gobiernos son contradictorios y la vida también. Por eso me parece que el libro lanza un desafío muy fuerte que hay que tomar muy en serio, precisamente aquí en esta institución. Plantea una discusión que no se debe evitar.

2. El desacuerdo. En su Introducción teórica, Gilberto hace una distinción entre dos nacionalismos, un malo y un bueno. El malo es un nacionalismo estatista, un nacionalismo centrado en el Estado, el bueno es el nacionalismo popular, la idea de una nación que se forma a través de las luchas del pueblo. (71)Estoy totalmente en contra de esta idea y me parece muy peligrosa. Por varias razones.

– Es demasiado cómoda. Normalmente se asocia con la idea de que la dominación viene desde afuera, desde otro país y que el problema es el imperialismo o el colonialismo. Los otros son los malos. Los malos son los gringos o los europeos, nosotros no. El pensamiento crítico no tiene derecho de ser cómodo. Tiene que dirigirse contra nosotra/os misma/os. El problema es el capitalismo y somos nosotra/os que lo producimos. Hay que dejar de producirlo.

– En la práctica me parece imposible de separar un nacionalismo popular de un nacionalismo estatista. Los dos se mezclan en la reproducción de un sistema de muerte. Crecí en un país donde la idea del anti-imperialismo nacionalista llevó en años recientes a la matanza sin sentido de miles de personas. Nacionalismo es nacionalismo, sea del norte o del sur, estatista o popular, un pensamiento asesino y reaccionario.

– Justo en el momento en que el auge del nacionalismo en el mundo entero nos está llevando a una situación que recuerda los años 30 del siglo pasado, hay que decir en todo lo que hacemos y escribimos: No al nacionalismo.

– Me parece que en este momento la serie de comunicados de los zapatistas está expresando un rechazo muy fuerte al nacionalismo:

“Rebeldías y resistencias que nos muestran que, si los de arriba rompen los puentes y cierran las fronteras, queda navegar ríos y mares para encontrarnos.  Que la cura, si es que la hay, es mundial, y tiene el color de la tierra, del trabajo que vive y muere en calles y barrios, en mares y cielos, en los montes y en sus entrañas.  Que, como el maíz originario, muchos son sus colores, sus tonalidades y sonidos.”

Que la cura, si es que la hay, es mundial. Si olvidamos eso, estamos perdidos.

– En general, somos más que cualquier definición. No hay que encerrarse en una clasificación.. Somos mexicanos pero somos más que eso. Somos indígenas y somos más que eso.


 

Os recuerdo que las divisiones entre países sólo sirven para tipificar el delito de «contrabando» y para darle sentido a las guerras. Es claro que existen, al menos, dos cosas que están por encima de las fronteras: la una es el crimen que, disfrazado de modernidad, distribuye la miseria a escala mundial; la otra es la esperanza de que la vergüenza sólo exista cuando uno se equivoca de paso en el baile, y no cada vez que nos vemos en un espejo. Para acabar con el primero y para hacer florecer la segunda, sólo hace falta luchar y ser mejores. Lo demás se sigue solo y es lo que suele llenar bibliotecas y museos. No es necesario conquistar el mundo, basta con hacerlo de nuevo. Vale. Salud y sabed que, para el amor, una cama es sólo un pretexto; para el baile, una tonada es sólo un adorno; y para luchar, la nacionalidad es sólo un accidente meramente circunstancial.» (Don Durito de La Lacandona, 1995) SupGaleano, Cuarta Parte: Memoria de lo que vendrá.


 

Reseña de Inés Durán *

¿Qué han conseguido los pueblos indígenas desde el levantamiento zapatista? ¿Cuál es su situación actual en México? ¿Cómo ha sido ‘transformada’ con la llegada de la supuesta 4T? Considero que a grandes rasgos estas son las preguntas que guían a Gilberto López y Rivas a lo largo de su libro para desplegar una cartografía del despojo, la muerte, la explotación y el racismo, pero también de la rebeldía, la dignidad y la autonomía. Al buscar darnos respuestas, nos comparte los peligros, violencias y dificultades que acechan hoy en día a los pueblos y al mundo, pero también derriba muchos de los mitos para mostrarnos la fuerza, las enseñanzas y los logros de una lucha múltiple de larga duración.

Tan solo hace una semana, los pueblos y redes organizados en torno al CNI-CIG nos mostraron mediante una diversidad de acciones a lo largo del país que, en sus palabras, ‘se cumplen 528 años del mal llamado Encuentro de Dos Mundos; este aniversario que para unos pocos es motivo de festejo, para nosotros los pueblos originarios y los pobres de México, es una fecha que nos recuerda el inicio del sufrimiento, de la destrucción de nuestras culturas y el despojo de nuestras tierras y de los bienes que en ellas existen. Pero también es un día en el que celebramos la Resistencia Digna de nuestros pueblos, rememoramos qué en estos 528 años, nuestros abuelos y abuelas, nuestros padres y madres han luchado para defender lo nuestro, es una fecha que tiene un gran valor simbólico’.[1]

Justamente este libro retrata estas dos caras. Por un lado, la creciente militarización, la instigación hacia la intolerancia, el despojo y saqueo continuo por parte de empresas transnacionales, las disputas territoriales y las múltiples violencias desencadenas por el crimen organizado, los tratados internacionales y reformas constitucionales a favor del capital, la cooptación y las dádivas gubernamentales, la violación de leyes y de derechos, las represiones y asesinatos de defensores del territorio, las consultas amañadas y las complicidades institucionales acompañadas de corrupción e impunidad; todo esto encaminado hacia, lo que Gilberto identifica como, la recolonización y el exterminio de los pueblos. De Loma de Bacúm, Sonora a Calpulálpam de Méndez, Oaxaca vemos cómo el capital, con toda su lógica de muerte, se expande a través de gasoductos, oleoductos, termoeléctricas, trenes, minas, refinerías, eólicas, autopistas, zonas industriales, y un gran etcétera. Pero, por otro lado, también la resistencia y rebeldía circula gracias a diálogos, jornadas, encuentros, movilizaciones, comparticiones, plantones, múltiples informes y estudios, alianzas y articulaciones. Los pueblos están tomando las riendas para definir sus futuros construyendo autonomías, sin esperar que la justicia venga del Estado. Considero que el obvio y mayor aporte del libro sería el navegar en este gran campo de batalla.

Sin embargo, el libro esconde a mi parecer un segundo gran aporte. Desde que era estudiante de sociología, aunque Gilberto no lo sabe, él me ha acompañado. Recuerdo la pasión que me desataba leer sus libros y artículos; no solo por las ideas y análisis contenidos ahí, sino también por su compromiso. Me marcaron para buscar esas otras formas de investigación que promueven el pensamiento crítico y caminan con las luchas de los oprimidos. Es por eso que para mí justamente la Introducción (que es como un tercio del libro), es una invitación a reflexionar sobre la relación de la ciencia con el poder y cómo darle la vuelta. En ella, Gilberto nos ilustra cómo se ha conseguido que la antropología transite hacia una ciencia más emancipatoria y de acompañamiento con los pueblos. Nos recuerda cómo la antropología nace en México en estrecha relación con el indigenismo, esta política autoritaria que buscaba a toda costa la ‘integración’ del indígena ‘atrasado’ al Estado-nación moderno y al capitalismo. Nos relata su caminar hasta llegar al etnomarxismo, que surge en los años ochenta, cuestionando las perspectivas antropológicas paternalistas y la exclusión de los pueblos de los análisis marxistas. A partir de este momento, un sector de antropólogos realiza su labor acompañando las luchas de los pueblos y posicionándolos como actores políticos. Este recorrido no se reduce a una narrativa de unas páginas, sino sobre todo al legado que él junto con otros nos dejan para posicionarnos con una mirada cada vez más crítica en torno a la ciencia. Gracias a Gilberto y su compromiso con los pueblos, las siguientes generaciones ya no tenemos el mismo punto de partida.

En este contexto, hay que mencionar que ahora con el renovado indigenismo desatado por la 4T, Gilberto observa como las acciones del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) atacan los procesos autonómicos y de defensa de los territorios, al tiempo que fragmentan a las comunidades y buscan su control y manipulación. Aún más, esta institución no sólo permite la expansión del poder del Estado en los territorios indígenas, sino también del capital. En este contexto, es importante aludir a la reciente ocupación de las instalaciones del INPI, por las y los compas otomís residentes en la CDMX. No sorprende que entre sus acusaciones manifiesten que el INPI no los representa, no promueve sus derechos, no reconoce sus autonomías, y que está al servicio de las transnacionales y del capital financiero.[2] Entonces, ¿cómo promover nuestro quehacer y pensamiento no para que sirva al Estado, sino como contrapeso a las acciones promovidas por la 4T? Me parece que ese es el llamado urgente que realiza Gilberto, de manera implícita, para liberar nuestros pensamientos.

Este libro nos motiva así al análisis, a la reflexión y al debate. Por ello, sosteniendo este entusiasmo por el pensamiento crítico, realicé una lectura desde mis inquietudes que me gustaría compartir con ustedes. Espero que estas preguntas que arrojó en torno a cuatro conceptos que discute el libro nos puedan llevar a continuar la reflexión sobre cómo construir ese otro mundo que tanto estamos buscando.

  • El Estado. Como ya lo mencioné, Gilberto parte de una postura etnomarxista bastante crítica del papel del Estado-nación con su proceso de ‘unificación-centralización-homogeneización’ (p.81), por lo que pareciera buscar la construcción de otro tipo de Estado, quizá uno democrático, construido desde abajo, o plural, como diría Villoro. Sin embargo, hay que tener en mente que los Estados surgen como poderes políticos que permiten la expansión del capital y la colonización de más y más espacios. Entonces, yo me preguntaría si nuestros esfuerzos tendrían que ir encaminados a construir otro Estado o incluso otra nación ¿o queremos construir otra cosa y encontrar nuevos referentes que nos unan? Esto a la luz del comunicado ‘Una montaña en alta mar’ del EZLN donde expresan que ‘la lucha por la vida no es un asunto individual, sino colectivo. Ahora se está viendo que tampoco es asunto de nacionalidades, es mundial.’[3] Por eso, me gustaría dialogar con la idea de si nuestra lucha no debería ser en contra de estas separaciones que ha impuesto el capital en lugar de reafirmarlas.
  • Los Pueblos Indígenas. Gilberto enfatiza lo inconveniente de este concepto que ha tratado de encerrar a una gran diversidad bajo una sola idea. Este concepto ha servido para separar a un grupo del resto y oprimirlo. De hecho, como sabemos al mundo lo han dividido de variadas formas: en nacionalidades, géneros, razas, etc., categorías bastante problemáticas porque encubren un sinfín de particularidades y complejidades, pero sobre todo porque disgregan a la sociedad. Coincido con Gilberto, en la importancia de dar peso a estas jerarquías en nuestros análisis, ya que nos permite entender cómo el mundo capitalista está construido, pero algo que me preocupa es cómo pudiéramos reproducir esencialismos o romantizaciones. Aún más, habrá quienes dignifiquen el ser indígena, pero también quienes repudien ser identificado como tal. Por eso, para mí, la indigeneidad se ha convertido en un campo de batalla donde múltiples sujetos desde lo local hasta lo global disputan no solo su significado, sino vidas, espacios y mentes. En este contexto, lanzó la siguiente pregunta: ¿cómo entender lo que significa ser ‘indígena’ ante el despliegue de políticas, violencias y proyectos del capital claramente racializados? ¿cómo las categorías sociales son parte de los diseños y planes del capitalismo y son utilizadas en las tácticas de despojo?
  • El desarrollo. Gilberto afirma ‘los indígenas no se enfrentan a un mundo genérico occidental, sino a clases sociales especificas y sus representantes en el aparato de Estado’ (p.79). Esto no quiere decir que se niegue todo un tejido de relaciones de poder que se mueven de lo local a lo global en competencia, pero en sintonía con los intereses del capital. Sin embargo, uno también necesita remontarse a los procesos de colonización para entender la forma y estructura qué tomo esta red. Lo ‘occidental’ se concibió como lo ‘moderno’, el ideal a alcanzar; mientras que lo ‘indígena’ se identificó con lo ‘tradicional’ y ‘primitivo’; así, se jerarquizó la región y la sociedad. Este ideal se expandió por medio de la retórica del ‘desarrollo’ sometiendo y borrando otras posibilidades y agotando la vida. No por nada hoy en día pareciera que se puede justificar el ‘etnocidio’ por conseguir el ‘etnodesarrollo’, como se planteó en el Manifiesto de Impacto Ambiental del Tren Maya. Entonces, ¿será suficiente descolonizar el ‘desarrollo’ para encontrar futuros más plurales? ¿O qué es lo que tenemos que hacer para visualizar otros caminos y otros futuros?
  • La autonomía. Ya mencioné cómo el ‘desarrollo’ quizá no sea a lo que tengamos que aspirar, y quizá lo mismo se podría sostener de la ‘democracia’. Pero, entonces, ¿a qué sí? La autonomía para Gilberto es la forma en cómo los pueblos pueden defenderse, construirse, controlar sus territorios y dirigir sus destinos. Quizá sea más que eso, pudiera ser la manera en que se garantiza la reproducción no solo de las comunidades, sino también de la vida. Preservar territorios, es preservar la vida. Es decir, tal vez tengamos que pensar las autonomías no en los confines de un territorio sino en un entramado de una lucha por la vida. En el comunicado ‘La mirada y la distancia a la puerta’ del EZLN nos habla de ello cuando dice: ‘Ahora mueva su mirada y busque Palestina, Kurdistán, Euskadi y Wallmapu… en esos lugares, hay quienes (muchos o pocos o demasiados o suficientes) también luchan por la vida. Pero resulta que conciben la vida ligada inseparablemente a su tierra, a su lengua, su cultura, su modo. A eso que el Congreso Nacional Indígena nos enseñó a llamar “territorio”, y que no es sólo un pedazo de tierra.’[4] Siendo así, ¿deberíamos de concebir las autonomías como procesos de articulación global de territorios/luchas anti-capitalistas? Aún más, ¿cuál ha sido nuestro papel como mujeres en estas construcciones autonómicas por la vida? ¿Y cómo tejernos desde nuestras distintas geografías para resguardar y construir la esperanza frente a un mundo enfermo?

Sin duda, ante la polarización hay que pensar lo común, ‘la vida’; sin fronteras, divisiones ni jerarquías. Espero, que las ideas y preguntas que presento como inspiración del magnífico libro que Gilberto nos presenta fomenten ricos diálogos o por lo menos desaten algunas inquietudes.

¡Felicidades, Gilberto! Mi admiración y agradecimiento siempre.

Notas:

* Voces en lucha

[1] Convocatoria a la Jornada Nacional de Movilización en Defensa de la Madre Tierra y contra la Guerra al EZLN, los Pueblos y Comunidades Indígenas, Congreso Nacional Indígena, 3 de octubre de 2020.

[2] Comunicado de la Comunidad Indígena Otomí, residente en la CDMX ante la toma indefinida de las oficinas del INPI, Desinformémonos, 12 de octubre de 2020. 

[3] Sexta parte: Una montaña en alta mar, Enlace Zapatista, 5 de octubre de 2020. 

[4] Quinta parte: La mirada y la distancia a la puerta, Enlace Zapatista, 9 de octubre de 2020.