LA VIGORIZACIÓN DE LA COMUNIDAD: ESTRATEGIAS EDUCATIVAS, COMUNICATIVAS Y CULTURALES
MARIO RODRÍGUEZ IBÁÑEZ
Nuestro abigarramiento porta al mismo tiempo elementos de reproducción de la dominación, pero también gérmenes de alternativas, otros modos de vida y prácticas de ruptura con lo dominante. Por ello partir de lo existente nos da un marco que va más allá de los horizontes ideales, nos coloca en el desafío de la contextualización permanente, en movimiento, y de la vitalidad que compone cada territorio singular, conectado siempre a múltiples territorios simultáneamente. Así, las estrategias educativas – comunicativas – culturales son posiblemente más emancipadoras, ya que conectan con esa energía vital de lo existente.
1.2.Los otros modos de vida son existentes, pero como semillas a ser criadas
Después de las siembras mayores y antes de las cosechas, en plena época de lluvias, cuando ya brotaron las semillas, pero todavía están en eso, en brote pequeño, es la época, en el calendario agrícola de las comunidades andinas, para celebrar las illas. Las illas son algo así como eso que ya está y porta lo que es, pero sin ser todavía eso que ya es. Para ser del todo eso que ya es, necesita ser criado cuidadosamente. Esas illas suelen ser pares, noción básica de comunidad, y se expresan en las pequeñas papitas u ocas o cualquier otro producto que va brotando y que se unen haciendo pares siameses, a esas illas se las denomina ispallas, es decir completado en par. Las illas también son piedritas, pétalos de flores, pequeños animalitos hechos de masas de alimentos como la quinua y otros. En las ciudades se expresan en las miniaturas de la fiesta de alasitas de finales de enero.
Desde esa sabiduría recomprendimos que lo que llamamos proceso está marcado por estás illas de los otros modos de vida que germinan alternativas desde lo existente, pero que son subordinadas y que requieren ser criadas cuidadosamente para que broten adecuadamente y se hagan cosecha abundante. Las illas remiten además a esa idea potente de los pueblos indígenas, que el compartir, que el mundo de las convivencias y las relaciones, lo que hace es circular en la riqueza, la abundancia, la fertilidad y fecundidad de la vida, y no las carencias como centro de las relaciones. Solo lo que circula, lo que se comparte, lo que se redistribuye en reciprocidad genera abundancia, por ello el compartir no es solo un ideal ético, sino un imperativo funcional que permite la reproducción de la vida en todos sus sentidos. Nunca estuve en un apthapi[2] donde no haya una gran diversidad de alimentos y se genere una abundancia que hace imposible que alguien no se quede satisfecho con la cantidad de lo que comió, nunca falta.
Las alternativas emancipadoras no están en el futuro ideal, sino son parte de nuestras experiencias y prácticas, están en lo comunitario de nuestro existente, como illas que requieren ser criadas adecuadamente, desde lo abundante que tenemos.
2.SEIS PASOS DE LA ESTRATEGIA
2.1.Todas nuestras acciones son educativas, comunicativas y culturales a la vez en un proceso de comunalización
Los procesos de socialización son por los cuales aprendemos a vivir en sociedad, por los cuáles nos incorporamos a los repertorios cotidianos que nos permiten convivir con los otros y con las otras, pero también se nos incorporan criterios de valor, nociones de verdad, sentido de vida, creencias. Estos pueden ser transgredidos, sin duda, pero la socialización pone algunos límites o señaliza claramente los elementos estructurantes por donde nos movemos. Así aprendimos a ser individuos conectados por normas y necesitados de leyes cada vez más específicas que regulan nuestras convivencias. Si esto es así, ¿por qué no podemos reaprender a convivir más comunitariamente? ¿A hacernos cargo más corresponsablemente de lo común? Por ello en el centro de nuestra estrategia están los procesos de comunalización, o de vigorización de nuestras vivencias comunitarias desde lo existente.
Para reaprender a vivir la comunidad necesitamos erosionar un elemento central de los procesos de modernización, la separación de las dimensiones de la vida en especializadas compartimentadas. Así, es clave retomar la experiencia que todo acto, que todo evento, que cada actividad que desarrollamos es al mismo tiempo educativa, comunicativa y cultural. Un taller no es solo educativo, sino profundamente comunicativo y cultural. Un concierto de música, una fiesta del barrio o una exposición fotográfica no son solo eventos culturales, sino profundamente educativos y culturales. Un programa de radio, un boletín barrial o un video no son instrumentos comunicativos, sino experiencias culturales profundas, y por supuesto, también educativas. El hacer que toda nuestra estrategia sea asumida como educativa, comunicativa y cultural es un primer paso fundamental, que rompe las formas clásicas de intervención institucional y organizativa, nos recoloca en una dinámica de trabajo distinta y potencializa exponencialmente lo que hacemos por la complejidad y riqueza de toda intervención.
2.2.Mediaciones entre Comunidad, Chacra/Crianza y Diversidad
La Comunidad está constituida por dos elementos complementarios: una funcionalidad pragmática que hace fundamental la convivencia con los otros y otras (en el sentido amplio de personas del que hablamos antes, que va más allá de lo humano), para permitir y hacer posible la reproducción de la vida en todas sus dimensiones (o en muchas de ellas al menos); y un campo intersubjetivo compartido por el lugar de procedencia, la ancestralidad compartida, unos saberes comunes y una convivencia que genera una fuerte afectividad y cuidado. La comunidad se vive funcionalmente y se siente subjetivamente.
Para que la comunidad exista y que sus acciones compartidas permitan la regeneración de la vida para todos y todas, hay que tener un proceso paciente de crianza. La crianza nos remite a la noción campesina de chacra, de cultivo, de criar. En las culturas indígenas y los sectores populares urbanos, muchos también indígenas, pero no únicamente, todo se cría, por tanto, se experimenta como proceso de cultivo que debe brotar. La estrategia es fundamentalmente criadora de sentidos de vida, de convivencias, de conocimientos y saberes, de alternativas económicas, de prácticas políticas, etc. Por tanto, son procesos de brote, de cuidado compartido, de amparo comunitario. En los procesos de crianza comunitaria, participan todos y todas, pero no todos de la misma manera, se sabe de singularizaciones de los sujetos, pero eso no lleva a especialidades fragmentadas y desconectadas, sino entrelazadas rica y complejamente en cada persona y en la totalidad de la comunidad. Así cada persona es incompleta, aunque total, necesita de otras y otras para vivir. También las comunidades son incompletas pero totales, requieren de otras para reciprocar y garantizar la continuidad de la vida.
La comunidad y su experiencia de crianza no pueden ser si no se reproduce la diversidad. La diversidad es el punto de partida, pero también es horizonte de sentido de la comunidad. La comunidad no genera igualdad homogeneizadora, sino se mata a sí misma.
La estrategia genera espacios de encuentro, de mediación compleja, como ya se dijo a veces tensa y otras amistosa y amorosa, entre diversos para posibilitar la convivencia comunitaria y la crianza compartida. Las redes de cuidado y amparo funcionan así y en nuestra vivencia, están presentes desde el cuidado de una chacra de papas al cuidado de los animales, desde el control de las zonas de pastoreo hasta las aguas para el riego, desde la vigilancia de los niños hasta las formas de hacer circular el dinero, desde la ritualidad y sus lugares sagrados hasta el encuentro con los difuntos, desde la estética que adornan las casas hasta las relaciones que se establecen con el Estado.
2.3.La complementariedad coherente y pertinente entre contenidos, metodologías y dispositivos
Desde estás perspectivas el currículo es el lugar del encuentro complementario, coherente y pertinente de los contenidos, las metodologías y los dispositivos antes de que una separación lógica. En las formas están los contenidos y los contenidos no se comprenden sin sus metodologías. Así las herramientas educativas, comunicativas o culturales dejan de ser meros instrumentos y se constituyen en fuertes disparadores de procesos culturales. La utilización de un elemento cohesionador de la comunidad como unas hojas de coca, un mate cocido o un textil despliega un proceso complejo que es cultural, educativo y comunicativo a la vez, que sin ser explícito provoca una cantidad impresionante de contenidos y genera unos cómo compartidos que desatan las metodologías.
Esto nos reorganiza la manera de planificar y ordenar nuestros procesos educativos, comunicativos y culturales e intensifica nuestras experiencias vivenciales en cada dispositivo, en cada evento, en cada camino tomado, en cada contenido desarrollado. Nos hace más coherentes y pertinentes.
2.4.Otra noción de tecnología: la complementariedad entre lo funcional, lo ritual simbólico y lo estético
Vayamos por un ejemplo. Un textil andino es una de las cosas más complejas en su elaboración, y sin embargo es muy cotidiano y está instalado en la sabiduría de la gente. Combina varias variables lo que hace que su diseño y realización sea un ejercicio complejo y abstracto, que exige muchas capacidades, y sin embargo en la vida de la gente ocurre nomás, claro luego de un proceso de crianza de esas capacidades.
Ahora ese textil, en la vida de la comunidad indígena, tiene que tener una funcionalidad práctica clara, sirve para llevar las papas, a los niños y las niñas, a las ropas o la coca, no es un elemento decorativo para las paredes, sino es utilitario. Pero ese textil es la vez estéticamente bello y se le pone mucho cuidado en la crianza de sus diseños y la combinación de sus colores. Solo que su belleza solo tiene sentido si es útil al mismo tiempo. Una vez preguntamos a la gente en la ciudad de El Alto sobre cómo era una plaza bella estéticamente, y la mayoría de las respuestas fue que cuando la plaza está llena, es decir cuando es usada, siguiendo esta misma línea del textil. Y muchos de esos textiles son ritualizados, además de portar el simbólico cultural ancestral en sus diseños. La combinación de estos tres elementos: funcionalidad pragmática, estética bella y ritualidad simbólica hace que un proceso y un producto sean coherentes y pertinentes en la reproducción de la comunidad. Por ello, tal vez no es posible que haya trabajo comunitario (apertura de un camino, techado de una casa, cosecha de la chacra, canal de riego y pasanaku urbano como manera de hacer circular el dinero en comunidad sin fiesta ritual y estética). Es otra noción de tecnología que le da otro sentido, otro modo de vida a nuestras acciones educativas, comunicativas y culturales, que atraviesa nuestras formas de abordar y trabajar los contenidos, las metodologías y los dispositivos.
2.5.El sujeto se hace al estar en una triple dimensión: las relaciones cotidianas, el tejido organizativo, lo público/el bien común
La experiencia nos enseñó que hay que trabajar simultáneamente en una triple dimensionalidad de nuestras vidas para vigorizar adecuadamente las transformaciones emancipadoras posibles y de manera sostenible en el tiempo, que permitan cohesionar lo comunitario como materialidad de otros modos de vida a los dominantes y hegemónicos: la vida cotidiana, el tejido organizativo y lo público/el bien común.
La vida cotidiana y sus relaciones, son finalmente donde se reproduce la vida y se hacen materialidad las convivencias y sus sentidos. Es en el cotidiano donde se actúa y se enraízan las crianzas comunitarias. Ahí brotan las alternativas y se encarnan en las vivencias y los saberes que se van haciendo sabiduría por la experiencia, se van haciendo modo de vida por su permanencia y su presencia en muchas dimensiones de nuestras vidas. Ahí incuban y se hacen realidad las illas de las que hablamos antes. Sin actuaciones en la vida cotidiana y las múltiples relaciones que establecemos en ellas, no es posible vigorizar lo comunitario. La vida cotidiana nos remite a lo próximo, a lo local y territorial, al dónde ocurre nuestra vida.
Pero lo cotidiano, lo próximo, lo local territorial no alcanza para que esos otros modos de vida disputen efectivamente con lo dominante asimétrico y acumulador de riqueza y poder en pocas manos, a costa de la mayoría de los seres humanos y del planeta en su conjunto, por ello desde la experiencia comunitaria de cuidado de lo común se puede potencializar la actuación macro, sobre las políticas, pero ya no como respuesta exclusiva y monopólica del Estado o el mercado dominante ante la demanda social, sino como una reconfiguración de lo público como encuentro tenso y complementario entre Estado y sociedad/comunidad para el cuidado y la decisión sobre lo que son nuestros bienes comunes y cómo gestionarlos adecuadamente para el bien compartido o comunitario. Se trata de otra manera de corresponsabilidad entre Estado y comunidad sobre lo público, pero donde se vigoriza simultáneamente una recuperación de la capacidad comunitaria de gestionar el bien común, capaz de desmontar el poder del Estado y del mercado, para recolocarlo en la gente y sus relaciones.
El encuentro entre vida cotidiana y lo público no es posible sin tejidos organizativos capaces de generar esa articulación adecuadamente. Lo organizativo sigue estando en lo fundamental de las experiencias populares educativas, comunicativas y culturales; pero hoy las sabemos más contradictorias y por tanto necesitadas de estrategias que las recompongan en sus sentidos comunitarios de circulación de la autoridad, la representación, la vocería y el poder, desde la redistribución de sus logros, desde su totalidad incompleta que necesita de otros tejidos para existir y desplegar plenamente su vida.
El sujeto comunitario es en la medida que es capaz de articular coherentemente, aunque en procesos arrítmicos e irregulares, esta triple dimensionalidad, por tanto, es solo en la medida que se está. Por tanto, es territorial, localizado, vivencial, relacional.
2.6.Transformar las relaciones de poder desde la plurinacionalidad, la reciprocidad/redistribución y el vivir bien/buen convivir
Los procesos de comunalización no tienen un punto de llegada, pero sí horizontes compartidos que van orientado nuestros caminares cotidianos. Son como mojones señalizadores que nos permiten tomar decisiones y ajustar nuestros recorridos y trayectorias.
Uno fundamental es partir de que nuestros países se constituyeron como Estados mono culturales, que negaron la rica diversidad de modos de vida y horizontes civilizatorios existentes. Es parte de una herencia colonial que asumió la noción de desarrollo como destino único, al cual debían acomodarse todas nuestras culturas tan profundamente diversas. Y si eso sucedió en el campo cultural civilizatorio, eso se materializó en nociones únicas y homogeneizadas de conocimiento, de estética, de salud, de economía, de política, de arte, de comida, etc. Se requiere, en una estrategia de comunalización, de procesos de descolonización que nos reabran a la plurinacionalidad. No sólo se trata de Estados plurinacionales, sino fundamentalmente de sociedades y comunidades plurinacionales que sean capaces de reconstruir lo público, también en su relación con el Estado, desde esa diversidad.
Nuestras sociedades y Estados también son patriarcales, concentradores del poder y de la representación en lo masculino. Las comunidades, al ser profundamente relacionales, al necesitar de la red de amparo para regenerar la vida, al hacer brotar una intersubjetividad de cuidado para ello, dinamizan las experiencias de reciprocidad, de dar y recibir en equidad, por tanto, con un mínimo de condiciones de igualdad o al menos de no asimetrías radicales que generan dominación. El proceso de despatriarcalización y descolonización desafía a vigorizar las vivencias y experiencias de reciprocidad, no solo entre humanos, sino de éstos con la naturaleza, con los ancestros y lo sagrado. Pero la reciprocidad puede generar que unos tejidos comunitarios se potencien más que otros generando asimetrías entre ellos, por eso es clave otro movimiento de las estrategias indígenas para que esto no suceda, la redistribución de lo existente. Eso equilibra las relaciones, permite romper con la noción de acumulación infinita y genera sociedades/tejidos comunitarios más democráticos. Esto es en todos los campos de la vida, se puede hacer reciprocidad y redistribución en la crianza de los niños y las niñas, en la política, en la economía, en la educación y las metodologías, en las formas comunicativas y los dispositivos, en todo. Pero si bien está presente en todo, no se trata de una manera única, sino que se expresa en la diversidad existente y eso la enriquece.
Los procesos de comunalización nos permiten reconstituir nuestras maneras de convivir con la vida en su conjunto, donde no todo es acumulación, sino procesos de conversación que van generando ciclos de avance y de retroceso, de ascenso y de descenso, de acumulación y de redistribución. Es decir, nos invita a erosionar los procesos mercantiles de intercambio, siempre hechos para acumular más, de manera que los intercambios pongan el bien común en el centro de su realización. Es colocar el horizonte de otros modos de vida o civilizatorios en el debate, tema de otro artículo, es decir eso que llamamos Vivir Bien o Buen Convivir, siempre desde lo existente y desde la pluralidad, la diversidad de eso que existe con sus contradicciones.
3.UNA CONCLUSIÓN EN CUATRO MOVIMIENTOS
Volvamos a las illas de las que hablamos en el primer capítulo de este artículo. La experiencia comunitaria emancipadora se está haciendo en illas, se están criando desde lo existente (primer movimiento).
Eso coloca una tremenda potencia en nuestras experiencias micro, pero ya no entendidas como pequeñas, sino como el lugar territorial de lo comunitario donde, por la escala micro, se nos permite actuar en la mayor cantidad de dimensiones de la vida simultáneamente, y más si lo hacemos conjuncionando nuestras estrategias educativas, comunicativas y culturales. Al poder actuar en la totalidad de la vida, aunque siempre incompleta y necesitada de otros y otras (en el sentido amplio de personas), el impacto transformador es mayor. Así lo micro solo es si es territorial y lo territorial es multiescalar, articula inevitablemente lo micro inmediato con lo meso y lo macro, con lo nacional, lo regional y lo internacional, con lo global y lo local. Lo micro ya no se encarcela en lo pequeño, sino que vigoriza sujetos, que comunitariamente actúan en lo común en múltiples dimensiones (segundo movimiento).
Desde estas perspectivas nuestras estrategias de comunalización no tienen destinos únicos y controlados o controlables, sino que producen procesos lindos, complejos y desafiantes de resignificación, recontextualización, reconfiguración y de rehabitar lo existente (tercer movimiento).
Se trata de horizontes de otros modos de vida, que desmontan el destino civilizatorio único dominante y hegemónico, son orientaciones de caminos y no puntos de llegada, desde la diversidad, que generan prosperidades (del latín pro spere = vivir de acuerdo a nuestra esperanza). Cuarto movimiento, al menos de momento.
[1] Ritualidad andina para “inaugurar” una nueva actividad, un bien preciado o un nuevo ciclo vital.
[2] Se trata de una comida comunitaria donde cada persona o familia participante traer algún alimento preparado. Cada participante suele traer uno, dos o tres alimentos, pro juntando con los otros se hace una comida muy diversa y abundante para ser ingerida en comunidad.