Primeros pasos de economía propia de la autoorganización de vecinos en el barrio

Análisis de la experiencia de autonomía comunitaria del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Solano, Argentina, la construcción de su propia economía autogestionaria y estudio de los límites de la experiencia (externos e internos, estructurales y subjetivos).



“Vivir bajo dos pieles… En torno a la resignificación de las políticas sociales y la complejización del vínculo con el Estado. El Movimiento de Trabajadores Desocupados de Solano”1

Karina Bidaseca

http://lanic.utexas.edu/project/etext/llilas/claspo/rtc/0003.pdf

 

“Muchas veces se cree que lo contundente es cuando te ves afuera y saliste cortando la ruta. Nosotros decimos que lo contundente es el trabajo de todos los días (…) Y hay un día donde nosotros nos hacemos transgresores de la ley, salimos a la calle y nos hacemos ver y hacemos escuchar nuestras voces (…) Ese día es posible, en realidad, por el trabajo que hacemos todos los días” Miembro del MTDS. Revista Movimientos Sociales, 2001.

Introducción  

La experiencia del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Solano (de ahora en más, MTDS) –integrado por aproximadamente 500 familias- no es la única que se plantea el tema de la autonomía económica y política respecto del Estado y/o de otras instancias (mercado, partidos políticos, sindicatos, etc.) en los órdenes discursivo y práctico. Antes y después del acontecimiento del 19 & 20 de diciembre de 2001 en Argentina, diversas experiencias (fábricas recuperadas por los obreros; algunas asambleas barriales, entre otras) y grupos (como los aborígenes) abordan también este problema, anque con objetivos y modalidades distintas. El Movimiento Piquetero, que agrupa a los diversos movimientos de desocupados, demostró, en esta dirección, su heterogeneidad por sobre los elementos convergentes, a saber: la identidad de piquetera/os; el piquete como método de lucha; la dependencia respecto del Estado (Planes)i; la situación de precariedad derivada del no-trabajo; su sentido de contención social. La diversidad de las experiencias locales opone a las líneas reformistasii las llamadas “duras” entre las que se encuentran los MTD y CTD (Coordinadoras de Trabajadores Desocupados) que integran la Coordinadora Aníbal Veron actualmente divididaiii. El MTDS –como el resto de los MTD- se caracteriza por haber resignificado los planes –sostenidos por la red clientelista del aparato justicialistaiv- generando emprendimientos productivos en los barrios más castigados del conurbano para fortalecer la organización y crear los principios de autonomía y cambio social. Si bien, ambas corrientes piqueteras, como contraprestación de los planes, desarrollan proyectos comunitarios (comedores, roperos, etc.) divergen precisamente, en relación con los emprendimientos 1 El seguimiento de esta investigación ha estado a cargo de la Dra. Elizabeth Jelin a quien expreso mi gratitud. Hago extensiva la misma al Dr. Carlos Acuña, al Dr. Gabriel Kessler y a la/os compañera/os del seminario de discusión interno. Por último, mi reconocimiento y agradecimiento a las mujeres y hombres del MTDS. 2 Mter. en Investigación en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.

productivos. Las primeras los consideran inviables, mientras para los MTD constituyen recursos fundamentales para la sustentabilidad del Movimiento, la ansiada autonomía y el logro de una nueva sociabilidad no capitalista. Por cierto, el proyecto productivo para el MTDS representa además de la necesidad alimentaria inmediata, un doble objetivo: la autonomía, o la posibilidad de generar proyectos de “economía alternativa” o “solidaria” -como ellos la definen- que les permita sostenerse cuando los planes finalicen y, por otro lado, una búsqueda hacia “la recuperación de lo humano” y la “reconstrucción del tejido de la comunidad”, pues piensan que existe una correspondencia entre las formas de organizarse y las metas que se persiguen (Página 12/web). Desde su creación el MTDS operó una transformación de la “energía emancipatoria” (Hirshman, 1984 citado por Santos, 2002) que comenzó bajo la forma de movimiento social y continúa en la puesta en acto de dichos proyectos. Así, el Movimiento combina diferentes orientaciones de acción: la productiva, y la política, en la que asumen su identidad de piquetera/os en los cortes de ruta realizados con el propósito de demandar más planes sociales o defender a quienes quedaron fuera de su adjudicación -lucha que significa también asegurar la subsistencia- sin que ello pueda ser leido en términos de claudicación o traición. La reflexión o “educación popular”, como ellos la definen, es la tercera pata imprescindible para completar un proyecto autónomo. Los miembros del MTDS se definen como “anticapitalistas, autónomos de los partidos políticos, incluso los de izquierda, y de las centrales sindicales”. Cuatro principios rigen la organización: horizontalidad, participación, democracia directa y autonomía. Se niegan a todo tipo de representación y su órgano maximo de decisión son las asambleas. Su pensamiento y acción imprimen la compleja relación de negociación/conflicto que establecen con el Estado y las diferentes instancias -nacional, provincial y municipal-, al ser, por un lado, receptores de los planes y, a su vez, mantener un enfrentamiento constante con el Estado. Acuerdos y desacuerdos, sin embargo, no diluyen el vínculo aunque en ese proceso se mece la posibilidad latente de la suspensión de los planes. Uno de los dilemas que se le presenta al MTDS –compartido con otros MTD- se caracteriza por: cómo lograr una economía alternativa sin reproducir la lógica del capital; cómo ocuparse de los espacios dejados por el Estado (la alimentación, la salud, etc) sin reproducir el sistema de provisión social; cómo lograr la nueva sociabilidad o el “nuevo hombre” dentro de un orden capitalista que profundizó la fragmentación social. En torno a esta última cuestión no debemos rehuir el componente utópico que a menudo alimenta y/o sostiene las prácticas de los movimientos. El MTDS es un movimiento autogestionado, a partir de valores tales como la horizontalidad, la democracia directa, el anticapitalismo, la búsqueda de un comunitarismo, y el declarado proyecto de construir al “hombre nuevo”. Los alcances de este estudio no se dirigen a profundizar en estas cuestiones, por cierto difíciles de abordar, sino a otros dilemas teóricos que se traducen en la práctica cotidiana del Movimiento respecto de los emprendimientos productivos. A modo de ejemplo: ¿cómo se resuelven cotidianamente los problemas relacionados con la producción y distribución que desarrollan los talleres productivos?¿Qué destino se le da a la producción de pan o calzados? ¿Es sólo para autosustento, para intercambiar con otras organizaciones o se piensa en la comercialización? ¿Cómo se resuelve el tema del mercado? Problemas nada fáciles de resolver cuando está en juego la escasa disponibilidad de capital y la sustentabilidad de los proyectos. Autonomía y reproducción material aparecen pues, a simple vista, atrapados en la lógica del capital. Por otro lado, estos dilemas son decisivos pues incluyen la puesta a prueba de dos de sus principios: horizontalidad y participación. En este trabajo nos proponemos estudiar la resignificación que el MTDS hace de los Planes otorgados por el gobierno, comprender su sentido distintivo para la construcción de una economía alternativa y de un proyecto político autónomo que aboga por el cambio social.

Interpretar este tipo de experiencias “alternativas” implica pensarlas desde su base de construcción de una identidad colectiva en la trama urdida por las “redes sumergidas en la vida cotidiana” durante la fase de latencia3 (Melucci, 1994). Por cierto, los talleres productivos del MTD son las acciones menos visibles del movimiento pero las que consolidan lazos sociales, los marcos culturales, ademas de asegurar la reproducción material. Partimos de la hipótesis que una misma práctica con un discurso diferente puede tener otras consecuencias en el nivel de la acción. Intentaremos pues, superar el nivel discursivo de los sujetos para profundizar en las prácticas. Entre las diversas experiencias que viene desarrollando el MTDS desde sus inicios tomamos como estudios de caso las productivas actualmente en funcionamiento en el Barrio San Martín: panadería, marroquinería y taller de costura, y un taller que ha dejado de funcionar, el de herrería. La finalidad es indagar en los motivos que nos permitan explicar la permanencia y culminación de las iniciativasv, comprendidas como experiencias incipientes y precarias, como campos experimentales. El interrogante acerca de si el sistema de producción que el MTDS está desarrollando constituye ya una economía alternativa –entendida como proyecto integral e instrumento emancipatorio- o se trata sólo de una respuesta a la falta de trabajo o al cumplimiento de la contraprestación guiará este recorrido. Centraremos este estudio en la viabilidad de las experiencias productivas y en su potencial emancipatorio (Santos, 2002). El mismo está basado en el trabajo de campo desarrollado entre abril y junio de 2003 utilizando entrevistas en profundidad realizadas a los miembros del MTDS y observación no participante. En la primera sección presentaremos una historia concisa del MTDS -atravesada por los dilemas originados en el posicionamiento del movimiento respecto del Estado y del mercado- comenzando por los determinantes estructurales que originan el nacimiento del Movimiento piquetero durante la década de 1990. En la seguna sección, haremos una breve reseña de las características que asume la “economía solidaria” como modo específico de producción y focalizaremos la atención en el funcionamiento de los talleres productivos explorando las posibilidades y límites que presentan estas iniciativas. Finalmente, la última parte se refiere a las posibilidades emancipatorias del MTDS no sólo en el orden económico sino también político, social y cultural, en tanto tales iniciativas de producción alternativa, entendemos, forman parte de un proyecto integral que implica una lucha por todas las formas de opresión, que no prioiricen el nivel económico y se limiten a la explotación, sino que abarquen una crítica al patriarcado, al racismo, entre otros.

 

Cuan Aves Fenix…. Historia del MTD de Solano (1997-2003)

 

  1. Los noventa: crisis y creación El vasto proceso de reformas implementadas desde la crisis de la matriz estadocéntrica en la Argentina, a partir de la hegemonía del neoliberalismo, introdujo profundos cambios económicos y sociales, impactando tanto sobre la estructura económica, el orden social como sobre el rol y las funciones del Estado. Promediando la década de 1990 en la provincia de Neuquén, en las localidades de Cutral-Có/Plaza Huincul, la “pueblada” surgida en esa región vejada por la aplicación de la política de ajuste estructural que incluyó la privatización de la empresa petrolera nacional YPF y la desocupación masiva de los trabajadores, inventó un nuevo modo de protesta. La rebelión popular de la que participó todo un pueblo (20.000 personas) parió un nuevo sujeto de la protesta: el fogonero (quien pasará la noche junto a los fogones del piquete) y el/la piquetero/a, términos con los que se designarán a partir de ese 3 Melucci (1994) define esta fase como “especie de laboratorio clandestino para el antagonismo y la innovación” (pag. 146).

momento a los sujetos que con los “piquetes” impidan la circulación de tránsito y mercancías a través del corte de rutas, calles y/o avenidas, puentes, etc.. La creatividad no se consumó en esta “aparición” (Arendt, 1998); mostró acabadamente el poder del movimiento al instalar un “poder paralelo” basado en la conducción de delegados o representantes revocables electos en asambleas populares. La protesta se expandirá hacia el norte del país, a las localidades de Tartagal/Gral. Mosconi (Salta) también de emplazamiento petrolero, y Libertador Gral San Martín (Jujuy). De este modo, las puebladas son comprendidas dentro de lo que Tarrow (1997) denomina “ciclo de protesta”, puntos de inflexión para el cambio social y político que crean nuevos repertorios de acción y marcos culturales (símbolos, rituales, etc) y generan asimismo, prácticas organizativas novedosas o transforman las existentes (asambleas populares; cabildos abiertos). El ciclo de protesta que comienza a principios de la década de 1990 fue importante en tanto canalizó procesos de conformación de organizaciones y/o movimientos como el “Movimiento Piquetero”, movimiento de movimientos, y los movimientos que como el MTDS lo integran. A continuación abordaremos su historia desde el “estado naciente” (Alberoni, citado por Martinez, 1985) de acuerdo a diversas fases según un criterio analítico guiado por los dilemas que “marcan” las prácticas del Movimiento. 2. El MTD Solano: las fases de su historia En el sur del Conurbano bonaerense, espacio marcado indeleblemente por las políticas de ajustevi, el MTDS comenzó a organizarse en la capilla Nuestra Señora de las Lágrimas en San Francisco Solano, en agosto del año 1997. Aquellas primeras eran reuniones de vecinos que compartían los problemas derivados de la desocupación. Al tiempo comienzan a debatir acerca de construir un movimiento similiar al de sus vecinos de Florencio Varela, en donde se creó el primer MTD. “Al principio a nosotros nos unió la desocupación, la pobreza, la discriminación (…) Si algo nos permitió el movimiento fue encontrarnos en asamblea y recuperar la palabra, nos permitió escucharnos”, dice uno de los integrantes. Desde el momento fundacional, los principales debates entre los integrantes del MTDS surgen a partir de las diferentes formas de posicionarse frente al Estado -discutiendo el binomio dependencia/autonomía- y al mercado. Estos debates generaron tensiones y dilemas: en 1997 fue la aceptación de los subsidios de empleo vs la claudicación ante el Estado; luego, los distintos criterios de organización: verticalismo vs horizontalidad; más tarde, aceptación o rechazo al sistema económico y, en el medio, se cuestiona la “inclusión” en el modelo societal. La lucha por puestos de trabajo al interior de una fábrica vs la construción de una economía alternativa, es el debate de los últimos tiempos en las asambleas, que aquí nos convoca. Cada uno de estos dilemas implicó momentos de “quiebre” en el Movimiento. A partir de los debates que los mismos originaron al interior del MTDS, describiremos las distintas fases de su evolución:1° Fase: “Estado naciente” del MTDS (1997)El llamado “Cura de los desocupados”vii, el sacerdote Alberto Spagnolo, cobró notoriedad pública cuando a comienzos del año 2000 empezó a actuar con la/os desocupada/os y cobijó en su entonces parroquia de las Lágrimas, a seis familias sin techo que integraban dicho movimiento. El entonces obispo de Quilmes, Monseñor Jorge Novak, decidió trasladarlo a otra iglesia. Tal medida resistida por Spagnolo y Novak recurre a la Justicia que ordenó el desalojo de la parroquia en el año 2000.

Uno de los rasgos de relevancia para comprender el nacimiento del MTDS, se vincula con la acción de la Iglesia y el impulso de las comunidades de base inspiradas en la teología de la liberación.viii”El movimiento aquí empezó en la parroquia, cuando el gobernador de entonces, Duhalde, comenzó a anotar vecinos para recibir subsidios estatales. Llegaban a la parroquia a denunciar que les hacían pagar diez pesos para anotarse para recibir los planes Trabajar”, relata una integrante del MTD. En una entrevista, el ex cura párroco y miembro del Movimiento cuenta sus primeras experiencias dentro de la Iglesia con la/os desocupada/os del barrio: “El trabajo con organizaciones populares en el Movimiento de Trabajadores Desocupados (…) surge del pedido de un montón de desocupados que tenemos en esta comunidad, donde el índice de desempleo es del 40% aproximadamente y los sueldos son bajísimos. La gente ha pedido un lugar para reunirse. Yo consulté al obispado y aprobaron el pedido” (Diario de las Madres de Plaza de Mayo, 1998). Aquel lugar sagrado será, pues, el espacio donde se ensayarán las primeras formas arcaicas de la organización:”En la parroquia se organiza una asamblea donde participan los vecinos, organizaciones intermedias, desocupados, y se pide que el obispo venga a discutir. El obispo no acepta y termina con la ocupación del lugar por parte de la asamblea (…) Unos días después me llega del juzgado la orden de desalojo.” Finalmente, el grupo expulsado se desvinculó como colectivo de la Iglesia. No obstante, como en otros casos conocidos de America Latina, este funcionó como un espacio de reclutamiento de individuos y de extensión de redes y profundización de solidaridades previas a modo de lo que Tarrow (1997) denomina “organizaciones huésped” o “estructuras de reserva de los movimientos”.ix En su recinto los sujetos aprendieron sobre la autogestión, experimentaron prácticas de democracia directa (asambleas) y de organización para evitar caer en la centralización y burocratización de los liderazgos. Fue, en definitiva, un espacio de socialización política. En esta etapa se consiguen los primeros 50 planes luego de las primeras movilizaciones a la Secretaría de Trabajo del Municipio. La autonomía en el manejo de los planes se logra luego de dos cortes de ruta.

2° Fase: Autonomía e identidad (1998)La separación defnitiva de la Iglesia fue la acción desencadenante de un proceso latente y necesario para alcanzar la autonomía y construir una identidad propia. A partir de este momento el Movimiento decide romper con el clientelismo político representado por los punteros políticos del barrio que administran los Planes. Al respecto, uno de sus integrantes relata este proceso: “En diciembre del 98 recién empezamos a hablar de autonomía porque habíamos sufrido nuestra primer derrota (…) Nosotros fuimos a arrancarles los planes pero estaban manejados por ellos, terminamos trabajando para ellos, limpiando la casa de los punteros del barrio, del concejal, barriendo el centro comercial, que no era eso el proyecto. El proyecto decía clarito: mejoramiento de espacios barriales, de espacios verdes.” (Antonio, mayo 2003). Allí comienza la inacabada e inacabable lucha territorial con el aparato punteril en la que entran en juego valores materiales y simbólicos. “Los punteros empezaron a presionar a los compañeros diciéndoles que si no se alejaban del movimiento se iban a quedar sin planes… Muchos compañeros terminaron yéndose del movimiento. En noviembre del ́97 éramos 350 en asamblea, 150 compañeros con planes. Para abril del 98 quedamos solamente 30. (…) Empezamos a replantearnos, no podemos seguir posicionándonos frente a los punteros, seguir dependiendo de ellos los planes. Entonces ahí empezamos a hablar de autonomía, empezamos a romper con el secretariado, se abolió la figura del secretario y a caminar un nuevo camino.” (Antonio, febrero 2003)Este momento “bisagra”, según mi interpretación, fijo la posición del MTD frente a la dominación clentelista. Fue fin y comienzo: el fin de la dependencia clientelista y el comienzo de una organización que emprendería el intento de construcción de una organización autónoma no sólo en el orden político sino también en lo económico.

3° Fase: En busca de una organización autónoma (1998-2001) Cuando se comienza a discutir la forma que adoptará el colectivo, se decide replicar el MTD fundado en Florencio Varela caracterizado por una organización de tipo vertical. Narra uno de los miembros las contradicicones que esta elección implicaba: “Nosotros levantamos nuestra bandera: Trabajo, Dignidad y Cambio Social. Que no sea entrar en contradicción inmediatamente, no? Cuando decíamos vamos a consultar al secretario general, a la mierda con la dignidad, con el cambio social, estamos repitiendo un esquema terriblemente dominante, entonces el cambio social nosotros lo entendemos como algo nuevo, una sociedad nueva donde tenemos que romper con todo, esos esquemas, entonces no podíamos tener secretario gral. En el 97 habíamos comenzado con esto y en el 98, noviembre o diciembre del 98 recién empezamos a hablar de autonomía” (abril, 2003). La inmanente contradicción entre los principios que el colectivo había fijado y la forma organizativa elegida dio origen a una nueva etapa que implicaba discutir el tipo de organizacion a adoptar. En abril del 2001 se realiza el primer plenario del Movimiento y allí se definen los principios del MTDS: autonomía, democracia directa y horizonatlidad. La forma de organización elegida se sustenta en la dinámica barrialx: en cada barrio hay Grupos de trabajo y Areas. Los Grupos están compuestos por un conjunto de personas que elige a dos o tres delegados (siempre más que uno), quienes forman la mesa general. La mesa es un espacio de evaluación y de planteo de dificultades; no es resolutiva. Las resoluciones se toman en la asamblea considerada el órgano máximo de autoridad. Luego están las distintas áreas: prensa (encargada de interactuar con los medios); producción (planificación y talleres); economía; capacitación y educación popular; administración (seguimiento de los planes, elaboración de proyectos y la relación con el ministerio); mercadería; tierra; relaciones institucionales (encargada de interactuar con el ministerio); y seguridad (organiza la seguridad en los cortes de ruta). Por otro lado, el MTD de Solano decide integrar, junto a otros MTD, la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón.xi4° Fase: En busca de una economía alternativa (1999 …) Una vez consensuada la forma de organización elegida y logrado la autoadministración de los Planes el debate comienza a girar alrededor de la autonomía respecto del Estado en caso de que este decidiera poner fin a los planes. Allí surge el debate acerca de las posibilidades de autosustento económico. De este modo Jose narra el proceso por el cual se comienza a hablar de “economía solidaria”: “La economía solidaria surge cuando comenzamos ya a obtener los planes en forma nuestra ya no de los punteros; a partir de presentar legalmente los proyectos de los talleres a la municipalidad. Comenzamos a preguntarnos que hacemos con esto que ya no es aquello que nos manejan sino que es nuestro y empezamos a ver la manera de darle un destino mas operador a esos $ 150 y desde ahí se empezo a trabajar el tema del aporte voluntario y solidario para crear un fondo común y empezar a generar los talleres productivos.” El debate, inconcluso, remite no sólo a la inserción en el mercado productivo sino también en el mercado laboral y se comienza a hablar de una nueva concepción de “trabajo” en el que encalla una economía solidaria, alternativa y colectiva. Este es el debate actual y los dilemas que lo acompañan serán tratados en los apartados que siguen. Cabe agregar que la actual es una etapa crítica pues ha decrecido el número de miembros (de 1.200 a principios de 2002, actualmente son 500 beneficiaria/os). Ello se debió, en parte, al momento politico coyuntural marcado por la elección presidencial que otorgó mayor poder a los punteros del barrio, pero, fundamentalmente, por el impactante episodio de represión del 26 de junio de 2002 en el que murieron dos jóvenes piqueteros en el corte del Puente Pueyrredón.xii La represión ejercida por el gobierno contra del Movimiento piquetero en un proceso que se dio en llamar “criminalización de la protesta”, marcó un “antes y un después” en la historia del Movimiento; muchos de sus miembros optaron por la “salida” (Hirschman, citado por Revilla Blanco, 1994) y fueron cooptados por el aparato punteril.  

 

  1. ¿Hacia una economía alternativa?

2.1 Formas alternativas de producción

La “economía solidaria” y las “economías populares” consitituyen formas alternativas de producción al capitalismo. Si bien en la práctica no se presentan separadas, pues es común encontrarlas hibridizas en el amplio espectro de experiencias, a los fines de este trabajo distinguiremos analíticamente una de otra. La “economía solidaria” refiere a un sector de la economía al que corresponden formas asociativas de producción. Las cooperativas son consideradas las experiencias centrales de este tipo a pesar de las críticas de algunos autores acerca de constituir verdaderas alternativas al sistema capitalista dada su articulación con el mercado. Su diferenciación respecto de las empresas capitalistas no reside según Quijano (2002) en la división del trabajo, en la relación con el mercado, en la función del salario o la administración jerarquizada. Básicamente, estriba en el desarrollo de valores como la autonomía, democracia participativa, igualdad y solidaridad. Por otro lado, las llamadas “economías populares” se diferencian de la anterior en que “no necesaria o explícitamente hay una identificación ideológica o política de los agentes ni una visión revolucionaria del mundo” (Quijano, 2002: 491). La lógica de este tipo de economías organizadas en base a la reciprocidad de las relaciones primarias cotidianas es fundamentalmente comunitaria y atiende a la satisfacción de las necesidades vitales. Según Coraggio (1997) incluyen actividades por cuenta propia o dependientes, mercantiles o no. Las formas organizativas que adoptan las experiencias de economía popular y solidaria son muy variadas. Su heterogeneidad depende de las distintas situaciones y contextos concretos en que surgen, de los problemas que enfrentan, y las iniciativas de quienes las promueven y/o integran. A continuación nos referiremos a las experiencias productivas que desarrolla el MTDS.

 

2.2 Los Talleres productivos del MTDS

Como clima de época, el discurso global y local de la economía alternativa resurgió en America Latina y otras partes del mundo (véase Santos, 2002). En la Argentina comenzó a circular con mayor ímpetu en las dos últimas décadas a partir de las experiencias de la red del club del trueque, nodos de intercambios en los que se re-inventaba el mercado, las fábricas tomadas, el movimiento asambleario, entre otros. El MTDS es penetrado por dicho discurso desde adentro –a partir de los procesos reseñados- y, desde afuera, luego de la vinculación con el Movimento dos Trabalhadores Sem Terra de Brasil (que está realizando experiencias de producción colectiva en los asentamientos) y tras la lectura de textos sobre la experiencia del presupuesto participativo de Porto Alegre. El mismo comienza a ser apropiado por sus miembros en el momento de la ruptura con la figura del puntero político instalándose la necesidad de lograr la autonomía de la organización en los órdenes político y económico. “La economía pasa por ser nosotros absolutamente autónomos y autogestivos de forma productiva y en la economía. Nosotros vemos que no vamos a lograr una economía alternativa si no tenemos una autonomía política. Entonces a partir de ahí vamos a ver la posibilidad de tener una economía

alternativa que sería una metodología, una determinada forma de economía”, explica Antonio en la entrevista. El MTDS está constantemente enfrentado al dilema dependencia/autonomía; los planes generan un alto grado de dependencia respecto del Estado y ello atenta contra el logro de la autonomía del Movimiento. En sus palabras: “El problema es que tenemos una autonomía relativa, restringida y eso hace que tengamos un grado de exposición muy grande. Nosotros seguimos cargando con el collar del Estado que son los planes y subsisdios (…) Lo que nosotros queremos es construir esa red de producción alternativa porque ahí está la salida del collar, no hay otra manera” (MTDS-Colectivo Situaciones, 2002: 198). Los emprendimientos productivos representan para el MTDS la consolidación de la organización. Expresa uno de sus miembros: “Cuando llegamos a sescientos compañeros vimos también que para consolidar había que trabajar en forma más contundente los talleres productivos. Estos talleres se habían descuidado por los planes de lucha que habíamos venido sosteniendo”(Revista Movimientos Sociales, 2002: 18). En un principio los talleres fueron diseñados conforme a separarse de los objetivos según los cuales el gobierno creó los planes de empleo, esto es, trabajos comunitarios y/o asitencialismo. La denominación de “talleres productivos” responde a la intencionalidad de diferenciarse de los llamados “microemprendimientos” y de establecer otra concepción a la de trabajo –no capitalista- ligada a lo comunitario: “Talleres productivos, los llamamos así porque creemos que los microemprendimientos son manejados por diez tipos y uno a la cabeza; en cambio el taller lo manejamos todos y es de todos. En un microemprendimiento es la forma mas fácil de ingresar al mercado; nosotros no queremos ingresar al mercado. Lo que queremos por ahora es autoabastecernos nosotros y que la gente del barrio también pueda comprar un pan bueno y barato.” (Horacio, junio 2002). Como se desprende del relato, estas iniciativas productivas autónomas y autogestivas fueron diseñadas como alternativas a la producción mercantil: “Y no sólo porque las relaciones mercantiles son antagónicas a los valores que nos mueven en la construcción militante, sino por un problema de efectividad concreta: el mercado hoy no es un medio de satisfacción de las necesidades de los vecinos de Solano”(Colectivo Situaciones, N° 4: 7) (el subrayado es nuestro). Lograr la autoadmnistración de los planes y la aprobación de los talleres como contraprestación implicó que la lucha debiera trasladarse al espacio público con el corte de ruta. En ese espacio se “ganan” los planes y se consiguió quebrar el control social de las auditorías municipales: “Nosotros no lo permitimos que vengan controlar nada, esto es absolutamente nuestro, es genuinamente nuestro, no tienen nada que controlar (enfatiza). Lo que nosotros hacemos desde lo que es nuestro, estamos de alguna manera cumpliendo con la figura legal que ellos exigen que es este un trabajo como contraprestación a los subisidios, y lo hacemos a nuestra manera”, explicaba Antonio. Las primeras experiencias -la panadería y marroquinería- fueron desarrolladas entre 1998 y 1999 aunque hay un reconocimiento en común en tomar como momento de puesta en acto el año 2001 cuando se desarrolla el primer Plenario del MTDS y se reafirman los acuerdos fundantes. Fueron numerosos los talleres que se impulsaron en el momento inicial, pero relativamente pocos los que lograron permanecer luego del giro que el nuevo gobierno le impondría a la política económica al eliminar la convertibilidad monetaria. De hecho, la viabilidad de estas producciónes alternativas depende, entre otras cosas de su capacidad de sobrevivir bajo la hegemonía del capitalismo. A continuación tomaremos como casos de estudio las experiencias que el movimiento desarrolla actualmente en el Barrio San Martín. En mismo está integrado por 89 miembros beneficiarios de los planes de los cuales 20 son ancianos. Entre los 69 adultos jovenes hay 33 mujeres y 36 varones y de ellos solo trabaja en los talleres productivos el 35 %. El resto trabaja en las áreas (salud, prensa, seguridad, etc.) y en talleres no productivos (albañilería), comedor, copa de leche o en la huerta comunitaria de Roca Negra que no está financiada por los planes por ello no la tomamos aquí.

Focalizaremos este trabajo en la viabilidad de las iniciativas y en su potencial emancipatorio (Santos, 2002) si bien las comprenderemos no en términos de éxito o fracaso sino como campos experimentales, precarios y no suturados. I. El taller de marroquinería “Yo venía de como organizar la base acá era mas importante que tener el poder en las manos (..) si hiciéramos talleres, que en el futuro iba a hacer algo de base, y eso era lo más imporante para la organización. Entonces como yo era artesano empecé a enseñar”, cuenta Cesar, a cargo del área de producción y capacitación e iniciador del taller de marroquinería, sobre su experiencia militante en Chile con organizaciones populares y comunidades indígenas. El taller de marroquinería funciona tres veces por semana en el horario de 15 a 18 horas. En el trabajan cinco miembros del MTDS, un varón y cuatro mujeres, vecina/os del barrio, beneficaria/os del Plan, a cambio de la contraprestación exigida por el gobierno. Una mesa de corte de chapa se exhibe en el centro del lugar; una máquina recta comprada usada se encuentra, ahora, en desuso; una máquina de lustrar yace sobre el piso; hormas de madera; trozos de neumáticos utilizados para las suelas de los calzados se apilan en las estanterías. Son las máquinas e insumos necesarios para fabricar calzados artesanales de distinto tipo según la estación del año (suecos, cheyenes, etc.); carteras; billeteras. Sin embargo, no hay a la vista tareas para realizar. Tan solo los cortes apilados de las capelladas de algunos cheyenes, un par de sandalias terminadas; el resto son tareas interrumpidas. A la hora de comenzar, el trabajo se ve obstaculizado porque faltan los materiales necesarios para realizar los moldes, o, no se encuentran ciertas herramientas (la tijera). Comienza la entrevista; las mujeres, sumidas en el silencio, delegan en el único varón presente la palabra. Cesar debe regresar a Roca Negra (lugar en el que el MTDS comparte la huerta comunitaria con otros MTD). Antes de partir y a modo de confesión nos dijo que “poner en funcionamiento un taller tarda aproximadamente 4 años y que como lo están haciendo ellos va a tardar por lo menos 6 años”. Que la gente del movimiento no entiende esos tiempos. Comenzamos a hablar del taller con Antonio, mientras las dos mujeres intentaban hacer, en vano, los moldes en un cartón que sustituya el faltante cartón piedra. A medida que le entrevsita transcurría era notoria la centralidad de la figura de Cesar como referente para el trabajoello, él cumple el rol, por ahora, insustituible, del maestro. En efecto, el saber del artesano sobre el proceso de producción del calzado ha sido, desde luego, el recurso simbólico fundamental para poder iniciar el taller, cuya legitimación fue alcanzada en la instancia de la asamblea. De hecho, el MTDS fijó como norma que los proyectos de los talleres deben ser aprobados por la asamblea y luego “todos tienen derecho a integrarlos”. Sus escasas herramientas manuales traídas de Chile -puestas a disposición del grupo- (cinceles, hormas de madera, raspadora), muestran la ausencia de tecnologización. Como todo proceso de producción, el taller en sus comienzos requirió de insumos que no se poseían y para ello debieron recurrir al dinero. Así se fijaron los primeros criterios de organización que regirían para todos los talleres: el aporte solidario de $10 por cada beneficiaria/o del plan que conformaría el “fondo común” sería destinado a la compra de materiales, previa instancia de aprobación de un presupuesto en la asamblea. De este modo se logró comprar la máquina de coser usada por un valor de $300.

La creación de los talleres implicó fijar acuerdos referenciados en normas internas, extensibles a todos los talleres, constantemente sometidos a crítica en las instancias asamblearias y por lo tanto, algunos continúan y otros han variado o han perimido. Uno de los criterios fundamentales es el aporte solidario de los miembros al “fondo común” que no sólo es utilizado para la instalación de los talleres, sino también para sostener la compra de remedios para la farmacia comunitaria, el comedor, los viáticos para las movilizaciones, los gastos de material para gestionar los Planes, etc.. No obstante, su no obligatoriedad (de hecho, hay miembros que no aportan todos los meses), se basa, según explica Antonio, en “criterios internos que te llevan a pensar que conveniencia o efecto tendría en forma individual o no y esos criterios se aprueban en la asamblea, en la discusión con los compañeros.” Regresando al funcionamiento del taller, una vez que la fase de superar la necesidad del capital inicial fue lograda, el problema que se presentaba era el sostenimiento del taller, esto es, la reposición de los insumos; el desgaste de los medios de producción, etc. Se acordó entonces que los productos fabricados –y esto es extensivo a todos los talleres- fuesen vendidos a un precio apenas superior al de su costo al movimiento. Ello concitó por cierto conflictos pues significaba reproducir la lógica capitalista en la adopción de las reglas de mercado trasladadas al movimiento. Y originaba otro de los dilemas: o adoptar dicha lógica o no poder asegurar la continuidad del taller. Reproduzco un fragmento de la entrevista que ilustra este dilema: - Comprando pegamento, cuero, hilo, etc. a nosotros esa sandalia nos salía al costo $6, nosotros ponele la vendíamos al movimiento a $7, a $6 y se vendía al movimiento, ¿por qué?, porque sino todo el tiempo teníamos que estar pidiendo a la caja chica entonces no podía abastacerse el taller. - ¿Y esos $2 se los quedaba el taller? - Para eventualidades que pudieran pasar, como excedente de eso y deciamos, eso permite levantar otro taller o seguir sosteniendo el taller y que a la vez que los compañeros que una sandalia que en el comercio pudiera salir $20 acá la consiguen a 10 pero lo que veíamos era que por mas cara que pudiera salir la sandalia, mas cara que comprarla afuera, estábamos apostando a un proyecto distinto, a una economía diferente. El tema del mercado es otro elemento a tener en cuenta dada la ideología del Movimiento que subyace en los proyectos productivos: no reproducir la lógica del capital. “Nosotros decimos que tenemos que armar una red por fuera de este sistema. Si entramos al mercado nos convertiríamos en capitalistas de vuelta. Aparte no podríamos ingresar porque el mercado; el capital nos va a hacer m… económicamente y la fuerza, si nosotros producimos 1000 zapatos por día ellos van hacer 3000, entonces no podemos competir con el mercado; hoy no podemos ni queremos competir.” (Horacio, junio 2002).En este sentido, el taller depende del mercado para proveerse de aquellos insumos, como el cuero, que es comprado en el distribuidor mayorista o en la curtiembre. Al respecto, Cesar nos decía: “Ahora tenemos que comprarle al capitalismo en determinado tiempo, pero nosotros estamos haciendo zapatos y nosotros a la vez necesitamos el cuero, nosotros les podemos dar zapatos y ellos (habla del MOCASE –Movimiento Campesino de Santiago del Estero-) nos dan cuero, entonces hacemos trueque”. Metas y tiempos se interpenetran. Los tiempos del movimiento se entrecruzan con los tiempos individuales. La finalidad de tales emprendimientos es pues, en primer lugar, poder garantizar el autosustento de la organización, sin plazos determinados, como nos explicaba Horacio: “Nuestro objetivo son estos proyectos a futuro, no nos ponemos a hacer plazos porque esto no es mecánico, se requiere una capacitación también desde lo ideológico y político de los compañeros para poder tener convicción del proyecto, eso se logra a traves de charlas, de reflexión, de un debate en donde se van tomando algunos acuerdos por eso no nos ponemos metas, en tanto tiempo de capacitacion, otro tiempo producción y al final de ese tiempo ya todo el mundo va a tener el calzado, no, esto se va a dar en la medida que los compañeros tomen como propio al proyecto.” (mayo 2003). Una vez logrado el autosustento, el proyecto –extensible a todos los talleres- es llegar a establecer las formas de intercambio con otras organizaciones. Dice Horacio: “En principio esta producción está destinada a la necesidad de los compañeros para autosustento de la organización, para los compañeros, con un precio de costo. La idea es que podemos ir pensando mas adelante en una producción mayor ya para el intercambio de estos productos por otras cosas que nosotros pudiéramos ir necesitando con otros movimientos”. La apuesta del MTDS es construir una economía alternativa en red con otras organizaciones como los MTD, el MOCASE, etc. de modo de que en caso de lograr un excedente se puedan intercambiar los productos logrando prescindir de la utilización del dinero. “Nada monetario, que no sea una cuestión de paso de moneda y poder apostar a una economía distinta.” (Cesar, 2003). La idea del trueque o intercambio de bienes que maneja el Movimiento descansa no sobre el “valor de cambio” sino sobre el “valor de uso”, priorizando la necesidad. Como lo explica Cesar en una entrevista: - Puede ser que nosotros les demos zapatos (refiere al MOCASE) y yo todavía no tenga el cuero, no importa mas adelante tendrá cuero y nos dará. - ¿Y como es el valor que se fija para el intercambio? - No son valores son las necesidades. (…) Nosotros no trabajamos con cuestiones de costo y de cuanto gastamos o no gastamos sino con las necesidades (…) En el intercambio es lo mismo, no importa el costo de ese zapato; significa que si necesitamos 200, 500 bloques y ellos necesitan 40 pares de zapatos, nosotros les damos los 40 y ellos nos dan los 200. Si Lanús después podría tener una necesidad x, viene Lanús y nos dice mira estoy con un grave problema dentro del movimiento y necesito pulloveres y nosotros estamos haciendo pulloveres entonces no es necesario que Lanús me de algo: toma los pulloveres, el intercambio es de acuerdo a al necesidad que podamos tener y no a cuanto me salió esto. En realidad, detrás de esta idea subyace el principio de la reciprocidad que liga a las organizaciones en obligaciones mutuas (Polanyi, 1967).. El taller de marroquinería, aún en la fase de capacitación, no ha llegado a concretar la idea del intercambio ni del autosustento; no ha desarrollado la capacidad operativa para lograr hacer un stock de productos y, por consiguiente, no ha habido excedentes ni procesos de acumulación. Además, el grupo iniciador (8 personas) se desintegró y se conformó un grupo nuevo menor. El excedente, que aun desconcen, no obstante ya ha sido definido por ellos como “dinero invisible” pues, según sus interpretaciones, ese excedente reproduce relaciones capitalistas: “Nosotros decimos que el excedente es plata invisible no la vemos. Si a nosotros nos llega el dinero acá y tenemos que ir a comprarle al capitalismo signiifca que no lo vemos, llega y se va, es invisible, ese excedente invisible que no lo vemos en vez de apostar al capitalismo vemos como podemos a apostar a hacer otra organización que el día de mañana nos pueda dar otra cosa y nosotros no invertir el excedente en el capitalismo y poder tener un cambio real” (Cesar, mayo 2003).Durante el trabajo de campo pude observar no solo la inexistencia de excedentes de producción sino las serias dificultades que se interponen para lograr la reposición de los insumos. “En principio la idea es producir calzado digamos, una función minima, depende todo eso de los recursos que nosotros vamos obteniendo para la producción. En este momento no se cuanto llegará a salir del material que

tenemos. ¿Tienen todo el material? (le pregunta Antonio a las dos mujeres) Un poquito de cuero, no creo que nos de para mas de 10 pares o menos tal vez.” (Antonio, Francisca y Noemi, mayo 2003). La falta de recursos económicos está incidiendo en forma decisiva en la sustentabilidad del taller acentuado por el impacto negativo de la política económica en el aumento de los precios y la devaluación de los subsidios. Con respecto a la organización del taller, decíamos anteriormente que el MTDS necesitó crear ciertas normas internas que incluye a la totalidad de talleres, algunas de las cuales sufrieron modificaciones en el transcurso del tiempo. Entre los “criterios” que se se modificaron, podemos citar, a modo de ejemplo, el de las faltas al taller (y a las marchas). Respecto de las primeras, antes de comenzar a trabajar en los talleres se pasa una planilla para verificar la asistencia, siendo permitidas hasta tres faltas justificadas (por enfermedad y también se contempla la licencia por maternidad para las mujeres). Otra norma refiere a las “sanciones” a aquel miembro que no cumple con su responsabilidad de trabajo. En ese caso la “sanción” –de la que ellos prefieren no hablar- es colectiva y se basa en la autoexclusión: “No hemos todavía llegado a sancionar a ningún compañero … se habla con el compañero y a partir de seguir con esa práctica el compañero se va quedando como aislado solo, se va aislando solo”, nos explicaba Antonio. El “sentido del colectivo” prima de tal modo que la irresponsabilidad o apatía individual atenta y constituye una amenza a la cohesión del movimiento. Explica Antonio: “Absolutamente todo lo que tenemos en el movimiento es de pertenencia de todos los compañeros. Nosotros todo lo que tenemos en el movimiento lo tenemos a través de la lucha que, hasta llegó a costar la vida de compañeros, por eso nosotros el valor (con énfasis) que le damos a estas cosas, no lo podemos dejar al libre albedrío digamos como para quien haga lo que quera ahí adentro entonces si es asi cada taller es parte de nuestra lucha entonces no vamos a permitir que nadie que quiera estar en el taller se aproveche de ese esfuerzo de esa lucha de ese compañero.” En realidad es la asamblea quien tiene el poder para llamar la atención a quienes falten al “pacto” ya sea por no trabajar, no cumplir con el plan de lucha o el aporte solidario. En ese caso el miembro puede ser retirado del grupo, pero no del Movimiento, en tanto siga siendo beneficiaria/o del plan y lo legitime en la acción colectiva sostenida en el corte de ruta. El siguiente extracto de una entrevista refiere a ello: - ¿Que sucede cuando hay un compañero que no trabaja? - Ahí todo el grupo esta de acuerdo porque vos no estás cumpliendo con esto entonces el grupo lo saca. - ¿Del movimiento? - No, del taller, del grupo. Nosotros decimos que nadie te puede sacar tu silla. De última se le da los papeles y puede ir a otra organización a cobrar el subsidio pero nosotros no le sacamos su subsidio. Pero del taller sí porque el taller es un proyecto del MTD. (Cesar, abril 2003) Por otro lado, existe un control externo al grupo por parte de los restantes integrantes del movimiento. Explica Antonio: “Yo puedo estar acá en el taller de marroquinería de San Martín, pero es mío también el taller que está en Claypole, el de huerta y si yo veo una situación de injusticia con un compañero, ponele que alguien se esté llevando la verdura, o no vaya a trabajar es mi deber llamarle la atención a ese taller aun no siendo de Claypole”.El control es ejercido en las diferentes instancias organizativas: la Mesa General, en las reniones periódicas de los talleres productivos, o en el plenario mismo.

Con respecto a la organización del trabajo, el taller posee una mínima organización laboral que intenta romper con la lógica del trabajo fabril y los rasgos negativos que, según ellos, caracteriza a las economías capitalistas.

 

II El Taller de herrería

El taller de herrería se creó al poco tiempo en un momento que podemos llamar de “explosión” de iniciativas productivas puestas en marcha por el MTDS. Este taller contó también con quien “poseía” el saber técnico. Conocido como el herrero del barrio, se acercó al Movimiento como un desocupado más y “ganó legítimamente” –como expresa uno de sus compañeros- el plan en un corte de ruta. El proyecto inicial de crear la herrería fue según Francisca (quien estuvo desde los comienzos y ahora integra el taller de marroquinería) “darle la posibilidad a los compañeros de que tengan medianamente asegurada la casa con rejas y esas cosas… y después tambien hacer un intercambio de trabajo, que a lo mejor hubiese yo que se por darte un ejemlo alguna fabrica recuperada que este fabricando yo que se… colchones, nosotros vamos y le ponemos las rejas y que nos den los colchones”. El grupo compuesto por quince personas de ambos sexos –mayoría de varones- recibía capacitación los días martes. Cuenta Francisca: “Teníamos herrería y herrería artística, era hacer maceteros, las rejas (nos explica). Bueno, después había días que directamente no hacíamos nada, estaba la gente que quería trabajar y otra que no quería hacer nada y bueno la gente se fue a otro grupo y fue asi como me pusieron aca en marroquinería” (Mayo, 2003). Uno de los elementos importantes es que la instalación del taller requería herramientas que son muy costosas. La única máquina que se llegó a comprar fue una soldadora que, ahora en desuso, pertenece al Movimiento. La no disponibilidad de las herramientas (fragua; máqina amoladora; dobladora, etc.) y la imposibilidad de construirlas por ella/os mismos (como veremos en la panadería) fue un factor decisivo al momento de interpretar el fin de la experiencia. Máquinas de alto costo que el herrero, si bien poseía, no las socializó. Cuenta Antonio: “El compañero herrero tenía esas herramientas pero llega un momento que plantea el chabón: -Pero si yo voy a poner a dispoisición mis herramientas pero de ahí yo no voy a sacar nada, no, yo no hago mas nada.”El grupo no logró ni siquiera alcanzar algún tipo de conocimiento básico: “No llegó a enseñarnos nada lo único que hicimos fue sacarle la tierrita esa, de la reja esa”, relata en forma irónica Francisca. A modo de anécdota, ella misma nos cuenta el momento de la visita del auditor llegando al lugar para controlar el cumplimiento de la contraprestación: “Cuando vinieron a preguntar a ver que era lo que haciamos como yo tenía la reja delante de mi casa lo llevé (risas) Y no teniamos hecho nada, nada de todo eso nada para mostrarles, y decía: -uy, que bueno (risas)”.Por otro lado, la misma idea originaria del taller se desvirtuó cuando fue puesta al descubierto la intención que animaba al herrero: realizar trabajo de herrería para afuera con la ayuda de los integrantes del grupo que él mismo estaba capacitando. La conclusión a la que arribamos respecto a los límites que presentó esta experiencia es que nuevamente, como en el estudio de caso anterior, la falta de recursos para acceder a la compra de herramientas y máquinas determinó el fin de esta iniciativa cuyo único logro fue haber realizado una parrilla para un miembro del Movimiento. En una autocrítica, Antonio reflexiona al respecto: “Ese otro error de impulsar talleres en gran escala, digamos varios talleres, tiene… fijate lo que paso ahí en herrería, quince compañeros queriendo ser herrero, queriendo trabajar en herreria, imaginando no se que cosa pero mucho menos viendo el proyecto, se nota que no entendió el proyecto, por eso el proyecto se cae.” La diferencia que tal vez marque de modo mas decisivo una antítesis respecto del taller de marroquinería se basa en la falta de compromiso con el proyecto político del Movimiento por parte del herrrero -a diferencia del artesano claramente definido como “miembro identificador” (Revilla Blanco, 1994)-. Por ello, en este caso, operó la “salida” en lugar de la “voz” (Hirshman, citado por Revilla Blanco, 1994) que caracteriza a los miembros “poco leales” a la organización.

 

III El taller de prendas

Ubicada en las cercanías de la marroquinería, el taller de prendaas funciona en la casa de una de las mujeres del Movimiento que fue su iniciadora. Levantado en un espacio pequeño que es compartido por el área de salud –integrado por 20 personas, en su gran mayoría mujeres del Movimiento que trabajan diariamente durante 4 horas organizando el trabajo de la importante farmacia comunitaria que construyeron (dar los remedios a los integrantes del Movimiento recetados por el médico), aplican inyecciones o hacen curaciones y reciben capacitación de algunos médicos. En el taller trabajan diariamente dos mujeres durante 4 horas. En un momento cercano solían ser 11 los integrantes del grupo (2 varones y 9 mujeres) y el taller funcionaba en dos turnos: mañana y tarde. Finalizando el año 2002 el grupo se desarma; sus integrantes se van del Movimiento por distintos motivos (cooptación clientielista, miedo, etc.) y dejan impaga la ropa fabricada por ellas mismas y comprada al taller a crédito, lo que ocasionó la actual etapa de crisis que atraviesa el taller. Relata Eva:“Se fueron del Movimiento porque hay punteros políticos que ven que te renevan tu plan y no hacés nada. Per eso es como dice el refrán: pan para hoy, hambre para mañana. Ellos te piden $10 o $20 y no tenés beneficio, porque acá los compañeros, tenés el aporte solidario, los remedios” (junio, 2003). En el se fabrican una variedad de productos: prendas para vestir, carteras de jean, almohadones, etc. para niños y adultos pero también se recicla ropa usada donada y se realizan arreglos de ropa, para los miembros del MTDS y para el barrio aunque en los últimos tiempos la venta cayó porque según Eva “las prendas uno evita comprar, todo el mundo anda con lo jutso” . Los precios de la ropa oscilan entre $0.50 y $3 y vendidos casi a su costo no dejan margen de ganancia alguno. En la época en que el taller alcanzó su mayor producción pudo generar pequeñas ganancias y realizar un stock de mercadería que aun no se consumió. Así se pudieron comprar usadas además de la primer máquina recta dos máquinas mas, una de las cuales está rota. Otra máquina es de una compañera. No obstante, ese margen minimo de ganacia fue utilizado para la reposición de los insumos (telas, hilos, etc.) comprados en los negocios de la zona. Para las compras se pide un presupuesto que es presentado en las reuniones de talleres productivos y así obtienen el dinero para comprar los insumos cuando no disponen de la caja chica del taller. El aprendizaje de un oficio es valorado por Eva de modo que a pesar de todo ella sigue trabajando. Cuando ella comenzó no sabía coser, ni cortar y en estos dos años logró aprender un oficio. Uno de los obstáculos más importantes registrados en el campo es la dificultad de lograr armar el grupo y el tiempo que ello lleva, límite que es extensible a los restantes talleres.

IV La Panadería La panadería funciona en el local del MTDS. Está ubicada al costado del salón de reuniones donde se llevan a cabo las asambleas y detrás del comedor en el que se sirve la copa de leche a setenta niños -del MTDS y “de la calle”-. El precio del pan es menor al de los comercios del barrio: $1.10. Cuando comenzamos el trabajo de campo -en agosto de 2002- era de $1 y en febrero había alcanzado el valor de $1.50. La factura es otro producto nuevo que se agregó a la producción y su valor es $1.50. Cuando arribamos al lugar, todos trabajaban a un ritmo apresurado: dos hombres amasaban mientras uno más joven (el aprendiz, como se autodenominó) miraba la tarea. Una mujer trataba de trabajar según lo que le permitía su bebe en brazos; otro varón cuidaba el pan que estaba en el horno. El ritmo veloz lo marcaba la hora de la salida del pan para alimentar a los chicos que esperaban en el comedor la merienda. La receta de cómo hacer el pan colgaba de una pared donde se fijaban los ingredientes y medidas justas. En otro cartel se lee: “la dignidad no se negocia”. Mientras estábamos allí se acercaron dos vecinas a comprar pan y factura. Me cuentan que la panadería funcionaba en otro lugar, en la casa de un compañero, y en abril de 2002 la trasladaron allí. En los inicios se producían entre 10 o 15 kilos y trabajaban 27 personas. Actualmente, trabajan 12 personas de ambos sexos (3 mujeres y 9 varones) durante 4 horas diarias repartidas en 4 turnos durante las 24 horas los siete días de la semana –el trabajo del fin de semana es voluntario-. Toda/os tienen planes. El turno tarde hace aproximadamente 10 kilos. El que mas produce es el turno mañana: 26 kilos. La producción diaria alcanza aproximadamente 40 kilogramos de pan y 6 de factura. Los sabrantes se venden mas baratos o la llevan ellos luego de anotarlo en un cuaderno para llevar un control de la materia prima. En los comienzos, un maestro panadero comenzó a socializar su saber a otros miembros que se integraron al taller y de a poco fueron adquiriendo las primeras máquinas compradas usadas con el dinero del fondo común: primero fue la cebadora, luego la amasadora, la batidora, después la armadora de pan en un proceso que abarcó entre cinco y seis años hasta lograr equipar la panadería. El horno pizzero lo fabricó uno de los integrantes que era chapista y maestro panadero. Algunas de las máquinas fueron fabricadas por ellos y asimismo su mantenimiento. Al principio, el proyecto del taller era abastecer al Movimiento. Luego se debatió en la asamblea acerca de vender al barrio a un “precio solidario”, menor que el de mercado. Este proceso es narrado por uno de los miembros del MTDS en una entrevista grupal: - En realidad el proyecto se hizo solo para el MTD y después vinieron del barrio y dijimos bueno si queremos una panaderia que sea a nivel social no esaría mal, ademas nos enorgullece a nosotros venderle al barrio de que estamos haciendo un trabajo social territorialmente. - ¿En que sentido hablás de trabajo social?- Y que vos vendés el pan a 1.10 y no estás produciendo capitalismo, estás en contra de eso y vos estás luchando para que una familia pueda tener un kilo de pan en la casa porque ahora el nivel de trabajo no hay mucho trabajo y es muy difícil para una familia tener un kilo de pan en la mesa (junio, 2003).En la panadería opera una división del trabajo no determinada por el sexo sino por la experiencia, aunque, como en el taller de marroquinería, la finalidad es que el conocimiento de cómo elaborar el pan o la factura pueda ser alcanzado por todo el grupo. Como nos explicaba Dalia: “Se divide si, uno

amasa, otro soga y otro estira y otro cocina” (mayo, 2003). Las tareas son rotativas de modo que según entiende el grupo se logró capacitar a 3 panaderos, “y ya otros habrá capacitados, y así se van capacitando de a poco para que si mañana, pasado, el gobierno nos quita los planes, digamos, bueno, vamos a poner los 3 turnos y tenemos gente para comenzar a trabajar con la panadería, para trabajar para afuera” (Sergio, mayo 2003).La panadería se rige por las mismas normas que comprenden a todos los talleres productivos: justificación de faltas; licencia por maternidad a las mujeres; hasta “sanciones” señaladas arriba. Uno de los tantos momentos difíciles que debió afrontar el taller fue la salida de los dos maestros panaderos que habían iniciado el taller. “Los chuparon los políticos”, relata Hugo haciendo referencia a la cooptación que ejercen los punteros, mientras Dalia apunta: “Te sacan la lucha, te dicen que no vayas a ningún lado, que no es necesario para tener el plan que hagas un piquete. Te dan una bolsa de mercadería y te quedas en tu casa”. Ello implicó que los integrantes del grupo ya capacitados asumieran la responsabiidad de continuar con el proyecto. Para este momento se decide agregar un nuevo producto a la oferta: las facturas. Es interesante observar el discurso de los derechos que sustenta esta incorporación a la mesa familiar: “Un derecho que tenemos todos, de poder desayunar con factura”, explicaba Antonio. En la historia del taller, dos momentos son señalados por el grupo: un episodio de robo de materia prima y algunas herramientas (la balanza) y el ingreso de $100 falsos a la caja. “Lo que teníamos para seguir produciendo se lo robaron. La balanza todavía no la pudimos reponer. Aparte una vez nos habían pasado $100 falsos y eso lo sintió también bastante la panadería”, señala Diego. Hubo también momentos en que la panadería debió detener la producción por falta de recursos monetarios para la compra de insumos. El momento que alcanzó su mayor dramatismo, por cuanto siginificó evaluar la continidad del emprendimiento, fue durante el año 2002 cuando a partir de la política económica del nuevo gobierno las nuevas medidas aplicadas impactaron negativamente en la producción por el fuerte aumento de los precios de las materias primas. Dicho momento fue superado pero cada vez se hace más difícil sostener la producción y la reposición de los insumos consumidos en el proceso productivo. El escaso margen de ganancia (0.20 centavos por kilo de pan) sólo alcanza para reponer los artículos de limpieza -imprescindibles en todo lugar de fabricación de alimentos según normas sanitarias que el taller aplica rigurosamente- y los insumos. La panadería no recibe donaciones ni subsidios por parte del gobierno. El costo de la harina es de $35 la bolsa. La misma es comprada en un comercio mayorista que solo admite pagos en efectivo y que, por otro lado, es uno de los productos alimenticios que registró una fuerte variación en su precio. No obstante los límites descriptos, la panadería es caracterizada en forma consensuada por los miembros del MTDS como uno de los talleres productivos que “mejor funciona” pues como dicen: “se está trabajando bien, la materia prima está saliendo bien, vamos aprendiendo más” (Diego, junio 2003). En efecto, es el taller del que se proveen todas ls familias del Movimiento de este barrio no sólo por su bajo precio sino porque según expresa una mujer del área de salud, “es para el bien de mañana, llegar a subsistir cuando terminen estos subsidios” (junio, 2003). Otros son también los indicios que muestran, según nuestra observación, el buen funcionamiento del taller: en primer lugar, las características mismas del producto que se fabrica –el pan- considerado de primera necesidad en el consumo familiar; luego, a pesar de haber disminuido la mano de obra aumentó la producción; la superación de la etapa de capacitación puesto que la salida de los maestros panaderos no obturó la continuidad del taller; la superación de los momentos críticos señalados arriba; y la credibilidad en el proyecto político del MTDS por parte del grupo.

 

A popósito un extracto de una entrevista grupal del turno tarde precisa esta interpretación:

- ¿Por que cayó el numero de integrantes? - Por los punteros políticos. Por ejemplo de acá hasta la Avenida San Martin hay 3 o 4 y la gente se va con ellos.

- Te comen la cabeza (expresa uno de los trabajadores) - Que les dan mercaderia, te prometen esto, no salgas a la calle… - ¿Y Uds. por qué no adhieren a eso? - Nosotros a lo mejor tenemos mas… algunos de los que se fueron no conocían bien que era el MTD, de qe se trataba, debe ser por eso, el hecho de que los punteros jugaron a eso, los que no sabían. - ¿Y Uds. están convencidos del proyecto del MTD? - Yo sí. - Yo también. En efecto, cuando les preguntamos al grupo acerca de qué era lo que pensaban sobre la economía solidaria y si el taller cumplía con los principios que rigen este tipo de economía, su aprobación estuvo determinada por una apuesta al taller pero también al proyecto básico de los talleres: lograr el autosustento.

 

Veamos un fragmento de la entrevista grupal:

- ¿Qué es para uds. la economía solidaria? - Y… vos aportás para que funcione algo. Soy solidario con los compañeros porque veo que está funcionando el taller. Aparte la idea es que si mañana nos sacan el plan, para que nuestra familia tenga un kilo de pan, zapato o ropa, un plato de comida, una taza de leche para los chicos, esa es la idea del MTD. - ¿Y si hoy desaparecieran los planes podrían sostenerse? - Y como funciona hoy la panadería sí. El principio de solidaridad es fundamental para interpretar la evaluación que los miembros del MTDS realizan de los talleres y que en esta taller apreció de modo más explícito. Este sentido expone la meta básica del MTDS: “Lo que interesa es que tengamos resuelto colectivamente las necesidades básicas para vivir; ya sea el tema de la alimentación, de la salud o la educación. Poder pensar la economía en función de eso, y no en función de la guita o de con cuánto excedente se va a quedar cada compañero. Y creo que la capacitación es la que fundamenta o sustenta esta idea nueva de poner el tema de la guita en segundo plano porque es mucho más importante el proyecto que se quiere construir” (MTDS-Colectivo Situaciones, 2002: 84). En efecto, el proyecto de los talleres está sostenido en la capacitación. Como uno de sus miembros explica: “Lo paralelo a los talleres productivos es la formación, para ir pensando qué sería lo alternativo que estamos formulando: que no existe un patrón, que todos somos dueños de lo mismo, por qué es comunitario y colectivo, y qué significa que sea colectivo, o que no haya un mando acá sino que todos estemos integrados (…) Entonces, als dos cosas son importantes y van paralelas porque es unproyecto integral y tiene que ver con el conocimiento de todos” (MTDS-Colectivo Situaciones, 2002: 81). El pasaje de haber sido trabajador asalariado a patrón requiere un proceso de aprendizaje dificil de lograr en poco tiempo y se erige como otro de los límites a este tipo de experiencias. Tomando pues el sentido “integal” del proyecto construido por el Movimiento, abordaremos las potencialidades emancipatorias que el mismo comporta en tanto edificado sobre el pilar básico que es enunciado bajo el principio de “cambio social”. Antes desarrollaremos los limites de las experiencias analizadas.

 

2.3. Los límites

Este apartado tiene la intención de identificar los límites (externos e internos, estructurales y subjetivos) con los que chocan las experiencias productivas desarrolladas por el MTDS cuando, como expresa Sheldon (1988 citado por Quijano, 2002: 488) las organizaciones no llegan a visualizar que las “fortalezas” pro las que son elogiadas se convierten en fuentes de debilidad (la horizontalidad que puede traducirse en “ineficiencia”; la autonomía que puede significar “sin poder” o “desrelacionado”, “pequeña escala” que puede significar “insignificante”; “bajo costo” que puede traducirse en “baja calidad”, por ejemplo).

  1. La macroeconomía ha producido un impacto regresivo en el desenvolvimiento de los talleres. La devaluación monetaria que implementó el ministro de economía del gobierno del ex presidente Duhalde implicó, entre otros, el aumento de los precios de los insumos y la devaluación de los subsidios y ello atentó contra la continuidad y estabilidad del proyecto. En la entrevista en marroquineria uno de sus integrantes señala lo siguiente: - Hubo un problema con el precio del cuero con la devaluación que se fue el precio del cuero muy caro todo y no podíamos nosotros desde los recursos que nos quedaron porque no podíamos reponer los materiales y eso se iba achicando cada dia mas porque cuando vendías el calzado y comprabas la materia prima querías reponer de 10 pares solamente podías reponer 5 pares. - ¿Y cómo lo solucionaron? - Todavía no lo solucionamos, estamos en eso, seguimos capacitándonos (Antonio, mayo 2003).
  2. Otro de los límites está dado por la escasa dotación de capital y el margen de ganancias que hace difícil pensar en cómo sostener los talleres más allá de lograr la reposición de los insumos cuando además, en casi todos –excepto la panadería- la producción ha caído notablemente. 3. En marroquinería, la imposibilidad del grupo de lograr superar la etapa de la capacitación se relaciona con el factor macroecómico, pero no solo con ello. La complejización del trabajo que requiere ciertos “saberes específicos” creemos, también está incidiendo. La intención de reducir la alienación del trabajo colocada en la rotación de las tareas para que cada trabajador/a pueda alcanzar el conocimiento total del proceso de fabricación (desde el diseño del producto, la realización de los moldes, el corte del cuero, coser, tareas de gestión), está frenando de algún modo el proceso productivo. Veamos las entrevistas:- No se hace siempre lo mismo porque siempre el conocimiento de cómo se arma un zapato lo tenés que tener completo, es decir, saber desde como se corta hasta como se termina un zapato. Nosotros lo que no hacemos es lo que hace la fábrica seriado, sino que todo el grupo va trabajando en conjunto y todos se van dividiendo las tareas para poder llegar a una terminación, pero las tareas son rotativas porque el compañero tiene que saber armar el zapato, tiene que aprender desde sacar un costo, hacer un balance hasta la terminación de un zapato. - ¿Y cuánto tiempo insumió que la gente aprendiera a hacer un zapato por ejemplo? - Y… hasta ahora todavía no hay ninguno que haya aprendido bien, lleva mucho tiempo.

 

- Cuando se necesita algún material se delega a alguien del grupo y se va a comprar con alguien que sepa, que conoce el material. - Ahora, ¿no termina recayendo en el que sabe? - Hasta que nosotros no sepamos tenemos que tener siempre alguien que conozca el ambiente de la compra del cuero y todo eso. - ¿Y quién es el que maneja eso? - El compañero artesano y si no Cesar. - Nosotros no podemos estar mucho tiempo para comprar, en el momento que vamos a comprar tenemos que venir con materiales entonces si en ese momento no hay material con que reemplazarlo tenemos que saber, así que es todo un tema ese.Como vemos, la imposibilidad de superar la etapa de la capacitación en ese taller fue otro factor que obstaculizó la continuidad del proceso productivo.

 

  1. Horizontalidad.

La horizontalidad es uno de los principios organizativos del MTDS que se extiende a los talleres. En los inicios estos eran organizados por un/a coordinador/a. Luego, la experiencia misma del taller, remitió a la revisión de este criterio y a la destitución de esta “figura de poder”. La entevista con Horacio marcó precisamente esta tensión: “En eso hay también toda una cuestión que tiene que ver con cómo nos han construido a través del sistema y que la figura del coordinador hace entender que es el que va a mandar o ordenar el taller, este compañero al no estar en su conciencia de no caer en la lógica del capitalismo, del mundo de trabajo tradicional, de la fábrica y que esto es otra cosa. En los talleres hay compañeros que aparecen como líderes por su dinámica, su forna de encarar el proyecto o facilitar la tarea del compañeros sempre aparece un líder pero hemos desterrado el nombre de coordinador a tal persona porque al no estar preparado termina ejerciendo un cierto poder a partir de ser designado como coordinador entonces eso genera muchos problemas y ya no existe eso”. No obstante, caemos en una obviedad al decir que el “poseedor” del saber está ejerciendo un poder sobre el que no lo tiene pues se constituye una relación asimétrica y en toda relación de este tipo hay desigualdad. Recuerda Antonio en los comienzos de este taller en particular la aparición de este problema: “Yo recuerdo en los comienzos del movimiento habíamos comenzado con este taller y el compañero que nos capacitaba, Cesar, nosotros le habíamos depositado todo ese poder a él, entonces no desarrollábamos nuestra creatividad… porque son esos los espacios de los talleres, son espacios de creación, de construcción. Si el capacitador dice que sea negro va a tener que ser asi, por ahí a mi se me ocurre que sea rojo y eso tiene un sentido para mí”. Con el tiempo, los actores pudieron discernir el dilema entre horizontalidad/saberes y evitaron de este modo que uno de los puntos fuertes del Movimiento llegue a constituirse en una fuente de debilidad dado que, a menudo, el ejercicio de la horizontalidad implica dejar de lado los saberes técnico y, por ende, ello atenta contra la calidad del producto. Reproducimos un fragmento de una de las entrevistas grupales: - Pero, por ejemplo, ¿el que tiene el saber no está ejerciendo un poder sobre el que no lo tiene? - Se le deposita poder. Una cosa es que maneje un poder a partir de su saber y otra cosa es que se le otorgue poder. Generalmente a aquel que sabe se le otorga poder. Acá el compañero que tiene el saber pone a disposición de los compañeros ese saber y no lo utiliza para tener poder. Esa es otra de las cosas que se están desterrando del movimiento, aquel que sabe es uno mas que cualquier otro (el subrayado es nuestro).

 

5.Proyecto político.

Existe una estrecha relación entre los miembros comprometidos con el proyecto del movimiento (“miembros identificadores”, en términos de Pizzorno, 1985) y el buen funcionamiento de los talleres. Y aquí surge una pregunta crucial que tiene que ver con la ausencia de la motivación de la ganancia. En torno a ello coincidimos en que el tipo de trabajo que caracteriza a los talleres no es trabajo voluntario o solidario sino “trabajo subsidiado” (que apenas alcanza a los $150). Entonces: ¿qué motivaciones tienen los miembros del MTDS para trabajar en el taller mas allá de la contraprestación exigida que, por otro lado, nadie controla? La apropiación del proyecto, el valor de lo colectivo sobre lo individual (el “free-rider” explicitado por Olson) constituye, pues, la divisoria de aguas y la explicación de los altibajos que caracterizaron a los talleres. Cesar cuenta las tensiones y conflictos que se suscitan cuando un miembro del grupo pretende retirar el producto que el mismo fabricó sin pago alguno:- Yo te digo esto es de todos que es para todos no, yo me llevo un par de sandalias, laburé toda la semana hice 50 pares de sandalias, ¿por qué no me puedo llevar una? No te podes llevar una, esto es de todos los compañeros, señala Cesar. - O sea, ¿el mismo trabajador del taller las tiene que comprar también? - Claro, yo estoy cumpliendo una función más dentro del MTD porque todos apostaron al proyecto, sino te llevás una vos, me llevo una yo, nos llevamos todos porque es para todos, entonces al compañero esa idea le cuesta asumirla entonces viene y se lleva un pedazo de cuero, un poco de pegamento, tiene plata en la mano y no la dio. Por otro lado, la deserción de algunos miembros “poco leales”, que por distintas causas abandonan el Movimiento incide en la desestructuración de los grupos y el proceso de adaptación que requiere el nuevo grupo. Es el ejemplo del taller de prendas que redujo el némero de miembros de 11 a 2 personas y eso implicó una caída de la producción.

  1. Tiempo.

La cuestión del tiempo es fundamental en dos sentidos: el tiempo interno del grupo que necesita para adaptarse al nuevo régimen de trabajo, el proceso de aprendizaje que implica cambiar su posición de trabajador asalariado, que el contro sea autocontrol o por parte de un par, y el tiempo a largo plazo que implica la concreción del ideal de los talleres: llegar a establecer una economía solidaria y altermativa al capitalismo. 4. Emancipación y movimiento Antes de evaluar las potencialidades emancipatorias del proyecto del MTDS, explicitaremos la noción de emancipación social que introducimos en este estudio. Por cierto, el término emancipación ha estado históricamente asociado con la implantación de la sociedad socialista. Distante de esta concepción de la historia, el concepto de emancipación adoptado se basa en la definición que introduce Navarro (2002) y refiere a “las chances de las clases subalternas y de los grupos sociales más pobres, a partir de diferentes identidades, de construir, de forma autónoma, sus formas de asociación y representación de intereses y de ingresar en el campo de las disputas políticas y allí ejercer su derecho legítimo de defender reivindicaciones propias y buscar materializar sus demandas sin correr el riesgo o a riesgo de de ser eliminados o enfrentarse a constreñimientos políticamente ilegítimos materializados por grupos sociales adversarios” (págs. 196/7) (mi traducción). La retórica que introduce el MTDS alude a un proyecto de transformación social a largo plazo que incluye un desafío a las formas capitalistas de producción mediante la implementación de un modo de producción alternativo basado en la solidaridad y la necesidad. No obstante, cabe preguntarse: ¿dónde reside la emancipación para el MTDS? ¿Sólo en el proceso productivo intentando reducir la alienación del trabajo o socializando los medios de producción? ¿Qué lugar ocupan por ejemplo las relaciones de género en el Movimiento?xiii Por cierto, como expresan Santos y Rodríguez (2002) la materialización de este potencial emancipatorio requiere de “la integración que se logre entre los procesos de transformación económica y los procesos culturales, sociales y políticos” (pág. 64). Siguiendo esta línea argumental, abordaremos los alcances del Movimiento y los límites que obstaculizan este proceso emancipatorio, en los órdenes económico, social, político y cultural. En el orden económico, las experiencias productivas desarrolladas muestran una construcción precaria con relación al desarrollo de formas de producción alternativas al capitalismo. Como vimos aun no se ha llegado al autosustento, a la producción de excedentes, al intercambio con otras organizaciones y menos aún a prescindir del mercado. La viabilidad de los talleres está cuestionada por factores estructurales y subjetivos. Cuestiones que, además, siguen provocando debates al interior del Movimiento que aun permanecen irresueltos. Como expresa uno de sus miembros al respecto: “Uno debate grande es si la mercadería la vendemos al mercado o si está para solventar las necesidades de los compañeros. Esos debates están dentro del Movimiento, no es un debate acabado.

Lo que sí tenemos bien claro es que queremos abolir la explotación; pero la explotación no se anula a partir de una idea sino de un proceso” (MTDS-Colectivo Situaciones, 2002: 69). No obstante, a través de estas experiencias, aun frágiles por cierto, los sujetos están experimentando nuevos modos de organizar el trabajo - basados en valores de igualdad intentando no reproducir las relaciones verticales y autoritarias propias de la empresa capitalista - y orientarse bajo un paradigma agroecológico sustentado en la producción orgánica, como es notable en la experiencia compartida de la huerta en Roca Negra. Al organizarse por valores opuestos al capitalismo –reciprociad, necesidad- y basados en un intento de anular la separación entre capital y trabajo y la subordinación de este a aquel, estimular relaciones horizontales y democráticas, socializar los medios de producción, comienzan a perfilar un tipo diferente de organización económica. Por cierto, cabe destacar su negación a constituirse en la forma de cooperativa pues cuestionan que las mismas pueden operar en una sociedad de mercado, sin embargo, ello no obstaculiza que utilicen su lógica participativa. Uno de los avances en la dirección hacia practicar “lo alternativo” dentro de los talleres se empezó a dar respecto de la construcción de una idea de trabajo opuesta a la noción capitalista y que, por otro lado, sustenta el argumento de la falsedad que crea la identidad de “trabajador desocupado”. En sus palabras: “Todas las actividades productivas que no se rijan por el criterio del trabajo como capacidad que se vende en el mercado no son consideradas trabajo (…) Hace falta crear una nueva concepción del trabajo y superar la dependencia del patrón. Es muy difícil romper la necesidad de ser dirigido para producir” (MTDS-Colectivo Situaciones, 2000). El pasaje de ser asalariado a integrar un lugar de trabajo en el que no hay un patrón requiere un proceso de aprendizaje y de cambio importante. En el orden social, si partimos del diagnóstico de una comunidad fragmentada, con altos niveles de desocupación, subocupación, necesidades básicas insatisfechas, etc. uno de los logros que el Movimiento alcanzó y profundizó con el desarrollo de los talleres es la reconstitucion del lazo social. La superación del aislamiento, la profundización de las redes sociales comunitarias, el incremento de la participación de los vecinos en la defensa de sus derechos, la ampliación de redes sociales hacia fuera con organizaciones como MOCASE, o Madres de Plaza de Mayo y la movilización de recursos materiales y simbólicos ligado a ello, así como las nuevas formas comuntarias que surgieron (farmacia comunitaria, compras comunitarias, comedor) son indicadores de este proceso que se da a partir del Movimiento. En este sentido, el barrio es un espacio de subjetivación y de articulación en la formación de las redes del Movimiento en la fase de latencia y en el rol del “vecino” como categoría de poder. El espacio generado por los talleres refuerza las “redes sumergidas en la vida cotidiana” (Melucci, 1994) condición sine qua non de la existencia del Movimiento. Los sujetos han encontrado en el mismo un espacio de contención y de visibilidad y un modo de dotar de sentido a una identidad colectiva. Son ilustrativos de este proceso fragmentos de entrevistas en los que se rescata el sentido comunitario:

- ¿Qué cosas encontraste acá? - Una unión, una forma de ver el compañerismo. Le digo que cuando nosotros armamos el primer grupo, nos uníamos, si había que comprar yerba, si había que comprar azúcar se ponía entre todos, si había que comprar herramientas para el trabajo se puso un peso cada uno entre todos y compramos las herramientas para trabajar. (Horacio, 2002). Por otro lado, con relación a los talleres en sí, ha variado de modo afirmativo la relación que el MTDS estableció con los vecinos que no pertenecen al Movimiento, por ejemplo con la venta de pan y factura a “precio solidario” menor costo. Además, en los talleres los sujetos pudieron socializar el conocimiento y aprender un oficio. No obstante, este proceso no está exento de dificultades que se vinculan con priorizar lo colectivo. Los conflictos que se suscitan al interior del Movimiento surgen en los talleres, a partir de priorizar por ejemplo la comercialización de los productos; o la negación a pagar por el producto que ha sido fabricado por el sujeto. Si bien, como expresa Quijano (2002) no basta la solidaridad para tener la viabilidad y vitalidad necesarias para tornar un modo alternativo de producción tan poderso, flexible y de comprobada capacidad de adaptación como el capitalismo, la ausencia de solidaridad debilita el esfuerzo de mantener la vitalidad de un ejercicio alternativo (pág. 489). En el orden político, la democratización de las relaciones sociales se proyecta en el campo económico –a partir de mitigar las relaciones de autoridad entre patrón/obrero en los talleres por relaciones más horizontales- y en la forma organizativa adoptada por el movimiento regido por los principios de horizontalidad y democracia interna. La asamblea se convierte en el órgano consultivo y resolutivo: “son nuestro máximo dirigente”, expresan. Es el lugar en donde se discuten las propuestas, se toman las decisiones referidas a los talleres, al plan de lucha, la elección de delegados, se reafirman o modifican los criterios, etc. Por cierto, el día fijo que funciona la asamblea de cada barrio semanalmente o la Mesa general quedan suspendidas las actividades de los talleres para concurrir a la asamblea. No obstante, a menudo surgen problemas o posiciones que cuestionan dichos criterios: “No podemos decir que las asambleas sí son verdaderamente democráticas. Muchas veces hay debates que se extienden y llevan horas y se traban. Hay veces que tenemos que saldar la cosa con la votación, pero en general se busca el consenso” (MTD-Situaciones, 2001).Son notorias las tensiones originadas a partir del principio de la horizonatlidad. El relato de uno de sus miembros refiere a ello: “Desde la forma organizativa de la organización, la horizontalidad, ahí comienza a plantearse cosas que todavía no han sido saldadas. Entramos en contradicicones con el tema de la horizonatlidad. Muchos compañeros por su experiencia militante, y mas aun si ha tenido algun cargo es muy dificil que no lo repita” (Antonio, mayo 2003). El proyecto de desarrollar los talleres productivos también implicó respetar este principio. Como explica Neka Jara: “En los talleres productivos discutimos qué tipo de relación queremos tener (…) Al comienzo teníamos encargados, alguien que en cada lugar ordenaba las cosas, pero más adelante decidimos que no queríamos dirigentes, ni en la organización ni dentro de cada taller. La manera de sacar el trabajo adelante es partir de acuerdos: antes de hacer nada resolvemos juntos qué queremos producir, para qué destino, cómo vamos a hacerlo. Después revisamos en conjunto, en talleres semanales si esos objetivos se van cumpliendo.” (Página/12 web, 2002). Si bien la cultura política adoptada por el MTDS se basa en la democratización de las relaciones sociales, por cierto debemos superar la instancia del mecanismo que anima la toma de decisiones e interrogarnos acerca de la igualdad respecto a la legitimidad de voz. Ello nos conduce a interpretar las prácticas emancipadoras del Movimiento en el último orden, el cultural.

En efecto, existe una conexión entre las luchas por la producción alternativa y contra la desigualdad basada en el género tal como lo demostró el movimiento ecofeminista (Santos y Rodriguez, 2002). Respecto del Movimiento, si bien sus integrantes interpretan que alcanzar la autonomía “no es solamente lograr la independencia del Estado o de las superestructuras; la autonomía se consigue en lo personal, grupal, político, social.” (MTDS-Colectivo Situaiones, 2002: 196) nos interrogamos: ¿qué “espacio de maniobra” tiene la mujer al interior del Movimiento en cuanto a alcanzar una conciencia crítica? Partimos de una consideración preliminar: el MTDS nace siendo un movimiento integrado por una mayoría de mujeres. Al respecto, las conclusiones del Informe del Plan Jefas y Jefes de Hogar Universal elaborado por el SIEMPRO destaca que el 64% de los 1.900.000 benefiarios del Plan son mujeres desocupadas en un alto porcentaje con experiencia aboral en el servicio doméstico, que viven en hogares indigentes, están al frente de sus casas o son cónyugues de esposos desempleados.xivCabe destacar que las mujeres del MTDS obtienen los planes a partir de participar en los cortes de ruta organizados por el Movimiento.xv Así, no sólo rechazaron la subordinación clientelista y servil al puntero político del barrio, se enfrentaron a la autoridad eclesiástica de la diócesis y al Estado e intentaron construir una organización autónoma. De modo que si coincidimos en la relación establecida entre el logro de esa conciencia de género y el tipo de organización en la que participa la mujer (cuando las organizaciones son creadas por los hombres u otras institucionales del tipo de las iglesias, la mujer tiene menos probabilidad de alcanzar esa conciencia que en las organizaciones horizontales), la propia construcción organizativa del MTDS debería favorecer el desarrollo de relaciones igualitarias entre hombres y mujeres. Dice Neka, la referente femenina del MTDS: “Hoy la cosa es más pareja, pero la mujer sigue ocupando espacios clave. Eso sí, rara vez los principales, ya que los referentes de cada agrupación son casi todos hombres. Ellos tienen más idea sobre la construcción política, ya que muchos hicieron “carrera” en los sindicatos, en las épocas lejanas en que tenían trabajo. Pero en las bases y en la segunda línea se nota más el dominio de las mujeres, llegadas al piquete para defender el estómago de sus hijos.” (Clarin web, 26/9/02). De acuerdo con uno de los exponentes de la escuela europea de los movimientos sociales Pizzorno (1985, citado por Martinez, 1989), los mismos pasan por diversos momentos (“estado naciente”, liberación y la autodeterminación, historización e igualdad.) En el MTDS la experimentacion de “ser iguales” se potencia en el espacio público, en el espacio-tiempo del piquete, tal como Arendt observara en su estudio de la polis griega: “La polis se diferencia de la familia en que aquella sólo conocía “iguales”, mientras la segunda era el centro de la más estricta desigualdad” (Arendt, 1998: 44). No es casual que las mujeres (y los varones) experimenten en el piquete la libertad y la igualdad. El mismo está sumamente organizado bajo una clara división sexual de las tareasxvi; en el las mujeres tiene a su cargo la parte vital de la resistencia. María habla del sentido del piquete: “Casi siempre la que lleva adelante o la iniciativa es la mujer o la mayoria de las veces esta la mujer en el piquete. Porque se siente con fuerza de estar en el piquete” (febrero 2003). Pero, ¿qué sucede con la igualdad al interior del MTDS? Precisamente uno de los interrogantes que se plantea este trabajo se basa en observar en las prácticas lo que el MTDS pregona desde el discurso. Y es aquí el lugar en donde aparecen momentos de fuga, por llamarlos de alguna manera. Tomaremos por un lado, la dinámica de los talleres productivos y, por el otro, la dimensión organizativa del MTDS. Las mujeres que integran los grupos productivos son beneficiarias de los Planes y, por consiguiente, realizan el trabajo extradoméstico como contraprestación. En la panadería son minoría trabajan junto a sus compañeros todos los días durante 4 horas pero al menos una de ellas refiere a su trabajo como “ayuda” y coloca el saber en el maestro panadero.

- ¿Y acá trabajás en la panadería? - Sí, a la tarde. - ¿Y que hacés? - Y… los ayudo a los compañeros que son panaderos.La división sexual del trabajo al interior del MTDS está bien delimitada en los talleres a cargo de ellos (panadería y construcción) y de ellas: el taller de marroquinería y el de costura y el area de salud –ambos montados en la casa de una de las mujeres del MTDS- están a cargo de mujeres que enseñan a otras mujeres a ser costureras o enfermeras vocacionales depositando, de este modo, en la mujer el cuidado de la salud de la familia según la “ética del cuidado” (Gilligan, 1982). Las mujeres no solo realizan el trabajo invisible de los talleres: el trabajo comunitario (ropero, salud) al igual que el trabajo doméstico recaen en mayor medida en ellas y, sin equivalente en el mercado de trabajo, permanecen ocultos. Por cierto, el informe del SIEMPRO destacó que el 70% de las mujeres benefiaciarias del Plan realiza alguna contraprestación laboral, especialmente en el ámbito comunitario. De igual modo que el hecho que sean las mujeres la mayoría entre los benefiarios de los Planes comporta una explicacion ligada a patrones culturales que redunda en que sobre ellas pesen menos los prejuicios para demandar asistencia social sobre todo cuando se politiza el rol de madre, varones y mujeres no asumen en forma simétrica la carga de trabajo doméstico –mas arduo entre mujeres que viven en condiciones de precariedad con un numero elevado de hija/os-, en virtud del proceso de construcción social de género que les atribuye a ellas la responsabilidad. No obstante, desde el relato de las mujeres es común escuchar hablar de paridad. En una entrevista, María respondía de este modo a mis dudas: - ¿Y le dan lugar a la mujer en las asambleas? Como es el trato? - Para mi es igual, vale tanto la opinión de la mujer como el hombre. - ¿Y entre las mujeres hicieron algo juntas? - No, porque no nos sentimos mas que los hombres o el hombre mas que la mujer. - ¿Y el hombre realiza tareas en la casa? - Si, algunos compañeros o compañeras que la pareja no participa cuesta un poco. Por otro lado, en el orden discursivo los principios del MTDS son, como dijimos, la horizontalidad, democracia directa, autonomía y cambio social. Sin embargo, al profundizar en el estudio de la dinámica del movimiento hallamos que los varones –que, además son “los” referentes del Movimiento- tienen experiencias de militancia política y sindical de antigua data. En cambio, las mujeres sin este tipo de experiencias trabajan activamente en las bases sosteniendo los talleres productivos, el centro de salud, etc. Si bien, en las asambleas hay una activa participación femenina ellas no intentan disputar, por ahora, los liderazgos masculinos. Los oradores en los ámbitos ajenos al movimiento son generalmente los varones. Ellos hablan en nombre de toda/os, detentan el poder de la palabra. Las mujeres entrevistadas hablan de igualdad pues dicen “todos tenemos voz y voto”. Sin embargo, uno de los relatos exhibe la tensión latente: “Nosotras tenemos que cumplir todo, estamos 4 horas acá y después capaz que tenemos reunión y llegás a tu casa y tenés que ocuparte de tus hijos. El hombre no hace nada, milita todo el dia”, (Mónica, area salud, junio 2002). La democratización que estimula el movimiento no llevó sin embargo, aún, a una democratización de la vida cotidiana, si entendemos que la democratización no se sustenta solo en el ejercicio de la horizontalidad en la toma de decisiones, sino en preguntarse si toda/os tienen legitimidad de voz (Schmukler y Di Marco, 1997). Además, el propio discurso asambleario estaría contradiciéndose si operara en forma contradictoria con sus características intrínsecas (dicho con otras palabras, sería políticamente incorrecto).

Hoy, las mujeres del MTDS jerarquizan las luchas del Movimiento por sobre la lucha por eliminar la desigualdad entre los sexos que la mayoría niega. Hablar de emancipación implica si no eliminar, al menos reducir la explotación, la desigualdad y la opresión -proceso complejo que ni siquiera las revoluciones lograron instaurar. Como demuestra Moulyneaux (1985, citada por Navarro, 2002) respecto de la revolución sandinista: “Si bien la revolución no exigió la disolución de la identidad de las mujeres exigió sí una subordinación de sus intereses específicos a los objetivos mayores (…) de establecer un nuevo orden” (pág. 228).

Un movimiento que proyecta un verdadero cambio social y una crítica al capitalismo como modo de producción y de vida, debe por ejemplo integrar el debate y luchar por el reconocimiento del trabajo doméstico cuestionando el concepto de actividad económica y la metodología que excluye el mismo del PBI razón por la cual lucha el movimiento feminista desde hace tiempo. Sin embargo, rescatamos positivamente que las mujeres del MTDS al salir de sus casas para participar de la esfera pública, contribuyen al desarrollo de procesos emancipadores. Como se ha dicho, derribar el muro que divide el espacio doméstico del público, salir del aislamiento implica un “camino sin retorno”. La cultura política del Movimiento, la misma forma de participación asamblearia constituye una fuente de politización. El espacio doméstico ya se transformó en un espacio politizado. Las vidas de estas mujeres ya no son las mismas. Están asistiendo, sin tomar conciencia de ello, a una profunda transformación cultural. Conclusiones En este artículo nos hemos centrado en el estudio de las prácticas productivas desarrolladas por el MTDS como resignificación de los planes de empleo otorgados por el Estado, tratando de comprender tales iniciativas –enunciadas por los sujetos como alternativas al capitalismo- como parte de un proyecto integral de organización comunitaria en tanto involucra aspectos políticos, sociales y culturales. A partir de interrogarnos si era posible hablar ya de una economía alternativa o solidaria o si tales iniciativas consistían meras respuestas a la desocupación o para cumplir con la contraprestación exigida, el estudio se basó en el estudio de su viabilidad y las potencialidades emancipatorias. Al comprender estas prácticas incipientes como campos experimentales, precarios y no suturados, no podemos afirmar que hoy constituyan una economía de ese tipo. No obstante, eso no le quita potencial transformador como ensayos de construir una organización económica basada en la solidaridad, igualdad y horizontalidad, de reducir la alienación del trabajo y superar la división entre caoital y trabajo, etc., de impulsar formas de participación democrática que pueden comportar con el tiempo un proceso de cambio en las relaciones de género pero que ya han introducido cambios implicados, por ejemplo, en la politización del espacio doméestico. Por cierto, este proceso, que además es canalizado por un movimiento socialxvii, se enfrenta permenentemente con dilemas y relaciones difíciles con el medio. El MTDS, como todo movimiento, es una construcción precaria, y quizás más frágil que otras experiencias, pues su existencia hoy se funda en la compleja relación mantenida con el Estado (“negociación”/enfrentamiento) que, paradójicamente, habilita y bstaculiza el logro de la autonomía política y económica. El sostenimiento de las experiencias productivas depende ineluctablemente de la lucha en el espacio público y ello constituye en sí un límite pues, compo ya ha sucedido, la acción visible puede fagocitar el trabajo silencioso de la reproducción material. Las urgencias del tiempo cotidiano, de tener que salir a cortar las calles, implica un desgaste de energías que impide la consolidación de la organización en la base y desestabiliza la materialidad. Pues, ¿hasta dónde no incidió por ejemplo, la terrible represión de junio, además de en la dispersión de muchos de sus miembros en el fluir de los talleres? La imposibilidad de “llamarse a silencio” como los zapatistas –con los que comparten muchos prncipios- y consolidar las bases se impone, según nuestro criterio, como uno de los límites más importantes de la experiencia en su potencial emancipatorio, junto con los factores estructurales mencionados; los subjetivos -el “free rider” que se deja o es cooptado por el aparato punteril- y el

“convencimiento” de un proyecto político que implica una apuesta a largo plazo y la incertidumbre de aquello que no se conoce.

 

Bibliografía citada

Arendt, Hannah (1998) La Condición Humana, Barcelona, Paidós. Colectivo Situaciones 4 (2001) Movimiento de Trabajadores Desocupados de Solano, Buenos Aires, Ed. De Mano en Mano. Coraggio, J. L. (1997) “Aclaraciones de algunos presupuestos del enfoque de ecnomía popular urabana”. Copia fotostática. Jelin, Elizabeth, (comp.) (1987), Ciudadanía e identidad: Las mujeres en los movimientos sociales latino-americanos, Ginebra, UNRISD. Martínez, Alicia (1989) “Identidad y movilización femenina”, Ponencia presentada al Congreso de ALAS, Puerto Rico. Melucci, Alberto, (1994) “Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movimientos sociales”, en Zona Abierta Nº 69 : Madrid. MTD de Solano y Colectivo Situaciones (2002) Hipótesis 891. Más allá de los piquetes, Buenos Aires, Ed. De Mano en Mano. Navarro, Zander (2002) “Mobilizacao sem emancipacao. As lutas sociais dos sem-terra no Brasil”, en Santos, Boaventura de Sousa (org.) Produzir para viver: os caminhos da producao nao capitalista, Rio de Janeiro, Civilizacao Brasileira. Polanyi, Karl (1992) La gran transfomación. Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo, México, FCE. Quijano, Anibal (2002) “Sistemas alternativos de producao?”, en Santos, Boaventura de Sousa (org.) Produzir para viver: os caminhos da producao nao capitalista, Rio de Janeiro, Civilizacao Brasileira. Santos, Boaventura de Sousa (org.) (2002) Produzir para viver: os caminhos da producao nao capitalista, , Rio de Janeiro, Civilizacao Brasileira. Schmukler, B. Y Di Marco, G. (1997) Madres y democratización de la familia en la Argentina contemporánea, Buenos Aires, Ed. Biblos. Tarrow, Sidney (1997), El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Madrid, Alianza Universidad. Otras fuentes Encuesta Permanente de Hogares, INDEC, mayo 2002. “El Pikete”, publicación del MTD Solano, Año 2, N° 7, junio 2002. Diario de las Madres de Plaza de Mayo “El país/desocupados”, diciembre 1998 (web). Diario Página 12/Web (2 y 23 de junio 2002) www.Página12.com.arEntrevista a Alberto Spagnolo, por María Esther Gilio (Página/12 web), 31/8/02. Diario Clarin y Clarin Web, junio 2002 y 27/2/03. www.clarin.com.arRevista Movimientos Sociales, Bs. As., 2001.

 

Notas i En la historia del movimiento de desocupados existe hasta el momento un solo caso de un grupo pequeño se negó a aceptar los subsidios: el MTD de Toty Flores en el partirdo de La Matanza. ii Refiere a Federación Tierra y Vivienda y a la Corriente Clasista Combativa, allegadas a la Central de Trabajadores de la Argentina.

iii Finalmente, están los piqueteros aglutinados por la izquierda: Bloque Piquetero, Polo Obrero, MTL, MIJP, Barrios de Pie y MTR.iv La expansion de estos subsidios -cuyo valor es de $150- de seis meses de duración otorgados a los desempleados, como el crecimiento del movimiento piquetero ocurren durante el gobierno de la Alianza, ocasión en la que se intenta modificar la estructura clientelista en la provincia de Buenos Aires a través de delegar la administración de los planes a los desocupados que creen ONGs. Los primeros planes sociales se denominaron Barrios Bonaerenses, luego los PEL, Planes Trabajar y Plan Jefes y Jefas de Hogar Universal. v Actualmente, el MTDS desarrolla otro proyecto productivo: una granja y huerta colectiva en “Roca Negra” que comparte con los MTD de Lanús y Alte. Brown en un predio cedido por la Asociacion de Madres de Plaza de Mayo en la localidad de Monte Chingolo (Partido de Lanus). Asimismo se encuentra diseñando otros proyectos de salud, de contrucción de viviendas, de creación de un banco de semillas organicas. viSegún los datos de la EPH de mayo de 2002, de acuerdo a los índices que corresponden a todo el Conurbano la pobreza llega al 60,5%, con un pico del 65,1% en el llamado segúndo cordón, que comprende los partidos de Almirante Brown, Esteban Echeverría, Berazategui, Quilmes, Moreno, Merlo, Florencio Varela, José C. Paz, Malvinas Argentinas, San Miguel, Tigre y parte de La Matanza, lugares que cobijarón la aparición de estos movimientos. vii El nombre de “cura de los desocupados” le valió por aquellas personas a quienes Spagnolo acompañó en el reclamo de comida a unsupermercado de Quilmes hacia fines de diciembre de 2002. Finalmente, el “sacerdote rebelde” ha sido suspendido en el ejercicio de su sacerdocio, impidiéndosele administrar los sacramentos. viii San Francisco Solano, fundada en el siglo XX, constituye el área mas periférica del Partido de Quilmes, con mayor número de asentamientos (60 mil habitantes apróximadamente) con una enorme cantidad de demandas sociales insatisfechas. A comienzos de los años ochenta, en el ocaso del régimen militar y el nacimiento de la nueva democracia, con el apoyo de las comunidades eclesiales de base, la zona comenzó a poblarse de asentamientos con migrantes provenientes del interior del país. ix Varios investigadores han estudiado este proceso. A modo de ejemplo citamos los orígenes del movimiento por los derechos civiles que partió del rol de las iglesias negras (Tarrow, 1997) o América Latina, la Iglesia Católica estimuló redes comunitarias de base y la formacion del MST de Brasil. x Son seis los barrios que integran el MTDS: San Martín, Claypole, Sarita, La Florida, Berazategui, IAPI. xi Los movimientos que integran la Coordinadora creada en 2001 son: MTD Solano, MTD Lanus, MTD A. Brown, MTD F. Varela, MTD Guernica, MTD Quilmes, MTD E. Echeverria, MTD Jose C. Paz, MTD Lugano, MTD Berisso, MTD 22 de Julio (Aillen- Rio Negro), MTD Dario Santillan (Cipoletti- Rio Negro), CTD de La Plata, CTD Lanus y CTD Quilmes. xii Ese día en el que confluyeron varios Movimientos la brutal represión tuvo como consecuencia la muerte de Dario Santillán y Maximiliano Kosteki, del MTD de Brown y Guernica. xiii Continúo en este punto la reflexión de la Dra. Elizabeth Jelin quien me convocó a orientar mi búsqueda en ese sentido. xiv El porcentaje llega a 67.8% en el Graan Buenos Aires. Diario Clarin, 27/2/03, pág. 7. xvLas mujeres entrevistadas promedian los 40 años de edad y registran experiencia laboral en el servicio doméstico. xvi Los hombres coordinan la seguridad (aunque también hay mujeres), procuran la búsqueda de neumáticos y combustible para eternizar el fuego, los alambrados para cercar el piquete, la leña para alimentar el fuego; las mujeres, tiene a su cargo la parte vital de la resistencia: son quienes aseguran la rutina: cargan las cacerolas, procuran el alimento para la olla popular, amamantan a sus bebés, cuidan de sus hijos. xvii No creemos necesario a los fines de este estudio discutir si el MTDS constituye o no un movimiento social en los términos que Melucci diferencia un movimiento social de una acción colectiva.