Bolivia: estado contra estado

¿El Estado contra el Estado? Sí. En los últimos nueve meses el Estado boliviano experimenta un fenómeno de viejo cuño. Vive una especie de conflagración moral interna al anular su propia condición de Estado de derecho para convertirse en ideas parecidas a los reinos medievales. Del Estado “plurinacional” pasamos en poco tiempo a ese Estado.



Estado contra el Estado

 
lunes, 7 de septiembre de 2020

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¿El Estado contra el Estado? Sí. En los últimos nueve meses el Estado boliviano experimenta un fenómeno de viejo cuño. Vive una especie de conflagración moral interna al anular su propia condición de Estado de derecho para convertirse en ideas parecidas a los reinos medievales. Del Estado “plurinacional” pasamos en poco tiempo a ese Estado. ¿Cómo se produjo este hecho en tan corto tiempo? Primero se dio dentro del contexto de la crisis de noviembre de 2019 y segundo, por la pandemia de Covid-19. Dos hechos que han removido las estructuras profundas de la sociedad y fundamentalmente las mentalidades sociales de uno y otro lugar social. Y el Gobierno se encargó de reproducirlos intensamente. Esta es su nueva realidad.   

La crisis hace que se inicien radicales desconexiones entre el tiempo presente y los tiempos de un devenir posible. Y entonces se produce un momento de la radical ruptura. El Estado desde el Gobierno se presenta como un Estado confesionario sin que medie una reforma a la Constitución de 2009 sino solamente dada en la “moral” de la Biblia. Ese quiebre niega radicalmente al Estado plurinacional en varios de sus sentidos y criminaliza al resto de la sociedad a través de sus consecuentes actos y expresiones cargadas de racismo de alta dimensión. En ello aparecen los Otros como seres infeccionados o no humanos para entonces exponer miedos, los odios y todo un repertorio social obliterado.  

Las relaciones entre Asamblea Legislativa y el Ejecutivo se han ido quebrando poco a poco hasta producirse una ruptura radical y aumentar el racismo a niveles exponenciales. En sentido real ese quiebre del Estado es el retorno de los fantasmas humanos para producirse en una conflagración del Estado en contra del Estado. Dado que se rechaza a sí mismo para verse envuelto en lenguajes degradantes y acciones que oscurecen su posibilidad de ente regulador de la sociedad. Aparece tal cual es y envuelto en fuegos peligrosos. 

Y entonces ese Estado ahora invoca a rezos, bendiciones de curas y se deja ver en lenguajes de poder de gente que dice ser blanca y de ojos azules. Y a la vez se ha vuelto en administrador de la necropolítica. El cierre del Ministerio de Culturas y la pésima gestión del Covid-19  hacen parte de ese hecho donde la muerte parece ser su función primordial. Situación que lo degrada aun más para verse como historia extrema. La cultura, la salud y la educación se han vuelto como impropios del deber cívico del Estado. Finalmente, esto es la crisis de la relación Estado y Sociedad. Desde esa crisis se anula la política incluso en el sentido liberal para producir acciones y discursos iliberales. 

¿Tener ojos azules y ser blanco es un nuevo requisito para ser ciudadano de ese Estado? Al parecer sí. Aunque todo ello incendió hondamente las subjetividades sociales dadas en las redes sociales, nuevo campo de la batalla, y en las relaciones sociales, para exponer críticas y memes y la contra-información que finalmente es parte de este quiebre del Estado. Es dentro de ese contexto que se arrecia la estigmatización del indígena para verlo  como si fuera el virus mismo. Y ahí las mentalidades civilizadas quedaron en Nada. 

¿Cuál es su condición ahora? Reedita su condición de Estado fallido dado que la Bolivia del XXI expone el gobierno de familias, corporaciones, biblias, rezos, ojos verdes, violencia que es parte de una historia que pertenece a los viejos tiempos. La gran paradoja del Estado como una realidad exultante de su realidad.    

Pablo Mamani Ramírez   es sociólogo.