Lo común, desde la crítica de Bolívar Echeverría: centralidad del proceso de reproducción social
Márgara Millán
uno
La perspectiva crítica que moviliza Bolívar Echeverría es amplia y
abierta; sin dejar su orientación fundante, anclada en la crítica
de la economía política de Marx, Echeverría no deja de aportar en
su trayecto ensayístico a una noción crítica de historicidad, muy en
diálogo con Walter Benjamin, con Carlo Ginzburg, con Fernand
Braudel. Una historicidad a contrapelo, comprometida con el llamado
del pasado, y que a la vez se atreve al respiro de la larga duración para
comprender la dinámica y las contradicciones de la cultura, y lo que,
desde fin de los 80s, es para este autor: una crisis civilizatoria.
Una noción de historicidad en el andamiaje teórico de Echeverría,
nos propone la actualización constante del proceso de “transnaturalización” al que los seres humanos estamos condenados: siendo,
como somos, una “bola de nada” dentro del sentido inmanente de la
naturaleza, tenemos que lidiar, siempre, con la tarea de darnos un
sentido, la tarea de reconstruir para nosotras/nosotros, un cosmos. La
frase elegida para abrir la página web de nuestro autor define, desde
mi punto de vista, la fuerza de su intencionalidad crítica: “En medio
de la rutina irrumpe de pronto la duda de si la necesidad natural de la
marcha de las cosas… no será precisamente lo contrario, la carencia
de necesidad, lo aleatorio”.
EL APANTLE LO COMÚN, DESDE LA CRÍTICA DE BOLÍVAR ECHEVERRÍA
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La naturaleza de nuestra contra/natura, implica la constante
búsqueda de darnos forma, la voluntad de forma como base de la
politicidad social. Voluntad de forma que se construye, sin duda, en
colectivo; es decir, como resultado a la vez que fundamento de “lo
común”, lo que compartimos. Y lo que compartimos es, en primera
instancia, el proceso de reproducción social, en tanto proceso
transhistórico que nos vincula no sólo unos con otras, sino ancestros
y contemporáneos, presentes y futuros.
dos
El proceso de reproducción social para Bolívar Echeverría es la
temporalidad y el espacio necesario para comprender la estructura que
posibilita la voluntad de forma, al tiempo que permite comprender el
proceso que resulta en la condición enajenada en la que se encuentra
actualmente. Es en el tiempo de la reproducción social donde la
politicidad del sujeto social se presenta como su cualidad esencial. El
sujeto social es colectivo. Su proceso de reproducción es metabólico
con la naturaleza. La energía/trabajo del sujeto social, transforma a la
naturaleza en el proceso de trans-formación de sí mismo. Echeverría
nos presenta el diagrama de la reproducción social y significación en
El discurso crítico de Marx (1986 [1976]: 42), donde explica:
…La praxis o el proceso social de reproducción… como todo proceso de
reproducción gregario, es un proceso de producción/consumo indirecto
del sujeto… mediante producción/consumo directo de objetos
intermedios o de naturaleza… transformada …. la especificidad de la
praxis reside en que es un proceso colectivo de reproducción que sólo
puede cumplirse como proceso de autoreproducción: un proceso en el
que toda la reproducción natural se halla al servicio… de un proceso de
otro orden… el proceso de producción/consumo de la estructura misma
de las relaciones sociales (políticas) que constituyen al sujeto.
Así, el proceso de reproducción social es al mismo tiempo un proceso
de producción/consumo de significaciones; se trata de un proceso de
realización del sujeto social, de un ciclo comunicativo que “…sintetiza
a un sujeto carente de unidad consolidada o de figura preestablecida.
Al realizar objetos, el sujeto social debe realizarse: debe crear o recrear su propia identidad social o esencia política” (Echeverría, 1986
[1976]: 43).
tres
Tanto el proceso de reproducción como el de significación del sujeto
social –su proceso de realización– en su configuración capitalista se
enfrentan a:
En la modalidad capitalista del proceso de vida social global, la
autoreproducción del sujeto comunitario sólo se lleva a cabo en la
medida en que se halla subordinada a la satisfacción de un sistema
de necesidades que es heterogéneo respecto al suyo propio: el que se
determina en la dinámica reproductiva y acumulativa del capital. […]
Para el sujeto comunitario, autorreproducirse de manera capitalista es,
por ello, realizar (afirmar) su propia supervivencia, pero hacerlo –he
aquí la contradicción– en tanto que sujeto explotado (negado) tanto en
lo físico (en el derecho al disfrute del producto de su labor) como en lo
específicamente humano (en su autarquía o facultad de decidir sobre sí
mismo) (Echeverría, 1986 [1976]: 44).
Lo específicamente humano del sujeto comunitario es su decidir
sobre sí mismo; cualidad obstruida, expropiada, enajenada por la
configuración capitalista del proceso de autorreproducción social.
Pero esta enajenación ocurre a través del proceso comunicativo que en
su modalidad capitalista “afirma la identidad entre autoproducción
del sujeto comunitario y autovaloración del valor” (Echeverría, 1986
[1976]: 44). Siendo, entonces, que la recuperación/re-apropiación del
sujeto comunitario de su sujetidad colectiva pasa por el desnudamiento
identitario. La fuerza del proceso de autorreproducción del sujeto
comunitario en su modalidad capitalista radica en la naturalización
de esa identidad.
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Hacer comunidad –producir en común– es, entonces y en primera
instancia, des-naturalizar la identidad impuesta por la configuración
capitalista de la reproducción social, orientarse hacia el sistema de
necesidades del sujeto concreto, y no del sujeto automático del
capital, del valor valorizándose; es, muy particularmente, orientarse
hacia el valor de uso como fundamento del sistema de necesidades del
sujeto comunitario.
cuatro
El proceso de reproducción social del sujeto comunitario contiene
la politicidad de dicho sujeto y, de hecho, de dicho proceso. La
politicidad está “en juego” en el proceso de realización del sujeto
social; no ocurre como una condición exterior al propio proceso
práctico/comunicativo presente en la reproducción social.
La politicidad del sujeto social o comunitario, para Bolívar
Echeverría, es la voluntad de forma presente en el propio proceso
de producción-consumo como proceso de autoproducción y de
realización de la figura concreta del sujeto. Esa figura concreta no está
determinada de antemano; incluso su modalidad o configuración
capitalista, que quisiera totalizar el conjunto del proceso de
reproducción en su sentido práctico y comunicativo, fracasa frente a
la pervivencia de formas comunitarias (prácticas y comunicacionales)
que eligen su forma negando o resistiéndose a la valorización del valor
como sentido del proceso reproductivo; o con formas inéditas que se
quieren fuera de la lógica identitaria con el capital.
cinco
La crítica es, para Bolívar Echeverría, la forma del saber comunista;
se trata de un proceder al interior del discurso burgués, que no se
puede desarrollar como un corpus externo a él, sino que consiste en
su radical y continua superación:
Las relaciones comunistas de reproducción social se hallan ya
formalmente presentes en la reproducción social capitalista, es decir, en
el interior de las relaciones propiamente capitalistas que constituyen al
sujeto social. Pero su presencia es subordinada y reprimida; se delinea
como una estructura en negativo –posible pero constantemente
obstaculizada– en torno al conjunto de fallas o puntos de fracaso del
propio orden capitalista. En consecuencia, la posibilidad de su presencia
real no implica la creación de un mundo absolutamente desvinculado del
que existe como mundo capitalista, sino por el contrario la construcción
de otro esencialmente diferente de él pero que se esboza a partir de sus
imposibilidades (Echeverría, 1986 [1976]: 50. Énfasis propio).
Así, hacer comunidad concreta, es decir, identidad no capitalista,
está presente aquí y ahora, como negatividad y creación de mundo a
partir de lo imposible desde y dentro del capital. Eso imposible es la
afirmación radical del valor de uso, del mundo cualitativo de la vida;
el valor de uso en Echeverría abre el espectro de lo cualitativo, lo
singular, lo concreto; la pluralidad y diversidad de lo humano.
seis
En “El valor de uso: Ontología y Semiótica”, ensayo aparecido por
primera vez en 1984 y recopilado en el volumen Valor de uso y utopía
(1998) Echeverría regresa a los diagramas que hacen comprensible la
integralidad meta/física del proceso de reproducción social, centrando
su atención en la importancia –a contrapelo, o por su ausencia– del
valor de uso para poder orientarse en la crítica radical del proceso de
reproducción social bajo la configuración capitalista. En este ensayo
elabora con más claridad la tensión y contradicción de la forma
social-natural, concluyendo que la liberación de esta forma de su
configuración y dominación por el capital, no implica el retorno a
una especie de paraíso. Por el contrario, implica solamente, pero no
es menor, “…la entrada a una historia en la que el ser humano viviría
él mismo su propio drama y no como ahora, un drama ajeno que lo
sacrifica día a día…” (Echeverría, 1998 [1984]: 196).
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EL APANTLE
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La forma social natural en sí misma es “conflictiva y desgarrada”;
pero al menos tendríamos la oportunidad de lidiar justamente con esa
conflictividad y desgarramientos, con esas partes rotas y encontrarle
soluciones comunes. Es decir, habríamos recuperado lo esencial de lo
humano, la autarquía, la voluntad de forma del sujeto comunitario,
la voluntad de forma en común.
Bibliografía
Echeverría, Bolívar 1998 [1984] “El Valor de uso: Ontología y
semiótica” en Valor de uso y utopía (México D.F.: Siglo XXI editores).
Pp. 153-197.
Echeverría, Bolívar 1986 [1976] “Definición del discurso crítico” en
El discurso crítico de Marx (México D.F.: Editorial ERA). Pp. 38-50.