Communia
PostaPorteña
8/12/20
La OMS se funda en 1948 dentro del sistema de Naciones Unidas creado por EEUU para dar continuidad a su hegemonía sobre el bloque aliado que acaba de ganar la guerra. Forman parte 55 países. Su principal tema en agenda: los antibióticos, que en la inmediata postguerra, como cuenta El tercer hombre, inauguraron la diplomacia sanitaria y alimentaron un tremendo mercado negro. Pero ni siquiera dio tiempo a que se articulara un debate. Las primeras tensiones imperialistas entre bloques se llevaron por delante la estructura. En 1949 menos de un año después de haber arrancado trabajos, la Rusia estalinista y sus aliados abandonan la organización en un marco pre-bélico.
La muerte de Stalin acelera un cambio de estrategia imperialista en el bloque del Este. La burocracia rusa, presionada por una serie de huelgas salvajes en su propio suelo, pero también por movimientos en los países de su bloque y especialmente por la insurrección obrera alemana del 53, teme precipitarse a la guerra sin fuerza militar suficiente ni encuadramiento de los trabajadores. Jruchov afirma la doctrina de la coexistencia pacífica. ¿Y qué mejor lugar para mostrar la voluntad rusa de participar en el orden multilateral mano a mano con sus principales rivales imperialistas que la OMS?
La falsa era dorada de la OMS
El regreso de Rusia a la OMS en 1955 marca el comienzo de la que hoy se recuerda -falsamente- como era dorada de la organización. Bajo el nuevo espíritu de cooperación técnica se inicia la campaña de erradicación de la viruela: un proceso mundial y masivo de vacunación contra una enfermedad de larga y terrible historia que causaba todavía a finales de los sesenta cientos de miles de muertes anuales.
Aunque el triunfo no se declaró oficialmente hasta 1979, en los 70 se enseñaba en las escuelas de todo el mundo que la erradicación en marcha, junto con la carrera espacial, eran la demostración del progreso y las mayores conquistas de la Humanidad hasta la fecha. Tanto una como la otra eran en realidad subproductos de una realidad terrible y monstruosa: la escalada militarista más peligrosa de la Historia hasta el momento. Que la primera erradicación de una enfermedad por la acción humana se hiciera a cuenta de la cobertura propagandística de la guerra fría era de hecho la prueba definitiva de que el progreso humano no era ya una consecuencia directa del capitalismo ni en uno ni en otro bando…
Pero lo que caracteriza a la propaganda imperialista es presentar una y otra vez una cosa como su contraria, la guerra como paz, la reacción como progreso. Y en aquel momento el plato fuerte de lo que se vendía como progreso fue la independencia de una serie de países semicoloniales en Asia y África que ambos bloques pasaron a disputarse. La mayoría de estos nuevos estados se incorporaron a la OMS a lo largo de los años setenta, entre otras cosas para participar de las vacunaciones masivas. La organización pasó a tener 150 estados miembros. Rusia, que ejercía una influencia directa sobre la mayoría de ellos, se apresuró a tomar control de la organización desplazando a EEUU. El objetivo era utilizarla para su propio posicionamiento ideológico presentándose como líder de lo que Mao, que para entonces había cambiado de bloque, llamó el Tercer Mundo.
El resultado de la diplomacia sanitaria rusa se materializa en 1978. Ese año organiza la conferencia de Alma Ata de la OMS. La asamblea proclama el derecho a la salud como un derecho humano universal, a la OMS como su garante y mejorar los condicionantes socioeconómicos como parte central de su tarea.
¿Qué significaba esto? Que los países semicoloniales, ayudados por la Rusia estalinista y sus países satélite, tomaban por primera vez una estructura del orden multilateral creado por EEUU y la reconvertían en un ariete contra la potencia americana y sus aliados europeos.
La OMS pasó a promover un modelo de sanidad estatalizada que garantizaba el control de los mercados farmacéuticos y médicos nacionales por los jóvenes estados… dando una oportunidad a las exportaciones del bloque del Este. Además la organización pasó a exigir más presupuestos como forma de hacer viables campañas en los países semicoloniales, se convirtió en altavoz de la exigencia de exenciones comerciales y ayudas para el desarrollo que proclamaban sus asfixiadas burguesías y se aplicó -como luego harían la UNCTAD y la UNESCO- a poner palos en la rueda de la política imperialista de EEUU, su principal pagador. Todo bajo la consigna de alcanzar la Salud para todos en el año 2000. Para Rusia fue un gol de media cancha y para países como India una expresión de su capacidad de juego propio.
La privatización de la OMS
En 1981 se identifica al agente causante del SIDA como un virus, el VIH, y Ronald Reagan llega a la presidencia de EEUU. La combinación de ambos hechos cerrará la época supuestamente dorada de la OMS y la estrategia de Alma Ata. Por un lado la OMS no supo responder a la pandemia en mitad de una alarma social en pico en EEUU y Europa. Quejosos ante una OMS distante y reivindicativa que no daba respuesta a los intereses de los países pagadores cuando estos se lo pedían, EEUU y sus principales aliados llevaron a la creación de una agencia específica de la pandemia: ONUSIDA. En ella la OMS se veía reducida a ser un miembro más entre otras 11 agencias ONU, la mayoría controladas por EEUU. El golpe político fue formidable, dejaba bien claro que ante una crisis sanitaria global, la OMS ni bastaba ni funcionaba.
Pero aún tuvo una secuela. En vez de aumentar sus cuotas como pedía la OMS, EEUU redujo unilateralmente su contribución en un 20%. La organización vio congelado su presupuesto. A partir de ahí, cada emergencia significa poner en marcha una campaña de donaciones. En los noventa la OMS convertirá esas donaciones en la base de su financiación. A día de hoy solo el 20% del presupuesto viene dado por las cuotas de los países. El 80% son donaciones. ¿Los dos principales donantes? China y la Fundación Gates. La OMS se convierte de facto en una agencia de servicios que conecta a grandes potencias dispuestas a pagar y grandes fondos -como el de los Gates- con los gobiernos nacionales dándoles cobertura. Para lo que en teoría sigue siendo su función esencial, expandir la salud primaria, nunca hay patrocinadores privados. Para eso está China.
China y la OMS
Pero el peso de la ayuda China tiene su propia historia. En 2002 la epidemia de SARS estalla en China. El gobierno de Pekín, temeroso del impacto sobre las inversiones, intenta tapar lo que está pasando y niega la alarma. Pero la epidemia sale primero a Hong Kong y luego fuera de China. La entonces directora de la OMS, Gro Harlem Brundtland, la Thatcher noruega, denuncia la ocultación de información de las autoridades de Pekín, proclama la alerta sanitaria global y produce un escándalo que lleva a un hecho inédito: la dimisión del ministro de sanidad chino. Tras el éxito, en 2005, impulsa la aprobación del Reglamento Sanitario Internacional, que otorga el poder al aparato de la OMS para alertar sobre epidemias y denunciar las imprudencias y ocultaciones de los estados.
China se da cuenta inmediatamente del peligro político que eso supone. Envía misiones médicas, multiplica la ayuda sanitaria y los préstamos a fondo perdido a países africanos y asiáticos para crear infraestructuras y hospitales. La OMS se convierte en su siguiente objetivo. En 2006 la asamblea de la organización elige como directora a la candidata China, Margaret Chan, que había sido la responsable sanitaria de Hong Kong durante la epidemia de SARS.
La consecuencias del cambio político se verán en 2014, cuando la organización se una a los estados africanos que estaban sufriendo la epidemia de ébola en un intento por negar la alarma. Solo seis meses después del estallido y cuando se producen los primeros casos fuera de la región, Chan proclama la alarma sanitaria internacional.
El mensaje está claro y consolida un bloque defensivo de países alrededor de China en los organismos multilaterales. China repite la jugada en la Unión Internacional de Telecomunicaciones colocando a un burócrata chino como director para evitar que la institución sea usada contra Huawei. Hace lo mismo en la Interpol en 2016, en 2019 la FAO. Desde la organización de la aviación civil a los departamentos de desarrollo industrial o el de derechos humanos de la ONU, cuanto órgano trata un tema que puede ser usado contra Pekín en la guerra comercial con EEUU, acaba con un dirigente chino. China ha aprendido la importancia de la ayuda al desarrollo para fortificar su posición en las mesas de negociación multilaterales.
Y cuando en 2017, Chen acaba su mandato, China apuesta desde el primer momento por Tedros, que se convierte en el nuevo director de la OMS, el primero de un país africano. Tedros había sido ministro de Sanidad y Exteriores en Etiopía. Eritreo de etnia y nacimiento, fue durante quince años un hombre fuerte del régimen impuesto por las fuerzas que, dirigidas desde el Tigré, apoyaron la secesión eritrea y se hicieron con el poder tras la retirada rusa. Durante ese periodo fue el creador del sistema de asistencia primaria etíope moderno, pero también hizo cuanto pudo por tapar los brotes y epidemias de cólera. El cólera, como todas las epidemias, ahuyenta las inversiones.
El Covid
El estallido de la pandemia de Covid llegó en un momento en que EEUU estaba en una estrategia de desguace de los organismos multilaterales. Las primeras declaraciones de la OMS, cuando ya había serias dudas sobre la información facilitada por China, fueron ditirámbicas, llenas de exagerados y serviles halagos a la gestión modélica de Pekín que inmediatamente las convirtió en parte de su propaganda.
El gobierno norteamericano acusó a la organización de tener una «alarmante falta de independencia» respecto a China y convirtió la asamblea mundial de la organización en la dramatización del conflicto imperialista. Es más, hizo escuela. Bolsonaro fue más honesto, eso sí, en vez de atacar a la OMS por resistirse a echar las culpas a China, su ataque acusaba a la organización de no proponer más que el confinamiento contra la pandemia y dificultar así los objetivos económicos del gobierno.
La UE en cambio, interesada, en palabras de Macron, en evitar cualquier alianza entre las dos potencias, tomó inmediato partido por Tedros y su equipo y se sumó a una recaudación especial de fondos en el mejor estilo teletón.
Los líderes europeos se escandalizaron públicamente de ver a la OMS convertida en terreno de combate entre los dos grandes imperialismos actuales. Pero ¿fue alguna vez otra cosa que un terreno de combate entre los distintos intereses imperialistas en conflicto en cada momento?