Capitalismo comunista

El capitalismo que se está consolidando a escala planetaria no es el capitalismo en la forma que había asumido en Occidente: es, más bien, el capitalismo en su variante comunista, que combinaba un desarrollo extremadamente rápido de la producción con un régimen político totalitario



Capitalismo comunista

Giorgio Agamben

 

En 1990 Giorgio Agamben comentaba la tesis de Guy Debord de que el «fin de la Guerra Fría» implicaría realmente una fusión de los aspectos «concentrados» y «difusos» del capital, en la forma de un único Estado espectacular integrado (o democrático-espectacular): «A fin de que el espectáculo integrado se pudiera realizar plenamente de manera igual en sus países, los gobiernos del Este han abandonado el partido leninista, de la misma forma que los del Oeste habían renunciado hace mucho tiempo al equilibrio de los poderes y a la libertad real de pensamiento y de comunicación, en nombre de la máquina electoral mayoritaria y del control mediático de la opinión (que se habían desarrollado ambos en los Estados totalitarios modernos)». En esta intervención, publicada en su columna «Una voce» el 15 de diciembre de 2020 en el sitio web de la editorial italiana Quodlibet, Agamben actualiza varios de estos comentarios en el sentido de una integración mundial capitalista de aspectos difusos y concentrados de la dominación.

 

El capitalismo que se está consolidando a escala planetaria no es el capitalismo en la forma que había asumido en Occidente: es, más bien, el capitalismo en su variante comunista, que combinaba un desarrollo extremadamente rápido de la producción con un régimen político totalitario. Éste es el significado histórico del papel de liderazgo que China está asumiendo, no sólo en la economía en sentido estricto, sino también, como ha demostrado elocuentemente el uso político de la pandemia, como paradigma de gobierno de los hombres. El hecho de que los regímenes establecidos en los autodenominados países comunistas fueran una forma particular de capitalismo, especialmente adecuada para los países económicamente atrasados y, por lo tanto, clasificada como capitalismo de Estado, era perfectamente conocido por quienes saben leer la historia; lo que era totalmente inesperado, sin embargo, era que esta forma de capitalismo, que parecía haber agotado su tarea y por lo tanto era obsoleta, estaba destinada en cambio a convertirse, en una configuración tecnológicamente actualizada, en el principio dominante en la fase actual del capitalismo globalizado. En efecto, es posible que hoy asistamos a un conflicto entre el capitalismo occidental, que convivía con el Estado de derecho y las democracias burguesas, y el nuevo capitalismo comunista, del que este último parece salir victorioso. Lo que es seguro, sin embargo, es que el nuevo régimen unirá en sí el aspecto más inhumano del capitalismo con el más atroz del comunismo estatista, combinando la extrema alienación de las relaciones humanas con un control social sin precedentes.