Bolivia: Flujos y recorridos intensivos de Comuna

el proyecto y el trayecto comunero desde las insurgencias contra la dictadura hasta el estudio de la experiencia zapatista de México y la propuesta boliviana de los autogobiernos



Flujos y recorridos intensivos de Comuna

Anti-genealogía y contrapoder en Comuna

Raúl Prada Alcoreza

 

Emergencia del proyecto comunero

Breve descripción de Comuna

 

Habría que ubicarse en el contexto del periodo inmediatamente posterior a la masacre del valle (1974) para entender lo que viene después, esta masacre abre una herida profunda en el mundo campesino, sobre todo de las organizaciones sindicales. Digo que aquí se rompe el cordón umbilical que ataba a los sindicatos campesinos no sólo con el régimen de las dictaduras militares sino con el Estado boliviano mismo. Se trata del retorno a la memoria larga, a la consciencia anticolonial, desde la que se va interpelar la legitimidad del Estado y también a la sociedad boliviana, calificada como heredera de la estructura social colonial. La tesis del colonialismo interno sobresale en los discursos renovados del movimiento katarista, que cuenta con un proyecto político y cultural. En 1979 se da el gran bloqueo de caminos nacional por parte de la flamante Confederación Sindical Única de Campesinos de Bolivia Tupac Katari (CSUTCB), independiente del Estado, bajo la dirección del Genaro Flores, después de romper con el pacto militar y, en el contexto histórico, con el pacto estatal, pacto heredero del pacto señorial, el Estado que le había entregado tierras con la Reforma Agraria de 1953.

 

En las ciudades se daba lugar un movimiento universitario de resistencias a la dictadura militar del General Banzer Suarez y a la ocupación de las universidades por la dictadura, se forman células clandestinas; la izquierda se reorganiza en los espacios académicos, se conforma la instancia coordinadora de Centros de Estudiantes llamada Interfacultativo en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), del mismo modo se forman otras instancias coordinadoras parecidas en otras universidades. Esta va a ser la base de las movilizaciones contra la dictadura en varias ciudades capitales del país. El Interfacultativo estaba organizado por capas, caía una dirigencia, luego era remplazada por la siguiente, de este modo tuvo la capacidad de sostener la movilización universitaria por un buen periodo a pesar de la represión. Este periodo de resistencias estudiantiles se despliega desde 1974 y atraviesa un lapso lleno de acontecimientos, la recuperación de la universidad, de la autonomía universitaria, llegando a confluir con las movilizaciones mineras y de los trabajadores en la huelga general contra la dictadura, que comenzó con el pequeño grupo de mujeres mineras (1978). Después de esta huelga los días estaban contados para la dictadura militar, lo que viene después son intentos de dilatar la agonía a través de la transmisión de mando e intentos posteriores de legitimar el crepúsculo del régimen militar mediante elecciones fraudulentas. Las tres victorias consecutivas de la Unión Democrática y Popular (UDP) terminan definitivamente con el régimen dictatorial, acompañadas por gigantescas movilizaciones populares y reorganizaciones políticas en todo el país.

 

1982 va a ser la fecha de un nuevo periodo, el llamado periodo democrático, que llega hasta nuestros días. El proyecto democrático popular se interrumpe en 1984 debido a las profundas contradicciones inherentes al propio proceso, pero sobre todo al inconsistente programa de la UDP, que no incluye para nada un programa de nacionalizaciones, que es lo que cabría esperar de un replanteamiento popular no sólo democrático sino nacional. El discurso del entronque histórico, entre una izquierda juvenil y el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI), que supuestamente era un entronque histórico con la Revolución Nacional de 1952, recientemente descubierta por la juventud universitaria demócrata y cristiana (MIR), no sirvió para otra cosa que, para subordinar las resistencias populares a las dictaduras, el rebrote de lo nacional-popular, al proyecto de la socialdemocracia internacional. En vez de apuntar a un programa coherente nacional y popular el gobierno de la UDP se pierde en políticas ambiguas, tibias, titubeantes, que terminan por provocar el malestar en las organizaciones sindicales aglutinadas en la COB. Se abren entonces dos frentes, uno con la derecha en el Congreso y otro en las calles con los sindicatos, principalmente mineros. El ambiente político termina descomponiéndose ante la galopante hiperinflación provocada por políticas descabelladas de desdolarización e incrementos constantes de sueldos y salarios, sin respaldo financiero. La caída dela UDP va dejar un vacío político y va preparar el escenario al proyecto neoliberal, significativamente orientado por el partido que llegó al poder por la insurrección de abril de 1952, insurrección que se tradujo en las grandes reformas nacionales: nacionalización de las minas, reforma agraria, voto universal y reforma educativa. Pasadas tres décadas el mismo partido borra con el codo lo que escribió con la mano, opta por todo lo contrario, por la desnacionalización en los términos de la privatización impuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Después del decreto de apertura neoliberal, el conocido dispositivo normativo 21060, se inicia un periodo demoledor y de alto costo social. De este modo se abre el camino a las políticas de ajuste estructural, que transformaran la estructura y composición de la economía nacional, otorgándole preponderancia a la iniciativa privada, sobre todo a las empresas trasnacionales, desmantelando el aparato productivo, sobre todo estatal, además de destruir a la centralidad minera, núcleo fundamental del proletariado boliviano. Esto último era el objetivo político del proyecto neoliberal, ocurre como en todas partes del mundo donde se implanta el proyecto, se busca destruir las organizaciones sociales con capacidad de resistencia. 

 

Es en este contexto donde se van a conformar iniciativas creativas y novedosas en lo que respecta al modo de pensar la realidad social, política y económica, al modo de pensar la historia, también en lo que respecta a la construcción de alternativas políticas, una vez que la izquierda tradicional entra en crisis, después de la derrota de la Asamblea Popular, la versión insurreccional, y la derrota de la UDP, la versión democrática. Son varios proyectos que hay mencionar, que se mueven en distintos niveles, de lo que podríamos llamar la resistencia al proyecto neoliberal. Uno de ellos es el grupo Episteme, que se propone la construcción de un pensamiento propio mediante la incorporación del uso crítico de la teoría, la crítica de la epistemología, la crítica de la filosofía, la crítica de la metodología de la investigación, la crítica de la modernidad y la crítica a las formas tradicionales de hacer política. Episteme contaba con una revista que lleva el mismo nombre. La otra iniciativa teórica es el grupo de trabajo crítico de la revista Autodeterminación, que se va a dedicar a desarrollar públicamente una discusión actualizada del marxismo contemporáneo, de sus interpretaciones de la crisis del capitalismo y de los análisis de la problemática política en la contemporaneidad, incluyendo las interpretaciones desde la perspectiva gramsciana-zavaleteana.  Otras iniciativas van a tener que ver, mas bien, con la acción, la práctica política y las incursiones organizativas; hablamos de  tres proyectos subversivos, que intentar articular críticamente marxismo e indianismo, uno de ellos es el vinculado al proyecto de guerrilla urbana del grupo Zarate Willca, otro es el vinculado al intento de replantear la guerrilla guevarista del grupo CNPZ del ELN, por último, el otro, que va tener mayor posibilidades de brotar y desplegarse, es el Ejército Guerrillero Tupac Katari (EGTK), que se propone combinar la guerrilla indígena con la cooptación de sindicatos campesinos a través de los Ayllus Rojos. 

Casi todas estas iniciativas confluyen en Comuna. Comuna, que aglutina y donde convergen tres colectivos activistas, uno es Episteme, otro es Autodeterminación y el tercero es el Ejército Guerrillero Tupac Katari, se conforma después de la salida de la cárcel de Álvaro García Linera, Raquel Gutiérrez y Felipe Quispe, quienes son militantes del Ejército Guerrillero Tupac Katari (EGTK). Primero se toma iniciativa en conformar un grupo de acción social que trabaja en torno a las interpretaciones de Pierre Bourdieu; como resultado del trabajo se publicara el libro Bourdieu leído desde el sur (2000), aunque el primer libro publicado por Comuna es  El fantasma insomne. Pensando el presente desde el Manifiesto Comunista (1999). Sobre la base de este grupo de acción social se constituye el colectivo Comuna, colectivo que se propone una proyección hacia el futuro recuperando la experiencia libertaria de la Comuna de París y de las luchas obreras y socialistas; quiere ser ola del pensamiento crítico que reivindica la tradición histórica de las formas comunitarias locales y la fuerza de las prácticas políticas. Tal como se escribe en la presentación de El fantasma insomne. Viene en la secuencia El retorno de la Bolivia plebeya (2000), libro que va causar impacto pues tiene que ver con el análisis de la guerra del agua (abril del 2000), que comienza la ofensiva y el ciclo de movimientos sociales que nos van a conducir a la caída del modelo neoliberal y el despliegue del proceso constituyente. A partir de este acontecimiento, el destino está sellado, Comuna se involucra con los movimientos sociales y se dedica hacer el análisis y el seguimiento de los acontecimientos que se suceden raudamente desde el 2000 al 2005. Siguiendo al bloqueo de caminos indígena campesino de septiembre del 2000 se publica Tiempos de rebelión (2001). Ya el 2001 se intenta hacer un balance teórico del despliegue intenso y profuso de los movimientos sociales, se publica un libro con un título provocador Pluriverso. Teoría política boliviana. En lo que respecta a un balance más analítico y descriptivo se hace otro recuento en Democratizaciones plebeyas (2002). Casi a un año de las elecciones del 2002 se produce la guerra del gas (2003), concurriendo desde varios lugares de enfrentamiento, sobre todo rural, a la ciudad de El Alto, como recogiendo la acumulación de fuerzas y saberes de la experiencia de la movilización, expresando además con todo el dramatismo la profunda crisis múltiple del Estado-nación; se publica Memorias de Octubre (2004). El 2005 se produce el desenlace del periodo crítico,  las movilizaciones de mayo y junio del 2005 terminan con la toma de la ciudad de Sucre, obligando al Congreso a una nueva sustitución constitucional, después de dos renuncias consecutivas, las del presidente del Congreso y la del presidente de la cámara baja. El mandato del presidente nombrado por el Congreso Rodríguez Velzé será la convocatoria a elecciones, las mismas que se efectúan al finalizar el año. Ese mismo año de desenlaces se publica Horizontes y límites del poder. Después de las elecciones en las que gana contundentemente el MAS por mayoría absoluta, posteriormente a la posesión de Evo Morales Ayma como primer presidente indígena, ya iniciando el proceso constituyente, se publica un conjunto de ensayos que reflexionan sobre el Estado plurinacional; el libro se titula La transformación pluralista del Estado (2006). Han de pasar dos años para la siguiente publicación colectiva de Comuna; el 2009 se publica Estado: campo de lucha. Análisis críticos sobre la base de la experiencia de la primera gestión de gobierno indígena-popular y la aprobación de la Constitución Política del Estado. Entre medio de toda esta secuencia de trabajo colectivo, también se publican libros individuales de los miembros de Comuna. Hay que destacar la producción teórica de Luis Tapia Mealla, que desprende análisis sobre el pluralismo, la autonomía relativa del Estado y la lectura de la política desde su condición salvaje. También se sitúa en este aporte la sociología de los movimientos sociales de Álvaro García Linera, compartido con Marxa Chávez León y Patricia Costas Monje. En la misma condición de aporte individual están las publicaciones de Raúl Prada Alcoreza sobre la guerra del gas a partir de una mirada del largo ciclo, el análisis nómada de las subversiones indígenas y las reflexiones sobre el horizonte de la Asamblea Constituyente. El 2008 se publica la tesis doctoral de Raquel Gutiérrez titulada Los ritmos del pachakuti. Se trata de un análisis y una evaluación critica del proceso y de la forma de resolución de la crisis por la vía estatal y no por la vía autogestionaria y de autogobiernos. También debemos citar la producción de Oscar Vega Camacho, quien aporta con una minuciosa evaluación de la cuestión nacional y sus imbricaciones con la conformación dramática del Estado-nación, teniendo como contexto la diseminación institucional en la modernidad tardía; este estilo se hace notorio en el libro Errancias; aperturas para vivir bien. Y reaparece la narrativa reflexiva y de auscultación genealógica en los ensayos Al sur del Estado, Reflexiones sobre la transformación pluralista y El tiempo vivo de la educación.

 

Comuna se vincula a los movimientos sociales desde su conformación, antes ya lo estaba a través de otras organizaciones en las que participaban los miembros de Comuna. Este es un rasgo de sus actividades, que trataban de articular critica teórica y acción práctica. Quizás una de las participaciones entrañables se da con la Coordinadora del Agua, donde la participación de Raquel Gutiérrez va a ser de compromiso con el proyecto autogestionario inherente al movimiento. La relación es afectiva y de participación mutua, varias veces el dirigente la Coordinadora Oscar Olivera va a participar en las presentaciones de los libros de Comuna, también como disertante en la Escuela Libre de Pensamiento Crítico de Comuna, a la cual asistían un número significativo de agrupaciones y organizaciones de jóvenes activistas, así mismo también lo hacían los grupos feministas, además de investigadores. A iniciativa de la Coordinadora del Agua se propone conformar la COMUNAL, una coordinadora de los movimientos sociales emergentes en la perspectiva política de la autogestión. Si bien esta iniciativa no prospera, pues los movimientos sociales son celosos y prefieren coordinar en su momento cuando se den las acciones que contar con una supra-organización. La vinculación con otros movimientos sociales a lo largo del ciclo de la movilización se va dar a través de grupos de activistas que asistían a las cesiones de Comuna. Otro rasgo que hay que anotar es su afiliación critica al marxismo, concretamente al marxismo crítico, que tiene dos vertientes; la dura, por decirlo así, que tiene que ver con una lectura sistemática e interpretación de los cuadernos sobre Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grunsrisse) y del Capital de Karl Marx; la blanda, por así decirlo, relacionada a las corrientes contemporáneas del marxismo crítico, que cuestiona la hipótesis del determinismo económico y se abre a un análisis autónomo de lo político, la cuestión estatal, la cuestión social y la cuestión cultural. Esta posición ha llevado tempranamente a los miembros de Comuna, antes, y a Comuna misma, cuando se conforma, a la diferenciación marcada con las interpretaciones de la izquierda tradicional y el marxismo usual. Otro rasgo significativo, quizás el más importante es que la mayoría de los comuneros va reivindicar las luchas anticoloniales de las naciones y pueblos originarios, de este modo va orientar la política hacia la perspectiva de la descolonización. Así se plantea la necesidad de articular marxismo e indianismo, produciendo interpretaciones renovadas por ambos lados. No todo Comuna comparte esta perspectiva, otra perspectiva va orientar los trabajos al análisis específico de la lucha de clases y las particularidades de la cuestión política en Bolivia. De todas maneras, también se va compartir, más o menos de manera transversal, una lectura nómada del proletariado contemporáneo y del carácter territorial de los movimientos sociales, así como fuertes intentos de comprender las condiciones pluralistas de los fenómenos sociales, políticos, económicos y culturales. Sin embargo, hay un rasgo más, entre otros, que abría que anotar; comprender que, a pesar de compartir perspectivas comunes respecto al capitalismo, al colonialismo y la crisis estatal, hay diferencias de percepciones y de formaciones, propias trayectorias. Entonces se acordó el respeto a estas diferencias.

 

La experiencia más complicada de Comuna se da cuando dos de sus miembros terminan participando en el Estado y en el proceso constituyente. Álvaro García Linera asume sus responsabilidades como vicepresidente y Raúl Prada Alcoreza, se incorpora a la Constituyente como asambleísta, después tendrá dos responsabilidades en el gobierno como funcionario público. Estas participaciones nunca fueron bien vistas por Raquel Gutiérrez, y fueron toleradas por los demás. Esta etapa fue la menos prolífica de Comuna en cuanto a publicaciones. Prácticamente sólo se sacaron dos libros colectivos, una el 2006 y otra el 2009. También se convirtió en una etapa de discusiones diferidas y de diferenciaciones en las posiciones políticas, sobre todo el 2009 y 2010, con un traslado intempestivo de la discusión al espacio público el 2011. Las propias contingencias del proceso y la deflagración de sus contradicciones han empujado a definir perspectivas y tendencias referentes a la orientación del proceso. ¿Se trata de una ruptura, de una clausura de Comuna o mas bien de un realineamiento de fuerzas orientadas a iniciar una nueva etapa? El desafío está planteado, llevar la discusión al mismo espacio de actividades de los movimientos sociales y el gobierno. La tarea es realizar una evaluación crítica del proceso, del gobierno y de los movimientos sociales, publicar este análisis y el balance. Compartir y difundir la publicación quizás en uno de los momentos más críticos del proceso. ¿Por dónde vamos?

                                   

Autocrítica de Comuna

 

Hay que diferenciar el terreno imaginario, por así decirlo, del terreno efectivo, donde concurren los eventos, sucesos, hechos.  En el primero concurren los discursos que disputan la interpretación de los hechos, en el segundo acontecen los hechos. A pesas de esta distinción, no hay que olvidar que las narrativas, al interpretar lo que acontece, terminan apropiándose de lo ocurrido, pues terminan expresando discursivamente la memoria. En la narrativa de lo acontecido en la movilización prolongada del 2000 al 2009 Comuna jugo un papel importante, por su bagaje interpretativo. Un colectivo critica de la izquierda tradicional, asumiéndose como marxismo crítico en dialogo con el indianismo, asumiéndose indianista en dialogo crítico con el marxismo, estaba en mejores condiciones que toda la izquierda de interpretar lo que estallaba y sucedía como movilizaciones sociales. Esta perspectiva crítica y su activismo en los movimientos sociales emergentes le ayudó a comprender mejor los sucesos de las movilizaciones sociales anti-neoliberales, descolonizadoras y anticapitalistas, de carácter, mas bien, espontáneo. Por eso, se puede decir, que Comuna se colocó como en el núcleo de las narrativas de los movimientos sociales de la historia reciente. A partir de este eje, que tejió su narrativa a partir de los levantamientos indígenas del siglo XVIII e interpretó la historia de las luchas sociales como guerra anticolonial y lucha de clases, se puede configurar un mapa de la narrativa de la movilización prolongada.  Sin embargo, si bien Comuna juega un papel arquitectónico en la narrativa de las movilizaciones, no se puede concluir que pasa lo mismo en el terreno de los sucesos, eventos y hechos. En este caso, hay que anotar que Comuna era uno de los componentes en un conjunto complejo de composiciones sociales intervinientes en la movilización, siendo factores orgánicos las organizaciones sociales, sobre todo campesinas e indígenas. Comuna no fue ni la vanguardia como en un libro se dice, tampoco influyó en los acontecimientos desatados. Tampoco fue la “ideología” de la movilización. Estas son las leyendas que se construyen algunas academias e intelectuales, sorprendidos por la radicalización de los levantamientos andinos, amazónicos y chaqueños. Lo que aconteció, como movilización prolongada, tiene su dinámica de acción en el desborde social, que utiliza a las organizaciones sociales e inventa formas de organización, como la Coordinadora del Agua y Defensa de la Vida, que activa capacidades subversivas de las comunidades, de los colectivos, de las ciudades. Comuna aprendió de esta experiencia social.

 

Volviendo a la narrativa, si bien Comuna pudo construir una narrativa política del ciclo de movilizaciones, pudo interpretar el carácter autogestionario y comunitario de la movilización, pudo interpretar un anticapitalismo indígena desde la inquietud descolonizadora, no logró hacer la crítica a ciertas herencias pesadas, que después de la movilización, en las gestiones de gobierno, se hicieron más evidentes. En primer lugar, no hizo la crítica a la reiteración simbólica y política del caudillo, figura patriarcal, por eso mismo, retrograda en lo que respecta a las tareas emancipadoras. En segundo lugar, no hizo la crítica a la modalidad extractivista de los gobiernos y los Estado-nación subalternos, modalidad condicionante de la reiteración de la colonialidad persistente en las llamadas sociedades poscoloniales. En tercer lugar, no hizo la crítica suficiente al imaginario del Estado; pretendiendo la posibilidad de un Estado en transición. Algo que desde la perspectiva teórica política es complicado, pues alimenta la ilusión de la utilización del Estado. En cuarto lugar, en relación al primer punto, no efectúa una crítica a las estructuras patriarcales, al Estado patriarcal, a la dominación masculina, formas de dominación matriciales que sostienen las otras formas de dominación histórica. En quinto lugar, su apego al marxismo, aunque sea de una manera crítica, le impidió abrirse a otro horizonte epistemológico, más adecuado a la interpretación de la nueva generación de luchas sociales. El marxismo, a pesar de haber servido como instrumento crítico den las luchas sociales del siglo XIX y siglo XX quedó como una formación discursiva y formación enunciativa conservadora, que avalaba, al final de cuentas, el Estado y el desarrollo, que no era otra cosa que una manera bondadosa de hablar del capitalismo. En relación a estos puntos limitantes de Comuna, vamos a elaborar la autocrítica.

 

 

Mirada retrospectiva

 

Habría que situarse en la perspectiva de los combatientes para aproximarse a lo que sienten ante la experiencia del acontecimiento, al que lo intuyen desde la percepción corporal. Hay que situarse también, en este contexto, en el enfoque de los militantes revolucionarios, quienes se encuentran motivados e impulsados por los que consideran es su compromiso con las luchas de los condenados de la tierra, entre ellos, el proletariado de los siglos de la revolución industrial. Estas situaciones o estos colocarse en escena, por así decirlo, hacen no solamente de contextos de eventos y sucesos que se quieren analizar, considerados relativos a la crisis del sistema-mundo moderno, sino son como el lugar desde donde es aconsejable mirar esos eventos y sucesos, entre ellos, lo que corresponde a la constitución de voluntades de lucha.

 

Cuando hablamos de voluntades de lucha nos referimos a la predisposición a la acción, es decir, a la práctica encaminada a la transformación. Se constituyen sujetos predispuestos a cumplir con el compromiso social, se conforman organizaciones que asocian estas subjetividades predispuestas. Cuando hablamos de esta manera, aludiendo a la lucha, a la transformación, tomamos en cuenta la propia autorreferencia de los militantes revolucionarios; de ninguna manera se trata de hacer apología ni de los revolucionarios, ni de sus organizaciones, tampoco de sus movimientos. Sino de situar no solamente contextos, también discursos, formas de nombrar. Tomar sus autorreferencias como lugares ubicables en un mapa ideológico y político. Es menester, entonces, comprender estas situaciones a través de sus composiciones subjetivas y objetivas, por así decirlo, en su distribución en los espesores del tejido espacio-tiempo-territorial-social.

 

Hablando un lenguaje acostumbrado, sobre todo ese modo de presentación académico, diremos que nos compete ahora hablar del colectivo Comuna, un colectivo activista y de intelectualidad crítica que transcurre entre 1995 y 2010, desde su conformación hasta la publicación del último libro compartido, que es El Estado como campo de lucha. Después de esta publicación Comuna se disemina, aunque su diseminación haya comenzado un poco antes. Sin embargo, por determinación de dos miembros el colectivo no se clausura[1], como corresponde y como pretendía cerrarse con una carta autocrítica. Comuna se conforma con tres agrupaciones de activismo y críticas, autodefinidas marxistas; estas son Episteme, Autodeterminación y el Ejército Guerrillero Tupac Katari (EGTK), aunque, en este último caso hablamos de un proyecto guerrillero de más largo aliento. Comuna se autodefine un colectivo activista crítico marxista e indianista; busca criticar el marxismo desde el indianismo, busca interpretar el indianismo desde el marxismo crítico. En principio, sobresalen dos rasgos ilustrativos; uno es el relativo a la crítica al marxismo tradicional, sobre todo el marxismo militante que había remontado la dramática insurgencia de Bolivia; otro es la crítica a la historia política de la dominación oligárquica, con fuertes características coloniales. En la coyuntura de la emergencia del colectivo Comuna, la crítica tiene como referente la experiencia social del ajuste estructural neoliberal. Hasta aquí los rasgos generales, rasgos parecidos a otros colectivos y agrupaciones que sobresalen en la álgida coyuntura de la hegemonía ideológica neoliberal y en plena crisis ideológica de la izquierda internacional y nacional. Aunque las analogías no se repiten sino en unos cuantos colectivos y agrupaciones, sobre todo en México, Ecuador y quizás Guatemala, países de densa presencia indígena, pues la mayoría de las organizaciones de izquierda se mantienen en las mismas prácticas y reiteraciones ideológicas, sin llegar atinar ni siquiera a un boceto de autocrítica, después del derrumbe de los Estados del socialismo real y de los fracasos de la revolución socialistas, a excepción de Cuba. Sin embargo, la cualidad de comuna será otra, la de su activismo en plena coyuntura de crisis social, política y económica, desatada por los costos sociales de las políticas neoliberales. Activismo donde aprende de los movimientos sociales, del horizonte abierto por los movimientos sociales, que se levantan contra el neoliberalismo. En otras palabras, logra describir lo que venía aconteciendo y hace un seguimiento de la secuencia de los movimientos sociales, para después intentar no solo interpretar el entramado de lo acontecía sugerir bocetos de una teoría política.

 

Se han hecho investigaciones sobre Comuna, sobre todo tesis académicas, las cuales han tomado en cuenta particularmente sus publicaciones, en algunos casos sus testimonios, además de sus actividades a lo largo de quince años. Un parte de estas investigaciones supone un papel protagónico de Comuna en la movilización prolongada, que viene de 2000 y alcanza al 2005; sin embargo, este supuesto es discutible, pues los movimientos sociales estallan independientemente de Comuna, aunque si se entrecruzan con su activismo y sus descripciones e interpretaciones, además de debates que son difundidos por medios de comunicación, sobre todo televisivos, particularmente en las radios populares. Incluso algunas tesis llegan a proponer que Comuna tiene influencia en la Constitución boliviana; es más, incluso en la primera etapa del Gobierno de Evo Morales Ayma. Estas aseveraciones no son correctas; la Constitución, tal como fue escrita, tiene como referente principal al documento del Pacto de Unidad que titula Estado Plurinacional Comunitario, que fue distribuido, después, por UNITAS. Por otra parte, cuando el gobierno de Evo Morales se conforma prácticamente Comuna, su activismo, su activismo colectivo y su actividad de difusión, sobre todo su debate y deliberación, ya habían desaparecido, salvo un incipiente esfuerzo por continuar sus reuniones, que no prosperan como antes.

 

En pocas palabras, Comuna tuvo incidencia durante la movilización prolongada; su incidencia fue de activismo al interior de las movilizaciones sociales, de interpretación teórica y de descripción de la composición de los movimientos sociales, diversos y autónomos. Sin embargo, el decurso de los sucesos y eventos de la movilización social dependió de la correlación de fuerzas dadas en las coyunturas interpeladas por la movilización social. Las movilizaciones que se venían sucediendo se fortalecieron mutuamente, como una agregación de energías y de potencia social. Esta fue su ventaja sobre las fuerzas estatales, de los gobiernos de la coalición neoliberal. En resumen, Comuna interpretó lo que acontecía, aprendió del activismo, directamente de las fuerzas desatadas, logró visibilizar el horizonte abierto por la movilización social e intentó plasmar este aprendizaje teóricamente.

 

Ahora bien, la pregunta pertinente es: ¿Se trata de tener como referente a Comuna para comprender y entender lo que ha sido este colectivo activista y crítico, o se trata de tenerlo como referente para comprender, entender y conocer los contextos en los que se movió? Contextos que son los de las coyunturas que se extienden desde la asunción del proyecto neoliberal al gobierno (1985) hasta lo que podríamos llamar el eclipse de Comuna, que, más o menos, se da por el 2010, año de su última publicación colectiva y compartida.  La mayoría de las tesis, de las que hablamos, se proponen lo primero, es decir, hacer un seguimiento del colectivo de Comuna y dar cuenta de esta organización activista, intelectual y crítica. A diferencia de este enfoque, nosotros pretendemos, mas bien, lo segundo, dar cuenta del acontecimiento histórico-político-cultural desatado en los periodos mencionados, incluso que continuó sus decursos después, durante el proceso constituyente, y en su regresión y decadencia, en las gestiones de los gobiernos de Evo Morales Ayma. Para tal efecto consideraremos al colectivo Comuna como un síntoma organizativo del activismo y de la crítica teórica y política, síntoma que se da en plena crisis múltiple del Estado-nación, crisis que tiene varias fases; la que podemos llamar de inauguración de la crisis, con la independencia y la conformación de la república; la que podemos llamar crisis estructural de la flamante república, debido a la falencia institucional y de materialidad social, que adolecía la superestructura jurídico-política; la que podemos llamar de amenaza existencial por las derrotas de las guerras que extirpan más de la mitad del territorio con el que nace la república de Bolivia. La cuarta fase de la crisis múltiple del Estado-nación tiene que ver con la crisis liberal o del periodo liberal, cuando se intenta resolver el problema de la falencia institucional por medio de reformas liberales del Estado; sin embargo, son marcadamente insuficientes pues solo alcanzaba a parte de la población y a parte del territorio; la mayoría de la población, indígena, estaba marginada como la época colonial. La quinta fase de la crisis tiene que ver con el fracaso de la revolución nacional de 1952. Esta revolución logra fundar de nuevo la república sobre la matriz nacional-popular, resolviendo los problemas de falencia institucional y de materialidad social, sin embargo, se queda, por así decirlo, a mitad del camino. Se trata de una revolución inconclusa, que, si bien, logra incorporar al grueso de la población indígena a la vida política, mediante la reforma agraria y el voto universal, que si bien logra crear las condiciones de posibilidad histórico-políticas-económicas del Estado nación con la nacionalización de las minas, además de avanzar en la legitimidad ideológica con la reforma educativa, deja estas tareas democrático-burguesas, a decir del discurso marxista, a mitad del camino. No concluye la revolución nacional con la materialización plena del Estado-nación.

 

Esta crisis estructural, la relativa a la quinta fase de la crisis múltiple del Estado-nación, se extiende hasta nuestros días, los relativos a los periodos de las gestiones de gobierno de Evo Morales Ayma, pues, a pesar de la movilización prolongada (2000-2005) y el proceso constituyente (2006-2009), fuera de las medidas implementadas durante la primera gestión del gobierno del “presidente indígena”, el Estado-nación continua y permanece, pues no se conforma un Estado-Plurinacional-Comunitario-Autonómico, salvo en el cambio de nombres. Entonces, la sexta fase de la crisis múltiple del Estado-nación corresponde a la crisis política e ideológica, además de institucional, de una transición abortada en las gestiones de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS).

 

La composición del síntoma de Comuna tiene que ver, en parte, por su esfuerzo por caracterizar la crisis múltiple del Estado-nación, crisis que la considera como relativa a la pervivencia colonial, además del modelo del capitalismo dependiente, en su perfil primario exportadora. Las premisas teóricas se pueden situar en estas consideraciones de partida; ahora bien, el desarrollo de la crítica se va a situar en la crítica al proyecto neoliberal aplicado por los gobiernos de la coalición. Por otra parte, como dijimos, Comuna va a dedicarse a describir los movimientos sociales que se desenvuelven el quinquenio 2000-2005. Entonces, narrativa teórica va a desplegarse como crítica a la colonialidad, sobre todo como crítica del Estado-nación; también como crítica del ajuste estructural neoliberal, que va a ser visto como saqueo de Bolivia por las empresas trasnacionales. Se va a mencionar variadas veces a una nueva oligarquía conformada o reforzada por medio de los procesos de privatización, denominados de “capitalización”. Esta oligarquía, como las anteriores, es racial, blanco-mestiza. Otra narrativa, la tercera, se va elaborando a partir de la experiencia activista con los movimientos sociales. Esta narrativa, por así decirlo, es mixta; es descriptiva, basada en fuentes empíricas inmediatas de la movilización; también es hipotética o interpretativa, pues a medida que se acumulaba la experiencia, la memoria y la información sobre los movimientos sociales, se construyen interpretaciones teóricas de lo que acontecía.

 

Otros aspectos de la composición del síntoma Comuna tienen que ver directamente con su activismo. La organización misma de Comuna es dúctil, abierta, flexible, que incorpora a otros grupos, sobre todo a activistas de los movimientos sociales. En su forma más dúctil Comuna incluso es adoptada por algunos movimientos sociales; por ejemplo, la Coordinadora del agua y defensa de la vida. A través de algunos de sus miembros, Comuna participa en la movilización indígena campesina de septiembre del 2000, cuando se sitian cuatro ciudades, El Alto, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.  También, por intervención de otros miembros de Comuna, este colectivo participa en la llamada guerra del agua, septiembre y octubre del 2003. Lo mismo ocurre con las movilizaciones singulares que se dan entre el 2003 y 2005. Esta parte de la composición del síntoma Comuna es quizás más determinante que la parte teórica de su aporte, pues es en el activismo donde aprende este colectivo. Su aprendizaje le permite desplazarse a una narrativa política y teórica de mayor incidencia en los sucesos y eventos del acontecimiento político.

 

La otra parte de la composición del síntoma Comuna tiene que ver con los perfiles individualizado de sus miembros, los que se dan a conocer en distintos ámbitos del acontecer, sobre todo mediáticos, fuera de los de la difusión propia, las publicaciones, y las reuniones, presentaciones, exposiciones, debates, que se dan, más o menos, de manera rítmica, contando incluso con un cronograma de la Escuela del pensamiento crítico.  Bueno, esta composición del síntoma Comuna le permite distintos desplazamientos en distintos planos de intensidad de las álgidas coyunturas de la crisis histórico-política-cultural del Estado nación.  Por eso decimos, que, mas bien, podemos pulsar el acontecimiento político a través de las actividades críticas, teóricas, de difusión y activistas de Comuna.

 

Obviamente que se puede tomar otros referentes, para desde estas perspectivas, reconfigurar los contextos, los espesores de la coyuntura, los entramados del acontecimiento político, como por ejemplo las organizaciones sociales involucradas en la movilización prolongada, la Confederación Sindical Unificada de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), la Confederación Indígena del Oriente de Bolivia (CIDOB) u otras organizaciones sociales. Incluso si se toman todos los referentes involucrados se puede intentar una mirada integral y dinámica del acontecimiento político. Es esta mirada integral la que no se ha efectuado hasta ahora, salvo las evaluaciones críticas hechas por nosotros, que tampoco alcanzan a ser la mirada integral requerida, aunque se aproximen. Nos remitimos a los escritos del periodo de Comuna, también a los ensayos de Acontecimiento político, así como a los ensayos propiamente críticos, de desplazamiento y de ruptura epistemológica posteriores. En el presente ensayo lo que intentaremos hacer es subsanar ciertas falencias y vacíos de las investigaciones que se han hecho sobre comuna, sin desmerecer sus aportes.

 

Antecedentes

 

Hay que hurgar en lo que podemos nombrar antecedentes de Comuna o, mejor dicho, los grupos y organizaciones que compusieron el mentado colectivo activista. Hablamos del proyecto de investigación y de pensamiento crítico latinoamericano conformado en Episteme, también del grupo de reflexión marxista crítico Autodeterminación, de orientación gramsciana, así como de la organización armada Ejército Guerrillero Tupac Katari (EJTK). No pretendemos ser exhaustivos en el seguimiento de estas conformaciones, cuyos desplazamientos se mueven en distintos contextos, aunque se cruzan en intersecciones compartidas; pero, si situarlas en las coyunturas previas a la movilización prolongada (2000-2005), además de mostrar los aportes de cada una de estas organizaciones en la composición de Comuna.

 

Comenzaremos con Episteme, cuya trayectoria se remonta a 1985 y se extiende durante una década (1995). Su vínculo principal es la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), de la que recibe un apoyo en infraestructura, el piso 10 del edificio Hoy, además de ser el escenario donde incursiona con su revolución epistemológica, en materias metodológicas, teóricas y de investigación. El proyecto de Recuperación del Ayllu (UMARAKA) será su incursión extrauniversitaria, en la comunidad de Qulli Qulli, a cinco kilómetros de Lahuachaca. Básicamente Episteme es una instancia teórica y crítica de formación epistemológica, entendiendo la epistemología como proyecto político, orientado a la construcción del pensamiento propio. El asesor de Episteme es el connotado epistemólogo latinoamericano Hugo Zemelman Merino, de quien se difunden sus escritos, incluso algunos, antes de su publicación en editoriales conocidas; por ejemplo, Horizontes de la razón. Episteme va a cobijar a un grupo del Ejército de Liberación Nacional (ELN), denominado Comisión Néstor Paz Zamora CNPZ , que pide por medio de carta, ingresar a los espacios de formación de Episteme.  

 

El perfil de Autodeterminación es más de un grupo de reflexión y de difusión del pensamiento crítico marxista, de orientación gramsciana. Su principal actividad se concentra en la publicación de la revista que lleva el mismo nombre: Autodeterminación. Posteriormente se convierte en una editorial, que sigue publicando libros, aunque las actividades de formación y reflexión colectiva quedan restringidas. A diferencia de Episteme, Autodeterminación continúa sus actividades de difusión hasta nuestros días; la presentación de los libros se hace en el auditorio del Museo de Etnografía y Folklore (MUSEF). Como se puede ver, Autodeterminación está también ligada a la labor universitaria, aunque no solo, pues, en un tiempo intenta convertirse en un proyecto político.

 

El EJTK ha de ser conocido por su actividad guerrillera, por el alzamiento armado, de lo que se acusa a los miembros de esta organización política. Sin embargo, a pesar de que el desenvolvimiento organizativo se enfoca a la preparación armada, además de la formación de los militantes, el EJTK tiene un núcleo teórico, de interpretación histórico-política, además de crítica teórica, desde la perspectiva marxista-indianista.  Es este núcleo intelectual el que va a conectarse con las actividades de las otras organizaciones mencionadas y con ellas conformar el colectivo Comuna. El EJTK va a tener incidencia en los desplazamientos sindicales que se dan en Bolivia, sobre todo en el Altiplano, más que en los valles. Así como tiene que ver directamente en la constitución de los Ayllus Rojos, organismo de convocatoria, movilización y de concurrencia en los Congresos del sindicalismo campesino.

 

Como se puede ver, estas organizaciones activistas y críticas, que tienen como referente de la crítica y de la interpelación activa al Estado-nación de Bolivia y a su estructura social de raigambre colonial, le otorgan, anticipadamente, un perfil de definición a Comuna. El colectivo Comuna, desde sus inicios, reconoce las diferencias interpretativas de la realidad, aunque se declaren abiertamente del enfoque del marxismo crítico; este reconocimiento le permite una apertura a variadas interpretaciones, que se complementan, pero también contrastan, por lo menos en determinados aspectos. Se ha dicho, respecto a los escritores de Comuna, que en vez de debatir se lanzan flores; aunque esto es exagerado, ilustra en que los comuneros prefieren cohesionarse en lo que comparten, el marxismo crítico y el indianismo, evitando fisuras por las posibles discusiones que se ventilan. De todas maneras, en ocasiones álgidas se dieron estos debates, aunque más fueron internos, salvo cuando se destacan posiciones encontradas respecto a los posibles desenlaces de la movilización prolongada y del proceso constituyente.

 

Por otra parte, los antecedentes de Comuna no pueden circunscribirse a las organizaciones mencionadas, que tuvieron que ver de manera directa en la conformación de Comuna. Comuna emerge en un contexto de crisis del proyecto neoliberal, pero, también, como dijimos, en el contexto mayor de la crisis múltiple del Estado-nación. La pregunta es: ¿Cuándo se puede datar el comienzo de periodos coyunturales singulares que hacen a una época particular de la crisis del Estado-nación? Desde los escritos de Comuna, de mi autoría, situé el punto de quiebre, de desplazamiento histórico-político, en la masacre del valle, Epizana, Tolata, cuando el movimiento campesino no solamente rompe con el Pacto Militar Campesino, sino, incluso con el Estado-nación boliviana, cuando emerge el proyecto político-cultural descolonizador katarista. Dos hitos son importantes señalar; uno es la concentración de Ayo Ayo, donde se instala la estatua del insigne Tupac Katari, cuando se funda el movimiento katarista; otro es el bloqueo nacional campesino de 1979, cuando la CSUTCB, dirigida por Genaro Flores, para el país. Podemos decir que este bloqueo nacional es, en realidad, el antecedente primordial, en la historia reciente, de los bloqueos y sitios, además de movilizaciones nacionales, que se dan después, particularmente durante la movilización prolongada. Entonces la historia reciente, de lo que se va a conocer como lucha por la democracia, contra las dictaduras militares, la dramática breve historia de la Unión Democrática y Popular (UDP), la resistencia contra el proyecto e implementación neoliberal, la movilización prolongada, incluso el proceso constituyente y las gestiones de gobierno de Evo Morales Ayma, comienzan aquí, en este punto de inflexión histórico político del levantamiento campesino contra la dictadura del general Hugo Banzer Suárez, interpelando la masacre del valle. El síntoma Comuna y todo lo que ocurre en esta temporalidad definida no puede descifrarse sino en los contextos y entramados de esta historia reciente.

 

 

Anti-genealogía y contrapoder en Comuna

 

En los escritos de Comuna se nota, desde las primeras publicaciones, una clara opción por el contrapoder. Comuna se concebía así misma como la continuación de las comunas indígenas del levantamiento panandino, de la misma manera se consideraba como el legado de la Comuna de París. La predisposición teórica, crítica y política radicaba en el antiestatalismo, otorgando a la sociedad movilizada la potestad de la transformación social, política, económica y cultural. Sin embargo, no hay que olvidar que Comuna es un colectivo activista, no solamente se dedica a la investigación de los movimientos sociales, a la interpretación de los mismos y a la teoría crítica. En lo que corresponde al activismo Comuna ha desplegado una práctica que podemos considerar relativa al contrapoder, en este sentido, la interpretación crítica de las estructuras y diagramas de poder, además de cartografías políticas, se puede caracterizar de anti-genealógica, entendiendo que la genealogía del poder supone el análisis del presente a partir de una mirada retrospectiva del pasado, presente de la situación y actualización de las dominaciones. Por lo tanto, la mirada crítica, deconstructiva y correspondiente a la diseminación institucional se desenvuelve desde una hermenéutica anti-genealógica.

 

Desde la publicación colectiva de El fantasma insomne hasta la última publicación conjunta, El Estado como campo de batalla, se puede decir que Comuna ha pasado desde una fase que puede caracterizarse de descriptiva, correspondiente a la experiencia activista en los movimientos sociales, que da como producción literaria las publicaciones El retorno de la Bolivia plebeya, Tiempos de rebelión, Democratizaciones plebeyas y Memorias de Octubre; El Fantasma insomne es, más bien un libro de reflexión teórica donde se evalúa el Manifiesto comunista desde el presente y se analiza el presente desde el Manifiesto comunista. En ese periodo se publica también Pluralismo, teoría política boliviana, que tiene la pretensión de ofrecer una teoría política propia, generada a partir de la experiencia de la movilización social, sobre todo la dada en la movilización prolongada (2000-2005). Entonces, teniendo en cuenta estas secuencias enervadas entre investigación descriptiva y teoría crítica, podemos considerar dos estilos de escritura, una descriptiva, la preponderante en ese periodo, otra teórica, que acompasa con las investigaciones descriptivas. Otro periodo de escritura, el subsiguiente, ya contando con los desenlaces de la movilización prolongada y la perspectiva del proceso constituyente, se puede caracterizar como teórico y prospectivo, cuando Comuna se da la tarea de abrir horizontes de visibilidad en el contexto de lo que se va a venir en llamar proceso de cambio. El primer escrito de este periodo de la teoría crítica y de la crítica teórica de Comuna es Horizontes y límites del poder, le sigue La transformación pluralista del Estado, culminando con Estado: campo de lucha. En estas tres publicaciones destaca el análisis crítico del Estado-nación, el análisis prospectivo de las posibilidades del Estado Plurinacional y el análisis interpretativo de las contradicciones inherentes al Estado, ya sea Estado-nación o se considere al naciente Estado Plurinacional Comunitario y autonómico, que termina de truncarse en un proceso de cambio dramático.

 

 

Últimas comunicaciones de Comuna antes de su clausura

 

Declaraciones de Comuna

En el contexto de la crisis del “proceso de cambio”

 

 

 

 

Contenido:

En defensa crítica del “proceso” de cambio                                                      

Al pueblo que se movilizó                                                                                        

A los propietarios de los recursos naturales, los y las bolivianas                             

 

Inspiración zapatista:

Tomando el ejemplo de las comunidades zapatistas de la selva lacandona                                                                                                         

Contra la impostura                                                                                                    

La discreta comedia electoral                                                                                 

  

 

Declaración de Comuna 

En defensa crítica del “proceso” de cambio

 

Consulta para una Convocatoria de las organizaciones sociales a la reconducción del “proceso” 

 

El llamado “proceso” de cambio pasa por una crisis, atravesado por profundas contradicciones. Es urgente tomar posición al respecto. ¿Cómo salir de la crisis? ¿Cómo resolver las contradicciones? ¿Cómo avanzar? ¿Cómo profundizar el “proceso” de cambio? Las contradicciones son conocidas; una Constitución que establece el Estado plurinacional comunitario y autonómico en contraste con un Estado-nación conservado por el gobierno; un modelo de economía social y comunitaria, en la perspectiva del vivir bien, encaminado a la independencia económica y a la soberanía alimentaria, que salga del modelo extractivista, en contraste con la continuidad y expansión del modelo extractivista, que nos hace dependientes y conserva el colonialismo impuesto por el capitalismo. Un sistema de gobierno de democracia participativa, definido por la Constitución, en contraste con una práctica caudillista, cupular, prebendal y clientelar de gobernar. Derechos de las naciones y pueblos indígena originarios, constitucionalizados, en contraste con la vulneración de estos derechos, el avasallamiento de sus territorios, desconociendo su autonomía, su autogobierno y libre determinación. Estas contradicciones obligan a la crítica del gobierno y de la conducción del “proceso” de cambio. Esta crítica no puede ser sino radical en contra de las estructuras de poder restauradas y los grupos de poder conformados; en contra de las distorsiones políticas, las prácticas prebendales y clientelares, en contra de las renovadas subordinaciones a las empresas trasnacionales y a las geopolíticas regionales. Empero, no se puede perder de vista la defensa del “proceso” de cambio. 

La coyuntura presente, que puede ser definida tanto por la crisis del “proceso” como por la situación electoral de 2014, exige una posición clara ante los dos desafíos. Nuestra posición la definimos en los siguientes puntos: 

 

  1. Respecto a la crisis del “proceso” de cambio, ante sus profundas contradicciones, se requiere urgentemente la reconducción del “proceso”, reconducción dirigida por las organizaciones y movimientos sociales anti-sistémicos.

 

  1. Respecto a las próximas elecciones, pedimos que sean las organizaciones, el bloque popular, el pueblo, las naciones y pueblos indígenas, las que se pronuncien al respecto. Teniendo en cuenta la calamitosa conducción del gobierno, el haberse convertido en contra-proceso y encontrarse patentemente en contra de la Constitución, se requiere como requisito para una rearticulación del bloque popular, que abrió el curso del proceso de cambio, mínimamente el cambio completo de las direcciones, tanto gubernamentales, políticas y de las organizaciones sociales.

 

 

  1. Las salidas a la crisis del “proceso”, incluso la forma de abordar las próximas elecciones, deben emerger del seno de las organizaciones y los movimientos sociales. Estas salidas no pueden sino estar enmarcadas en la defensa crítica del “proceso”.

 

  1. Las salidas a la crisis son políticas, es decir, acontecimientos políticos transformadores; implican la reconducción del “proceso”. No son salidas electorales.

 

 

  1. No hay una salida electoral a la crisis del “proceso”; las elecciones no serían otra cosa que la verificación cuantitativa de las fuerzas en crisis. El electoralismo es una reducción liberal de la problemática de la crisis.

 

  1. No estamos de acuerdo con la formación de un frente alternativo de “izquierda” electoralista, que de alternativo sólo tendrá su fuerza crítica y argumentativa; pero, no será una fuerza política alternativa.

 

 

  1. Ante la posibilidad de un frente amplio de “derecha”, llamamos a conformar un frente único de “izquierdas”, estratégico y no electoralista, para defender críticamente el “proceso”. Con todas las contradicciones por las que pueda estar atravesado, es el “proceso” que hemos abierto y es el “proceso” que debemos defender ante cualquier intento de retornar a los periodos neoliberales y liberales anteriores. El “proceso” ha sido abierto por la movilización general, aunque haya sido usurpado por grupos de poder, es producto de las luchas sociales. No se puede dar ningún chance al retorno de las “derechas” a retornar al gobierno.

 

  1. La defensa crítica del “proceso”, la formación de un frente único de “izquierdas”, estratégico y de transformación, en defensa del “proceso”, no quiere decir, de ninguna manera, que se baja la guardia en la crítica del gobierno, de los grupos de poder, de la conducción conservadora, clientelar y prebendal. Todo lo contrario, la crítica es el mejor instrumento de reconducción y la reconducción es la alternativa efectiva para la profundización del “proceso”. 

 

 

Primera crítica cardinal

Crítica del poder 

 

 

  1. La principal crítica al gobierno, a las gestiones de gobierno, al núcleo centralizador y concentrador de poder, que funge de conducción del “proceso” de cambio, es haberse arrogado la representación de los movimientos sociales anti-sistémicos, es haberse apoderado del “proceso” como si fuesen sus dueños. Esto no es otra cosa que efectuar la economía política del poder, efectuación que se da en todos los estados, sobre todo en el Estado-nación, economía política de poder que consiste en la diferenciación de potencia social y poder, expropiando la potencia por parte del poder, acumulando la disponibilidad de fuerzas, monopolizando las fuerzas como violencia simbólica, psíquica y física del Estado. Es decir, se hace como todo Estado, sobre todo el Estado moderno, de separar Estado de sociedad, usando el Estado contra la espontaneidad de la sociedad, apropiándose, capturando parte de la potencia social, para reproducirse como clase política dominante, como burguesía, con pretensiones hegemónicas.

 

  1. En este sentido, la crítica anterior adquiere su especificidad histórica cuando se constata que, con el procedimiento mencionado, de diferenciación de potencia social y poder, la economía política del poder se convierte en economía política de la colonialidad; es decir, de la continuidad colonial en las llamadas sociedades postcoloniales, que en el caso de nuestro, Bolivia, como en los demás países del continente de Abya Yala, continúa la ruta colonial en la forma republicana. En lo que respecta al gobierno llamado “popular e indígena”, la colonialidad continúa presentándose en forma de transición al Estado plurinacional, incluso como tal, simulando pluralidad política, institucional, jurídica, social, económica y cultural, cuando efectivamente se mantiene en las estructuras y arquitectura política e institucional del Estado-nación. Por este procedimiento de simulación el gobierno, llamado también “gobierno de los movimientos sociales”, que es otra usurpación, continúa la colonización de las naciones y pueblos indígenas originarios, emprendida desde la conquista.

 

  1. Estamos lejos de la construcción del Estado plurinacional comunitario y autonómico, como manda la Constitución. Para que esto ocurra se requiere de transformaciones estructurales e institucionales, que no se dieron. Transformaciones que implican pluralismo institucional, pluralismo administrativo, pluralismo normativo, pluralismo de gestión, incorporando como eje primordial del pluralismo de gestión a la gestión comunitaria y a la gestión pública participativa y colectiva, con control social, como manda la Constitución.

 

  1. El llamado “gobierno de los movimientos sociales” o gobierno popular ha reforzado la maquinaria administrativa, jurídica y política del Estado-nación, mono-nacional, monocultural, nono-institucional. Ha extendido la mediación burocrática, ampliándola a niveles casi insostenibles y espantosamente deficientes, de tal forma que ya no se tiene gobierno, en el sentido de gobernar el Estado (gubernamentalidad), gobernar las fuerzas, sino se tiene como un cuoteo corporativo, concediendo zonas de control a los gremios afines, controlando a las organizaciones con circuitos prebendales y clientelares, centrando y nucleando las decisiones estratégicas en una élite gobernante.

 

  1. Esta estructura de poder, piramidal y cupular, ha convertido a los movimientos sociales en una figura alegórica, ha convertido a las organizaciones sociales en organizaciones cooptadas clientelarmente, usando a las dirigencias como representaciones perversas de los sindicatos, en una total ausencia de democracia sindical, dividiendo a las organizaciones indígenas, imponiendo representaciones adulteradas y manipuladas. Ha convertido al pueblo, en clave plural, es decir, a los pueblos, a la sociedad, en clave plural, es decir, a las sociedades, a las comunidades indígenas, con territorio comunitario y autoridades originarias, a las comunidades campesinas, con propiedad familiar de la tierra y dirigencia sindical, en rehenes de una economía política del chantaje, de una política de la coerción, del amedrentamiento y de la amenaza. 

 

  1. Este estilo de gobierno ha ampliado considerablemente la antigua práctica de la corrupción, corroyendo las instituciones, conformando ampliamente redes paralelas no-institucionales de decisión, de poder, de apropiación indebida de los recursos estatales. Esta corrosión institucional ha llegado al extremo de su extensión que se hallan comprometidos en esta práctica desde las dirigencias hasta la cúpula de gobierno, pasando por todas las mediaciones burocráticas y representativas.

 

  1. Este estilo de gobierno controla o se ilusiona controlar todo, sobre todo se ilusiona conservar el poder, cuando, en realidad, lo que está ocurriendo, es que ha carcomido, con estos procedimientos, las fortalezas no sólo del “proceso” de cambio, sino incluso del propio gobierno. Perdiendo éste el instinto de conservación; desconectado de la realidad, apuesta por la ilusión de la autocomplacencia celebratoria.

 

  1. Otro fenómeno que se ha manifestado en dimensiones increíbles es lo que se llama el llunkirio, la sumisión y el servilismo indisimulado e indigno a los jefes. La adulación y la alabanza más patéticas son conductas cotidianas en el partido de gobierno, en la administración pública, en el Congreso, en los órganos del Estado, en los medios de comunicación, donde las declaraciones más lisonjeras y serviles se dan de parte de los llunk’u. Esta sumisión y servilismo, esta adulación extrema, no es otra cosa que una estrategia de poder de los llunk’u que medran a la sombra del caudillo, para servirse, beneficiarse y conservar sus pequeños dominios.

 

  1. Esta estructura de poder cupular y piramidal, amparada en la figura del caudillo, tiene su base social en este llunkirio, en este servilismo y sumisión. Como se puede ver es una base endeble y vulnerable. La falta de convicciones, la ausencia de democracia, el vacío de deliberación, debate y discusión, por lo tanto de uso crítico de la razón, la delegación absoluta de las decisiones a la cúpula gobernante, delegación llamada irónicamente “centralismo democrático” o “disciplina partidaria”, no pueden sostener firmemente una estructura de poder por largo tiempo. Es como una fruta de la que sólo ha quedado la cascara, mientras por dentro se ha podrido y agusanado, quedando sin contenido sustancioso.  

 

 

Segunda crítica cardinal

Crítica de la economía política extractivista

 

  1. Otra crítica fundamental al gobierno y su ejercicio de poder es la continuidad de una política económica dependiente. La base de esta dependencia es la preservación, extensión e intensificación del modelo colonial extractivista. Se apuesta casi con desesperación a la explotación de minerales, explotación hidrocarburífera y de otros recursos naturales como el Litio, explotación que deriva en la exportación de materias primas a las potencias industriales, antiguas y emergentes, re-convirtiendo al país en reserva de materias primas de las grandes oligopolios y monopolios de las empresas trasnacionales.

 

  1. El gobierno se contenta y se explaya propagandísticamente con la parcial nacionalización de los hidrocarburos, que, indudablemente, ha mejorado notoriamente los ingresos del Estado, empero no ha logrado la refundación de YPFB como empresa productiva, reducida a administradora del control técnico de las empresas trasnacionales, salvo participaciones localizadas en la explotación y en las plantas separadoras.

 

Si bien los efectos de las medidas nacionalizadoras generan mayores ingresos para el Estado; en contraposición, la forma de “nacionalización”, parcial e inconclusa, conduce a la compra de acciones, con pleno beneplácito de las empresas transnacionales. Estas empresas, no solamente fraguaron, como ocurrió efectivamente con ENTEL, estados financieros fraudulentos y reparto de utilidades inexistentes, sino que incurrieron en falta de pago de tributos al Estado, usando diversas vías. Estas empresas generaron grandes adeudos tributarios, regulatorios imbuidos, además de comercialización fraudulenta de nuestros recursos. Debido a la forma “nacionalización”, estos adeudos han sido condonados; es decir, el Estado se hace cargo de los adeudos del propio Estado. Por ley se condonó la deuda al Estado, por parte de las empresas trasnacionales; en otras palabras, se perdona su pago a las empresas trasnacionales, que irónicamente son llamadas por el gobierno “socios estratégicos”. A estos “socios” les venimos pagando por sus “acciones”, alimentando su propio enriquecimiento.

 

Esta autosatisfacción del inicio parcial de nacionalización encubre la entrega de los recursos naturales a las empresas trasnacionales, al capital internacional. Encubre la repetición del eterno retorno del círculo vicioso de la dependencia.

 

  1. La dependencia es una relación estructural de dominación y sometimiento a la geopolítica del sistema-mundo capitalista, dependencia derivada de la historia colonial y de la colonialidad en la constitución del sistema-mundo, geopolítica que divide al mundo entre centros mutantes y periferias petrificadas, geopolítica racializada basada en la economía política colonial, que diferencia blanco/indio, blanco/negro, blanco/de color, como códigos civilizatorios; interpretando lo blanco y sus aproximaciones como moderno, desarrollo, progreso, bien estar; interpretando lo indio, lo negro, lo de color, como premoderno, pre-capitalista, subdesarrollo, pobreza.

 

  1. Dependencia y colonialidad son conceptos complementarios. Las estructuras de la dependencia son coloniales, son formas variadas de la colonialidad; la colonialidad es la base multiforme de la dependencia; colonialidad del poder[2], colonialidad del saber[3], colonialidad de cuerpo[4], etc. Colonialidad y dependencia se retroalimentan recíprocamente. La dependencia tiene también una base económica; ésta es el modelo extractivista, que no es otra cosa que una colonialidad económica. La dependencia es colonial y la colonialidad regenera la dependencia.

 

  1. El gobierno al apostar por la expansión del modelo extractivista, expandiendo la posibilidad de las concesiones petroleras, hidrocarburíferas, mineras, no hace otra cosa que reforzar e intensificar la dependencia y la colonialidad. Sosteniendo esta expansión con la ampliación de la frontera agrícola, invadiendo los bosques y los ecosistemas de equilibrio biodiverso, consolida una composición extractivista que convierte a la agricultura y la ganadería, expansivas, de mono cultivo y de ganadería manipulada, en agricultura y ganadería extractivistas, que atentan contra la madre tierra, los bosques, las cuencas y los ciclos reproductivos de los ecosistemas. La introducción de los transgénicos en el cultivo expansivo de la soya, ahora con la intensión de ampliar a otros productos, ha acrecentado el modelo hacia su desplazamiento neo-extractivista. La presencia de megaminerías, que explotan a cielo abierto, destruyendo los ecosistemas en magnitudes monumentales, son parte de este neo-extractivismo, altamente destructivo, de tecnología avanzada y de bajo empleo de la fuerza de trabajo. 

 

  1. La decantada industrialización no es más que una estafa. Montajes de plantas que no tienen nada de industriales, inversiones que no se justifican, empero sirven para montar escenarios y desviar fondos, aprovechando presupuestos inflados. Plantas separadoras, que obviamente no corresponden al concepto de industrialización, son presentadas como los grandes logros de la industrialización; plantas sobrevaloradas injustificablemente e insosteniblemente, que al final no forman parte de la industrialización, sino que son dispositivos materiales del diagrama de poder de la corrupción. El fracaso de la empresa siderúrgica del Mutún es apenas una muestra de las improvisaciones, tramoyas, simulaciones, montajes, que esconden conductas inescrupulosas en la administración indebida de los recursos naturales, que son propiedad de todos los bolivianos.

 

  1. La dependencia, la colonialidad, el modelo extractivista, cuentan también con un procedimiento administrativo financiero, que corresponde a la concepción monetarista de las políticas económicas que apuntan al equilibrio macroeconómico, respondiendo a los condicionamientos del sistema financiero internacional; forma de dominación y hegemonía del ciclo del capitalismo, en su etapa tardía y de clausura.

 

  1. El gobierno ha optado por una subordinación consecuente al sistema financiero internacional, a la forma más abstracta de la manipulación y especulación de la valorización dineraria, forma acabada del imperialismo y del imperio. Ha entregado el ahorro de los bolivianos, las reservas fiscales a bancos extranjeros, bancos que son dispositivos claves de la dominación financiera. El gobierno ha emitido bonos soberanos entregando como garantía nuestra soberanía sobre los recursos naturales. El gobierno forma parte de la especulación financiera, de las burbujas financieras, del más flagrante despojamiento abstracto del ahorro y el trabajo de las sociedades. El gobierno se ha entregado al cuerpo descomunal del imperialismo vigente, mientras dice pelear con el fantasma del imperialismo, una figura que quedó en los periodos de la segunda guerra mundial y se extendió hasta la guerra del Vietnam.

 

  1. Modelo extractivista y política monetarista conforman la composición de una política económica gubernamental que reproduce la dependencia colonial.

 

 

Tercera crítica cardinal

Crítica del despotismo ilustrado

 

  1. Una tercera crítica cardinal al gobierno es su descarte del ejercicio democrático en todos sus niveles. Ha optado por la absorción de los órganos de poder del Estado, desechando el marco del equilibrio y división de poderes, que, si bien corresponde a la república, se encuentra, sin embargo, constitucionalizado, en la transición al Estado plurinacional comunitario y autonómico. Ha descartado toda deliberación, debate y discusión, imponiendo la verdad del poder, que es la verdad imaginaria de la cúpula gobernante. Haciendo esto, la imposición del despotismo ilustrado, ha acabado con la vida política del movimiento o partido político de gobierno, ha anulado la democracia sindical, ha inhibido al máximo la facultad de raciocinio, llevando al extremo de la obediencia, sumisa y servil, convirtiendo la “disciplina” partidaria en subordinación resignada a las órdenes de los jefes. Llama irónicamente “centralismo democrático”, como sorna sádica, al despotismo elitista de la cúpula gobernante, que confunde el ejercicio de la política con la subordinación cuartelaría, confundiendo a los “revolucionarios”, que de por sí son críticos, con soldados obedientes y subordinados.

 

  1. Con el descarte del ejercicio democrático, de la democracia como matriz de la política, en tanto suspensión de los mecanismos de dominación, democracia basada en el prejuicio de la igualdad y en la deliberación popular, la representación del pueblo, definitivamente se ha anulado la posibilidad de conformar el sistema político de la democracia participativa, tal como lo establece la Constitución; el ejercicio plural de la democracia, democracia directa, comunitaria y representativa. Con el descarte del ejercicio democrático y la anulación de la construcción del sistema político de la democracia participativa, se impide la participación y el control social, la construcción colectiva de la decisión política, la construcción colectiva de la ley, la construcción colectiva de la gestión pública.

 

  1. Con estos descartes democráticos y la anulación de la construcción del sistema de gobierno de la democracia participativa, se alejó también la posibilidad de construir una nueva forma de gubernamentalidad, la gubernamentalidad de las multitudes, radicalmente diferente a la gubernamentalidad liberal, extendida en gubernamentalidad neo-liberal, basadas en el dejar hacer y el dejar pasar, así como en la competencia. La gubernamentalidad de las multitudes también es una forma de gubernamentalidad diferente a la gubernamentalidad de Estado policial, que es en lo que finalmente acabó la forma de gobierno “socialista”, al descartar precisamente la democracia como base del socialismo. La gubernamentalidad de las multitudes es la forma de gobierno más avanzada de la democracia, es una profundización colectiva, participativa y comunitaria, pluralista y dinámica de la democracia.

 

 

Cuarta crítica cardinal

Crítica de la dominación masculina

 

  1. La cuarta crítica cardinal al gobierno tiene que ver con su carácter patriarcal. El Estado patriarcal[5] es un concepto que expresa la “síntesis” política de la dominación masculina, la dominación de la fraternidad de los machos. Desde una interpretación histórica, las estructuras patriarcales se remontan a la constitución de las sociedades llamadas sedentarias, las que se organizan sobre la base de la expansión de la agricultura, la revolución verde. Estas sociedades, no todas, tienden a fijar formas de familia, estructuras familiares, relaciones familiares, relaciones infra-familiares, basadas en la diferenciación “sexual”. Empero, todavía no se hace evidente la dominación masculina; para lograr este efecto de poder se requiere algo más que la condición de posibilidad sedentaria, de la condición de fijación local, territorial, de las estructuras familiares, algo más que de las distinciones y diferenciaciones culturales de los “sexos”. Este algo es un régimen de poder, avalado, por así decirlo, por un régimen ético, moral y religioso. Entre ambos regímenes, el régimen de poder y el régimen religioso, se puede suponer un régimen, primero, de posesión, y después, de propiedad, sobre todo de la tierra, que podríamos llamar, con mucho recaudo, régimen “económico”.

 

  1. El poder, como diferenciación de potencia y poder, no se da sino a través de capturas de fuerzas de la potencia; para que ocurra esto, se requiere de aparatos de captura, de institución, que ejerza esta captura. Esta institución es posible como imaginaria, además de la composición de su propia materialidad relacional. ¿Cuándo el imaginario del patriarca se convierte en el arquetipo simbólico de la institución, por lo tanto del poder? Es difícil explicar esta constitución imaginaria y esta institución patriarcal sin la intervención de las religiones monoteístas y trascendentales.

 

  1. La historia de la dominación masculina es diferencial en las distintas sociedades históricas y en las distintas épocas y periodos por las que pasan; empero, se pueden rastrear ciertos rasgos más o menos análogos en algunas de ellas. Las mujeres son asimiladas a posesión y a propiedad, así como con otros miembros de la familia, la tierra, los animales; forman parte de los símbolos del prestigio y la riqueza, ¿de quién? ¿Cuándo el patriarca es el beneficiario de estas posesiones y estas propiedades? Cuando el patriarca se convierte en origen, principio, y fin de todo. Cuando este imaginario patriarcal da sentido a las instituciones, a las cosas, a las relaciones; cuando explica un mundo cuyo centro es el padre creador y dador. Ahora bien, es difícil aceptar que todo esto se haya dado sin resistencias, sin la emergencia de otros imaginarios, que colocaban, mas bien, a la mujer y a la madre en el lugar simbólico del origen. Resistencias e imaginarios reprimidos con posterioridad.

 

  1. Si bien faltan investigaciones históricas, etnohistóricas, antropológicas y arqueológicas de las sociedades precolombinas sobre este tema, se puede decir que la colonia, o refuerza relaciones patriarcales habidas, o hace aparecer nuevas relaciones patriarcales, o conforma relaciones patriarcales, que antes no habría. Lo que no se puede discutir son las relaciones y estructuras patriarcales conformadas en el mundo colonial, con todas las amalgamas, sincretismos y simbiosis que haya habido. El imaginario patriarcal es indudablemente el imaginario del Estado colonial, tanto en la monarquía absoluta de la Corona, así como en los virreinatos y capitanías de la administración colonial. La iglesia se encarga de inducir formas de familia nucleares y extendidas, claramente diferenciadoras de “sexo” y “género”, de roles y funciones para hombres y mujeres. 

 

  1. La anterior interpretación es más o menos compartida; sin embargo, Silvia Federici tiene otra tesis[6]. Ella comprende que las sociedades anteriores al capitalismo no habían logrado romper las resistencias populares y campesinas anti-feudales, acompañadas de las resistencias de las mujeres, quienes gozaban de mucho prestigio y cohesionaban comunidades alternativas al feudalismo y al capitalismo naciente. Es más, entiende que el capitalismo va a ser, mas bien, la continuidad, por otros medios, de las dominaciones feudales de las oligarquías, la burocracia y la iglesia; la aristocracia se alía a la burguesía, contando ya con el apoyo de la iglesia, contra los levantamientos populares y las resistencias de las mujeres. El capitalismo requiere de una acumulación originaria de capital, el despojamiento y desposesión de tierras campesinas, de territorios inmensos en las colonias, requiere no solo de la separación de las fuerzas productivas de los medios de producción, sino también de la diferenciación de la reproducción de la fuerza de trabajo; por lo tanto, del condicionamiento de la mujer convirtiéndola en matriz reproductora de la fuerza de trabajo. Para tal efecto, la distinción de género y sexo debía institucionalizarse como modo de reproducción que sostiene el modo de reproducción capitalista.

 

  1. Entonces, desde esta perspectiva, es con la conformación, la expansión, la consolidación del modo de producción capitalista y del sistema-mundo capitalista, cuando la economía política del cuerpo, la economía política de la reproducción, se instala como diagrama de poder, diferenciando géneros y sexos, estableciendo roles y funciones para hombres y mujeres. Son las instituciones modernas las que logran lo que no habrían logrado las instituciones feudales, vencer las resistencias comunitarias y de mujeres a regímenes de dominación patriarcal. La figura del imaginario patriarcal se traslada a la república y al Estado-nación, expresándose de una manera más matizada, en forma de división del trabajo, distinción de lo público y lo privado, entre trabajo “productivo” y labor  “doméstica”. El campo escolar[7] se va encargar de inducir conductas y comportamientos, imaginarios y significaciones, que dejen como evidentes las diferencias de género y de sexo. Es en esta época, la moderna, aparentemente democrática, cuando se institucionaliza y se inscribe en la carne la diferencia sexual; por lo tanto, se modula los cuerpos para su adecuación productiva y reproductiva. Es en esta época cuando la dominación masculina se hace efectiva, se hace “vida”, forma parte de la vida cotidiana, de las prácticas y las relaciones mundanas, extendiéndose en todo el campo de la reproducción social. 

 

  1. La colonización múltiple, las distintas formas de colonialidad, no podrían explicarse sin la colonialidad de género; las dominaciones polimorfas no podrían explicarse sin la dominación masculina, sin la reducción del cuerpo de las mujeres a la función reproductiva, primero, a mercancía “estética”, después. La dominación sobre las mujeres fue clave para el desarrollo del capitalismo, el despojamiento de su espontaneidad y sus libertades fue clave como parte de la acumulación originaria de capital. El erotismo femenino, como potencia alterativa de contra-poder, debería ser condenado o, por lo menos controlado; primero, tipificado como pecado; después, modulado como “estética”, “belleza”, mercantilizables y símbolo de poder. El capitalismo domina y es hegemónico no solo por su expansiva acumulación de capital, por los efectos multiplicadores de su inversión productiva, por la sofisticación de la maquinaria estatal, de la explotación del proletariado, de la explotación y dominación de la naturaleza, sino también por su claro dominio sexual. La dominación masculina sobre las mujeres. Esta dominación en el diagrama colonial y las cartografías de la colonialidad se refuerza como colonialidad de género[8], redoblando la dominación colonial en el cuerpo de las mujeres de color. La diferenciación colonial, la diferenciación racial, blanco/indio, blanco/negro, blanco/de color, se interpreta también como dominación sexual, “afeminando” al hombre de color. El hombre dominante es el hombre blanco, en tanto el hombre de color se encuentra “sexualmente” subordinado. Esta dominación “sexual” se extiende a todas las relaciones jerárquicas entre hombres; los subalternos se hallan en condición “femenina” respecto al jefe, que se comporta como el macho por excelencia. De esto podemos sacar la siguiente conclusión: la dominación masculina no solamente se ejerce sobre las mujeres sino también sobre los hombres. La dominación colonial y la dominación sexual se refuerzan mutuamente, reforzando las polimorfas formas de la dominación capitalista.

 

  1. El gobierno popular, cuyo eje de poder radica en el mito, en la figura del caudillo, es la expresión redituada del imaginario patriarcal más colonial, apenas disimulada con concesiones manipulables, como es la participación decorativa de las mujeres en el gobierno y en el Congreso, y leyes que supuestamente defienden derechos de la mujer, empero al estar des-contextuadas de una transformación integral de los órdenes de relaciones, de las estructuras e instituciones patriarcales, no tienen mayor repercusión.

 

 

Conclusión

 

  1. Las cuatro críticas cardinales al gobierno no conforman un cuadro jerárquico y sucesivo, no es una la principal y las otras las secundarias. Se trata de un cuadro integral y complementario; las cuatro críticas develan un sistema complejo de dominaciones articuladas, que se refuerzan mutuamente. Por lo tanto, las emancipaciones y liberaciones tienen que desmontar al mismo tiempo todo el manojo, todo el sistema complejo de poder y dominaciones.

 

 

Programa político

 

  1. El programa político no es otro que la misma Constitución. La construcción del Estado plurinacional comunitario y autonómico; el pluralismo territorial y autonómico; la economía social y comunitaria; la transversal civilizatoria del vivir bien. Conformando el sistema de gobierno de la democracia participativa, efectuando, llevando a cabo, la planificación integral y participativa con enfoque territorial.

 

 

 

La reconducción

 

  1. La reconducción del “proceso” de cambio exige la retoma de la Constitución como programa político; por lo tanto, pasa por la abrogación de las leyes inconstitucionales promulgadas por el gobierno, como ser la Ley Marco de Autonomías, la Ley de Deslinde Jurisdiccional, la Ley marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral, entre otras; así como las leyes orgánicas que hacen al Órgano Judicial, incluyendo al Tribunal Constitucional Plurinacional. Construyendo, de una manera participativa, colectivamente leyes fundacionales del Estado plurinacional comunitario y autonómico. La reconducción pasa por el ejercicio efectivo de la democracia participativa, directa, comunitaria y representativa. Pasa entonces por la movilización general del pueblo en la demolición del Estado-nación y en la construcción del Estado plurinacional. Esto pasa por la intervención del gobierno por parte de los movimientos sociales anti-sistémicos y por la exigencia al Congreso de la aprobación de leyes fundacionales, elaboradas colectivamente y consensuadas por el pueblo.

                             

 Del colectivo Comuna

Al pueblo que se movilizó   

Si es que ya no está muerto el proceso de cambio, está en peligro, no solo como proceso, sino como criatura de la movilización prolongada, del gasto heroico de un sexenio de luchas sociales (2000-2005). Está en peligro no sólo por las inconsecuencias de un gobierno reformista, sino porque ya se da un reagrupamiento de las “derechas”, acompañadas, recientemente por lo que llamaremos el recomienzo de la intervención de los dispositivos de dominación del orden mundial.

 

Hasta ahora hemos asistido a la usurpación de la lucha de los movimientos sociales por parte de ambiciosos políticos, que no ven otro fin que el fin del poder, no sólo para cumplir con sus anhelos, sino también considerando que el poder sirve para todo, incluyendo, claro está, la creencia de que sirve para el proceso de cambio, del cual tienen una peregrina idea. El peligro radica en que ahora enfrentamos el recomienzo de una intervención del orden de dominación internacional, que ha aprendido las lecciones de sus derrotas, por lo menos en Sud América y en algunos países de Centro América, así como de las movilizaciones de indignados en Europa, además de las movilizaciones de la “primavera árabe”, donde quizás ya haya incursionado con sus comedidas intervenciones. Podemos estar nuevamente asistiendo, en nuevos escenarios, a la usurpación de la movilización por parte de estos dispositivos de poder internacionales y de intervención, capaces de camuflarse y mimetizarse con los descontentos, cuyas demandas no solamente son legítimas sino sentidas.

 

 

Lo que acontece en Venezuela nos muestra no solo la complejidad de la crisis política en el contexto de un gobierno progresista, sino también las complicaciones de movilizaciones de protesta, que estallan por la escasez, la pésima administración de los bienes y de los medicamentos, por lo tanto, estallan por los efectos negativos de una burocracia cada vez más alejada de las necesidades populares. No solamente se encuentran, entre los más beligerantes, grupos de choque organizados de “derecha”, sino también, con razones y objetivos distintos, grupos de “izquierda”, también contingentes de ex-chavistas o chavistas en contra de las políticas de Maduro. Hay pueblo enfrentándose al pueblo, pues las organizaciones chavistas, no necesariamente oficialistas, salen a defender lo que consideran es todavía su gobierno. Sin embargo, en toda esta turbulencia de las últimas semanas, también se han detectado agenciamientos de intervención, sigilosos y secretos, que hablan el lenguaje de los movilizados. Estos dispositivos pretenden lograr desenlaces a favor de las estructuras de poder dominantes en el mundo.

 

 

Al respecto, no podemos caer en la pueril explicación gubernamental de que las movilizaciones son armadas por las agencias de inteligencia “imperialistas”. Las movilizaciones ocurren por las contradicciones y contingencias del proceso político, no son inventadas por las agencias. No podrían hacerlo. La ceguera gubernamental no quiere reconocer las “causas” del conflicto social. La mejor manera de combatir a los dispositivos de intervención es comenzando en reconocer la crisis política, el conflicto social, las demandas concretas de los movilizados. Para decirlo, de alguna forma, para quitarle la “base social” a las maniobras de la intervención, es indispensable resolver el conflicto social. Obviamente que esta solución no pasa por la represión. La crisis da una gran oportunidad para pasar a formas más abiertas, extendidas y profundas de la democracia participativa.

 

 

No es de extrañarse, que estos dispositivos de intervención, intenten expandir a Bolivia sus incursiones, con estilos y métodos parecidos. Ante este peligro, la retórica “antiimperialista” gubernamental no sirve para nada. Es como emplear antiguas armas en una nueva guerra. Armas que no por antiguas son inservibles, sino por inadecuadas. No hacen daño a los nuevos dispositivos, a las nuevas estrategias, no logran contraponerse a las nuevas armas de la geopolítica, de los diagramas de poder, del orden de dominación mundial del capital. Para que se vea que no se trata de descartar lo antiguo; estrategias antiguas conservan su pleno valor ahora. La mejor defensa es el pueblo armado, armado en el sentido literal del término, también armado de la crítica. Un pueblo armado sin crítica es un pueblo convertido en un ejército de soldados, obedientes de generales sin horizonte. Por lo tanto, desarmado en las perspectivas y en la potencia social. Un pueblo armado de la crítica es la mejor defensa de los procesos de cambio. En este caso es un pueblo que abre perspectivas y cuenta con la potencia social, la capacidad creativa de las multitudes, el proletariado nómada, los pueblos, los colectivos de mujeres, las subjetividades diversas.

 

 

La tarea inmediata es re-articular el bloque popular que abrió el proceso de cambio. Ciertamente no como soldados al mando de generales engreídos sin perspectiva, pues no pueden tenerla al no contar con la interacción deliberativa y crítica del pueblo. Sino como sujetos autónomos, libres, innovadores, críticos, rebeldes. En este ambiente creativo se forman no solo las mejores defensas de un proceso sino también se abren espacios alternativos, composiciones alterativas, invenciones de lo nuevo.

 

 

Ante la coyuntura electoral en Bolivia dijimos que, la crisis del proceso de cambio no tiene salida electoral, sólo la movilización general puede recuperar el vigor, la potencia social,  de un proceso descolonizador, emancipador y libertario. Sin embargo, considerando el conformismo generalizado de los y las que se movilizaron, en lo que fue el bloque popular, sobre todo en los sectores afines al gobierno, no parecen darse las condiciones para esta movilización general por la reconducción del proceso.

 

 

Ante esta situación, que parece corroborarse, indicando, más bien, que las mayorías irán a votar, Comuna no llama a votar por el MAS; eso lo decidirá el pueblo, las organizaciones sociales, las comunidades, los sectores populares, la gente, cada quien, haciendo su propio balance, no sólo del proceso, sino de la historia política boliviana. Sobre todo, habrá que considerar lo que aconteció con los gobiernos populistas, perdidos, en sus avatares, después, hundidos en sus contradicciones. Si se diera un frente de izquierdas, como en el caso de Ecuador, tampoco llamamos a votar por este frente de izquierdas. El pueblo, las organizaciones sociales, las comunidades, la gente, cada quien decidirá si vota o no por esta opción.

 

 

No somos electoralistas. Las salidas de transformación no son electorales. Nunca lo fueron en la historia política. Si se llega a elecciones con un caudal de voluntades movilizadas es porque hubo antes victorias políticas, se dio lugar la movilización general, como respuesta popular a la crisis múltiple del Estado y del capitalismo. Este no es el caso de la coyuntura electoral presente, degradada a la compulsa de la votación, en un ambiente caracterizado por la descomposición de un gobierno atrapado por el poder, por la herencia institucional del Estado-nación, por un realismo político corroído, convertido en oportunismo y en inclinación perversa por el clientelismo, el prebendalismo y la corrupción, como formas paralelas del ejercicio de poder. Ambiente caracterizado por la ausencia de propuestas emancipadoras, así como por el retorno de propuestas institucionales de la llamada “derecha” y del llamado “centro”, que lo único que hacen es ratificar su apego al viejo Estado colonial.

 

   

En todo caso, bajo estas consideraciones, entendiendo que las mayorías van a ir a votar, lo que sí hacemos es llamar a no votar por las “derechas”, estén o no conformadas en frentes. Si bien hemos llamado al gobierno reformista la nueva “derecha”, no se debe perder de vista que este monstruo es también criatura de las luchas sociales, siendo la matriz de esta monstruosa criatura el mismo proceso de cambio. Hay pues diferencias.  No se pueden confundir estos perfiles, estas historias, ni sus genealogías políticas. Votar por esas “derechas” es votar por lo que vencimos en la movilización prolongada del 2000 al 2005.

 

Cualquiera que fuesen los resultados de las elecciones, antes y después, la tarea es la defensa de la Constitución, incumplida por el gobierno reformista, re-articular el bloque popular en la perspectiva de la retoma de las luchas emancipadoras, descolonizadoras, libertarias.

 

 

La defensa de lo que queda del proceso de cambio sigue siendo prioritaria, aunque sea la propia memoria de las luchas, de las movilizaciones, que abrieron esta oportunidad histórica. Sobre todo, frente a las señales de intervenciones de los dispositivos de dominación mundial.

 

 

La defensa de los recursos naturales, que en el Anteproyecto de Ley de la Madre Tierra del Pacto de Unidad son reconocidos como seres. Defensa de los “recursos naturales” y defensa de la Madre Tierra que exigen la orientación política hacia alternativas al capitalismo, a la modernidad y al desarrollo. Por lo tanto, orientación hacia una eco-producción, hacia la soberanía alimentaria; construyendo mundos alternativos, construyendo economías solidarias y complementarias entre los pueblos. Saliendo de la geopolítica del sistema-mundo capitalista, de sus lógicas de valorización, de sus estructuras de poder, de sus mallas coloniales, neo-coloniales y redes de la colonialidad. Saliendo de la geopolítica extractivista y de la acumulación obsesiva, el consumismo compulsivo, la ganancia especulativa.

 

 

Lo primordial es tener claro el proyecto de contra-poder. El proyecto que no solamente es contra–hegemónico, sino contra las dominaciones múltiples. Se trata de destruir el poder, no sólo como relaciones de fuerzas, sino como captura institucional de la potencia social. Se trata de desmantelar el Estado, no solo como idea de unidad política, no sólo como pretensión de síntesis abstracta de la sociedad, sino como lo que es efectivamente, como campo institucional, como campo burocrático, como campo político, como campo escolar. Campos de captura, a través de estas mallas, de la potencia social; reproduciendo, a través de los diagramas de poder, a través del ejercicio institucional, la institución imaginaria del Estado. En otras palabras, se trata de liberar la potencia social de las mallas institucionales, de las capturas, de las estrategias y procedimientos de estatalización.

 

 

La pregunta que nos hacen es: ¿Cómo conformar una cohesión social, cohesión que es política, sin el Estado, que es la instancia que efectúa esa cohesión? El supuesto de que el Estado es la única instancia de cohesión social es la conjetura del poder; este enunciado es precisamente el supuesto que maneja el imaginario estatal. Esta ideología estatal no se puede imaginar una forma de cohesión sin el Estado. Múltiples formas de cohesión social antecedieron al Estado. Históricamente, mas bien, la idea de Estado se montó sobre estas formas perdurables de cohesión social. Las formas de cohesión social concretas y específicas, territorializadas, fueron expropiadas y despojadas de sus técnicas, de sus códigos, de sus saberes, concretos, para dar curso a una “cohesión social” generalizada, abstracta, extensible. Empero, esta “cohesión social” generalizable y abstracta no es, efectivamente tal, no cohesiona efectivamente, sino que funciona como una ideología; hace creer que cohesiona, cuando, en realidad, se basa en las cohesiones ya dadas. Lo que hace esta “cohesión social”, generalizante y abstracta, es integrar la multiplicidad de cohesiones sociales, concretas, específicas y territoriales en la representación de una “cohesión social” abstracta, universal, que, efectivamente, no se da, salvo ideológicamente; es decir, como representación.

 

 

El individuo moderno, el ciudadano moderno, son mitos de estos procedimientos de abstracción y de universalización. Son representaciones, identidades construidas por el Estado moderno. Ciertamente, también son derechos conquistados. Derechos, que no dejan de ser representados como derechos universales de la humanidad. Históricamente, los individuos y los ciudadanos son también específicos, concretos, aunque sus representaciones sean universales. Las individualizaciones, la ciudadanización, son perfiles de historias específicas, locales, regionales, temporales. La riqueza de las conquistas de derechos se encuentra en estas especificidades, en estas historias concretas, por más que sus discursos hayan sido pretendidamente universales.

 

 

Si se puede decir algo del funcionamiento concreto del Estado, es que es una maquinaria productora de abstracciones, de códigos abstractos, de representaciones generales. El Estado construye identidades abstractas o, si se quiere, identidades imaginadas como totalidades. En la primera etapa de la modernidad, esta vaporosa formación y esta abstracción dieron la sensación de libertad. Liberación de las ataduras concretas, locales, territoriales, de las dominaciones patrimoniales; sin embargo, lo que acontecía era que se pasaba de estas ataduras concretas, locales, territoriales, de las dominaciones patrimoniales, a subordinaciones generales, des-localizadas, desterritorializadas, a dominaciones des-patrimonializadas, efectuándose dominaciones desligadas de la sangre y de la herencia, dominaciones estatales decodificadas económicamente, explotaciones económicas legitimadas estatalmente.

 

 

Ya hay una larga historia del Estado moderno, más de medio milenio. Forma Estado generalizada, irradiada al mundo entero, forma Estado globalizada. El Estado es la representación de las naciones y de los pueblos, es también la representación de las relaciones entre las naciones y los pueblos. El Estado ha logrado estructurar un lenguaje político, de entendimiento entre los estados, dentro de los estados, de entendimiento entre los ciudadanos. El Estado es la pieza clave del derecho internacional. Si bien no hay un Estado mundial, aunque hay un orden mundial, se puede decir que el Estado circula en el discurso de las naciones.

 

 

Las cohesiones sociales efectivas no han dejado de ser concretas, locales, territoriales, incluso regionales; empero, se suponen representativamente “cohesiones sociales” generales y abstractas. Incluso se ha llegado a concebir una “cohesión social” universal, basada en los derechos humanos universales. No se discute la pertinencia política de estos derechos universales, cuando se tienen que defender los derechos de los pueblos y los derechos fundamentales. Lo que se pone en mesa es que estas son representaciones; para hacer cumplir estos derechos, se tiene que pasar por las historias concretas, por los condicionamientos específicos, por los conflictos puntuales, por las relaciones de poder territoriales, que afectan estos derechos.

 

 

El problema es que el ejercicio de estos derechos se realiza en el imaginario de las leyes. Para hacerlos cumplir efectivamente hay demasiadas dificultades, pues se tropieza con las relaciones de poder específicas y locales. Incluso cuando se cumple la ley, el beneficio llega al individuo abstracto o al pueblo como abstracción, sin efectuarse plenamente en el individuo concreto y en la satisfacción adecuada de los pueblos concretos.

 

 

El Estado se ha convertido en un obstáculo no sólo para hacer cumplir efectivamente los derechos, sino también para la integración solidaria y complementaria entre los pueblos. Peor aún, el Estado se ha convertido en la pieza clave de la dominación mundial del sistema-mundo capitalista.

 

 

La distinción entre Estado subalterno y Estado dominante, entre Estado periférico y Estado central del sistema-mundo capitalista, fue crucial en las luchas antiimperialistas del siglo XX. Ahora, los mismo Estados subalternos se han convertido, a pesar de la defensa que pueden lograr, de sus soberanías, de sus recursos naturales, de sus proyectos propios, en los mejores administradores de la transferencia de recursos naturales a los centros del sistema-mundo capitalista. En su defecto, cuando logran industrializarse, parcialmente o de una forma integral, se convierten en los mejores dispositivos del reforzamiento de la estructura cambiante de la dominación mundial de los ciclos del capital, en el perfil contemporáneo del capitalismo tardío. Para dar un ejemplo, entre muchos, se puede decir que todos los Estados están atrapados en las redes y la organización del sistema financiero mundial, sistema nuclear de la acumulación ampliada de capital.

 

Por eso, la cuestión estatal vuelve a ser primordial; empero, no como cuestión de poder, de toma del poder, como lo desarrollaron las tesis marxistas de la tercera y la cuarta internacional, sino como problema primordial de la articulación de las dominaciones polimorfas, de las dominaciones coloniales, neo-coloniales y de la colonialidad. Entonces la cuestión estatal aparece como problema histórico del desmantelamiento de esta maquinaria abstracta de poder.

 

La crisis del proceso de cambio en Bolivia, la crisis de los gobiernos progresistas de Sud América, no se resuelven electoralmente; sus resultados cuantitativos serán expresión de indecisiones y dilemas no resueltos por los pueblos. Como parte componente de la crisis aparece el conformismo generalizado, que, en otras palabras, es la renuncia a las transformaciones, no solo por el gobierno, sino también por las mayorías. En estas condiciones adversas, la tarea es mantener el fuego de la crítica, activar la memoria social, hacer presente las luchas inconclusas, la guerra anticolonial inacabada, las emancipaciones proletarias, las emancipaciones de las mujeres, las emancipaciones de las subjetividades diversas, las liberaciones de los pueblos.  

  

A los propietarios de los recursos naturales, los y las bolivianas

Del colectivo Comuna

 

Si la Constitución dice que los bolivianos y las bolivianas, es decir, todos nosotros, que nacimos en estas tierras andinas, amazónicas y chaqueñas, tierras de hombres y mujeres insurgentes, por lo menos, en los momentos de crisis y convocatorias emergentes. Ahora, que se repite la historia de la dependencia, que no es otra situación que el de la sumisión, de manera perversa, condenándonos nuevamente al colonialismo y a la colonialidad, cuando se vuelven a entregar nuestros recursos minerales a la vorágine colonial del capitalismo, son pues ustedes, los bolivianos y bolivianas, las que deben defender lo que es nuestro. Lo que no puede volverse a entregar a la vorágine del capitalismo depredador.

 

La Ley Minera, como lo ha dicho el propio presidente, es una traición a la patria. Si el presidente lo dice y después se manda a cambiar, en un tema ciertamente crucial, sobre la cuestión marítima; sin embargo, manejado todavía en una forma ambigua y endeble[9], a pesar de su presentación al tribunal de la Haya; no es algo que podemos dejar pasar. Si lo ha dicho es por algo, porque de alguna manera lo afecta. No sabemos cómo y por dónde. Lo que importa es que nosotros sí sabemos, con certeza, que la Ley Minera, tal como ha sido aprobada por la Cámara de Diputados, tal como parece ser devuelta a la Asamblea Legislativa, con sólo el artículo 151 revisado y discutido, acompañado quizás por otros artículos menores, entrega, de una manera sorprendentemente desmesurada sumisa, los recursos naturales a la vorágine destructiva del capitalismo, en condiciones que no podían ser más entreguistas y subordinadas. Cuando ocurre esto, cuando entregan los bienes geológicos, los recursos minerales, destinados al vivir bien, como reza la Constitución, a la pulsión de muerte del capitalismo, el deber, la responsabilidad nuestra es luchar porque esto no acontezca. Si se deja que ocurra, será una corresponsabilidad nuestra con este atentado mortal contra la madre tierra y el destino de nuestros hijos.

 

La historia no es un tribunal, es memoria, memoria social; la historia no juzga, transcurre; nosotros, los bolivianos y bolivianas no somos historia, somos presente. Tenemos la oportunidad de decidir por donde vamos, qué es lo que viene. Si no aprovechamos el momento, que está aquí, esperando una respuesta, si dejamos que las cosas sucedan, no somos más que cómplices miserables, de una reiterada destrucción de las formas y ciclos de la vida.

 

Ante una Ley, que es resultado de corrosivas prácticas de corrupción, que involucran a altos personeros del gobierno con empresas trasnacionales del extractivismo, intermediando la burguesía cooperativista minera, expoliadora y explotadora del joven proletariado nómada minero, nadie puede quedar callado, estático, pues esta actitud pasiva es comprometedora, es una especia de aval no dicho a este atentado contra los bienes de los bolivianos y de la patria; es una aceptación implícita al saqueo recurrente.

 

Una Ley que contraviene violentamente, no sólo la Constitución, sino también, la concepción constitucional anterior, donde se establecía claramente la propiedad, la potestad exclusiva del Estado, sobre los recursos naturales, prohibiendo cualquier transferencia de la posesión de estos recursos estratégicos. Entonces, estamos ante una Ley Minera perversa, no solamente entreguista, sino desvergonzadamente subyugada; marco legal, paraíso fiscal de las empresas trasnacionales extractivistas. Una Ley aprobada, ahora reelaborada, con el teatro de que se la revisa, cuando, en realidad, se la consolida, discutiendo superficialmente sólo el artículo 151. Ante esta Ley nadie puede ni debe quedarse callado, tiene la responsabilidad de revelarse, de levantarse, inclusive de manera extrema, pues está en juego el destino de la patria, de los y las bolivianas, de los seres y ciclos vitales de la madre tierra.

 

Se ha llegado muy lejos. Los gobernantes no sopesan nada, ni miden consecuencias. Están demasiado atrapados por la gravitación de esa compulsa privada del gozo individual, apropiándose, regalando a terceros, bienes primordiales, como si fuesen mercancías despreciables, cuando son bienes y bondades de la vida. Esta desdichada conducta de los gobernantes y legisladores nos coloca en una situación extremadamente peligrosa. Nos pone ante el dilema de ser o no ser de Hamlet de Shakespeare; si dejamos pasar esta inconducta descomunal de los gobernantes y legisladores, comprados por las trasnacionales extractivistas, no somos. Si nos hacemos escuchar, si nos insubordinamos ante estas bajezas humanas, somos. ¿Qué es lo que decidimos? Esa es nuestra pregunta. La tarea nuestra es mantener el fuego, convocar al pueblo a salir a las calles y los caminos, intervenir, evitar que este saqueo despavorido continúe, como si se tratara de una condena.

 

La Ley minera contraviene totalmente a la Constitución, mantiene la mercantilización de los recursos minerales, en su extensión, de los recursos naturales, así como de los bienes para la vida como el agua, regalándola gratuitamente a las empresas. La Ley Minera despoja a los bolivianos y bolivianas de las reservas fiscales, condenando a COMIBOL a la inanición, entregando concesiones a empresas privadas, encubiertas como cooperativas, y a las empresas trasnacionales, ocasionando con este paraíso fiscal para las empresas privadas mineras la continuidad exacerbada de la privatización de los recursos minerales. La Ley Minera atenta contra los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios, contra los derechos fundamentales de los bolivianos y bolivianas, contra los derechos de los seres de la madre tierra. La Ley Minera mantiene el mismo régimen tributario, impositivo y de regalías neoliberal, el mismo que deja sólo el 8% del valor de la producción minera al Estado. A todas luces es una Ley que descubre la escandalosa corrupción que la ha ocasionado, que es la causa de este entreguismo y esta privatización desmedida.

 

Rechazamos esta Ley Minera por inconstitucional y por traición a la patria. Convocamos al pueblo a la movilización general en defensa de los recursos que son de su propiedad, resguardando el futuro de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos.     

    

Del colectivo Comuna al pueblo boliviano

Inspiración zapatista: Tomando el ejemplo de las comunidades zapatistas de la selva lacandona

 

 Propuesta de Auto-convocatoria a formar auto-gobiernos

 

Bolivianas y bolivianos, comunidades plurales, juntas de vecinos, agrupaciones diversas, poblaciones territoriales, familias, ciudadanas y ciudadanos, nos auto-convocamos a conformar auto-gobiernos.

 

  1. En primer lugar, no requerimos de ninguna elección institucionalizada – que no es otra cosa que la delegación de las voluntades, no sólo de la voluntad general, la transferencia de la propia libertad, a representantes, que usufructúan del poder, resultado de la expropiación política de las voluntades y libertades – para ejercer nuestra libertad de decidir de manera consensuada, de conformar formas de organización, de administración, de composición, de asociación, llamadas de autogobierno. Es un derecho innato, el ejercicio de este derecho es la consecuencia de su existencia. Nos respaldamos en lo que es la vida misma, memoria sensible, capacidad creativa e inteligente. También política y jurídicamente la Constitución establece textualmente este derecho a la autonomía plural.

 

  1. En segundo lugar, ante la larga historia, que parece interminable, de “malos gobiernos”, así como llaman los zapatistas a los gobierno institucionalizados en las repúblicas criollas, herederas de la colonialidad, es obligación nuestra, en el ejercicio pleno de nuestros atributos existenciales, vitales, sociales, culturales y políticos, conformar auto-gobiernos, que podemos llamar, como lo hacen los zapatistas, “juntas de buen gobierno”, o, si se quiere, el nombre que decidan los consensos sociales y políticos autónomos.

 

 

  1. En tercer lugar, una vez que se tome esta decisión colectiva, comunitaria, consensuada, la consecuencia inmediata es la anulación de los mandatos de gobiernos, nacionales, departamentales, municipales, pues no pueden convivir en los mismos territorios “juntas de buen gobierno” y las formas heredadas institucionalizadas de los “malos gobiernos”. Inmediatamente se les entregará una carta de agradecimiento por sus malos servicios prestados, invitándoles a aprender cómo se ejercen los auto-gobiernos asociados. Liberándolos de la espantosa tarea de gobernar desde esa institucionalidad dominante, centralista, oprobiosa, burocrática, corrupta e inservible, subordinada al Capital.

 

  1. En cuarto lugar, se anulan, inmediatamente todas las leyes inconstitucionales, aprobadas por el gobierno central, se anula la supuesta legitimidad de todos los actos de la institucionalidad heredada, colonial, dependiente, rentista y burocrática. La historia de esas instituciones, representadas en el imaginario del Estado, quedaran para los archivos de historia, las fuentes y registros de la historia, para aprendizaje de las nuevas generaciones de lo que no se debe hacer, para enseñanza de a lo que lleva la inclinación destructiva por las dominaciones. La vida, la defensa de la vida, pasa por criticar, interpelar y anular esta institucionalidad de la violencia abierta y encubierta de las dominaciones.

 

 

  1. En quinto lugar, las asociaciones de auto-gobiernos, al recuperar lo común, los bienes comunes, el acceso libre a lo común, al emancipar lo común de la propiedad privada y pública, que usurparon lo común, disponen de estos accesos libres a los bienes comunes y sus ciclos vitales para orientar sus usos, sus consumos, sus interacciones, hacia la armonización de las sociedades humanas con todas las sociedades no-humanas del planeta y del cosmos.

 

  1. En consecuencia, quedan anuladas todas las concesiones territoriales y geológicas, hidrocarburíferas y mineras, además de otras concesiones por el estilo, a las empresas privadas, públicas y mal llamadas “cooperativas”; remarcándose la anulación de concesiones a empresas trasnacionales. Estas decisiones autónomas de las asociaciones de auto-gobiernos están por encima de las leyes estatales e internacionales del orden mundial, pues emergen de la vida y los ciclos vitales.

 

  1. En séptimo lugar, una de las tareas prioritarias de las asociaciones de auto-gobiernos es acabar con las desigualdades, las injusticias, los colonialismos, las discriminaciones, las explotaciones, los patriarcalismos, las depredaciones, las desposesiones, los despojamientos y las contaminaciones contra la madre tierra y los seres múltiples y diversos de la madre tierra.

 

 

  1. En octavo lugar, las asociaciones de auto-gobiernos convocan a una constituyente autónoma y libertaria, que consensue las orientaciones iniciales de los auto-gobiernos y territorialidades integradas, basándose en el libre ejercicio de sus autonomías múltiples, en distintas escalas y niveles.

 

  1. En noveno lugar, las asociaciones de auto-gobiernos de Bolivia, convocan a todos los pueblos del mundo a hacer lo mismo, de la manera diferente que consensuen sus propias asociaciones de auto-gobiernos. La perspectiva es avanzar efectivamente al auto-gobierno mundial de los pueblos.

 

Contra la impostura

Comunicado de Comuna

  

Al pueblo boliviano

 

En los tiempos de la acumulación especulativa del capital, de la dominación del capitalismo financiero, la política se ha convertido en un teatro, la política del cambio en una simulación grotesca. Los montajes sustituyen a las transformaciones; los demagogos y charlatanes sustituyen a los y las revolucionarias; los gobiernos pretendidamente progresistas, que responden, efectivamente, a un reformismo endémico, han sustituido a gobiernos de vigorosa voluntad, capaces de ejecutar medidas que, en los límites de la soberanía,  que en los alcances del nacionalismo-revolucionario, realizaban nacionalizaciones de la única manera que se puede hacerlo, por medio de la expropiación a los expropiadores. El proceso de cambio, abierto por el pueblo boliviano, en su larga lucha de ciclos históricos, condensados en la movilización prolongada de 2000 al 2005, ha sido reducido a las dimensiones prebéndales y clientelares de un gobierno que compra acciones en la bolsa de valores, para presentar esta labor bursátil como nacionalización. Las transformaciones estructurales e institucionales requeridas y demandadas por la Constitución, han sido saboteadas y reducidas a la insignificancia de las ceremonialidades del poder, rito bullicioso y publicitario, que ha convertido el Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico en una presentación folclórica para turistas.

 

Los movimientos sociales han desaparecido, sustituidos por organizaciones sindicales burocratizadas y clientelares, donde los dirigentes corruptos han entregado la representación social a la manipulación gubernamental. Estos procedimientos de cooptación han abolido la democracia sindical, las asambleas deliberativas, la participación comunitaria, convirtiendo a sus bases en público de espectáculos estridentes, donde habla el caudillo otoñal y el clarividente crepuscular. Este público aplaude mientras los medios de comunicación muestran las escenas festivas de comediantes.

 

Este panorama triste es un oprobio para un pueblo rebelde y combativo. Al que se lo ha adormecido con promesas mesiánicas y el culto a la personalidad de personas que no tienen personalidad ninguna. Las contadas organizaciones indígenas, que tuvieron la valentía de resistir y buscar la reconducción del proceso de cambio han sido reprimidas, descalificadas, perseguidas y, por último, divididas, por medio de los procedimientos más vergonzosos. No hay nada de lo que se puedan sentir orgullosos los ministros cumplidores de la tarea represiva, tan parecidos a los ministros anteriores, de los gobiernos neoliberales y de las dictaduras militares. Salvo la fidelidad servil al caudillo y a su consejero intelectual.

 

En este contexto decadente y una coyuntura descoyuntada, el camino a las elecciones es la ruta a la muerte del proceso de cambio y su posterior enterramiento. Se está yendo a elegir entre dos opciones equivalentes, si es que no son ya parecidas, entre una nueva derecha que gobierna y una vieja derecha que quiere volver a gobernar.  Ambos perfiles políticos, a su manera, sirven al imperio, es decir, a la dominación de la híper-burguesía del orden mundial, compuesta por trece empresas trasnacionales extractivistas y el sistema financiero internacional. Los primeros lo hacen demagógicamente, presentándose como “antiimperialistas”, cuando sólo pelean con el fantasma del imperialismo de la segunda mitad del siglo XX; los segundos, lo hacen con el mismo discurso desplegado por la triste historia de las oligarquías regionales, apegadas a las ilusiones de la llegada de capitales, inversiones soñadas, que cubrirían sus falencias estructurales, herederos de los prejuicios coloniales.

 

Comuna convoca a mantener el fuego de la crítica, a defender, por lo menos, el recuerdo memorable de las luchas, buscando en la experiencia el aprendizaje, la pedagogía política, para cuando se pueda volver a encender la pradera y continuar con la lucha emancipadora y libertaria emprendida por los caídos. 

 

La discreta comedia electoral

De Comuna a los y las electoras

 

Se dice que las elecciones forman parte de la práctica democrática o del ejercicio democrático; esto puede ser cierto si se lo toma de una manera general; pero, ¿qué verdad tiene valor efectivo si es general? Todo depende no solo de las circunstancias sino de las condiciones en las que se ejerce el derecho al voto. No solo hablamos de todo lo que todo el mundo debería saber sobre los requisitos básicos de la democracia como, por ejemplo, independencia del órgano electoral, del tribunal electoral, condiciones administrativas adecuadas para la votación como, por ejemplo, registros verificados de los votantes, basados en un censo científico, también en las estadísticas vitales, además de contar con la adecuada información sobre, no solamente los programas de gobierno, sino sobre la realización material de las políticas gubernamentales, siendo uno de los postulantes el partido de gobierno. Nos referimos a las condiciones materiales y culturales que garantizan la libertad, en todo sentido, no solo de opinión y de expresión, sino de voluntad. No estamos induciendo, de ninguna manera, la discusión hacia los reclamos liberales conocidos, como los relativos a las garantías de los derechos civiles y políticos, sino hablamos de la autonomía plural, la autonomía singular, que puede ser individual, la autonomía grupal, que puede ser comunitaria u otra forma colectiva o social, es decir, hablamos del ejercicio de la potencia social. Para no hacer una lista larga nos quedaremos aquí.

 

Si se cumplen estos requisitos y estas condiciones se pueden hablar de democracia, del ejercicio y las prácticas democráticas; de lo contrario, estamos ante una comedia, que simula la democracia, cuando, en realidad se efectúa la coerción múltiple.

 

El problema de las elecciones del 12 de octubre es que no cumple con los requisitos y las condiciones democráticas, en el sentido del que planteamos. No ha habido un censo científico; lo que ha habido es una farsa, por lo tanto, una conducta irresponsable, que se delata cuando se dice que se hizo el censo, pero no se cumplió con el requisito indispensable de la actualización cartográfica. En Bolivia como en gran parte de América Latina, salvo en San Paulo, no se cuentan con consolidados registros vitales. Lo que se ha montado es una lista perversa de votantes sobre la base de una ausencia censal. Por otra parte, no hay acceso a la información fidedigna, salvo la propaganda, que no tiene ningún valor objetivo. En esto no solo hablamos del gobierno sino también de lo que se llama eufemísticamente “oposición”. El pueblo, este referente tan amplio, tan aparentemente homogéneo, que significa la voluntad general, no ejerce la autonomía, en sus distintas formas. Se mueve o corporativamente, presionada por coerciones organizativas, en un caso, o por presiones de terrorismo “ideológico”, en otro caso. El primer caso, se refiere a los aparatos de presión oficialistas; el segundo caso, se refiere a la especulación aterrorizada y terrorista “ideológica” de la llamada “oposición”.  El llamado pueblo, que no es ciertamente, ni homogéneo, ni la voluntad general, no se encuentra en condiciones de ejercer su autonomía, en sus distintas formas; es decir, no se encuentra en condiciones de ejercer y realizar la libertad, concepto moderno que se refiere a la voluntad.

 

En esta comunicación de Comuna no hablamos ni recurrimos a nuestra crítica política, la que establece que el “proceso de cambio” ha muerto, de que estas elecciones significan el entierro del “proceso de cambio”, de que se está yendo a elegir entre una nueva “derecha” que gobierna – el mejor gobierno de la burguesía recompuesta, la antigua y los nuevos ricos – y la vieja “derecha” que quiere volver a gobernar; hablamos de democracia, de política. Decimos que no se ejerce la democracia, que no se ejerce la política, en el sentido de Jacques Rancière, es decir, en el sentido de la suspensión de los mecanismos de dominación, sino que se habla de democracia, se habla de política, nombres que se colocan a prácticas de coerción y chantaje.

 

Este es el problema. La simulación de la democracia, que no solamente se da, como se da, en Bolivia, sino en el mundo. No es un problema de este gobierno, el de Evo Morales Ayma, sino de todos los gobiernos llamados “democráticos”, sean progresistas o no, sean liberales o conservadores, sean de “izquierda” o de “derecha”.  No es por cierto el problema de las elecciones del 12 de octubre, sino de todas las elecciones, no solamente en Bolivia. El problema en Bolivia es que se trata de un “proceso de cambio” en crisis, que dio marcha atrás. No porque traicionaron los que gobiernan – esta es una explicación ingenua y esquemática -, sino porque se entramparon en las mallas institucionales del Estado-nación, que restauraron extensamente, sino porque se convirtieron en engranajes del poder, como toda revolución, sea socialista, reformista o indígena, que no destruye el Estado y el poder.

 

Es llamativo que, al respecto, no digan nada, no solo los medios de comunicación, que de la mediocridad en la que se movían, han caído en la calamidad de no informar y no decir nada, convirtiendo los noticiosos en crónica roja, no solo los partidos, incluyendo, sobre todo, al partido oficialista, que han reducido sus discursos a la pobreza grotesca de la diatriba, sino también que no diga nada el “pueblo”, que no reacciona, que se conforma, que es cómplice de esta decadencia.

 

La decadencia no solamente es culpa de los gobernantes, sino del pueblo que los deja hacer, que no dice nada cuando los gobernantes entregan los recursos naturales, los recursos mineros, los recursos hidrocarburíferios, a las empresas trasnacionales extractivistas. La ley minera es una traición a la patria, tal como tipifica la Constitución a estos actos comprometidos y comprometedores.  Los que vayan a votar el 12 de octubre están avalando esta traición a la patria. Tendrán que rendir cuentas a sus hijos y los hijos de sus hijos por este aval entreguista. 

 

No llamamos a no votar, no tiene perspectiva hacer esta convocatoria, pues la mayoría, va a ir a votar. Lo que hacemos es interpelar a los y las votantes. Están firmando la entrega de nuestros recursos minerales a las empresas trasnacionales extractivistas, están firmando el entierro del cadáver de un “proceso de cambio” arrodillado. Están firmando la restauración extendida del Estado-nación, que no es otra cosa que un Estado colonial, aunque subalterno. Están firmando la recolonización. Para no seguir con una lista larga, están firmando la repetición grotesca de la simulación política de una revolución que no se da efectivamente sino en la demagogia desbordante de la publicidad y la propaganda. 

 

Notas:

 

[1] Raquel Gutiérrez Aguilar y Raúl Prada Alcoreza deciden no clausuran Comuna con una autocrítica para mantener su irradiación en el contexto latinoamericano, como posibilidad de reiterar su incursión en otros ámbitos y contextos, además de coyunturas y momentos.

[2] Concepto trabajado por Aníbal Quijano. 

[3] Concepto trabajado por Estudios postcoloniales, en los que se encuentra Walter Mignolo.  

[4] Concepto trabajado por las feministas de-coloniales.

[5] Concepto elaborado por las feministas radicales. 

[6] Ver de Silvia Federici: Calibán y la Bruja. Tinta Limón; Buenos Aires. 

[7] Concepto elaborado por Pierre Bourdieu. 

[8] Concepto usado por María Lugones. 

[9] Si bien es una iniciativa que no se puede dejar de apoyar, en la que debemos unirnos bolivianos y bolivianas, no se puede perder de vista que se trata de un mínimo desplazamiento de lo que fue el perfil blandengue de la diplomacia de los gobiernos anteriores, desde los liberales de principios del siglo XX hasta el gobierno de Carlos Mesa; esto es, la gestión puesta en escena en negociaciones interminables, agitadas sobre todo en crisis de legitimidad de los gobiernos. Se espera de un gobierno “revolucionario” un cambio radical respecto al manejo chauvinista, poniendo bien en claro que fueron las oligarquías liberales las que firmaron el tratado de 1904, entregando casi definitivamente Atacama a la geopolítica regional de la burguesía trasandina. Un gobierno “revolucionario”, que asume una posición radical ante todo despojo, lo mínimo que puede hacer es desconocer el tratado de 1904, tratado entreguista, que expresa claramente el manejo desapegado de las oligarquías en relación a nuestros territorios