CONOCER LAS LUCHAS Y DESDE LAS LUCHAS.REFLEXIONES SOBRE EL DESPLIEGUE POLIMORFO DEL ANTAGONISMO: ENTRAMADOS COMUNITARIOS Y HORIZONTES POLÍTICOS
Raquel Gutiérrez Aguilar
Doctora en sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidadesde la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesora-investigadoratitular de la misma institución.Correo electrónico: raquel.gutierrezaguilar@gmail.com
Resumen
Desde la teoría crítica, se propone pensar las luchas sociales a partir deldespliegue de sus contradicciones y de la inestabilidad que producen en elorden existente. Para su comprensión, la autora propone una herramientametodológica que implica el análisis sistemático, por un lado, de sushorizontes interiores, es decir, de sus aspiraciones políticas; y, por otro, desus alcances prácticos, esto es, de los rasgos plenamente registrables du-rante el despliegue de las luchas. En este sentido, el registro sistemático delos alcances prácticos visibles durante el despliegue de las luchas, permitepercibir, el horizonte interior que las sustenta y a partir del cual ellas mismasabren sus propias perspectivas, reinventándose de manera permanente ydelineando horizontes de transformación política posible.
En el presente trabajo expongo los rasgos generales de la perspectiva metodológica para comprender los sucesos sociales que he desarrollado desde hace más de una década abrevando de dos fuentes. Por un lado, adscribo mis reflexiones a la tradición del marxismo crítico o abierto;1por otro, la perspectiva que ahora1
Por marxismo crítico se entiende la reflexión que recupera las posturasteóricas desarrolladas especialmente por Adorno, Bloch y Horckheimer en elmarco de la llamada Escuela de Franckfurt. Algunas veces se incluye tambiéna Walter Benjamin en esta escuela. Para mi trabajo recupero dos cuestionescentrales de esta tradición de pensamiento. En primer término, la sistemáticacrítica de Adorno al programa científico positivista –basado en la identificaciónexhaustiva de los objetos a estudiar– así como su compromiso por abordar lasdificultades de una teoría comprometida con la no-identificación, con la no-identidad. En segundo, la propuesta de Bloch –y también de Benjamin– pordesanudar el estudio de lo social –y en especial de las luchas sociales– de lanoción de tiempo homogénea y lineal típica de la modernidad capitalistadominante. En México, la tradición del marxismo crítico se cultiva en el posgradoen Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP,del cual formo parte junto a profesores como John Holloway, Sergio Tischler,Francisco Gómez Carpinteiro, etcétera. Si bien la responsabilidad por lasafirmaciones y reflexiones aquí presentadas es únicamente mía; debo reconocerla profunda influencia que todos estos autores han tenido en mi trabajo; y tambiénagradecer el clima de diálogo y discusión del que me nutro en el posgrado: sonquizá los aportes de todos mis colegas los que me permiten ahora presentar mis puntos de vista de manera sistemática
expongo de manera formal, se nutre también de casi tres décadasde militancia en esfuerzos variados de transformación social ypolítica de diverso tipo, llevados a cabo tanto en Bolivia como enMéxico.Organizo la exposición de mi plataforma teórica en tresacápites. En el primero exhibo mi punto de partida estableciendolas claves de inteligibilidad fundamentales para la comprensiónde los fenómenos sociales y políticos más relevantes; en el se-gundo, esbozo la específica manera en la cual he abordado elseguimiento y comprensión del despliegue concreto de losantagonismos que desgarran el cuerpo social en múltiples niveles–locales, regionales, nacionales, más allá de las naciones, etc.–argumentando, además, que es desde donde se pueden percibir-entender los caminos o vías de transformación política que seensayan desde la lucha y, finalmente, en la tercera sección,presento una sinóptica reflexión sobre los horizontes políticos quedistingo a partir del seguimiento de las luchas; cuya confrontaciónse hace evidente, sobre todo, en los momentos más álgidos detales confrontaciones sociales. En esa sección también argumentoque las condiciones de posibilidad de otras formas de lo político –no ceñidas ni plenamente concordantes con los cánones liberalescontemporáneos– hunden sus raíces en plurales y múltiplesentramados comunitarios de reproducción de la vida.Entender a la sociedad como mosaico dinámicode antagonismos superpuestos y razonardesde la inestabilidadSon dos las ideas que para el estudio de lo social establezcocomo fundamentales:
- Estudiar los asuntos sociales a partir de sus contradicciones
- ii) Rastrear las contradicciones desde el punto de vista de lainestabilidad.Entender a la sociedad como mosaico dinámico de
antagonismos superpuestos significa estudiar los asuntos socialesa partir de la dinámica de sus contradicciones; lo cual es una delas propuestas centrales del marxismo.2 El alcance y amplitudde las contradicciones a estudiar establece y delimita las diversascorrientes y variantes dentro de tal perspectiva teórica. Laespecificidad de las corrientes críticas –de las cuales soy parte–ponen el centro de la atención en la lucha, esto es, en la maneraen la que el antagonismo social, de manera polimorfa, se despliegaen el cuerpo social exhibiendo su calidad desgarrada ypresentando sus heterogéneos anhelos de transformación.Algunas versiones influyentes –por lo general, “cerradas”– dela perspectiva marxista suelen afirmar que estudian los asuntossociales, también, a partir de la lucha de clases. Sin embargo, lapropia expresión “lucha de clases” está compuesta por dostérminos: lucha y clases. Desde ahí puede rastrearse un abanicoamplio de distinciones organizado en dos grandes bloques: hayuna larga tradición sociológica que enfatiza el estudio de las clasesy, sólo después, aborda la manera en la que tales clases “luchan”.Tal tradición sociológica de corte positivista –prevalenciente, en-tre otras, en la academia anglosajona– así como ciertas escuelasfrancesas más cercanas al estructuralismo, suelen concentrarseen la delimitación, primero, del “concepto de clase” y, luego, delas “clases” realmente existentes. Se entabla, partiendo desdeahí, una disputa en dos niveles: en primer lugar por el contenidomismo del concepto de “clase”; por otro, de los distintos y variadosreferentes –realmente existentes– que han de quedar abarcadospor el “concepto de clase” una vez aclarado.En contraposición con tales posturas, la tradición crítica colocael énfasis de la reflexión en la lucha. Sólo desde la lucha, desdesu despliegue, desde lo que ésta ilumina y devela, a partir de lasintaxis que exhibe y de la semántica que inaugura,3 es posible2
Recordar la conocida formulación “La historia hasta nuestros días es lahistoria de la lucha de clases” que es la pieza clave de comprensión marxistade la historia. La dificultad, como veremos está en la diversidad deinterpretaciones que tal expresión puede entrañar.3 Apelo a las nociones de sintaxis y semántica para expresar la idea de queRAQUEL GUTIÉRREZAGUILARACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
entender y distinguir –en caso de ser relevante– las clases quese confrontan. La contradicción que sistemáticamente se rastreadesde la perspectiva crítica, y en cuyo despliegue se indaga, esaquella entre el hacer y el capital.4 Se parte desde ahí en tanto sepretende enfatizar las dinámicas de la propia contradicción, enparticular las maneras en que las diversas capacidades de hacer,crear y pensar anidadas en los cuerpos y mentes de los hombresy las mujeres concretos, son sujetadas por el trabajo objetivadoconvertido en capital, capturadas por la dinámica de valorizacióny, a la larga, enajenadas y convertidas en su contrario. Estos soneventos que siempre están en ocurriendo y nunca culminan; esdecir, nunca están plenamente concluidos y una y otra vez talescapacidades humanas de hacer y crear escapan, erosionan, seconfrontan y limitan ámbitos de la subordinación y explotación enlos que quedan sujetos.Ahora bien, aún entre las posturas críticas que ponen el acentoen la comprensión de lo social a partir de la lucha es posibleintroducir otra distinción que ilumina el lugar específico desde elcual se razona. La lucha social, el despliegue de múltiplesconfrontaciones que una y otra vez sacuden y tensan eldesgarrado cuerpo social –a diferentes escalas espacio-temporales y con distintos alcances de impugnación al ordengeneral impuesto– pueden ser abordados desde el punto de vistade la estabilidad o de la inestabilidad; es decir, o bien desde laaspiración a la tendencial reconstitución-reordenamiento de talcontradictorio cuerpo social como unidad o totalidadpretendidamente estable, a partir del encausamiento y/o gestiónde las contradicciones que lo desgarran; o bien desde laperspectiva de la amplificación de tales contradicciones. Hastaen las luchas concretas subyacen una o varias gramáticas. La sintaxis, que serefiere al conjunto de reglas que organizan la producción del lenguaje; larecupero para comprender las formas del despliegue de la lucha. La semántica,en cambio, que es el puente para estudiar la relación entre el lenguaje y larealidad que se nombra; la rescato pues casi siempre, durante las luchas hayuna aguda disputa por la manera en la que se expresan y designan los eventos.4 John Holloway es quien con más profundidad ha trabajado sobre estosasuntos. En particular, ver su Agrietar el capitalismo, 2012.CONOCER LAS LUCHAS Y DESDE LAS LUCHAS. REFLEXIONES SOBRE…ACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
16cierto punto, la perspectiva de la estabilidad subyace a las luchasrevolucionarias dirigidas a la “toma del poder” entendido no únicapero si principalmente como “ocupación” de aparatos einstituciones del Estado. Cabe hacer notar que razonar desde elpunto de vista de la estabilidad establece una serie de dificultadesal propio pensamiento crítico. Por ejemplo, compromete casiinmediatamente con la clasificación de las luchas –por lo generaldistinguiendo entre luchas sociales y luchas políticas– de acuerdoa la ambición totalizante5 que –supuestamente– las luchas socialesmás generalizadas deben –acercamiento normativo– exhibir. Estoes, en tanto se entiende la lucha y su generalización como unproceso de inestabilidad de un cuerpo o complejo socialsupuestamente estable y tendiente a alcanzar –o a llegar a– otroestado estable; las propias acciones de lucha se clasifican a partirde la manera y cantidad en la que se proponen –según la posturaen cuestión– alcanzar el nuevo momento de estabilidad.En contraste con lo anterior, mirando desde la perspectiva de lainestabilidad, la cuestión central consiste en la sistemáticadestotalización de lo que hay y en la reconstrucción parcial derealidades nuevas que serán de manera permanente destotalizadasen una especie de camino sin fin, donde el porvenir no habita unhipotético futuro sino que se construye paso a paso disputando elhoy y el ahora en múltiples niveles. Así, la maraña de contradiccionessociales, de flujos de antagonismo y luchas clara, aunquedificultosamente, puede pensarse a partir de la inestabilidad; estoes, desde el conjunto de polimorfas aspiraciones y prácticas políticasque habitan en formas incómodas el cuerpo social, ocultas yconstreñidas por el orden dominante, que se resisten a ser de nuevacuenta contenidas en formas políticas anteriores y que, más bien,se orientan sistemáticamente a erosionar y desbordar tanto loslímites morales y políticos inscritos en el imaginario social, como5 Diversos y fértiles acercamientos a la dinámica de la lucha social comodestotalización del orden del capital las ha desarrollado Sergio Tischler enmúltiples trabajos. Para un acercamiento sintético a su postura sobre este puntorevisar http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web-12/revolucion-y-destotalizacion-una-aproximacion-agrietar-el-capitalismo-de-john-hol(consultado el 1 de febrero de 2013).RAQUEL GUTIÉRREZAGUILARACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
17las relaciones mando/obediencias conexos con aquellos. Por logeneral, mirando lo que las luchas emprenden desde el lugar de lainestabilidad, es decir, desde la disposición a trastocar y subvertirlo que está establecido como fijo e inamovible se puede distinguircómo lo que casi siempre está en disputa es la reapropiacióncolectiva –parcial y tendencialmente general– de lo que existe,comenzando por el tiempo y los medios de existencia6 hasta losllamados “recursos naturales” y todo tipo de riqueza socialobjetivada.Ahora bien, cabe notar que pensar las luchas desde la con-tradicción y desde la estabilidad las suele colocar dentro de laclásica posición estado-céntrica de izquierda; en contraste,entender las luchas como despliegue sistemático de lascontradicciones y razonar sobre ellas desde el punto de vista dela inestabilidad sitúa la mirada en el punto exactamentecontrapuesto: en el del registro de la tendencial subversión ydesborde de los límites anteriormente impuestos que ilumina losdiversos –a veces difusos e incluso contradictorios–horizontesinteriores que quienes luchan expresan, explican, practican ypromueven. Así, la noción de horizonte interior es central en miargumento. A partir de la revisión del trabajo de Bloch, en particu-lar de sus reflexiones sobre lo que él llama “horizonte de deseo”a lo largo de la primera parte de El principio esperanza; bosquejola noción de horizonte interior de una lucha como aquel conjuntode aspiraciones y anhelos, no siempre lógicamente coherentesentre sí, que animan el despliegue de una lucha colectiva en unmomento particular de la historia y se expresan a través de ella.7Es un término, pues, para referirme a los contenidos más íntimosde las propuestas de quienes luchan, comprendiéndolos en sudificultoso surgimiento. Cabe hacer notar, además, que talescontenidos –que en su reiterada expresión diagraman y alumbran6 Notar que utilizo el término “modos de existencia” y no “modos deproducción”. Recojo esta distinción de la lectura que Mina Navarro hace deltrabajo de Massimo De Angelis, “Marx and primitive accumulation: The continu-ous carácter of capital ́s enclosures” en The Commoner, núm. 2. En[www.commoner.org.uk]. Revisar, Navarro, 2013.7 Para una discusión más profunda sobre esto ver Gutiérrez, 2009.CONOCER LAS LUCHAS Y DESDE LAS LUCHAS. REFLEXIONES SOBRE…ACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
18el horizonte interior de una lucha– con frecuencia son a su vezcontradictorios, se exhiben sólo parcialmente, o pueden hallarseantes que en formulaciones positivas, en el conjunto de desfasesy rupturas entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que nose dice y se hace, en la manera cómo se expresan los deseos ylas capacidades sociales con que se cuenta, etc. La dificultosacomprensión del horizonte interior de una lucha o de un conjuntode luchas es, entonces, un punto central de esta propuesta.Tales son los puntos de partida de mi postura metodológica,que como se puede notar se nutre de una serie de diálogos ytrabajos colectivos: el acercamiento a la lucha como clave centralde comprensión no se concentra en la posibilidad de cierre delproceso de lucha y/o reorganización del cuerpo social a partir delreacomodo de los antagonismos que lo desgarran. Más bien,asumiendo el curso de las luchas como flujos continuos aunqueintermitentes de tales antagonismos desplegados, pone atencióntanto en documentar y comprender lo alcanzado en cada episodioespecífico de impugnación colectiva del orden dominante –triunfoparcial suele llamarse a lo anterior– como también en percibir-entender las novedades políticas que se producen en cada ocasiónde las más variadas maneras, las aspiraciones colectivas explícitasy las no plenamente formulables que se vuelven audibles en losdistintos episodios enérgicos de despliegue de la lucha y en lasvariadas maneras en las que se batalla para mantener abiertaslas posibilidades de reapropiación de la riqueza existente en sudiversidad así como en los heterogéneos ensayos que se ponenen juego para alcanzar breves momentos de equilibrio inestable,a partir de los cuales la historia continúa su camino.Tales son, en un gran nivel de generalidad los puntos de partida.¿Cómo podemos estudiar-entender los polimorfos flujosde antagonismo que desgarran la sociedad? Afianzando la mirada en el despliegue polimorfo y generalizadode los múltiples antagonismos que desgarran la sociedad, lacuestión ahora es cómo podemos entender las luchas yRAQUEL GUTIÉRREZAGUILARACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
19aprehender lo que en cada ocasión nos enseñan; en particular,sobre las posibilidades, más ciertas o incluso aquellas meramenteinsinuadas, de transformación social. Una de las manerastradicionales para hacer esto es la identificación de sujetossociales para, después de ello, escudriñar la manera cómo talessujetos, así clasificados, luchan; estableciendo, además,formulaciones cerradas para calificar lo que se proponen. Estecamino ha mostrado una y otra vez sus enormes dificultades paracomprender los más álgidos fenómenos sociales en tantoantepone los conceptos a la realidad, en momentos –los de lalucha– en los cuales la insubordinación y la crítica práctica a lasrelaciones imperantes desbordan los conceptos clasificatoriosprevios y, muchas veces, los anulan.8Ahora bien, las luchas necesitan sujetos de lucha,9efectivamente; y, más aún, la sintaxis profunda del castellanonecesita para expresar contenidos, sostenerse en formulacionesestructuradas a partir de la tríada sujeto-verbo-complemento. Sinembargo, vale la pena avanzar con cuidado para no caer en unaparadoja aparentemente sin solución. Nótese que estoy hablandode “sujetos de lucha” y no de sujetos sociales o sujetos políticos.Son las luchas las que constituyen a los sujetos de lucha y noviceversa. A lo largo del despliegue de las luchas se conforman,transforman, consolidan y/o evaporan distintos sujetos de lucha.Se distinguen y vuelven comprensibles justamente al poneratención en el curso concreto de cada lucha particular: en cadaocasión se visibilizan y distinguen los distintos conjuntos de8 Nótese cómo en cada acción significativa de lucha vuelve a presentarse ladificultad de establecer quién es el sujeto de lucha, en tanto se difuminan y sequiebran los anteriores conceptos que buscaban identificar a tales sujetos. Sepuede rastrear, entre otras, la clásica dificultad para dotar de contenido elconcepto “clase obrera” que confrontan una y otra vez ciertas posturas deizquierda tradicional; similar dificultad confronta el concepto de “campesinado”,“pueblo indígena” o “movimiento social”.9 La expresión “sujeto de lucha” es utilizada por Francisco Gómez Carpinteiropara dar cuenta del tipo de subjetividad insubordinada y antagónica que semanifiesta en cada lucha concreta. Algunos de sus argumentos puedenrecuperarse en Gómez Carpinteiro, 2011.CONOCER LAS LUCHAS Y DESDE LAS LUCHAS. REFLEXIONES SOBRE…ACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
20varones y mujeres que se asocian, discuten, acuerdan, seproponen fines, resisten y luchan. Esos son los sujetos de luchay es en ellos y en las acciones que los constituyen como tales, enquienes hay que poner atención a partir, justamente, de las luchasque despliegan. Para ello, antes que anticiparnos en la acción denombrar, conviene rastrear las maneras cómo se expresa la nuevadistinción clasificatoria que se autoproduce durante una luchaentre un conjunto específico de varones y mujeres que, además,por lo general se presentan como ligados entre sí mediante lavisibilización de algún tipo de trama común: “Nosotros, gentesencilla y trabajadora”, “Nosotros los aymaras que habitamos estastierras desde tiempos inmemoriales”, “Nosotros, los pueblos deOaxaca articulados en una Asambea Popular”. Cómo seautodesignan aquellos quienes luchan constituye una pista cen-tral para la comprensión no sólo de lo que está en disputa en esalucha particular sino de los alcances que tales acciones puedentener; además de, por supuesto, develarnos al sujeto de lucha.Entonces, el asunto central que sostengo es que no es fértilentender a los sujetos como constituidos previamente a la luchaque son capaces de desplegar. Por el contrario, la cuestión esatender a las luchas y hacerse una serie de preguntas tan simplescomo difíciles, procurando responderlas con el mayor cuidado.Tal serie de preguntas consiste básicamente en indagar:¿Quiénes son los que en un momento determinado luchan?¿A qué se dedican? ¿Cómo se asocian? ¿Qué tradicionescolectivas los impulsan?¿Qué persiguen? ¿Qué fines los animan?¿Cómo se movilizan, qué tipo de acciones despliegan, cómolas deciden y cómo las evalúan?¿De qué manera gestionan, cuando aparecen, sus conflictosinternos? ¿Cómo se autorregulan?¿Cómo equilibran la tensión conservación-transformación?Se trata, pues, de rastrear y documentar la manera en la quelas luchas brotan y se presentan; reconociendo a los hombres ymujeres que, o bien resisten y se oponen a alguna –nueva– agresión, o se proponen conseguir algún propósito acordado encomún. Registrar quiénes son las personas que se movilizan eimpugnan lo que hay es una actividad muy diferente a aquellaque consiste en “clasificar” a tales personas en categoríaspreviamente establecidas. Así, las luchas son, en cada ocasión,protagonizadas por múltiples y heterogéneos sujetos de luchaque, desde su particularidad, imprimen a sus acciones rasgosdistintivos y relevantes recuperando lo que saben y construyendonovedades a partir de ahí. Además, en cada lucha, aquelloshombres y mujeres que la protagonizan ensayan formatosasociativos y producen nuevas formas de cooperación; por lodemás, las formas asociativas casi nunca consisten en novedadesplenas sino que, por lo general, se suelen recuperar, conservandoy transformando, las tradiciones locales en las cuales, quienesluchan han sido formados y de donde casi siempre brotan suscapacidades tanto de creación como de insubordinación,adecuándolas, expandiéndolas o perfeccionándolas para lospropósitos que persiguen.Finalmente, algo muy relevante de esta manera de ver las cosasconsiste en que, a partir del despliegue de las luchas, de lasmúltiples acciones de insubordinación e impugnación de lo quese impone, se abren caminos de transformación social y política;los cuales, en muchas ocasiones permiten ampliar las perspectivasde aquello a lo que se aspira. Es decir, el horizonte interior, lasdiversas aspiraciones políticas de las luchas, tampoco estáncontenidas de antemano en lo que inicialmente se afirma o semuestra al brotar una lucha. Más bien, es a partir del desplieguede la propia lucha común que se aclaran los caminos a seguir, seprecisan los aspectos centrales a subvertir y se construye,paulatinamente, la capacidad material y la lucidez y precisión paraampliar los fines a alcanzar. Esto quiere decir que las luchas nopueden ser calificadas con antelación a partir de parámetrosexteriores a sí mismas, clasificándolas mediante las clásicasdistinciones elaboradas desde el poder (lucha democrática, luchapolítica, lucha social, entre otras etiquetas). Lo que sostengo esque las luchas, sobre todo cuando son amplias y se generalizan,cuando tendencialmente impugnan elementos centrales del orden de cosas existente, cuando se masifican y fortalecen; ellas mismasabren sus propias perspectivas, se reinventan a cada momento ydelinean horizontes de transformación política posibles.Las posiciones teóricas y políticas que desde una radicalidadaparente se empecinan en catalogar las luchas y se solazan enexhibir sus límites; lo único que hacen es contribuir al empan-tanamiento de las posibilidades anidadas en las propias luchasconcretas. Entonces, no se trata de considerar que atrás de cadalucha se esconde la “hidra de la revolución” –como se decía acer-ca de las huelgas en el siglo pasado. Más bien, se trata de noperder de vista que son las luchas a través de sus acciones, logrosy deliberaciones –y no los programas políticos, las clasificacionesex ante o los diseños de lo posible exteriormente pergeñados–las fuentes que iluminan y dan contenido a las transformacionesposibles en cada ocasión.Asentado lo anterior presento el siguiente “artefacto” prácticopara comprender las luchas, para distinguirlas entre sí, no a partirde colecciones exteriores de rasgos que tales acciones colectivasexhiben o no, sino desde las posibilidades de transformación ylas novedades políticas que ellas mismas despliegan.El artefacto en cuestión consiste en la:Contrastación sistemática del horizonte interior desplegado enlas acciones de impugnación del orden establecido con el alcancepráctico–material y simbólico– de tales acciones y luchas.Veamos esto con cierto detalle pues es quizá el nudo práctico–la estrategia teórica– de esta propuesta metodológica. Paraestudiar las luchas y aprender de ellas es necesaria una manerade volverlas comprensibles, de entender sus posibilidadestransformadoras y de hacerlas comparables entre sí –aun en susingularidad. Es decir, si bien cada lucha dibuja y constituye unevento singular, al mismo tiempo presenta elementos comunescon otras experiencias en la medida en que en su desplieguedesborda y/o niega tanto el orden político del capital como lascategorías que desde cierta academia o desde el Estado seconstruyen para fijarlas y volverlas manejables. Conviene estaratentos a tales elementos comunes entre luchas singulares ydistintas, a fin de habilitar posibles diálogos entre ellas queRAQUEL GUTIÉRREZAGUILARACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
23contribuyan a su eventual reforzamiento. Para tal fin, el artefactopropuesto propone la acción sistemática de contrastación entreel alcance práctico de una lucha y su horizonte interior. Por alcancepráctico de una lucha entiendo el conjunto de rasgos y significadosplenamente registrables a partir del seguimiento de la propiaacción de lucha: su carácter local, regional, nacional ointernacional; su capacidad para trastocar y suspender la norma-lidad capitalista de la vida cotidiana; la manera en la que rompelos tiempos dados y prestablecidos de la acumulación del capitaly del mando político estatal, etc. El registro minucioso deldespliegue de las luchas en sus alcances prácticos ilumina ypermite percibir, también, el horizonte interior que se abre paso através de ellas –o las dificultades para que ciertos rasgos broteno se expresen. Por ejemplo, las luchas locales, centradas en unaacción defensiva específica, quizá en ocasiones puedan carecerde un alcance práctico demasiado ambicioso, aunque su horizonteinterior puede ir poco a poco volviéndose profundamentesubversivo. En contraste con ello, algunas luchas cuyos alcancesprácticos son de gran relevancia, pueden incluir a su interior unconfuso conjunto de tensiones y competencias que inhiben laexpresión de sus posibilidades subversivas más enérgicas.La contrastación sistemática de esta pareja de rasgosanalíticos: alcances prácticos de la lucha y horizonte interior quese despliega en ella; permite una comprensión profunda delsuceso social, auspiciando el reconocimiento de las novedadespolíticas que de ahí brotan y volviendo visible lo que de común semanifiesta en diversas luchas singulares.Para cerrar esta sección y haciéndome cargo de las dificultadescontenidas en la propuesta presentada, en particular dado elconjunto de problemas que suscita su expresión sistemática enel lenguaje –tal como ahora existe–, al exigir la continua vigilanciadel abuso de formulaciones conceptuales ex ante para identificary clasificar las luchas; presento un sustantivo distintivo que quizápuede ser útil para nombrar de manera directa, algunos de losrasgos más relevantes de la dinámica de despliegue de los anta-gonismos que desgarran a la sociedad.En primer término, nombro “entramado comunitario” a unaCONOCER LAS LUCHAS Y DESDE LAS LUCHAS. REFLEXIONES SOBRE…ACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
24heterogénea multiplicidad de mundos de la vida que pueblan ygeneran el mundo bajo pautas diversas de respeto, colaboración,dignidad y reciprocidad no exentas de tensión y acosadas,sistemáticamente, por el capital. Al nombrar esta trama dereproducción de la vida con una expresión lingüística específica,pretendo no comprometerme con una formulación conceptual; perosí establecer un término –que considero necesario– para designarciertos saberes y capacidades que, en el terreno de las luchas meparecen relevantes: su carácter colectivo, la centralidad de aspectosinmediatos de la reproducción social –tramas que generan mundo–así como algunos rasgos que tiñen las relaciones –que tienden aser de cooperación no exenta de tensión– entre quienes sonmiembros de tales entramados. Aclaro nuevamente: al hablar de“entramado comunitario” mi intención no es establecer un nuevoconcepto que nos lleve al mismo punto de partida que fue criticadoal comienzo de este trabajo. Mi intención es otra: brindar unsustantivo común que permita aludir –es decir, que nombre ydesigne– lo que una y otra vez se nos hace visible en aquellosmomentos intensos de despliegue del antagonismo social: quequienes se insubordinan y luchan, quienes desbordan lo instituidoy trastocan el orden, lo hacen con mucha frecuencia, a partir de lageneralización de múltiples acciones y saberes cooperativos queanidan en las más íntimas e inmediatas relaciones de producciónde la existencia cotidiana, sobre todo en aquellas relaciones noplenamente subordinadas a las lógicas de valorización del valor.10El valor semántico de la expresión que propongo está, claramente,siempre a discusión; su uso –de tal expresión– nos permite, sinembargo, reflexionar sobre un último elemento que completa estaperspectiva: la existencia de formas de lo político distintas einconmensurables –i.e. carentes de medida común– entre lo quedesde los heterogéneos mundos de la vida se rebela una y otravez contra lo que se le impone como presente inadmisible; y lasdistintas propuestas de reconstitución de órdenes de mando yacumulación –Estados se les suele llamar– que en los tiempos10 Para una reflexión más amplia sobre el tema en relación con las luchasbolivianas de comienzos del siglo XXI ver Linsalata, 2012.RAQUEL GUTIÉRREZAGUILARACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
25actuales sólo se distinguen entre sí a partir de los matices –sobretodo ideológicos– con que argumentan sus acciones.Horizontes políticos que brotan desde las luchascontemporáneas: aproximaciones esquemáticasPara finalizar esta exposición introduzco esquemáticamente, enprimer lugar, una breve panorámica de los rasgos más relevantesde dos horizontes políticos diferentes, que se han vueltodistinguibles a partir del conjunto de luchas de los últimos 20años,11 protagonizadas principal, aunque no únicamente, pordiversos entramados comunitarios tanto locales como másamplios, que se han expresado como luchas de pueblos, ayllus,consejos; o bien constituyendo asambleas, frentes, coordinadoras,confederaciones, etcétera.A partir, sobre todo, del trabajo de indagar en las posibilidadesde transformación política, económica y social desplegadas du-rante la ola de levantamientos y movilizaciones en Bolivia entre2000 y 2005, distinguí la existencia de dos horizontes políticosconfrontados y en competencia; si bien con posibilidadesintermitentes, siempre plagadas de tensión, de colaboración en-tre sí. Los horizontes que, desde mi perspectiva, se hicieronvisibles en ese país –y que hasta cierto punto pueden iluminar lareflexión y abrir el diálogo sobre otras experiencias– son lossiguientes. En primer término, un horizonte nacional-popularcentrado en la ambición de reconstrucción estatal y orientado porla voluntad beligerante –también expresada en las luchas– deconstruir nuevos términos de inclusión en la relación estatal, a11 Mis reflexiones sobre estos asuntos se nutren claramente de los aporteszapatistas, cuya voz comenzó a dialogar con cada uno desde 1994. Sin em-bargo, la experiencia que más íntimamente conozco es la de las rebeliones ylevantamientos que sacudieron Bolivia entre 2000 y 2005. En tal sentido, enesta sección planteo lo que sobre estas luchas aprendí, a partir de reflexionarsobre ello utilizando la herramienta teórica que expuse anteriormente. Unaargumentación mucho más larga sobre todo esto puede revisarse en Gutiérrez,2009.CONOCER LAS LUCHAS Y DESDE LAS LUCHAS. REFLEXIONES SOBRE…ACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
26partir, básicamente, de modificar la relación entre sociedad ygobierno, esto es, de modificar la relación de mando que organizael vínculo estatal.12 En segundo término, durante los momentosmás enérgicos de la lucha indígena, comunitaria y popular enBolivia, también se volvió claramente visible un horizonte políticocomunitario-popular centrado en la disposición colectiva ysistemática a desbordar –alterando y tendencialmente re-construyendo– la trama de relaciones políticas así como losformatos legales e institucionales existentes. El nudo central deeste horizonte político al que denomino comunitario-popular nofue –ni creo que pueda ser– la reconstitución de ningún tipo deEstado; más bien, la cuestión central que desde este horizontepolítico fue puesto en el centro del debate político durante variosaños fue la cuestión de la reapropiación colectiva de la riquezamaterial disponible, de la posibilidad de decisión sobre ella, esdecir, de su gestión y usufructo. Aclarando lo anterior, de ningunamanera estoy afirmando que el carácter principal de tales luchashaya sido un anti-estatalismo extremo; más bien, lo que afirmoes que en Bolivia, entre 2000 y 2005 se visibilizaron con enormeclaridad una clase de luchas no centradas en la ocupación delEstado sino orientadas, básicamente, por la reapropiación socialde la riqueza material disponible que, además, pusieron en elcentro de la discusión el carácter común –no privado– que talesriquezas y su administración debieran exhibir. Lo que se logródecir en torno a esto fue expresado con claridad a partir de lo quelas luchas hicieron una y otra vez, aunque no alcanzó a serformulado explícitamente en todas las ocasiones.13 Sin embargo,12 Una variante acotada, contradictoria y siempre tímida de este camino eslo que llevó adelante el primer gobierno de Evo Morales y el Movimiento alSocialismo (MAS) entre 2006 y 2009. A partir del segundo período de gobierno–que comenzó en 2010– es evidente que lo que desde ahí se está haciendo esrestringir la capacidad de participación política desde la sociedad, limitando detodas las maneras posibles la autonomía política de las organizaciones socialesa fin de consolidar, desde el Estado, un nuevo orden de mando. Esto último esun asunto totalmente distinto a los problemas más difíciles de la transformaciónpolítica y social sobre los que versa mi argumentación.13 Hay dos momentos en los que el nudo de la reapropiación social de lariqueza material fue claramente expresado: durante la Guerra del Agua enRAQUEL GUTIÉRREZAGUILARACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
27de acuerdo a lo que he argumentado a lo largo de estas páginas,rastreando los momentos más intensos de las luchas encontréuna y otra vez desfases y contradicciones entre lo que hacíanquienes luchaban y lo que decían; entre lo que respondían a losfuncionarios estatales con quienes en ocasiones discutían y loque inmediatamente después volvían a echar a andar. Creo haberregistrado con cuidado las grandes dificultad para expresar lagran radicalidad de las ambiciones transformadoras que sedesplegaron, sobre todo, durante los levantamientos y movili-zaciones ocurridos entre 2001 y 2003.Tal horizonte de transformación social de raigambre comu-nitaria-popular que puso en el centro del debate la cuestión de lareapropiación de la riqueza material comenzando por el agua,siguiendo con los hidrocarburos y continuando con la tierra-territorio y otra serie de bienes; implicó una fuerte sacudida alorden político liberal-capitalista que, entre otras cosas, centra laambición de estabilización de la vida social en la construcción deEstado. Los aspectos políticos más relevantes de este horizonte,que se volvieron audibles y visibles durante los años más fértilesde las luchas, pueden resumirse en una formulación bastantesimple aunque de gran densidad: las luchas se esforzaronsistemáticamente por la desmonopolización del derecho a decidirsobre aquellos asuntos generales que a todos incumben porquea todos afectan. Podemos llamar a esto, qué duda cabe, demo-cratización polifónica y radical de la sociedad;14 pero tambiénCochabamba en 2000 y 2001 y también en la plataforma política que los hombresy mujeres aymaras elaboraron entre 2001 y 2002 durante la ola delevantamientos en esa región. El asunto político central que tales luchas pusierona discusión fue la cuestión de la llamada “soberanía social”, es decir, el derechoa tomar directamente decisiones colectivas sobre los asuntos que competen atodos. Sobre este tema ver Gutiérrez, 2009.14 La noción de “democratización polifónica y radical” no pretende ser unconcepto en esta argumentación. Lo que se afirma es que las tendencias haciala desmonopolización tanto del derecho a decidir, es decir, a que los másintervengan en la decisión sobre los asuntos que les incumben porque lesafectan; tanto como la desmonopolización de la riqueza material, son loscontenidos de una acción democratizadora que puede ser plural –por tantopolifónica– y al mismo tiempo profunda, por eso radical.CONOCER LAS LUCHAS Y DESDE LAS LUCHAS. REFLEXIONES SOBRE…ACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
28podemos nombrarlo: inversión del orden de mando que buscainstituir el derecho a decidir en común sobre la riqueza materialde la que se dispone, es decir, Pachakuti.15Así, con sus luchas, en las discusiones que abrieron y a partirde los logros que tuvieron, una y otra vez, los y las movilizadasempujaron a que se mantuviera abierta la deliberación pública defondo sobre los asuntos relevantes de la conducción del país.Desde el espacio de la sociedad o, con más precisión, desde losvariados entramados comunitarios en estado de rebelión,comenzaron a desorganizar una añeja y colonial relación demando político excluyente, discrecional y monopolizadora de lasdecisiones políticas. Con sus acciones reconstruyeron unaespecífica forma de lo político que no abreva ni directa niúnicamente de la herencia política más persistente de lamodernidad capitalista: la centralidad del estado en la organizaciónde la vida civil–y pública– centrada en la acumulación del capital.Más bien, alumbraron caminos de transformación social y políticano centrados en la ocupación del aparato gubernamental; aunquesin despreciar la eventual fuerza que tal extremo podría brindar ala propia empresa de transformación social. Entre lo más relevantede esta forma de lo político está el protagonismo de talesentramados comunitarios, dispuestos una y otra vez a no ceder,mediante reiteradas luchas, la capacidad de decidir y establecerlos caminos a seguir.El horizonte político comunitario-popular cuyos rasgosprincipales he tratado de esbozar, insisto, no se expresó en Bo-livia ni en un programa ni en una figura única o caudillo; másbien, se desplegó en el quehacer y en la deliberación colectivasobre múltiples temas, estableció vetos colectivos a las decisionesinadmisibles que se trataron de imponer, abriendo espacios-tiempos de rebelión múltiple donde se sembraron nuevos criterios15 La voz aymara Pachakuti está compuesta de dos partículas: Pacha quesignifica tiempo-espacio, es decir, es un término que alude a las bases másíntimas y fundamentales de los supuestos cosmogónicos en las culturas andinas.Por su parte, kuti quiere decir vuelta, giro. Pachakuti entonces, refiere a latransformación profunda del espacio-tiempo que habitamos, a la subversión yalteración radical del orden existente.RAQUEL GUTIÉRREZAGUILARACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
29morales acerca de la vida social. Es posible afirmar, entonces,que tal horizonte comunitario-popular se desplegó enérgicamente–aunque con duras dificultades para expresarse, insisto– desdela autonomía política y material lograda por heterogéneos entra-mados comunitarios tanto rurales como urbanos durante variosaños. Tales novedades políticas que brotan en medio de las luchas,tienen la calidad de experiencias singulares, pero tambiéncontienen, creo, la posibilidad del diálogo y la conversación conotras luchas semejantes.Tales son los rasgos epistemológicos principales, a mi manerade entender, de los asuntos sociales y lo relativo a la transfor-mación social, partiendo y siempre aprendiendo de las luchassociales que una y otra vez iluminan nuestras vidas.BibliografíaAdorno, Theodor (1990), Dialéctica negativa, Taurus Ediciones,Madrid.Bloch, Ernst (2004), El principio esperanza, Trotta, Madrid.Gómez Carpinteiro, Francisco (2011), “No sujetos de Estado.Luchas por la no legibilidad” en Espiral, Estudios sobre Estadoy Sociedad, vol. XVIII, núm. 50, enero-abril de 2011, en: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/138/13818129009.pdfGutiérrez, Raquel (2009), Los ritmos del Pachakuti. Levantamientoy movilización en Bolivia (2000-2005), ICSyH-BUAP/Bajo TierraEdiciones, México, D.F.Holloway, John (2011), Agrietar el capitalismo, El hacer contra eltrabajo, Herramienta ediciones, Buenos Aires.Holloway, John (2002), Cambiar el mundo sin tomar el poder, Elviejo topo, Madrid.Linaslata, Lucía (2012), El ethos comunal en la política boliviana,Editorial Académica Española, Madrid.Navarro, Mina Lorena (2013), “Las luchas socioambientales enMéxico como una expresión del antagonismo entre lo común yel despojo múltiple”, en OSAL, CLACSO, año XIII, núm. 32,noviembre, Buenos Aires.CONOCER LAS LUCHAS Y DESDE LAS LUCHAS. REFLEXIONES SOBRE…ACTA SOCIOLÓGICANÚM. 62, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013, pp. 11-30.
30Tischler, Sergio (s/a), “Revolución y destotalización. Una a-proximación a agrietar el capitalismo de John Holloway”, enHerramienta. Debate y crítica marxista, dirección URL: http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web-12/revolucion-y-destotalizacion-una-aproximacion-agrietar-el-capitalismo-de-john-hol