El rewilding, re-silvestración o vuelta a la naturaleza, va al encuentro con la expansión del instinto salvaje

La idea de devolver a la tierra lo que es de la tierra está cobrando fuerza los últimos años. Si entras en cualquier librería, no es difícil encontrar en los estantes de ecología títulos que hablen de rewilding. La renaturalización o resilvestración aparece como una de las formas de proteger el planeta contra el cambio climático y la crisis ambiental. ¿Qué es eso del rewilding? ¿Son todo ventajas? ¿por qué hay quien se opone a ello?



Ecología
Dejar que la naturaleza se expanda


El Salto
18 dic 2020 07:30
 
La idea de devolver a la tierra lo que es de la tierra está cobrando fuerza los últimos años. Si entras en cualquier librería, no es difícil encontrar en los estantes de ecología títulos que hablen de rewilding. La renaturalización o resilvestración aparece como una de las formas de proteger el planeta contra el cambio climático y la crisis ambiental. ¿Qué es eso del rewilding? ¿Son todo ventajas? ¿por qué hay quien se opone a ello?
 

Recuerdo haber visitado hace unos años el pueblo de mi amiga en la provincia de Burgos, uno de esos pueblos en el que casi no queda nadie viviendo en invierno. Cuando paseábamos por sus alrededores, estuvimos hablando de cómo la naturaleza parecía estar reconquistando y engullendo el pueblo desde las afueras hacia el centro. Nuevos arbustos rodeaban las fincas sin cultivar, las casas de piedra derruida aparecían cubiertas de zarzales y  escaramujos. El hormigón de una vieja carretera aparecía quebrado y entre las grietas florecían zarzamoras y  borrajas. Recuerdo el desasosiego que esta visión me produjo. Por un lado, me alegré de que la naturaleza tuviera la fuerza suficiente para recuperar lo que era suyo, pero al mismo tiempo me preocupó el futuro de un pueblo que desaparecía, junto con su escuela, su panadería, su taberna, sus rebaños y sus huertos familiares.

Es más o menos el sentimiento ambivalente que me produce el impulso que está teniendo en Europa el concepto del rewilding o la renaturalización de hábitats. Un concepto académico que surge a finales de los años ochenta pero que ha evolucionado hasta su acepción de renaturalización trófica, entendida como “una estrategia de conservación que utiliza la introducción de especies para alterar las cascadas tróficas de arriba hacia abajo y promover la biodiversidad y la autorregulación de los ecosistemas”. Dicho de una manera más sencilla, se trataría de reintroducir grandes especies amenazadas en un hábitat degradado para proteger o recuperar la especie con la idea de que esto producirá también la regeneración de las especies más pequeñas que conviven en ese hábitat, tanto fauna como flora.

De esta forma se ha reintroducido, por ejemplo, el bisonte en el sur de los Cárpatos (Rumanía), el jaguar en el Parque Nacional de Iberá en Argentina y el lince ibérico en Andalucía (y de ahí a otras regiones de la península). Como lo explica Astrid Vargas, se utilizan “especies paraguas”, especies emblemáticas cuya reintroducción permite la protección de los ecosistemas. Astrid dirigió durante siete años el programa de cría en cautividad del lince ibérico en Doñana y puso los cimientos para el programa de reintroducción en Andalucía de este felino que había desaparecido del bosque y matorral mediterráneo.

Rewilding Europe es una de las asociaciones más activas en Europa y trabaja actualmente en ocho proyectos que afectan a más de dos millones de hectáreas, desde Portugal hasta Suecia. Para esta ONG holandesa es muy importante dejar que la naturaleza “cuide de sí misma” aunque se le debe echar una mano “quitando diques y presas para liberar ríos, permitiendo la regeneración natural de los bosques y reintroduciendo especies que desaparecieron como consecuencia de la actividad humana”.

La cuestión que no queda muy clara es hasta qué punto debe dejarse a la naturaleza “recuperarse por sí misma” o por el contrario, debe el ser humano intervenir en el proceso para evitar sorpresas. En este sentido, hay tantas opiniones como proyectos diferentes de rewilding. En general, asusta un poco iniciar un proyecto de renaturalización sin saber muy bien cómo va a reaccionar la naturaleza. Y asusta, también, como comenta Isabel Bermejo, del área de agroecología de Ecologistas en Acción, la filosofía subyacente a algunos proyectos: “quizás no en todos, pero creo que hay mucho peligro de que estos proyectos pretendan ahondar en el abandono de las zonas rurales y agrarias, en favor de la creación de unos espacios naturales poblados por grandes herbívoros”.

Los defensores del rewilding sostienen que los beneficios para las comunidades que rodean estos proyectos son grandes. Desde el punto de vista ecológico, la recuperación de los ecosistemas con poca intervención humana provoca secuestro de carbono, permite la retención de agua y nutrientes, sanea los sistemas acuíferos y en general supone la recuperación de la biodiversidad en el largo plazo. Según Astrid Vargas, ningún proyecto de renaturalización puede llevarse a cabo si no se cuenta con la colaboración de los habitantes de la zona, fundamentalmente los agricultores y ganaderos. Al menos en la organización que ella dirige, Inspiration 4 Action, dedicada a la restauración ecológica y la agricultura regenarativa, resulta fundamental incluir la agroecología en los proyectos de regeneración de hábitats. “Hay especies, como las aves esteparias, que no sobrevivirían sin los cultivos de cereales, por ejemplo”, asegura.

Otra cuestión clave es la de la extensión necesaria para poner en marcha este tipo de proyectos. Los más ambiciosos, como los de Rewilding Europe, necesitan de grandes extensiones de terreno para poder intervenir en un hábitat concreto. Pero hay también otro tipo de actuación más pequeña, que puede tener un gran valor regenerativo en zonas puntuales y mejorar la calidad de vida de la naturaleza y de las personas que disfrutan de ese espacio. En este sentido, Ecologistas en Acción lleva unos años apostando por la renaturalización de los ríos ibéricos. Un ejemplo es la exitosa renaturalización del río Manzanares a su paso por Madrid. Además de eliminar barreras para el curso del agua, como escolleras o compuertas, la intervención consistió en plantar más de 16.000 árboles y arbustos de especies autóctonas. Más allá del arbolado replantado, ha surgido desde entonces una gran cantidad de árboles de manera espontánea sobre las islas de sedimentos depositadas en el cauce.

No obstante, todavía quedan muchas incógnitas por resolver, que nos sitúan, en ocasiones, ante disyuntivas éticas. ¿Qué debemos hacer si los planes de renaturalización no tienen éxito? ¿Podemos revertirlos? ¿Tenemos derecho los seres humanos a reintroducir animales en entornos degradados, que ellos no han elegido y en los que su supervivencia no está garantizada? ¿Y si fracasan? En este sentido, es tristemente conocido el proceso de renaturalización de las marismas de Oostvaardersplassen, en los Países Bajos. Las marismas se repoblaron con ciervo rojo, caballos Konik y ganado Heck, con la intención de mantener las zonas abiertas y limpias. Los animales sobrevivieron varios inviernos suaves, pero en 2018, con un invierno más duro y difícil, sobrevino una hambruna tremenda, y el gobierno optó por sacrificarlos antes de que se murieran de hambre. 

También es importante preguntarse quién está financiando estos proyectos y qué intereses hay detrás. O si estos proyectos son parte de estrategias de lavado verde. La Unión Europea, en su Estrategia sobre la biodiversidad de aquí a 2030 se ha propuesto crear un plan vinculante para la restauración de la naturaleza en Europa y quiere “conseguir que, de aquí a 2030, se recuperen grandes superficies de ecosistemas degradados y ricos en carbono, que no se produzca ningún deterioro en las tendencias y el estado de conservación de hábitats y especies, y que al menos el 30 % de ellos alcance un estado de conservación favorable o al menos muestre una tendencia positiva”. Esto, que queda estupendamente sobre el papel, se contradice con la estrategia comercial de esta misma Unión Europea, empeñada en firmar tratados de libre comercio que fomentan el expolio de otros territorios y agravan un sistema de producción basado en las grandes distancias. Para sacar el máximo partido a ese potencial, al menos el 25 % de las tierras agrícolas de la UE debe dedicarse a la agricultura ecológica de aquí a 2030. Releyendo lo que la Comisión Europea publica sobre Política Agraria Común, no parece que vayan encaminados los pasos a beneficiar a la pequeñas empresas agrícolas. Isabel Bermenjo nos plantea: “si dejamos abandonar el mundo rural, ¿qué vamos a hacer?, ¿promover la agricultura intensiva e importarla de Latinoamérica? Hay que compaginar la agricultura sostenible, la soberanía alimentaria con la protección de la biodiversidad y el medio ambiente.”