Venezuela: analisis de la situacion
Humberto Decarli
hachede@cantv.net
Desde Caracas, perspectivas de lo que esta pasando en Venezuela
A MANERA DE PRONOSTICO
Hacer un pronóstico sobre el devenir político nacional a partir de los actuales acontecimientos es harto difícil. Si para ciencias como la Física reina el principio de la incertidumbre y el caos es la base de cualquier consideración en esta rama, con más razón se hace compleja una prognosis en el ámbito de las ciencias sociales y humanas.
El pasado reciente, vale decir, el período abarcado desde la asunción del gobierno por parte de Hugo Chávez ha estado caracterizado por una polarización estimulada desde ambas formaciones y por los medios de difusión masivos. Al inicio del puntofijismo Rómulo Betancourt en su empeño por estructurar un modelo político donde se conjugaran los factores de poder internos a la mano (CTV, Fedecámaras, Alto Clero, Alto Mando y los partidos), formó una coalición luego de su victoria electoral con AD, Copei y U.R.D. que al final quedó reducida a los dos primeros.
Los partidos populistas AD y COPEI, representaciones formales de la socialdemocracia y la democracia cristiana, en este orden, alcanzaron a estrangular el espectro político a partir de la elección de 1973, consolidado con la bonanza petrolera y mantenido hasta la segunda administración de C.A. Pérez. No quedaba espacio para las demás organizaciones gracias a la ingesta excesiva de la renta petrolera. Esta circunstancia permitió flotar a un modelo político carente de aspectos democráticos y en el plano económico improductivo y despilfarrador.
Con la irrupción del caudillo de Sabaneta hubo una resurrección del tándem monopolizador del universo nacional en esta materia. Empero, existen ciertas especificidades del proyecto contemporáneo. Me refiero a la habilidad creada para fraccionar en dos a los venezolanos cuando esencialmente son expresiones de la misma concepción con enfoques diferentes en el área no sustancial y moradores de la misma estructura de poder.
El primer magistrado ha logrado sobrellevar su experiencia gubernamental gracias a una oposición incapaz al menos en el plano operativo. Primero, con los conocidos sucesos del 11 de abril de 2002 el antichavismo evidenció no entender la actual situación internacional porque predominó en el grupo que cabalgó el movimiento, una perspectiva liquidada luego de la desaparición de la Guerra Fría. No comprendieron la imposibilidad de golpes de Estado en los actuales momentos por contrariar los intereses hemisféricos americanos que pasan por el empleo de regímenes formales para aplicar las severas decisiones de la mundialización de la economía.
En segundo término, los adversarios de Chávez acudieron a un paro nacional fracasado, el cual se salvó por la paralización petrolera. Concluyó con una terrible derrota de los trabajadores de los hidrocarburos, dejando en bandeja de plata al gobierno el control de la petrolera y así materializar los planes rentistas de las mentes de la dirección del Estado. PDVSA sigue siendo un foco de financiamiento del gobierno central con el aditamento de que la venta de crudo no puede mantener a Venezuela y de allí la necesidad de dar en concesiones amplios campos petroleros y la dádiva de la plataforma deltana del gas.
Ahora la oposición se orientó a un principio revocatorio de la constitución vigente para desalojar a Chávez. Empero, el chavismo controlando al Poder Electoral y en reserva al Tribunal Supremo de Justicia, ha logrado impedir el referéndum con subterfugios leguleyescos por el ostensible miedo a medirse al tener la convicción de perderlo. La actuación de los entes internacionales como la O.E.A. y el Centro Carter fue la de sugerir valoraciones diferentes a la absurda tesis de las planillas “planas”, pero al final aceptan la decisión del C.N.E.
Se observa una presencia indiscutible de la oposición en la calle por la frustración generada por una diáfana trampa y la angustia causada en la clase media por el proceso recesivo y de desempleo derivado de las políticas neoliberales del presidente. No obstante, ese interesante movimiento masivo no está articulado a la Coordinadora Democrática ni al Bloque Democrático. Simplemente se trata de iniciativas creadas por la gran estafa significada por el denominado “proceso revolucionario”.
Pienso que la resistencia en la calle se mantendrá cierto tiempo pero se desgastará debido a no tener eco en el principal agente del poder como es la fuerza armada, entidad neutral en estos acontecimientos. Además, es poco probable la presión de los factores de poder internacional por la complacencia chavista en sus decisiones a favor de la globalización, amén de ciertas asperezas existentes en América Latina y en el Caribe por la dura posición de George W. Bush frente a la región.
Dicho en otras palabras, Chávez gana este round pero le significa una victoria pírrica. Es un triunfo obtenido con un ingente costo como le ocurrió al cónsul romano. El actual gobierno carece de apoyo popular evidenciado en la elaboración de movilizaciones fundadas en la experiencia adeca de traslado de gente gracias a los recursos del Estado. Asimismo, hay una ausencia de presencia orgánica porque el gran líder no cree en estructuras políticas.
Sus ejecuciones sociales son manifestaciones del clientelismo más pedestre, capaz de engendrar la envidia de los puntofijistas en su época de esplendor. Las denominadas misiones no son otra cosa que el populismo elevado a su enésima potencia con erogaciones gigantescas suficientes para seguir la escalada de la deuda.
En el segmento económico Chavez ha privilegiado el pago de la deuda externa de la forma más rígida. De la misma manera ha fomentado las ganancias históricas de la banca y los seguros y del sector de las telecomunicaciones mientras nos hundimos en el desempleo y el auge de la economía informal. La alta tasa de intereses impide una reactivación y la devaluación cumple el rol de detonante de la inflación, tradición histórica en Venezuela.
Estamos incursos en un sendero de la ortodoxia neoliberal más clásica en manos de un gobernante con estridencia antiglobalización. Su antiyanquismo es de utilería porque el Tratado de No Doble Tributación, el contrato de suministro petrolero y la entrega de la plataforma deltana lo desmienten.
Con la dantesca panorámica anterior es imposible ir muy lejos. Los ejemplos latinoamericanos recientes lo confirman. Jean Bertrand Aristide es una muestra clara del agotamiento de un liderazgo bajo el cual subyace la demencial globalización. Ya anteriormente C.A. Pérez, Alberto Fujimori y Ménem lo probaron.
El diagnóstico es la asfixia del régimen chavista por la inutilidad de sus designios económicos sociales y por ser portador del mismo poder vigente desde Juan Vicente Gómez. Su lapso de vida no es muy grande y cuando no sirva para ejecutar las prácticas globalizadoras los factores de poder mundial le buscarán un reemplazo con el cual pretenderán continuar la saga del camino latinoamericano.
Para quienes pensamos en una transformación es urgente dedicar todos los esfuerzos tendientes a incentivar y participar de todas las redes idóneas para profundizar el poder social como única garantía de un cambio de fondo en el estado actual de cosas en Venezuela.