Respuesta a la crítica vertida en el blog ‘Solidaridad Obrera’ de CNT Catalunya a la propuesta del Confederalismo Democrático
Deseamos abrir esta reflexión conjunta agradeciendo el sincero apoyo que los principales sindicatos anarquistas en la península ibérica han mostrado durante estos últimos años hacia la causa de pueblo kurdo y más concretamente a la revolución de Rojava.
Queremos recalcar que esta reflexión no pretende ser un ataque contra ninguna organización o individuo, sino la apertura a un dialogo donde todas podamos enriquecernos y donde a través del debate podamos ampliar conocimientos y miradas. Consideramos que la crítica-autocrítica es una de las bases fundamentales para cualquier proyecto político que desee considerarse liberador y que es, sin lugar a duda, una de las principales metodologías políticas que utiliza el paradigma del confederalismo democrático y el movimiento de liberación kurdo.
Señalamos, para empezar, que en el texto hay cierta confusión con las fuentes citadas. Por ejemplo, cuando toma por referencia los librillos ‘Confederalismo Democrático’ y ‘Guerra y Paz’ como texto escritos por Öcalan, cuando en realidad son resúmenes que la asociación International Initiative ha compilado de diversos manuscritos de Öcalan, con el fin de facilitar su lectura y comprensión. Es importante que alguien que precie hacer una crítica profunda a una teoría política lea las fuentes principales, para lo cual recomendamos su obra “Manifiesto por una Civilización Democrática”, de la cual, desgraciadamente, solo los dos primeros volúmenes se encuentran traducidos al castellano (el primero de ellos se menciona en el artículo).
Consideramos que hay un tono de alto reproche en todo el texto contra Abdullah Öcalan, quizás porque es para muchas y muchos el líder indiscutible del movimiento de liberación kurdo y esto le hace ser fácilmente la diana contra la que verter todas las críticas. Y sí, creemos que hay que mostrar respeto ante un revolucionario que lleva más de 20 años en prisión por defender sus ideas, muchos de esos años en el más absoluto aislamiento, y durante los cuales ha procurado hacer florecer un nuevo paradigma político, con el cual podemos estar de acuerdo o no, pero que debemos analizar desde el respeto. Al mismo tiempo que se hace altamente discutible reprocharle o hacerle responsable de manera personal de todos los éxitos o fracasos que los laboratorios políticos hayan podido impulsar en Bakur o Rojava Kurdistán.
El confederalismo democrático, como todo paradigma político, tiene dos vertientes, una teórica y otra práctica. La teoría procura imaginar cómo sería la práctica y ésta, que debe basarse en la realidad, trata de amoldarse tácticamente a las estrategias de la teoría. Muchas veces la realidad impone situaciones que la teoría no puede prever y entonces son los sujetos los que deben tomar decisiones de cómo continuar la práctica para acercarse lo máximo posible a la línea ideológica, pero sin obviar las condiciones objetivas materiales que enfrentan. Esta realidad debería ser tomada en cuenta por muchas de las organizaciones y colectivos del espectro occidental que, aferrándose al purismo de su teoría ideológica, obvian y olvidan la realidad que les rodea, condenándose a sí mismos al fracaso político. Además, queremos recalcar que Öcalan insiste constantemente en que sus ideas no son doctrinales, sino propuestas teóricas, y que, por lo tanto, están sujetas a la idiosincrasia cultural e histórica de cada territorio, así como al contexto práctico de la realidad donde se aplican, siendo esto aún más lógico si lo que propone son políticas de abajo hacia arriba descentralizadas y comunales.
Ningún movimiento revolucionario que tenga una tradición de varias décadas cambia sus perspectivas ideológicas “de la noche a la mañana”; de hecho, las críticas a la URSS y a la doctrina del comunismo real fueron debatidas desde principios de la década de 1990 hasta llevar, por ejemplo, a la decisión de retirar la hoz y el martillo de la bandera del partido en 1995. Pero sí consideramos que la capacidad de autocriticarse, reflexionar, cambiar y desarrollar nuevos paradigmas y estructuras políticas son la clave para la supervivencia de cualquier movimiento revolucionario, así como la única manera de alcanzar logros a través del tiempo. Las críticas que Öcalan vierte sobre los movimientos y corrientes comunistas y anarquistas deberían ser tomadas como un regalo que abriera las puertas a los movimientos y sus miembros a replantearse qué fallos están teniendo y cómo pueden mejorar, y no deberían sentirse como un ataque que hiere el ego de sus seguidores. Quizás sea por esto que muchos de los movimientos anarquistas y comunistas en el siglo XXI están completamente estancados, obsoletos y muy lejos de poder llevar a cabo ningún cambio revolucionario persistente e incidente en sus sociedades.
En cuanto a la praxis del confederalismo democrático en Bakur Kurdistán, cuyo actor más visible es el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), debemos tener en cuenta la realidad del Estado turco como Estado claramente totalitario, así como la composición y métodos del partido. El HDP procura desarrollar un sistema asambleario comunalista entre sus bases y sigue los principios de la co-presidencia y la inclusión de todas las etnias y religiones de la región, promoviendo la autoadministración entre las comunidades dentro del marco posible y realista que permite el Estado turco. Es cierto que la participación de las instituciones del Estado siempre limita la radicalidad de las acciones que puede llevar una organización, al quedar profundamente sujetas al marco institucional en el que participan. Pero también cabe resaltar que la deriva dictatorial del gobierno del AKP (Justicia y Desarrollo) ha llevado a la supresión de cualquier disidencia política o libertad de expresión en Turquía. Cientos de miembros del HDP se encuentran en la cárcel y prácticamente cada día hay nuevas detenciones y represión contra sus miembros. La gran mayoría de los representantes elegidos, tanto para las alcaldías como en el parlamento, han sido depuestos de sus cargos y relevados por fidecomisarios afines al régimen. La represión contra los miembros del HDP y las difíciles condiciones en las cárceles turcas han llevado a que varios miembros del HDP, como Leyla Gûven en 2018, promovieran varias huelgas de hambre durante largos periodos de tiempo, poniendo en grave peligro su salud. No parece correcto hacer una crítica al uso como si el HDP fuera un partido tradicional de la socialdemocracia occidental, ya que sus miembros confrontan la represión de una manera radical que no vemos en otros partidos políticos de este espectro y que no se amedrentan a pesar de las detenciones y las difíciles circunstancias que confrontan.
En cuanto a la puesta en práctica del confederalismo democrático en la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria, el artículo debería haber descrito con más detalle el contexto de excepcionalidad en el que se encuentra Rojava. Una economía de guerra que dedica desde hace ocho años casi el 50% de los recursos a la defensa militar frente a guerras de aniquilación emprendidas contra los seres humanos que habitan Rojava (tanto residentes como más de un millón de desplazados internos sirios). Territorio que, a su vez, se encuentra sometido a un férreo bloqueo económico, comercial y sanitario en sus tres únicos puntos de entrada-salida y contacto con el resto del planeta: Turquía, Damasco y Kurdistán de Irak. Y si esto no fuera suficiente, encapsulada dentro de las catastróficas situaciones económicas del Estado sirio, del Kurdistán iraquí y de Turquía, con hundimiento del valor de sus respectivas monedas.
Es cierto que este laboratorio político tiene sus fallos (y aciertos) en muchas de las áreas de la administración, aunque también hay que tener presente que no lo tiene nada fácil debido a las constantes presiones: guerra contra el Estado Islámico y grupos yihadistas, invasiones turcas, guerra económica, intereses de las grandes potencias internacionales, etc. Pero sí queremos resaltar que algunas de las propuestas que se están llevando a cabo son extremadamente interesantes para considerar y evaluar. Por ejemplo, los tribunales de paz basados en un tipo de justicia restaurativa son bastante efectivos: más de un 80% de los conflictos diarios se resuelven en los comités de justicia populares sin necesidad de llevarlos a estamentos superiores. Además, el sistema de justicia tiene una sección autónoma solo formada por mujeres, que se encarga de los casos que atañen a la cuestión de género de manera principal, como por ejemplo la violencia machista o la custodia de los hijos durante el divorcio.
En cuanto a las críticas vertidas a la policía (asayis), creemos que, por desgracia, son el tipo de críticas que se hacen cuando el desconocimiento de la realidad en la región es absoluto. La realidad es que el peligro de simplemente vivir en la región hace más que necesario las organizaciones de defensa interna que protejan a la población, tanto Asayis como HPC/HPC-Jin. Sin checkpoints, sin las operaciones de desmantelamiento de células del ISIS y otros grupos, sin la protección de las comunas y resto de instituciones, la vida en la AANES sería simplemente imposible. El objetivo en último término, como ellas y ellos mismos expresan, es la abolición de la policía, pero para ello la población debe estar absolutamente preparada para la mediación y la autodefensa, condiciones materiales que no se dan en la realidad actualmente.
Por otra parte, el texto critica que se mantenga la propiedad privada, pero una vez más debemos analizar la realidad del territorio. El territorio de la AANES tiene grandes propiedades de tierra e inmuebles directamente expropiadas al régimen sirio, extensiones de tierra que ni siquiera están en uso por falta de proyectos para cubrirlas, por lo que ganarse la enemistad de propietarios expropiando tierras o inmuebles que no se utilizarían sería todo menos lógico. La abolición de la propiedad privada, como dijo el mismo Proudhon, no puede llevarse a la práctica con una abolición violenta, sino promoviendo e incentivando la colectivización. La AANES trata de apoyar los pequeños negocios familiares, siempre sujetos a la vigilancia de las comunas y al control de la no acumulación y especulación, así como al control del precio de los productos básicos. Sí, nadie puede negar que exista una diferenciación de clase entre la población de Rojava y un sistema tribal propio de la zona, diferencias que deben ser erradicadas sin lugar a dudas. Pero también debemos tener en cuenta qué ha pasado en muchas otras revoluciones cuando los tradicionales burgueses y propietarios fueron expulsados, solo para que al poco unos nuevos propietarios afines a la revolución pasaran a sustituirlos. Una vez más, las críticas vertidas están basadas en preceptos ideológicos fuera del contexto de un análisis de la realidad y sin ningún tipo de propuesta de mejora de la misma.
En cuanto a las críticas vertidas sobre el modelo económico de Rojava, creemos que podrían hacerse críticas muchísimo más acertadas puesto que el modelo económico de Rojava es bastante deficitario, a pesar de los esfuerzos que pone la AANES en tratar de mejorarlo. Una vez más, que la principal crítica sea sobre la existencia de un sector privado en la economía sigue sosteniéndose sobre un dogmatismo teórico alejado de la realidad, lo cual es especialmente preocupante cuando se critica el modo de supervivencia de las personas que allí habitan con esta cita: “En las ciudades se pueden encontrar comerciantes y tenderos.”
Sobre la entrada de empresas exteriores en el territorio es una difícil realidad que las AANES ha tenido que asumir y la cual no gusta ni dentro de las instituciones ni entre la mayoría de la población, pues no son unos ingenuos y saben perfectamente que eso significa también subordinación a los poderes económicos globales. Es bien sabido que, en el contexto actual de guerra y bloqueo, hay una total imposibilidad de poder crear las infraestructuras necesarias para explotar el crudo de los pozos petrolíferos, que son la principal fuente de beneficio que tiene la región, así como la principal fuente energética de todo el territorio. Esto pone a la AANES en la encrucijada de cómo hacer para mantener su independencia económica al mismo tiempo que su población no muera de hambre y frío. Como el mismo Kropotkin advirtió, para que se pueda dar una revolución exitosa es necesario asegurar las necesidades básicas, las infraestructuras y una fuerza que garantice una autonomía frente a fuerzas exteriores e interiores, sin que esto suponga una monopolización política y centralista.
Estamos totalmente de acuerdo con que no debe llamarse a la revolución de Rojava una revolución anarquista, principalmente porque sus participantes nunca la han denominado así y porque además tienen su propio paradigma político. Podemos estar de acuerdo o no en si es necesaria (y posible) la inmediata abolición del Estado como principal práctica revolucionaria, pero no podemos echar en cara que una revolución que nunca ha mantenido que su principal objetivo sea la inmediata caída del Estado, no lo esté llevando a cabo. Creemos que la AANES ha tenido varias oportunidades de formarse como región independiente apoyándose en poderes internacionales que hubieran estado más que contentos de una deriva institucionalizada al más puro estilo de la democracia occidental, pero aun así la Administración siempre se ha negado. Esta constante negación a ser los juguetes de los poderes internacionales en la región les hace padecer a día de hoy guerras y masacres contra su pueblo y el no reconocimiento de la Administración como institución política válida en las organizaciones internacionales.
El confederalismo democrático enmarca la abolición del Estado como un deterioro del mismo, apostando por generar alternativas de autogestión que poco a poco hagan del Estado una herramienta inútil e innecesaria. Esta propuesta se apoya en el análisis de una realidad donde los Estados son extremadamente fuertes, los cuales no solo gobiernan y organizan todos los aspectos de la vida de las personas y los pueblos a nivel material, sino que además están fuertemente arraigados en la mentalidad de la mayoría de las personas. Creemos que esta consideración debería ser tomada en cuenta, sobre todo en el marco de los países llamados occidentales, pues es incluso más visible que en otros lugares del planeta. Los propios ideólogos del anarquismo ya hablaban en los siglos XIX y XX de que un cambio real y duradero vendrá solo después de una transformación cultural y paulatina de las estructuras del Estado. Kropotkin, con una mirada muy positiva, daba un tiempo mínimo de cinco años. Como dijo también Bakunin: «Un sistema cuartelario sería la única forma de hacer posible un cambio inmediato, y el cual por fuerza no producirá una autodeterminación libre de las políticas ni una descentralización, como tampoco pondrá en manos del pueblo la justicia ni el poder popular, sino que será represivo por necesidad.»
Sobre lo referido al rechazo de la violencia, otra vez tenemos que disentir. Es verdad que el Movimiento de Liberación de Kurdistán ha dejado de lado la teoría de la Guerra Popular Prolongada como principal estrategia de confrontación violenta contra el Estado, dando preferencia a la creación de un contrapoder político. Pero la teoría de la autodefensa que el Movimiento lleva a la práctica actualmente no niega los actos de violencia siempre que sean en legítima defensa; y es por ello que, en todos los territorios del Kurdistán, siempre hay una estructura política y una estructura armada, pues saben que su existencia y continuidad dependen de ello. Por lo que podemos concluir que la autodefensa no se hace solo como propuesta, sino más bien como una obligación para preservar la vida y la organización.
Respecto a que el confederalismo democrático no tiene en cuenta la lucha de clases, nuevamente tenemos que decir que es erróneo, pues aunque es cierto que la vanguardia de la revolución o el primer sujeto político deja de ser la clase obrera en favor de la lucha de la mujer, no se deja de lado la lucha proletaria, sino que se pone en segundo plano. Esta conclusión no se hace de manera superficial, sino tras un profundo análisis antropológico en el que se ha llegado a la conclusión de que la primera nación o comunidad humana colonizada, reprimida y esclavizada es la mujer. De esta manera, Öcalan justifica que, para poder destruir el capitalismo y el Estado, primero ha de acabarse con el patriarcado. Para saber más sobre esta reflexión recomendamos leer el libro “Mujer, Vida, Libertad”. Pero, aun así, debemos recalcar que los escritos de Öcalan mencionan repetidamente que las formas de dominación principales que reproduce todo Estado son las de género, clase, etnia y cultura, por lo que no se obvian ninguno de los mecanismos de subyugación que utiliza el sistema estatal y capitalista sobre las comunidades y pueblos. Estamos profundamente consternadas con el constante rechazo por parte de muchos activistas en cuanto a cualquier cambio en el sujeto político de vanguardia. Sobre todo, cuando el cambio de este sujeto político pasa a ser definido como mujer, las críticas y ataques se vuelven extremadamente virulentos. El texto deja ver un menosprecio de los logros de la revolución de Rojava en los ámbitos de género y una invalidez profunda de la teoría de la mujer como primera nación oprimida y, por lo tanto, el necesario sujeto político de vanguardia.
La afirmación de que el confederalismo democrático es una práctica de la socialdemocracia es simplemente absurda. Los constantes esfuerzos para hacer de las comunas y asambleas de base la principal fuerza de decisión y organización política y social, incitando la participación directa en todas las instituciones, son lo contrario al delegacionismo de la socialdemocracia. Las dificultades para cambiar un sistema donde la mayoría de la población está acostumbrada a delegar en los poderes estatales es, en realidad, el mayor reto que cualquier organización revolucionaria puede encontrar, en Kurdistán y en cualquier parte del mundo. Reducir el profundo sentido que Öcalan da al concepto «socialismo democrático» para hacerlo sinónimo de «socialdemocracia» es cuando menos un torpe juego de palabras.
En conclusión, tanto el paradigma del confederalismo democrático -con el que podemos estar más o menos de acuerdo-, como su aplicación práctica en Kurdistán, deberían ser tomados en cuenta, pues son un intento más de crear un modelo social, económico y político diferente. Reconocemos los errores y fallos que tienen tanto la teoría como la práctica, pero creemos que las críticas que cualquier individuo u organización vierta sobre ellas, deberían estar adecuadas a un marco político de la realidad en la que viven y no basadas en dogmas ideológicos excluyentes y reduccionistas. Como dijo Tomás Ibáñez: «Debemos alejarnos de los guardianes del templo». Todas las críticas, sobre todo aquéllas que sean constructivas y propositivas, son bien recibidas y deben incluirse en el principio básico de ensayo-error con el que el Movimiento de Liberación de Kurdistán trabaja.
Rojava Azadi Madrid. 26 de diciembre 2020