Bolivia: La contrarrevolución de noviembre y la ineficacia de la revolución

Al no priorizar la salud, la educación, el empleo y tender a colocar en primer plano las políticas de adulación de las clases medias para que votaran por el MAS. Cundió en el núcleo de poder del MAS una mentalidad de clase media como eje de sus acciones y el campesinado y los indígenas ya estaban adormecidos por su hábito de la dependencia del Estado. Por todo esto Morales se cayó como castillo de Naipes el 10 de noviembre.



BOLIVIA: LA CONTRARREVOLUCIÓN DE NOVIEMBRE Y LA INEFICACIA DE LA REVOLUCIÓN.

Jorge Viaña

Economista y catedrático en economía y filosofía de la Universidad Mayor de San Andrés de Bolivia. Investigador del Instituto Internacional de Integración Convenio Andrés Bello y autor del libro Configuración y Horizontes del Estado Plurinacional.

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“cuando el poder se vacía de clases, es lógico que lo llene la derecha que, en cambio, sólo necesita sus intereses, sus dirigentes y la inactividad de las masas”

-Rene Zavaleta Mercado -

 

FORMAS DE MANEJO DEL PODER Y ANÁLISIS SINTÉTICO DE LAS FASES DE VACIAMIENTO DE LAS MASAS EN EL PODER DEL ESTADO (2006-2019)

 En el periodo de luchas que va desde fines del siglo pasado hasta la promulgación de la nueva constitución el 7 de febrero del 2009, con su punto más alto en la guerra del agua en abril del 20002 , en Bolivia sólo conquistamos el terreno para buscar una emancipación revolucionaria. Sin embargo, muchos creyeron que ya habíamos logrado la emancipación misma y se entregaron conservadoramente a las distintas variantes de esta peligrosa certeza , en especial los pragmáticos estatalistas. Como casi siempre ocurre, apenas se abrió el terreno para luchar por la emancipación se precipitó la tendencia al cierre, debido a la incomprensión absoluta de lo que nos estaba pasando. Así, desde 2010 empezó la decadencia gradual del proceso4 , la cual se hizo estrepitosa en 2016. Si diez años se requirieron para abrir este escenario, otros diez fueron necesarios para que cayera lentamente. No supimos realmente avanzar: ¿En que se diferenciaba un Estado plurinacional a la república? ¿Cómo construir un “Estado Plurinacional”? ¿Cómo construirlo sin enajenar las fuerzas vitales de la sociedad y los movimientos sociales? ¿Cómo evitar los graves peligros conservadores de la construcción de Estado que siempre entraña una faceta conservadora? El fin del proceso constituyente y la promulgación de una constitución profundamente garantista una de las más avanzadas de Latinoamérica y el mundo, fue el punto de inflexión ya que la construcción institucional de cualquier Estado siempre es conservadora5 . Después de este largo proceso de casi cuatro años (2006 al 2009)6 , el Movimiento al Socialismo (MAS) se concentró cada vez más 4 Para profundizar este otro periodo se puede consultar Viaña (2011, 2012, 2014, 2017, 2018) 5 No olvidemos que en el marxismo emancipativo tenemos presente cuando Marx, analizando la Comuna de París, insistía en una concepción revolucionaria de la necesidad incuestionable de la transformación revolucionaria y radical del Estado, que la comuna de París era una forma política comunal y que la revolución era siempre una revolución “contra el Estado mismo”, no contra tal o cual forma de Estado “legitimista” “constitucional” “imperial”, sino contra el Estado como tal. Ese “aborto” sobrenatural de la sociedad” le llamó Marx a la forma Estado. Y planteó junto con Engels el postulado de ya no hablar más de Estado y llamarle a un “Estado” revolucionario “semi Estado comuna”. Lenin retomó esto y en El Estado y la revolución planteó claramente que la revolución consistía, primero que nada, en la “demolición” del Estado, y nos alertó de que, en 1923, el Estado ruso seguía siendo todavía “un Estado zarista y burgués barnizado de socialismo”, por lo cual no se podía defender al “Estado” en abstracto. Retomamos brevemente estos debates porque creemos que hay dos grandes errores, los estatalistas (que son la gran mayoría del MAS) que ni se plantearon este debate porque son muy conservadores y medran del poder sin remordimientos, y los hiperantiestatalistas e hiperautonomistas sin principio de realidad, que no entienden que el Estado también es un campo de lucha y debemos lidiar con esta contradicción; al menos estos últimos no son ministros ni senadores, y en general están más en lo correcto en el debate en este gran dilema. 6 Los procesos constituyentes en Venezuela y Ecuador fueron mucho más cortos mostrando un síntoma; en Bolivia se cedió demasiado y se empezó la erosión de la relación gobierno-masas. En Venezuela fue ejemplar, ya que se dio de abril de 1999 a diciembre de 1999, es decir, en menos de un año. El ecuatoriano duró un año, del 2007 al 2008. El boliviano tardó casi 4 años (Viaña, 2016) y no se vio que al salir de la 117 Bolivia: la contrarrevolucion de noviembre y la ineficacia de la revolución en dar forma al Estado, lo que hizo reflotar las tendencias más conservadoras machistas, coloniales y capitalistas. Ahí surgió claramente el ala derecha del MAS, por lo general abogados y funcionarios burocratizados, varios de ellos ministros que empezaron a dominar el escenario, alentados por lo general por los máximos dirigentes de la peor forma posible, pues primó una gestión instrumental del poder. Los síntomas de esta primacía llegaron en el 2010 después del gasolinazo, un error político que intentó quitar la subvención a los hidrocarburos afectando a los sectores populares, y en el 2011 con el manejo conservador del conflicto del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure (TIPNIS). Se configuró así el momento más claro de viraje gradual a una posición conservadora desde sectores pragmáticos, estatalistas y economicistas que tienen una larga e importante historia en Bolivia y nos pesa en la actualidad como un lastre. Esta nueva etapa conservadora estuvo marcada de forma cada vez más clara por permitir o no hacer lo suficiente frente a la corrupción y apoyarse gradualmente en la agroindustria del oriente y la banca bajo el criterio de que el crecimiento del PIB y la economía eran lo más importante. Entre el 2011 y 2015 ya había cuajado este nuevo esquema de poder del MAS con ciertos aspectos que permitían mantener cierta fachada popular. Paralelamente se fue tutelando y luego desarticulando a las organizaciones fundamentales del proceso como el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB), la Central Obrera Boliviana (COB), Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia - Bartolina Sisa y otras. Se las veía como retaguardia del proceso a tono con este estatalismo y economicismo pragmático y conservador. Pero además, hicieron un uso instrumental y grosero de ellas y poco a poco dañaron su autonomía, vitalidad e iniciativa y, por lo tanto, su capacidad de movilización. Este fue el mayor error del MAS. En 2016 se da un impasse histórico: la derrota en el Referéndum constitucional del 21 de febrero (21F), el cual buscaba habilitar la reelección. Un gravísimo error político del MAS, como el propio vicepresidente reconoció un año después en una entrevista, resultado de la impaciencia de Morales y sus colaboradores más cercanos por constituyente ya estaba empezando la decadencia del proceso. La parcial revolución política se dio entre el 2000 al 2009 y luego empezó lentamente a detenerse desde el 2010, y colapso entre el 2016 y el 2017. Esto se desarrollará más adelante. 118 Jorge Viaña asegurar el poder hasta el 2025 y del que después no se pudo salir. ¿Qué necesidad había de convocar a un referéndum por una nueva reelección después de seis meses de haber ganado la elección nacional? Ahí se notaba ya un extravió grave, el cual pudo resolverse al hacer la autocrítica y reconducir el proceso. Pero, no quisieron. En su balance aludían a que prácticamente todo se había hecho bien y lo único que hacía falta era redoblar la propaganda en las redes sociales. Un extravío clase mediero clásico amparado en que el mundo empieza y acaba en la Internet; exotismos posmodernos propios de los liberales y populistas que pululaban en el MAS. La solución fue peor que la enfermedad. La opción era ganarle en la cancha a los conservadores como había hecho en Venezuela Hugo Chávez , quien después de haber asegurado 14 elecciones seguidas perdió el referéndum para la reelección en el 2007 y en vez de inventar artilugios legales profundizó la estrategia de movilización de masas y de radicalización del proceso desde el 2002, año del golpe de Estado fallido. Esta era la única vía revolucionaria para revertir el impase del 21F7 , porque combinaba construcción de poder popular y movilización de masas en la coyuntura con la necesidad de reelección. René Zavaleta criticó a los presidentes Juan José Torres y Alfredo Ovando en los setenta por no movilizar a las masas, el único método fundamental de un gobierno progresista para resistir el embate del imperialismo (Zavaleta, 2011, p. 656). Desmovilizar a las masas es un suicidio político en Bolivia y lamentablemente eso hizo el MAS. Además, se descuidó el sistema de salud y apenas en el 2018 se implementó el Seguro Único Gratuito y Universal, pese a que estaba en la constitución desde el 2009. La educación también fue secundaria y casi toda la política del gobierno entre el 2016 y 2019 estuvo 7 Los abogados conservadores del MAS y funcionarios obsecuentes inventaron cuatro vías de habilitación de Morales a las elecciones del 2019 en el IX Congreso Ordinario del MAS en diciembre del 2016, con el beneplácito y aplauso de Morales. Basados en artilugios legales típicos de funcionarios conservadores (dos vías estaban basadas en la reforma del artículo 168 de la Constitución, una tercera renunciar al cargo 6 meses antes del cumplimiento del periodo, y la cuarta pedir una interpretación del Tribunal Constitucional sobre la elección y reelección que fue el que se eligió posteriormente), cuesta creer que no hubiera nadie para decirles que era un gravísimo error político. Esto pasó porque no entienden ni les interesa las bases clasistas y la política revolucionaria de un gobierno, solo atajos legales, solo pensar en el poder del Estado y la “realpolitik”, el poder para un individuo sea como sea y a toda costa. Cosa que además no hacía falta, ya que el MAS sin Morales sacó 55% en la última elección, más votos que el propio Morales el 2005, demostrando al fin que Morales no era ni es imprescindible en absoluto. 119 Bolivia: la contrarrevolucion de noviembre y la ineficacia de la revolución dirigida a la adulación de las clases medias urbanas, complemento a la desmovilización de las masas. Otro grave error en un país tan politizado y de amplias capas populares que empezaron a tener una actitud de votar por el MAS bajo sospecha, pues no irían más a poner el pecho como habían hecho entre 2006 al 2010 y no se las puede culpar por eso como hacen algunos intelectuales. Esto es lo que el gobierno fue provocando con su acomodo a las clases medias sin verlo siquiera. La gente inteligentemente usaba el escenario liberal del MAS porque no les quedaba otra, pero desconfiaba de ellos. De ahí la consigna “nosotros no somos del MAS, el MAS es de nosotros”. Para ser justos, también hay que decir que esto no se veía de manera clara por los enormes éxitos en el campo económico. En ese periodo el PIB creció aproximadamente en 35.000 millones de dólares y a una tasa promedio superior al 4,5%, uno de los más dinámicos en la región cuando otros crecían a 1% o estaban en recesión. Un verdadero récord. Así mismo, la pobreza extrema y la moderada se redujeron sustancialmente, como no había ocurrido en la historia de Bolivia, de manera que más de 2 millones de personas pasaron de la pobreza a la clase media en un país de 10 millones de personas; todo un cambio estructural. Pero ahí se ve uno de los mayores errores que se cometieron, pues no se hizo una adecuada conducción política de estos éxitos económicos que traían cambios estructurales en las relaciones de clase y casta. En gran medida el mensaje que acabó dando el propio gobierno era hiper conservador, tarifas baratas y consumismo, con lo que acabó siendo uno de clase media para las clases medias, con cierta fachada popular e indígena. En la campaña electoral de 2019 un altísimo funcionario dijo que sólo una crisis económica o problemas con la economía podrían desatar una gran crisis política; ahí ya se veía el reduccionismo economicista ciego frente a lo que estaba pasando y a sus impredecibles consecuencias. Dos semanas después vino la gran crisis política que creían imposible, rematada con la caída de Morales. Veamos ahora el gran dilema estructural de “la toma del poder” que da lugar casi irremediablemente a casi todas las versiones de las posiciones conservadoras.

 

PARADOJA DE LA OCUPACIÓN DEL ESTADO Y RELACIÓN ESTADO-MASAS EN EL PODER  

 

La paradójica consecuencia de la “toma del poder” por las mayorías subalternas y explotadas que analizaremos a continuación es el punto de partida fundamental. Gramsci en una concepción aparentemente más estatalista que Zavaleta nos plantea: 120 Jorge Viaña Las clases subalternas, por definición, no se han unificado y no pueden unificarse mientras no puedan convertirse en “Estado”: su historia, por tanto, está entrelazada con la de la sociedad civil” (Gramsci, 1970, p. 491). Más estatalista porque plantea que las clases subalternas sólo pueden unificarse al convertirse en Estado, lo que parece un exceso. Sin embargo, tal idea es el resultado de su forma de ver a las clases subalternas y el peso de la historia de los subalternos como permanentemente disgregada y episódica: La historia de los grupos sociales subalternos es necesariamente disgregada y episódica. No hay duda de que en la actividad histórica de estos grupos hay una tendencia a la unificación, aunque sea a nivel provisional pero esta tendencia se rompe constantemente por la iniciativa de los grupos dirigentes (Gramsci, 1970, p. 493). Zavaleta en una versión menos estatalista plantea una idea similar: “en determinadas instancias la única forma de unidad de lo popular es lo estatal” (Zavaleta. 1990, -p. 179); así, no siempre es el Estado la única forma de unidad de lo popular como da plantea Gramsci. En otro texto muy revelador aclara que “la historia de las masas es siempre una historia que se hace contra el Estado mismo” (Zavaleta, 1983, p. 110), ya que el Estado está imposibilitado en última instancia para expresar a las masas y sus luchas revolucionarias, posición acorde con un marxismo emancipatorio que casi todos los altos funcionarios del MAS no quisieron ni discutir: “todo Estado en último término niega a las masas, aunque la exprese o la quiera expresar, porque quiere insistir en su ser que es el de ser Estado” (Zavaleta, 1983, p. 111). Aquí vemos una concepción vital de la relación masas-Estado: la historia de las masas es siempre una historia contra el Estado y el Estado niega a las masas por mucho que intente representarlas, incluso los Estados “socialistas” o “plurinacionales”. Una paradoja que requiere un enfoque historicista como veremos. A todo lo anterior habría que sumar la idea de Gramsci de que la unidad histórica de las clases dirigentes se produce en el Estado, que la historia de estas clases es, en gran medida, la historia de los Estados y los grupos de Estados. Tal es la base en su concepción de “Estado ampliado”, el cual no constituye una mera unidad formal ni juridicista, más bien se trata de la articulación entre sociedad política o Estado 121 Bolivia: la contrarrevolucion de noviembre y la ineficacia de la revolución y sociedad civil a través de diversas líneas de mediación. Es este un asunto fundamental porque la esencia de esta concepción plantea las relaciones orgánicas y de interpenetración mutua entre los diferentes elementos, al no ser cosas diferentes ni estar tajantemente divididos. Esto permite a las clases dominantes no sólo su organización sino construir hegemonía de manera efectiva. En las luchas de los explotados es necesario introducirse en el manejo del Estado o “tomar del poder”8 , como inicio de una “revolución” y para crear unidad. Si bien es una necesidad también es una trampa muy peligrosa, casi como meterse en la boca del lobo. Esa es la manera en la que se unifican las clases dominantes para dominar y explotar, y con las clases subalternas no cambia mucho la situación si no se hace un trabajo revolucionario sistemático con la propia “ocupación del Estado” o “toma del poder”. Tal asunto está completamente descuidado en las luchas latinoamericanas porque hay una estadolatría ciega en este fenómeno fundamental. ¿Cómo hacer para no renunciar a las luchas dentro del Estado, pero que a la vez podamos salir de la visión conservadora según la cual el Estado es lo más importante? Lo más importante son las masas y la lucha por la democracia como autodeterminación y el 10 de noviembre de 2019 aprendimos dramáticamente eso cuando el gobierno de Morales cayó como castillo de naipes. Podemos empezar por meditar las siguientes palabras de Zavaleta al reflexionar la cuestión del funcionario de Estado que se reclama “revolucionario” desde el punto de vista de la democracia como autodeterminación de las masas: El mediador es una mezcla entre el funcionario y el jefe social. Si la sociedad civil nacionaliza a los mediadores es que ha llegado la hora de la crisis nacional general porque ellos ahora no creen más en el Estado y han comenzado a creer en sí mismos en el 8 Recordemos y enfaticemos contra la tendencia de los exitistas estatalistas y pragmáticos que creen que al ocupar el Estado ya hicimos una “revolución”, que “los grupos subalternos sufren siempre la iniciativa de los grupos dominantes, incluso cuando parecen victoriosos, los grupos subalternos se encuentran en una situación de alarma defensiva”. (Gramsci, 1970, p. 493). Estas ideas de Gramsci las aplica Zavaleta para comprender por qué en el ‘52 el proletariado renuncia al poder, que el pecado original del movimiento obrero boliviano es haber nacido sindicalista, ya que cuando no había nadie de quien defenderse -por que los habían derrotado a todos- fundaron un sindicato, la COB, y no un órgano de poder. Están en una situación de “alarma defensiva” incluso en las victorias, por lo que en vez de sentirse poder y autogobernarse renuncian al poder. Por eso Zavaleta dice que el proletariado no sólo no tiende al poder sino que, incluso teniéndolo, tiende a perderlo. (Zavaleta, 1995) 122 Jorge Viaña mito revolucionario. Es correcto decir por tanto que todo dirigente es un mediador hasta que no se convierte en un amotinado (Zavaleta, 1983, p. 110). ¿Cómo se construye unidad de lucha y se sostiene la perspectiva emancipatoria dentro y fuera del Estado sin ser tragado por su poderosa fuerza metafísica que destruye la vitalidad de lo social y enajena a los sujetos subalternos? Esta es una de las tareas más importantes. Sobre la base de estos análisis vitales veamos ahora la cuestión del Estado y alcance de la “revolución”.

 

ESTADO, “REVOLUCIÓN” Y NÚCLEO DE PODER DEL MAS EN SU FASE DE DECADENCIA (2010-2019)

 

A partir del 2000 y hasta el 2010 vivimos el inicio de una transformación revolucionaria y del 2010 al 2019 su gradual decadencia. Se equivocan quienes niegan ciertas transformaciones que claramente eran el inicio de un proceso revolucionario, en especial cierta presencia de los sectores populares en el Estado que lo fractura parcialmente, la impronta plebeya y popular en la constituyente y en el imaginario social; pero también se equivocan quienes magnifican tales transformaciones de manera triunfalista y ven una revolución con mayúscula. En tal sentido, en un texto de 2018 reflexionamos sobre los alcances de lo que denominamos una “parcial revolución política”, en diálogo con autores como Daniel Rafuls y José Valdez (Viaña, 2018). Estas vías conducen a un análisis conservador, bien al negar lo avanzado, por muy modesto que sea, o bien por exitista y dañino, pues no se puede vivir creyendo que se hizo una revolución inexistente. En su análisis de la revolución de 1848, Marx y Engels descubrieron que todos los procesos anteriores se habían reducido a la sustitución de unas minorías por otras en el manejo del Estado para amoldarlo a sus intereses. De ahí que sólo se analizaran revoluciones que en su mayoría parecían circunscribirse a lo político a la manera de los golpes de Estado, aunque emprendieran cambios más profundos en las estructuras económicas y las relaciones de producción, acercándose a verdaderas revoluciones sociales. Así identificaron que siempre son los grupos minoritarios preparados para la dominación y el gobierno (terratenientes aristócratas, aristocracias aburguesadas, burguesías liberales) los que acaban encumbrados en el poder, aunque las mayorías (campesinos, siervos, pongos, obreros) cooperarán con ellos. 123 Bolivia: la contrarrevolucion de noviembre y la ineficacia de la revolución Tal hecho cambió radicalmente entre 1848 y la comuna de París de 1870. ¿Cómo hacer cuando el arribo al poder es de mayorías fragmentadas con historias episódicas y difusas y sin ninguna práctica para el gobierno y el ejercicio del poder? Tiende a ser igual pues la supremacía en los cargos del poder es de quienes vienen de las clases privilegiadas, sólo que esta vez hablan en nombre de las mayorías explotadas. Así, surge el siguiente dilema: ¿cómo hacemos para que las revoluciones de minorías se conviertan en revolución de las mayorías? En esto radica la mitad del problema para entender por qué tienden los sectores minoritarios de los grupos de funcionarios y profesionales a ser tan importantes “expresando” y “representando” a las mayorías en los procesos latinoamericanos. Tal situación tiene una larga historia en Bolivia, iniciada en 1952 como veremos. Una revolución política también tiene niveles, uno de ellos es la diferencia entre llegar al gobierno y la toma del poder real; en ese sentido, Zavaleta retomando los debates de Lenin sobre el poder dual planteó la diferencia entre el poder del Estado y el aparato del Estado. En Bolivia se llegó a medio camino del manejo del poder real, aunque se tenía todo el “aparato” del Estado. Una segunda fase de una revolución política es la transformación profunda del Estado como se explicó líneas arriba, lo que en Bolivia fracasó completamente; para lograrla por lo general hace falta el inicio de la revolución social o de una serie de revoluciones como en Francia9. Y sólo se puede construir esta bisagra entre revolución política en cualquiera de sus niveles de desarrollo y el inicio de una revolución social con la construcción de poder popular, movilización de masas y formas de autogobierno social. Ese fue el más grave error político estratégico de Morales, no avanzar en ese sentido. Hubiese o no posibilidades de ir más allá del capitalismo10, se debió encarar esta tarea construcción de poder popu9 Es importante tener en cuenta que en las revoluciones, cuando las minorías dominantes se desplazan entre sí, pueden parcialmente lograr transformar el Estado sin grandes revoluciones sociales y cambios de la estructura económica, aunque a veces es el preludio de su concreción. Tal es el caso de la revolución de febrero de 1848 en Francia, descrita por Marx: “La república no encontró ninguna resistencia…y esto la desarmo. Su misión no consistía ya en transformar revolucionariamente el mundo consistía solamente en adaptarse a las condiciones de la sociedad burguesa.: Pero el viejo Estado había desaparecido y la revolución iba dirigida, ante todo contra la aristocracia financiera.” (Marx, 1979, p. 41-42) Esta es una revolución a la vez política y social. 10 En la gran mayoría de los debates se nos acusa de que queríamos destruir el capitalismo y nos preguntan si había condiciones o no para hacerlo; hagamos la concesión de que es posible que no, pero ello no es excusa para no haber hecho otro tipo de manejo del poder que nos encaminara en esa perspectiva, ya que es ahí donde se 124 Jorge Viaña lar y mantener latente y viable la posibilidad de movilización de masas por lo menos para sostener al gobierno del MAS. Claramente esto no se dio en Bolivia y las cúpulas del MAS no quisieron discutir tales asuntos. Por eso hablamos de una parcial revolución política que empieza a declinar desde el 2010 y que entre 2016 y 2019 ya era una revolución detenida o en retroceso, aunque se manejara bien la política económica. No se puede decir ni antes ni hoy que “el viejo Estado había desaparecido” y este es un criterio objetivo de una revolución política. Lamentablemente el Estado se mantuvo casi intacto mostrándonos que estábamos ante un gobierno extraviado en la real politik. El punto más crítico llegó de manera catastrófica en 2019 cuando a Evo Morales le llegó la orfandad total de masas el 7 noviembre, dos semanas después de la elección presidencial. Esto es lo que no se quiso ver entre el 2010 y el 201911. Por este problema histórico y teórico analizado líneas arriba, era verificaban las fuerzas que se tenía. Por supuesto, eso nadie lo sabe de antemano, solo los que juegan a adivinos o ven siempre o nunca “situaciones revolucionarias”, pero lo cierto es que impidieron todo avance hacia estas bisagras anteriores al gran debate de si se puede o no ir más allá del capitalismo. 11 Esto es lo que no entiende lamentablemente Atilio Borón o no lo quiere decir porque no quiere criticar a Morales y al núcleo de poder del MAS. Resulta inaceptable cuando plantea en su Prólogo al libro de Hugo Moldis, (Moldis. 2020, p. 8) que, al preguntar a los bolivianos de a pie si deberían tener un sentimiento de gratitud con Evo Morales, como si fuera solo Evo Morales el asunto, afirma que había un sentimiento de “ingratitud masoquista” en las masas en Bolivia, posicionamiento inaceptable que, según él, abrió paso a los racistas que luego tomarían el palacio. Parecería que la culpa la tienen las masas ingratas y masoquistas y no Evo Morales y sus colaboradores por el desastre al que nos llevaron, quienes con golpe y todo son los responsables principales de lo que pasó. Lo que no quiere y debería hacer Borón es criticar a Morales y el núcleo de poder que nos llevó a ese desastre y no creer que la gente tiene una ingratitud masoquista. Es fácil echarle la culpa a la gente y eximir a los caudillos; la gente tenía sospechas completamente legítimas sobre la actitud del MAS -que Borón no entiende-, e incluso así votaban por el MAS, intuyendo lo que era correcto y que Borón no quiere ver o no lo quiere decir en voz alta: que el núcleo de poder al mando de Morales estaba ya completamente extraviado desde hace años. Atilio Borón mezcla más de 10 motivos de diversa índole de “crítica y autocritica” sin llegar al fondo del asunto. Por lo menos Borón sí entiende que en Bolivia no hubo ninguna revolución, ni siquiera política, solo el inicio de una que es muy diferente y que no es poca cosa, tomando en cuenta que Hugo Moldis sí lo cree, ya que trata de explicar confusamente en su libro la existencia de una revolución con mayúsculas, cosa que explica esta posiciones exitistas de los núcleos de poder más densos del MAS. Sin embargo, a Hugo Moldis hay que reconocerle el mérito de plantear el debate más profundamente de “la soledad de Evo” (Moldis, 2020) que la produjo el mismo Morales, a diferencia de todos los grandes dirigentes del MAS, que hasta ahora no dicen nada sustancial y profundo y menos intentan hacer una autocrítica seria. 125 Bolivia: la contrarrevolucion de noviembre y la ineficacia de la revolución de primera importancia neutralizar las tendencias pequeñas burguesas del proceso, pero se hizo todo lo contrario. No sólo no se comprendió ni se hizo nada al respecto, sino que se incentivó al máximo la situación con la participación de los populistas y liberales que tanto les gustaban a Morales, García Linera y el círculo de poder cuando coparon la escena en el 2016 sin ninguna lectura clasista, teórica o histórica del proceso. Veamos más de cerca este problema. Según Marx, “en Alemania no es posible precisamente la revolución radical, sino por el contrario, la revolución parcial, la revolución meramente política, una revolución que deje en pie los pilares del edificio (Marx como aparece en Dussel, 2011). De tal manera, sólo una revolución parcial, ósea revolución política, implicaba nada menos que dejar en pie “los pilares del edificio”, pero desmantelar todo lo demás. Esta es una concepción de revolución política profunda, pero ni siquiera eso se pudo hacer en Bolivia y tal vez no se podía de cualquier forma, pero el referente es fundamental para que por lo menos no creamos que hicimos una revolución política completa y profunda que nunca existió. La “revolución” depende de la trama en la que está inserta. Veamos la aplicación que hace Marx de la conquista de la república por presión de los obreros en Francia en 1848: “el 25 de febrero de 1848 había concedido a Francia la república, el 25 de junio le impuso la revolución y desde junio, la revolución significaba: subversión de la sociedad burguesa, mientras que antes de febrero había significado: subversión de la forma de gobierno” (Marx, 1979, p. 56). En ese momento de revolución estrictamente sólo se “conquistaba el terreno para luchar por su emancipación revolucionaria, pero no, ni mucho menos, esta emancipación misma” (Marx, 1979, p. 38). En Bolivia con ciertos logros de esta parcial revolución política vivida entre 2000 y 2010, al salir del proceso constituyente se había ido un poco más allá de sólo la subversión de la forma de gobierno, ese era el inicio de una revolución política hacia cambios estructurales. Sin embargo, con eso sólo conquistamos el terreno para la lucha por una revolución política; era el inicio de una revolución política y no su materialización. La bisagra emancipativa no era ponernos a discutir si ir o no más allá del capitalismo en el corto plazo, más bien consistía en construir poder popular, formas de autogobierno social, movilizar a las masas, o al menos entender la importancia de que preserven su fuerza autónoma, unidad, vitalidad, organización y capacidad de movilización, al menos por instinto de supervivencia. Seguir con la iniciativa política desde las bases movilizadas de la sociedad y con las transformaciones 126 Jorge Viaña estructurales hasta:, a) nos acercarnos a que el viejo Estado estuviera más o menos “desaparecido”, en la medida de las fuerzas sociales existentes para lograrlo, b) siguieran los cambios estructurales profundos y c) acercarnos más a que el proceso significara subversión de la sociedad burguesa, colonial y patriarcal, y no sólo subversión de la forma de gobierno. Pero no se hizo nada de eso12. Como vemos no existió ninguna revolución política, aunque sí el inicio de una que, al detenerse, hizo imposible avanzar hacia una revolución social. Insistimos que el inicio de esta revolución política empezó rápidamente a retroceder desde el 2010 y para el 2016 ya no existía en absoluto, sólo la lucha instrumental por el poder. Los grandes dirigentes del Estado preservaron en el imaginario de la correlación de fuerzas del 2010, la apertura del proceso de revolución política parcial y vivieron de ficciones entre el 2016 y el 2019, pues ya no existía ninguna revolución a esas alturas, hecho dramáticamente demostrado con la soledad de Morales y la orfandad perpleja del núcleo de poder. Lo anterior seguramente será visto parcialmente por Atilio Borón como resultado de la “ingratitud masoquista” de las masas, según su prólogo al más reciente libro de Moldis (2020). Sin embargo, hay que reconocer que hay elementos reveladores que aportan estas y otros enfoques que deben ser profundizados, pues nos ayuda a armar un balance urgente y pendiente desde varios ángulos. La base es el reconocimiento hecho por Borón de que “Evo tenía la calle y la perdió”, pero a su vez que “el proceso de cambio sin masas que salieran a defenderlo” fue consecuencia de la cadena de graves errores que cometió Morales y su núcleo de poder, antes que una expresión de la “ingratitud masoquista” de las masas a las que culpamos por lo que paso con el gobierno del MAS en sus últimos días. El desenlace del 10 de noviembre de 2019, cuando Evo Morales debió renunciar a la presidencia, desnudó objetivamente la subestimación de la movilización de las élites y que todos los grandes temas del poder fueron manejados de la peor forma durante años, por eso el desastre fue monumental. Quienes controlaban el aparato de Estado trataron de equilibrar una política que seguía teniendo aspectos populares con el beneficio de los sectores de poder de las élites y nunca pensaron que tales adulaciones y privilegios resultarían totalmente ineficaces. En Bolivia para 12 Esto no tiene que ver directamente con la generalidad de la lucha por ir más allá del capitalismo, si no se hacía esto -que es el abc revolucionario y no se quiso hacer-, no tiene sentido discutir si se podía ir a la revolución anticapitalista o cosas por el estilo, porque ni siquiera se quiso que avanzáramos en este sentido. 127 Bolivia: la contrarrevolucion de noviembre y la ineficacia de la revolución un proyecto emancipatorio no se puede suponer lo que no existe. De alguna forma los gobiernos de Morales tuvieron elementos semibonapartistas, como los de Ovando o Torres de los sesenta y setenta, aunque sin basar su poder en el ejército. Sobre los que Zavaleta (1987) sugerentemente planteó en El poder dual que “practican una equidistancia política (la autonomía del aparato estatal no existe en un Estado subdesarrollado) con relación a las clases” (1987, p. 193). Esta equidistancia política fue practicada entre 2016 y 2019 creyendo, insólitamente, que los salvaría. Por eso volcaron sus esfuerzos a adular a las clases medias y a construir un “estatuto de equilibrio y de paz social entre las clases con concesiones paralelas a los sectores subalternos, pero también a las clases dominantes” (Zavaleta, 1987, p. 193), a hacer alianzas con la agroindustria y otros sectores de poder económico. Pero en momentos de polarización y lucha de clases este semibonapartismo siempre lleva a todo lo contrario, porque el tipo de Estado boliviano, en especial sus órganos de represión no resisten esa ambigüedad del poder, más aún si se está en un paroxismo de poder incapaz de ver que ya no tenían a las masas. Así, quedó claro que tal autonomía del aparato estatal y en especial de los órganos de represión no existe en absoluto. Si no están las masas están el Ejército y/o la Policía ocupando el poder o desplazándolo, no hay lugar para otra cosa en Bolivia. Si se exacerba la lucha de clases, el Estado –incluso el plurinacional- muestran esa particular característica de un Estado aparente. Cuando las masas fueron desmovilizadas por el propio MAS, una corresponsabilidad de los funcionarios del Estado y las ambiciones de los dirigentes de los movimientos sociales, el poder fue ocupado gradualmente por el golpe que en última instancia fue definido por el Ejército, único núcleo real, verificable y duro del Estado en Bolivia y esto el MAS ni lo vio venir. Tal condición es más difícil que pase en otros países cuyo Estado no es aparente o tan “subdesarrollado” como el nuestro hasta hoy.

 

MOMENTOS CONSTITUTIVOS, EJES ESTATALES Y EXTRAVÍO LIBERAL DEL MAS

 

Los Estados y las masas nunca son las mismas en los diferentes países, debemos entender sus especificidades. Partamos de sus momentos constitutivos más generales: Un pueblo…se remite siempre al momento de su constitución, es decir, de su momento originario…en ese sentido, todo acto fun- 128 Jorge Viaña dacional tiene un requisito de masa. No obstante ello ¿Por qué hay pueblos que fundan su mito en el orden y pueblos que lo fundan en la masa y su autodeterminación?” (Zavaleta. 1983, p. 114) Es completamente diferente un pueblo que basa su identidad y origen político en pactos, en el orden o en la dádiva de las clases dominantes y los pueblos que lo basan en la masa y su autodeterminación. El “pueblo” en Bolivia, las masas subalternas, se han constituido desde y por medio del “maximalismo de masas” desde antes que exista Bolivia con Katari. Esto explica en parte la caída de Morales como castillo de naipes cuando las élites se movilizan y las masas populares están paralizadas y desmoralizadas. Por eso la democracia representativa en Bolivia es, por lo general, ineficaz, porque “la democracia representativa, para ser efectiva requiere de un grado de homogeneidad que Bolivia no tiene” (Zavaleta, 1986, p. 20). ¿Cómo puedes volverte cada vez más liberal en un país donde la democracia representativa es ineficaz y no funciona? Esto hizo el MAS pues no tenía como eje de su forma de gobierno y sostenimiento en el poder la movilización de masas, de manera que se volvió una estructura liberal electoralista. Esto ya es conservador, más aún si la política liberal se practica de la peor forma al insistir en hacer en el referéndum del 21F, perderlo y luego ignorarlo y repostular a Morales con un atajo tomado en las superestructuras políticas. Esto explica que en 2019 la gente votara por Morales, pero desconfiara de él y no saliera a defenderlo en noviembre. Son dos lógicas completamente diferentes. Cuando el MAS se volvió casi completamente liberal, aunque con un manejo instrumental del poder, los sectores populares empezaron a desconfiar y sospechar profundamente, eso es lo que pasa en Bolivia hasta hoy: sería ilusorio sin remedio sostener que existe una tradición democrática (en el sentido representativo) entre las masas bolivianas. Todo lo contario, esto aquí no produce sino sospechas (Zavaleta, 1983, p. 36). En la antesala existe un trasfondo profundo y por lo general permanente de la ecuación social en Bolivia, en la que hay un “predominio taxativo y asediante” de la sociedad sobre el Estado; incluso movilizaciones de las élites pueden ser centrales en este eje, donde el “maximalismo de masas” de los sectores populares puede ser emulado y ser muy efectivas por la inexistencia de poderes reales en el Estado. 129 Bolivia: la contrarrevolucion de noviembre y la ineficacia de la revolución Esto tampoco lo vio el MAS. Pero vamos más profundo en un análisis de la relación entre la dialéctica de clases que se da en Bolivia como resultado del momento constitutivo que implicó la Revolución Nacional de 1952 y, por lo tanto, el tipo de eje o ecuación que se configuró y sus consecuencias hasta hoy. La revolución del 52 marcó la dinámica de clases que perdura hasta ahora porque El resultado de esta liberación vertical, casi paternalista, de arriba hacia abajo, del proletariado hacia los campesinos, resultó paradojal. Finalmente, al liberar a los campesinos, los obreros estaban creando las condiciones para que la pequeña burguesía les arrebate la hegemonía dentro del poder por que el campesinado creó una fijación… no con relación a la clase obrera, que la había liberado desde el Estado, sino con relación al aparato del Estado como tal. Los dirigentes campesinos se acostumbraron a tratar de continuo con el aparato del Estado, a no existir independientemente de él…el campesino había hecho un hábito de su dependencia del Estado (Zavaleta. 2011, p. 675) Esta inserción del campesinado indígena en el poder durante la revolución del ‘52, creó una relación de dependencia al aparato estatal y denotó la dificultad para existir autónomamente, reforzando una costumbre conservadora. En Bolivia esta característica de la “acumulación en el seno de la clase” hizo de la campesina indígena una cien veces más conservadora que en otros países. A la vez cimentó la posterior neutralización, tutelaje, utilización, desorganización y desmonte de las organizaciones sociales y movimientos de forma instrumental que realizó el MAS cuando llegó al gobierno. Por eso, no era una actitud romántica ni un detalle secundario preservar la autonomía, fuerza y vitalidad de las organizaciones y movimientos sociales13 frente al propio Estado14; era un problema político de primer orden para sostener el poder. Pero la ceguera liberal, pragmática estatalista y economicista imposibilitaba al MAS para ver este asunto, creían por el contrario que digitando, tutelando e incluso -en la última época- prevendalizando a los movimientos sociales todo se resolvería. Suprimieron la verdadera fortaleza del proceso que, en 13 Esa es la única fuerza y garantía cuando se agudiza la lucha de clases; más aún si se sabe en general que el otro poder real es tan difícil de asegurar que se mantendrá de tu lado (los órganos de represión del Estado) 14 Por mucho que fuera un Estado Plurinacional. 130 Jorge Viaña Bolivia, siempre es la masa y su capacidad de movilización, y que tiene su fundamento en la relación masas-mediciones-Estado, es decir, en su ecuación o tipo de eje estatal, que es de permanente supremacía de la sociedad civil frente a un Estado aparente. El otro componente que se revivió para complementar el adormecimiento de la fuerza de las masas fue la adulación de las clases medias y el gradual giro hacia la preservación del poder basado en los pactos con la agroindustria conservadora y fracciones burguesas como la banca. Una de las consecuencias de la revolución de 1952 al definirse el poder dual a favor de su lado pequeño burgués, fue que se crearon las condiciones de todo un hábito reaccionario. Al irse vaciando de lo obrero fue cundiendo la concepción conservadora de la clase media como dirigente, una mentalidad que el MAS revivió y potenció, contagiando a la militancia de este enfoque que tenía en la defensa del Estado y la supremacía de las dinámicas y objetivos clase medieros. Fue esta una de sus aristas más peligrosas, cuando al mismo tiempo se estaba desmovilizando a las masas explotadas y movimientos subalternos: Esta concepción (de la clase media como dirigente) será el punto de partida de toda una mentalidad posterior. Cuando el poder dual se resuelva a favor de su lado pequeño burgués, los dirigentes de esta clase se sorprenderán de la actitud de insubordinación del proletariado. Es un modo de pensar con que se contagió toda la militancia y la defensa del Estado nos parecía en aquel momento más importante que la defensa de los sindicatos. (Zavaleta, 2011, p. 671-672) Los funcionarios y burócratas del MAS les fueron arrebatando la hegemonía dentro del poder entre 2010 y 2016, porque el campesinado y los *indígenas permitieron y viabilizaron el tutelaje y la subordinación de sí mismos frente al Estado, sin poder existir independientemente. Todos los sectores subalternos habían hecho un hábito conservador de su dependencia al Estado. Esto terminó de cerrar un impasse histórico entre el 2016 y 2019. Zavaleta lo planteó en términos sintéticos respecto a los gobiernos de Torres y Ovando, al referirse a la única medida que garantiza que los gobiernos progresistas no se caigan: “en realidad, los únicos regímenes que pueden sobrevivir con éxito al poderío de la presión imperialista de un país como Estados Unidos son los que logran movilizar a las masas” (Zavaleta, 2011a, p. 656) 131 Bolivia: la contrarrevolucion de noviembre y la ineficacia de la revolución Fueron erosionando y desmoralizando al bloque popular por ese manejo instrumental del poder, tutelando y subordinando a los movimientos sociales en vez de tener a las masas movilizadas como eje de su forma de manejo del poder15. Las sospechas del bloque de poder popular frente al MAS se confirmaban día a día al no priorizar la salud, la educación, el empleo y tender a colocar en primer plano las políticas de adulación de las clases medias para que votaran por el MAS. Cundió en el núcleo de poder del MAS una mentalidad de clase media como eje de sus acciones y el campesinado y los indígenas ya estaban adormecidos por su hábito de la dependencia del Estado. Por todo esto Morales se cayó como castillo de Naipes el 10 de noviembre.

 

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