EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA CRISIS ACTUAL DEL ESTADO Y LA DISPUTA POR LA HEGEMONÍA CIVIL EN AMÉRICA LATINA
Lucio Oliver
Doctor en Sociología. Docente investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Estadosalteradosdigital
ESTADO Y SOCIEDAD EN LA ACTUAL PANDEMIA
La crisis de salud social que el virus SARS Cov-2 ha desencadenado en el mundo desnudó una relación de distancia entre sociedad civil y Estado muy similar en los diversos países. En la pandemia los Estados han pasado a ser directores burocráticos cuasi exclusivos de la forma social de enfrentamiento al virus. A su vez han sido los transmisores de las políticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS),2 con mayor o menor autonomía. En la diseminación del coronavirus los Estados no han incluido a la sociedad en su conjunto como elemento activo y deliberativo para enfrentar la pandemia. Sólo han previsto la participación de sectores que por su trabajo especializado tienen capacidad de atender a los infectados y a los enfermos. Han permitido trabajar presencialmente a aquellos que contribuyen con una actividad esencial a la reproducción de la sociedad: trabajo de la construcción, producción y distribución de alimentos y materias primas, comercio y banca. Eso significa dejar a millones de habitantes (a nivel mundial a miles de millones) en condición de relativa inacción, pasividad y aislamiento. Esta situación es reveladora de los patrones de la hegemonía estatal prevaleciente en las sociedades capitalistas modernas, las cua les se organizan a partir de la existencia de dirigentes y dirigidos. La distancia entre gobernantes y gobernados es la normalidad y por ello la sociedad es considerada pasiva e incapaz de auto-orientarse en las crisis, definir por sí misma su comportamiento y sin capacidad de abordar críticamente los problemas inmediatos, además de los otros esenciales que el Estado y las clases dominantes se cuidan de normalizar en aras de la gobernabilidad. La crisis ha evidenciado la falta de un sistema de salud pública universal y de calidad que conlleva tener preparados para las eventualidades a trabajadores de salud, médicos, hospitales públicos, medicinas, instrumentos de apoyo y curación y sistemas alimentarios sanos. En esta crisis del virus se hizo evidente asimismo la connotación clasista e insuficiencia de los sistemas de salud privados. También se ha podido constatar que en América Latina son muy altos los niveles de precarización que impiden que los trabajadores informales permanezcan cuidándose en su casa, además de las condiciones inadecuadas de la vivienda de los mismos. Otros aspectos que la crisis mostró es el de las morbilidades acumuladas en las masas populares: el consumo corriente de alimentos inadecuados e insalubres, la falta de acceso a agua limpia de una gran parte de la población. A esto, debe sumarse el problema de las diversas violencias que actúan en la sociedad. Problemas que en la lectura social de los medios de comunicación están invisibilizados (Sousa Santos, 2009). A su vez los gobernados han tendido a asumir una actitud de conformismo social ante la actividad o inactividad del Estado, matizada empero por el importante mayor acceso autónomo de la población urbana a la tecnología virtual y un uso creativo para contrarrestar el aislamiento en la crisis y en algunos casos para realizar el denominado tele trabajo. Llama la atención el desperdicio de energías y capacidades colectivas sociales. ¿Cuántos elementos organizativos y directivos de la sociedad se desperdician porque no son una parte activa en la crisis? ¿Cuántas capacidades intelectuales -de elementos directivos vinculados a la sociedad quedan anuladas por esa política de los Estados? Esta situación hace evidente como está estructurada nuestra sociedad: unas élites políticas, económicas, burocráticas y culturales gobiernan y dirigen y la mayoría de sujetos de la sociedad se convierten en autómatas sumisos, aislados y obedientes en espera de indicaciones. El resultado permanente es la actualización de la crisis civilizatoria de inicios del pasado siglo, acerca de la cual Gramsci anotaba que se caracterizaba por haberse roto la articulación entre el espíritu 289 En tiempos de pandemia: la crisis actual del Estado y la disputa por la hegemonía civil en América Latina crítico, el espíritu científico y el espíritu industrial. Rota la ligación, la sociedad se sume en una crisis civilizatoria en la cual “las élites espirituales de Occidente sufren desequilibrio y la falta de armonía entre la conciencia crítica y la acción”, tal cual sucede hoy en la actual crisis: Como sostén al obrar, como ayuda al vivir, el imperativo filosófico es gris y vacío tanto como el solidarismo científico. En este vacío el alma se ahoga… Casi ningún día anterior a nuestro tiempo es alegre (¿pero esta crisis no está ligada más bien a la caída del mito del progreso indefinido y al optimismo que de él dependía, o sea a una forma de religion, más que a la crisis del historicismo y de la conciencia crítica?) … hombre del Occidente hic res tua agitatur. (Gramsci, 1999, p. 146)
LA CRISIS SANITARIA Y LA PROFUNDA CRISIS ORGÁNICA DE HEGEMONÍA DEL ESTADO EN AMÉRICA LATINA
Con sumo cuidado y siempre atendiendo al análisis de las situaciones concretas, se puede sostener que la crisis política de las últimas décadas, generada por los ataques y modificaciones al Estado nacional por parte de las oligarquías que dirigen la actual globalización capitalista con concepciones privatistas, financieristas y neoliberales, se está transformando en una crisis de hegemonía del Estado. La crisis política de las dos primeras décadas del siglo actual pasó de ser expresión de una ausencia de correspondencia entre los objetivos y fines de la sociedad con los de los Estados, cuyo objetivo primordial bajo el proyecto neoliberal fue hiper valorizar al gran capital transnacional. En la mayoría de los países del Occidente, sobre todo en los periféricos y dependientes, la sociedad civil vio debilitadas al extremo o incluso destruidas las mediaciones con la sociedad política dominante. De ahí la manifestación de continuos movimientos sociales y políticos de resistencia y lucha a finales del siglo XX y las primeras dos décadas del presente. En el terreno de las ideologías, roto el entusiasmo de masas dado el fin del ciclo de gobiernos progresistas, la desilusión ha hecho avanzar concepciones de apoliticismo y reflexiones filosóficas existenciales sobre la muerte de la política, en cuanto desaparición de la incidencia de la voluntad activa de los individuos en el Estado No existe la política, ha perdido toda su potencia; no existe el Estado como organización de la voluntad colectiva, no existe la democracia. Son todas palabras que han perdido su sentido. El Estado es el conjunto de la disciplina sanitaria obligatoria, de los automatismos tecno-financieros, y de la organización violenta de la represión contra 290 Lucio Oliver los movimientos del trabajo. El lugar del poder no es el Estado, una realidad moderna que se acabó con el fin de la modernidad. El lugar del poder es el capitalismo en su forma semiótica, psíquica, militar, financiera: las grandes empresas de dominio sobre la mente humana y la actividad social (Berardi, 2020, p.2)3 En otro terreno, la consecuencia de la imposición del proyecto de los “Estados nacionales de competencia” (Hirsch, 2001) en América Latina ha sido la elevación política ideológica de un proyecto de clase capitalista articulado a las actuales formas de acumulación del capital transnacional. En este proyecto están integrados y asociados los empresarios transnacionales y los nativos: han impulsado la transnacionalización y privatización de las políticas estatales de trabajo, educación, seguridad social. El resultado ha sido una profundización de la dependencia del capitalismo regional y una mayor transferencia de valor a los países centrales a partir de la extensión de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, la diseminación del formato outsourcing en las contrataciones laborales en la industria, el comercio y los servicios, el dominio de las corporaciones financieras, el crecimiento exponencial del mercado informal de la fuerza de trabajo, el desempleo estructural y el deterioro ambiental (Fontes, 2010). La base ha sido el extractivismo depredador de la naturaleza, el agronegocio y la producción industrial y de servicios orientadas a la exportación. En el polo contrario, cabe señalar que las luchas y conquistas sociales de la segunda mitad del siglo XX de las masas populares de América Latina4 , se condensaron en algunos logros de los Estados nacional desarrollistas, en sindicatos y partidos populares y organizaciones autónomas comunitarias. Los Estados fueron el espejo más o menos deformado de la sociedad y su reflejo fue en general el despotismo burgués apenas aminorado por la existencia de algunos derechos formales de los trabajadores integrados en organizaciones corporativas sometidas al Estado. Prevaleció la condensación capitalista de los proyectos de unidad nacional, los milagros económicos pasajeros 3 Entrevista hecha por el diario Página/12 de Argentina. El reputado Bifo (Franco Berardi) es un filósofo italiano contemporáneo. Trabaja en Milán y vive normalmente en Bolognia, Italia. Se eligió este autor porque sintetiza muy atinadamente los argumentos del antiestado y la antipolítica que circulan también en América Latina. 4 Por masas populares entendemos a todos aquellos que viven de su trabajo: obreros, burócratas, pequeños campesinos, pequeños productores, pequeños comerciantes, clases populares con trabajo informal, clases medias bajas, intelectuales asalariados y comunidades originarias del capitalismo actual. 291 En tiempos de pandemia: la crisis actual del Estado y la disputa por la hegemonía civil en América Latina y de corta duración que generaron algunos derechos de las grandes mayorías trabajadoras y campesinas. Todo esto con la diversidad de procesos y situaciones de los países latinoamericanos. La crisis política de los Estados bajo la globalización significó para las sociedades reducidas en sus derechos y libertades encontrar en las formas de la democracia un espacio para defender sus derechos y logros, a lo que inmediatamente las clases dirigentes pusieron un dique de democracia restringida, gobernabilidad burocrática autoritaria e ideología liberal individualista. En esa situación la crítica social empezó a crecer en el proyecto nacional popular autónomo de las mayorías. Bajo la crisis política, la fuerza creciente de los movimientos de resistencia se tradujo en impugnación de masas al neoliberalismo, que derivó en la elección de gobiernos progresistas socialdemocráticos de conciliación de clases y pacificación social (Ouviña y Thwaites, 2018). La administración progresista de los Estados tuvo momentos exitosos por los ingresos públicos provenientes de los impuestos generados por el extractivismo, el rentismo y la exportación de commodities. En algunos otros países las clases políticas neoliberales impidieron los triunfos electorales de las grandes mayorías, inclusive por fraudes o represión como en México, Perú o Colombia. En estos, se acumuló la fuerza de la resistencia en el movimiento popular y se abrió paso la putrefacción de los Estados. El capital financiero y las corporaciones transnacionales se apropiaron de la riqueza y las clases políticas se hicieron cómplices del crimen organizado y de los cárteles del narcotráfico. Los Estados demandaron una mayor intervención de la potencia regional imperialista de los Estados Unidos de América en conjunto con el apoyo subsecuente de la Unión Europea y se integraron a sus políticas hemisféricas de seguridad. En el conjunto de países de la región latinoamericana, la elevación de la contraposición de proyectos y de la conflictividad política ha gestado lo que podríamos inicialmente y de manera todavía aproximada considerar un “empate catastrófico” entre la fuerza transnacionalizada y su proyecto de globalización neoliberal, hoy en grandes dificultades por el estancamiento económico prolongado y la crisis de autoridad, y la fuerza de las masas de trabajadores y campesinos y el proyecto popular, mismo que aún bajo las políticas de conciliación de los gobiernos progresistas tuvo algunos avances pero también mostró tropiezos en términos del empoderamiento popular. El empate catastrófico se produce en el contexto de una crisis de hegemonía del Estado que profundizó los conflictos entre fuerzas 292 Lucio Oliver y proyectos, abriendo a nivel regional una situación regional de fenómenos morbosos por la cual se abren paso políticas de una ultraderecha que aboga por Estados de excepción con fascismo societal (Honduras, Brasil, Bolivia, Ecuador, Chile) o las de un progresismo que aboga por la recuperación del Estado nacional y sus instituciones bajo una movilización popular no del todo regulada que tiende a ser democrático radical en términos estatales (México, Argentina). Diversos países están en medio de esos extremos de empate pero la tendencia es la misma (Colombia, Paraguay, Perú, Uruguay, Panamá, Guatemala, El Salvador). Veamos si nos ilumina la consideración de Gramsci ante la crisis del Estado liberal europeo de inicios de los años treinta del siglo pasado: En cierto punto de su vida histórica los grupos sociales se separan de sus partidos tradicionales, o sea que los partidos tradicionales en aquella determinada forma organizativa, con aquellos determinados hombres que los constituyen, los representan y los dirigen no son ya reconocidos como su expresión por su clase o fracción de clase… ¿Cómo se crean estas situaciones de oposición entre representantes y representados, que del terreno de los partidos (organizaciones de partido en sentido estricto, campo electoral-parlamentario, organización periodística) se refleja en todo el organismo estatal, reforzando la posición relativa del poder de la burocracia (civil y militar), de la alta finanza, de la Iglesia y en general de todos los organismos relativamente independientes de las fluctuaciones de la opinión pública? En cada país el proceso es distinto, si bien el contenido es el mismo. Y el contenido es la crisis de la hegemonía de la clase dirigente… Se habla de “crisis de autoridad” y esto precisamente es la crisis de hegemonía, o crisis del Estado en su conjunto. (Gramsci, 1999, p. 52). La situación es peligrosa, justamente porque en las crisis de esta naturaleza se producen fenómenos morbosos (de imposición de fuerza por un lado y de impaciencia política o de apoliticismo desilusionante por el otro) que no logran superarlas: Si la clase dominante ha perdido el consenso, o sea, si no es ya “dirigente”, sino únicamente “dominante”, detentadora de la pura fuerza coercitiva, esto significa precisamente que las grandes masas se han apartado de las ideologías tradicionales, no creen ya en lo que antes creían, etcétera. La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en 293 En tiempos de pandemia: la crisis actual del Estado y la disputa por la hegemonía civil en América Latina este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados. (Gramsci, 1999, p.37) Las iniciativas del pensamiento crítico respecto de las opciones de las masas populares en las crisis de esta naturaleza tienen que considerar la situación de fuerzas y realizar el análisis concreto del nivel existente de voluntad colectiva nacional popular, para impulsar una acción transformadora so pena de confundir, si no se hace, la pasión política con la relación de fuerzas: Investigar exactamente cómo se forman las voluntades colectivas permanentes, y cómo es que tales voluntades se proponen fines inmediatos y mediatos concretos, o sea una línea de acción colectiva. Se trata de procesos de desarrollo más o menos largos, y raramente de explosiones “sintéticas” repentinas. También las “explosiones” sintéticas se verifican, pero, observando de cerca, se ve que entonces se trata de destruir más que de reconstruir, de remover obstáculos exteriores y mecánicos al desarrollo autóctono y espontáneo… Se trata de un proceso molecular, minuciosísimo, de análisis extremo, capilar… nace una voluntad colectiva de un cierto grado de homogeneidad, de ese cierto grado que es necesario y suficiente para determinar una acción coordinada y simultánea en el tiempo y en el espacio geográfico en el que el hecho histórico se verifica. (Gramsci, 1999, p. 314)
LA COYUNTURA DE LUCHA POR LA HEGEMONÍA
En el contexto de la crisis de hegemonía del Estado en América Latina, México y Argentina tienen ahora condiciones excepcionales que demandan enormes esfuerzos, capacidades y comprensión estratégica y política para avanzar. En tanto el primero experimentó una insurrección electoral popular para echar fuera del gobierno a las fuerzas antineoliberales en julio de 2018, Argentina logró en octubre de 2019 una reversión electoral de la derecha y el progresismo consiguió regresar al gobierno. En los dos países, los cambios de gobierno fueron acompañados con movilización de masas y en ambos fueron decisivos los movimientos sociales y políticos en calidad de sujetos activos. Al considerar las perspectivas posibles de una confluencia innovadora y creativa de empoderamiento popular entre sociedad civil y sociedad política, en medio de la crisis del Estado y bajo la situación actual de pandemia es conveniente evaluar, con vista en la lucha hegemónica, el nivel, carácter y potencialidades reales de la voluntad colectiva popular existente para hacerla avanzar. El problema es lograr una capacidad autónoma popular y al mismo tiempo acompañar las 294 Lucio Oliver políticas de los presidentes progresistas cuyo programa seguirá siendo socialdemócrata. La dificultad es superar con autonomía el actual equilibrio catastrófico de fuerzas en esos países. La respuesta no está en las disquisiciones abstractas sino en lo que pueden generar las luchas concretas de posiciones. Es un momento adecuado para que los movimientos populares desplieguen su propia guerra de posiciones a través de la lucha por derechos y por profundizar la democracia en todos los ámbitos. Es una oportunidad histórica para ambos países y para sus masas populares. Al comentar las dificultades de una lucha de este tipo Gramsci hizo la siguiente anotación: Ésta me parece la cuestión de teoría política más importante… y la más difícil de resolver justamente… La guerra de posiciones exige enormes sacrificios a masas inmensas de población; por eso es necesaria una concentración inaudita de la hegemonía… en la política la “guerra de posiciones”, una vez ganada, es decisiva definitivamente. O sea, que en la política subsiste la guerra de movimientos mientras se trata de conquistar posiciones no decisivas y por lo tanto no son movilizados todos los recursos de la hegemonía y del Estado, pero cuando, por una u otra razón, estas posiciones han perdido su valor y sólo las que son decisivas tienen importancia, entonces se pasa a la guerra de asedio, compleja, difícil, en la que se exigen cualidades excepcionales de paciencia y de espíritu inventivo. (Gramsci, 1999, p. 106) Está claro que al interior de estos dos nuevos gobiernos no hay del todo un proyecto nacional compartido y por el contrario hay una tensión de fuerzas, proyectos y personalidades. Por ello no es posible resolver adecuadamente la política hacia la economía capitalista dependiente, las políticas públicas de la burocracia estatal, la autonomía de las comunidades indígenas, la necesidad de una economía social, etc. También hay distintas posiciones respecto al medio ambiente y el proyecto educativo. Para que el movimiento popular establezca su propia organización política de la hegemonía está precisando de la “catarsis”, esto es, de un proceso de encuentro de los movimientos sociales y políticos que lleve a crear una visión común estratégica de la lucha autónoma por la hegemonía en las condiciones de nuestra época y lugar (Oliver; 2017). Sólo así el cambio no se limitará a una recuperación de instituciones históricas y a una limpieza ética del Estado bajo el capitalismo dependiente subordinado a la globalización neoliberal en crisis. Por el contrario, se trata de lograr desde abajo y desde arriba que la de- 295 En tiempos de pandemia: la crisis actual del Estado y la disputa por la hegemonía civil en América Latina mocracia popular se profundice y el proyecto abra paso a un poder popular autónomo, consciente y participativo.
BIBLIOGRAFÍA
Berardi, F. (2020). “Asistiremos al colapso final del orden económico global”. Entrevista en diario Página/12, 24 de agosto de 2020. Disponible en https://www.pagina12.com.ar/287069-franco-bifo-berardi-asistiremos-al-colapso-final-del-orden-e Fontes, V. (2010). O Brasil e o capital-imperialismo. Teoría e história. Brasil: Universidad de Rio de Janeiro. Hirsch, J. (2001). El Estado nacional de competencia, México: UAM. Gramsci, A. (1999). Cuadernos de la Cárcel, México: Editorial ERA. Oliver, L. (2017). “Gramsci y la noción de catarsis histórica. Su actualidad para América Latina”, en Revista Internacional de Filosofía y Política, Las torres de Lucca, Universidad Complutense de Madrid, No. 11, julio a diciembre de 2017. Ouviña H. y Thwaites M. (edit.). Estados en disputa. Auge y fractura del ciclo de impugnación al neoliberalismo en América Latina, Buenos Aires: CLACSO, IEALC y El Colectivo. Sousa Santos, B. (2009). “La Sociología de las Ausencias y la Sociología de las Emergencias: para una ecología de saberes”, en Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social (encuentros en Buenos Aires), Buenos Aires: CLACSO.