Etiopía: un nuevo ciclo de crisis
A principios de noviembre, estalló un violento conflicto en Etiopía en la provincia de Tigray. El ejército federal invadió la provincia norteña, poblada por más de cinco millones de personas, gobernada por el Frente Popular para la Liberación de Tigray (FPLT). Desde hace meses, las tensiones se acumulan dentro del estado etíope y desde el verano pasado el FPLT decidió retirarse a su bastión de Tigray. Los enfrentamientos han llevado a una guerra a gran escala que amenaza con desestabilizar a Etiopía e incluso a toda la región del Cuerno de África. Mientras tanto, una nueva crisis humanitaria se desata, con cientos de miles de personas que buscan refugio en campamentos improvisados con intervenciones muy limitadas de la ONU.
El New York Times se hace eco de la política de eliminación sistemática de los grupos de dirección dispersos del FPLT por el ejército etíope. Además del respetado y conocido exministro de asuntos exteriores de Etiopia, Seyoum Mesfin, de 71 años, han sido ejecutados o muertos en las escaramuzas dirigentes tigrays como el octagenario Sebhat Nega. Pero su principal objetivo parece ser el antiguo jefe del estado mayor etíope, el Teniente General Tsadkan Gebrentensae, que coordina la resistencia militar del FPLT.
La crisis
En 1994, el Gobierno etíope fue derrocado por la ofensiva combinada del Frente Popular para la Liberación de Eritrea (el FPLE exigió la independencia) y el Frente Popular para la Liberación de Tigray (FPLT), al frente de una coalición que buscaba el establecimiento de un nuevo estado etíope. Después de avances hacia la paz y el desarrollo, el proceso se estancó. El conflicto entre Eritrea y Etiopía ha revivido, en gran parte debido a las políticas del régimen de Eritrea. En Etiopía, la dictadura “eficaz” del FPLT se ha derrumbado como resultado de las reivindicaciones de los movimientos ciudadanos que exigen más libertades.
Regiones como Oromo (hogar del grupo étnico más grande del país) se levantaron contra una centralización del poder que iba en contra de la promesa del FPLT de “federalizar” el país. Tras la muerte del primer ministro y líder del FPLT, Melez Zenawi, una crisis de sucesión llevó a la entronización de un ex oficial de la inteligencia militar y líder del Partido Democrático Oromo (uno de los grupos que integran la alianza dominante), Abiy Ahmed.
El enfrentamiento
Rápidamente, el nuevo primer ministro procedió a marginar al FPLT. Al principio fue muy popular tras firmar la paz con Eritrea y liberar a miles de presos políticos, pero el nuevo primer ministro quiso imponer un giro político marcado por las privatizaciones y el acercamiento de su país a EEUU y sus aliados regionales, en particular Israel, Arabia Saudí. y los Emiratos Árabes Unidos. El FPLT, por su parte, se retiró a Tigray, su territorio original. Las elecciones del verano pasado en esta provincia fueron ganadas de forma abrumadora por el Frente. En contra del consejo del gobierno federal, Abiy denunció inmediatamente lo que consideró un proceso fraudulento.
La guerra
A principios de diciembre, el ejército etíope, apoyado por su antiguo enemigo eritreo, invadió Tigray. Capturaron grandes ciudades, como la capital Mekelle, pero el FLPLT, con una larga experiencia guerrillera, se reagrupó con más de 100.000 soldados en las montañas. Mientras tanto, la violencia golpea con mucha fuerza a la población de Tigray. Decenas de miles de tigrayanos han cruzado la frontera para buscar refugio en Sudán, donde hay una enorme crisis humanitaria. En las zonas ocupadas por Etiopía hay asesinatos, robos y saqueos.
Personalidades vinculadas al FPLT son ejecutadas friamente, como el exministro de Relaciones Exteriores de Etiopía, Seyoum Mesfin, un anciano que apenas podía caminar. Mientras tanto, el primer ministro etíope no está dispuesto a negociar. Su objetivo declarado es arrestar a todos los dirigentes del FPLT, calificados de “terroristas”.
Pero la situación sobre el terreno, según la información que escapa a la censura etíope presenta una imagen diferente. El ejército de ocupación está experimentando graves reveses. Sin embargo, no está claro cómo continuará el FPLT. Depende en gran medida de que las guerrillas restablezcan las líneas de comunicación cortadas con Sudán, su retaguardia tradicional.
Implicaciones regionales
Queda por ver cómo reaccionarán Sudán y otras potencias regionales (Egipto en particular). Realmente no tienen influencia sobre ninguna de las fuerzas en liza. Estos dos países, con el apoyo de EEUU, podrían tener la tentación de debilitar Etiopía, que es potencialmente una gran potencia en una región muy volátil.
Si a esto le sumamos el continuo conflicto sobre la gestión del agua del Nilo, el debilitamiento de Addis Abeba podría ser beneficioso para sus vecinos. Según Salvador Soler , una balcanización de Etiopía “pondría en peligro los objetivos estratégicos geopolíticos de China y Rusia, que penetran con fuerza en la región” .
Un conflicto prolongado
Por el momento, la ONU informa de una crisis humanitaria muy grave provocada por la huida de miles de tigrayanos a Sudán, y también de eritreos. En la capital etíope, los amharas bailan en las calles, para celebrar la expulsión del poder de los tigrayanos, que durante mucho tiempo han despreciado. Sin embargo, ¿cuánto tiempo apoyarán a Abiy si la guerra continúa? Dado que varios miles de tigrayanos viven en la capital, Addis Abeba, la campaña contra Tigray, si continúa, podría tomar la forma de una “limpieza étnica”.
Tampoco existe, al menos a corto plazo, ninguna presión internacional creíble y organizada (y mucho menos en la ONU), sobre Etiopía (y el Cuerno de África), como tampoco en otras regiones del mundo sumidas en conflictos inacabables. (Oriente Medio en particular). Los tigrayanos podrían beneficiarse en última instancia de esta pasividad, especialmente si logran convencer a Sudán y Egipto, con la complicidad de los EEUU, de que les permitan utilizar Sudán como retaguardia, incluso si eso implica fingir permanecer “neutral”.
alter.quebec. Traducción: Enrique García para Sinpermiso