México: De la caída de Tenochtitlán al Tren Maya, ¿Qué significa pedir perdón?

La dignidad, como constructo sociocultural, que han construido al precio de una resistencia inimaginable, tiene una impresionante potencia subversiva, y el anuncio del viaje a España me parece de un valor humano incalculable.



De la caída de Tenochtitlán al Tren Maya, ¿Qué significa pedir perdón?

Esta es una reflexión sobre los 500 años de la caída de Tenochtitlán y las exigencias de perdón. A propósito del próximo viaje que realizarán los zapatistas a España, la socióloga María Eugenia Sánchez Díaz repasa sus aportes frente a la ideología mestizante que prevalece en el país

PUEBLA.- María Eugenia Sánchez Díaz se ha dedicado a estudiar la ideología mestizante y sus repercusiones desde la época colonial, pasando por el Estado nación hasta la actualidad. El racismo cordial, la inequidad, los desgarramientos, son su materia de indagación, pero también las identidades y los procesos de transformación social. 

La doctora en sociología hace una reflexión desde esta perspectiva y lanza un llamado a la dignidad ante el 2021 que vivimos,  en el que el gobierno anunció conmemoraciones por los 500 años de la caída de Tenochtitlán desde el discurso institucional del gobierno en turno.  En esta conversación, María Eugenia,  evoca su libro publicado en 2011 junto con Jorge Gómez Izquierdo,  La ideología mestizante, el guadalupanismo y sus repercusiones sociales.

Ella es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla; y desde 1990 es integrante de la Academia de Ciencias de Nueva York. Adelanta a Pie de Página parte de la investigación que coordinó durante tres años con Universidades del Sistema Jesuita: Desgarramientos civilizatorios: símbolos, corporeidades, territorios.

En ese contexto, habla de sus conclusiones y del zapatismo: 

“La dignidad, como constructo sociocultural, que han construido al precio de una resistencia inimaginable, tiene una impresionante potencia subversiva, y el anuncio del viaje a España me parece de un valor humano incalculable”, asegura la doctora en sociología. 

El racismo cordial

—¿Necesitamos perdones?

La solicitud de perdón y el perdón de unas naciones a otras no es una novedad. El Rey Felipe VI presidió el lunes 30 de noviembre de 2015 un acto solemne con motivo de la Ley por la que se concede la nacionalidad española a los sefardíes, descendientes de los judíos que fueron expulsados de España en 1492, reconociendo que se les había hecho un daño.

 
 

—¿Cómo entender la demanda de perdón que el presidente López Obrador hizo al Rey de España?

La demanda de perdón que hizo al Rey de España revela la complejidad de los andamiajes históricos de racismo y de violencia, cuya vigencia se ha hecho visible de manera contundente en la crisis civilizatoria en la que estamos inmersos. La demanda y las reacciones a la misma son reveladores de la forma como la llamada identidad nacional, centrada en la categoría de mestizo, escondió el racismo en México, y de cómo el ethos de la blanquitud sigue siendo hegemónico, incluido en AMLO.

—¿Cómo analizar la colonialidad actual y sus consecuencias?

AMLO es un liberal y por lo mismo cree en el desarrollo y en el progreso, que sabemos que se han dado a expensas del despojo y la miseria de gran parte de la población. Por otra parte es duro constatar que se trata de una tendencia que por inercias de largo aliento no es fácil de revertir. Es importante reconocer esa encrucijada o dificultad. López Obrador es desarrollista y por ser liberal está sumergido en una ideología racista, de lo que podríamos llamar un racismo cordial

El liberalismo del siglo XIX –el de Juárez, el de Lafragua– está impregnado del racismo científico que vino de Europa. Las élites políticas e intelectuales del México Independiente desarrollaron políticas educativas y dispositivos culturales para blanquear cultural y físicamente a la población. Así fueron construyendo un sujeto racista, porque se consideraba que sería el mestizo el que traería el progreso a la nación, y a la ideología mestizante le subyace la aspiración a la blanquitud y por lo mismo un racismo latente. Además el mestizaje, en México, fue un proceso de desindianización forzada, y esa herida  está viva. AMLO forma parte de ese constructo mestizo. 

El mestizaje al ser una aspiración a la blanquitud, folkloriza el pasado y el presente indígena como una forma de negarlo o de subordinarlo   ¿Qué podemos decir del permiso que se hizo a la Madre Tierra para la construcción del Tren Maya? Se trató de un ritual en un lugar pavimentado donde abrieron un agujero. Eso es racismo cordial, es decir aquél que refuncionaliza la diferencia para mantener la jerarquía racista, clasista. Se folkloriza a los indígenas y se les trata como menores de edad. ¿Qué fue sino folklorización y manipulación la celebración del Día de Muertos en El Palacio Nacional, al mismo tiempo que se está favoreciendo la paramilitarización de Chiapas para debilitar o destruir toda oposición al Tren Maya? ¿Qué significa pedir perdón por la violencia contra los indígenas cuando al mismo tiempo se impone de manera violenta, con consultas manipuladas, un ordenamiento territorial tan depredador como dicho tren? Eso significa hipocresía, manipulación, y es un atentado a la dignidad de los pueblos originarios y de todos nosotros, los no indígenas.

Esconder las desigualdades

Las reacciones a la demanda de perdón solicitado al Rey de España han ido en dos sentidos. Por una parte, la de población que niega que el nuestro es un país racista, que asume que la matriz mesoamericana y la matriz hispana se articularon de manera horizontal y produjeron una nueva cultura “armoniosa”, negando la tensión vigente entre ambas matrices.  Ha sido la reacción de aquellos que consideran que la unidad de los “mexicanos” es sinónimo de esconder las desigualdades y la discriminación, de quienes no desean tocar ese pasado porque tendría consecuencias importantes en el presente.

Cito algunos fragmentos del poema que escribió Sitalin Sánchez Acevedo.

“Yo sé por qué prefieren burlarse de AMLO antes que enojarse con el rey de España

Sé que aceptar lo que dice AMLO es aceptar una herida dolorosa. Porque es aceptar que violaron a nuestras abuelas y bisabuelas y que el mito del mestizaje, la unión de dos culturas, es una historia que tiene sangre de por medio.

Sé que, si dicen que superemos el pasado, es porque si miran atrás van a encontrar en su historia abuelas, tíos y madres indígenas que no quieren reconocer, porque de su genealogía sólo importa el abuelo blanco.

Sé que, si no quieren pelearse con España, es porque para ustedes resulta más anacrónico que existamos todavía indígenas a que sigan existiendo reyes. Sé que es porque aspiran a ser los hijos, aunque sea bastardos, de una monarquía decadente. 

Sé que prefieren que no nos pidan disculpas a nosotros los indígenas porque sería reconocer que no solamente estamos en museos.

Sitalin termina el poema: 

[…] AMLO pide las disculpas y, además, cancela el Tren Maya. No seas hipócrita”.

—Por otra parte, está la reacción de muchos, la de aquellos que han sufrido en carne propia la discriminación por el color de la piel, por la evidencia de su pasado y presente indígena y que se alegran de esta petición, porque la discriminación ha significado soportar la injusticia y la humillación, y se exige reivindicación. ¿Pero no se trata de una reivindicación a expensas de la manipulación de las poblaciones indígenas actuales? ¿De una manipulación para esconder y legitimar las agresiones de las que son víctimas de parte del actual gobierno?

Los zapatistas

—En este contexto, ¿cómo miras la propuesta de los zapatistas?

—La mirada colonial, la postura colonial, la narrativa colonial, el lenguaje colonial rigen la cultura en México, la intelectual, la política y la popular. Están tan introyectadas que es difícil, a veces, reconocerlas. Los zapatistas las visibilizaron de manera contundente con el levantamiento de 1994, e intentaron un diálogo horizontal con el México no indígena, intento inédito en la historia del país. Pero esa horizontalidad tiene un precio muy alto, supone la transformación de las estructuras económicas, políticas y simbólicas.  

El anuncio de que una comitiva zapatista viajará a España en 2021 para llegar a Madrid el 13 de agosto, fecha que coincide con los 500 años de la caída de Tenochtitlán es un acto de dignidad y creatividad. Viajarán a España para afirmar que: “No nos conquistaron. Que seguimos en resistencia y en rebeldía […] que no tienen por qué pedir que les perdonemos nada, ya basta de jugar con el pasado lejano para justificar, con demagogia e hipocresía, los crímenes actuales y en curso”. En ese sentido la lucha y la dinámica de los zapatistas a lo largo de todos estos años y el anuncio de su viaje a Europa, significan, para mí, la lucha por continuar rompiendo esa mirada, esa narrativa de graves consecuencias sociales. Y rompen ese discurso “cruzando mares y diferencias”.

La dignidad, como constructo sociocultural, tiene una impresionante potencia subversiva, y el anuncio del viaje a España me parece de un valor humano incalculable. 

Daliri Oropeza