Bolivia: No hay “retorno a la democracia”

No hay “retorno a la democracia”, puesto que ésta se ha diseminado hace tiempo, cuando se restringió la democracia, el gobierno del pueblo, el autogobierno, a la democracia representativa y delegada, la democracia institucionalizada como República liberal, el Estado-nación.



No hay “retorno a la democracia”
 
La decadencia política se expresa fehacientemente en la ausencia de imaginación de la casta política; solo atina a repetir mecánicamente trasnochadas consignas, sin contextuarlas ni entenderlas. Habla por inercia un discurso sin contenido, aparentando que dice algo cuando efectivamente no dice nada. Solo es espectáculo mediático. Todas estas falencias se hacen evidentes cuando pretende justificar sus actos anodinos refiriéndose a la “democracia”, que cree que es una puesta en escena para dar lugar a su protagonismo, que también es otro montaje circunstancial.
No hay “retorno a la democracia”, puesto que ésta se ha diseminado hace tiempo, cuando se restringió la democracia, el gobierno del pueblo, el autogobierno, a la democracia representativa y delegada, la democracia institucionalizada como República liberal, el Estado-nación. Después, esta misma democracia se deteriora, adulterándose el funcionamiento de sus instituciones. Formas paralelas de poder, opacas y oscuras, atraviesan a las instituciones del Estado de Derecho. La Constitución se convierte en un escrito simbólico, mientras, efectivamente, en la práctica, no se acata ni se cumple. En la modernidad tardía, ya el lado oscuro del poder controla al Estado, las instituciones “democráticas” son tan solo una máscara, que encubre la realización de los objetivos del lado oscuro del poder. Los medios de comunicación coadyuvan en este encubrimiento al desplegar el aparataje de la invención de la realidad.
Liberalismo y socialismos, aparentemente contradictorios, hicieron de lados opuestos de la simetría en un dualismo de poder, cuyo esquematismo permitía la complementariedad del sistema mundo moderno, la geopolítica contrastante del sistema mundo capitalista. Después, neoliberalismos y neopopulismos, pretendidamente opuestos, desplegaron el esquematismo dualista complementario, conformando un teatro político grotesco, donde las prácticas de gobierno son equivalentes, efectuándose paradigmáticamente, aunque buscando diferenciarse mediante bricolaje discursivos.
La casta política, con todas sus variantes, responde a la reproducción diferida de la acumulación ampliada de capital, en la fase dominante del capitalismo financiero, especulativo y extractivista. El montaje mediático de la pelea de gallos, cada vez más desplumados, los espectáculos mediocres electoreros, están destinados a distraer a la población votante y a embaucar al pueblo.
No se puede salir del círculo vicioso del poder si el pueblo no se libera de la ideología, la máquina fabulosa de la fetichización, de las ilusiones del poder, sobre todo si no se libera de la casta política y del teatro político. Comprender la realidad efectiva, sus dinámicas complejas, requiere de confiar en su propia potencia social.