La elección ecuatoriana y la tensión entre las izquierdas

Ell pueblo ecuatoriano decidió en las urnas romper con el clivaje sociopolítico que ha marcado los últimos catorce años en Ecuador. El clivaje Correísmo vs Anticorreísmo. En ese clivaje quienes acumulaban políticamente eran las dos facciones políticas claramente enfrentadas en la trinchera política: por un lado Rafael Correa y la estructura político partidista que ideológicamente lidera; y por otro su máximo opositor, el líder de la derecha Guillermo Lasso a la cabeza del partido CREO.
Tras casi cuatro años de gobierno de Lenín Moreno -quien pasó de heredero de Correa a traidor al correísmo- y sin Rafael Correa en el país, el pueblo ecuatoriano expresó en gran medida su hartazgo a está lógica binaria y simplista de concebir la política.



LA ELECCIÓN ECUATORIANA Y LA TENSIÓN ENTRE LAS IZQUIERDAS
 
Por Decio Machado  / Miembro del Consejo Editorial de Ecuador Today

El pasado 7 de febrero el pueblo ecuatoriano decidió en las urnas romper con el clivaje sociopolítico que ha marcado los últimos catorce años en Ecuador. El clivaje Correísmo vs Anticorreísmo. En ese clivaje quienes acumulaban políticamente eran las dos facciones políticas claramente enfrentadas en la trinchera política: por un lado Rafael Correa y la estructura político partidista que ideológicamente lidera; y por otro su máximo opositor, el líder de la derecha Guillermo Lasso a la cabeza del partido CREO.

Tras casi cuatro años de gobierno de Lenín Moreno -quien pasó de heredero de Correa a traidor al correísmo- y sin Rafael Correa en el país, el pueblo ecuatoriano expresó en gran medida su hartazgo a está lógica binaria y simplista de concebir la política.

La expresión de la ruptura en este contexto se materializó en los importantes resultados alcanzados por el Pachakutik, aparato político del movimiento indígena, y por la Izquierda Democrática, un partido viejo y venido a menos que resucitó de la mano de un joven empresario que desarrolló el papel de outsider en esta contienda electoral.

Pese al eslogan electoral “en una sola vuelta”, la candidatura de Andrés Arauz al frente de la sensibilidad política correísta apenas obtuvo tres millones de votos (32,6 por ciento de los votos válidos emitidos); seguido del conservador Guillermo Lasso y el candidato indígena Yaku Pérez, ambos en alrededor de un millón ochocientos mil votos de apoyo (para ambos una representatividad que se mueve entre el 19,7 y 19,4 por ciento); y en cuarto lugar, Xavier Hervas, un empresario joven y desconocido en política hasta esta campaña electoral que corrió por el partido social liberal Izquierda Democrática, obteniendo cerca de un millón y medio de votos (un 15,7 por ciento de apoyo electoral). Lo demás, el resultado de las otras doce candidaturas que se disputaron la poltrona presidencial fue marginal.

Entender el resultado obtenido por Yaku y Hervas parte de comprender que ambos conectaron en su campaña con segmentos poblaciones muy distantes de sentirse representados en la política tradicional. En el ámbito de los jóvenes urbanos Yaku sintonizó a través de un mensaje ambiental en defensa de la Pachamama, mientras Hervas se presentó como lo nuevo frente a lo viejo; y ante el segmento mujeres ambos defendieron el derecho al aborto por violación frente a las otras candidaturas que optaron por oponerse o no abordar el tema. Así, los clivajes Antiextractivismo/Ambiente vs Extractivismo/Desarrollismo y Nueva Política vs Política Tradicional se abrieron espacio en un escenario inicialmente dominado por defensores y detractores de Rafael Correa.

Las carencias existentes en el plan económico presentado por Pachakutik en esta campaña electoral -menos transformador incluso que el presentado por la corriente correísta- se compensó a través del acumulado político del levantamiento indígena de Octubre de 2019 contra las políticas económicas impuestas por el Fondo Monetario Internacional al gobierno de Lenín Moreno. En sectores populares urbanos, más allá del mundo rural indígena, Yaku Pérez fue comprendido como “pueblo”, uno de “nosotros» y no del establishment político de los de siempre. El dolor que transversalizó a la mayoría de familias ecuatorianas por los cuarenta mil muertos por Covid-19 en el transcurso del año 2020, el incremento acelerado del desempleo, o la pérdida de capacidad adquisitiva de las clases medias y clases medias bajas que están generando fuerte endeudamiento familiar se politizó en las urnas.

Es así que el Pachakutik ha obtenido el mejor resultado electoral de su historia, logrando también ser la segunda bancada más importante en Asamblea Nacional para el próximo período.

Denuncias de fraude electoral

Pese a que inicialmente la candidatura indígena apareció como la segunda más votada, lo que hacía que estuviese en segunda vuelta disputándose la conformación del próximo gobierno ante la sensibilidad correísta, la evolución del reconteo de votos dio un vuelco en la tarde de martes 9 de febrero. Guillermo Lasso, magnate financiero y candidato representante de las élites, pasaba a ser en la última fase del procesamiento de actas y apenas un puñado de votos, el contradictor de Andrés Arauz en el balotaje que tendrá lugar el 11 de abril, quedando fuera de esta segunda vuelta el candidato indígena.

La base de la sospecha de un posible fraude está en que el territorio que se había quedado al final del recuento para resolver las actas con determinadas inconsistencias fue la provincia del Guayas, feudo político de los socialcristianos, sector de la derecha costeña aliada a la candidatura presidencial de Lasso y tradicionalmente conocido por sus artimañas políticas. Las actas inconsistentes en el Guayas pasaron de una incidencia del 5% en el anterior proceso electoral al 20% en esta ocasión, obteniéndose un paquete importante votos bajo control de operadores políticos del Consejo Nacional Electoral -copado por delegados de la derecha- que podrían haber sido utilizadas en el tramo final del recuento nacional si hubiera necesidad de ello. Según la versión de los observadores electorales indígenas, en este impasse de espera, mientras se recontaban votos atrasados de otras provincias del país, podrían haberse sustituido bolsas de votos y parte de esas actas con inconsistencias alterando las tendencias de voto anteriormente existente.

Al momento de cerrar este artículo, el movimiento indígena se concentra en diversos plantones pacíficos frente a las delegaciones provinciales del Consejo Nacional Electoral en diferentes partes del país. Se pide que se transparente el proceso de conteos de votos y que se aclaren las dudas pertinentes respecto a una multitud de actas electorales confusas, todo ello mientras los responsables de la institución rectora de la democracia ecuatoriana -posicionados la mayoría de ellos por sectores políticos conservadores- niegan y dilatan dicha reinvindicación.

Las tensiones entre las izquierdas

La criminalización de la protesta social, ejercida durante la década de gobierno de Rafael Correa, y la apertura de procesos jurídicos contra muchos de las y los dirigentes indígenas que ejercieron su constitucional derecho a la resistencia en defensa de sus territorios dejó una brecha que hace imposible el entendimiento actual entre ambas facciones políticas.

En este contexto el conflicto al interior del movimiento indígena parece inevitable. Mientras Yaku Pérez y su entorno, más afín a negociar con la derecha un frente común anticorreísta, mantiene la posición de reabrir las urnas y recontar los votos en las seis provincias en las que consideran que existen incidencias -especialmente en Guayas-, los sectores más combativos de la CONAIE, aquellos que lideraron el alzamiento popular de Octubre de 2019, difícilmente apoyarían la candidatura del representante de las élites financieras en una segunda vuelta.

En paralelo, el correísmo lejos de entender el actual contexto político, conflictúa dialécticamente con el movimiento indígena acusándolos de haber sido cómplices del desmantelamiento -durante el actual gobierno de Moreno- de la institucionalidad que dejaron instalada durante la década progresista.

Entre los errores de unos y otros para entender el contexto político actual se estaría abonando el camino al poder a una derecha que apenas sumó el 20% de apoyo popular en la primera vuelta, Derecha que incluso pese a estar bajo sospecha de haber manipulado la decisión popular expresada en las urnas se plantea como una «supuesta» alternativa democrática al autoritarismo correísta.

Por otro lado, no toda la tendencia correísta se manifiesta en esta posición de confrontación encabezada por Rafael Correa con el movimiento indígena. Su mismo candidato presidencial, Andrés Arauz, en medio de este desconcierto hace llamados permanentes a la conformación de un frente amplio que incorpore no solo al Pachakutik sino también a la expresión socialdemócrata liberal representada por Izquierda Democrática. De hecho, al interior de las filas correístas existe una tensión similar a la que hemos visto recientemente en Bolivia entre viejos y nuevos cuadros de la “revolución ciudadana”.

Un escenario predestinado a la crisis

En esta coyuntura política parece difícil vislumbrar por donde desembocará la línea de fuga que de salida a la bloqueada coyuntura política que vive el país.

Un escenario factible sería que atendiendo al reclamo de Yaku Pérez se abran las urnas y se recuenten los votos. Si hubo fraude, tal y como denuncia Pachakutik, el candidato en segunda vuelta sería Yaku Pérez,  quien podría estar tentado de negociar su futuro gobierno con las élites económicas ecuatorianas a cambio de su voto. Esto conllevaría graves tensiones al interior del movimiento indígena con su ala más politizada a la izquierda.

Otro escenario sería que se constatase el triunfo de Lasso y que Yaku le declare su apoyo en segunda vuelta a cambio de algunas carteras ministeriales de segundo orden para el Pachakutik al interior de un posible futuro gobierno conservador. No sería la primera vez que el movimiento indígena comete este error. Sin embargo, una vez más parece difícil visualizar que esta contradictoria posición política -alianza de los históricamente olvidados con las élites económicas del país- sea secundada por la CONAIE -verdadera estructura organizativa de poder indígena-.

Por último, si las urnas no son nuevamente abiertas y por lo tanto no se diese lugar al reconteo de votos, está asegurada una potente movilización indígena donde se podrían repetir episodios como los de Octubre de 2019, con la consiguiente represión por parte de los aparatos de seguridad del Estado e incluso la posibilidad de un escenario a la boliviana con la imposición de un gobierno transitorio de facto hasta una nueva convocatoria electoral. Sin duda, este sería el momento de imponer todo un paquete de medidas económicas exigidas por el Fondo Monetario Internacional y que carecen del apoyo de la inmensa mayoría de la sociedad ecuatoriana.

Este caos político institucional se cierra con el anuncio por parte de la Fiscalía General del Estado de pasar a investigar las finanzas de la campaña de Andrés Arauz con base a un denuncia proveniente de Colombia. Según la Revista Semana, un medio de información claramente posicionado con intereses conservadores, existirían “supuestas” pruebas de que la insurgencia del Ejercito de Liberación Nacional habría donado una cuota de ochenta mil dólares a la campaña electoral del correísmo. Pese a que la credibilidad de este medio está severamente mermada y la acusación tiene escaso fundamento, parece ser que todo vale con el fin de posicionar un gobierno de tinte conservador para la próxima legislatura en Ecuador.

En definitiva, en el tablero de juego político electoral ecuatoriano la desinstitucionalización democrática y las incoherencias políticas existentes por parte de todas las tendencias partidistas generó que las piezas dejen de ser blancas y negras, pasándose así a un escenario imprevisible de caos social en los próximos días.

Fuente: Brecha.com.uy