En el caminar de lucha dentro de nuestro Consejo Regional Indígena del Cauca CRIC, hemos venido haciendo memoria de todo lo que ha dado alegría y dignidad a este proceso. Y recorriendo el territorio, nos hemos encontrado con la fuerza de la gente, con personas que nos alegran el corazón y nos enamoran a primera vista. Al conversar con ellas se nos hace un nudo en la garganta, el corazón palpita con fuerza y la piel se eriza. Uno se termina convenciendo de que este es el camino.

De esa gente que enamora viene 4+3, un proceso musical que nace desde las frías montañas de Totoró, para cantarle a la vida en medio de tanta muerte, ellos nos han regalado la fuerza de la alegría y han hecho que en medio del dolor nos levantemos con orgullo para defender la memoria y la lucha de quienes hoy son truenos protectores de nuestro caminar.

Una de sus canciones es el himno a la guardia indígena, la cual (como más adelante encontraremos) ha sido testiga del dolor y la alegría de nuestros pueblos.

Así que sin dar más vueltas, les invirtamos a conocer en este tejido, la palabra remojada con Luis Hernán Sánchez, uno de los integrantes de 4+3, quien nos cuenta cómo fue el nacimiento de lo hoy es el Himno a la Guardia Indígena, el único himno que se baila y el cual está lleno de memoria.

“Hablar del himno de la guardia es hablar de todo un proceso de lucha y resistencia, es hablar de cada uno de los escenarios en donde compañeros y compañeras guardias indígenas, autoridades, comuneros y comuneras cayeron (ya sea muertos o heridos) por la represión del gobierno.

El himno nace en el año 2008, cuando por unanimidad de autoridades tradicionales del Cauca, se decide regresar a hacer presión en la vía panamericana, ya que en el año 2005, en La María Piendamó, la fuerza pública, prácticamente nos levantó a todos a punta de bala, gases lacrimógenos, a punta de machete; dejando a su paso una estela de desolación, muerte y mucho desespero comunitario.

En ese año, nos regresamos al territorio; no derrotados, pero si con la esperanza de seguirnos fortaleciendo, con la esperanza de que los jóvenes asuman ese proceso de resistencia, ese proceso de seguir salvaguardando nuestra dignidad.

Nos fuimos al territorio a prepararnos para un nuevo escenario, que se llevó a cabo en el 2008; pero también nos dieron con las mismas armas que nos habían atacado en el 2005, también hubieron compañeros indígenas muertos. En medio de la multitud me paré a mirar tanta barbarie y escuche a otros compañeros decir “no pues pongámonos al mismo nivel,  si nos atacan a bala, nosotros nos volveremos a armar porque no hay de otra” entonces otro compañero decía “no, porque si nos volvemos a armar, sería ponernos en las mismas condiciones de ellos, entonces ahí sí tendrían un motivo para exterminarnos, ahí sí podrían decir con argumentos que los indios son guerrilleros y ahora sí hay que matarlos.” Entonces no les dimos el gusto.

En ese momento estaba una pareja de compañeros Misak, a ellos se les entraron a la casa y les dañaron el café (lo quemaron) ellos estaban llorando su cosecha y les digo yo (con el ánimo de consolarlos) esta pelea es colectiva, ya llegara el día en que tengamos resultados de todo esto, así que pa’ delante compañeros, vamos a resistir, vamos a defender nuestros derechos así nos toque morir – les dije así, en un tono como quien dice, me salió en verso sin hacer esfuerzo-.

Ya en el territorio me puse a darle vuelta ese verso que salió del corazón y dije: vamos a complementarla con otra letra, con otras cosas y vamos a hacer una canción.

En un viaje de media hora en buseta, que yo tenía para llegar a la huertita de trabajo, me lleve la agenda y me puse a escribir; primero esa frase (pa’ delante compañeros, vamos a resistir, vamos a defender nuestros derechos así nos toque morir) entonces se logró escribir la canción y ocho días después le digo al director:

  • Manuel, tengo una letra para la canción de la guardia indígena.
  • Listo, tráela, la miramos y le componemos la música.

Entonces al sábado siguiente ya hicimos eso. Hubo varias propuestas de sonidos, de música que no cuadraban. Por fin dejamos la melodía que está actualmente. La dejamos y la grabamos en casero, sacamos un cd e hicimos un video con las tomas que habían de la barbarie del 2008 y 2005 en La María. Cuando ese producto salió (así casero) la gente lo acepto de una manera demencial. Todos decían “no, esa canción es muy buena.”

A dónde íbamos empezaban “¡que toquen la canción de la guardia, que toquen la canción de la guardia!” Esa canción los llenaba de motivos, la bailaban y se tomaban unos buenos tragos de chicha, de chirrincho (lo que sea) por esa canción.

Entonces, en el mismo año que habíamos grabado la canción, hubo la marcha hacia Cali. En todos los carros donde hubo sonido, iba la canción, que de una u otra manera motivaba a la guardia indígena a continuar un camino trazado desde hace mucho tiempo por nuestros mayores. Estaba dando fuerza.

Entonces, dice la consejería (ese día que no vino Uribe y dejo la silla vacía) 

  • ¡Proponemos que esta canción sea elevada a la categoría de Himno a la guardia indígena!

Y todo mundo apoyo la idea, levanto los bastones, aplaudió, grito en aprobación de que eso se hiciera.

Y desde ahí hubo el interrogante de “no, es que esa canción a mí me gusta pa’  bailarla y ahora que va a ser himno ¿cómo voy a hacer?” -Porque por lo general cuando suena un himno, uno tiene que quedarse quieto- y  nosotros dijimos: no señores, esta sería una excepción; que en Latinoamérica sería el único himno que se baila, se grita, se canta, se llora, se siente.

Entonces esa canción, que ya convertida en himno, desde esos días y hasta nuestros días, ha sido testiga del entierro de guardias indígenas, de compañeros  y compañeras autoridades, de comuneros y comuneras asesinadas; en donde siempre hay un acompañamiento solidario de la comunidad hacia una familia que ha perdido un ser querido y se sienten identificados con esta canción.

El himno para la guardia indígena ha sido esa fuerza que cada uno de los integrantes de la comunidad sigue asumiendo, se identifica y sabe que la lucha es pa’ delante.

Para nosotros el papel de la música es el de llevar mensajes, es de traducir los sentimientos de la gente a unas letras que acompañadas de unos instrumentos, pueden llegar a tocar los corazones. Ese es el trabajo que nosotros hemos hecho y de manera muy humilde.

Nosotros, a pesar de la trascendencia, no hemos dejado de mascar la coca, de comer la sopa de maíz, de trabajar la huerta, de tomar chirrincho, eso es lo que siempre estamos recalcando.

Nosotros esperamos seguir trabajando en esto que es volver las expresiones del pueblo en canciones, para que las nuevas generaciones se vayan identificando y proyectando a escuchar con el corazón y así hacer práctico lo que soñaron los mayores.

No bajemos la guardia. Nuestras banderas deben seguir arriba, nuestra comunidad debe seguir resistiendo; los jóvenes y las nuevas generaciones deben asumir esto, porque nosotros ya estamos a la vuelta de la esquina y tenemos mucho temor de que nuestro proceso se vuelva una situación de intereses, de caer en los proyectos y que el movimiento indígena se convierta en eso que puede ser pan para hoy y hambre para mañana ¿entonces la dignidad, la resistencia, la identidad, el camino de pervivencia dónde queda? Ese camino que trazaron los mayores sigámoslo alumbrando, forjando, tejiendo y abriendo brecha para que nuestros hijos e hijas de aquí a unos 500 años puedan decir con orgullo soy indígena.”