Romper el Cerco
De dragones y gobiernos
Andrea Cegna
En medio del drama sanitario y social llamado Covid-19, Italia está comisionada por el capital internacional. Es difícil ver de otra manera la caída del segundo gobierno de Giuseppe Conte, cierto no el baluarte del progresismo socialista, en favor de un gobierno liderado por Mario Draghi.
Mario Draghi, ex jefe del Banco Central Europeo, es desde siempre hombre de poder y economía. Estudió con los Jesuitas y su encargo recuerda otras tristes historias italianas por las que nunca necesitaron troikas para imponer las reglas del capitalismo financiero, pero siempre se encontraron actores políticos que jugaron partidos solapados y al sueldo de intereses ajenos. Hace unos años sucedió durante el gobierno de Giorgio Napolitano, hoy fue Matteo Renzi quien favoreció el establecimiento de este nuevo gobierno.
A diferencia del 2013, hoy el mantra del capitalismo internacional no es el recorte del gasto público, sino el impulso a la recuperación económica. El gobierno de Draghi recibirá del Banco Europeo varios miles de millones de euros para ser entregados y distribuidos, y de hecho podría convertirse en un gobierno popular, a diferencia del gobierno de Mario Monti que recortó las pensiones y la atención médica.
En realidad, la distribución de estas riquezas parece tener como objetivo renovar los negocios de las grandes empresas y el capitalismo italiano. Aunque Italia es parte del G7, está marcada por una idea de antiguo espíritu empresarial que a menudo entra en conflicto con las nuevas direcciones de la especulación transnacional. Esto se señala con frecuencia en los sectores financiero y bancario del país.
La llegada de Mario Draghi parece estar ligada también a la transformación del país en una vanguardia capitalista internacional y sobre todo en nombre de la green economy.
Mientras todo esto ocurre, los movimientos sociales están a la puerta, por ahora débiles y cansados también por el año de pandemia que afecta, como siempre, principalmente los más débiles. Seguro que «La normalidad era el problema» pero en la reestructuración del mundo hay quien busca transformar el mañana en algo aún peor.