De Rojava a Chiapas

En Rojava y en la Chiapas zapatista se construyen alternativas emancipatorias de nuevo tipo. No son las únicas, hay otras con sus propias formas y tiempos. Una nueva historia se está construyendo y hay que aprender a escucharla.



De Rojava a Chiapas
 
Raúl Romero*
La Jornada
 
El Kurdistán es un pueblo con lengua y cultura propias que habita entre los ríos Tigris y Éufrates. Desde hace años y de distintas formas, este pueblo lucha por su autodeterminación. En el pasado, los territorios kurdos estuvieron divididos por los imperios otomano y persa. Después del reparto imperial que vino con la Primera Guerra Mundial, el pueblo kurdo quedó dividido entre Irak, Irán, Siria y Turquía.

La lucha del pueblo kurdo por su liberación se ha vuelto también una lucha por la sobrevivencia, en la que enfrentan a ejércitos de gobiernos nacionales, del Estado islámico y de potencias imperiales. Las organizaciones kurdas son varias y diversas entre ellas, incluso estas diferencias suelen ser usadas por los actores interesados en el petróleo de la región para disminuir la resistencia.

Entre las organizaciones del pueblo kurdo destaca el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), fundado en 1978, marxista-leninista, y que formó parte de las luchas anticoloniales que estallaron por aquellos años. Con el paso del tiempo, el PKK fue transformándose intelectualmente para encontrar un camino propio, el Confederalismo Democrático, un proyecto que, según Abdullah Öcalan –figura ideológica y prisionero político– se caracteriza por ser flexible, multicultural, antimonopólico, orientado hacia el consenso y en donde la ecología y el feminismo son pilares centrales.

El confederalismo democrático puede enunciarse como un proyecto anticapitalista, antipatriarcal, popular, construido por el pueblo kurdo, el cual experimentó entre 2012 y 2014 un momento paradigmático: la declaración de la autonomía de facto de Rojava, una región en el Kurdistán sirio, proceso que encontró eco internacional. En este proceso jugaría un papel determinante la resistencia armada encabezada por las mujeres kurdas y su congreso Kongra Star.

Para la socióloga Azize Aslan, Rojava no es sólo el territorio donde está teniendo lugar una revolución, es también un territorio donde la idea de una revolución está redefiniéndose. Su argumento es potente: ahí se construye una red de asambleas en donde los pueblos toman las decisiones respecto de su futuro. Son esas asambleas las que posibilitan la democracia directa y el autogobierno: El propósito del sistema de asambleas populares en Rojava es organizar un modelo anticapitalista y autónomo para una sociedad sin Estado, antipatriarcal y ecológica (https://bit.ly/2MJ0NYG).

La profundidad teórica y práctica de la crítica y alternativa que se construye en Rojava destaca por varios elementos: es un cuestionamiento a la modernidad capitalista, al Estado-nación, a la ciencia hegemónica, al patriarcado y al ecocidio. La crítica viene acompañada de una praxis encaminada a la construcción –no sin contradicciones– de una modernidad democrática con su confederalismo, su autonomía, su economía alternativa, con el protagonismo de las mujeres y también con su ciencia crítica, una ciencia que dio lugar a la Jineolojî o ciencia de las mujeres, basada en la ética, la estética, con poder práctico y relacionada con la economía.

Alessia Dro, del Movimiento de Mujeres del Kurdistán, ha señalado que una de las contradicciones más grandes de nuestro tiempo es la existente entre la resistencia de las mujeres y el patriarcado. Esa contradicción, recuperada como vertebral por la revolución kurda, es lo que propicia que miles de mujeres de todo el mundo se identifiquen con esa lucha: Para hacer una transformación, tenemos que lograr cambiar a la sociedad con una perspectiva de liberación de las mujeres. La liberación de las mujeres significa liberar la sociedad entera. Eso es algo que los movimientos revolucionarios en el mundo aún no han elaborado como eje prioritario, y creo que por eso hay mujeres de muchos lugares que nos unimos al movimiento (https://bit.ly/2PucW4H).

La solidez teórica y política que ha alcanzado la revolución kurda se refleja en el reconocimiento de sus pares en otros lugares del mundo. Es con el EZLN y con las mujeres zapatistas con quienes ha establecido un diálogo fraterno. En diciembre de 2019 la palabra de las mujeres de Rojava llegó hasta territorio zapatista, al semillero Huellas del Caminar de la comandanta Ramona, en donde se realizaba el II Encuentro Internacional de las Mujeres que Luchan: Hoy, querríamos haber estado junto a las mujeres zapatistas en el encuentro de mujeres que se ha celebrado allá, pero está claro que en nuestra situación y con los ataques a nuestro pueblo, esto no ha sido posible. Pero podemos decir que nuestros corazones están allá y con todas las mujeres en lucha por su libertad y la de sus pueblos. Porque estamos luchando contra todo tipo de ocupación impuesta a los pueblos, todo tipo de esclavitud impuesta a las mujeres. Y estamos juntas en la lucha.

En Rojava y en la Chiapas zapatista se construyen alternativas emancipatorias de nuevo tipo. No son las únicas, hay otras con sus propias formas y tiempos. Una nueva historia se está construyendo y hay que aprender a escucharla.

* Sociólogo

Twitter: @RaulRomero_mx 

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Rojava
Hevrin Khalaf y el espíritu de Rojava

Días después de la invasión turca de Rojava, la política kurda Hevrin Khalaf fue asesinada. En esta entrevista del año pasado, compartió sus pensamientos sobre la revolución en el norte de Siria.


 
El Salto
26 nov 2019 06:00

 

“Me llamo Hevrin, de Derik, una ciudad de Rojava. Estudié y viví aquí, pero ahora mi trabajo está en Qamishlo. Estudié ingeniería civil en Alepo durante cinco años y terminé mi educación en 2009. Después de trabajar para el Gobierno durante un año, empezó la revolución. Esto fue en 2011.

Mi familia se merece el crédito por mi participación en la revolución de Rojava; son patriotas y han estado organizados durante años. Siempre me llevaron a reuniones y actos sociales. En otras palabras, nunca he estado lejos de la organización política y siempre he tenido fuertes raíces en nuestra sociedad.

Puede que esto ocurra en todos los lugares de Oriente Medio, pero especialmente en Rojava existe todavía una fuerte unidad y solidaridad entre nuestro pueblo. Vivir juntos, o lo que llamamos ‘vida comunal’, está todavía vivo y es común hoy. También soy parte de esta sociedad comunal”.

Estas eran las palabras de Hevrin Khalaf en la primavera de 2018 cuando la conocí. El 12 de octubre de 2019, tres días después de que Turquía lanzara su ofensiva militar en el norte de Siria, fue brutalmente asesinada. Según informes del Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, la sacaron de su coche y le dispararon a sangre fría en la carretera. Su autopsia revela que le dispararon, la golpearon con objetos pesados y la arrastraron por el pelo hasta que se separó la piel de su cuero cabelludo.

Esta entrevista es un intento de hacer justicia al valiente trabajo que Hevrin Khalaf hizo para su pueblo y para el pueblo de Rojava

No sé cuántas veces he escuchado las grabaciones de nuestra entrevista desde que oí la horrible noticia de la muerte de Hevrin. Ella describe Rojava y su lucha con tanto orgullo. Yo quería oír estas honorables palabras, porque ellas también explican muchos de los motivos de la guerra contra Rojava y los kurdos. Esta entrevista es un intento de hacer justicia al valiente trabajo que Hevrin Khalaf hizo para su pueblo y para el pueblo de Rojava.

Conocí a Hevrin Khalaf (Hevrîn Xelef, en kurdo) en la primavera de 2018 cuando era copresidenta del Ministerio de Economía de la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria, más conocida como Rojava. El día anterior, ella había perdido a su camarada Gerdo, junto a quien había luchado durante muchos años; estaba volviendo de la casa de Gerdo en Tirbespîyê, y recuerdo que me llamó para decir que sentía llegar tarde y que iba de camino.

Una lucha de toda la vida

Mientras esperaba a Hevrin en el jardín del Ministerio de Economía, sentada a la sombra de un árbol, charlé y fumé con la mujer responsable de Asayisa JIN, las fuerzas de seguridad de mujeres en Rojava. Parecía tan fuerte y autónoma que cuando vi el anillo en su dedo, debo admitir que me sorprendí un poco y le pregunté si estaba casada. “Estoy casada, pero mi marido trabaja para las fuerzas de seguridad comunitarias en otra parte de Rojava”, dijo. Un poco avergonzada, riendo confesó: “Olvidamos que estábamos casados una vez ocurrió la revolución”.

 

Las mujeres en Rojava siempre han buscado transformar la revolución, que todo el mundo conoce como una revolución de las mujeres, en una revolución social

 

Las mujeres en Rojava siempre han buscado transformar la revolución, que todo el mundo conoce como una revolución de las mujeres, en una revolución social. Hevrin luchó por esto toda su vida y fue asesinada mientras luchaba por ello.

Ya había oído sobre la belleza y dignidad de Hevrin, y de hecho, cuando llegó, sus ojos hinchados y tristeza por llorar por Gerdo no podían ocultar su belleza, ni su cansancio podía impedir su hospitalidad; mientras me saludaba, inmediatamente preguntó si tenía hambre y si tenía algo para comer.

Durante mi estancia en Rojava, no tuve relación con el dinero; cada día comí y bebí té en las cocinas comunales de una de las muchas instituciones locales o casas civiles en el camino. Allí era evidente que el dinero no domina todas las relaciones sociales. A veces la gente de Rojava se burlaba de mí; bromeando con que si hubiera venido durante la época de la guerra y el embargo, solo me habrían dado sopa.

Una sociedad construida en torno a comunas y asambleas

Junto a la revolución, se había organizado una economía social en Rojava. En el momento de nuestro encuentro, Hevrin era portavoz y copresidenta del Ministerio de Economía durante más de dos años.

 

 

“Hay tres pilares importantes para organizar una economía social. El primero es la economía para necesidades sociales, que a diferencia de una economía capitalista no está centrada en maximizar el beneficio. El segundo pilar es la ecología y la producción ecológicamente responsable de las necesidades de la sociedad. El tercer pilar es la creación y el control de un mercado justo. Estos tres pilares son muy importantes para la economía social, y queremos hacerlos realidad”.

Rojava no es sólo el territorio donde está teniendo lugar una revolución, es también un territorio donde la idea de una revolución está redefiniéndose. Rojava es el lugar donde una revolución social está teniendo lugar; donde la idea de la “revolución clásica” —basada en la idea de transformar la sociedad mediante la toma del poder se rechaza.

 

Rojava no es sólo el territorio donde está teniendo lugar una revolución, es también un territorio donde la idea de una revolución está redefiniéndose

 

El movimiento kurdo de Rojava se niega a tomar el poder; en vez de eso, se moviliza en una modalidad organizativa que forma una red de asambleas que permite al pueblo convertirse en el sujeto de sus procesos de toma de decisiones, ofreciendo el principio de autodeterminación para la autonomía. Esto es, los kurdos están rechazando el componente básico de un Estado: su poder para tomar e implementar decisiones de arriba hacia abajo.

En otras palabras, a diferencia de otras partes de Siria, los kurdos no son simplemente otra facción armada, sino un movimiento popular militante que promueve la autodeterminación y autonomía horizontales por y para el pueblo del norte de Siria. Como explicó Hevrin:

“Deberíamos entender la principal diferencia entre la revolución en el resto de Siria y la revolución de Rojava. Déjame ponerte un ejemplo, anoche había una reunión pública. Había un profesor de Deraa. Probablemente conoces la importancia de Deraa como chispa que encendió el fuego de la revolución siria en 2011.
Sin embargo, no pudo ir más allá.

Ayer nos contó que en Deraa, después de que la ciudad fuera liberada del régimen hace siete años, no se hizo nada más; ni organización, ni servicio, ni administración. Sólo un grupo de soldados llegó a mandar. Eso significa que quienquiera que tenga armas tiene el poder allí. Ésta es nuestra diferencia más importante”.

Lo primero que se hizo en Rojava, y después en la región más amplia del norte y este de Siria tras ser liberada del ISIS, fue el establecimiento de asambleas cantonales regionales de acuerdo con la gente que vive allí, como sujetos de sus propias decisiones. La autorización por, o participación en, estas asambleas por fuerzas armadas fue prohibida por el contrato social de Rojava y el norte de Siria.

El propósito del sistema de asambleas populares en Rojava es organizar un modelo anticapitalista y autónomo para una sociedad sin Estado, antipatriarcal y ecológica

El propósito del sistema de asambleas populares en Rojava es organizar un modelo anticapitalista y autónomo para una sociedad sin Estado, antipatriarcal y ecológica. La autonomía democrática, que se organiza alrededor de la comuna, no es una organización de partidos políticos o gobierno, aunque reconoce a los partidos políticos. Las comunas y las asambleas populares, que son los principales organismos de la organización social, constituye un autogobierno.

El espíritu de una nación democrática

A diferencia de los conflictos étnicos y religiosos que han convertido Oriente Medio en una zona de guerra, se garantiza la autonomía democrática por las comunas de todas las instituciones de gobierno autónomo en base a una “nación democrática”.

Era evidente por el tono de su voz que Hevrin había absorbido el espíritu de la nación democrática, igual que su camarada Gerdo:

“Desde que el movimiento empezó a organizarse, ellos [militantes del movimiento kurdo] han estado explicando la solución [la autonomía democrática] con los escritos de prisión de Öcalan. En su obra, hay una solución para todo Oriente Medio y Rojava. Así que la solución política ya está ahí, sólo necesitamos implementarla.

Esto es por lo que, cuando se derriba un sistema, necesitas sustituir lo que había previamente con una visión alternativa. Si no tienes una alternativa, lo que has destruido puede convertirse en algo peor.

En otras palabras, cuando la revolución empezó y el Estado se fue con todas sus instituciones —se quedó sólo en unos pocos lugares—, si no tuviéramos nuestro sistema alternativo y si nuestra gente no estuviera preparada, habría sido imposible para nosotros conseguir una liberación real simplemente estableciendo instituciones.

Para construir este sistema alternativo, empezamos con Mala Gel [Casas del Pueblo] y Mala JIN [Casas de las Mujeres]. Todas las instituciones de la sociedad se crearon por separado. Si nuestra sociedad es reconocida, lo es más por las organizaciones de mujeres. Así que cuando la gente habla sobre la revolución en Rojava, la llaman la Soresa JIN [Revolución de las Mujeres]. Las mujeres empezaron construyendo las Casas de las Mujeres, cuya intención era organizar el movimiento de mujeres.

Se formaron para crear el pensamiento común de las mujeres y para emanciparlas de las situaciones oscuras y de marginación en las que a menudo se encuentran, y las hicieron convertirse en las líderes de esta revolución social. Porque sabemos que cuando una mujer se vuelve una líder, la sociedad se vuelve un líder con ella y se transforma. La libertad de las mujeres y de la sociedad es interdependiente.

Cuando me uní a la revolución, mi primer sitio fue en la academia Nurî Dersîm, donde tenía lugar la formación política de la sociedad. Trabajé allí durante un tiempo. En ese momento, se había declarado el gobierno autónomo, pero antes de eso mis camaradas sugirieron que yo debería formar parte de él. Tras la declaración del gobierno autónomo, me convertí en la copresidenta del Ministerio de Energía.

Trabajamos con mamoste [maestro] Gerdo, a quien perdimos ayer, durante tres meses. Trabajamos con heval [amigo] Gerdo desde el primer día del gobierno autónomo. Muchas veces decía “empezamos la lucha juntos, y la acabaremos juntos”. Era nuestro amigo y una persona muy buena. Era una muy buena persona en términos de moralidad humana.

Cuando hablábamos sobre los términos de la nación democrática, yo siempre le decía: fuiste nuestro primer amigo en entender la nación democrática aunque no era aún una parte explícita de nuestro programa política. Porque él entendió y se dio cuenta de esto; era parte de su naturaleza.

Vino de la ciudad de Tirbespîyê y en esta ciudad la gente estaba viviendo junta en paz, así que yo estaba observando su naturaleza en sus relaciones con árabes y kurdos, musulmanes y asirios. Repitió muchas veces: ‘Serok [título honorífico de Abdullah Öcalan] nos hizo conscientes de ello, y también estamos muy cómodos con ello. No sabíamos que como asirios teníamos tales derechos; nos habíamos olvidado, pero ahora conocemos nuestros derechos culturales y políticos, gracias a sus escritos de prisión’.

Gerdo siempre decía que debemos defender el proyecto de la autonomía democrática. Lo hacía de forma muy calmada, pero trabajamos con el espíritu de una nación democrática durante más de cuatro años juntos. Realmente tenía el espíritu de la nación democrática.

Si hay una cosa buena sobre este gobierno autónomo, es la unidad del pueblo. Un asirio trabaja con los kurdos, un kurdo con los árabes. Esto no era algo que pudiéramos haber conseguido fácilmente. Sólo esto es una revolución”.

Transformando las relaciones de género

Hevrin había aprendido de su madre ser fuerte y revolucionaria. Como tal, se unió a la resistencia tan pronto como empezó la revolución y ostentó varios puestos. Cuando estaba debatiendo conmigo la economía social, dijo que ya no estaría involucrada durante más tiempo en la dimensión económica del movimiento.

Tras la liberación de regiones como Raqqa y Deir Ezzor, se le ofreció ser copresidenta del Partido del Futuro Sirio (PFS), que tiene como objetivo establecer un consenso social para la paz y eliminar la hostilidad que se generó históricamente por el régimen de Baaz entre kurdos y árabes. Sacó esto a relucir casualmente y vi que no quería dejar su trabajo de organización de la economía social de Rojava y que no quería participar en el PFS, pero que no rechazaría la oferta de sus camaradas.

 

“Esto es por lo que, cuando se derriba un sistema, necesitas sustituir lo que había previamente con una visión alternativa. Si no tienes una alternativa, lo que has destruido puede convertirse en algo peor”

 

Añadió que sentía que había pasado a estar interrelacionada con la gente que trabajaba en el área económica y que habían logrado solucionar juntos muchos problemas reales. Sin embargo, dado que muchas tribus árabes aliadas no habían aceptado el sistema de copresidencia, sabía que tenía una responsabilidad en tomar su lugar en el partido para pelear hasta que tal sistema fuera aceptado.

El sistema de tener un copresidente o coportavoz es una praxis que proporciona a hombres y mujeres iguales derechos de expresión y toma de decisiones y que puede verse en todas las instituciones y estructuras organizativas del movimiento por la libertad kurda, y que se remonta a la decisión que tomó una organización de mujeres kurdas en los 90. Es la primera praxis de esta naturaleza entre movimientos por la libertad en el mundo. Hevrin dijo que la adopción del sistema de copresidencia no era fácil, y que sería una lucha continua:

“Tras la declaración del gobierno autónomo, el trabajo de las mujeres se ha vuelto cada vez más importante. Todas las instituciones de la administración autónoma están prestando especial atención a los problemas de las mujeres, pero siempre hay una institución centrada exclusivamente en las mujeres. No promovemos que los problemas de las mujeres deban tener prioridad sobre los generales, pero insistimos para que los problemas de las mujeres se tengan en cuenta en cada institución.

Para reavivar el fuego extinguido en la historia de las mujeres, debemos intervenir y apoyar las organizaciones de mujeres de todas las formas posibles. ¿Hasta cuándo? Hasta que las mujeres y los hombres puedan trabajar juntos en igualdad.

Por ejemplo, el sistema de copresidencia no es aceptado en muchas regiones. No se ha internalizado de forma suficiente, incluso en las muchas instituciones que hemos establecidos desde el principio de la revolución. En otras palabras, vernos los unos a los otros como copresidentes, saber que las decisiones se deben tomar en igualdad, es una idea y una práctica que todavía no se ha implementado completamente en nuestra cultura.
Funciona muy bien en algunos lugares, pero recuerda que no es posible cambiar una mentalidad milenaria en sólo dos años. Por ejemplo, cuando hablamos de copresidencias, inmediatamente nos dicen que este derecho es sólo un derecho de la mujer. El sistema de copresidencia no existe únicamente para las mujeres –porque la naturaleza del trabajo de las mujeres es trabajar colectivamente, por lo tanto también asegura los derechos de los hombres. Las mujeres ven el sistema de copresidencia como una forma de trabajar con los hombres, en otras palabras, las mujeres ven el derecho a trabajar juntos también como un tema de derechos de los hombres.

Por ejemplo, cuando hablamos sobre copresidir en zonas recién liberadas, hay una percepción de que estamos haciendo algo por las mujeres, pero ése no es el caso; copresidir no es sólo para mujeres, también es para hombres. Es verdad, por ejemplo, que la decisión de implementar el sistema de copresidencia en todos los sitios se concibió en espacios organizativos y acciones de mujeres, pero desde el principio reconocimos que este sistema no sólo sería beneficioso para las mujeres, sino también para toda la gente del norte de Siria. Así que todo el mundo tiene el derecho de actuar con su camarada.

Al principio se puede percibir así este tipo de sistema porque no hay otro ejemplo en el mundo. A veces me sorprendo mucho, por ejemplo, cuando mis amigos dicen: ‘Vale, no discutamos demasiado, hay un sistema de copresidencia y nuestras amigas de aquí no deberían ser ofendidas’. Cuando escuché esto, dije: ‘Debemos aceptar este sistema no porque si no las mujeres se puedan ofender, sino para que las voces de los hombres no desaparezcan en la sociedad’.

La copresidencia no significa destruir a los hombres, significa transformar las relaciones de género en el interior de nuestras instituciones y sociedad. En los sistemas de única presidencia, el presidente es un hombre o una mujer. Por lo tanto, para conseguir la transformación real en gobierno autónomo, era necesario decidirse por el sistema de copresidencia.

Por ejemplo, cuando el gobierno autónomo se declaró, todos los ministerios tenían un sistema presidencial; un presidente y dos vicepresidentes; ahora hay dos copresidentes y tres vicepresidentes. No sólo en los ministerios, sino en todas las instituciones.

La copresidencia empezó primero en el cantón de Cizre, después Kobane y ahora este sistema ha empezado también en Afrin. Sin embargo, por supuesto la asamblea cantonal de Afrin también había trabajado de facto con el sistema de copresidencia desde el comienzo. De hecho, incluso esto fue extraño, porque por ejemplo el primer presidente del cantón de Cizre fue un hombre: Abdulkerim Saruhan; en Kobane también un hombre: Enver Muslim; pero en Afrin fue una mujer: Hevi Mustafa. Hevi Mustafa tenía un copresidente hombre aunque el gobierno autónomo todavía no había decidido sobre el sistema de copresidencia. Pero debido a que era una mujer, se adoptó de facto el sistema de copresidencia. Todavía no estaba implementado allí. Así, esto nos dice que si el presidente es un hombre, pueden seguir como un sistema presidencial, pero si la presidenta es una mujer, no se le permite estar sin un copresidente hombre”.

Me reí, y ella se rió también; en ese momento vi la bonita sonrisa de Hevrin que sin duda permanece en cualquiera que la hubiera visto.

Incluso tras su muerte, la importancia de su lucha quedó claro de nuevo: Hevrin no fue reconocida como copresidenta del Partido del Futuro Sirio, sino que era mencionada como “secretaria general” del partido.
Ella era una mujer que era una copresidenta en su práctica diaria; no tengo ninguna duda de que siguió su lucha con este espíritu de resistencia hasta el día que la asesinaron.

Hevrin Khalaf estaba sonriendo frente a mí como copresidenta; ésta era indudablemente la sonrisa de victoria que vi en los ojos y caras de todas las mujeres en Rojava; esta digna sonrisa que destruía el patriarcado. ¡Por lo que defender Rojava significa defender esa digna sonrisa!

 
artículo original
Artículo original publicado en Roar Magazine: “Hevrin Khalaf and the spirit of the democratic nation”. Traducido para El Salto por Eduardo Pérez. Azize Aslan es estudiante de doctorado en Sociología en México. Trabaja sobre movimientos anticapitalistas y economía alternativa.

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La revolución dentro de la revolución

La Periódica 

https://laperiodica.net/la-revolucion-dentro-de-la-revolucion/


 

Un poco de Alessia y del Kurdistán

Alessia Dro nació en Cerdeña, una isla en el Mediterráneo. “Cerdeña ha sido definida como nación sin estado, acá nació y se formó Antonio Gramsci. Hubo quienes querían hacer de esta la Cuba mediterránea”, comenta. A pesar de estar bajo dominio del Estado italiano, ha sido históricamente el territorio de un pueblo ancestral y de varios movimientos políticos revolucionarios autónomos, movimientos campesinos con fuerte tradición comunitaria que luchan en defensa de la tierra, especialmente contra el militarismo y el extractivismo, explica. Desde muy joven, con 13 o 14 años de edad, Alessia militó en espacios de lucha estudiantil y feminista. Recuerda que “estaba muy inquieta por poder, de alguna manera, encontrar un pensamiento que pudiera hacer una síntesis entre todos los movimientos antisistémicos (ecologistas, campesinos, anticoloniales, feministas…), que no entendía porque estaban a veces fragmentados o situados en contradicción entre ellos”.

Fue a través de la diáspora que conoció el Movimiento de Liberación Kurdo. “Hay más de 6 millones de kurdxs solo en Alemania, también en Italia y Francia están muy presentes; desde el compromiso contra la guerra y contra lo antidemocrático de cada gobierno, tienen dinámicas de participación política y de militancia que radicalizan y unifican los movimientos sociales dentro de esos países”. Cuando estudió en Latinoamérica, compartió experiencias de vida con las comunidades indígenas y los movimientos barriales y feministas populares. Supo de una conexión entre Argentina y la Federación Democrática del Norte de Siria, conocida como Rojava, a través de un amigo que le habló en este tiempo de Alina Sánchez, quien después haber regresado de Cuba trabajó para tejer puentes entre procesos del continente suramericano y Kurdistán. De regreso a Italia, Alessia compartió espacios cotidianos con mujeres exiliadas desde este territorio del Medio Oriente dividido en cuatro estados por el colonialismo europeo a principios del siglo XX.

“Nos vinculamos muy estrechamente con las compañeras, quienes eran amigas de todos los días. Ellas nos contaron qué estaba pasando en Kobanê [1], cuando estaba iniciando el proceso de ocupación, desde noviembre de 2014”. De ese vínculo se creó la primera delegación italiana de feministas, movida por la memoria de la lucha de liberación partisana de sus abuelas . En este tiempo no circulaba ninguna información de lo que pasaba en Siria. Tuvimos la necesidad de entender no solo por qué, también para qué las mujeres estaban luchando en ese tiempo en Rojava”, puntualiza.

¿Qué encontraste en ese primer contacto?

Es importante entender que la histórica resistencia de Kobanê no es algo milagroso, que pasó a partir de un momento de ataque inexplicable, en 2014. Allí vimos los resultados de la lucha de más de 45 años del movimiento de liberación de Kurdistán: las mujeres estaban organizándose autónomamente desde los años 90, con formación política y popular en Damasco, en Alepo y en el área de la Federación Democrática del Norte de Siria. Realizaron allá comunas, casas de mujeres en cada calle…

Algo interesante fue ver es cómo la historia del Movimiento de mujeres de Kurdistán tiene relación con un internacionalismo muy fuerte, esto es algo que las compañeras kurdas siempre muestran desde lo cotidiano. Por ejemplo, históricamente, las mujeres del movimiento, desde su formación y fundación en los años 80, tuvieron mucha relación con la lucha palestina. A partir de sus militancias en otros lugares del mundo, comenzaron a trabajar sistemáticamente con las mujeres en diferentes áreas de todo Medio Oriente y del planeta desde la diáspora. Cuando en Siria hubo, en un conflicto internacional, un vacío de poder en la disputa entre la oposición islamista con el régimen sirio de Bashar Al-Assad, eligieron la vía del proyecto de autonomía de los pueblos a partir de la organización de mujeres. Nuestra batalla es para la humanidad, recordaban, en cada momento.

En 2015, se juntaron ante la necesidad de la reconstrucción de la ciudad de Kobanê, que fue destruida por el Estado Islámico (EI). El 27 de enero de ese año se logró recuperar dicha urbe, liberándola y así fortaleciendo el Confederalismo Democrático.

Kobanê se logró levantar de nuevo en un tiempo increíble, a pesar que algunos expertos habían dicho que como mínimo se tardarían tres años. Y en seis meses, con el trabajo de todxs, la ciudad estaba en pie. Para ello, las mujeres se juntaron en las comunas y decidieron el tipo de ciudad donde querían vivir, y cómo esta se iba a organizar. Decidieron, por ejemplo, hacer espacios más circulares, con muchos árboles, recuperando las semillas locales, no tener una vía comercial, dar prioridad a barrios periféricos. Crearon cooperativas alejadas de cualquier lógica de explotación, sobre todo de comida y textiles, lideradas por las mismas mujeres. Hace años, en Kurdistán se luchaba en muchos ámbitos de la vida: en primer lugar, contra una sociedad extremadamente patriarcal, muy influenciada por el control más fundamentalista del EI. Antes de la revolución, bajo el régimen sirio y del EI, estamos hablando de niñas que eran obligadas a casarse con ocho años de edad, mujeres que vivían en poligamia obligadas y que no podían salir de la casa si no estaban acompañadas de un hombre. Pero desde una revolución de mujeres, esta mentalidad patriarcal y fascista se cuestionó entonces. Inmediatamente después de la liberación de Kobanê, las mujeres instituyeron sus principios de vida libre desde las asambleas populares separadas para garantizar y defender todos sus logros en cada aspecto social.

En este momento, en Rojava se libra una tercera guerra mundial. Una guerra genocida promovida por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra el pueblo kurdo, una guerra contra la humanidad y las mujeres. Después que el EI fue derrotado propio por las Unidades de Protección Femenina (YPJ, por sus siglas en kurdo, Yekîneyên Parastina Jin) y de las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo, Yekîneyên Parastina Gel), a causa de los bombardeos de Turquía, Turquía usa las bandas del EI desde tierra mientras al mismo tiempo bombardea escuelas y hospitales. Ha sido confirmado el uso de armas químicas con la finalidad de exterminar al pueblo kurdo.

Hay un proyecto de invasión de Rojava por parte de las ramas más violentas del islam, es decir, los yihadistas y el ejército turco. Estamos frente a una grave crisis humanitaria resultado de los bombardeos contra escuelas, hospitales… en respuesta, la gente ha salido a las calles para defender su tierra. Está en curso una resistencia histórica, especialmente desde las mujeres.

Exigimos que el permiso de uso del espacio aéreo para Turquía sea cerrado, que la comunidad internacional se pronuncie frente a los crímenes genocidas, y crímenes de guerra.

Con esta entrevista, nos gustaría empezar con una pequeña introducción, a partir de tus palabras: ¿cómo entender la magnitud del conflicto del pueblo kurdo? Por ejemplo, tú hablabas de una tercera guerra mundial que se está librando ahora mismo en ese territorio y, quizá, también de un cambio de paradigma en la guerra por lo que se disputa actualmente.

El conflicto del Kurdistán tiene que ver con las políticas coloniales de los estados europeos, que con el Tratado de Lausana, en 1936, y con los Acuerdos de Sykes-Picot, dividieron en estados la región del Asia Menor, hasta ahora formada por pueblos diversos. En ese momento, Kurdistán quedó dividido entre cuatro estados (Turquía, Irán, Irak y Siria).

Los estados son algono natural en la vida de las comunidades y la organización social en dicho territorio. Por ello, han luchado desde 1978, en un inicio por la independencia nacional y más tarde por una confederación de pueblos que puedan coexistir en paz desde sus diferentes idiomas, culturas y confesiones religiosas. A partir de principios comunes, que se centran en la liberación de las mujeres, como la libertad religiosa, la étnica se va declinando desde una dimensión de liberación de mujeres y ecológica.

La guerra actual es una lucha por la existencia del pueblo kurdo. Turquía nunca aceptó la posibilidad de su existencia, de hecho los turcos aseguran que “no existe la etnia kurda”, hasta ahora les llaman “turcxs de las montañas”, y se está aplicando políticas de asimilación cultural y hasta genocidas para exterminarlo. Turquía, desde su nacimiento como república moderna en 1923, ha desarrollado una idea imperialista neo-otomanista de colonización e invasión territorial. No solo contra el pueblo kurdo, sino también con lxs armenixs y lxs griegxs, entre otros.

Los kurdos nunca hablaron de separación, a pesar que han sido considerados “separatistas que ponen en peligro a la república”. La propuesta de las mujeres kurdas, en realidad, es la autonomía democrática dentro de la misma república de Turquía, resultado de una resistencia histórica.

En el norte de Kurdistán (dentro de Turquía) hay ahora autonomías democráticas desarrolladas, como el confederalismo democrático de Rojava, en el que las municipalidades han sido organizadas en asambleas populares por el Partido Democrático de los Pueblos, cuya mayoría de diputadxs están presxs porque, después de ser electxs democráticamente, el gobierno turco lo consideró un partido ilegal.

Una de ellas es Leyla Guven, quien inició el 8 de noviembre de 2018 una huelga de hambre en la cárcel de Amed, al sureste de Turquía, en la que estuvo presa por denunciar las amenazas de la guerra de Turquía contra el Kurdistán [2]. Porque desde que se alcanzó la Revolución de mujeres de Rojava, los estados hicieron mucha presión por el miedo de que estos proyectos pudieran extenderse, no solo como solución para el Medio Oriente, sino por la potencialidad de expresarse en otros lugares del mundo. Tienen miedo del pensamiento libre que ha sido desarrollado a través de este modelo de las comunidades.

El conflicto actual es una guerra de invasión abiertamente genocida. Empezó en Afrin, ciudad y cantón dentro de la Federación Democrática del Norte de Siria, que hospedó a todos los refugiados de la guerra en Siria, armando nuevas estructuras en la ciudad, integrándoles a la autoorganización de la vida, no en campos de refugiados. Pensamos que esta política de acogida y de derecho de asilo universal en Rojava es lo opuesto de lo que pasa en el resto de los estados mundiales. Además, la posición estratégica de Rojava representa una vía de ingreso al Medio Oriente, tan rico en recursos naturales, camino que Irán, Estados Unidos, Rusia y varios estados europeos se están disputando.

La necesidad de defender Rojava de los bombardeos y de la invasión del ejército turco y de liberar Afrin de la bandas yihadistas es ahora la prioridad del Movimiento Democrático. Turquía, con la excusa del pacto migratorio y de refugiados con la Unión Europea, recibió EUR 60 millones por parte del organismo para encargarse del control de fronteras. Mientras miles de vidas se ahogan en el mar Mediterráneo por el cierre de las fronteras en Europa, se da papeles a milicianos del EI para que ingresen a su país a entrenarse y, después, enviarlos a una guerra que llaman “sagrada”, aunque no tiene nada que ver con la religión, sino con el intento internacional de desestabilizar el Medio Oriente. Esto resulta ser una amenaza para el mundo entero. Nosotras hemos visto en las fronteras como los yihadistas intercambian su ropa con las fuerzas del ejército turco.

Nuestra demanda es de romper el aislamiento de Abdullah Öcalan, el líder ideológico del movimiento, encarcelado por el Estado turco en una prisión de alta seguridad en 1999, para que pueda empezar las conversaciones encaminadas a la paz, para que así paren las amenazas de guerra de Turquía. Desde el Centro de Prevención de la Tortura no se logró hasta ahora, después de más de 800 llamados, que se permita a Öcalan reunirse con sus abogados. Obviamente porque la presión mundial actúa para que las tentativas de paz no progresen.

Esta lucha, entonces, es heredera de las resistencia de los años 90, ya hace casi 30 años, que lograron que el conf democ de las mujeres se organizaran autónomamente en todas partes del Kurdistán y en Europa, en Rusia, en la diáspora… y esperamos que en América Latina (ríe).

 

Como mencionas, tú conociste esta lucha por las compañeras de la diáspora. ¿Por qué hay tantas mujeres como tú, que decidieron unirse a este movimiento, a este proceso, desde tantos lugares del mundo?

La filosofía del confederalismo democrático no es algo que solamente tiene que ver con el Medio Oriente, sino con la posibilidad de libertad de los pueblos, con una nueva visión del mundo. Se relaciona con una inquietud que hubo en los quiebres que los movimientos antisistema han puesto ante ellos, por ejemplo, el feminismo y el socialismo.

Antes del movimiento de liberación kurdo, hubo en los primeros escritos y prácticas políticas una crítica muy fuerte al socialismo y al internacionalismo clásico, en términos de centralización, lo cual puso en cuestión el modelo soviético y enlazó el socialismo y la lucha de liberación de las mujeres. Las miradas de las compañeras y compañeros kurdos, ya en los años 90, se enfocaban en declinar el socialismo desde una perspectiva no convencional. La liberación de la mujer estaba al centro de todo.

Hace falta identificar la contradicción más grande de nuestro tiempo: la que hay entre la resistencia de las mujeres y el patriarcado. Cuando se analizó esta contradicción, a lo largo de la historia, se vio que era la más importante. Por ello, se trazó una línea estratégica cuyo eje principal es destruir en primer lugar, no solo la dimensión de clase, sino la explotación que llega de la jerarquía y el dominio dentro de cada relación social. Se vio que la primera relación social jerárquica fue construida por el patriarcado con el dominio del hombre sobre la mujer. Para hacer una transformación, tenemos que lograr cambiar la sociedad con una perspectiva de liberación de las mujeres. Liberar las mujeres significa liberar la sociedad entera. Eso es algo que los movimientos revolucionarios en el mundo aún no han elaborado como eje prioritario, y creo que por eso hay mujeres de muchos lugares (árabes, turcomanas, iraníes, italianas, alemanas, españolas, armenias, francesas, holandesas, turcas, indianas, latinoamericanas, etc.) que nos unimos al movimiento.

Las mujeres kurdas: realidades no tan lejanas

Muchas tenemos la imagen de las mujeres que están resistiendo en Kurdistán, en Rojava, que lucharon en Kobanê, Afrin, etc., un poco romantizada a partir de los medios de comunicación: con el fusil y armas, viviendo en las montañas. En realidad, esa es una parte de todo el trabajo que se lleva a cabo desde hace 10 años. Además de las autodefensas y las YPJ, que son milicias armadas, hay muchas otras realidades de resistencia. ¿Qué tan compleja es la realidad de autodefensa?

Tienes razón con eso. Siempre hemos criticado la manera como los medios de comunicación occidentales han representado la lucha de las mujeres, objetualizándola, lo cual ha llevado a no entender lo que nosotras queremos decir cuando hablamos de autodefensa. No nos referimos a una lucha armada. Hablamos de la necesidad de defender los valores sociales, que son un exitoso producto del autogobierno de los pueblos y de su creatividad en la autorregulación de la vida. La autodefensa, para nosotras, tiene un sentido más filosófico, basado sobre un otro género de fuerza, sobre una relación holística con la naturaleza, y no sobre la dominación.

Nuestra lucha es, antes que nada, ideológica, puesto que parte al mismo tiempo desde los pensamientos y sentimientos. Que nunca separa la ética de la estética. Y cuando vamos a ver cómo se lograron, por ejemplo, los últimos sucesos militares, no es porque hubo una supremacía en armamento, más bien fue siempre lo contrario. Pero hubo una cohesión, la unión de un movimiento social con un objetivo común, que sabían en qué tipo de sociedad quieren vivir teniendo características muy distintas dentro de su composición pero con una voluntad común irrompible. Esta fue nuestra fuerza: mantenernos unidas en las diversidades con la liberación como punto de unión.

Las mujeres tuvieron un rol que empujó esto. Entonces, cuando hablamos de autodefensa, hablamos de autoorganización. Si no se explica eso, se va a malinterpretar. Para nosotras, la autoorganización significa la administración de la vida por fuera del poder; la posibilidad, fuera de las dinámicas de dominación del estado-nación, de entender cómo al margen del patriarcado y el capitalismo, al margen del estado-nación, y teniendo clara la vinculación que hay entre estos tres componentes, es posible desarrollar otro modelo.

La principal autodefensa no fue la de crear inmediatamente las YPJ, porque esa protección nació a partir del hecho que previamente había centros culturales juveniles, casas y comunas de mujeres que ya se estaban autoorganizando en el territorio desde la formación política. La lucha armada no era la necesidad principal, pero, en el marco de una guerra, hay que proteger la vida y la existencia. Por eso es importante el cómo entendemos la autodefensa como una autoorganización que puede llegar a través de las formas de conocimiento de la propia historia colectiva. El arma más grande que, como mujeres, tenemos sirve para combatir el olvido, y esta es el conocimiento común de nuestra propia historia.

Y después está la transformación cotidiana en barrios, calles y en los espacios de toma de decisiones, pero también de vida, de cuidados, la casa, la familia. ¿Cómo son estas esferas?

Hubo una revolución social en la que casi se rompió la barrera entre lo que se llama espacio privado y el espacio público. Hay límites muy débiles porque todas las mujeres tienen un papel en la democracia directa dentro de su sociedad, organizadas en diferentes comités de diferentes áreas. Y la familia cambió mucho a partir de la democratización, fruto de los procesos de lucha de las mujeres, que hicieron una revolución dentro de la revolución. Decidieron enfocarse más hacia una crianza colectiva de los hijos y organizarse autónomamente a partir de preguntarse: “¿qué vida queremos?”. Así vieron que, cada vez que una mujer se pone de pie junto a otras, se organiza, se cuestiona con la intención de transformar la realidad, tiene que ver con la sociedad entera y no lo hace nunca desde una dimensión individualizada de las necesidades. Las mujeres en Rojava han entendido que no es posible liberarse individualmente. Ese fue uno de los logros más grandes. Ahora las mujeres deciden.

(Toma la taza que le acercamos: “hace mucho tiempo que no tomo té, lo extrañé”, sonríe).

Hay un ejemplo. Este hecho que parece increíble: las mujeres están organizadas en los grupos de debate y decisiones mixtas, entonces participan de las decisiones generales con los hombres, pero también están organizadas autónomamente. Las mujeres que van al espacio mixto, previamente se reúnen, y entre ellas deciden colectivamente quiénes están listas para asistir a las reuniones, por lo que hay una doble presencia de las mujeres.

Lo que pasa con la cuota también es muy interesante. Al inicio de la revolución se dijo: “tenemos que poner el 50 % de mujeres en cada institución, desde la comuna y los congresos, hasta los encuentros populares regionales”, y hemos visto que este 50 % ahora ya no sirve para empujar la participación de la mujer, sino para defender la participación de los hombres (ríe). Esta cuota es muy importante para garantizar su participación.

En los feminismos y activismos está muy presente este debate sobre el “separatismo”: los grupos de toma de decisión, hasta de convivencia y de trabajo militante “no mixtos”, para permitir posicionar la voz y las formas de trabajar de las mujeres como imprescindibles, sacarlas de la sombra. ¿Cómo lo trabajan ustedes?, ¿cuál es la dinámica?

Tanto en la estructura organizativa del Movimiento de Mujeres del Kurdistán, como en cada sector de la sociedad, se vio la importancia de la autonomía organizativa de las mujeres, pero sin separarla de la esfera de lo general, de los espacios mixtos. Lo que se logró fue una forma de autonomía en la complementariedad. Las mujeres son responsables de las decisiones tomadas en lo mixto, porque, al reunirse previamente, tienen siempre propuestas impulsoras para las asambleas mixtas.

A partir de los años 90, al organizar una teoría de liberación de las mujeres, el primer paso que se vio necesario fue la dimensión de matar la mentalidad masculina dominante y la separación, no entendida solo en un sentido físico, sino también mental y psicológico, desde la influencia del pensamiento patriarcal que ejercía fuerte control y divisiones entre las mismas mujeres. Se empezó a hablar, y hasta ahora se lo hace, del “divorcio infinito” dentro del movimiento. Pensamos que, en cada lugar donde el patriarcado tuvo sus instituciones, paralelamente, debe haber una institución autónoma alternativa de mujeres que desafíe ese sistema construyéndose sobre otros niveles de relación no patriarcales. La coordinación con el espacio mixto es, por supuesto, muy importante, pero dentro de los mecanismos de decisión son las mujeres quienes tienen poder de veto sobre algunas determinaciones tomadas por el espacio mixto, si no están de acuerdo. Los hombres, en cambio, no pueden poner un veto sobre la decisión tomada por las mujeres.

 

Permítenos viajar hacia Rojava, ¿cómo es la realidad en la parte Norte de Siria liberada?

Bueno… es muy difícil expresar con palabras qué significa en términos de la profundidad de relaciones humanas y de conexión con todos los seres, vivir un lugar donde el patriarcado es visto como la primera dimensión a derrotar, y donde se respira juntas fuera de un estado-nación centralizado y fuera del capitalismo.

Pero en términos de sensación, la diversidad de esta revolución, en los colores y en los diferentes pueblos que se expresan en libertad, son probablemente algunas de las cosas más fuertes. La revolución es vivir la posibilidad de cada ser humano de expresarse en libertad. Fue un proceso que lleva muchos años de lucha ideológica, estamos hablando, de verdad, de un cambio de paradigma que tiene consecuencia histórica en el mundo, y que, como utopía concreta, es llevado hoy a la práctica. Es muy esperanzador ver las dinámicas interculturales dentro de la sociedad, la posibilidad de cada grupo de expresarse con su lengua nativa y al mismo tiempo el poder entenderse entre ellos sin traducción, una sociedad en la que conviven diferentes espiritualidades, de manera interreligiosa, y en la que todos los problemas se tratan en términos de resolución pacífica, pues hay comités de resolución y paz en cada barrio; hay principios éticos, pero no hay la dimensión necesaria de la prohibición y de la ley como medida para vivir juntxs. La posibilidad de autoorganización que tuvieron estos pueblos kurdos, armenios, chechenos, circasianos, asirios, caldeos, yazidas, turcomanos, surgió al preguntarse “¿qué tipo de vida queremos?” y al alcanzarla, el proceso que se creó es alentador para todas las causas de lucha del mundo.

¿Cuáles son las dificultades más allá de Rojava? ¿Qué retos hay, sobre todo en los territorios que no han sido liberados, bajo opresión de los estados-nación en los que se ubican?

Los retos no están en el hecho de no tener contradicciones, porque la revolución es un proceso en el que llevamos más de ocho años y hemos visto cómo ha ido cambiando, sino en encontrar siempre los mecanismos y los métodos para solucionarlas. Esto se logra poco a poco. No es que el sexismo esté derrotado 100 % en cada esquina, pero hay mecanismos que permiten transformar, que parten de los hombres y las mujeres que están en primera línea. Hay la necesidad, en este momento, de combatir el patriarcado, y es un reto en común de todos los movimientos de mujeres del mundo ir a las raíces del problema y derrotarlo desde las bases.

Me acuerdo de una mujer que conocí en el área de Sinjar, al noroeste de Irak, donde se ubica una de las comunidades más antiguas del mundo, la E.zida. Cuando Turquía ocupó ese territorio, secuestró a las mujeres para usarlas como esclavas sexuales. Ahora, después de la liberación, estas mujeres están en posición de desafiar los poderes estatales del Gobierno iraquí y sirio, organizándose en una autonomía democrática. Tienen sus propios sistemas de educación, de defensa y de cooperativas ecológicas, entre otros.

A través de esas historias de liberación se puede entender, como me hizo entender mi compañera en Sinjar, que solas no podemos liberarnos. Como ella me dijo, “cuando me encontré con otras mujeres que vivieron lo que yo he vivido, no fue solo un momento de toma de consciencia de nuestra opresión, pues entendí que desde nuestros diversos contextos, estando juntas, podemos realizar una vida diferente, y que sí puedo decidir sobre mis relaciones de vida”. Creo que eso tiene que ver con la forma cómo podemos crear distintas formas de amarnos desde nuestras diferencias y de entendernos. Estamos hablando de nuestras vidas, nuestras esperanzas, nuestros sueños.

Creo que este es un siglo revolucionario para la liberación de mujeres. No es el siglo anacrónico de la derrota del proletariado contra la burguesía, es el siglo de la revolución de las mujeres. De encontrar en nosotras, en las luchas mundiales, mecanismos de defendernos la una a la otra, sin una dinámica de solidaridad jerárquica en el sentido de apoyar, de percibir desde nuestras diferencias de verdad, las necesidades de cambio comunes en mecanismos de autodefensa y auto-organización conjunta.

Jineolojî. La ciencia social de las mujeres.

Hablemos un poco de la jineologî, que es muy importante para entender todo el proceso. ¿Qué es? ¿Cuáles son sus planteamientos más fuertes?

Es una ciencia conectada con la vida, de hecho jineolojî viene de jin, que significa mujer, pero también proviene de jiyan, que significa “vida” en kurdo. En la jineolojî, la producción de conocimiento parte desde lo cotidiano y comunitario y de la necesidad de no alejarse demasiado de la sociedad, como muchas de las ciencias sociales han hecho. La jineolojî no es solo una práctica de deconstrucción o de decolonización del pensamiento, sino de construcción, de expresión a través de la recuperación de las luchas de la creatividad de las mujeres en la historia, y de actualización de estas a partir de nuevas formas de organización de la vida libre en común.

La jineolojî nació hace ocho años, a partir del escrito, Sociología de la libertad, elaborado por Abdullah Ocälan. En este texto, él hace una defensa de la sociedad frente los ataques estatales, y concluye que una solución a esta problemática es desarrollar una revolución de las mujeres. Es allí donde se sugiere por primera vez sistematizar las experiencias de lucha de las mujeres en Kurdistán y en el mundo a través de una ciencia social de mujeres. Ocälan se encontraba en la cárcel cuando escribió este texto, pero el movimiento de mujeres encontró desde su mirada teórica colectiva, basada sobre su experiencia de lucha, pasos prácticos para desarrollar esta ciencia social de las mujeres en Kurdistán: la jineolojiî.

El objetivo es superar los límites de una epistemología fragmentada, a través de una nueva visión holística del saber, de preguntarnos como mujeres de qué manera podemos entender el universo en el que y con el que vivimos. La mujer, en la historia, siempre ha sido definida por otros y vista como un misterio, nunca como sujeto de la historia. Lo que pretende la jineolojî es romper con la dinámica de ver a la mujer como objeto de investigación; es romper con la dicotomía sujeto-objeto. Por fuera del pensamiento occidental binario. La jineolojî quiere poner las bases para crear una conciencia y un conocimiento que llegue directamente desde la experiencia de lucha de las mujeres, y no desde lo académico o lo institucionalizado, que tiene otras maneras de entender la ciencia, conectándose con el poder y no con la vida o con la libertad.

¿Qué falta o por qué son deficientes las ciencias sociales para entender el mundo?

Les falta conexión con la sociedad. Criticamos mucho a las ciencias sociales, aparte de los feminismos también, que se han quedado en la academia y no se han vinculado en la transformación social. El vínculo entre lo que vivimos, la teoría que desarrollamos y la práctica que llevamos a cabo es fundamental. Las mujeres nos preguntamos por qué existimos y de dónde venimos, y estas son preguntas que queremos empezar a darles respuesta a partir de este trabajo, desde la acumulación histórica y plural del conocimiento desde y con las mujeres para entender qué tipo de cambios puede alcanzar nuestra lucha y nuestra existencia. La jineolojî es la ciencia social propia del confederalismo democrático, pero también es el instrumento de lucha y autodefensa que nos da la posibilidad de ser nosotras mismas, a través del conocimiento de la realidad, que tiene posibilidades extensas y creativas en cada instante.

Es una ciencia de elaboración colectiva e infinita, no tiene autoras, referencias o citas bibliográficas. Tiene partes de cada mujer del movimiento, en territorio, pero también de la esencia de las mujeres que ya no están. ¿Qué método hace posible esto?

No es una ciencia social que se hace desde arriba, sino un método comunitario para la búsqueda de la liberación que tiene como referencia las comunidades, antes que las teorías feministas, que son muy importantes. La jineolojî no quiere ser una alternativa al feminismo, sino ser una contribución a los feminismos. También busca poner una base común a través de las referencias de las luchas actuales y las pasadas que nos pertenecen como mujeres en el mundo. Ponemos en el centro estas preguntas: “¿cuáles fueron las resistencias que realizamos como mujeres en nuestros contextos?” y “¿cómo podemos conectarnos a nivel grupal?”

Fue muy emocionante ver que en otras partes del mundo, a través de búsquedas históricas, podemos encontrarnos y sentirnos cercanas a pesar de nuestra distancia geográfica. Nos pasó en Colombia, por ejemplo, con las mujeres organizadas en el Valle del Cauca, con quienes entendimos, a través de la sabiduría ancestral que han transmitido a través de los cuentos, luchas anticoloniales, las abuelas, lucha que nosotras acumulamos a través de referencias simbólicas antipatriarcales. Reconocer nuestro recorrido como una travesía que nos puede encaminar juntas hacia la liberación.

Hay comités de jineoljî en muchas partes de Europa como Italia y España, su sede está en Bélgica por razones institucionales. También se fundaron comités a partir de las necesidades de las mujeres en otros territorios.

La jineolojî ha contribuido con los primeros pasos hacia esta lucha común para alcanzar el nivel de confederalismo democrático mundial de las mujeres, que se dieron en Alemania el 6 de octubre de 2018, durante una conferencia internacional llamada Revolución en Construcción. Allí participaron más de 600 mujeres provenientes de más de 70 países, entre ellos Filipinas, Afganistán e India, y de regiones como Latinoamérica, Medio Oriente y Rakka, que es una ciudad liberada del EI en Rojava, que ahora se encuentra bajo amenaza por Turquía.

En la cotidianidad, ¿cómo está presente la jineolojî?

La jineolojî da la posibilidad de desarrollar una forma de energía a la que nosotras llamamos jinergy (ríe), que se logra experimentar cuando se está entre mujeres y se reconocen las raíces arraigadas y entrelazadas de nuestras luchas. Tiene que ver con la posibilidad de encontrar, en lo cotidiano y en las cosas pequeñas, estos momentos llenos de sentido y amor creativo a la vida, que nos permiten expresarnos en libertad y juntas. Consiste en prácticas de confianza, de solidaridad y de comunalización de la vida.

Algo que hicieron y hacen las ciencias sociales es percibir a la sociedad como algo externo a nosotras, que la debemos organizar y controlar de alguna manera, como ingenieras, y eso no permite que nos sintamos parte de ella. La jineolojî piensa que las comunidades, son nuestras escuelas de aprendizaje mutuo y que no solo tenemos que luchar en contra de algo, sino defendernos y hacernos más fuertes a partir de nuestras relaciones más cercanas. Con la jineologî podemos sentir lo que las mujeres en cada parte del mundo sienten en un momento en el que quieren levantarse para luchar contra el patriarcado.

¿Por qué ha sido importante jineologî para el proceso del confederalismo democrático?

Ha jugado y juega un papel básico en el confederalismo democrático, pues es la ciencia base de la revolución. Por ejemplo, en los comités que desarrollan aspectos de la vida como salud, economía, proyectos ecológicos, cultura y arte, entre otros, la jineolojî está presente como perspectiva base. Las compañeras desde la jineolojî participan en cada comuna, en cada espacio, porque la jineolojî no es tanto un concepto, un paradigma o una visión del mundo, sino que es una perspectiva que atraviesa diferentes campos de la vida, permitiendo que la diversidad de las mujeres esté presente de manera creativa en definir necesidades de la sociedad y satisfacerlas.

Pero la jineologî no es una teoría feminista, aunque de lejos serían difíciles de distinguir. ¿Dónde se encuentran? ¿En qué se basa la crítica al feminismo desde la jineolojî?

La jineolojî es una ciencia social. Creo que se encuentran en cada lugar en donde las mujeres luchan y resisten desde las vertientes autocríticas y no hegemónicas del feminismo. Hay muchas compañeras que cuentan que hace 10 años, cuando empezaron los procesos de jineolojî, se plantearon cómo nombrarla. Entonces, hubo el debate sobre si “¿somos o no somos feministas?”, porque en los años 90, se hizo mucho debate desde las autoras feministas. Cuando se sistematizó la propia experiencia de lucha a partir de una perspectiva del Medio Oriente, lo que dijeron estas compañeras fue que no sabían que eran feministas, pero lo eran, y que querían autodefinirse desde su experiencia de lucha.

Entonces, ¿qué nombre le dábamos a nuestra lucha? Feminismo podía ser, pero, ¿por qué?, si desde Kurdistán se vio como el feminismo, en algunos casos, tiene una matriz arraigada en algunos supuestos metodológicos positivistas u orientalistas, y tiene una raíz genealógica que se desea que sea reconstruida solo a partir de la dimensión blanca eurocéntrica. Esa era una crítica.

Pero no es una alternativa al feminismo. Desde una perspectiva propia de formación y práctica colectiva feminista durante toda mi vida, la jineolojî me permitió entender más, desde los vínculos nunca sueltos con mis compañeras, los núcleos principales del feminismo a partir de una resignificación total de todas las experiencias comunitarias de vida y lecturas hechas hasta entonces.

Entendí mejor a Carla Lonzi, una feminista radical de los años 70 en Italia, a Rosa Luxemburg, a Virginia Bolten, a Audre Lorde y a todas las demás luchadoras que contribuyeron en la teoría y práctica de la liberación de las mujeres hasta ahora. Creo que este es nuestro reto, romper con los automatismos que han puesto nuestros pensamientos y afectos bajo un monopolio de teorías coloniales y etiquetas.

La “lucha común” de las mujeres

Ahora que estás visitando Latinoamérica y, anteriormente, has vivido en diversos lugares de América Latina, ¿cuál es tu visión de los movimientos feministas y de mujeres en la región?

Una visión de fuerza y que está levantando un proceso único en la historia de Latinoamérica. Estoy hablando de Ecuador, del proceso histórico que las mujeres han iniciado desde el paro, rompiendo con medidas mundiales de violencia financiera y patriarcal, y siendo una inspiración para el mundo entero. Pienso también en Argentina, en su potencia en la internacionalización de la lucha desde Abya Yala, resignificando a nivel mundial herramientas como la huelga desde la plurinacionalidad y disidencia, más allá del colonialismo. Los feminismos comunitarios en Bolivia, a las compañeras en estado de sitio y resistencia desde las comunidades maya en Guatemala…

En Colombia hay una potente organización social comunitaria desde la autonomía contra el narcotráfico, y en Honduras, desde las huellas de Berta Cáceres, las mujeres se organizaron siguiendo la lucha contra cada golpe político. No olvidamos a Marielle Franco y a la lucha de las mujeres negras en la Amazonia de Brasil, a los procesos en Haití, Puerto Rico, Costa Rica, y, especialmente en estas horas a Chile, donde la mujeres, en contra de cada represión violenta y dictatorial, están desafiando 30 años de gobierno neoliberal, mostrando su fuerza histórica de construcción de otra sociedad.

Hay muchos procesos en el continente en los que las mujeres están al frente de las resistencias, transformando la sociedad y en la defensa de los territorios y de la vida. En México, mientras la violencia sexual y policial, y proyectos como el Tren Maya y el transísmico apuntan a la destrucción, las mujeres construyen desde la autonomía formas comunes de vida alternativa, como nos demostraron las movilizaciones urbanas contra la violencia y la organización del II Encuentro Internacional de las Mujeres Zapatista, que se llevará a cabo en diciembre. Todo eso no se acaba, no hay vuelta atrás.

Pero creo que hay desafíos en todo este proceso. El primero es no entender nuestras reivindicaciones solo en términos de modificar la ley, sino como luchas más integrales que tenemos que alcanzar desde la autonomía de una agenda propia a largo plazo e interconectar con otras luchas, en todo el continente y a nivel internacional. El segundo es que la defensa de la tierra, no sea solo la posición reactiva que nos lleve a encontrar medidas para defendernos desde los territorios, sino que sea también una lucha para ampliar la autoorganización frente a las políticas extractivistas y de destrucción, para crear, desde las movilizaciones, otras construcciones de vida y ampliar las organizaciones autónomas, como mujeres y disidencias. Estamos en un momento de dar pasos hacia una defensa activa que nos una todas, a través la crítica y la autocrítica con mecanismos comunes democráticos de tomas de decisiones conjunta. Eso es un reto del tiempo que estamos viviendo.

Desde estas latitudes, ¿cómo se puede estar conectadas con el movimiento de mujeres del Kurdistán? ¿Hay lazos ya tejidos? ¿Cuáles quedan por tejer?

Este es un momento histórico de lucha, las mujeres y disidencias en todo el mundo se están movilizando y están levantando su voz para defender Rojava y para parar la guerra genocida de Turquía contra las mujeres en Rojava y el pueblo kurdo. Hay una campana internacional que se llama: https://womendefendrojava.net/es/

Esta es una lucha de todas las mujeres, que nos llama a nivel mundial. Ahora en Kurdistán hay una tercera guerra mundial y sabemos que podemos detenerla con la solidaridad feminista. Eso es lo que sabemos, pero eso no significa, como el viejo internacionalismo de la línea única dice, que tenemos que ir a Kurdistán todxs y actuar de ahí, que fue lo que se hizo a partir del enfoque del centralismo en la internacionalista soviética.

Nosotras pensamos que debemos encontrar en cada lugar otros modelos de autonomía, y eso sucederá en el momento en el que el apoyo a la revolución en Kurdistán se haga concreto a través del desarrollo confederal de organizaciones autónomas de mujeres en su propia revolución. La visión del mundo del movimiento de mujeres de Kurdistán es para que, desde nuestra América, se encuentre nuevas aberturas, donde los gobiernos están en una crisis muy fuerte, y los retos en esta lucha nos plantean ir más allá de las fronteras estrechas de los estados-nación creados por la historia colonial. Encontrar otros mundos posibles, cuestionando la historia de las luchas clásicas por las independencias nacionales, que proponen la República o el Estado como modelo de convivencia. Se trata de organizarnos autónomamente, más allá de los confines de dominación inventados que nos separan.

Estamos en un proceso de creación del confederalismo democrático mundial de las mujeres. Especialmente Kurdistán y Abya Yala son unidas desde cosmovisiones y autoorganizaciones de los pueblos y las mujeres.

Las mujeres contribuyeron al movimiento de liberación del Kurdistán desde su fundación, con su compromiso de lucha y ahora de nuevo en este siglo con su potencia de liberación. Nuestra llegada es una manera de crear un reencuentro histórico, de luchas que siempre han estado interconectadas. Tenemos que desarrollar más que nunca ahora nuestra unión. Combatir la guerra global del patriarcado, es hoy nuestra lucha conjunta para vivir libremente en nuestra Tierra.

[1] Ciudad de Rojava, el Kurdistan sirio, en la frontera con Turquía liberada en enero de 2015 por las YPG y las YPJ, considerada la mayor derrota del Estado Islámico desde su aparición en 2013 en la guerra en Siria.

[2] El 25 de enero de 2019 liberaron a Leyla Guven pendiente de juicio. En mayo, tras 191 días, finalizó su huelga de hambre, dado que “había logrado su objetivo”, según sus propias declaraciones: que se levantara el aislamiento de Öcalan, para poder entablar diálogos de paz.