Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal

Entender la economía ecuatoriana siempre es un reto. Su condición de pequeña y de gran apertura al mercado mundial hace que el Ecuador se comporte cual barquito de papel en el mar del capitalismo global. Por ende —explícita o implícitamente—, toda lectura de la frágil economía del país debe tomar en cuenta este hecho, en especial cuando el mar en el que vivimos sufre de grandes turbulencias.



Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal

 

Alberto Acosta John Cajas Guijarro Hugo Jácome

 

Un mundo turbulento y en pandemia

Entender la economía ecuatoriana siempre es un reto. Su condición de pequeña y de gran apertura al mercado mundial hace que el Ecuador se comporte cual barquito de papel en el mar del capitalismo global. Por ende —explícita o implícitamente—, toda lectura de la frágil economía del país debe tomar en cuenta este hecho, en especial cuando el mar en el que vivimos sufre de grandes turbulencias…Sin duda que el capitalismo mundial está cargado de turbulencias que hacen tamba-lear a la economía ecuatoriana; incluso, va-rios problemas globales ya estaban larvados o ya habían aflorado antes de la tragedia generada por la pandemia del coronavirus. Por ejemplo, el mundo especulativo alcanza-ba máximos históricos, y surgía el contexto perfecto para nuevas burbujas financieras. Los serios problemas distributivos y las cre-cientes desigualdades sin resolver se iban agravando: basta recordar las protestas avivadas por un gran descontento social en varios rincones de Latinoamérica a fines de2019. A lo anterior se sumaba la consolida-ción de gobiernos cada vez menos demo-cráticos en el mundo, junto con el colapso climático provocado por el capitaloceno. En definitiva, ya se sentían los efectos de una crisis civilizatoria y multidimensional,2 capaz de destruir toda forma de vida, empezando por las poblaciones más vulnerables y desposeídas.Esas crisis múltiples, propias de una globalidad capitalista enferma, han escalado a niveles mayúsculos con la pandemia del coronavirus (COVID-19), y han llevado al mundo a una de sus peores crisis económicas desde la Segunda Guerra Mundial: en 2020 la economía global habría caído en -4,3 %, según estimaciones de Naciones Unidas (2021),mientras que la economía latinoamericana se habría contraído en -7,7 %, según información de la Cepal.3Este momento plantea una prueba mayor para la humanidad, con una globalización que ha llevado a varias naciones a vivir una tragedia similar, en poco tiempo, con tantas muertes,4con la consolidación de múltiples factores de control y vigilancia, y un sinfín de incertidum-bres. A su vez, se perpetúan las desigualdades estructurales entre sociedades ricas y empo-brecidas a diferentes niveles,5 incluso en las capacidades para responder ante la propia pandemia (la desigual distribución de vacunas es un ejemplo en ese sentido). Para colmo, las incertidumbres se exacerban con los intentos de “retornar a la normali-dad” y de “reactivar la economía”, sin im-portar los riesgos para la vida, sobre todo de poblaciones vulnerables obligadas a buscar su sustento diario en las calles. De hecho, esa “normalidad” es la causante de tantos proble-mas acumulados, que se han complicado más con la pandemia. Basta recordar los nocivos efectos de la destrucción de la biodiversidad, que explica, entre otros factores, la propia apa-rición de tantos virus de origen zoonótico…En este escenario parecería —una vez más—que el Ecuador está por naufragar: no hayclaridad sobre el rumbo que nos espera ni delos problemas de fondo que nos aquejan. Porello, una lectura estructural de la economía ecuatoriana (contextualizada en un mundo turbulento y en pandemia) resulta cada vez más urgente e indispensable para entendernuestras coyunturas. Si bien esa lectura estruc-tural queda para un trabajo futuro (de mayorelaboración técnica), en este texto abrimos el debate y obtenemos pistas que permitan diag-nosticar los estragos de años de estancamientoy de agudizada crisis que vive el país (diagnós-tico crucial si se desea proponer alternativas al difícil momento que vivimos).

 

Pandemia y desamparo en tierras ecuatorianas

Antes de adentrarnos propiamente en la eco-nomía ecuatoriana, es justo ubicar la magni-tud de la tragedia que sufre el país en medio de la pandemia del coronavirus. Según in-formación del Registro Civil procesada por el Observatorio Social del Ecuador, en 2020 fallecieron más de 40 mil personas por enci-ma del promedio de los cinco años previos.6En términos comparativos, el Ecuador se ubica entre los países con mayor cantidad de fallecimientos por encima de su promedio histórico a nivel mundial, si se revisan las cifras por tamaño de población en 2020: 230 muer-tes por cada 100 mil habitantes, cifra supe-rada solo por Bolivia (270), Bulgaria (250) y Perú (290), según la información disponible hasta el momento.7 Gran parte de la tragedia corresponde al infierno que vivió Guayas en los primeros meses de la pandemia y que de ninguna forma puede quedar en el olvido y la impunidad.8 Además, el país registra un muy bajo testeo: durante 2020, en Ecuador solo se realizaron 39,69 pruebas de coronavirus por cada mil habitantes,9 una de las cifras más bajas de toda Sudamérica.

 

Por si no fuera suficiente con una elevada mortalidad y un mínimo testeo, el mane-jo de la pandemia por parte del Gobierno ecuatoriano ha estado cargado de impro-visaciones (p.ej. medidas desordenadas de confinamiento y restricción de movilidad, ausencia de información confiable), corrup-ción en la compra pública en los hospitales (p.ej. sobreprecios en insumos médicos), de-ficiencias en el sistema de salud (p.ej. denun-cias de desabastecimiento de anestésicos en unidades de cuidado intensivo que atienden a pacientes con coronavirus, escasez de va-cunas polivalentes necesarias para enfrentar múltiples enfermedades), e incluso con una nada transparente distribución de las pri-meras vacunas contra el coronavirus (queen varios casos se aplicaron a personas re-lacionadas con el estrecho círculo del poder político y económico). Estos y otros detalles sobre la pandemia del coronavirus en el Ecuador reflejan que —en los hechos— ni para el gobierno de Lenín Moreno, ni para las élites ni demás grupos de poder es prioritaria la vida de los sectores populares: la muerte y degradación del pue-blo les resulta indiferente, mientras persistan las estructuras de lucro y dominación. Caso contrario, en los inicios de la pandemia ya se habrían impulsado políticas redistributi-vas y solidarias (p.ej. contribuciones sobre los grandes patrimonios, incrementos del impuesto a la renta de grupos económicos y financieros, contribuciones desde los ingresos y salarios más elevados, etc.) que ayudaran a financiar el sistema de salud y sostener las condiciones de vida, sobre todo de quienes deben buscar su sustento diario en las calles. Incluso cabe recordar que al gobierno de Moreno no le dolió abandonar sus propios y tibios intentos redistributivos, con tal de dejar pasar la flexibilización laboral y otras reformas en su mal llamada ley humanitaria.10Si a estos tiempos de tragedia e indiferencia les sumamos el hecho de que la economía ecuatoriana se encontraba en una grave crisis económica antes de la pandemia,11 se obtiene como resultado un futuro lleno de sombras e incertidumbre. Sin embargo, las sombras no son para todos, sino para aque-lla población mayoritaria excluida y peri-férica del poder político y económico quereproduce los círculos de pobreza propios de la economía capitalista.

 

Al borde del naufragio económico… otra vez

Entre el estancamiento y el colapso

Para tener una referencia de cuán fuerte es la contracción económica ecuatoriana en comparación con otros países latinoameri-canos, se pueden revisar las previsiones pre-sentadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) a inicios de 2021 (Cepal, 2020). Dichas previsiones sugieren que el Ecuador, en 2020, tendría una de las caídas económicas más graves de Sudamérica (-9 %), solo superada por Ve-nezuela (-30 %), Perú (-12,9 %) y Argentina (-10,5 %)

 

.De acuerdo con información histórica disponible del Banco Central del Ecuador (BCE), se confirma que vivimos nuestra peor crisis económica, combinada con un estancamiento de varios años. De hecho, si se deja de lado el efecto de la inflación, la contracción del Producto Interno Bruto (PIB) por habitante, para 2020, sería de -10,1 %: una caída más drástica que aquella vivida en 1999 y que llegó a -6,8 % (Figu-ra 1). Por cierto, con esta información no obviamos los claros límites que tiene un indicador como el PIB (el cual deja de lado elementos distributivos y ambientales, por apenas citar dos problemáticas), pero la crisis es tan drástica que solo con ver la evo-lución del PIB per cápita ya se puede tener una primera idea del momento histórico que vivimos.Figura 1. Tasa de variación anual del PIB per cápita (1966-2020)Nota: Para 2020 se emplea previsión oficial del BCE a enero de 2021. Fuente: BCE. Elaboración propia.

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal6Asimismo, según el BCE,12 se estima que el PIB del país caería en -8,9 % durante 2020, mientras que para 2021 se calcula una recuperación de 3,1 %. Dentro de estas previsiones, puede notarse una caída econó-mica generalizada en las diferentes ramasde actividad, con casos drásticos como las actividades de transporte,que caerían un21 %, o el alojamiento y servicio de comida, con una contracción de -20,2 %. En contraste, las actividades financieras muestran una de las contracciones más bajas entre todas las ramas de actividad (con apenas -0,9 %); así se nota que la crisis económica ha tenido efectos más bien leves sobre todo en el sector bancario (Cuadro 3).Rama de actividadTasas de variación de la producción (puntos porcentuales)2019-20202020-2021Agricultura, ganadería, caza y silvicultura-2,92,7Acuicultura y pesca de camarón2,78,3Pesca (excepto camarón)0,30,8Petróleo y minas-10,14,4Refinación de petróleo-10,31,0Manufactura (excepto refinación de petróleo)-6,12,7Suministro de electricidad y agua-2,02,0Construcción-16,0-1,2Comercio-7,83,6Alojamiento y servicios de comida-20,27,5Transporte-21,01,1Correo y comunicaciones-5,42,1Actividades de servicios financieros-0,90,7Actividades profesionales, técnicas y administrativas-13,63,1Enseñanza y servicios sociales y de salud-4,21,5Administración pública, defensa; seguridad social obligatoria-3,2-3,0Servicio doméstico-18,21,3Otros servicios-9,35,4PIB total-8,93,1Cuadro 3. Previsiones económicas por rama de actividadFuente: BCE, información estadística mensual a enero de 2021. Elaboración propia.12 Ver la información estadística mensual del Banco Central del Ecuador a enero de 2021, disponible en https://contenido.bce.fin.ec/home1/estadisticas/bolmensual/IEMensual.jsp

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal7En suma, las previsiones muestran que la caída de la economía ecuatoriana es ex-cepcionalmente grave. Al estancamiento anterior se suma el impacto del COVID-19 y las políticas recesivas, de corte fondomo-netarista, desplegadas por el gobierno de Lenín Moreno13 para enfrentar la crisis… Así, según datos del Banco Central, si entre 2014 y 2019 el ingreso por habitante (PIB per cápita) pasó de 6.347 a 6.222 dólaresanuales, para 2020 este ingreso caería a 5.521 dólares y para 2021 alcanzaría los 5.678 dólares.Desde otra perspectiva, si se mide todo a precios de 2007, el ingreso por habitante de 2020 alcanzaría los 3.743 dólares anuales se-gún el Banco Central, monto ligeramente me-nor a los 3.702 dólares registrados en 2009. Es decir, a los cinco años de estancamiento económico por habitante que el Ecuador sufrió entre 2014 y 2019, se deben agregar varios años más de grave contracción (Figura 2). Estas cifras llevan a pensar que el Ecuador tendrá como saldo económico una nueva déca-da perdida, quizá hasta más grave que aquella década perdida en los años ochenta.Nota: Para 2020 se emplea previsión oficial del BCE a enero de 2021. Fuente: BCE. Elaboración propia.Figura 2. PIB per cápita a precios de 200713 Para una revisión preliminar de varias de las medidas adoptadas por el gobierno de Lenín Moreno, ver el artículo de John Cajas Guijarro (2020, 6 de octubre).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal8Algunos patrones estructurales de la larga crisis ecuatorianaComo se acaba de ver, en medio de un mun-do en crisis por el COVID-19, el Ecuador se presenta como una sociedad frágil, cargada de múltiples problemas, incertidumbres e incluso de no futuros, en donde ni siquiera la supervivencia mínima de la población pue-de garantizarse. Sin embargo, es necesario mencionar un detalle clave: la coyuntura tan compleja que vive la economía ecuatoriana quizá es el resultado de una crisis económica estructural, profunda y de larga duración, a ratos similar o mucho más grave que otros países latinoamericanos, y que terminó deexacerbarse con la pandemia del coronavirus. De hecho, cabe recordar que, desde la caída de aproximadamente el 50 % de las exportaciones petroleras estatales en 2015, las cuentas externas del Gobierno —y del país— se encuentran asfixiadas,14 y sobrevi-ven únicamente con el respirador artificial de la deuda externa, más aún bajo los límites planteados por la dolarización.15 Por cierto, tal es la dependencia económica estructural en el Ecuador del petróleo que, cuando cae su precio en los mercados internacionales, es de esperar impactos negativos agresivos en el mercado laboral ecuatoriano (incluyendo el deterioro de la calidad del empleo y la reducción de los ingresos laborales),16 junto con la tendencia al aumento agresivo del endeudamiento externo para sostener la liquidez.17En definitiva, es complejo resumir en pocos puntos una crisis que demanda también un análisis estructural (tema que no se aborda en este texto). Incluso podríamos decir queaún estamos lejos de que la mayoría de la sociedad (e incluso de los “especialistas”) real-mente comprenda cuán grave y compleja es la situación económica ecuatoriana, profun-damente agravada por complicados procesos sociales y políticos recientes, vinculados, a su vez, a la evolución de diversas y enmarañadas dificultades en el mundo. De todas maneras, y sin entrar en un análisis más detenido (el cual dejamos para una discusión futura18), po-demos resaltar algunos patrones preocupan-tes que vienen aquejando al país por décadas:• Una producción e ingreso estancados, junto con una demanda igualmente de-sacelerada (tanto por el lado del consumo como por el lado de la inversión).14 Una lectura detallada de lo que fue el gobierno de Rafael Correa se encuentra en el libro de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro (2018), Una década desperdiciada. Las sombras del correísmo.15 Este es un tema en extremo complejo en la sociedad ecuatoriana. Se asume, a partir de una abundante propaganda y un miedo exacerbado a cualquier reflexión al respecto, que no había alternativas a la dolarización en el año 2000, lo cual es falso. Basta recordar el aporte de Jürgen Schuldt y Alberto Acosta (1999), La hora de la reactivación - El mito de la falta de alternativas. Igualmente, se cree que la dolarización resolvió los problemas luego de la gran crisis del tornasi-glo; recomendamos el texto de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro (2020a), “Ecuador… 20 años no es nada: a dos décadas del mito dolarizador”. Y, por último, incluso se cierra la posibilidad de simplemente discutir el tema negando cualquier alternativa, que, por cierto, existe (Schuldt y Acosta, 2017).16 Al respecto, ver el artículo de John Cajas Guijarro, Hugo Jácome Estrella y Bryan Pérez Almeida (2022).17 Sobre el potencial vínculo entre petróleo, deuda y liquidez, ver el trabajo de John Cajas Guijarro, Doménica Cárde-nas López y Anthony Pozo Barrera (2021). Asimismo, para algunos patrones monetarios ecuatorianos, ver el aporte de Anthony Pozo Barrera y Doménica Cárdenas López (2020).18 Ver el trabajo de Alberto Acosta, John Cajas Guijarro y Hugo Jácome Estrella (2021).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal9• La heterogeneidad estructural del aparato productivo, ensamblada con una modali-dad de acumulación primario-exportadora. Tal ensamblaje estructural crea una de-pendencia extractivista que entrampa al país en una posición periférica y alta-mente sensible a los vaivenes del mercado mundial (al punto que hasta los ciclos de la economía ecuatoriana son altamente dependientes de las fluctuaciones de las transacciones que el país mantiene con el resto del mundo19).• Una sostenida asfixia fiscal que ha sido enfrentada con una creciente —y hasta insostenible— deuda pública, tanto exter-na como interna. • La incapacidad de generar empleo, e in-cluso un grave incremento del desempleo y del empleo inadecuado, junto con una clara destrucción del ingreso laboral. • Las enormes y crecientes brechas socioe-conómicas que registran, por un lado, un dramático deterioro de la pobreza y, por otro, una creciente concentración de la riqueza en sus diferentes formas (patri-monios, activos empresariales, acceso a recursos como el agua o la tierra).• La concentración de mercados y finanzas se mantiene elevada, y con seguridad cre-cerá en medio de la pandemia. • La carencia de una moneda propia, lo que impide disponer de herramientas como la política monetaria y cambiaria, en extremo necesarias para enfrentar un pe-riodo de estancamiento con el fomento de la demanda y de menores presiones fiscales.• La falta de una política económica cohe-rente e integral, en donde la vida de la gente no quede subordinada al pago de la deuda pública (como ha sucedido en los últimos años, con un servicio de la deuda pública que, desde 2015, supera a la in-versión social en educación y salud). • La persistencia de múltiples inequidades y desigualdades que aquejan a la sociedad ecuatoriana, particularmente de origen patriarcal, colonial, ecológico, todas con importantes implicaciones económicas (p.ej. desigualdades campo-ciudad, desi-gualdades en los ingresos laborales por género o etnia).• A la postre, es evidente que los problemas se amplifican por la incapacidad de plan-tear estrategias que definan un rumbo económico para el país, sobre todo ante la urgencia de planificar el tránsito hacia una economía postextractivista (en especial si se toma en cuenta que el Ecuador está cada vez más cercano el ocaso petrolero20).Para visualizar cómo varios de los problemas planteados (y muchos otros que se suman a un listado siempre preliminar) persisten al paso del tiempo, se pueden revisar los flujos monetarios entre las diferentes estructuras que componen a la economía ecuatoriana 19 Sobre el tema, ver el trabajo de John Cajas Guijarro y Bryan Pérez Almeida (2021).20 Antes de la pandemia del coronavirus, estudios ya planteaban que el Ecuador podría volverse un importador neto de petróleo entre los años 2024 y 2035. Al respecto, ver Espinoza et al. (2019).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal10(producción, circulación, consumo, inver-sión, distribución, interacción con el resto del mundo). Al revisar estos flujos (que se cons-truyeron con estadísticas insumo-producto del Banco Central del Ecuador21) represen-tados a través de redes (Figura 3), puede no-tarse lo siguiente: entre 2007 y 2015 las es-tructuras económico-monetarias del país se expandieron gracias, sobre todo, al aumentode las exportaciones petroleras, y sin generarcambios cualitativos entre sus componentes (p.ej. no hay evidencia de que las estructuras productivas hayan crecido en mayor propor-ción que las demás). En cambio, entre 2015 y 2018 (último año disponible al momento), las estructuras económico-monetarias se es-tancaron, en clara correlación con la caída del precio del petróleo registrada desde 2015 (para una visualización animada, ver el enla-ce en la nota al pie de la Figura 3).Nota: (E) estructura económica; el tamaño de los nodos representa a la cantidad de dinero que “ingresa” a cada estructura; el color de los enlaces representa a la estructura de origen del flujo monetario; el grosor de los enlaces representa a la magnitud del flujo monetario que va de una estructura a otra. Fuente: Análisis in-sumo-producto del BCE; Acosta et al. (2021); Cajas Guijarro (2021). Para una versión animada del periodo 2007-2018, ver: https://bit.ly/2XkxduzFigura 3. Redes estructurales de flujos monetarios en Ecuador21 Los flujos se construyen tomando como inspiración la obra de Leontief y Brody (1993). Para mayores detalles meto-dológicos, ver el trabajo ya citado de Acosta, Cajas Guijarro y Jácome Estrella (2021), así como el documento meto-dológico de Cajas Guijarro (2021).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal11En otras palabras, en particular desde 2015, las estructuras económico-monetarias del Ecuador muestran un grave estancamiento, que, sin duda, se habrá exacerbado por la crisis sanitaria y el colapso de 2020. Entre los factores que han consolidado el estanca-miento estructural, se encuentra el estran-gulamiento de los flujos externos de dinero que recibe la economía ecuatoriana en sus transacciones con el resto del mundo.De la destrucción del empleo a la descomposición socialComo toda gran crisis económica, los efectos son múltiples, la incertidumbre se generaliza y, en varios casos, las —limitadas— fuentes oficiales de información quedan rebasadas. Un ejemplo concreto para el caso ecuato-riano es el grave efecto sobre el empleo, tan grave que hasta las encuestas que levanta el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) para construir las estadísticas labo-rales ecuatorianas no se han podido obtener con normalidad (como ha reconocido el pro-pio INEC). Por ello, las cifras de las que dis-ponemos son solo referenciales, no recogen la auténtica dimensión del problema y hasta cuentan con limitaciones, considerando los retrasos en la difusión de datos laborales (p.ej. el INEC llegó a incurrir hasta en dos meses de retraso para publicar las estadísti-cas de empleo nacionales correspondientes a diciembre de 2020).En efecto, el empleo en el Ecuador sufre una auténtica tragedia. A diciembre de 2019, casi el 62 % de los trabajadores no tenía un empleo adecuado o pleno,22 es decir más de 5 millones de personas. En esemomento, solo 3’150.000 personas tenían empleo pleno. Luego, con la llegada de la pandemia y el cierre de las actividades eco-nómicas, a junio de 2020 apenas 1’271.000 personas mantenían un empleo adecuado; posteriormente, la cifra mostró una recupe-ración parcial y llegó a 2’496.000 personas en diciembre. Tan grave es la situación del empleo, que incluso la Población Económi-camente Activa (PEA) se ha estancado, al pasar de 8’100.000 a 8’090.000 de personas entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020; esto implica un estancamiento de la población que busca empleo. Por su parte, el desempleo pasó de 311 mil a más un millón de personas entre diciembre de 2019 y junio de 2020, y después llegó a 522 mil perso-nas en septiembre y a 401 mil personas en diciembre (ver figura 4). Como resultado, para junio de 2020, vía encuesta telefónica, se estimó que la proporción de empleo ade-cuado colapsó a 16,7 %, y para diciembre —con encuesta presencial pero todavía con problemas de comparabilidad— se obtuvo un dato de 30,8 %. Cabe aclarar que la “recuperación” de sep-tiembre y diciembre se asocia —al menos en parte— al relajamiento de las medidas de confinamiento frente a la pandemia, junto con una mayor precarización laboral. En resumen, y más allá de los vaivenes delas cifras, lo cierto es que durante 2020 la destrucción de empleos y el deterioro de su calidad es innegable, pues solo tres de cada 10 trabajadores/as (o incluso menos) alcanzaron un empleo adecuado.23 Se debe resaltar con certeza que el mercado laboral del país ya venía golpeado por años: entrediciembre de 2016 y diciembre de 2019, la proporción de trabajadores con empleo ade-cuado fluctuó entre el 41,2 % y el 38,8 %; es decir, en ese periodo apenas cuatro de cada 10 trabajadores alcanzaron un empleo que, en esencia, les permitía obtener un ingreso laboral mayor al salario básico.

 Otro dato que refleja el impacto de la crisis de 2020 en el mercado laboral —al menos en el mercado formal— es el número de afiliados en la seguridad social: mientras que en marzo se registraron 3,1 millones de afi-liados, para diciembre el número se redujo a 2,8 millones, es decir, una caída de 269.478 afiliados.24 Por su parte, un estudio conjunto entre el Grupo Faro y la Organización Inter-nacional del Trabajo (OIT) sugiere que, con la pandemia, la mediana del ingreso labo-ral de los trabajadores informales en Quito se redujo de 250 a 145 dólares mensuales, mientras que la mediana de la jornada labo-ral aumentó de 47 a 51 horas semanales.25En otras palabras, como resultado de la crisis del coronavirus, los trabajadores informales en Quito han sufrido una importante reduc-ción de ingresos y un fuerte aumento de ho-ras de trabajo, problemas que seguramente se repetirán incluso con mayor severidad en otros rincones del país. En otras palabras, mediante la flexibilización laboral,26 es decir una reducción de la jorna-da laboral y/o de los ingresos —se entiende mayor explotación de la mano de obra—, se pretende salir de la crisis, como en tantas otras ocasiones. Muestra de esta tendencia es el estancamiento del salario básico en 400 dólares mensuales entre 2020 y 2021.27 A esto se suma la flexibilización de las normas ambientales y la ampliación de las fronte-ras extractivas, lo que implica una mayor destrucción de la naturaleza, como sendero para impulsar la reactivación económica.Junto con el deterioro del empleo, se registra un repunte de la pobreza. De hecho, según el INEC, mientras que entre 2007 y 2017 la pobreza por ingresos28 se redujo de 36,7 % a 22 %, para 2019 tuvo un ligero aumento a 25 %,29 y terminó el año 2020 en 32,4 %, la proporción más alta desde 2010. En esta lamentable situación también se debe pres-tar atención al alarmante deterioro de las condiciones de vida rurales. Para 2019, el 41,8 % de la población rural ya vivía en po-breza, pero esta proporción aumentó grave-mente a 47,9 % en 2020; mientras que para junio de 2020 el 90,5 % de los trabajadores rurales se encontraba entre el desempleo y el empleo inadecuado, la proporción se re-dujo a 82,3 % para diciembre. Aquí merece mención el total descuido de las estadísticas de pobreza, las cuales pasaron abandonadas prácticamente durante todo el año 2020.La destrucción del empleo y el aumento de la pobreza golpearán de diversas formas a la economía, en particular por la contracción de la demanda agregada por una menor capacidad de consumo de la población, ten-dencia que ya se notaba incluso antes de la pandemia. Al respecto, basta notar cómo el nivel del índice de precios al consumidor se encuentra estancado desde 2016 (Figura 6), con varios meses en donde los precios incluso han registrado ligeras caídas: varios negocios, sobre todo micro y pequeños, han debido ajustar y reducir sus precios con la esperanza de sostener en algo sus ritmos de ventas. Si a ese proceso se agrega la pandemia, el resul-tado es la quiebra de varios de esos negocios pequeños y medianos, y el estancamiento deprecios para los que vayan quedando.En definitiva, hay un claro impacto negativo en las condiciones de vida de amplios seg-mentos de la sociedad, a lo que cabe sumar el deterioro de la educación pública, los me-nores aportes a la seguridad social e incluso una caída de los índices de nutrición —con el consiguiente impacto en la salud—, para mencionar unos cuantos puntos cruciales. Y, por si no fuera suficiente, en el contexto de pandemia más de 100 mil estudiantes no volvieron al sistema educativo en el régimen de la Sierra y Amazonía.30Con un escenario social tan deteriorado, donde el abandono y la indiferencia se vuelven generalizados, grandes grupos vulnerables pueden terminar siendo absor-bidos por estructuras criminales a cambio de encontrar alguna alternativa de vida. Como consecuencia, la violencia se irá agudizando. Basta ver que, en 2020, laprovincia de Guayas registró 527 muertes violentas,31 que equivalen aproximadamen-te a una tasa de 12 muertes por cada 100 mil habitantes (según el Banco Mundial, en 2018 la tasa promedio mundial fue de 5,78). Si bien el dato todavía es inferior al que registran varios países latinoamerica-nos (p.ej. El Salvador, con 52; Venezuela, con 37; México, con 29; Colombia, con 25), lo preocupante es la tendencia de que las muertes violentas en Guayas aumentan, sobre todo desde 2018.32Figura 6. Índice de precios al consumidor (mensual, base 2014=100)Nota: Periodo entre enero de 2014 y diciembre de 2020. Fuente: INEC. Elaboración propia.30 Ver el artículo de Andrés Quishpe (2020, 8 de septiembre). 31 Ver nota de Fernando Medina (2021, 31 de enero). 32 Ver el artículo Mario Alexis González (2020, 28 de noviembre).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal15A tal punto se instaura la violencia en el país, que se vuelven más comunes e identificables grandes grupos locales de crimen organiza-do que se disputan territorios para el tráfico de droga, pugnan por el control de las cár-celes y protagonizan muchas otras formas de enfrentamiento (p.ej. “choneros”, “lagartos”, etc.).33 Por otro lado, y por si no bastara esta descomposición social interna, la pandemia no ha interrumpido la tendencia a que el Ecuador se consolide como país de tránsito de droga (e incluso de consumo y microtrá-fico). Según la Policía Nacional, en 2020 se incautaron de casi 128,4 toneladas de droga, el dato más alto de la última década, y un auténtico salto si se compara con las 82,2 to-neladas incautadas en 2019.34 De continuar estas tendencias, cada vez será más fácil que la economía informal del país quede enla-zada con dinámicas económico-criminales llenas de violencias y penas para los sectores populares, mientras que las grandes ganan-cias terminarán en manos ajenas.35Estrangulamiento fiscal y una deuda más eterna que nuncaSi bien la pandemia del coronavirus no es el origen de los problemas que atravesamos, ha dejado drásticos impactos económicos, entrelos que se destaca una contracción generali-zada de la oferta y de la demanda mundiales. Como reflejo de tales problemas globales, el precio del petróleo sufrió una abrupta con-tracción: entre abril de 2019 y abril de 2020 el precio del crudo ecuatoriano cayó aproxi-madamente de 65 a 14 dólares por barril (alrededor de 78 % de contracción). Si bien con la reapertura global de las actividades económicas el precio se recuperó hasta su-perar los 44 dólares en diciembre (según información del Banco Central del Ecuador), todavía los precios del petróleo son insufi-cientes para equilibrar las finanzas estatales.Semejante shock petrolero, junto con la rotura de los oleoductos (hecho que no puede versecomo un caso fortuito, pues fue una evidente negligencia de Petroecuador y la empresa OCP, que no actuó con prontitud ante la ero-sión regresiva del río Coca36), diluyó en másde 30 % los ingresos petroleros presupuesta-dos para 2020 (los cuales se estimaron con un precio de 51,30 dólares por barril; de paso, cabe notar que el costo promedio de extrac-ción de un barril bordea los 20 dólares). Solo para tener una referencia del impacto de estas fluctuaciones, en abril, los ingresos petrolerospara la caja fiscal fueron de 19 millones dedólares; mientras en el mismo mes de 2019 alcanzaron los 194 millones: una contracción de 90 %.37 Como resultado, los ingresos pe-troleros del sector público no financiero seredujeron de 7.785 a 4.832 millones de dóla-res entre 2019-2020 (caída de casi 38 %).Además del shock del precio del petróleo, tam-bién se han reducido las recaudaciones tri-butarias, que han pasado de 13.180 a 11.526 millones de dólares entre 2019-2020, es decir, 33 Ver el artículo de El Universo: “Choneros y Lagartos se pelean espacios de ‘economía criminal’, según comandante de la Policía Nacional” (2020, 4 de agosto).34 Ver el artículo de Sara Ortiz (2020, 2 de enero).35 Sobre esta tendencia, ver el artículo de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro (2018, 23 de abril). 36 Al respecto, ver el artículo de Alberto Acosta (2020, 28 de agosto). 37 Ver el artículo de Evelyn Tapia y Mayra Pacheco (2020, 5 de mayo).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal16una contracción anual de 12,6 % (solo la recaudación del IVA tuvo una contracción de 17,6 %, según información del Servicio de Rentas Internas). En total, entre la caí-da petrolera, la caída tributaria y las caídas en otros componentes, entre 2019-2020 el sector público no financiero sufrió una con-tracción de 6.554 millones de dólares en sus ingresos totales, según el Banco Central del Ecuador. En contraste, los gastos del sector público no financiero se redujeron en 3.625 millones (es decir, los ingresos cayeron con más fuerza que los gastos), y surgió un estran-gulamiento fiscal con un déficit de 6 mil millo-nes alcanzado en 2020 (Figura 7). Un resultado del estrangulamiento fiscal delsector público no financiero es la expansióndel endeudamiento público, que representaotra dimensión de la crisis económica ecua-toriana. Según el Ministerio de Economía y Finanzas, mientras que a diciembre de 2009el Ecuador alcanzó una deuda externa públi-ca de apenas 7.392 millones de dólares, para marzo de 2017 (meses antes de que RafaelCorrea dejara la presidencia), la deuda se in-crementó a 26.486 millones. Esa tendencia de endeudamiento acelerado continuó con el go-bierno de Lenín Moreno, con una deuda ex-terna que creció hasta los 37.080 millones dedólares en marzo de 2019,38 antes de que se cambiaran las metodologías de cálculo. Poste-riormente, de marzo de 2019 a diciembre de 2020 la deuda externa medida con nueva me-todología se incrementó de 38.914 millones de dólares 39 a 45.367 millones,40 incluyendo 4 mil millones de dólares provenientes del acuerdo con el FMI alcanzado en octubre.El acelerado endeudamiento externo públi-co (a un ritmo que no se ha visto antes en la historia del Ecuador) podría reflejar una eco-nomía dolarizada que depende cada vez más de la deuda para sostener su actividad, sobre todo en épocas de precios bajos del petró-leo41 (más si se considera el importante papel que tiene el Estado en la economía ecuato-riana y hasta en las propias exportaciones petroleras). Muestra de ello es que, ante la crisis del coronavirus, los requerimientos de financiamiento del Ecuador para 2020 ter-minaron sumando 8 mil millones de dólares, monto equivalente al 14 % del PIB.42Figura 7. Resultados del sector público no financiero (millones de dólares)Fuente: BCE. Elaboración propia. 38 Ver el boletín de deuda publicado por el Ministerio de Economía y Finanzas: https://www.finanzas.gob.ec/wp-con-tent/uploads/downloads/2019/04/Bolet%C3%ADn-Deuda-P%C3%BAblica-Marzo-2019_OK.pdf39 Ver el Boletín de deuda publicado por el Ministerio de Economía y Finanzas: https://www.finanzas.gob.ec/wp-con-tent/uploads/2020/01/Presentacion-Boletin-de-Deuda-Publica-diciembre-2019.pdf40 Ver el Boletín de deuda publicado por el Ministerio de Economía y Finanzas: https://www.finanzas.gob.ec/wp-con-tent/uploads/downloads/2020/11/Presentacio%CC%81n-Boleti%CC%81n-de-Deuda-Pu%CC%81blica-Octu-bre-2020_30112020.pdf41 Al respecto, ver el trabajo ya citado de John Cajas Guijarro, Doménica Cárdenas y Anthony Pozo (2021).42 Ver el artículo de Consultora Multiplica (2020, 16 de diciembre).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal17De hecho, en 2020 el Gobierno central (queen ningún momento buscó alternativas) se vio forzado a adquirir nueva deuda externa para solventar pagos de salarios y otros gastos corrien-tes, además de evitar que se “rompieran” las cadenas de pagos con proveedores del Esta-do.43 Como ejemplo de esta dependencia se puede mencionar que, ni bien el gobierno deMoreno recibió el primer desembolso de casi 2 mil millones de dólares por parte del FMI en octubre, gran parte del dinero se usó para cubrir varios atrasos acumulados por meses.44Si la dependencia en la deuda externa de-vela potenciales problemas de liquidez y en las cadenas de pagos del país, la situación de la deuda interna también grafica esta grave problemática. Según datos del Ministerio de Economía y Finanzas, para diciembre de 2020 la deuda interna sumó 17.796 millones de dólares, de los cuales alrededor de 8 mil millones corresponden a bonos de deuda pública interna adquiridos por el Banco del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (Biess) y unos 2,9 mil millones de dólares en bonos adquiridos por el Banco Central del Ecuador (sin mencionar los millones de dólares que la seguridad social de la Policía, Isspol, invirtió en bonos de deuda interna ecuatorianos, pero que luego fueron emplea-dos en turbias operaciones financieras45). En el caso de la seguridad social, la deuda interna implica un escenario complejo: los bonos de deuda interna presentan casi 40 % del portafolio de inversiones del Biess. Si aquí sumamos la reducción en los aportes recaudados por el IESS en 2020 (542 mi-llones de dólares menos de aportes en com-paración con 2019, de enero a noviembre), una fuerte mora patronal, es decir, el incum-plimiento de las obligaciones que tienen los empresarios con la seguridad social (1.639 millones de dólares hasta septiembre), y la dependencia en las transferencias estatales bajo el contexto de una deuda que aún no está del todo aclarada,46 se obtiene como consecuencia que la seguridad social ecuato-riana podría enfrentar potenciales problemas de liquidez (que, al momento, se sobrellevan hasta con fondos de deuda externa). En 2014 el Ecuador, que ya desde 2009 recu-rrió al financiamiento proveniente de China,regresó a los mercados financieros con el be-neplácito del FMI.47 En aquel momento se co-locaron 2 mil millones de dólares en bonos en el mercado internacional, cuando los precios del crudo bordeaban los 100 dólares por ba-rril. Quién diría que a partir de ese momentoel país iniciaba un nuevo proceso de endeu-damiento agresivo, y de mayor dependencia económica y política de los capitales financie-ros y los organismos multilaterales. Tal como se mencionó, desde entonces la deuda pública externa se disparó: de 17,5 a 45,3 mil millo-nes de dólares entre diciembre de 2014 y di-ciembre de 2020, un aumento de casi 160 %; además, la deuda interna en el mismo periodopasó de 12,5 a 17,7 mil millones (Figura 8).4843 Para mayores detalles sobre el problema de la deuda externa ecuatoriana, ver el artículo escrito por John Cajas Guijarro y Carlos Pástor (2020, 26 de septiembre). 44 Ver el artículo de Wilmer Torres (2020, 19 de octubre). 45 Al respecto, ver la nota de Primicias (2020, 20 de octubre). 46 Ver el artículo de Wilmer Torres (2020, 16 de diciembre). 47 Consultar el artículo de Alberto Acosta (2014, 9 de septiembre).48 Ver nota de Wilmer Torres (2021, 22 de enero).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal18Desde 2015, en especial, al país se le volvió extremadamente costosa la colocación de más deuda externa a través de bonos, con un índice de riesgo país que se ha disparado. En efecto, mientras que a septiembre de 2019 el indicador fluctuaba en algo más de 600 pun-tos, entre marzo y abril de 2020 se superaron varias veces los 5.000 puntos, y, para sep-tiembre de 2020, luego de la renegociación de los bonos y la firma de una nueva carta de intención con el FMI, el índice fluctuó por encima de los 2.000 puntos, aunque a las siguientes semanas de anunciado el acuerdo el índice ha ido disminuyendo a alrededor de 1.000 puntos.49 Es decir, si el Ecuador intenta emitir nueva deuda, probablemente debería Figura 8. Deuda pública externa e internaNota: Cambio metodológico desde 2019. Fuente: Ministerio de Economía y Finanzas. Elaboración propia.49 La evolución del índice de riesgo país puede revisarse en el siguiente enlace: https://www.ambito.com/contenidos/riego-pais-ecuador.html

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal19enfrentar una tasa de interés de 10 puntos porcentuales adicionales a la tasa que pagan los bonos del tesoro de Estados Unidos (que suelen asumirse como “libres de ries-go” y que, a septiembre de 2020, mostra-ron una tasa de interés de casi 1,5 % para bonos a 30 años). Si bien el riesgo país esun indicador más que cuestionable, en es-pecial por su carácter especulativo (Acostaet al., 2005), es innegable que suele usarsecomo muestra de cuán frágil se ha vueltola capacidad del Ecuador de acceder a los mercados internacionales para financiar sueconomía dolarizada.Ante la incapacidad de obtener financia-miento externo a través de bonos, y consi-derando que para 2020 el país tiene nece-sidades brutas de financiamiento por 13,5mil millones de dólares,50 el Gobierno ecua-toriano se lanzó abiertamente a solicitar el apoyo de los organismos multilaterales, sobre todo del FMI.51 De hecho, cabe re-cordar que, en marzo de 2019, el Gobiernoalcanzó un acuerdo con el FMI que termi-nó en tiempos del coronavirus, cuando el Fondo se negó a entregar los desembolsos que se habían pactado porque el país nohabría cumplido los acuerdos impuestos. Urgido por el estrangulamiento financiero,fue necesario que el país alcanzara un nue-vo acuerdo a inicios de septiembre de 2020, que, para colmo, era una de las condicionesque “impusieron” al Gobierno ecuatorianolos acreedores privados en el proceso de re-negociación de los bonos de deuda externa en agosto de 2020. Ante una crisis estructural tan compleja y con perspectivas tan difíciles, el Gobierno no ha cambiado de rumbo su política económi-ca. Las urgencias fiscales priman por sobre otras urgencias, como las sanitarias. Así, el Gobierno se ha preocupado más por enviar mensajes de conciliación y renegociación a sus acreedores externos, que por transmitir claridad en lo que respecta a las políticas sanitarias y a la misma información oficial sobre el avance de la pandemia del coronavi-rus en el país. En efecto, la gestión gubernamental ha busca-do mantener a toda costa “buenas relaciones” con el mercado financiero internacional. Enplena pandemia, cuando escaseaban los recur-sos para la salud, se prefirió atender el serviciode la deuda externa. Basta indicar que, mien-tras que entre marzo y abril de 2020 en elEcuador se registraron más de 13 mil muertesoficiales por encima del promedio histórico(según información del Registro Civil52), para el mismo periodo el Gobierno central pagó 1.882 millones de dólares en el servicio de la deuda externa: por cada fallecido, en prome-dio, el Gobierno central pagó más de 143 mildólares en servicio de deuda externa. Se privi-legió el pago antes que proveer de recursos aun sistema de salud, que, en esos mismos mo-mentos, carecía de insumos para enfrentar el punto más grave de la pandemia, sobre todoen la provincia de Guayas.Aunque tal situación es indolente, no es nueva. En 1999, cuando Ecuador caminaba a la crisis financiera, Ana Lucía Armijos, 50 Ver el artículo de El Universo (2020, 15 de julio).51 Consultar el artículo de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro (2019, 15 de marzo). 52 Ver el artículo de John Cajas Guijarro (2020, 25 de mayo).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal20gerente general del Banco Central, declaró, en un programa organizado por la Unión Nacional de Periodistas, que “primero es la deuda externa, después lo social […] si se sigue aplazando su pago, la deuda crecerá, estrangulando toda posibilidad de desarrollo y sin desarrollo es imposible el pago de la deuda social”.53Entonces, como ahora, Ecuador no buscó un trato preferente con los organismos multila-terales de crédito. Así, en marzo, con el país colapsado por la pandemia, cuando escasea-ban recursos y hasta insumos para las deman-das sanitarias, el Gobierno prefirió cancelar 340 millones de dólares por el capital de los Bonos Global 2020, y postergó el pago de los intereses, mientras buscaba desesperadamen-te nuevos créditos.54 De hecho, entre enero y julio de 2020, solo el Gobierno central ha pagado casi 3.600 millones de dólares en ser-vicio de la deuda externa, según información del Ministerio de Economía y Finanzas.55Además, en plena pandemia, se adecuaronvarias medidas económicas, a fin de alcanzaruna renegociación de la deuda externa queevitara una avalancha de pagos de deuda por bonos a corto plazo (que arrancaba jus-tamente en 2020 y se volvía crítica desde 2022) y que permitiera al Gobierno acceder a más financiamiento. Y las paradojas no faltan: después de haber criticado duramente los créditos con China contratados durante el gobierno anterior, el gobierno de Moreno llegó incluso a plantear la adquisición demás deuda externa con el gigante asiático: se llegó a hablar de 2 mil millones de dólares provenientes de China,56 que se sumarían a los 6.500 millones de deuda acordados con el FMI a inicios de septiembre de 2020, aunquela llegada efectiva de los recursos asiáticos semantiene en la incertidumbre.Aquí tampoco se puede dejar de mencionar la renegociación que alcanzó el Ecuador (al posponer el pago de intereses, pero sin caer en moratoria) con varios acreedores de bo-nos privados a fines de agosto de 2020. El monto involucrado superaba los 17 mil mi-llones de dólares. Con esa renegociación, el país alcanzó una reducción del capital y del servicio de la deuda. De por medio estuvo el requisito de que el Gobierno se “autoimpusiera”—presionado por los acreedores privados— alcanzar un acuerdo con el FMI.5753 Ver diario La Hora, Quito (1993, 26 de mayo).54 Esta cifra se opacó poco después: en abril, el Gobierno debió pagar 865 millones de dólares de capital y 71 millo-nes de dólares en intereses y comisiones por concepto de deuda externa a Goldman Sachs, Credit Suisse e ICBC Standard Plc. Gran parte de estos egresos resultan de una operación especulativa realizada por el actual Gobierno, que colocó bonos en el mercado internacional con una tasa de un 6 % y los apalancó con una garantía de más de 2 millones de dólares de otros bonos; así, cuando cayó la cotización de esos bonos de garantía, el Gobierno tuvo que apuntalar las garantías.55 Ver el Boletín de deuda pública interna y externa, publicado por el Ministerio de Economía y Finanzas: https://www.finanzas.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2021/03/Presentacion-Boletin-de-Deuda-Publica-Diciem-bre-2020_03032021.pdf56 Ver el artículo de Pichincha Comunicaciones (2020, 3 de marzo). 57 Cabe agregar que, antes del acuerdo de inicios de septiembre de 2020, el Ecuador accedió a un crédito —sin condicionamientos— de 643 millones de dólares del FMI. Este crédito es de un monto más bajo y se adquirió con mayor lentitud al que accedieron otras economías complicadas por la pandemia del coronavirus: Perú y Colom-bia obtuvieron créditos similares, por un monto que bordea los 11 mil millones de dólares, cada uno.

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal21Pese a tantos esfuerzos por congraciarse con los acreedores, y con los organismos de crédito, y más allá del alivio temporal en el servicio de la deuda, es poco lo que el país alcanzó con la renegociación. Para sostener esta afirmación, se podrían destacar varios los puntos:• Lo que se consiguió es apenas un alivio en el servicio de la deuda. Si no se resuelven los problemas estructurales de la econo-mía ecuatoriana, las necesidades de en-deudamiento persistirán y, por tanto, solo se está aplazando en el tiempo un proble-ma que puede estallar tarde o temprano según las circunstancias: la falta de acceso a dólares que permitan sostener la liqui-dez y el ritmo de actividad de la economía ecuatoriana, que se mantiene como una amenaza permanente.• Esa posibilidad se complica al conside-rar que el próximo gobierno heredará la renegociación con mínima posibilidad de alcanzar nuevas mejoras. Así, ante la adquisición de nueva deuda, en algún momento, si no hay transformaciones es-tructurales, puede volver la acumulación abrupta de pagos que el país está tempo-ralmente evitando.• Fue una pobre negociación, teniendo en cuenta la realidad de crisis de la economía mundial y el descalabro de la economía ecuatoriana. Incluso el alto número de acreedores que aceptaron con tanta rapi-dez los términos de la renegociación mues-tra que, posiblemente, el Ecuador pudo ser mucho más ambicioso. Sobre todo, pudo haber planteado la renegociacióndestacando lo que significa la pandemia, que causó la tragedia de más de 10 mil muertes en exceso en Guayas, mientras exis-tía una clara ausencia de insumos médicos.• En ningún momento se buscó alguna rela-ción de apoyo mutuo con Argentina, que en ese momento renegociaba su deuda (y tampoco con otros países del mundo), para conseguir conjuntamente mejores términos en sus respectivas negociaciones de deuda. En un momento en que mu-chas voces a nivel internacional sugerían una moratoria de la deuda, hasta se podía plantear con fuerza una renegociación en bloque de las deudas externas de aquellas sociedades más golpeadas por la pande-mia del coronavirus.• Como siempre, se negoció en un marco de total secretismo y pésimo manejo de la información. Basta recordar cómo el Gobierno anunció precipitadamente la renegociación como un gran logro po-lítico, pese a que el proceso todavía noconcluía. Muestra de ello es que en nin-gún momento se elaboró y se presentó a la población un estudio técnico mínimo que justificara las condiciones de la re-negociación.• Más allá de los alivios en la deuda (era el colmo que no se consiguiera al menos eso), el gobierno morenista no buscó un arreglo apegado a la real capacidad de pago del Ecuador en medio de la pan-demia del coronavirus; solo se impuso la lógica de los mercados.

Asimismo, sobre el proceso de renegociación de la deuda emergen varias inquietudes. ¿Qué evidencia objetiva existe de que, si el Ecuador no pagaba los 340 millones de dólares en marzo, no hubiera alcanzado la renegociación y los préstamos anunciados con el FMI? Desde hace años los mercados financieros conocían la frágil situación dela economía ecuatoriana y cómo, pese a ello, el país ha ido cumpliendo sus obliga-ciones financieras. Con ese precedente, ¿no hubiera sido entendible que el país entrara temporalmente en default, solicitara una renegociación urgente en la mitad de una pandemia global, y suspendiera todo pago de deuda externa en marzo de 2020 bajo el compromiso de que ese dinero iría exclusi-vamente para proveer de recursos e insumos a su sistema de salud? Penosamente, lo más probable es que estasdudas queden sin responder. Como siem-pre, las decisiones económicas más impor-tantes quedan supeditadas a las lógicas dediferentes grupos de poder, mientras quelas “justificaciones técnicas” se dejan paramás adelante o se guardan en el baúl delolvido. El saldo está muy claro para la polí-tica económica del gobierno de Lenín Mo-reno: la eterna deuda primero,58 la vida y el país después…59

 

Una dupla perversa: pandemia y pandemonio neoliberal

Entre viejas recetas y crueles ajustesSin duda, la coyuntura del coronavirus agra-va los problemas que afronta la economía ecuatoriana. Entre esos problemas, podemos enfatizar el menor peso de la inversión so-bre el total de la economía que, entre 2014 y 2019, se redujo del 27 % al 23 % del PIB. Sin entrar en un análisis de la calidad de las inversiones del sector público, al respecto puede revisarse el plan anual de inversio-nes60 que, entre 2014 y 2019, pasó de 7.607 a 2.033 millones de dólares (en términos devengados), lo cual implica una contrac-ción de 5.574 millones;61 para noviembre de 2020, el plan de inversiones alcanzó 2.061 millones. El resultado más contundente de estas cifras es que, en 2019 y 2020, el plan de inversiones públicas se ha estancado en niveles mínimos similares a 2008 (cuando alcanzó 2.140 millones de dólares). Es decir, en montos de inversión pública, el Estado ecuatoriano prácticamente ya ha sufrido una década de retroceso. Por cierto, el hecho de que el plan de in-versiones de 2020 sea ligeramente superior al plan de 2019 podría interpretarse como que, durante la pandemia, hubo una leve recuperación de la inversión pública. Sin embargo, esta “recuperación” se debe a que se canalizaron recursos de emergencia en el sector salud, pues, si se compara noviembre de 2020 con noviembre de 2019, puede verse que el plan de inversiones de salud aumentó de 103 a 224 millones de dólares; dinámica excepcional y distinta a sectores como edu-cación, donde hubo una reducción de 591 a 566 millones de dólares. En otras palabras, si se deja de lado el incremento excepcional en el sector salud obligado por la pandemia, la inversión pública ecuatoriana en 2020 sería incluso menor a 2 mil millones de dólares.A primera vista, la gravedad de la crisis sani-taria en Ecuador se explica por los altos re-cortes de inversiones en el ámbito de la salud pública por parte del gobierno del presidente Lenín Moreno (2017-2021). De los 353 mi-llones presupuestados en el Plan de Salud de 2017, se pasó a 302 millones en 2018 y a 186 millones en 2019. Esta caída se agrava por la incapacidad de ejecutar el monto del pre-supuesto asignado —también por presiones derivadas de la austeridad fiscal—, lo que se reflejó con una inversión real de 241 millones en 2017, 175 millones en 2018 y 110 millo-nes en 2019.Esta reducción, en el marco de la austeri-dad fondomonetarista, afectó gravemente a la disponibilidad de los insumos de salud, a la construcción de infraestructura hospita-laria, e inclusive a la existencia de personal médico, que fue despedido masivamente en 201962 —se estima que se habría separado a unas 3 mil personas. Incluso a los internos rotativos de los hospitales públicos se les re-dujo el salario en casi un 30 % (de 591 a 394 dólares), lo que impactó en contra de los sec-tores más pobres y vulnerables del país, queson los que más acuden a los servicios públi-cos de salud (Arteaga, Cuvi y Maldonado, 2019). El saldo de estas decisiones fiscales re-cesivas se tradujo en una grave afectación de la capacidad de atención en la emergencia. Sin minimizar la inadecuada decisión de reducir la inversión en salud, el problema es más complejo. El presupuesto estatal destinado al sector salud, no solo para estas emergencias, sino para sostener un sistema de salud eminentemente curativo y que mantiene partes importantes mercantiliza-das, cae, como señala con justa razón una experta en la materia, Erika Arteaga Cruz (2018), en “un tonel sin fondo”. Entonces, la tragedia sanitaria no es simplemente una cuestión de recursos o de capacidad de res-puestas ante situaciones de emergencia, sino también el resultado de un sistema plagado de falencias.Durante el gobierno de Rafael Correa (2007-2017), según la mencionada experta en salud colectiva, los logros materiales es-tán a la vista: se construyeron 13 hospitales y quedaron ocho adicionales en proceso de construcción; 61 nuevos centros de salud entre centros grandes y pequeños, y 34 centros desalud en construcción. En vacunación se pasó de 11 a 20 vacunas específicas administradas62 Desde 2011 se aplica la figura de “renuncias obligatorias”, que se implementó mediante el Decreto 813. En ese año ya hubo un considerable número de despedidos del sector salud, que afectaron particularmente la prevención. A eso cabe sumar la desapari-ción del Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública Izquieta Pérez.

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal24por el sistema público, con una inversión de 60 millones de dólares. Se aumentó la cantidad de profesionales en salud de 9 a 20 por cada mil habitantes, y se incrementó el número de horas de trabajo de estos profesionales de 4 a 8 horas. Para 2016 se realizaron 41 millones de atenciones de salud. La inversión total en 10 años de gobierno fue de 16.188 millones. En términos de la seguridad social, también se registraron algunas ampliaciones significativas. Aunque es innegable que desde 2006 hasta 2017 se haya modernizado y ampliado la co-bertura de servicios de salud, los problemas son muchos. Cabe anotar, como indica Ar-teaga Cruz, que también se propició la acu-mulación de capital en la industria de insu-mos, farmacéuticas y aseguradoras privadas; se impulsó un debilitamiento de la seguridad social con la transferencia de fondos públicos a clínicas privadas, y no se logró que los ho-gares ecuatorianos gastaran menos en salud. Por ejemplo, para 2014 los hogares ecuatorianos continuaban asumiendo los principales desembolsos en salud con un 45 % del total del gasto [de salud a nivel nacio-nal] como gasto de bolsillo mientras, que un 29 % pertenece al gobierno y solo un 23 % a la seguridad social. (Arteaga, Cuvi y Maldonado, 2019) La cobertura universal en salud, vista como un derecho —un objetivo loable—, resulta una quimera al mantener la visión curativa propia del paradigma clínico, asistencia-lista y mercantilista, con soluciones están-dar. Otro déficit significativo fue obviar el enorme potencial de la salud preventiva, y los conocimientos ancestrales de culturas y pueblos indígenas, que pueden ser un pilar de un vigoroso sistema de salud sustentado en prácticas comunitarias y participativas. Esta situación se agudizó con el gobierno de Moreno.Este sinfín de complicaciones se volvió aún más enredado con los efectos que provoca la sumisión del Ecuador a los acreedores de su deuda externa. Ya antes del primer acuerdo alcanzado con el FMI durante el gobierno de Lenín Moreno, se notaba que las medidas económicas adoptadas no eran capaces de “reactivar” la producción y el empleo. Esta realidad —conociendo la experiencia con las políticas fondomonetaristas— no implica la más mínima sorpresa. Incluso se podría plantear que esas medidas —tal como su-cedió con las anteriores cartas de intención: 18 en total, la mitad entre 1961 y 1972, y las otras entre 1993 y 2003— han exacerbado el estancamiento y el deterioro social del país, por un mayor énfasis en la aplicación de recortes hasta en áreas sensibles. Cabe anotar que el Gobierno del Ecuador ha fir-mado ya dos acuerdos con el FMI: el prime-ro en marzo de 2019, que —como ha suce-dido casi siempre— no pudo completarse, y el segundo en septiembre de 2020.Apenas como muestra de ello se puede mencionar a los significativos recortes de inversiones en salud pública, que se refle-jan, por ejemplo, en la caída de los montos presupuestados para el Plan de Salud: 353 millones de dólares en 2017, 302 millones en 2018 y 186 millones en 2019. Esto se agrava por la subejecución presupuestaria de los ministerios —también por presiones de la

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal25austeridad fiscal—, que se evidencia en una inversión real de 241 millones en 2017, 175 millones en 2018 y 110 millones en 2019 (en este año, además, se despidió más de 3000 profesionales de la salud pública).63 Junto con estos recortes, podemos incluir una serie de retrasos en el Presupuesto General del Estado que, a agosto de 2020, sumaron casi 4 mil millones de dólares;64 se incluyen los retrasos en los pagos a todas las personas tra-bajadoras de la salud que enfrentan el coro-navirus desde la primera línea. Estos retrasos han sido persistentes, y se lograron reducir solo cuando el Ecuador recibió recursos del crédito adquirido con el FMI en octubre.La necesidad de enfrentar la crisis sanitaria —en medio de un contexto global de crisis— llamaba a que el Gobierno abandonara su rumbo neoliberal.65 El Ecuador necesita construir alternativas propias, elaboradas de forma rigurosa y sin dogmatismos neolibe-rales, contextualizadas a la realidad y a las urgencias del país. Y no solo medidas rigu-rosas, sino, sobre todo, apegadas a profun-dos criterios de solidaridad, redistribución y sustentabilidad, que garanticen la vida por encima de todo, y planteen como horizonte una economía y una sociedad amparadas en la reciprocidad y la sustentabilidad, en la igualdad y la equidad, sobre bases de cre-ciente democratización.Pese a esa urgencia, a lo sumo el Gobierno ha intentado desplegar medidas puntuales para tratar de obtener recursos usando los depósitos del sector público, estableciendo retenciones o adelantos en el pago de im-puestos e ignorando el oro de la reserva mo-netaria. Fugazmente al inicio de la pande-mia, en 2020, se planteó una reforma legal con algún criterio de solidaridad, sin embar-go, terminó en un mero anuncio.A la postre, se terminaron presentando de forma fragmentada varias medidas econó-micas, entre las que se destacan aquellas aprobadas por las leyes de Apoyo Humanitario COVID-19 y de Ordenamiento de las Finanzas Públicas, así como otras disposiciones.El análisis profundo de estas normas, junto con una estimación de sus potenciales efectos, es una tarea de futuras investigaciones.66 Sin embargo, solo con mirar algunos puntos medulares de las propuestas, puede notarse que los criterios de solidaridad se encuentran prácticamente olvidados: • Se estableció un régimen especial de acuerdos privados, el cual reemplaza las disposiciones legales previamente vigentes en las negociaciones entre empresas y tra-bajadores, arrendatarios e inquilinos, deu-dores y acreedores. Aquí lo medular es la flexibilidad laboral. En concreto, el Estado63 Además de los recortes, hay otros problemas de fondo en el sector de la salud, pues es insostenible mantener la visión curativa del paradigma clínico, asistencialista y mercantilista, por más hospitales que se construyan. Tales problemas se agudizaron por una silenciosa privatización de la salud en el gobierno de Rafael Correa, la cual aceleró la acumulación capitalista del complejo médico industrial. Todos estos elementos están en la base de la brutal expansión del virus en este país andino, particularmente en la ciudad de Guayaquil, en donde se reproducen con especial crudeza las desigualdades sociales.64 Ver el artículo de Eva Acosta (2020, 3 de septiembre). 65 Ver el artículo de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro (2018, 1 de septiembre). 66 Para mayores detalles de estas leyes, ver el artículo de John Cajas Guijarro (2020, 3 de junio).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal26deja de garantizar derechos, ingresos y estabilidad laboral bajo el supuesto argu-mento de “salvar empleos”. • En el sector público se planteó reducir dos horas de trabajo a los servidores públicos, con la consiguiente reducción de sus remuneraciones en un 16 %; re-ducir una hora de trabajo del magisterio, con la disminución de sus ingresos en un 8 %; se exceptúa a la fuerza pública y a trabajadores de la salud (en algunos casos, la reducción de la jornada laboral es de hasta cuatro horas, con la consecuente disminución del salario). En la práctica, hay una mayor intensificación del trabajo y de la explotación: más carga laboral por menos salario.• Tal flexibilización laboral y sus efectos ad-versos sobre los ingresos de amplios gru-pos de trabajadores crean incertidumbres sobre la futura capacidad de compra de la población e incluso sobre los aportes futu-ros a la seguridad social. Como siempre, la flexibilización se ha adoptado sin una evidencia clara de cuáles podrían ser sus efectos inmediatos y de largo plazo.• Cambios en el gasto público y la planifica-ción económica: es decir, ¿adónde van los recursos del país?, ¿quién y cómo se toman las decisiones?, ¿cómo se obtiene dinero para financiar el gasto y la inversión del sector público? • Se determinó también que la autoridad máxima que regula las políticas de sosteni-bilidad fiscal, es decir, que decide sobre la conducción de las finanzas públicas, es el Ministerio de Economía y Finanzas. Esto genera una mayor pérdida de trascenden-cia de la planificación del Estado a través de la Secretaría Nacional de Planificación (Senplades) —ahora Secretaría Técnica Planifica Ecuador—, tal como sucedía hace un poco más de 20 años, cuando era la Junta Monetaria el eje del control económi-co global. Así se consolida la paradoja de que en un momento de extremas incerti-dumbres, cuando más se necesita planificar con claridad, rigurosidad y transparencia la política económica, se vuelve a golpear a la institucionalidad necesaria para la pla-nificación. Es como si, en plena tormenta y con la incertidumbre de cualquier acciden-te, se dejara a este barco de papel llamado Ecuador a la deriva.67• Aprovechando la caída del precio del pe-tróleo (y su estabilización en un nivel rela-tivamente bajo), el Gobierno eliminó los subsidios a los combustibles y dejó que sus precios fluctuaran con un margen de va-riación (bandas) del 5 %. Tal medida ha permitido que los precios de las gasolinas y del diésel aumenten paulatinamente. Y, para completar esta medida, en la Carta de Intención —número 20 de la ya larga y compleja historia del Ecuador con el FMI— se propone establecer un impuesto a la gasolina.• En línea con políticas desplegadas en gobiernos anteriores, especialmente en el gobierno del correísmo, se alientan los extractivismos minero, petrolero y agroex-portador. De esta manera, se atropella a 67 Al respecto, ver el artículo de John Cajas Guijarro (2020).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal27la Constitución y a las leyes, así como a las comunidades y al medioambiente, es decir, se impone el capital sobre el ser hu-mano y la naturaleza.68• Se insiste en las privatizaciones (llamadas monetizaciones), en establecer alianzas público-privadas, en delegar a privados de la administración de activos público e in-cluso en cerrar varias empresas públicas, como el ferrocarril, el servicio de correos, TAME —la línea aérea del Ecuador—, entre otras.• Se establece todo el contexto para viabi-lizar la firma de otro Tratado de Libre Comercio (TLC). Además del tratado que ya firmó el gobierno de Lenín Moreno con Chile, ahora se quiere firmar uno con los Estados Unidos (cabe recordar que se firmó el primer TLC con la Unión Euro-pea en 2016,69 con el gobierno de Rafael Correa).Al revisar esta lista —siempre preliminar— de algunas medidas económicas adoptadas por el gobierno de Lenín Moreno en estos últimos años, surge la duda de en qué otra época el Ecuador se arrojó tan decididamen-te a los brazos del neoliberalismo. Podría hasta pensarse en un análisis histórico-com-parativo con otras épocas, para comprender cuán acelerada es la marcha del país hacia un rumbo de liberalización exacerbado y, quizá, sin retorno, al menos dentro de varias décadas. Asimismo, cabría analizar el ritmo de esa marcha neoliberal a la luz de los re-sultados del complejo escenario electoral que le espera al Ecuador en 2021 (con una segunda vuelta cuya resolución deja más du-das que certezas). Un mayor deterioro de las condiciones de vidaAdemás del estancamiento de la produccióny de los ingresos, del deterioro del empleo y de la descomposición social, la crisis ecuato-riana se expresa en muchas otras dimensio-nes. En términos de consumo, por ejemplo, hay patrones preocupantes. Según informa-ción de las tablas de oferta-utilización di-fundidas por el Banco Central,70 entre 2013 y 2019, se registró una reducción del gasto promedio de consumo por habitante en leche elaborada (de 2,66 a 2,31 dólares mensuales a precios constantes de 2007, que implica unacontracción de 13 %), y se redujo el gasto por habitante en arroz pilado, blanco y pulido (de 3,24 a 2,20 dólares mensuales a precios de 2007, una caída de 32 %). Cabe recal-car que, como las magnitudes se miden aprecios constantes de 2007, necesariamente implican contracciones en cantidades con-sumidas y dejan de lado el efecto de los pre-cios (p.ej. menos consumo de litros de leche y de toneladas de arroz); por cierto, los pre-cios de estos productos también han sufrido estancamientos y tendencias a la baja (acor-des con el comportamiento deflacionario de68 Consultar el texto de Alberto Acosta et al (2020, 24 de julio). 69 Sobre los primeros efectos de este TLC, se recomienda el libro de John Cajas Guijarro (2018), Los capos del comercio. Concentración, poder y acuerdos comerciales en el Ecuador: un preludio. 70 Información disponible en: https://contenido.bce.fin.ec/documentos/PublicacionesNotas/Catalogo/CuentasNa-cionales/Anuales/Dolares/IndiceCtasNac.htm

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal28la Figura 6, pero causados por esa misma contracción del consumo).Estos datos muestran que, antes de la pan-demia, ya se registraban en el país un estan-camiento y una reducción de la demanda de los hogares en algunos productos alimenticios sensibles. Con la crisis del coronavirus, el problema de demanda se ha agravado, como ejemplifica la caída de 34 % en las ventas deleche entre marzo y noviembre de 2020.71 De mantenerse semejantes tendencias, varios ma-les no resueltos por décadas, como la desnutri-ción infantil, posiblemente se irán agravando, como empiezan a sugerir algunas fuentes.72También se puede asociar el problema de demanda en la economía ecuatoriana con las tendencias de estancamiento de precios y hasta deflacionarias vigentes durante los úl-timos años, y sobre las cuales ya hablamos antes (Figura 6). En concreto, desde 2017 se ha vuelto común que la inflación men-sual en el Ecuador marque valores negativos, que indican que el índice de precios al consu-midor ha sufrido reducciones, las cuales se han agravado en 2020. Según información del INEC,73 de abril a diciembre de 2020, este índice de precios se redujo en -2,18 %, mientras que el índice de precios corres-pondiente a alimentos se redujo en -6,14 %. El hecho de que se registre una importantedeflación o caída de precios en alimentos durante la pandemia podría indicar que, ante la caída de ingresos y de demanda de la población, sobre todo pequeñas y media-nas empresas se han visto obligadas a redu-cir los precios para sostener sus ventas. Ese es el caso, por ejemplo, del arroz o la propia leche, cuyos precios muchas veces no llegan a cubrir ni siquiera sus costos de producción.74La caída de la demanda de los hogares se exacerba con la reducción y estancamien-to de la demanda del Gobierno en inversión pública. En efecto, mientras que la inversión pública se desploma, el gasto social o, mejor dicho, la inversión social específica para edu-cación y salud del Gobierno central perma-nece por debajo de los montos asignados al servicio de la deuda pública (amortizaciones más intereses). Según información del Ban-co Central, mientras que en 2014, por cada dólar que el Gobierno central destinó para pagar su deuda, 1,17 dólares se asignaron para salud y educación, entre 2015 y 2019 el monto se redujo a 71 y 66 centavos, respecti-vamente. En cuanto a 2020, por cada dólar pagado al servicio de la deuda, el Gobierno central destinó solo 85 centavos a salud y educación (ver Figura 9). Por tanto, ni siquiera con la crisis sanitaria y con la renegociación de parte de la deuda externa (renegociación cargada de contro-versias, como ya se indicó antes75), ha sido posible que la inversión social supere al servicio de la deuda, como se registró hasta 71 Ver el artículo de Cristina Márquez y Fabián Maisanche (2020, 29 de noviembre).72 Ver, por ejemplo, el artículo de Jonathan Machado (2020, 25 de septiembre). 73 Ver la información del INEC del índice de precios al consumidor, https://www.ecuadorencifras.gob.ec//indi-ce-de-precios-al-consumidor/ 74 Ver el artículo de Milton Castillo (2020, 16 de septiembre). 75 Sobre la renegociación de la deuda ecuatoriana, ver el artículo de Alberto Acosta y John Cajas Guijarro (2020, 23 de marzo).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal292014. Desde entonces, nuevamente, “el capital está sobre el ser humano”, es decir, la inversión social ha sido menor al servicio de la deuda externa, que se ha transformado en uno de los grandes objetivos de la política económica del gobierno de Moreno.En la trampa del “libre comercio”Como anotamos anteriormente, la caída de los precios del petróleo —atrapados por una tenaza compleja de especulación y re-cesión— mostró una vez más la fragilidad estructural de la economía ecuatoriana, por lo que debe ser un motivo de permanente preocupación la relación económica del Ecuador con el resto del mundo. Además de los complejos vínculos financieros ya analizados, la economía, e incluso la vida sociopolítica del país, están fuertemente con-dicionadas por los términos en los cuales se interviene en el comercio mundial y la muy baja influencia que en dicho comercio; todo bajo una situación de enorme vulnerabilidad, al no disponer ni de una mínima estrategia para intervenir en los mercados globales ni de una política cambiaria autónoma. El limitado peso del país en las estructu-ras del comercio global responde, entre otras razones, al lugar asignado al Ecuador —desde la época colonial— en la división internacional del trabajo como proveedor de productos primarios. Incluso los acuerdos de preferencias arancelarias con los Estados Unidos y con Europa, además del Tratado de Libre Comercio firmado con la Unión Europea desde 2016, han contribuido a profundizar el carácter primario exportador del Ecuador y a consolidar el poder de “los capos del comercio”: grandes importadores y exportadores que concentran los flujos económicos del país con el resto del mundo (Cajas Guijarro, 2018). A su vez, los acuerdosFigura 9. Ratio inversión educación y salud / servicio de deuda pública (Gobierno central)Nota: Bajo la línea se ubican datos donde el servicio de la deuda supera a la inversión social en educación y salud. Fuente: BCE. Elaboración propia.

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal30arancelarios en la Comunidad Andina terminaron agotándose en retóricas integra-cionistas que solo forzaron el aperturismo de las economías de la región. En definitiva, aparte de la división internacional del tra-bajo, los acuerdos comerciales y los fallidos intentos integracionistas han reforzado la dependencia ecuatoriana en las exportacio-nes primarias. Y esta tendencia aperturista a ultranza se perfila con creciente fuerza con la perspectiva de suscribir nuevos TLC.Como resultado, en más de dos décadas la estructura de exportaciones ecuatoriana prácticamente no ha cambiado, con fuerte dependencia en productos como petróleo, banano, camarón, atún, flores, cacao, los cuales —casi siempre –— han representado más del 70 % del total de las exportaciones. Semejante peso de estos productos primarios en las exportaciones ecuatorianas hace que los flujos de dólares que llegan al Ecuador sean volátiles y dependientes de los precios internacionales. Incluso podría afirmarse que el país siempre participa como un “pre-cio aceptante” en el comercio internacional, al no incorporar valor agregado o innova-ción para influir en el precio de las principa-les mercancías que exporta. Al revisar el detalle de los flujos de dólares asociados a los principales productos expor-tados por el país, se nota cuán drástica fuela reducción de exportaciones petroleras en 2015 y 2016 (de 13.016 a 6.355 millones de dólares), mientras que las exportaciones debanano y de camarón han mantenido un crecimiento moderado (Figura 10). Figura 10. Principales exportaciones ecuatorianas (millones de dólares)Nota: Exportaciones en dólares FOB. Fuente: BCE. Elaboración propia.

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal31En cuanto al destino de las exportaciones ecuatorianas, tanto en 2007 como en 2018 los Estados Unidos ocuparon el primer lugar, seguidos por Perú y un importante ascenso de la participación de China. Y, al considerar el detalle de las exportaciones ecuatorianas destinadas sobre todo a Esta-dos Unidos y a China, se identifica que el énfasis está en exportaciones de petróleo crudo y crustáceos, respectivamente. En relación con las demandas de la economíaecuatoriana desde las importaciones, en los últimos veinte años tampoco han existido cambios significativos y se ha mantenido la dependencia sobre todo en derivados de pe-tróleo, insumos industriales y hasta vehículos (Figura 11).76 El Ecuador tiene una depen-dencia estructural con el comercio mundial para abastecer sus estructuras de producción de materias primas y bienes de capital, cuya intensidad de demanda está muy correlacio-nada con el ciclo económico. En cuanto al origen de las importaciones ecuatorianas, entre 2007 y 2018 se notan dos patrones relevantes: (a) Estados Unidos se ha mantenido —y consolidado— como el principal proveedor de importaciones a Ecuador, y (b) existe un notable ascenso de China como uno de los países que más han incrementado sus ventas al país, incluso des-plazando a otros socios comerciales impor-tantes como Colombia. Al revisar el detalle de los productos importados en 2018, se observa que, desde Estados Unidos, el Ecua-dor ha adquirido en especial productos de-rivados del petróleo (más del 50 % del total importado desde el país norteamericano), y maquinaria y equipos eléctricos (alrededor Figura 11. Principales importaciones ecuatorianas (millones de dólares)Nota: Importaciones en dólares CIF. Fuente: BCE. Elaboración propia.76 Cabría recordar la fallida propuesta andina para desarrollar una industria automotriz regional, que concluyó en un esfuerzo de ensamblaje de automóviles a cargo de varias empresas transnacionales.

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal32del 15 % del total importado); en cambio, desde China, el Ecuador ha importado en especial productos eléctricos, equipos y ma-quinaria (casi 35 % del total importado des-de el país asiático).Al comparar en conjunto la composición de las exportaciones e importaciones ecua-torianas, en el caso de Estados Unidos se nota que el principal vínculo comercial se da mediante el petróleo: Ecuador exporta principalmente petróleo crudo e importa derivados de petróleo. En el caso de China, el Ecuador exporta sobre todo productos primarios como crustáceos (en especial ca-marones), e importa productos eléctricos y maquinaria. Estos ejemplos del comercio exterior ecuatoriano con los principales cen-tros del capitalismo mundial son un reflejo del papel periférico y dependiente de la eco-nomía ecuatoriana, en tanto que depende fuertemente de Estados Unidos y de China para conseguir los derivados de petróleo, y los equipos y maquinarias que requieren las estructuras productivas del país. En contra-partida, el Ecuador provee a ambos centros capitalistas de productos primarios. La dependencia importadora en bienes de capital y de insumos para producir presiona fuertemente a la expulsión de dólares de la economía; esto ha configurado una estructu-ra de circulación de divisas con el resto del mundo, que refuerza el patrón extractivo de la economía ecuatoriana.

que por una mejora estructural en términos de disminución de la dependencia de expor-taciones primarias. Así, la “mejora” de la balanza comercial no petrolera entre 2013 y 2017 es resultado de una drástica caída de las importaciones, que, paradójicamente, se debe a una menor actividad económica (la economía ecuatoriana es altamente impor-tadora, al punto que, cuando entra en crisis, sus importaciones tienen a caer de forma agresiva y procíclica). Al revisar estos balances comerciales (en términos monetarios), se nota el problema estructural que mencionamos: si se deja delado al balance comercial petrolero (fuerte-mente debilitado desde 2015), se tiene que el balance comercial no petrolero ecuatoria-no siempre es deficitario; es decir, el país im-porta más de lo que exporta si se omite a la dinámica petrolera. Así, a causa de la fuertedependencia importadora, sobre todo de la estructura productiva ecuatoriana de deriva-dos del petróleo y de “bienes de capital”, los dólares que llegan al país gracias a las ex-portaciones petroleras son mucho menores de los que llegarían si el país no sufriera de tal dependencia. La persistente tendencia negativa de la ba-lanza comercial no petrolera es un claro síntoma de un problema estructural que aqueja al país por décadas; asimismo, es una muestra de que la “transformación de la matriz productiva” —sobre todo impulsada por el gobierno de Rafael Correa— no tuvo incidencia e incluso terminó fracasando en la mayoría de sus objetivos (Acosta y Cajas Guijarro, 2018, cap. 4). Ecuador no solo se mantiene como un país que suministra recursos naturales al merca-do mundial, sino que esta característica seahondó en la medida en que se ampliaron las actividades petroleras, mineras y primarias agroexportadoras. A su vez, no ha existido ninguna tendencia relevante a la sustitución de importaciones por producción local; un ejemplo extremo es la Refinería del Pacífico, cuya construcción —quizá en proporcio-nes más realistas a las originalmente plan-teadas— hubiera significado importantesahorros al Ecuador por una menor necesidad de importar derivados de petróleo (penosa-mente el proyecto quedó reducido a un terre-no aplanado y alrededor de 1.500 millones de dólares desperdiciados).Por cierto, sobre las exportaciones ecuatoria-nas en medio de la pandemia del coronavirus cabe una puntualización. Comparando 2020 con 2019, se nota que mientras las exporta-ciones petroleras se han reducido en 3.429 millones de dólares, las exportaciones no petroleras han aumentado en 1.326 millones, con un crecimiento destacado sobre todo del banano (con un aumento de 373 millones de dólares). Este aumento de las exportaciones no petroleras podría responder a un con-sumo sostenido de banano, en especial por parte de la Unión Europea:77 parecería quela preferencia del mercado europeo por el banano ecuatoriano se sostuvo pese a lapandemia. Inclusive se podría incorporar en este análisis el crecimiento de productos “nuevos” en las exportaciones ecuatoria-nas,78 como el palo de balsa —destinado a construir equipos de generación de energía eólica—, cuyas ventas externas a China au-mentaron en más de un 800 % en un año y desataron graves procesos de deforestación sobre todo en varias regiones amazónicas. De todas formas, queda pendiente una dis-cusión más profunda incluso sobre poten-ciales cambios futuros de preferencias en los principales mercados a los que se dirigen los productos primarios del país.79En cuanto a apertura comercial, las tenden-cias son preocupantes si se destaca la sosteni-da preferencia de los gobiernos ecuatorianos por suscribir varios Tratados de Libre Co-mercio (TLC), que configuran una suerte de camisa de fuerza a la que las élites locales y transnacionales quieren atar cada vez más al país. A la firma del TLC con la Unión Eu-ropea (UE), en el gobierno de Correa, le si-guieron la del TLC con la Asociación Euro-pea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés) y el TLC con Chile en el gobierno de Lenín Moreno. Esto plantea nuevos TLC, uno de estos con México, que estaría bastante avanzado, para así poder ingresar en la Alianza del Pacífico, y luego continuar firmando TLC con otros países. Este proceso merece ser destacado, y en algún momento deberá analizarse con detenimiento la firma de un potencial TLC entre Ecuador y los Estados Unidos, que ya suscribieron —al finalizar el complejo año 2020— un acuerdo comercial de primera fase con el gobierno de Moreno.Desde una perspectiva de economía política, la firma del TLC con Europa dejó abierta la puerta para más TLC. De hecho, el propio TLC con la Unión Europea firmado no se tomó por una mera cuestión pragmática: En realidad […] nunca hubo una rup-tura total [en las negociaciones del acuerdo comercial durante el gobierno de Correa, en 2009], sino una interrup-ción temporal que se usó como presión para conseguir ventajas en las expor-taciones bananeras. Es decir, la inte-rrupción no fue porque el gobierno de Correa estaba en contra de un Tratado. […] simplemente buscó defender los intereses particularmente de aquellos nueve grandes capos80 que controlan más de la mitad de las exportaciones de banano al bloque europeo […]. En otras palabras, el TLC con la UE no fue más 78 Al respecto, ver la entrevista recogida en Líderes (2020, 2 de septiembre).79 Incluso puede plantearse, para una discusión futura, la posibilidad de que existan cambios en los patrones globales de consumo que podrían afectar a la forma como el Ecuador se anexa al mercado mundial. Como es bien sabido, des-pués de crisis tan complejas como la que estamos viviendo —piénsese en las épocas posteriores a la Gran Depresión de los años treinta y la conocida con Segunda Guerra Mundial—, las conductas individuales y colectivas experimen-taron transformaciones que marcaron el curso de la historia, en términos económicos, sociales, políticos, además de una multiplicidad de fenómenos culturales. 80 Estos nueve “capos” incluyen a los grupos económicos El Rosado / Bananera Noboa, Ubesa, Reybanpac, Cipal y Obsa, y a las empresas Tropicalfruit, Asoagribal, Banacali, Frutaric, Asisbane y Cabaqui. Entre 2013 y el primer semestre de 2018 concentraron el 56,4 % de las exportaciones bananeras a la Unión Europea (Cajas Guijarro, 2018, p.33).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal35que el resultado de toda una lógica que el correísmo nunca rompió: la (neo)liberalización comercial a toda costa. En consecuencia, olvidados los sonoros discursos correístas a favor de la sobe-ranía nacional, con la firma del TLC con la UE pierden cada vez más terre-no las posibilidades para desplegar una estrategia de vida autónoma y autosu-ficiente, que demandaría, por ejemplo, impulsar procesos de desenvolvimiento endógeno con la industria nacional, en especial aquellos de pequeña y media-na escala”. (Acosta, en Cajas Guijarro 2018, pp.7-8) Esta estrategia debe incluir una visión y plan de acción para consolidar relaciones interna-cionales sustentadas, sobre todo, en la solida-ridad y en la sustentabilidad.Es más, cuando aún es relativamente poco el tiempo transcurrido desde la entrada en vigor del TLC con la Unión Europea —año 2017—, es inocultable la creciente concen-tración de flujos comerciales en pocas ma-nos: grandes exportadores e importadores que lucran de la condición extractivista y dependiente del capitalismo periférico ecua-toriano, y los “capos” del comercio y sus empresas. Estos últimos con sus serviciales intermediarios, presentes y actuantes en to-dos los gobiernos, incluso desde la firma de los acuerdos de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga con los Estados Unidos (conocidos por sus siglas en inglés como ATPDEA)81 o los acuerdos del Sistema General de Preferencias con Europa (conocidos SGP y SGP Plus).82Con tales acuerdos —más allá del nombre con el que se los bautice—, se consolida una tendencia aperturista y se condena al país a permanecer atado a una lógica primario-ex-portadora. No solo eso: se marginan las posi-bilidades para desplegar respuestas más au-tónomas e incluso más integradoras con las economías vecinas. Estos tratados de “libre comercio” terminarán por reforzar el patrón de comercio vigente. Ecuador seguirá sien-do un país con un comercio dominado por hidrocarburos, productos agrícolas y pesque-ros, y minerales, al tiempo que continuará su dependencia importadora en maquinarias, herramientas, manufacturas e incluso pro-ductos alimenticios. Al ampliarse los extractivismos, se enraizará aún más la perversa situación que nos con-dena a exportar naturaleza sin considerar los costos socioambientales. Esto, en tanto clara tendencia global, significa en la prác-tica aceptar que los países ricos sigan am-pliando los límites ambientales hacia otras regiones, sobre todo al mundo empobre-cido, a través del tan promocionado “libre comercio”. Además, esta realidad consolida el imaginario nacional de que el “libre co-mercio” es el único camino para alcanzar el (fantasma del) desarrollo (que tiene como “padre” al —igualmente engañoso— ideal occidental de progreso). 81 El 4 de diciembre de 1991 Estados Unidos promulgó la Ley de Preferencias Comerciales Andinas (ATPA) que, para el 31 de octubre de 2002, se renovaría como la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga (ATPDEA).82 El Sistema General de Preferencias (SGP) se ha aplicado por Europa —con variantes— desde 1971.

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal36Bien conocemos que los TLC son herramien-tas para acumular capital local y transnacio-nal y que, para colmo, no son ni libres ni solocomerciales. Su rol se extiende a los derechos de propiedad —pública y privada—, liberali-zar el movimiento de capitales, aprovechar los recursos del Estado en beneficio de grandesproveedores extranjeros, y hasta promover el entreguismo en términos de propiedad inte-lectual. En definitiva, cada TLC menoscabalas posibilidades futuras de que el Ecuadorfortalezca su economía local, y más bien con-solida el extractivismo y la dependencia, tra-tando de mejorar su competitividad a través de la sobreexplotación de la naturaleza y de la fuerza de trabajo.Así, al no haber cambios en la matriz productiva y al no existir una estrategia de cómo intervenir de manera inteligente en el contexto internacional, se ha consolidado y se sigue consolidando “la maldición de la abundancia” (Acosta, 2009; Acosta y Cajas Guijarro, 2016) que aqueja a aquellos países periférico-dependientes, especializados en exportar bienes primarios y financiar fuer-temente sus economías con esas exportacio-nes. Son países, como se puede comprobar hasta la saciedad, que al parecer están con-denados a la pobreza justamente porque son ‘ricos’ en recursos naturales. Esta interac-ción entre periferia, dependencia y extrac-tivismos parece atrapar a las sociedades en una lógica perversa que consolida estados y economías que viven de la renta de la natu-raleza (Acosta, 2016). Asimismo, se consoli-da una búsqueda desesperada del desarrollo, que termina impidiendo que se construyan respuestas propias a partir de las capacida-des locales, teniendo como referente una sociedad equitativa justa y solidaria, queviva en armonía con la naturaleza (pudien-do aprovechar propuestas postdesarrollistas como el Buen Vivir y la posteconomía) (Acosta, 2013; Acosta y Cajas Guijarro, 2020c). Los regímenes extractivistas, de un presi-dencialismo exacerbado y con un enfoque clientelar de atención de demandas sociales, no abordan estructuralmente las causas de la pobreza y marginalidad. Mientras tanto, los significativos impactos ambientales y socia-les, propios de estas actividades extractivistas a gran escala, aumentan la ingobernabili-dad, lo que a su vez exige nuevas respuestas represivas. En ese contexto, el ejercicio de la democracia —y hasta de las libertades— se supedita a los ciclos de los precios de los commodities. El saldo resulta evidente, a más extractivismo menos democracia (Acosta y Cajas Guijarro, 2020b).Nuevas incertidumbres y un futuro por disputarEl momento que vive la sociedad ecuatoria-na exige replantear todo y tomar medidas urgentes, sobre todo redistributivas, encamina-das a sacar del abandono a la población más vulnerable de nuestro país. Penosamente, el rumbo de la política económica no da seña-les de cambio, menos aún si continúa ancla-da en la lógica neoliberal y bajo el tutelaje del FMI. A este paso, parece que lo peor aún está por llegar.Nuevas incertidumbres, cual fantasmas, ro-dean al Ecuador. Estas incertidumbres nacen de la compleja interacción de varios factores: un estancamiento que se venía arrastrando

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal37desde hace años; los golpes sociales y econó-micos que deja la pandemia del coronavirus; las medidas económicas de corte neoliberal aplicadas por el Gobierno (en especial las mencionadas flexibilizaciones laborales y ambientales); un endeudamiento eterno que aumenta la dependencia económica y políti-ca del país; el ingreso cada vez más evidente de estructuras criminales como alternativa de vida de las poblaciones más vulnerables, y graves estructuras oligopólicas que contro-lan desde los mercados hasta las finanzas.83Ante tantas nuevas incertidumbres, se siguen aplicando las viejas recetas, tan criticadas incluso por economistas como Stiglitz (2015, 2018, 2019), Krugman (2012) y Piketty (2019), entre otros. En síntesis, el país vive una crisis múltiple —y exacerbada por un neoliberalismo desbocado— que amenaza con dejar sin futuro a miles de personas, muchas de las que, si no se actúa con urgencia, podrían terminar siendo absorbidas por estructuras criminales que les ofrezcan una posibilidad de vida. De hecho, este puede convertirse en otro problema estructural de la economía ecuatoriana —que definitivamente mere-ce una reflexión futura—, pues hay que analizar hasta qué punto estas estructuras criminales ya han aprovechado el deterioro social que sufre el país, combinado con las posibilidades que otorga la dolarización para el lavado de dinero y el narcotráfico. No todos pierden con el desastre. No solo hay grandes grupos económicos nacionales y transnacionales que se benefician en estas circunstancias, pues siguen acumulando riqueza y poder, sino que incluso el neoli-beralismo se posiciona con fuerza mientras la gente siga creyendo en tantos infundios (como el mito del “libre mercado”). En general, los mitos económicos (como lo es también el del “Estado salvador”) se llegan a imponer hasta sicológicamente —en un clásico ejercicio depoder blando o de poder ideológico— (Lukes, 2004; Cajas Guijarro, 2018), al punto de impedir la discusión de temas urgentes (como la sostenibilidad de la dolarización —perversamente transformada en el gran objetivo nacional— en un contexto de estancamiento económico y deuda externacreciente). Y cuando la ideología no basta, la imposición de los mitos económicos puede combinar a la propaganda con la represión (e incurrir en el ejercicio del poder duro), en un ambiente de miedo y temores exacerbados.Incluso la pandemia del coronavirus ha fa-cilitado tales ejercicios de poder. Ha creado un contexto que ha permitido avanzar va-rias “recomendaciones” fondomonetaristas, como la eliminación del subsidio a los com-bustibles y la negociación a escondidas de la deuda externa en manos de tenedores priva-dos, al mismo tiempo que se introduce la tan ansiada flexibilización laboral. Asimismo, aprovechando el ambiente de caos y shock(Klein, 2007), se avanza en preparar varias privatizaciones e inclusive entregar a consor-cios internacionales varios campos petrole-ros.84 En ese empeño aparece también el in-tento por volver a la “autonomía” del Banco 83 Basta recordar que en 2019 solo cinco bancos (Pichincha, Produbanco, Guayaquil, Internacional y Bolivariano) con-centraron un 64 % de los créditos y 67 % de los depósitos. Si se concreta la venta del Banco del Pacífico —“banco privado” en manos del Estado—, el poder del oligopolio bancario crecería aún más.84 Consultar Alberto Acosta y John Cajas Guijarro (2018, pp. 129-139).

Ecuador: Al borde del naufragio… Entre la pandemia sanitaria y el pandemonio neoliberal38Central, que, en la práctica, como ya se vivió en épocas anteriores, representa entregar el control económico, monetario y financiero del país a manos de tecnócratas cercanos o a representantes directos de la banca privada. Semejante marcha neoliberal, impuesta a un ritmo acelerado por el saliente gobierno de Lenín Moreno, pretende “dejar amarrada la balsa” para que continúen por la senda del neoliberalismo los siguientes gobiernos.A todas estas incertidumbres cabe agregar muchas otras que incluso van más allá delos temas que plantea este texto. Los pro-blemas son en extremo diversos: ampliación de extractivismos que dejarán saqueo y destrucción ambiental y social (p.ej. mega-minería85); posibilidad de una mayor con-centración de los mercados en beneficio degrandes grupos económicos (a la vez quemuchísimas pequeñas y medianas empresas están al borde del colapso); aumento de la pobreza, sobre todo en poblaciones rurales (de la cual aún no poseemos datos certeros para 2020); dificultades en la producción agrícola rural, con precios de miseria quesubsidian la vida de las grandes urbes; au-mento de las desigualdades de género (con el incremento de la explotación laboral so-bre las mujeres trabajadoras en actividades necesarias para reproducir la vida y de la violencia de género); mayores limitaciones para un acceso digno a la educación (con personas que simplemente han dejado de estudiar por falta de conectividad y de recursos económicos); aumento del número de suicidios, etc. Por tanto, la crisis multidimensional y sin prece-dente que vive el Ecuador merece mayores y más profundas reflexiones: no podemos se-guir entrampados en diagnósticos y políticas meramente coyunturales. En ese sentido, rei-teramos que este trabajo es apenas un aporte más para construir —y discutir— un futuro diagnóstico mucho más amplio y de alcances más estructurales.Finalmente, en la medida en que la desigual-dad y la exclusión social se vuelvan insopor-tables en el Ecuador del postcoronavirus, las inestabilidades políticas y democráticas estarán cada vez más presentes (quizá inclu-so como reflejo de una crisis económico-po-lítica regional y global). Ante ese potencial futuro, emerge la pregunta de si será posible construir alternativas que hagan viable una transformación social auténtica que cambie a fondo las estructuras sociales del país, o, al contrario, luego de este periodo trágico nos esperan años de decadencia a todo nivel. Evidentemente no tenemos una respuesta a esta duda. Lo que sí creemos es que el rumbo futuro de este barquito de papel lla-mado Ecuador, en gran medida, dependerá de cuán capaces sean los sectores populares de sobrevivir, reinventarse, reorganizarse y luchar en todos los niveles posibles. Mientas siga viva la llama de esa lucha popular, la es-peranza de un mejor futuro seguirá presente.85 Para más detalles al respecto, ver el libro de Alberto Acosta et al (2020).

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